Relato: Cuando mis melones apuntan... (1)



Relato: Cuando mis melones apuntan... (1)

Cuando mis melones apuntan... (1) por Mujer Dominante 4 (POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO)


Cuando era chica me avergonzaban mis melones, y sol�a andar
con los hombros encogidos. A los trece a�os ya ten�a un desarrollo que produc�a
alarma entre los chicos. Fue por ese entonces que descubr� mi poder. Estaba
jugando con Carlitos, de trece, en el fondo de mi casa. Jug�bamos al dinenti. Y
cuando le gan� por cinco veces seguidas me puse a saltar de gozo, para burlarme
de �l. Y, claro, mis tetas sin corpi�o se mov�an libres debajo de la remera, y
pronto me di cuenta de que los ojos de Carlitos estaban desorbitados. Se hab�a
puesto muy colorado, y me asust�. - �Qu� te pasa Carlitos, est�s bien?- Y como
me pareci� que se estaba por caer los sostuve entre mis brazos. Claro, al
abrazarlo mis pechos se apretaron al suyo, y Carlitos se puso m�s colorado.
Entonces tuve una intuici�n maliciosa, y sin estar muy segura de por qu�, le
refregu� mis tetas a derecha e izquierda y a arriba y abajo. Y ah� se produjo:
Carlitos se puso a temblar y de repente sent� en mi pubis como su polla, que
estaba dur�sima, comenzaba a pulsar y a pulsar, y Carlitos se derreng� en mis
brazos.


Durante los d�as que siguieron fui comprendiendo lo sucedido,
y tomando conciencia de mi poder. La siguiente prueba la hice en el baile del
colegio. Hab�a un chico de 15 que me gustaba, y cuando me sac� a bailar le pegu�
mis tetas al pecho. Enseguida not� la erecci�n en sus pantalones. Y empec� a
frot�rselas lentamente, mientras le hablaba de cosas tontas aparentando no darme
cuenta del efecto que le estaba produciendo. Como las piezas se suced�an sin
intervalo entre ellas, continuamos bailando sin separarnos el segundo tema. Y yo
ve�a que su respiraci�n se iba agitando. A llegar al tercer tema Eduardo ya s�lo
me respond�a con roncos monos�labos, la respiraci�n muy agitada. Y me di cuenta
que pod�a rematarlo, as� que me apret� m�s a su cuerpo, y �s�s! el chico comenz�
a venirse. Su cuerpo se convulsionaba y su pene pulsaba y pulsaba. Cuando me
dej� en mi asiento, se fue tambaleante con una enorme mancha en sus pantalones.


Esa fue, de ah� en m�s, mi diversi�n preferida en los bailes
que siguieron. Hice correrse a todos los chicos que me invitaban a bailar. Y
sent�a una divertida maldad al hacerlo.


Y mis pechos continuaron creciendo. A los veinti�n a�os
superaron el tama�o de verdaderos melones. Y comenc� a hacer estragos con ellos.
Caminaba contorne�ndolos, y como no usaba sost�n porque estaban bien parados, se
bamboleaban a la vista de los hombres, que se quedaban mudos y desorbitados. En
una ocasi�n me invit� a salir un se�or mayor, cercano a los setenta a�os, que
sucumbi� al apabullante efecto de mis enormidades. Desde que nos encontramos y
tambi�n mientras �bamos al reservado del bar, le hice todo el show. Mis
tremendas tetazas se bamboleaban bajo el pullover. Para cuando nos sentamos pude
observar su erecci�n, bajo su pantal�n. Cargaba fuerte el viejito. Y se pod�a
ver cuanto se hab�a calentado conmigo. - �Siempre and�s con ese garrote al
palo?- le pregunt� con descaro. Ram�n se sobresalt� un poco, pero reaccion�
bastante r�pido. �No, precios�sima, hace a�os que no se me pon�a tan dura, y eso
te lo debo a vos.- -�Ah s�i?- le dije con mi voz m�s c�lida. �Y �por qu�?- le
pregunt� moviendo un poco mis tetas que sus ojos siguieron como hipnotizados.
Ram�n tartamude�: -es q-que que... - no pude decidir si es que no se atrev�a a
mencionar mis tetazas o se el efecto que estas le produc�an era m�s del
previsto. Observ� que se estaba poniendo colorado. ��es que qu�, don Ram�n?-
insist� con mi sonrisa m�s perturbadora. Estir� mis brazos por sobre la cabeza y
mis melones sobresal�an en toda su plenitud, don Ram�n consigui� hablar: -no lo
tomes a mal, pero esos pechos tuyos me enloquecen, Susanita.- -�Ramoncito! �Eso
es un poco descort�s para decirle a una chica! �No le parece? � le dije con voz
mimosa, sent�ndome derechita, apunt�ndole con mis melones como con dos misiles.
El viejito se lanz�: -�me dejar�as apret�rtelos?- su voz se hab�a vuelto ronca y
apasionada. ��Ay, no s�, mis pezones son tan grandes y rojos y sensibles, que
temo que me haga da�o!- Vi como sus ojos enrojec�an de deseo. - �Susanita, yo
dar�a cualquier cosa por chup�rtelos!- -�Ay, Ramoncito, pero usted es un hombre
casado, y yo soy una chica tan solita... !- Al viejo comenz� a ca�rsele la baba:
-yo de podr�a dar plata... !- - �Para toc�rmelas y para chup�rmelas? �Y cu�nto
me dar�a si lo dejo toc�rmelas... ?- -�Si me dej�s toc�rtelas durante cinco
minutos te doy cien pesos, nena!- - �Cien pesos! Est� bien, lo dejo que me las
toque, pero cinco minutos y ni uno m�s, Ramoncito. Avanz� sus manos
ansiosamente. -�Ah no, primero los cien pesos!- Su mano vol� del bolsillo a la
mesa con los cien pesos.


