Relato: Contacto





Relato: Contacto

CONTACTO


I-.


Soy un joven de 19 a�os, estudio en la Universidad y, debido
a los trabajos de investigaci�n que debo realizar, me veo obligado a visitar
constantemente diversas p�ginas de Internet. Generalmente, cuando termino de
hacer mis tareas, me relajo un poco, navegando tambi�n dentro de diversas
p�ginas de sexo, tanto de mujeres y de parejas, como de hombres.


Hasta entonces, nunca me hab�a considerado gay o bisexual, ya
que hab�a tenido abundante sexo, con numerosas chicas. Se puede decir que desde
que me inici� en el sexo a los 15 a�os, no hab�a desperdiciado ninguna
oportunidad al respecto. Pero al ir viendo aquellas p�ginas, fui sintiendo unas
ganas locas de probar qu� se sent�a en una relaci�n sexual con un hombre


Se fue convirtiendo en una obsesi�n que cada d�a ocupaba m�s
mis pensamientos, al grado de que, muy a menudo, me masturbaba fantaseando con
relaciones homosexuales y, cuando ten�a sexo con alguna mujer, hac�a lo mismo.


La situaci�n se fue haciendo m�s y m�s urgente, llegando a la
conclusi�n de que deb�a tener una relaci�n homosexual. Estaba decidido. �Tendr�a
mi primera relaci�n homosexual!


En Internet descubr� una p�gina de contactos gay y me dediqu�
a leer todos los anuncios, donde diversos prospectos expon�an su situaci�n y sus
deseos. Algunos me parecieron demasiado agresivos, otros muy descarados y,
finalmente, otros no llenaban mis expectativas, m�xime porque yo no ten�a
experiencia. Entonces, decid� poner un anuncio propio, solicitando un compa�ero
que me iniciara en el sexo homosexual.


Recib� ocho respuestas en mi buz�n de correo, el primer d�a.
Emocionado, abr� cada uno de los mensajes y analic� una y otra vez lo que
dec�an. Finalmente, escog� uno de ellos, el que me llam� la atenci�n de manera
especial: era un joven que dec�a tener 26 a�os, y me ofrec�a conducirme a la
mejor experiencia sexual de mi vida. Al final, hab�a un n�mero de tel�fono.


Con algo de duda y temor, marqu� el n�mero de tel�fono,
sintiendo que se me sal�a el coraz�n del pecho. Hablamos y dijo llamarse Josu�.
Mientras nos extend�amos en nuestra charla, me fui calmando en mi nerviosismo.
Finalmente, convenimos en vernos esa noche, en un apartamento, cuya direcci�n me
dio.


Nuevamente nervioso, llegu� a la hora convenida. Dud�
bastante antes de llamar a la puerta. Finalmente lo hice. Me abri� un joven de
raza negra, alto (m�s que yo), musculoso, que se adivinaba bien formado, por
debajo de la ropa. Era Josu�. Nos saludamos y me invit� a pasar. Despu�s, �l
domin� enteramente la situaci�n. Me ofreci� una cerveza, se sent� a mi lado y
comenz� a hablarme directamente sobre el tema que me interesaba: el sexo.


- Cuando quieras, empezamos -me dijo abri�ndose la bragueta y
sac�ndose su miembro.


Vi entonces su pene, largo, negro y regularmente grueso. Me
acerqu� a �l y, lentamente, fui poniendo mi mano izquierda sobre su falo, que ya
mostraba una erecci�n. Yo hab�a visto muchos penes masculinos antes, en las
duchas del gimnasio de la escuela, pero aquello era realmente diferente.


Lo acarici� con lentitud y �l cerr� los ojos para disfrutar
de la forma delicada y un poco temerosa con que yo le sobaba el miembro. Me mir�
de frente y me lanz� un beso. Me hizo se�as de que me acercara m�s a �l y
nuestras bocas se unieron en un beso febril.


- Vamos a la cama -me dijo con suavidad.


Entramos a la habitaci�n y �l procedi� a desvestirse. Yo me
sent�a a�n un poco cortado. Finalmente, me quit� la ropa. �l se tendi� en la
cama, exhibiendo sin pena alguna su gloriosa erecci�n, que alcanzaba f�cilmente
unos 22 cm. Me acost� a su lado.


