Una noche entr� en una discoteca de ambiente l�sbico, acapar�
muchas miradas y m�s de una tuve que decirles que ten�a pareja. S�lo sent�
cierta atracci�n por una chica de unos 23 a�os, aquella cara de cr�a inocente,
su larga coleta de pelo liso y aquella minifalda que a penas llegaba a cubrir
por completo su resping�n culito, despertaron mis ansias de dominarla. Ella
tambi�n me miraba t�midamente, as� que le hice un gesto para que se acercase. Me
sonri� tiernamente y me dijo:

Angelo mir� a su alrededor y muy discretamente hizo lo que
le orden�. Aquel tanga era tan diminuto que no se le notaba que tuviese nada
en la boca. La agarr� del brazo y la llev� hasta el coche. Al entrar en mi
apartamento le dije que se sacase el tanga de la boca y le orden� que se
desnudase completamente. Le indiqu� que se tumbase en la camilla que utilizo
en mis sesiones, la cual obliga al sumiso a que tenga los brazos en cruz y las
piernas abiertas gracias a las hebillas que tiene en cada extremo. La at� y
vend� sus ojos, acarici� su mejilla con la mano y ella la lami� como una
perrita buena, su sumisi�n me excitaba cada vez mas.

Saqu� de un caj�n la bandeja con todos los utensilios que
utilizo en mis sesiones, unt� su co�o con espume de afeitar y se lo rasur� muy
delicadamente. Quit� los restos de espuma con una toalla h�meda y unt� mis
manos con una cantidad generosa de crema hidratante. Masaje� los labios de su
co�o y la sensaci�n me encantaba, as� que comenc� a introducir los dedos en su
agujero, los met�a y sacaba una y otra vez y sent�a su co�o cada vez m�s
mojado. Termin� introduciendo la mano completamente, su piel se estaba
sonrosando debido a su excitaci�n, jugu� con la otra mano en su ano, introduje
un dedo... dos... cog� un consolador de la bandeja y se lo introduje hasta el
fondo de un golpe. Inmediatamente se corri� gritando como una loca.

Cuando termin� me acerqu� a su o�do y le susurr�:

Le di una bofetada, solt� todas las hebillas y le orden�
que se bajase de la camilla y se arrodillase. Le puse mi co�o en la cara y le
grit�:

Angela hacer aquello perfectamente, disfrutaba con ello,
ning�n esclavo me hab�a comido el co�o tambi�n como aquella zorra. A la vez
que chupaba acariciaba mis nalgas e introduc�a sus dedos en mi co�o. Me estaba
volviendo loca de placer pero no quer�a que se diera cuenta de aquello as� que
le estiraba de la coleta y le daba cachetes en las mejillas.

Al terminar de correrme restregu� mi co�o en su cara, le
agarr� de la coleta para que se pusiera de pie. Cog� una regla de pl�stico de
40 cm. y le golpe� con ella en las nalgas, no se lo esperaba y solt� un grito.

Continu� azotando aquel culito resping�n, cada reglazo
dejaba una marca roja.

Angela obedeci� sin rechistar. Cog� un poco de vaselina y
la extend� por sus castigadas nalga, puse un poco m�s en su ojete y me coloqu�
el arn�s con consolador que utilizo para follar a mis esclavos. Fui
introduciendo la punta lentamente y cuando consider� que se hab�a dilatado lo
suficiente se lo met� hasta el fondo.

La follaba salvajemente estir�ndole de la coleta hacia
atr�s.

Al correrse disfrut� tanto que se le escap� un poco de
orina y manch� el suelo. Al ver aquello me enfad� y le di un par de azotes con
la mano en sus nalgas a�n calientes...

Angela se tumb� en el suelo y lam�o el peque�o charco como
una perra muerta de sed. Cuando termin� la agarr� de los brazos y la met� en
la ducha, le di al grifo de agua fr�a y frote su cuerpo bruscamente con la
esponja. Al terminar la sequ� con una toalla y le dije que se tumbase boca
abajo en la camilla, entonces at� sus extremidades con las hebillas. A pesar
del agua fr�a sus nalgas segu�an calientes debido al castigo con la regla.
Cog� un algod�n empapado en alcohol y lo pas� por su culito. Abr� mi estuche
de alfileres dispuesta a continuar con el castigo. Eran alfileres muy finos y
cortos, con la punta muy afilada y una bolita roja en el extremo. Fui
clav�ndolos uno a uno suavemente en sus nalgas, con cada pinchazo Angela
apretaba el culo, pero no dec�a nada. A mi aquello me excitaba much�simo,
sent�a como la punta del alfiler atravesaba su delicada piel y luego se
deslizaba hasta el fondo suavemente. Coloqu� 7 alfileres en cada nalga y su
culito qued� con 7 motitas rojas a cada lado, como si tuviera sarampi�n. A
pesar del castigo su co�o estaba h�medo pero le dije: