Relato: Senderos de sumisi�n (1)





Relato: Senderos de sumisi�n (1)

La senadora Helen C. Taylor estaba sentada en su despacho, en
el parlamento estatal, revisando uno de los m�ltiples documentos que se
amontonaban sobre su mesa de trabajo. A sus 45 a�os, la senadora Taylor era a�n
una mujer hermosa y su belleza era sin duda resaltada por su exquisita
elegancia. Su cabello rubio, que llevaba cortado a la altura de los hombros y
con las puntas hacia dentro, enmarcaba una cara madura pero atractiva. Ten�a los
ojos verdes y grandes y los labios carnosos, que ese d�a llevaba cuidadosamente
pintados de rosa p�lido. Su cuerpo era envidiable, a pesar de algunos kilitos de
m�s que se acumulaban en la barriguita y en las nalgas. Y por supuesto en sus
generosos pechos, que tallaban una 105D. La senadora Taylor hab�a elegido para
ese d�a un conjunto de chaqueta y falda color beige, con blusa blanca y medias
de seda blancas, sujetas por un liguero del mismo color. Unas sandalias negras,
de tiras y tac�n alto completaban su elegante atuendo.


Biiiiip, biiiiip, son� el interfono. Era Lisa, su secretaria.




Dime Lisa �respondi�.


Senadora Taylor, aqu� hay una joven que dice conocer a su
hija Susan. Desea hablar con usted.


Estoy muy ocupada. Preguntale que qu� quiere.




Se oyeron voces al otro lado de la l�nea.




Senadora Taylor. La joven dice que es importante y que
�nicamente hablar� con usted.




Helen C. Taylor suspir� resignada. En fin, recibir�a a la
chica e intentar�a librarse de ella cuanto antes.




Bien, dile que pase.




A los pocos segundos la senadora escuch� un golpe de nudillos
contra la puerta de su oficina.




Adelante �dijo con autoridad.




La puerta se abri� y dejo paso a una joven alta, de cabello
negro y cuerpo atl�tico. Llevaba un top negro ajustado que resaltaba unos pechos
de tama�o mediano y un pantal�n negro de cuero bien ce�ido. El clip clop de sus
sandalias de tac�n de aguja, tambi�n negras, reson� en la habitaci�n hasta que
la joven se detuvo frente al escritorio de la senadora.




Buenos d�as, Helen �dijo la chica




La senadora se sorprendi� al verse aludida por su nombre de
pila.




�Nos conocemos? Dices que eres amiga de mi hija, pero no
creo haberte visto antes. �C�mo te llamas?


No he dicho que sea amiga de tu hija. He dicho que la
conoc�a. En cuanto a mi nombre, te dirigir�s a mi como "Mistress o Mistress
Patrizia".




Helen C. Taylor no pod�a creer lo que sus oidos acababan de
oir. �Ser�a posible?. �Qui�n se cre�a esta ni�ata que era?.




Haz el favor de salir ahora mismo de aqu� o llamo a
Seguridad �dijo con un tono fr�o y autoritario, que no disimulaba su enfado.




La joven, sin embargo no hizo adem�n de salir, sino que
acercando su cara a la de la senadora dijo lentamente, como si quisiera que
Helen C. Taylor absorbiera cada palabra:




Escuchame bien, zorra. Hemos secuestrado a tu hija. Si
quieres volver a verla con vida m�s vale que cambies ese tono de voz y
muestres otra actitud.




A la senadora le dio un vuelco al coraz�n...pero no, no pod�a
ser. Susan estaba de vacaciones en una isla caribe�a y hab�a hablado con ella
esa misma ma�ana.




No te creo. He hablado con ella hace menos de tres horas
y estaba bien �dijo recobrando parte de su aplomo.




La joven sac� un m�vil y marc� un n�mero de tel�fono. La
respuesta tard� s�lo unos segundos




Hola, c�mo va todo �dijo una voz al otro lado del
tel�fono.


Seg�n lo previsto. Ponle al tel�fono.