- �Qu� deseas hacer? -pregunt�.


- Creo que s�lo deseo sexo oral, ya que es mi primera vez de
estar en la cama con otro hombre.


- No hay problema -me dijo-. Ver�s que te va a gustar.


Comenz� entonces a chup�rmela con maestr�a. Qued� sorprendido
de su habilidad. �Lo hac�a tan bien como las mujeres con las que yo hab�a
estado! Llevaba unos diez minutos mamando, controlando exactamente el grado de
excitaci�n que me provocaba, para hacerme gozar lo m�s posible y evitar una
eyaculaci�n prematura. Sin embargo, poco a poco se fue dando vuelta en la cama,
hasta que estuvo acostado en la direcci�n contraria a la m�a, dejando su pene
delante de mi boca. Suspendi� un momento su labor y, con voz suave, me dijo:


- M�mame. Ch�pame.


Dud� en hacerlo, pero comprend� que si estaba all�, era para
experimentar la relaci�n homosexual en pleno. Entonces, tom� su verga en mi mano
y empec� a chuparla, lenta y suavemnte al principio, con furia, despu�s.


Estuvimos as� otro rato. De pronto, �l se detuvo. Se
incorpor� y se agarr� firmemente la base del pene, con los dedos �ndice y
pulgar. Supe inmediatamente, que estaba conteni�ndose un orgasmo, que yo le
hab�a provocado con mi accionar.


Entonces, me mir� fijamente y poco a poco se fue poniendo
encima de mi cuerpo y empez� a pasar su pene por toda mi anatom�a, frotando su
pene contra el m�o, meti�ndolo en el tri�ngulo formado entre mis muslos a los
lados y mis huevos en la parte superior. Luego, me dijo:


- Date vuelta.


Obedec�, pero le advert� que no quer�a que me fuera a
penetrar. �l no me respondi�, pero empez� a frotar su pene por mi espalda, mis
piernas, mis nalgas, hasta llegar a mi ano. Apoy� la cabeza del instrumento
contra mi agujero, mientras me acariciaba las nalgas, y con cierta ansia, me
dijo:


- �Te animas a probar? Si no quieres, no lo har�.


Despu�s de dudar unos instantes, respond�:


- De acuerdo, pero no me vayas a hacer da�o.


Sonri�. Se puso un cond�n que sac� de un caj�n de la mesita
cercana, junto con un frasco de vaselina. Comenz� a lubricarme el culo y, cuando
estuvo satisfecho, intent� penetrarme.


Mi esfinter se resisti� y sent� algo de dolor. Josu� se
detuvo un momento y luego, acometi� otra vez. En esta ocasi�n logr� que entrara
la punta del glande. Volv� a sentir dolor, pero lo anim� a seguir entrando. Me
sent�a muy excitado. �l esper� un momento a que mi ano se acostumbrara y empuj�
otra vez. Otra porci�n de su pene entr�.


Sent� nuevamente dolor, pero le rogu� que no la sacara.
Aguard� otro momento y dio un nuevo empuj�n. Esta vez, su glande traspas� el
anillo de mi esfinter. Sent� un dolor lacerante.


- Si quieres te la saco -me dijo con voz preocupada.


- �No, no! -le dije- Te lo suplico. �No me la saques!


Tras una breve pausa, Josu� empuj� nuevamente. Esta vez, su
pene se fue hasta el fondo. Me sent� completamente lleno en mi interior. �Nunca
hab�a sentido tanto placer en mi vida! Fueron los momentos m�s maravillosos que
yo hubiera sentido en una relaci�n sexual.


- �Qu� placer! -exclam�-. �Dios m�o, qu� placer!


Satisfecho, comenz� a moverse; con lentitud al principio,
acelerando el ritmo despu�s. �Fue maravilloso! Nunca hab�a sentido as�. �l
empujaba, hasta que sus bolas tocaban mis nalgas y yo paraba el culo, para ir a
su encuentro. Josu� me agarraba de las caderas y segu�a cogi�ndome con gran
pasi�n. M�s r�pido a cada momento. Yo gritaba de gozo, sintiendo aquella verga
maravillosa dentro de m�.


- �As�, as�, as�...!


