Hola de nuevo a todos, soy Manu otra vez. Pens� que no
volver�a a escribir acerca de otras experiencias con chicos despu�s de mi
encuentro con Zeus. Me anim� a contar aquello porque era algo que me rondaba la
cabeza y el escribirlo fue una forma de asumir ciertas cosas sobre m� mismo que
no voy a ponerme a contar ahora. El motivo de este nuevo texto es, m�s bien,
relatar lo que ha sido mi segunda experiencia homosexual, la cual pens� que no
llegar�a y me ha pillado algo desprevenido.
Como dije, unos a�os despu�s de mi "encuentro" con Zeus,
comenc� a salir m�s en serio con una chica que conoc� en la universidad, de
nombre Bea. Nos conocimos en una fiesta en el piso de unos compa�eros de clase
que est�n estudiando en mi ciudad, y poco a poco empezamos a quedar m�s a menudo
hasta que de alguna forma todo acab� en una relaci�n algo m�s seria. Tanto, que
con el tiempo yo ya entraba en su casa, y conoc� a sus padres y a su hermano
Juan Antonio. Desde lo que pas� con Zeus, no pod�a evitar ver a los chicos de
otra forma. Me fijaba m�s en su atractivo f�sico, los miraba con ojos distintos
como si aquella experiencia me hubiera abierto una nueva realidad: en las duchas
del gimnasio, en clase, en los lugares de marcha...En todos los sitios ve�a a
alg�n chico que me resultaba atractivo e inmediatamente no pod�a evitar pensar
en c�mo ser�a su aspecto desnudo. Por eso mismo, la primera vez que vi a Juan no
pude evitar pensar de esa forma. Me pareci� un chico bastante reservado, pero no
parec�a de esos t�midos por la forma de mirar o sus gestos. �l es algo m�s bajo
que yo, alrededor de 1.80, m�s bien delgado pero fibrado por su entrenamiento
con la bicicleta, un piercing en la oreja izquierda, ojos peque�os marrones algo
achinados y bastante blanco de piel. Para sus 21 a�os, a�n conserva esa cara de
ni�o picar�n que al parecer vuelve locas a muchas chicas, pues desde que lo
conozco siempre ha estado festeando con alguna, y seg�n me dijo su hermana, no
se tiraba demasiado tiempo con ninguna.
Los hechos en cuesti�n sucedieron hace dos semanas, y como
digo me pillaron por sorpresa. Bea me hab�a comentado que su familia hab�a sido
invitada a la boda de una prima suya en Almer�a, y me pregunt� si estar�a
dispuesto a ir ya que lo nuestro iba m�s o menos en serio y le hab�an comentado
que pod�a traer acompa�ante. Me dijo que su hermano les hab�a dicho que no
llevar�a a su novia, puesto que tan s�lo llevaba con ella dos semanas y que no
iban demasiado en serio. Pens� que los compromisos no estaban hechos para este
chico, y en cierto modo envidi� su forma de vida, ya que desde que sal�a con
Bea, poco a poco las juergas se me hab�an acabado y empezaba a estar un poco
harto de esa privaci�n de libertades.
Acced� a acompa�arla a la boda porque de alguna manera sent�
que era una obligaci�n por mi parte. Ir�amos con su padre en coche los cinco, y
pasar�amos all� la noche en casa de sus t�os, ya que la despu�s de tantos
kil�metros de viaje, la vuelta a casa inmediatamente despu�s de la ceremonia era
pr�cticamente una locura, y adem�s, los padres de la novia insistieron en darnos
alojamiento ya que al parecer seg�n me cont� Bea, estaban en una posici�n
econ�mica bastante "desahogada" y pose�an una casa de campo en las afueras donde
podr�amos dormir.
De esta manera, quedamos el s�bado por la ma�ana para salir
temprano y as� llegar a tiempo por la tarde a la boda y a la cena posterior. Con
sus mejores ropas, la familia de Bea pas� por mi casa en coche y cuando baj�, me
qued� embobado con Bea, que esperaba junto al coche a que yo bajara. Estaba
guap�sima con un vestido negro ce�ido que realzaba su figura. No es una chica de
grandes curvas, pero la verdad es que aquel d�a estaba preciosa, casi sacada de
un cat�logo de moda. Creo que nunca la hab�a visto tan guapa como ese d�a,
puesto que no era una chica que soliera arreglarse demasiado para salir, sino
que siempre hab�a sido m�s natural y desenfadada en ese sentido. Cuando me
vieron salir por la puerta, el resto sali� del coche para saludarme y entonces
me llam� la atenci�n Juan, con unos vaqueros que le sentaban realmente bien, y
una camisa de manga corta ajustada que dejaba ver una buena silueta de su pecho
y de sus brazos. Con el pelo engominado estaba realmente guapo, mirando hacia
donde est�bamos con esa mirada como cansada y ausente, casi misteriosa. Sin una
palabra y con un apret�n en�rgico de manos me salud�, siempre tan callado �l,
con lo que despu�s de saludar a sus padres, entramos todos al coche y partimos
rumbo Almer�a.