La mujer pas� entonces el m�vil a una aturdida Helen C.
Taylor.




Mama, mama, �eres tu?


Susan, hija. �C�mo est�s? �Qu� te han hecho?


Mam�, me han secuestrado. Me tienen atada...y desnuda. No
puedo moverme. Rachel estaba conmigo. Tambi�n la tienen. �Mam�, ayudame!




Susan comenz� a llorar.




S�, hija, s�. Te sacar� de all�. Como sea.....




La comunicaci�n se cort� al otro lado. El cuerpo de la
senadora temblaba y las l�grimas resbalaban por sus mejillas. Su peque�a
Susan...Dios Santo, s�lo ten�a 18 a�os. Helen C. Taylor mir� asustada a la mujer
que con los brazos cruzados sobre el pecho la observaba con cierta complacencia.




Por favor, no le hagais da�o. Es s�lo una cr�a �suplic�.


Todo depende de ti, Helen. Tu colaboras, tu hija vive. No
lo haces, entonces...




La joven se pas� un dedo por el cuello en un gesto expl�cito
y la senadora no pudo evitar un grito ahogado.




Har� lo que me pidas. Dime, �cu�nto dinero quereis?


Ya habr� tiempo de hablar de dinero. Ahora levantate y
ven aqu�. Te quiero en el centro de la habitaci�n.




La senadora Taylor se incorpor� de su asiento y se dirigi�
hacia el lugar que le hab�a indicado su visitante. La joven estuvo un rato
observandola, sin decir nada. La senadora comenz� a impacientarse. �Qu�
pretend�a aquella mujer? Tuvo que esperar unos minutos m�s para que finalmente
la joven volviese a hablar.




Tienes un cuerpo muy bonito, Helen �dijo.


Gracias �respondi�, casi autom�ticamente la senadora.


Gracias, Mistress �corrigi� la joven � Muestrame el
respeto debido o lo lamentar�s.




Helen C. Taylor tuvo que tragarse todo su orgullo y toda su
rabia para responder.




S�, Mistress. Lo siento, Mistress.


Muy bien, no vuelvas a olvidarlo o tendr� que castigarte.
Ahora quitate la chaqueta y la blusa. Quiero ver mejor ese par de tetas.




La senadora enrojeci� intensamente.




Perd�n, Mistress. No creo que eso sea apropiado. Podr�a
entrar alguien y ...


Helen, �en alguna ocasi�n entra alguien en tu oficina sin
tu permiso?


No, Mistress, pero...


Entonces no me cuestiones y obedece.


S�, Mistress.




La senadora Taylor se sac� la chaqueta color beige y la dej�
delicadamente sobre el suelo. Despu�s, con dedos nerviosos desabroch� uno a uno
los botones de su blusa y se la quit�. Llevaba un bonito sost�n blanco de
encaje, que transparentaba sus rosados pezones. Helen C. Taylor era muy
consciente de ello y un rubor intenso encendi� sus mejillas. Mistress Patrizia
se acerc� a ella y tomo ambos pechos con sus manos. La senadora no se atrevi� a
protestar.




Tienes unas tetas grandes y firmes. Y sin operar. �Qu�
talla usas? �una D?


S�, Mistress. Una 105D.


Estoy segura de que este par de tetas te han sido muy
�tiles en tu carrera pol�tica.


No, Mistress. Yo no soy de esas.




Mientras hablaban, la joven restregaba sus pulgares sobre los
pezones de la senadora, que muy a su pesar se estaban poniendo duros como
piedras.




Tienes unos pezones sensibles, Helen. Mira qu� duros
est�n y apenas los he tocado.


Por favor, Mistress. No me haga esto. Le dar� el dinero
que me pida, pero no me humille de esta forma.


�Te sientes humillada, Helen? �Te humilla que otra mujer
vea c�mo tus pezoncitos se ponen duros?




Y con esas palabras Mistress Patrizia agarr� el borde
superior de las copas del sost�n y tiro de ellas hacia abajo dejando las dos
hermosas tetas de Helen C. Taylor al aire.