Nuestros cuerpos siguieron en aquel ritmo febril, al tiempo
que yo sent�a el orgasmo formarse en mi interior. Josu� se mov�a cada vez con
m�s velocidad. La cabeza de su pene llegaba hasta casi salir de mi ano, para
penetrar un segundo despu�s hasta lo m�s profundo de mis entra�as.


De pronto, sent� su pene hincharse y, con un grito sordo,
eyacul�. Continu� con el movimiento, frot�ndome contra la cama, hasta que menos
de 30 segundos despu�s, hund� la cara en la almohada, y explot�.


Fatigado, Josu� se qued� recostado sobre mi espalda, con su
pene dentro de m�. Yo, pasando mi mano hacia atr�s, acarici� su cuerpo, su
cabeza, su cara, hasta que su miembro se redujo lo suficiente, para poder
desconectarnos.


Nos quedamos un rato acostados, desnudos, uno al lado del
otro, conversando suavemente. Entonces, Josu� comenz� a juguetear con mi pene
nuevamente. El noble bruto comenz� a dar se�ales de vida, otra vez. Cuando la
cabeza se elev�, Josu� la tom� en sus labios y empez� a mamar con fe.


- �Ooohhhh! -gem�-. �Esto es maravilloso!


Mi erecci�n se desarroll� con gran rapidez y el deseo se
apoder� nuevamente de m�. Al principio, dud� en hacerlo, pero luego le dije en
forma t�mida:


- Te quiero penetrar...


Josu� suspendi� su labor oral, �l mismo me coloc� un
preservativo, lubric� su ano y procedi� a colocarse en cuatro patas, poniendo su
culo frente a m�. No pude resistir la visi�n de aquel ano ofreci�ndose a m�,
directa y abiertamente. Lo tom� por las caderas, apoy� el glande en el orificio
y empuj�. Josu� gimi� levemente.


- �Te duele? -pregunt� temeroso de hacerle da�o.


- �No te detengas! -dijo de manera imperiosa-. �Sigue!


Empuj� otra vez y su esfinter cedi�. Mi pene se fue para
adentro con facilidad. Emit� un largo suspiro, reflejo del placer que me produjo
penetrarlo. Sin tregua, comenc� a moverme, hacia afuera y hacia adentro; hacia
afuera y hacia adentro, cada vez m�s r�pido.


- Dale, mi amor. �Dale! -me dijo-, �Me haces tan feliz!


Ciegamente, segu� movi�ndome, metiendo y sacando, hacia
adentro y hacia afuera, hasta que no pude m�s: �Eyacul�!


- �Aaahhhh...! -grit� loco de placer.


Josu� sinti� en su recto las contracciones de mi pene, que me
hicieron volcar dentro del cond�n toda mi leche y, apenas terminaron mis
contracciones, se desensart� y se dio vuelta frente a m�. Sin dudarlo, tom� su
pene en mis labios y comenc� a mamar como loco. No me detuve, hasta que o� su
grito de placer y sent� mi boca inundada por su esperma, que hube de tragar para
no ahogarme.


No puedo decir m�s. �Fue maravilloso! �Nunca hab�a gozado
tanto! Bendito sea el d�a en que decid� poner aquel anuncio en Internet.


II-.


Desde aquella primera vez que tuve sexo homosexual con Josu�,
en respuesta a aquel anuncio de Internet, me he convertido en un voraz lector de
las p�ginas de contactos. Una tarde, despu�s de hacer mi tarea de la
Universidad, me puse, como todos los d�as, a buscar p�ginas de sexo. Vi un
"link" desconocido, al final de una de ellas, y decid� meterme a esa p�gina,
nueva para m�. Parec�a ser una p�gina de reciente creaci�n, porque los anuncios
eran pocos: 37 de mujeres y 69 de gays. Por una equivocaci�n, al hacer "click"
teniendo la manita del apuntador entre dos teclas de opci�n, me met� sin querer,
a la secci�n de contactos bisexuales.


Hab�a s�lo cuatro anuncios. Decid� leerlos. El primero
trataba de una pareja que buscaba otra pareja. El segundo, era de un hombre
buscando una pareja, lo mismo que el tercero y... �Oh, sorpresa!. Al regresar
para ingresar al cuarto anuncio, vi que ya hab�a un quinto. Picado por la
curiosidad, ingres� a este �ltimo. Dec�a literalmente:


"Matrimonio maduro desea conocer a un joven, no mayor de 22
a�os, bien parecido, para relaciones sexuales. Debe ser sano, sin vicios ni
enfermedades, en el entendido de que las relaciones ser�n hombre(s)-mujer y
hombre-hombre y no habr� dinero de por medio".