-�Ahora s�! T�quemelas un poquito... - Don Ram�n no tard� ni
medio segundo en comenzar a manosearme. Yo comenc� a excitarme, pero �l se iba
enloqueciendo. Sus manos me sobaban uno y otro pecho, me los amasaba,
acariciaba, y al sentir mis pezones duros me los pellizcaba y apretaba. -�Vamos
a un hotel, mi vida... !- Su voz era jadeante y ronca. -�Ah no! �Eso s� que no!
�Lo que tenga que ocurrir ser� ac�!- dije plant�ndole la idea en la cabeza -�Y
adem�s ya se acabaron sus cinco minutos!- agregu�. Obediente, ante mi tono
dominante, sac� las manos, y mir�ndome suplicante: -�Te pago otros cien si me
dej�s toc�rtelas por debajo del pullover... !- -Por debajo del pullover son
doscientos pesos, Ramoncito, yo no soy una cualquiera... - Los doscientos pesos
aparecieron volando y los guard� junto con los otros cien, en mi monedero. Sus
manos en un instante estuvieron acariciando mis senos desnudos. Yo estaba
bastante excitada tambi�n, pero a �l la presi�n le iba subiendo como en un
ascensor. Jadeaba al tocar mis tetazas. -�Que tetonas, que tetonas, mi nenita!-
dec�a con la voz entrecortada. -�Te doy otros doscientos si me dej�s
chup�rtelas... !- -�Ay Ram�n, pero usted tiene una esposa... ! �Trescientos
m�s!- Y en un instante estuvieron en mi monedero.


Y Ram�n comenz� a chup�rmelas, y yo a gemir. Ese guacho iba a
hacerme acabar... Pero �l tambi�n comenz� a gemir, y yo a refregarle las tetazas
por el rostro, y sus jadeos se aceleraban, y yo le retiraba las tetas a su boca
hambrienta, y se las volv�a a poner, una y otra vez. Yo ya estaba por acabar de
la calentura. Pero Don Ram�n me gan�, envuelto en la suavidad, el calor y el
perfume de mis tetonas excitadas, se conmovi� y chupando comenz� a
convulsionarse en una corrida interminable, que termin� haci�ndome correr a m�
tambi�n. -�Ah, ah..., aaaahhhh... !- Y cay� sobre la mesa, derrengado. -�Pero
usted ha tenido un orgasmo, Ram�n, eso no esta en el trato! �Son cuatrocientos
pesos m�s!- dije aparentando indignaci�n. Resignadamente, los cuatrocientos
aparecieron sobre la mesa. Don Ram�n estaba entregado, totalmente subyugado, y
sin �nimos de cuestionar nada. Tard� un rato en poder levantarse de la silla, y
ten�a una tremenda mancha en el pantal�n. Me re� por dentro al penar el papel
que har�a, al salir del reservado, y al llegar a su casa. A partir de esa tarde,
estaba a mi disposici�n cuando lo llamara, y fue una muy buena fuente de
ingresos, mientras yo segu�a ejerciendo el poder de mis melones con otros
hombres, jovencitos, maduros y mayores. �Hay que divertirse en la vida, si uno
tiene unos melones como los m�os!


Me acuerdo cuando Mar�a de los Angeles, mi compa�era ciega,
me present� a su marido. El s� ten�a ojos, y se le desorbitaron cuando vio el
tama�o de mis melones. No pod�a dejar de mirarlos, y yo le sonre�a con mi m�s
amplia sonrisa. Mar�a de los Angeles segu�a con su presentaci�n: -Susana es una
compa�era, Roberto- "Mu-mucho bust... quiero decir gusto..." tartamude� el pobre
de Roberto, evidentemente impactado. Mar�a no ten�a la menor idea acerca de mis
bombarderos.