�Ooooh! �exclam� la senadora, cubriendose con las manos.


�Aparta las manos! � orden� la joven


No, por favor Mistress.


Te recuerdo que me basta con hacer una llamada y tu hija
ser� ejectutada. �Es eso lo que quieres? �Son m�s importantes tus tetas que
tu hija?




Con l�grimas en los ojos y diciendose a s� misma que no ten�a
otra opci�n, la senadora Taylor dej� caer sus brazos a los costados y sus
impresionantes tetas, con los pezones erectos quedaron expuestas ante los ojos
de su joven Mistress.




Ummmm, deliciosos �dijo �sta con una sonrisa triunfal en
los labios.




Y acto seguido se inclin� y pase� su rugosa lengua por los
hinchados pezones de la senadora. Helen C. Taylor cerr� los ojos y dej� que
aquella joven, a la que apenas conoc�a tomase posesi�n de sus sensibles pechos.
Lentamente, sin prisas, la desconocida comenz� a lamer sus pezones y areolas,
bes�ndolos delicadamente. Lo hac�a muy bien, muy sensualmente, sin la premura y
urgencia con la que lo hac�a su esposo. Muy a su pesar, la senadora se dio
cuenta de que su vagina se estaba humedeciendo.




No, por favor. Dios mio, no dejes que me pase esto
�suplic� para s�.




Pero a medida que su joven Mistress ensalibaba expertamente
sus endurecidos pezones, la indefensa senadora se iba excitando m�s y m�s. Su
respiraci�n era cada vez m�s agitada, su vagina estaba cada vez m�s h�meda y sus
braguitas cada vez m�s mojadas. La joven succion� entonces uno de los pezones de
la senadora dentro de su boca, rozandolo suavemente entre sus dientes. Helen C
Taylor no pudo evitar un gemido de placer. La joven sonri� para sus adentros y
comenz� a succionar lenta pero intensamente los pezones de la senadora. Helen
cerr� sus pu�os con crispaci�n intentando resistirse al placer que se adue�aba
de su cuerpo. Su raja estaba ardiendo y se mor�a por tocarla. Pero no pod�a, no
pod�a dejar que aquella desconocida supiese lo excitada que estaba. �Qu�
ingenua!. Mistress Patrizia sab�a perfectamente en qu� estado se encontraba la
senadora. En su tremenda excitaci�n, Helen C Taylor no se daba cuenta de que sus
jadeos eran perfectamente audibles y de que desde hac�a varios minutos se estaba
restregando los muslos entre s�. A pesar de tener tan solo 22 a�os, Mistress
Patrizia conoc�a perfectamente el fenotipo de "mujer de pechos sensibles" y
sab�a que si segu�a un poco m�s, la senadora acabar�a corriendose en las bragas.
Pero no era eso lo que pretend�a. Quer�a mantenerla con un alto grado de
excitaci�n. Sab�a que en ese estado cualquier persona era mucho m�s sumisa y
maleable. Cuando la joven dej� de chupar sus pezones, Helen abri� los ojos. Una
mezcla de alivio y contrariedad se dibuj� en su cara, roja y sudorosa por la
excitaci�n. Mistress Patrizia no le dio mucha opci�n a pensar.




La falda �dijo- quitatela.


S�, Mistress




La senadora Taylor baj� la cremallera de la falda color beige
y dejo que se deslizase hasta sus tobillos. Despu�s dio un paso atr�s, se agach�
a recogerla y la dobl� sobre la chaqueta. Mistress Patrizia observ� con deleite
el cuerpo de aquella mujer: su liguero blanco, su incipiente barriguita, sus
tetas colgando fuera del sujetador. No pudo evitar sonreir al ver c�mo sus
bragas blancas de encaje, a juego con el sost�n, mostraban un parche de humedad
por encima de su raja. La joven se acerc� a la senadora y tomando el el�stico
frontal de sus braguitas lo separ� del pubis. Helen enrojeci� avergonzada al ver
c�mo aquella joven a la que doblaba en edad examinaba su vagina. Mistress
Patrizia pudo ver un co�ito con abundante bello rubio, sin arreglar y con los
labios hinchados y humedecidos por la excitaci�n.