La boda fue un poco co�azo, demasiado ceremoniosa y calurosa,
pero en la cena parec�a que todo el ambiente se hab�a relajado. Empezamos a
beber bastante en la barra libre, y yo ya me sent�a algo mareado despu�s de
tanto cubata. Bea por su parte estaba hecha polvo despu�s del viaje y de las
copas que se hab�a tomado, as� que cuando sus padres dijeron de retirarnos a la
casa de campo para dormir, sent� casi un alivio de poder echarme en una cama y
descansar. No �ramos los �nicos que se iban, puesto que ya era tarde y algunos
asistentes ya hab�an abandonado el local hac�a tiempo. En ese momento Juan
llegaba hacia donde est�bamos nosotros, con una copa en la mano, y una sonrisa
picarona. Sus ojos entrecerrados delataban que no era la primera que se tomaba,
y esa sonrisilla tonta tampoco.
S�, ser� mejor que nos vayamos.- dijo su madre
mir�ndolo.
Parece que alguno ya ha tenido bastante.- gru�� su
padre.- Anda que si no fuera porque es una boda, te iba a arreglar yo a
ti.
Nos despedimos de todos los familiares que a�n quedaban por
all�, y el t�o de Bea nos acompa�� hacia la casa de campo. En el coche, me
recost� todo lo que pude en el asiento y Bea apoy� su cabeza en mi hombro. Juan
por su parte se durmi� casi al instante, por lo que en la penumbra de la noche
nadie pod�a ver esa mano furtiva que se agarraba a mi paquete y lo acariciaba
por encima del pantal�n. A Bea le encantaba hacer eso. Siempre dec�a que estaba
orgullosa de mi paquete, el cual en esos momentos comenzaba a hincharse ante el
masaje que le estaban dando. Cuando not� que el coche se deten�a delante de una
finca, y vi que hab�amos llegado, tuve que acomodarme disimuladamente la polla
hacia arriba y sacarme la camisa por fuera para que no se me notara el empalme,
mientras Bea sonre�a por lo bajo.
La casa era m�s peque�a de lo que hab�a imaginado, aunque el
lujo que hab�a en ella era poco corriente. Dos pisos, habitaciones peque�as pero
tres cuartos de ba�o y una cara decoraci�n Nos repartimos en las habitaciones
disponibles, de manera que los padres de Bea ocupaban una, ella por su parte
ten�a otra y Juan y yo compartir�amos la habitaci�n de la buhardilla, puesto que
a pesar de estar teniendo relaciones bastante a menudo, los padres de Bea
intentaban convencerse de que su hija era casta y pura. Ojos que no ven...
Despu�s de las buenas noches y del beso de rigor, dejamos a
Bea en su habitaci�n y segu� a Juan escaleras arriba. Iba como dormido, con
pasos tambaleantes subiendo los pelda�os casi con dificultad. Yo iba detr�s de
�l, con la mirada fija a la altura de su peque�o pero firme culo, el cual
quedaba delante de mis narices. Cuando cruzamos la puerta, cu�l no ser�a mi
sorpresa al descubrir que tan s�lo hab�a una cama, que adem�s ni siquiera
llegaba a ser de matrimonio.
Mierda, �no jodas!- exclam� Juan.
�S�lo est� esta cama?.- pregunt� est�pidamente ante
la obviedad.
Eso parece, joder. Ya podr�as haberte ido a dormir t� con
mi hermana.- gru��
Claro, venga, genial. Ahora vas y se lo dices a tus
padres, que seguro que les vuelve loco la idea.- contest�.