�Invit� a Susana a cenar en casa, �te parece bien, Alberto?-
Alberto me miraba con una sonrisa bobalicona. Subimos al colectivo. Estaba
lleno. Y yo aprovech� para ponerle las tetas en la espalda, y se las hice sentir
bien. A los dos minutos, claro, el pobre ten�a una erecci�n de campeonato, y
Mar�a no se daba cuenta de nada. -�Ay!- dije yo- �Este colectivo se mueve mucho!
�Les importa si me pongo entre ustedes y me agarro de Alberto?- y me puse frente
a frente con �l, clav�ndole mis tetas contra el pecho. El pobre se puso blanco y
transpiraba. En una frenada le pas� los brazos por el cuello y le aplast� las
tetonas y ya no lo solt� m�s. Pod�a sentir su erecci�n en mi pubis, y el temblor
de su cuerpo por la tremenda calentura que le hab�a hecho agarrar. Fueron
veinticinco minutos de eso, yo refreg�ndole las tetas por todo el frente, hasta
que en un momento en que se apag� la luz, apret� mi gorda boca contra la suya y
le met� la lengua, revolvi�ndola dentro suyo. Ah� fue cuando se corri�, mientras
yo le daba apretones para ayudarlo. Fue como si con cada apret�n de mi pecho
contra el suyo lo estuviera ordenando. El manch�n pringoso en sus pantalones iba
desde el vientre (pues cargaba hacia arriba) hasta casi los tobillos. Mar�a de
los Angeles hab�a seguido hablando y hablando, ajena a todo lo ocurrido.


Cuando bajamos �l me ofreci� la mano para sostenerme, pero yo
d� un peque�o salto aplast�ndole las tetas contra su cara. Y las fui bajando muy
lentamente, restreg�ndoselas al hacerlo. Lo sorprend� fuertemente, ya que cuando
termin� de deslizarme hasta el suelo, Alberto estaba nuevamente al palo. A mi me
encant� el efecto que le produc�a, de modo que me mantuve estimul�ndolo durante
las seis cuadras hasta la casa. Ibamos una cada lado, prendidas de sus brazos.
S�lo que de mi lado le hac�a sentir mi tet�n, apret�ndolo y frot�ndolo contra su
brazo. Este muchacho llevaba pantalones amplios, por lo que mir�ndolo de reojo
pude ver su enhiesto m�stil, a noventa grados con su cuerpo, apuntando
r�gidamente hacia delante. Claro, eso le hac�a frotar la cabeza contra el
pantal�n, y como yo lo obligaba a mantenerlo enhiesto con mis frotones,
rozamientos y apretones, al promediar la quinta cuadra volvi� a correrse sin
poder evitarlo.


En otra ocasi�n fui a un sal�n de baile de muchachos j�venes.
Y me eleg� uno apenas un poco m�s alto que yo. Cuando empezamos a bailar pas�
mis brazos por su espalda, apret�ndolo contra mis pechos. Enseguida not� su
erecci�n. El boliche estaba bastante oscuro, y las luces giratorias y el
bullicio que nos rodeaba, nos ocultaba completamente de cualquier mirada. �Tengo
una fantas�a- le dije -�alguna vez bailaste rock abrazado y saltando?- Y lo
apret� fuerte mientras comenzaba a saltar. �l me sigui� inocentemente, pero
pronto pude apreciar el efecto de mis rozamientos. A cada salto, mi pubis se
refregaba arriba y abajo sobre su picha, que fue quedando parada hacia arriba,
de modo que mis frotones eran como si estuviera haci�ndole una paja. Y se le fue
poniendo dur�sima. Entonces le dije �qued�monos quietos que quiero disfrutar el
momento- y lo abrac� m�s fuerte a�n. �l comenz� a jadear. Y yo comenc� a
apretarlo y aflojar, apretarlo y aflojar, envolvi�ndolo con mi cuerpo, y
haci�ndole sentir la potencia de mis enormes tetonas. Sent�a los latidos
fren�ticos de su coraz�n, que se aceleraban cada vez m�s. - �c�mo te llam�s, mi
dulce?- le pregunt� con mi voz m�s envolvente, y sent� que �l estaba a punto de
llegar. �Ro-Ro-ber-to...- Balbuce�, -pe-pero me-mejor pa-paremos porque-que nno
qui-quiero ma-mancharme los pantata...- Pero yo no dej� terminar, empec� a
acariciarle la espalda con ambas manos, mientras le hac�a sentir mis tetas al
ritmo de mi respiraci�n �No entiendo por qu� habr�as de mancharte los pantata-
le dije con voz ronca -y, a prop�sito: �qu� son los pantatas?- y con mis manos
le apret� sus dos nalgas con fuerza, que fue cuando acab�. Se estremeci�,
envuelto con mi cuerpo, en una serie de espasmos descontrolados. Cuando termin�
de correrse, pr�cticamente tuve que sostenerlo. Cuando me separ� pude disfrutar
la vista de una enorme mancha en el frente de sus pantalones, que llegaba hasta
sus muslos.