Vaya, vaya, esto no es propio de una senadora republicana
que se opone al matrimonio gay, Helen. �Sabes a qu� me refiero, verdad?




La senadora enrojeci� m�s si cabe.




No, Mistress.


No me mientas o lo pagar�s caro. �Lo sabes, verdad?


S�, Mistress �dijo Helen C. Taylor mirando al suelo.


Bien, a qu� esperas. Dimelo.




La senadora trag� saliva.




Mi...mi vagina...est� h�meda.


Tu �qu�?. No, cari�o, esto no es una vagina. �Qu� es?




Helen sab�a qu� era lo que Mistress Patrizia quer�a oir.




Un co�o �dijo en un susurro apenas audible


No te oigo. Habla m�s alto.


Un co�o �dijo esta vez la senadora en un tono m�s
elevado.


�Y c�mo esta ese co�o?


Mi co�o est� mojado, Mistress.


�Y por qu� esta mojado, Helen?


...porque... porque estoy excitada, Mistress �dijo la
senadora totalmente humillada.


�Excitada de que otra mujer te coma las tetas?




Helen tard� unos segundos en contestar, como si las palabras
no quisieran salir de su boca. Finalmente dijo:




S�, Mistress.


Pero Helen, eso s�lo les pasa a las putas y a las
lesbianas. �Eres lesbiana, Helen?


No, Mistress.


Entonces s�lo nos queda una opci�n. �qu� es lo que eres
Helen?




En sus 45 a�os, la senadora nunca hab�a estado ni la mitad de
cachonda de lo que estaba en ese momento. Su co�o no s�lo estaba h�medo, estaba
literalmente chorreando.




Soy...soy una puta, Mistress.


Senadora Helen C. Taylor, puta. Suena bien �ri� Mistress
Patrizia.




Entonces se dirigi� hacia el escritorio, acompa�ada por el
clip clop de sus sandalias de tac�n de aguja. Tom� un rotulador rojo de punta
gruesa y volvi� hacia la indefensa senadora. Sin m�s pre�mbulos quit� el tap�n
del rotulador y escribi� cuidadosamente sobre el abdomen de Helen la palabra
"PUTA", en letras may�sculas.




Ahora ya est� claro, �no crees?


S�, Mistress �dijo la senadora sin protestar.




En ese momento, Mistress Patrizia supo que la resistencia de
aquella arrogante mujer estaba ya rota. Ahora deb�a actuar con pericia para
someterla totalmente. Sinti� su co�o humedecerse. No hab�a nada que le produjese
m�s placer que dominar a una mujer madura y poderosa.




Muy bien, ya va siendo hora de que me muestres el resto
de tus encantos. Quitate las bragas.


S�, Mistress




La senadora solt� los broches del liguero blanco de encaje e
introduciendo los pulgares en el el�stico de las bragas las baj� hasta los
tobillos y se las quit�.




Metetelas en la boca �orden� la joven




Meterlas en la boca. �Oh, no! pens� Helen. Estaban empapadas.




Por favor, Mistress. Est�n muy mojadas.


Metetelas en la boca � volvi� a repetir Mistress Patrizia
con los brazos en jarras y una pose amenazadora.


S�, Mistrees




La senadora se meti� lentamente las bragas en la boca y por
primera vez supo a qu� sab�a su co�o. No era tan desagradable como hab�a cre�do.
Mistress Patrizia se movi� hasta el escritorio donde hab�a dejado su bolso y
volvi� con una cinta de medir, de las que usan los sastres. Midi� la cintura de
Helen, y varias otras distancias en su �rea p�bica que anot� en una peque�a
libreta. �Qu� estar� haciendo?, se pregunt� la senadora. Despu�s volvi� hacia el
escritorio mientras ordenaba a Helen:




Separate los labios del co�o y muestramelo.