Ya empezaba a tocarme los cojones con esa actitud de cabreado
con el mundo. Apenas si hab�a cruzado m�s de dos frases con �l desde que lo
conoc�a como para estar aguantando tonter�as. Gru�endo en voz baja, Juan se
quit� la camisa dejando al descubierto su pecho lampi�o y sus marcados
abdominales, y se tumb� en la cama boca arriba, cerrando los ojos. Vi que la
habitaci�n ten�a un peque�o cuarto de ba�o con una ducha que sus t�os hab�an
preparado debidamente con toallas imaginando que querr�amos usarlo.
Creo que voy a ducharme, con este calor no se puede estar.-
le dije con desgana.
Sin mirarme y ni siquiera abrir los ojos, Juan emiti� un
gru�ido y sigui� tumbado. Entr� al cuarto de ba�o cerrando la puerta tras de m�,
y comenc� a desnudarme. La ducha me sent� realmente bien, porque me despej� un
poco despu�s de tanto alcohol y pude quitarme el acaloramiento del verano
andaluz. Al salir del cuarto de ba�o con s�lo los shorts puestos, ya que no me
hab�a llevado pijama suponiendo ingenuamente que habr�a una cama para m� solo,
vi que la habitaci�n estaba a oscuras, y Juan dorm�a boca abajo en un lado de la
cama. Hab�a quitado las s�banas y estaba tambi�n en calzoncillos, supuse que por
el mismo motivo que yo, con sus pantalones tirados en el suelo de cualquier
manera. Apagu� la luz del aseo y me dirig� a la cama, fij�ndome en esas largas y
delgadas piernas, coronadas por un peque�o culo resping�n que se marcaba bajo la
tela de esos calzoncillos blancos. Me acost� con cuidado a su lado y not� el
olor a colonia y alcohol que desprend�a su cuerpo. Ya empezaba a tener calor de
nuevo, pero en cuesti�n de minutos acab� profundamente dormido.
No s� con exactitud qu� hora ser�a cuando despert�. Notaba un
calor bochornoso, y casi no pod�a moverme. Juan se hab�a acercado m�s hacia mi
lado, y estaba pr�cticamente abrazado a mi cuerpo, con un brazo pasado por
encima y la cara apoyada en mi hombro. Iba a separarlo de m� cuando me di cuenta
de que su paquete rozaba mi muslo. Pod�a notar c�mo sus calzoncillos estaban
aplastados contra mi pierna, y entonces ah� comenz� todo. De nuevo sent� ese
deseo de lo prohibido, de saber hasta d�nde podr�a llegar esa situaci�n. La
curiosidad me mataba, y no pude evitar acordarme de mi encuentro con Zeus. Las
dudas se arremolinaban de nuevo en mi cabeza, y el contacto de su piel, de esa
suave y blanca piel comenz� a resultarme muy agradable. De nuevo ese sudor que
sal�a de su cuerpo y que se juntaba con el m�o, el sudor de otro hombre, tan
masculino, tan diferente, me empez� a excitar sobremanera. Un deseo
incontrolable sali� de mi cabeza y recorri� mi pecho, pasando por una sensaci�n
sexual en mi est�mago, para acabar en una erecci�n incre�ble. Notaba c�mo mi
polla se hinchaba bajo de la tela de mis calzoncillos y sent� que deb�a tocar
aquella suave piel fuera como fuera. Ya no hab�a consecuencias, tan s�lo la
situaci�n, y las im�genes del cuerpo de Zeus rondando por mi cabeza.
Con mucho cuidado saqu� mi brazo de debajo de su cabeza y lo
acomod� en mi pecho. Lo hice tan despacio que parece que aquella acci�n me llev�
horas, pero Juan ni siquiera se inmut�. Segu�a durmiendo como un ni�o y notaba
su respiraci�n profunda y pausada en mi cuerpo. Casi temblando de la excitaci�n
y por lo prohibido, llev� mis dedos lentamente hacia su espalda y comenc� a
acariciarla. El sudor hac�a que pr�cticamente se deslizaran sobre ella, y me di
cuenta de que realmente su cuerpo era tan suave como parec�a. Mi polla segu�a a
mil, y comenc� a deleitarme con el tacto de su espalda, pasando por su cuello,
sus brazos. Yo ya no estaba dentro de m�, sino que me la lujuria se hab�a
apoderado de mi cuerpo. No me hab�a sentido tan cachondo y tan salido desde mi
primera vez con un t�o. Y ahora deseaba con todas mis fuerzas hacer lo mismo con
Juan.
