Relato: Pamela, la tierna prima





Relato: Pamela, la tierna prima

Pamela, la tierna prima


Por: Hugo


Los oscuros nubarrones cubr�an el cielo de la ciudad de
Panam�, haciendo que a las dos de la tarde diera la impresi�n de ser las seis.
El intenso calor era preludio del fuerte aguacero que se avecinaba. Yumaris
apresuraba el paso como pod�a con el vestido ajustado que usaba, casi
arrastrando a su hija, quien se quejaba por los jalones de su madre. No era el
huir de la inminente lluvia lo que apremiaba a Yumaris, sino el verlo una vez
m�s. Hac�a d�as que no se ve�an, y ella no toleraba un minuto m�s sin �l. Las
protestas de la jovencita eran ignoradas por su madre; el brazo le dol�a de
tanto tir�n, y si bien es cierto el chaparr�n no tardaba en caer, la casa de la
t�a Clara no estaba tan lejos como para caminar con tanta prisa.



Al llegar a su destino, Yumaris llam� al timbre desesperada.
La ni�a se preguntaba qu� podr�a hacer que su madre estuviera tan ansiosa,
aunque se confesaba que le notaba un cambio en el comportamiento desde hac�a
unos meses. Al insistente llamado abri� un adolescente de unos 20 a�os:





�Hola, t�a Yumaris! �Hola, Pamela! �Qu� sorpresa! � dijo
el muchacho, notando las curvas de su t�a gracias al ajustado vestido que
llevaba, y alegre sobre todo de ver a su prima, a quien le ten�a queso desde
que cumpli� los trece.


�Hola, Hugo! � respondi� la ni�a, quien ignoraba que en
el pasado su primo se hab�a dado buen par de pajones pensando en ella


�Hola! � respondi� la se�ora, casi interrumpiendo a su
hija - �Est� tu mam�?


No, ella sali� con mi pap� a visitar a la t�a Guadalupe y
regresan ma�ana en la tarde. Pero pasen adelante, por favor.


�No que tus pap�s sal�an ma�ana en la noche? � replic�
Yumaris, con alg�n disgusto, como si el escuchar aquello no le hubiese
gustado, y rechazando la invitaci�n a entrar.


Bueno, siempre tuve entendido que se ir�an hoy al
mediod�a para regresar ma�ana en la tarde, a casa de la t�a Guadalupe �
respondi� el muchacho � Pero por favor, entren � invit� este una vez m�s





Yumaris ignor� las �ltimas palabras de su sobrino, y estuvo
unos instantes pensativa. Pamela a�n se preguntaba por qu� motivo su mam� se
hallaba tan desesperada. Hugo tambi�n noto el estado ansioso de su t�a. Se
escuchaban los truenos a lo lejos.





Mira, Hugo � dijo Yumaris � necesito que me cuides a
Pamela un par de horas. Voy a visitar a una amiga que est� muy enferma y no
tengo con quien cuidar a Pamela.


Si usted gusta � replic� el muchacho


No tardar� mucho, s�lo un par de horas � dijo Yumaris
contenta, ante la afirmativa del chico.





Despu�s de dar las cl�sicas instrucciones de "p�rtate bien" a
su hija, Yumaris abandon� la casa de su hermana Clara. Pamela se extra�� de
escuchar aquello de la "amiga enferma", pues ella no hab�a escuchado hablar a su
madre eso en los �ltimos d�as. La verdad es que la enferma era Yumaris, que
estaba enferma de ansiedad por ver a su amante, con quien enga�aba a su esposo
desde hac�a meses. El amante de Yumaris estuvo fuera del pa�s por unos d�as, y
ella corr�a a encontrarse con �l.



Segundos despu�s de la partida de Yumaris, comenz� a
lloviznar. Hugo estaba invadido por una serie de pensamientos morbosos. Imagin�
que esta era la ocasi�n para hacer realidad todas sus fantas�as, origen de sus
apasionadas pajas, pero una cosa es cruzar las l�neas prohibidas en la fantas�a,
y otra es hacerlo en la realidad. Pamela se dispuso a ver la TV, mientras �l
subi� a su habitaci�n, dizque a estudiar para un examen de la U.