La senadora tom� sus labios mayores entre el pulgar y el
�ndice de cada mano y los separ� generosamente dejando a la vista un interior
rosado y totalmente cubierto de humedad y flujo viscoso. Mistress Patrizia se
dio la vuelta con una c�mara digital en la mano y r�pidamente tom� una foto de
la senadora en esa pose. Helen abri� la boca y dej� caer las bragas al suelo, al
tiempo que dec�a:




Por favor, Mistress. No me haga fotos.




Pero no intent� cubrirse. Es m�s, sus manos seguian
manteniendo expuesto su chocho. Sin prestar atenci�n a sus protestas, la joven
sigui� tomando fotos durante varios segundos hasta que orden�:




Ponte arqueada sobre el escritorio, quiero sacar varias
fotos de tu culo.


Por favor, Mistress. No.




Patrizia se dirigi� con determinaci�n hacia la senadora y le
solt� dos sopapos en las mejillas y varios en las tetas.




Obedece, puta.




Con l�grimas en los ojos pero sorprendentemente excitada,
Helen se dirigi� al escritorio y se arque� sobre �l dejando su culo en pompa.
Mistress Patrizia tomo varias fotos.




Separa las piernas.


S�, Mistress.




FLASH, FLASH.




Separate bien las nalgas.


S�, Mistress.




FLASH, FLASH. !Qu� humillante!. La senadora sab�a que
probablemente estaba exhibiendo su ano. Sin embargo no os� desobedecer.
Efectivamente el peque�o y virgen ojete de Helen, el pelito rubio que recorr�a
la raja de su culo y tambi�n su abierto y peludo co�o, visible entre sus muslos
estaban siendo inmortalizados por la c�mara de la joven Mistress. Es el momento
de darle el golpe de gracia, pens� Mistress Patrizia, de someterla totalmente.




Helen, ponte de rodillas.


S�, Mistress �dijo la senadora sin comprender muy bien.




Helen C. Taylor se arrodill� ante la joven y la mir�
confundida. Mistress Patrizia se sent� en uno de los sillones.




�Te gustan mis sandalias, Helen?


S�, Mistress. Son muy bonitas.


Besalas.




La senadora Taylor mir� a Mistress Patrizia. Los ojos de la
joven aguantaron los suyos, seguros, autoritarios. Helen C. Taylor gate� hasta
los pies de la joven y arque� su cuerpo hasta que sus labios alcanzaron las
bonitas sandalias de piel negra. Entonces, comenz� a besarlas. Y las bes�
durante varios minutos hasta que Patrizia le orden� besar los deditos de sus
pies. La senadora obedeci� sin rechistar, al igual que cuando de los besos
pasaron a las caricias con la lengua y finalmente a la succi�n de los dedos.
Mistress Patrizia sab�a que Helen har�a casi cualquier cosa que le pidiese en
ese momento. Estaba totalmente sometida.




Helen, cielo, s�came las sandalias y masajeame la planta
de los pies con tu lengua.




La senadora desabroch� lentamente los zapatos de la joven y
alzando alternativamente sus pies lami� una y otra vez las plantas.


FLASH. FLASH. Mistress Patrizia sac� varias fotos.


Helen C. Taylor estaba volviendose loca. No entend�a por qu�
cuanto m�s humillada m�s cachonda se pon�a. �Por qu� se excitaba obedeciendo a
aquella joven?. Dios Mio, pens�, en qu� clase de ser depravado me estoy
convirtiendo. Mistress Patrizia dej� que la senadora lamiese sus pies durante
m�s de diez minutos.




Para ya, perra �dijo entonces- se me est� haciendo tarde.
Vuelve a ponerme las sandalias.




Helen C. Taylor se detuvo e hizo como hab�a sido ordenada.
Mistress Patrizia se incorpor�, tom� su bolso y avanz� hacia la puerta.