A partir de ah�, por lo menos una noche por semana iba a
buscar una v�ctima por los distintos boliches. Y fui refinando la t�cnica.
Ahora, cuando nos abraz�bamos con un chico, le ped�a que no nos movi�ramos por
un momento, y lo apretaba, haci�ndole sentir mis tetas, mi aliento, y el ritmo
de mi respiraci�n contra su pecho. Le apretaba la polla con la uni�n de mis
piernas, que siempre est� tan suave y carnosa, e iba sintiendo crecer su tama�o.
Y le hac�a sentir el calor de mi co�o.


Esperame un poco, le dec�a, jade�ndole en el cuello, que ya
me estoy sintiendo mejor... Y teni�ndolo bien agarradito, y apretando y
aflojando cortito, apretando y aflojando, lo iba trabajando, hasta que sent�a
que estaba casi listo. Lo miraba a la cara que estaba cada vez m�s colorada,
mientras continuaba apret�ndolo y solt�ndolo, y ve�a su mirada vidriosa, cuando
comenzaba correrse, y mientras segu�a corri�ndose. �La de pantalones encastrados
que dej� detr�s de m�o... !


Otras veces me disfrazaba de quincea�era ingenua, con mi
pollerita tableada cortita, mi blusita blanca semitransparente, y mi cabello con
dos colitas a los costados. Hablaba con voz de ingenua, mientras los dejaba
apretarme. -�Qu� es esa cosa tan grande que ten�s en el pantal�n, una
linterna... ?- y dejaba que me metieran mano en el culo, y por debajo de la
pollera. Y se iban poniendo fren�ticos de la calentura. -�No, los pechitos no!-
mientras arqueaba mi cintura para que les fuera irresistirme agarr�rmelos. Y me
los dejaba apretar, y acariciar y amasar, mientras protestaba y gem�a que no...,
que no..., que mi mam� me hab�a dicho que no me dejara hacer eso. Y ellos cre�an
que me estaban seduciendo, y d�ndose el gran placer, a mi costa. -��Nena, vamos
a un lugar donde estemos solos... !!!-


-�Noo ... !- les suplicaba yo �qued�monos ac�, que yo vine a
bailar... - Y los segu�a magreando, o haci�ndoles creer que estaban abusando de
mi... hasta que ya era tarde para ellos, que hab�an pasado el punto de no
retorno. Cuando ve�a que estaban listos les apretaba la polla, o les acariciaba
el culo, o ambas cosas, fingiendo hacerlo sin intenci�n, y se me corr�an como
pajaritos, sorprendidos y sin poder contenerse. A veces aprovechaba su confusi�n
en ese momento, para acariciar su pantal�n con fuerza, llev�ndome en la palma su
pringosa acabada que hab�a atravesado la tela. - �uy, perd�n!- les dec�a
mientras se quedaban mir�ndome como tontos.


Tambi�n jugu� ese juego con chicas. Y he dejado un tendal de
chicas enchastradas con sus propios jugos.


A veces ten�a ganas de hacerme tocar la concha. Y tambi�n me
la hice chupar muchas veces. Era s�lo cuesti�n de llevar al candidato o a la
candidata, hasta el punto de locura, cuidar que no se corrieran, y mantenerlos
as� hasta que les hac�a hacerme lo que se me ocurr�a. Los tuve arrodillados
chup�ndome el culo, con un palo tremendo por efecto de la sumisi�n. Y tambi�n
"las" tuve. Me sent� en sus caras. Les obligu� a pajearme sin dejarlos correrse.
Las tuve chupando mi concha, o se las refregaba en la cara, especialmente mi
gordo cl�toris de casi cuatro cent�metros de largo. Las chicas se volv�an locas
con mi cl�toris. Y los tipos tambi�n.