Las ideas inmorales no paraban de pasar por su mente, una y
otra vez. En sus fantas�as no hab�a consecuencias por hacerle el amor a su
prima, pero comprendi� que en la vida real s� las abr�a. �Y si Pamela no
accediera a satisfacer sus deseos y le dijera a su mam� que �l la hab�a
seducido? La t�a Yumaris se lo dir�a a sus padres, quien de seguro lo echar�an
de casa por ser un depravado al querer acostarse con su prima, y peor a�n, con
una ni�a de catorce a�os. Por supuesto, todo aquello se desvanecer�a si Pamela
diera un s� a sus seducciones, tal y como pasaba en sus fantas�as. Hacer lo que
ten�a en mente era como hacer una apuesta en que hab�a mucho que ganar, pero
mucho que perder. Aquello en su cabeza era como una batalla librada entre la
ansiedad sexual, que le impulsaba a aventurarse y poseer las generosas carnes de
Pamela, y la raz�n, que le hac�a ver las posibles consecuencias de sus actos.
Finalmente, y como era de esperarse en un joven de esa edad, las hormonas
vencieron al flujo de "pero�" que se le ocurr�an a Hugo para no seducir a su
prima.



Pamela, en cambio, ten�a su mente muy alejada de la imagen de
su primo. Mas a�n, no prestaba atenci�n al �ltimo video de su artista favorito,
el cual pasaban por la televisi�n. No pod�a dejar de pensar en los actos de su
mam�. En su mente, resonaban frases como "salir conmigo apresurada de casa sin
avisarle a pap�dejarme en casa de t�a Clara sin que ella est�ansiedad�una
amiga enferma�", y todas las �ltimas rarezas del comportamiento de su madre, las
cuales le notaba desde hac�a meses. Finalmente, Pamela fue golpeada con un
pensamiento del cual se arrepinti� de haber concebido: �estar�a su mam�
enga�ando a su pap�? �Ser�a esa la raz�n por la que su mam� usaba �ltimamente
ropa tan ajustada y hac�a ejercicio para perder peso? Si bien es cierto que
Pamela era s�lo una ni�a, con mucho que aprender a�n de la vida, su instinto de
mujer le hac�a ver la inevitable verdad. Su madre ten�a un amante. Aquello le
hizo sentir una profunda tristeza. Sus ojos se llenaban de l�grimas. La lluvia
ya ca�a para ese momento con tanta fuerza, que no se escuchaba el televisor,
s�lo las gotas golpeando el techo. Pamela deseaba que alguien la consolara;
necesitaba con quien liberar todo su pesar.



Fue entonces cuando Hugo baj� a la sala, descalzo y con el
pecho desnudo, s�lo cubierto por un short. Para facilitarse las cosas, no
llevaba calzoncillo puesto. Cuando lleg� al sof�, sorprendi� a Pamela
sollozando. Hugo qued� intrigado al ver el estado de su prima. La ni�a reaccion�
tratando de disimular.





�Te pasa algo?


No, no me pasa nada � respondi� la nena sin poder ocultar
el sollozo


Pero si est�s llorando


�No, no estoy llorando! � grit� entre llantos


�Qu� te ocurre? � pregunt� el muchacho preocupado, quien
ya hab�a olvidado sus intenciones originales al bajar de la escalera





Pamela no pudo contenerse, y solt� un fuerte llanto. Lloraba
desesperadamente. Hugo se sent� junto a ella. Pamela exterioriz� todas sus
preocupaciones. Le cont� a Hugo todos sus temores, habl�ndole de sus sospechas
sobre el enga�o que su madre le hac�a a su pap�.



Hugo escuch� atento a Pamela. No sal�a de su asombro.
Escuchar que su t�a podr�a estar enga�ando a su t�o de boca de su prima era algo
ins�lito. Pero las hormonas son perseverantes, y a medida que Pamela hablaba,
Hugo se perd�a en las carnes de la ni�a; record� entonces cuales eran sus
intenciones al bajar a la sala. Contempl� los tiernos labios. Luego devor� con
la mirada las jugosas y bien desarrolladas tetas, los tiernos muslos, y se
imagin� que acariciaba las apetitosas nalgas. Eso es lo bueno de las mujeres de
esta tierra: a temprana edad, ya tienen mucho qu� ofrecer.



La lluvia continuaba cayendo con fuerza.



Pamela continuaba hablando, ignorando los morbosos
pensamientos de su primo. Hugo astutamente vio en la ocasi�n de debilidad y
necesidad de consuelo de Pamela la coyuntura perfecta para concretar su plan.





No te preocupes, nada malo pasar�


�Nada malo! �Y si mi pap� se entera?


En primer lugar, son ideas tuyas. A lo mejor tu mam� no
est� haciendo nada malo y tu te imaginas vainas


�Pero yo conozco a mam�! �Algo est� pasando!


C�lmate � dijo el joven cari�osamente � todo estar� bien


�Y si mis pap�s se divorcian por eso?


Nadie se va a divorciar de nadie. Todo estar� bien.