As� como cuando puse el anuncio que me llev� a brazos de
Josu�, la curiosidad me llev� a responder a aquel anuncio. Me describ� a m�
mismo y manifest� estar interesado en el tipo de relaci�n que ellos propon�an.
Envi� el mensaje y fui hacia el refrigerador a prepararme un bocadillo.


Cuando regres�, me llev� una gran sorpresa. Ya hab�a una
respuesta en mi buz�n de correo. Emocionado lo abri� y pude leer:


"Hola. Gracias por responder. Somos un matrimonio. Yo tengo
54 a�os y mi esposa, 51. Somos atractivos y din�micos, desinhibidos y sin
prejuicios. Nos gustar�a establecer contacto contigo para tener un encuentro
personal. Pero antes, quisiera tener una foto tuya para conocerte y que mi
esposa la vea. A cambio, te enviaremos una foto nuestra. Hasta luego".


Al leer aquello, no lo dud�. Busqu� r�pidamente en mi
escritorio un diskette donde guardaba unas fotos m�as y las envi�, junto con un
mensaje reiterando mi inter�s en el encuentro personal.


Sabiendo que, probablemente, �l estaba a�n en l�nea, esper�.
Minutos m�s tarde, respondi�. Esta vez, el mensaje tra�a una fotograf�a como
anexo y, muy importante, un n�mero de tel�fono.


Observ� la fotograf�a detenidamente. Presentaba una pareja en
traje de ba�o. �l mostraba un pecho bien formado, unas piernas igualmente
esculpidas y ten�a puesto una peque�a tanga, que permit�a observar un tama�o de
paquete nada despreciable. Ella, por su parte, luc�a un min�sculo bikini,
mostrando un cuerpo maduro, con unos pechos grandes, hermosas caderas y algo de
grasa en la region del abdomen, pero de todos modos, un conjunto corporal muy
atractivo. Tom� el tel�fono y llam�.


- �Al�? -respondi� una voz masculina en el otro extremo.


- Te llamo por el anuncio en Internet...


- Estaba esperando tu llamada -me dijo con convencimiento-.
Sab�a que no me ibas a fallar.


Conversamos durante un rato. Me indic� que se llamaba
Mauricio y su esposa Elena, e insisti� en la conveniencia de tener un encuentro
personal, ante lo cual me mostr� encantado. Convenimos en reunirnos los tres en
el bar de un conocido hotel del centro, esa misma noche, a las nueve.


Durante toda la tarde, me sent� algo nervioso, sensaci�n que
fue aumentando, mientras m�s se acercaba la hora del encuentro. Vestido con
jeans, camisa blanca de manta y saco sport, llegu� cuando faltaban diez minutos
para las nueve. Orden� un ginger ale y, sentado a la barra, observaba
detenidaemnte a todas las personas que entraban. Eran las nueve con siete
minutos, cuando llegaron.


Ella luc�a un conjunto con blusa negra, muy escotada, el pelo
rubio y era m�s atractiva de lo que parec�a en la foto. �l, vest�a un traje
formal de color oxford, con corbata corinta, se ve�a m�s alto que en la foto,
mostraba el cabello obscuro, con las sienes cubiertas de canas. Sus facciones
eran muy masculinas.


Dudaron un momento, mirando hacia todos lados, hasta que
fijaron su vista en m�. Le hice una se�al amistosa con la mano y caminaron hasta
donde yo estaba.


- �Hola! -dijo �l tendiendome la mano-. Soy Mauricio; �sta es
mi esposa, Elena.


- Encantado -le respond� y me present�, a mi vez.


Nos sentamos en una mesa y Mauricio orden� una ronda de
bebidas. Charlamos unos momentos de aspectos intrascendentes y, luego, nos
fuimos acercando al asunto que nos ten�a reunidos. Platicamos de diversos temas
sexuales, como fantas�as.


- Bien -dijo �l-, como dije en mi anuncio y mis correos,
nuestro inter�s es conseguir un compa�ero sexual. Elena y yo gustamos de los
tr�os y requerimos a alguien que nos haga compa��a. Ahora que ya te conocemos,
no tenemos ning�n inconveniente de que t� seas esa persona.