Una vez estaba con una chica en el ba�o, y le ped� que me
acompa�ara a uno de los cub�culos, que quer�a preguntarle si ten�a algo malo, ya
que sent�a un picor, y no pod�a v�rmelo yo misma. Las hac�a sentar sobre la tapa
del inodoro, y entonces me levantaba la pollera sin bragas, y me abr�a los
labios dej�ndoles ver mi enhiesto cl�tores, tan gordo y colorado. Era cuesti�n
de acerc�rselo un poco a sus caras, "para que pudieran ver mejor", para tenerlas
enseguida chup�ndomelo, y chup�ndomelo. No pod�an resistirse, tal vez el olor a
sexo de mi concha tuviera algo que ver, ya que a la distancia en que les hac�a
mirar mi cl�toris, no pod�an menos que embriagarse con su olor. Algunas me
ped�an permiso para tocarlo, y pronto estaban lamiendo. Mujeres de todos los
tipos y edades, casadas, solteras, separadas, viudas, todas se volv�an lesbianas
una vez que les acercaba mi co�o a tres o cuatro cent�metros de sus bocas.
Cuando las notaba un poco t�midas e inseguras, les preguntaba si me pod�an dar
un beso ah�, para sacarme el picor. Y listo. O les daba la orden: -�chupame!, se
los chantaba directamente en la boca. Y se prend�an. Una vez una, de alrededor
de cincuenta a�os, muy bien vestida y con un aire de mujer "decente" pretendi�
indignarse, pero r�pidamente le agarr� la cabeza con ambas caras y le refregu�
mi concha sobre ella, movi�ndola en c�rculos y pronto se entreg�. Cuando acab�
en su cara, al retirarme note la lujuria y la pasi�n en sus ojos, y sus mejillas
coloradas y brillantes por mis jugos, mientras su lengua se relam�a los costados
de su boca. All� abajo, a la altura de mi concha. �No te vayas a creer que yo
acostumbro a hacer estas cosas... - dijo tratando de salvar algo de su dignidad,
pero no la dej� terminar, le puse otra vez mi concha en su cara se la volv� a
refregar. Despu�s sent� mi culo sobre su rostro y la obligu� a sentir el sabor
de mi ojete con su lengua. Y cada dos por tres le tiraba un tremendo pedo, y la
sent�a estremecerse. Yo acab� como cuatro veces, pero creo que ella acab� m�s
veces que yo, sin necesidad de que la tocara. Cuando ya no tuve ganas de seguir
m�s con eso, le cagu� la cara, y me fui, dej�ndola tirada. Estaba acabando
nuevamente.


Otros d�as cuando pasaba al lado de su mesa me segu�a
desesperada con la mirada, sin atender a su compa��a. Varias veces abandon� su
mesa para seguirme al ba�o y chuparme lo que yo dejara que me chupara. Era la
m�s sumisa de mis amantes. Tambi�n le exig�a que me diera plata, y obedec�a, y
met�a su cara en mis lugares m�s bajos.


Me encantaba dominar a los dem�s. Y no he fallado nunca, en
hacerlos acabar en sus pantalones o en sus bragas, y en hacerles hacerme lo que
quisiera. Chicas con novios. Se�oras con esposos. Chicos con novias. Se�ores con
esposas. Abuelos, abuelas. Y hasta ni�os. Recuerdo un ni�o de 10 a�os, flaquito,
que siempre que viaj�bamos en el ascensor trataba de no mirar mis tetas, que
obviamente lo obsesionaban. Una tarde le ped� que me ayudara a llevar mis
paquetes hasta mi departamento. Tuvo que entrar para dejarlos sobre la mesa. Y
le ofrec� una coca. Nos sentamos en el sof�, y lo dej� un momento para ponerme
"algo m�s c�modo". Una remera roja con tremendo escote que obligaba a mirar mis
tetazas, y una tela finita que permit�a ver mis gordos y ampl�simos pezones. Una
pollerita tableada, cortita, sin bragas. El pelo suelto, cayendo abundante hasta
mi culo. Me volv� a sentar alegremente y comenc� a tomar la coca, como si no
advirtiera el efecto que le estaba produciendo al nene. Y, claro, mis melones se
mov�an libremente bajo la remera. Y el nene estaba colorado y confundido, y no
pod�a dejar de mirar. Ya estaba, era s�lo cuesti�n de unos momentos convertirlo
en mi completa v�ctima, en mi completo esclavo. Me fui acercando a �l hasta casi
ponerle mis enormes melones en la cara. Pude ver la carpita que le estaba
creciendo aceleradamente bajo el pantal�n. Entonces, mientras le hablaba
pavadas, comenc� a apretarle el muslo con el m�o. Al pobrecito se le
entrecortaba la voz. -�Ay, qu� calor tengo! �Te molesta si me saco la remera?- Y
me la saqu�, quedando mis melones pr�cticamente roz�ndole la cara.