Los pap�s de Mireya, una compa�era de escuela, se
divorciaron. �Yo no quiero que eso pase con mis pap�s! � dijo la ni�a, casi
gritando, para despu�s romper en llanto


Tranquila � le dijo Hugo, aprovechando el momento para
rodearla con el brazo y hacer que se acurrucara en su pecho � Ven, puedes
llorar todo lo que quieras





El llanto de Pamela era incontenible. Pamela era una ni�ita
muy sentimental. Poco a poco fue acurruc�ndose como una beb� en el pecho de
Hugo, rodeando su cuello con sus bracitos.



Despu�s de tranquilizar su llanto, Hugo le levant� la
barbilla y se miraron fijamente. El momento fue m�gico. La hembra estaba una
situaci�n de debilidad emocional, que aprovech� el macho para darle un lascivo
beso en los carnosos labios. Aquello asust� a Pamela. Estaba besando a su primo.
Sent�a sus labios, su lengua. Como se hallaba en el regazo de �l, pudo sentir la
ligera erecci�n del pene de Hugo. El beso la hizo sentir bien, muy bien. De
hecho, sinti� el deseo de llevar las cosas a algo m�s que un beso, pero no sab�a
si aquello era correcto. Despu�s de todo, Hugo era su primo.



Reaccionando, apart� los labios de Hugo de los suyos.





�Qu� haces! � dijo Pamela en disimulada protesta


Vamos, tranquila. S�lo fue un beso entre primos � dijo
Hugo con cierto nerviosismo





Ahora Hugo estaba preocupado. Los sucesos que ser�an
consecuencia de un rechazo de Pamela pasaron r�pidamente por su mente. Podr�a
ser echado de casa; a lo mejor ir�a a la c�rcel por seducir a una menor. Sus
preocupaciones eran tan grandes que ya en ese momento no le interesaba si hac�a
realidad o no sus fantas�as, sino salir bien librado de todo este asunto. Le
imploraba a la fortuna que se apiadara de �l.



La lluvia continuaba cayendo con fuerza.



Pero Hugo era un chico con suerte. Pamela no dejaba de
mirarlo a los ojos. Le excit� mucho aquel beso. El palpar la ligera erecci�n de
Hugo hizo que por primera vez su peque�a vulva fuera inundada por los l�quidos
producto de la excitaci�n; era una sensaci�n extra�a, pero que le gustaba mucho.
Sent�a que las puntas de sus senos estaban duras. Ve�a en su primo un hombre en
quien buscar protecci�n y refugio. Pero Hugo era su primo, y los prejuicios y
tab�es que se ense�an desde peque�o inundaron su mente y le causaron p�nico, por
lo que intent� levantarse de inmediato.



Hugo, a quien su instinto le dec�a que la mirada fija de
Pamela era un indicio de que hab�a disfrutado del beso, la estrech� en sus
brazos al segundo, sin permitirle escapar.





D�jame ir � protest� Pamela


No disimules. S� que te gust� � dijo el joven, jug�ndose
el todo por el todo





Pamela call� por un segundo, y una vez m�s hizo un adem�n
para zafarse de Hugo. Este, una vez m�s, la sujeto hacia s�.





Vamos, s� que te gust� � le repiti� el joven





Pamela baj� la mirada. Le causaba verg�enza que fuera tan
evidente que sinti� placer. Los tab�es le hac�an mella en la cabeza.





Pero somos primos � dijo Pamela en voz baja, y con alguna
timidez, con la mirada baja


Y, �qu�? � pregunt� Hugo, cari�osamente


Eso es malo


�Qui�n lo dice? � pregunt� Hugo con ternura � Te gust�.
S� que te gust�. �No quieres sentirlo una vez m�s?





Pamela hizo un gesto para responder, pero Hugo no le dio
tiempo y la bes� apasionadamente una vez m�s. T�midamente, Pamela le
correspondi� el beso. Durante largo rato se besaron, sintiendo sus labios, sus
lenguas, sus deseos, su lascivia. Hugo acariciaba con expl�cito deseo las
piernas, nalgas y tetas de Pamela. La ni�a experimentaba el placer de sentirse
deseada como mujer e instintivamente acariciaba la espalda y los brazos del
hombre que la pose�a. A pesar de su juventud y gracias a sus antiguas
noviecitas, Hugo ten�a la experiencia para "activar" los puntos de excitaci�n de
Pamela. Aquello era un alivio para el pesar y la angustia de Pamela.



Pararon de besarse. Se miraron fijamente una vez m�s. Pamela
pod�a sentir la erecci�n de Hugo, que ya estaba totalmente desplegada. Entre
besos y caricias subieron las escaleras y entraron en la habitaci�n de Hugo.
Lentamente, el joven fue desvistiendo a la nena, hasta que qued� en panty y en
brasier.