No quiero que digas nada sobre el rapto de tu hija,
�entendido?. A nadie. Ni siquiera a tu marido. �Esta claro?


S�, Mistress.


Como me entere de que alguien sabe algo Susan ser�
eliminada.


No dir� nada, Mistress. Pero quiz� los padres de Rachel
lo hagan. Tambi�n la habeis raptado �verdad?


Tu cuidate de mantener tu boca cerrada


De acuerdo, Mistress. �Y mi Susan? �Cu�ndo la vais a
soltar?


Pronto. Me pondr� en contacto contigo.




Con estas palabras Mistress Patrizia abandon� la oficina de
la senadora. Esta segu�a en el suelo, desnuda a excepci�n de sus medias y
liguero blancos, sus sandalias negras y su sost�n sobre el cual colgaban sus
grandes tetas. Tan pronto como se cerr� la puerta, Helen C. Taylor se llev� la
mano a la entrepierna y comenz� a masturbarse vigorosamente. Con su mano libre
alcanz� sus sucias bragas y se las meti� de nuevo en la boca. Sab�a que el
orgasmo iba a ser brutal y no quer�a que nadie la oyera. Casi de seguido comenz�
a correrse. Su cuerpo temblaba sobre el parquet. Una mano masajeaba el cl�toris,
mientras la otra pellizcaba sus pezones con fuerza y su co�o soltaba l�quido en
verdaderas eyaculaciones. La senadora no pod�a creerse el placer tan intenso que
estaba experimentando. Aquel orgasmo parec�a no tener fin.


Biiip, Biiip. El maldito interfono.


Helen no pod�a parar de tocarse el co�o.


Biiip, Biiip.


Aaaaarg, otro orgasmo.


Toc, toc, toc, golpes en la puerta




Senadora Taylor, �est� usted bien? �era Lisa




Helen se sac� las bragas de la boca.




Un...un...mo..momento Lisa. No entres, por favor.




La senadora se incorpor� y coloc� sus pechos dentro del
sost�n. Despu�s se puso el resto de la ropa, a excepci�n de las mojadas bragas
que guard� en un caj�n de su escritorio. Entonces se sent� en su sill�n.




Puedes pasar, Lisa.




Lisa abri� la puerta un tanto sorprendida. Era una joven de
25 a�os, rubita de ojos azules y tez clara. No era muy alta pero al ser delgada
su cuerpo estaba bien proporcionado. Sus pechos eran peque�os, una 80B y su culo
carnoso y redondito. La senadora Taylor dej� que la secretaria llegara ante su
mesa.




�Qu� deseas? �pregunt�, recobrando su autoridad


S�lo quer�a recordarle que en media hora tiene su cita
con el Alcalde. No respond�a al interfono, por eso...


S�, s�, perdona. Estaba ocupada con algo.




"Me estaba corriendo como una loca", pens� para s� y ese
pensamiento hizo que volviese a excitarse.




�Alguna cosa m�s, Lisa?


No, senadora. Bueno, s�...creo que deber�a abrir un poco
la ventana.




Helen C. Taylor enrojeci� hasta las orejas. Ella no pod�a
percibirlo pero sospechaba que el olor a sexo impregnaba la habitaci�n.




Gracias por el consejo, Lisa


No hay de qu�. �respondi� la secretaria dando media
vuelta y abandonando la habitaci�n.







Espero que os haya gustado este primer cap�tulo. Agradezco
comentarios y opiniones sobre el mismo, al igual que ideas para los siguientes.
As�mismo, me gustar�a entablar relaci�n con sumisas de Madrid para dominacion
on-line, real o simplemente para compartir experiencias. Tambi�n busco Amas
interesadas en dominar a mi mujer. Muchos besos, lectores.



Por favor vota el relato. Su autor estara encantado de recibir tu voto .