- �Ay, como me mir�s! �Nunca viste unas tetas tan cerquita?
�te gustar�a chup�rmelas?- Y le acerqu� el pez�n a la boquita. El nene ya no
ten�a salvaci�n posible. Abri� la boca lo m�s grande que pudo y empez� a comerme
el pez�n. �C�mo chupaba el desgraciadito... ! Y yo le sacaba un pez�n de la boca
y le pon�a el otro. Y al hacerlo le acariciaba la cara con todo el peso de mis
tetonas. El pobrecito jadeaba de calentura. Y entonces le agarr� la cabeza y le
apret� mis tetas contra ella. Cre� que lo estaba asfixiando, pero pude ver que
la carpita en sus pantalones temblaba y pronto apareci� en la c�spide una mancha
que se derrababa hacia abajo. Pero el nene segu�a al palito. Entonces le dije
que quer�a que me cogiera. Le saqu� el pantaloncito y dej� su pijita al aire,
completamente dura y parada. Me saqu� la ropa y el nene se puso bizco al ver mis
tremendos muslos. - �Ven�, precioso, subite arriba m�o!- Y me coloqu� panza
arriba, con su min�sculo cuerpito sobre ella. - ���Chupame un poco m�s las
tetas, papito!!!- Una vez que lo tuve colocado empec� a ver c�mo hac�a para que
me cogiera. Estaba calent�sima. Abr� bien las piernas, con las rodillas
levantadas, hacia los costados. Y lo fui bajando hasta que sent� su pijita
entrando en mi conchaza. Y comenc� a mover mi concha, caliente haci�ndola entrar
y salir. Pero eso fue demasiado para �l, y se corri� nuevamente. Entonces lo
levant�, lo gir� y comenc� a chuparle el pene, que en instantes se puso durito
de nuevo. Entonces lo fui bajando hasta que lleg� a mi peluda concha, y a mi
cl�toris. Y ah� lo mantuve, hasta que se decidi� y comenz� a bes�rmelo, y se
empez� a entusiasmar, y me lo besaba y chupaba y chupaba, y tuve un tremendo
orgasmo. Pero �l segu�a entusiasmad�simo, y sigui� y sigui� y yo me estaba
volviendo loca. - ��mi viida!!- grit� -���besame el culito, por favor!!!- y
levantando m�s las piernas le envolv� la cara con los globos de mis gl�teos.
Sent� como su pija se endurec�a a�n m�s. Y su lengua comenz� a lamerme, y pronto
me estaba chupando el ojete. �Qu� leng�ita divina! Otra vez me hizo correr.
Despu�s me di vuelta y le sent� mi culazo en su carita, y mientras sent�a su
leng�ita movi�ndose con loco frenes� en mi ojete, le chup� la pijita con mis
carnosos labios y mi caliente boca, y lo hice soltarme toda su lechita que
tragu� completamente. Cuando quise ayudarlo a vestirse, v� que segu�a caliente y
al palo. As� que le hice el show completo. Le restregu� mis tetazas por el pito,
por la cara, por el culito, mientras le amasaba la pijita con mis manos. Le
frot� la cara refreg�ndole mi culo. Y lo bes� de lengua, mientras mis manos lo
apretaban por todo el cuerpito. Le frot� la concha por la cara... Hasta que al
final acab�, derreng�ndose en el sof�. Qued� hecho un trapito. Entonces lo met�
en la ba�adera con agua caliente, le enjabon� todo el cuerpo (volvi� a
par�rsele, �qu� cosa este chico...), lo sequ� con una toalla esponjosa, le d� un
caf� con leche con tostadas, lo dej� dormir un poco. Y cuando me pareci� que
estaba repuesto, lo mand� para su casa con el pantaloncito lavado de su semen,
para que su mam� no sospechara nada.


A partir de ese d�a, ven�a a pedirme que le dejara chuparme
lo que yo quisiera. Ese era nuestro secreto. Y bien que lo explot�. Le hice
conocer mi concha bien por dentro y por fuera. Y lo orde�aba varias veces, cada
vez. Lo hice acabar chup�ndome los pezones, refreg�ndole los melones y hasta
escupi�ndole la boca, el culo, la pija y lo que se me diera la gana. Estaba
absolutamente perdido por m�. Y cas� siempre ojeroso. Un gusto, verdaderamente.


Con el novio de la del segundo, lo mismo. Cuando lo met� en
mi departamento me lo cog� de todas las formas que se me ocurr�an. En la primera
tarde lo hice correrse seis veces. Qued� completamente seco, el pobre, creo que
me exced� un poco. Sobretodo porque lo agarr� antes de que fuera a ver a su
novia. Sali� boludo de mi casa, y caminaba como un zombi, con pasos inseguros,
hacia el ascensor.