Tan metido estaba en mis pensamientos que no me di cuenta que
la respiraci�n de Juan era diferente, y que ahora sus ojos estaban abiertos. En
ese instante todo mi mundo se desmoron�, y de repente todo aquello me result�
una puta locura, propia de un t�o sin escr�pulos y de un pervertido. Y no sab�a
c�mo hacer para arreglarlo todo, puesto que si �l se hab�a dado cuenta de todo,
estaba en un serio problema. Un problem�n m�s bien. �C�mo cojones se me hab�a
ocurrido meterle mano al hermano de mi novia?�Es que hab�a perdido mi maldita
cabeza? Me qued� inm�vil por unos segundos que me parecieron una eternidad,
pensando en lo que dir�a, en que ya me pod�a despedir de mis amigos porque
seguro que se enterar�an de todo aquello y no eran precisamente personas
comprensibles y abiertas de mente. Pensaba en mi familia, en la fama que se me
quedar�a. Estaba en una situaci�n bastante jodida, me hab�an pillado con las
manos en la masa y no se me ocurr�a ninguna excusa que poner.
Pero al cabo de un rato, me di cuenta de que Juan, a pesar de
estar despierto, no hab�a movido ni un m�sculo. Es m�s, fue entonces cuando not�
que la presi�n en mi muslo ejercida por su bulto era mayor. El t�o se hab�a
empalmado con tanto roce, y yo sin darme cuenta. Fue como si todo el peso del
mundo desapareciera de repente de mis espaldas, y me sent� m�s contento que
jam�s en mi vida. T�midamente volv� a acariciar su espalda con mi mano, y not�
c�mo la suya se posaba sobre mi paquete y comenzaba a apretarlo. Con dedos
furtivos baj� la tela de mis boxers y sac� mi dura polla, comenzando a pajearme.
Aquello era una invitaci�n al desenfreno, y no me lo pens� m�s. Dej� de
acariciarlo, puse mis manos por debajo de mi cabeza y me abandon� al placer.
Juan se incorpor� en la cama y se puso frente a m�. En la penumbra de la noche,
iluminado por las luces de las farolas del exterior, pude ver su espigada
silueta con una tremenda erecci�n que parec�a que iba a romper sus calzoncillos.
Me mir� por un segundo, y agarr� mis boxers tirando hacia abajo y sac�ndomelos
por completo. Se qued� un rato mir�ndome la polla y acarici�ndome los huevos,
hasta que baj� con decisi�n su cabeza y se la meti� en la boca. La sensaci�n de
calor y humedad en mi rabo producido por esa boca tan morbosa me produjeron un
escalofr�o. Juan comenz� a rodear mi capullo con su lengua, se la sacaba de la
boca y lam�a el tronco. Se notaba que era su primera vez, puesto que de vez en
cuando le faltaba el aire, o me daba alg�n que otro peque�o mordisco. Pero
parec�a que su falta de experiencia la supl�a con su deseo, casi el mismo que
parec�a haberme pose�do a m�.
Estuvo un rato chup�ndomela, deleit�ndose con la que
imaginaba era su primera mamada, como lo hice yo mi primera vez. Me acariciaba
las piernas con las manos, me agarraba los huevos, jugaba con su lengua a lo
largo de mis 20cm. Cuando pens� que si segu�a as� me correr�a, por lo que me
apart� un poco de �l y me incorpor� para tomar su cara y acercarla a la m�a. De
nuevo esos peque�os ojos se clavaron en los m�os, pero ahora ten�an una mezcla
de deseo y miedo por su parte. Le met� la lengua con lujuria en la boca a lo que
�l me respondi� sin problemas, le mord�a el labio mientras con mis manos
acariciaba su culo por debajo de los calzoncillos y su hinchado paquete rozaba
mi polla. Juan me acariciaba el pecho, la espalda y agarraba mis gl�teos con
deseo mientras nuestras bocas segu�an con el h�medo combate. Mi boca se llenaba
de su aliento a alcohol y de su saliva.
Le dije que se quitara los calzoncillos y sin mediar palabra,
lo hizo obediente, dejando al decubierto una polla de buen tama�o, m�s peque�a
que la m�a, pero de un grosor considerable. Sus huevos colgaban mucho m�s que
los m�os, y se balanceaban de un lado para otro con cada movimiento. Me volv� a
tumbar y le dije que se pusiera sobre m� pero en posici�n inversa, de manera que
mi polla quedaba frente a su cara y la suya frente a la m�a. Comenz� de nuevo a
chup�rmela y yo me concentr� en esa visi�n que ten�a delante de mis narices. Sus
huevos colgaban obscenamente frente a mis ojos, impregnando mi olfato con un
olor dulz�n. Me met� uno en la boca y me dediqu� a darle vueltas con la lengua.