- Me alegro -le respond�-. Digo lo mismo.


Bebimos en silencio unos instantes y luego Elena me pregunt�:


- Dime, �qu� tama�o de pene tienes?


- Unos... 20 cm -le respond�, mientras me miraba satisfecha.


- Realmente -continu� ella-, quisi�ramos tener una primera
experiencia contigo.


- Encantado. Estoy a su disposici�n.


- �Tienes alguna experiencia previa? -pregunt� Elena.


- No, realmente. Pero estoy dispuesto a aprender.


Mauricio sonri� y pidi� la cuenta al camarero. Una vez hubo
pagado, hizo adem�n de levantarse, al tiempo que dec�a:


- Me he tomado la libertad de alquilar una habitaci�n en este
mismo hotel. Espero que no te moleste.


- Por el contrario... -respond�, sorprendido de lo r�pido que
se mov�an.


Subimos hasta la habitaci�n 512 y, ya adentro, fue la mujer
quien tom� la inciativa. Comenz� a quitarse la blusa lentamente, al tiempo que
dec�a lo mucho que le gustaba estar con dos hombres a la vez. Se acarici� los
pechos por encima del brassier y luego dej� caer su falda al suelo. No pude
reprimir la erecci�n que me provoc� aquel espect�culo.


Mauricio, a su vez, empez� a quitarse la ropa, dejando su
saco y sus pantalones cuidadosamente colocados en un sill�n que estaba junto al
tocador. Ten�a un peque�o slip y no pude dejar de apreciar que su verga era
grande (quiz�s m�s grande que la m�a) y rica. En ese momento sent� morirme de
ganas por mam�rsela de inmediato.


Mauricio comenz� a tocar su pene masturb�ndose lentamente.
Para entonces, yo no dejaba de ver su pene delicioso y se me hac�a agua la boca.
Lentamente, comenc� a desvestirme yo tambi�n.


Ya estando ellos totalmente desnudos, Elena se puso de
rodillas sobre la alformbra y tom� en sus manos y en su boca el pene de
Mauricio, comenzando a mamarlo. Yo estaba ya supercaliente al ver ese pene tan
rico, imagin�ndome que yo era la esposa, y comenc� a masturbarme viendo c�mo �l
le met�a la verga a ella en la boca y me lo sabore�.


De repente Elena me exhort� a participar y, como estaba tan
excitado de verlos me acerqu�, dejando que ella me tomara el pene en su mano y
comenzara a chup�rmela, mientras �l manifestaba su intenci�n de cog�rsela. Yo no
dejaba de ver el pene de Mauricio, a�n m�s grande (unos 23 � 24 cm) despu�s de
la mamada, y lo deseaba. Era curioso, pero lo deseaba m�s a �l, que a ella.


Elenaa nos dirigi� en cuanto a la forma de participar. Se
puso en cuatro patas y pidi� a su esposo que se la cogiera por detr�s, mientras
ella me hac�a el sexo oral. Yo muy rapidamente me tumb� en el suelo boca arriba,
iniciando un 69 con ella, yo abajo. De esta forma, mi boca qued� cerca del pene
hermoso de Mauricio, ya que �l la ten�a en cuatro.


Yo, chup�ndole y lami�ndole el cl�toris, rozaba
constantemente contra el hermoso pene de Mauricio, que entraba y sal�a de su
vagina. Intencionalmente, mientras hac�a el sexo oral con ella, acercaba mi
lengua m�s y m�s al fant�stico pene del marido, cuando la penetraba a ella.


Mauricio se dio cuenta en ese momento, que yo aprovechaba
para lamer lo m�s que pod�a de su linda verga y eso lo excit� a�n mas. La
excitaci�n iba creciendo en m� por momentos, ya que Elena era muy ducha para el
sexo oral y manifestaba sentirse a gusto mamando mi pene.


Entonces, no s� si accidental o intencionalmente, la verga de
Mauricio se sali� de la vagina de Elena y cay� sobre mi cara.


- �Perd�n! -exclam�, al tiempo que me observaba
cuidadosamente, para ver mi reacci�n.