A la hora me toc� el timbre. Le hab�a dado una excusa a su
novia, que estaba muy cansado porque hab�a dormido mal y hab�a trabajado mucho
(y ya lo creo) y aunque, me dijo, ya no le quedaba leche por sacar, quer�a que
yo le siguiera haciendo cosas. Y pasar la noche conmigo, por favor. Yo me sent�
compasiva y se lo permit�. Pasamos toda la noche en mi cama. Y por la madrugada
le reproch�: -�Era mentira que no te quedaba m�s leche... ! �Esta noche te
echaste cuatro polvos m�s! ��Me enga�aste!!- y para castigarlo le puse otra vez
mi culo en la cara y lo culi� hasta que me ech� dos polvos m�s. Aunque este
chico casi no respiraba, pude ver que la picha se le hab�a puesto dura de nuevo.
Y entonces me sent� sobre ella, y cabalg�ndolo con mi ojete, segu� un buen rato,
hasta que mis frotaciones y apretones anales lo pudieron, y sent� unos d�biles
espasmos de su nabo en mi orto, y unos d�biles chorritos claudicantes.


Entonces me par� frente a su cuerpo yaciente y lo ret�: -�con
lo que te saqu� esta noche, pod�as haber dejado muy contenta a tu novia!
��ego�sta !!- El pobre apenas pod�a abrir los ojos y me miraba con mirada
turbia. Sin saber muy bien de que le hablaba. Lo hice vestirse y lo ech� de mi
casa con cajas destempladas. Se fue al trabajo, pero me pareci� que no estaba
muy seguro de donde quedaba. Ni de qui�n era �l, ni nada.


La que me preocupaba era su novia, pobrecita, deb�a estar
caliente y necesitada. Ten�a que hacer algo por ella. As� que me fui a su
departamento. Viv�a sola, y estaba llorando.


Cristina era una linda chica, con una gran necesidad de sexo,
como todas. Me cont� que su novio apenas hab�a estado un ratito anoche, y que no
hab�a querido tener relaciones. Y que tem�a que no la quisiera m�s, que no la
deseara m�s, y que hubiera otra. La abrac�, para que llorara en mis hombros. Y
claro, empez� a sentir el volumen de mis pechos calientes. Y, claro, comenz� a
elevarse su temperatura. Yo, entretanto, le acariciaba con cari�o la espalda y
la apretaba m�s contra mis melones.


- �Llor� tranquila, Cristinita! �Los hombres son unos
cretinos que no nos comprenden ni satisfacen... ! �Las mujeres tenemos que
apoyarnos y consolarnos mutuamente... !- Y hablando de apoyar, la segu�a
apoyando, comenc� a notar como su respiraci�n se agitaba. Hab�a dejado de
llorar, le levant� la cara y recog� sus l�grimas con mis carnosos labios, y le
bes� los ojos con mi boca h�meda y caliente. Sent� que se hab�a calentado. Y se
los segu� besando. Su respiraci�n se iba haciendo m�s r�pida. Yo la manten�a
apretada contra mis melones, y aprovechando los vaivenes de nuestras
respiraciones, se los iba restregando contra los suyos, m�s peque�os pero ricos.
Pude sentir que sus pezones se hab�an puesto duros. -Yo te tengo mucho cari�o,
Cristina, siempre me has parecido una chica muy dulce... - Hab�a que entrar por
el lado de la ternura, claro. Sus manos comenzaron a aferrarse a mi espalda.
Puse mi rodilla en medio de sus piernas, y le apret� el sexo. Lanz� un suspiro.
Y sus manos parec�an peque�as garras tensas sobre mi espalda. Yo hac�a como que
no me daba cuenta de nada. Y aprovechando peque�os movimientos de nuestros
cuerpos le frotaba su sexo con movimientos m�nimos. Comenz� a aferrarse a mi
cuerpo. Y yo segu� d�ndole suaves besos en la cara y alguno que otro en el
cuello. Su boca se abr�a anhelante, pero yo hac�a como que no me daba cuenta. Y
comenc� mi rutina de apretar y aflojar, apretar su cuerpo con el m�o, y aflojar
y volver a apretar. Sus manos se crispaban en mi espalda. Y el perfume de mis
pechos la estaba embriagando. Am�n del aroma que emanaba mi concha, que ella
absorb�a sin advertirlo. -�No te preocupes por ese malo!- mi voz era mimosa y
c�lida. Y mientras tanto segu�a con los peque�os rozones en su pubis. La ten�a
completamente en mis manos. Y no pudo resistir mucho m�s. -���...Su-sa-na...
ahh...!!!- gimi�, derram�ndose en mis brazos. La ayud� a llegar hasta su sof�.
All� la recline contra mis pechos. Me mir� con ojos donde se mezclaban, la
verg�enza y la sumisi�n. Inclin�ndome le chant� un beso c�lido y h�medo en su
boca. Se qued� entregada. Y volv� a besarla. Y la bes� otra vez, ahora con
lengua. Se dej� y me entreg� su lengua. Pronto nuestras lenguas se
entremezclaban con pasi�n. Y sus manos se agarraron a mis tetas. No pod�an
cubrirlas y eran como peque�as garras que las recorr�an con fruici�n. Se
agarraban a los enormes pezones, y los pellizcaban, y apretaban y acariciaban
los enormes globos. Y se ve�a que todo eso estaba causando estragos en su
psique. Era la primera vez que sent�a algo as� con otra mujer, y la misma
situaci�n la excitaba enormemente. Yo me saqu� la remera, dejando mis rebosantes
pechos en libertad. Sab�a que, adem�s, la estaba dejando fuera de combate con su
aroma. La pobre chupaba mis pezones como una pose�da. -���Qu� graaandeees...
!!!- dec�a con voz entrecortada. Y cuando aument� la presi�n empujando el pez�n
dentro de su boca hambrienta, aplastando el mel�n contra su cara, empez� a
estremecerse y se corri� entre jadeos. -�Pe-perdoname Susana... ! �No quer�a
llevarte a esto... ! �No s� como me ocurri�...! �Es que me sent�a tan sola...!-
La pobre cre�a que todo hab�a sido idea suya.