Uno de mis dedos se dirigi� a su agujero, el cual entr� con cierta dificultad
pero ayudado por el sudor que nos cubr�a a ambos, notando un respingo en su
polla cuando hubo entrado por completo. Mi lengua segu�a con su trabajo, y ahora
atrap� su capullo entre mis labios. El sabor salado de la punta, unido a ese
olor que me llenaba por completo casi hace que me corra. Juan comenz� a gemir, y
por un momento pens� en que si nos descubrieran, ser�a nuestro fin, pero
inmediatamente me di cuenta de que desde nuestra posici�n en el �tico era casi
imposible que se oyera lo que est�bamos haciendo.
Segu� con el masaje en su culo, dando vueltas con mi dedo,
meti�ndolo y sac�ndolo, e introduje otro hasta la falange. El 69 le estar�a
cansando, puesto que relaj� sus brazos y se ech� hacia delante sin sacar mi
polla de su boca, apoy�ndose en la cama con los codos y exponiendo m�s si cabe
su culo. Mis dos dedos ya se mov�an sin problemas dentro de su agujero, as� que
me decid� a meter otro. El tercero cost� m�s y not� que Juan hac�a esfuerzos
para que entrara. Le hice quitarse de encima m�o viendo que aquello requer�a
otro tipo de tratamiento.
Espera, ponte en el suelo, en cuatro.- dije
Not� que dud� por un momento, pero agach� la cabeza e hizo lo
que le ped�. Su esbelto cuerpo pas� a mi lado, marcando cada hueso y cada
m�sculo a la tenue claridad debido al sudor, y se coloc� a cuatro patas en el
suelo, al lado de la cama. Me acerqu� a �l y coloqu� mi cara entre sus cachas,
enterrando mi lengua en ellas y lamiendo su agujero. No s� c�mo describir el
sabor de aquello, dulce, a macho, muy masculino, lujurioso. Le separaba los
gl�teos con las manos e introduc�a mi lengua en su dilatado culo, mientras Juan
apoyaba la cabeza sobre sus brazos en el suelo y gem�a de placer. Volv� a meter
uno, dos y hasta los tres dedos de nuevo en su agujero, mientras mi lengua
volv�a de nuevo al ataque. Despu�s de un rato en el que mi polla se puso m�s
hinchada que nunca, saqu� los dedos y lo agarr� de los hombros. Restregu� mi
rabo por su raja, de arriba a abajo, y por un momento �l hizo adem�n de
levantarse, pero hice fuerza con mi brazo y de alguna forma le di a entender que
no se moviera. No ten�a intenci�n de que me dejaran de nuevo con las ganas.
Apoy� m�s mi cuerpo contra el suyo, y me agarr� la polla
desde la base. Tanteando casi a ciegas, encontr� la abertura de su culo, y
comenc� a hacer presi�n en ella. Estaba tan dilatado que la punta de mi rabo
entr� casi sin problemas. Por sus resoplidos not� que Juan apretaba con fuerza
sus mand�bulas pero echaba el culo hacia atr�s todo lo que pod�a facilitando la
penetraci�n. Animado por su disposici�n, agarr� sus caderas y empuj� un poco
m�s. Era una sensaci�n incre�ble la de mi polla meti�ndose por ese agujero tan
estrecho, caliente, y cre� que el coraz�n me iba a explotar en el pecho. Juan
gru��a a medida que mi rabo se met�a m�s y m�s. De vez en cuando descansaba,
paraba y esperaba a que su culo se habituara al nuevo inquilino. Cuando notaba
que la presi�n era menor, continuaba mi avanzadilla a trav�s de su agujero hasta
que finalmente mis pelotas llegaron hasta el final.
Ya est� t�o, �c�mo vas?.- pregunt�
Buff, Dios...-resopl�, no s� si por dolor, por placer
o por una mezcla de ambos.- Va, dale.