Hugo, esto est� mal � dijo Pamela, con disfrazado deseo
de detener toda esta secuencia de eventos, pero a la vez esperando que su
primo le diera alguna raz�n para seguir


Rel�jate, ver�s que lo disfrutar�s





Hugo procedi� entonces a chupar las carnosas tetas, despu�s
de deshacer el brasier. Pamela sinti� que era una mam� dando de mamar a su beb�.
Hugo succionaba ansiosamente los suculentos pezones. Pamela acariciaba los
cabellos del muchacho.



Luego, lentamente Hugo se fue deslizando hacia la vulva de su
pareja. Una corriente de �xtasis corri� en Pamela desde su micha por toda su
espina dorsal hasta su cabeza. El temor se apoder� de ella, pues nunca hab�a
experimentado una sensaci�n tan placentera e intensa, ni cuando se masturbaba
pensando en su profesor de Historia, de quien Pamela gustaba.





�Qu� haces, Hugo!


Rel�jate


�Qu� haces! �Esa es mi�!


S�, lo s�. Y te va a gustar mucho





Primero, haciendo a un lado el panty y dejando al descubierto
su objetivo, Hugo pas� su lengua por los labios de la rica vulva que ten�a en
frente. Pamela no pudo contener los gritos de placer. Hugo hurgaba con su lengua
toda la intimidad de la primeriza, sintiendo en su boca los vellos p�bicos de la
chiquilla. Pamela se retorc�a por el �xtasis y estrechaba hacia s� la cabeza de
Hugo, para desahogar las intensas emociones. La h�meda vulva de Pamela fue
explorada en su totalidad por la lengua del chico.



El fuerte aguacero no cesaba.



Despu�s, Hugo despoj� a Pamela de su panty y se coloc�
totalmente encima de ella. Pamela pod�a sentir la erecci�n de Hugo en la entrada
de su intimidad. Los dos respiraban agitados, ansiosos. Hugo pas� sus manos por
las gruesas piernas de Pamela, las abri� llevando las rodillas de ella a la
altura de su cabeza: Pamela estaba totalmente abierta, lista para recibir del
bueno. Pamela sent�a mucho temor. Intent� decirle algo a Hugo. Quiz�s quiso
protestar, quiz� quiso decirle que procediera con cuidado de no lastimarla. Pero
no pudo pronunciar palabra, sino soltar un grito desgarrador cuando Hugo
introdujo de un solo golpe toda la longitud de su pene el la abertura de Pamela,
con la torpeza, ansiedad y brutalidad propia del amante joven. El macho inici�
sus movimientos r�tmicos, mientras la hembra se quejaba por el dolor de la
primera vez; ara�aba la espalda y los brazos de Hugo. A veces tambi�n le mord�a
las mejillas. Los quejidos de Pamela s�lo consegu�an excitar m�s a Hugo, quien
arremet�a con m�s y m�s fuerza en la intimidad de la ni�a, sintiendo una vez m�s
la sangre virginal corriendo por los genitales de ambos (no era la primera vez
que Hugo desfloraba a una virgen).



Poco a poco, Pamela fue sintiendo un placer extra�o en ella;
el placer de sentirse mujer, pose�da por un macho, dominada por un semental,
pero el ardor con la fricci�n al paso del pene de su pareja era implacable.



Al cabo de algunos minutos, Hugo ya estaba llegando al
cl�max. Pamela pudo percibirlo en la cada vez m�s agitada respiraci�n del joven.
Los dos se abrazaron con mucha fuerza, como queriendo fundirse el uno con el
otro. Pamela grit� de la emoci�n, y Hugo solt� su gran descarga de semen en la
ensangrentada vagina de Pamela. El calor y la espesura de la leche de Hugo
dentro de Pamela la hicieron sentir mujer.



Por un rato estuvieron unidos, abrazados, descansando despu�s
de tanto sexo, de tanto placer, de tanta emoci�n. Luego, callados, se ba�aron
por separado. Hugo se deshizo de las ensangrentadas s�banas.



Por alg�n milagro, Pamela no qued� embarazada a pesar de la
entrega de semen dejada por Hugo en ella. En adelante, espor�dicamente hac�an el
amor, cuando hab�a la oportunidad, hasta que Pamela entr� en el segundo ciclo de
secundaria, donde conoci� otros j�venes mayores que ella, y se olvid� de Hugo.
Mientras, Hugo continu� con su vida, teniendo en mente que si bien es cierto ya
no dispon�a de su prima para culear, se hab�a llevado el trofeo de haberla
desflorado a los catorce a�os, con la fortuna de que todo result� tal y como en
sus fantas�as.



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