Número de votos: 0
Media de votos: 0


Si te gusta la web pulsa +1 y me gusta






Relato: Senderos de sumisi�n (1)
Leida: 493veces
Tiempo de lectura: 15minuto/s





Participa en la web
Envia tu relato







Contacto
Categorias
- Amor filial
- Autosatisfacci�n
- Bisexuales
- Confesiones
- Control Mental
- Dominaci�n
- Entrevistas / Info
- Erotismo y Amor
- Fantas�as Er�ticas
- Fetichismo
- Gays
- Grandes Relatos
- Grandes Series
- Hetero: General
- Hetero: Infidelidad
- Hetero: Primera vez
- Intercambios
- Interracial
- L�sbicos
- MicroRelatos
- No Consentido
- Org�as
- Parodias
- Poes�a Er�tica
- Sadomaso
- Sexo Anal
- Sexo con maduras
- Sexo con maduros
- Sexo Oral
- Sexo Virtual
- Textos de risa
- Transexuales
- Trios
- Voyerismo
- Zoofilia


Encuestas

Afiliados



























relatos eroticos de insesto familiaresRelatos eroticos gratis incesto sobrina de 13 añitos primera vezdivorciadas calientescompartiendo mi esposaRelatos gays toda una hembritarelatos eroticos cumpliendo la fantacia de mi maridomi tio me hizo el culorelatos padre e hijo sexoRelatos porno amor filial papa soltero 1 bdlol.rurelatos porno bdlol.ru Mi familiaIncesto con la abuela relatadosrelatos zoo con mama putaporno travestis españolesporn madre e hijorelato xxx cuidando a mi hijitaRelatos de zoofilia hombrehistoria eroticas de nenas de 10 gratisfollar maestraRelatos eroticos de pendej�s con el jardinero negroRelato erotico abuelito aprovechadosexo con madurosel cura del pueblo relatos pornorelatos porno de mi prima tiene el ano rosadito y se lo lamoabuelito relatos pornorelato eroticos hermana nalgonapornografía de travestisRelatos hot de mi sobrina bellarelatos eroticos con la mujer de mi vecinorelatos eroticos traileroRelatos pornode viejas cuconasrelatos. como me comi la penochita de mi sobrinita 9smadre borracharelatos calientes de una rancheraRelatos Hombres gay mi abuelomi primer anal relatos eróticosrelatos xxx chicos en grupos en campamentoporno marica comidoverga guesarelatos erotico haciendo el camino de santiago con mi hermana y sus amigas relatos gays chiclayofollando a mi hija borracha relatosmi sobrino me preño relatosrelatos porno mi papi me convirtió en su putita y me coge rico y duroRelato Pornos De Dominacion A Chicos TodoRelatorelatos de zoofilia por accidentalrelato mi hemanala toco bonbachitarelatos cortos de porno gay con fotosrelatos de incesto cambiando pa�al a bebeel macho de mi madre relatorelato xxx sacerdote y monjarelatos cuentos porno bdlol.ru incestoque rrico me coje mi suegroRelato me folle mi tía maduraMadre e hijo relatos eroticosrelatos pornos con mi tia y suegraporno casero venezuelarelatos cortos las nalgotas de paulawww.relato porno espiando a vecinos masturbando conrelatos eroticos -video esposa drogadaRelatos eroticos gratis incesto sobrina de 13 añitos primera vezle rompieron la cola a mi esposa relato xxxLa.ciega.puta.relatogoogle.com Relatos porno xxx mi SuegroRelatosxxx de el culito de mi besinita de 10mazinger z pornocuentos porno lesbianas cachorras incestosrelato erotico en ropa interior con mi paparelatos pornos de insesto del bultito de mi hijitamamando desde pequeña relato eroticoRelatos eróticos hombres que han desvirgado culitos gayscojiendo nena de 8 relatoporno relatos vi a mi tio violar a mi primarelatos padrrastro insesto pornorelaro erotica el chantajejuega a caballito relato eroticofollando perra en él canporelatos eroticos gay con cholosIncesto con la abuela relatadospequeña nieta relato eroticorelatos porno violacion en avionchochos abuelasRelatos porno tabu