Dej� de mamar el cl�toris de Elena y estir� mi lengua para
tocar ese pene. Mauricio, cuidadosamente, agarr� su verga con la mano izquierda
y comenz� a masturbarlo lentamente, vi�ndome a los ojos. Luego, lo restreg�
ccontra mi cara y boca, en tanto yo deseaba mamarlo por completo. Abr� mi boca,
�l me meti� el pene profundamente, para luego comenzar a sacarlo lentamente.
Entonces, yo no pude resistir m�s y empec� a mamarlo todo, desde la punta hasta
el final, y tambien sus bolas, dejando por unos momentos, en el olvido a Elena,
quien reacci� con enfado:


- �Vamos! �Qu� pasa?


Amabos, Mauricio y yo, est�bamos encantados y nos excitamos
much�simo. Yo empec� a tocar sus piernas y su trasero, mientras �l sacaba su
pene y lo met�a nuevamente en la vagina de su esposa. Despu�s de unos segundos,
volvi� a sacarlo y lo volvi� a meter en mi boca, mientras nos mir�bamos
directamente a los ojos. Nos d�bamos cuenta entonces, que ella estaba de m�s;
que lo que realmente quer�amos era coger �l y yo, pero no pod�amos hacerla a un
lado.


Mauricio sigui� penetrando a su mujer y volvi� a sacar su
pene despu�s de un rato y lo meti� en mi boca nuevamente. Y otra vez, para
disimular, lo meti� en ella. Pero ya no aguantaba m�s e iba a acabar, pero
quer�a hacerlo encima de mi y yo solo abr� mi boca, indicandole que quer�a
recibir su semen sabroso dentro de mi boca.


Y Mauricio comenz� a eyacular con un profundo gemido.


- �Aaahhhhh! -y me llen� la cara de semen.


Y yo tragu� y se la mam� todo lo que pude, mientras me met�a
su hermosa verga en la boca para recibir sus chorros fuertes y abundantes.


- �Aaaahhhhhhh! -grit�, mientras yo tragaba hasta las ultimas
gotas de su semen.


Esto me excit� tanto, que no pude resistir m�s y tuve mi
orgasmo en la boca de Elena, que se sinti� inundada por mi semen y obligada a
tragar para no ahogarse.


- �Oooohhhhhh! -grit�, mientras los espasmos sacud�an mi
cuerpo.


Fianlmente, para terminar, la mam� y masturb� con ahinco,
hasta que ella tambien tuvo un orgasmo. No s� si Elena supo lo que realmente
pas�, pero Mauricio y yo, sabiamos perfectamente que el sexo era entre �l y yo.


Despu�s de un momento, Mauricio y yo nos tendimos en la cama,
mientras Elena entraba al ba�o. Estando yo boca abajo, Mauricio acerc� su cara a
mi trasero y empez� a chuparlo.


- �Aaahhh, qu� rico! -exclam�, al tiempo que agarraba su pene
con mi mano y comenzaba a masturbarlo.


No pudiendo resistir m�s, con una erecci�n enorme y dura como
el acero, Mauricio se mont� en m� y, de un solo golpe, me penetr�.


- �Aaaayyyyy! -grit�-. �Qu� riiiico!


Sentir su monstruo en mis entra�as fue algo muy especial para
m�. Es cierto que ya hab�a tenido varias experiencias homosexuales, pero nunca
con algo de estas medidas de largo y grueso. Sent� que casi me part�a en dos.
Era tremendo, pero... �era rico!


Masuricio comenz� a moverse r�tmicamente, haci�ndome gozar.
Est�bamos superexcitados y me lo hizo muy lentamente, pero muy rico. En ese
momento, Elena sali� del ba�o, se qued� mir�ndonos y no dijo nada. Se acerc� a
lecho, poni�ndose a nuestro lado y se empez� a masturbar. Ella estaba tan
caliente, que no resisti� mucho y nos pidi� darnos la vuelta. Mauricio lo hizo,
girando sobre s� mismo, llev�ndome consigo y sin desensartarnos. Ahora estaba yo
encima de �l.


Elena se acerc� y se meti� mi pene en su boca. Mauricio
estaba cogi�ndome detr�s de mi y Elena mam�ndome por delante. No lo pod�a creer.
�Qu� gozo! �Qu� placer!


Elena pasaba sus manos por todo mi cuerpo, al tiempo que
segu�a haci�ndome el sexo oral. De pronto se detuvo, se incorpor� y, sin que yo
lo sospechara, se mont� en m� con gran destreza. Mi verga la penetr�. La agarr�
de los pechos, mam�ndole los pezones con calentura. Ella me cabalg� con furia,
una... dos... tres veces. Casi instant�neamente, tuvo un orgasmo. Sent� sus
contracciones casi orde��ndome el pene y empec� a sentir que mi culminaci�n,
ayudada por aquella maravilla de verga que ten�a dentro de mi culo, estaba muy
cercana.


Me excit� tanto, que eyacul� en el interior de la mujer,
mientras Mauricio se aferraba a mi cintura y redoblaba sus esfuerzos en mi ano.
Elena se desensart� y comenz� a mamarme con furia, limpi�ndome hasta la �ltima
gota, al tiempo que yo gritaba:


- �Aaaahhhhhhhhhhhh!


Mauricio me segu�a cogiendo de la manera m�s deliciosa,
acelerando el ritmo por momentos. De pronto, para sorpresa m�a, ente la mamada y
la cogida, sent� que no pod�a m�s y, con un rugido sordo, me vine nuevamente
dentro de la boca de Elena.


- �Uuugghhhh!


En ese momento, Mauricio grit�:


- �Ya me vengo! �Ya me vengo! � Yaaaaaa!


Sent� que la verga de Mauricio se hinchaba entre mi ano y
comenzaba a largar espesos chorros de semen caliente, abundante, oloroso,
condensado, como lava al rojo vivo.


Mauricio se desensart� de mi culo y yo, ni lerdo ni perezoso,
me abalanc� sobre aquel divino instrumento, para mamarlo con furia, hasta
dejarlo totalmente limpio y, �oh sorpresa!, totalmente erecto.


Mauricio comenz� a masturbarse y, tanto la esposa como yo,
nos acercamos m�s a su pene hermoso, lami�ndolo y disponi�ndonos a recibir su
semen en nuestras bocas y, mientras se la mam�bamos, nos besamos con ella.
Finalmente, el esposo eyacul� y nuestras bocas se llenaron de su semen y �l
sigui� acabando en ellas y ella y yo nos lo pas�bamos de una a la otra y luego
se la seguimos mamando. �Ahhhhhhhhhhhh!


Yo siento aquel semen en mi paladar y me excit� mucho, me
puse de pie masturb�ndome y la esposa se arrodill� ante mi porque sab�a que iba
a sacar m�s semen. Continu� con mi masturbaci�n frente a su cara, la agarr� del
pelo y lanc� mi semen en su cara y su boca �Aaahhhhhhhhhh!


Estaba tan caliente que no dejaba de eyacular y Mauricio se
acerc� a mamarme y saborear mi esperma al mismo tiempo. Aquel semen cay� en
gotas por la barbilla de la mujer, hasta llegar a su cuello y luego caer en su
pecho. A mi se me antoj� y la ayud� a limpiarse y tragarlo, mientras la bes� en
la boca, tratando de recoger aquel semen (mezcla del m�o y el de Mauricio) con
mi lengua sobre su cara, cuello y pecho. Mam� largamente sus pezones y ella
gritaba de emoci�n, mientras se masturbaba el cl�toris con la mano, hasta
terminar r�pidamente con fuertes espasmos. Tras un momento de reposo, ella se
levant� al ba�o y tras unos momentos, escuchamos el ruido de la ducha.


Mauricio y yo regresamos a la cama, para que yo pudiera
seguirle mamando esa verga hermosa que tanto deseo me produc�a. Mam� con furia,
al momento que me masturbaba con la mano. Mauricio gir� en el lecho y,
complacidos, comenzamos un salvaje "69" que muy pronto nos llev� al orgasmo.


Elena sali� del ba�o ya aseada y fue entonces el turno de
Mauricio y m�o. Yo me encontraba agotado, pero feliz y deseoso de repetir
aquella experiencia en un momento no muy lejano. Ya vestidos, salimos de la
habitaci�n y nos despedimos en el lobby del hotel. Le d� un beso a Elena en la
mejilla y ella me susurr� al o�do:


- Espero mam�rtela pronto.


"Y yo espero mam�rsela a tu marido" -pens�.


Autor: Amadeo


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