Vi que se hab�a acostumbrado definitivamente, as� que comenc�
a mover mis caderas hacia delante y hacia atr�s mientras segu�a agarrado a su
cintura, primero lentamente y poco a poco fui aumentando el ritmo, hasta el
punto de pensar que se me iba la vida en ello. Los gemidos de Juan, ahora
inequ�vocamente de placer, se juntaban con mis jadeos. Estaba fuera de m�, como
un animal, foll�ndome a ese chico por el culo como nunca lo hab�a hecho con mi
novia. Mis pelotas chocaban contra �l, y Juan de vez en cuando apretaba el culo,
de manera que la presi�n sobre mi polla se hac�a mayor. No s� cu�nto tiempo
aguant�, imagino que poco despu�s de tanto preliminar y la excitaci�n enorme que
me pose�a, pero una sensaci�n de placer inmenso se clav� en mi abdomen y acab�
corri�ndome estrepitosamente ahogando el alarido en mi garganta. Not� c�mo mis
huevos expulsaban cantidades enormes de semen en su interior, hasta que poco a
poco acabaron vac�os. Me qued� un rato recostado sobre su espalda, encima de �l,
con la polla a�n dentro de su culo que parec�a no quer�a perder su dureza. Ambos
est�bamos jadeando y sudando por el calor de la noche y del esfuerzo. Me
incorpor� y Juan se gir� quedando boca arriba, en el suelo, muy pensativo. Vi
que su polla segu�a dura como una piedra y, aunque no me apetec�a, pens� que era
mi obligaci�n devolverle el favor, as� que me agach� de nuevo y me met� su
pedazo de carne caliente en la boca, mamando como un desesperado para arrancar a
ese par de huevos la leche de su interior. Su capullo gordo rozaba las paredes
de mi boca, y mi lengua recorr�a cada vena de su miembro. Menos de un minuto
despu�s, Juan se corr�a en mi boca, sin avisar, y no me qued� m�s remedio que
tragar parte de esa abundante descarga. Cuando prob� el semen por primera vez
con Zeus, no me pareci� demasiado desagradable, pero ahora casi me ahogaba con
�l y no tuve m�s remedio que escupir una parte en el suelo, que estaba manchado
por nuestro encuentro de instantes antes.
Voy a ducharme.- dijo Juan mientras se levantaba casi
con dificultad por la enculada anterior.
Verlo caminar con reparo hacia el cuarto de ba�o me caus�
cierta gracia. Casi inmediatamente despu�s escuch� el sonido de la ducha. Yo
estaba tan cansado que me quedaba durmiendo casi de pie, as� que me limpi� con
mis calzoncillos y me acost� de nuevo. El sabor a semen de mi boca continuaba a
la ma�ana siguiente, pero Juan ya no estaba. Parec�a que se hab�a levantado m�s
temprano, y casi lo agradec� por no estar en una situaci�n inc�moda. Adem�s,
hab�a limpiado toda prueba de la noche pasada. M�s despejado, me di una ducha
r�pida, me vest� sin la ropa interior, la cual tuve que esconder posteriormente
para tirarla a la basura por lo sucia que hab�a quedado y baj� a la cocina,
donde Bea y sus padres me recibieron con los buenos d�as. Estaban desayunando y
not� algo de hambre.
�C�mo has pasado la noche? Juan me ha dicho que no
dormisteis demasiado.- dijo.
Casi me da algo, pero me di cuenta de que no sab�an nada.
- Tendr�ais que haber dicho que s�lo hab�a una cama,
porque hab�a un sof� plegable en el comedor.
Yo ya no sab�a si reirme o llorar. A buenas horas. De haberlo
sabido, las cosas hubieran ido muy diferentes. Ten�a cojones la cosa.
Bah, es igual.- murmur�
Buenos d�as.- escuch� detr�s de m�
Juan entr� a la cocina y respir� aliviado al darme cuenta de
que su comportamiento era el de siempre. La situaci�n era demasiado complicada
como para plantearse hablar del tema. Se sirvi� el desayuno y no dijo ni media
palabra durante el resto de la ma�ana, hasta que partimos de nuevo a casa.
Despu�s de aquel d�a, las cosas han seguido como siempre.
Juan sigue con la novia que ten�a por entonces, aunque ya parece que ronda a
otra. No s� si fue la primera vez que hac�a una cosa as�, y sinceramente me da
lo mismo. Parece que aquello qued� enterrado esa misma noche, y Bea y yo
seguimos juntos de momento, exactamente igual, con nuestros m�s y nuestros
menos. A Juan lo he vuelto a ver un par de veces desde entonces en casa de Bea,
pero su comportamiento es tan reservado y callado como antes, aunque ahora sus
miradas esconden un secreto. Lo �nico que no puedo negar de aquella noche, es
que realmente lo pas� en grande.