Me coloqu� arriba de su cuerpo, con mis tetas desnudas sobre
las suyas, claro que al ser mucho m�s grandes, las ten�a casi sobre su cara. Yo
segu�a calent�ndola. -No te sientas mal, Cristina... No importa como pas�. Si te
hac�a falta, yo te puedo comprender... Para eso est�n las amigas... A m� tampoco
me hab�a ocurrido - ment�- -algo as� con otra chica. Pero nos sentimos muy bien
y eso es lo que importa.- Me levant�, para que ella pudiera admirar mi
voluptuoso cuerpo en todo su esplendor. -�Te molestar�a si me saco la pollera y
la bombacha y me quedo desnudita? Porque me qued� muy mojadita con lo que
hicimos... hay que ver que yo no acab�... - dije, plantando la idea de la
reciprocidad en su cabecita. -�no-no acabaste... ?- -No, mi cielo, pero no
importa... claro que qued� calent�sima, porque vos me hiciste sentir mucho,
pero... - -�ca-calent�sima?- -Claro, tontita, �quer�s ver lo h�meda que me qued�
la conchita?- -no, si yo te creo... no hace falt... - Pero le chant� mi conchaza
frente a sus ojos, separando mis labios para que viera mi enorme cl�toris
enhiesto y gordo. Sus ojos se desorbitaron. - �Ma-madre m�a... que clitoritazo!-
tartamude� entreabriendo sus labios estupefacta. -�Gracias, mi cielito, �no
quisieras darle unos besitos para aliviarme?- y se lo acerqu� hasta que puso su
boca en "o" y comenz� a chup�rmelo. Ah� est�bamos, yo de pi�, ofreci�ndole mi
cl�toris y ella arrodillada, chup�ndomelo. La hora de la "ternura entre mujeres"
ya hab�a pasado. Y hab�a llegado la m�s desenfadada lujuria. Me tir� en el sof�
con las rodillas levantadas y abiertas. -As� vamos a estar m�s c�modas- le dije
-ven� a seguir chup�ndomelo. Pronto tuve su cabeza pegada a mi co�o, y chupando,
chupando, lamiendo, chupando.


La chica se hab�a puesto fuera de s�. Estaba sacando mucho
placer de su chupada, casi tanto como yo. Entonces cambi� nuestras posiciones, y
sent�ndome a horcajadas con mi concha sobre su cara, comenc� a moverla en
c�rculos lav�ndola con mis jugos. Cristina no daba abasto, chupando, lamiendo y
gimiendo. Y se corri� por tercera vez. -�Qu� barbaridad!- le dije enojada -�Otra
vez me dejaste de a pie! �Ahora me vas a tener que chupar el culo, como
castigo!- Y le sent� mi culo en su cara. Comenz� a lamerme el interior de las
nalgas, y el ojete. Yo le apretaba el culo contra la cara, pero me separaba lo
suficiente como para dejarla respirar, y volv�a a aplastarla.


-�Ay..., c�mo me calienta, mi cielo!- y le revolv�a el culo
sobre el rostro. Cristina se hab�a vuelto mi esclava sumisa. Nos pasamos el
resto de la tarde cogiendo, o m�s bien dicho, coci�ndomela una y otra vez. A eso
de las ocho de la noche me dijo que mejor dej�ramos, porque podr�a llegar su
novio, pero yo sab�a que el pobre deb�a estar tirado a pata suelta en su propia
cama, y que no hab�a la menor posibilidad de que se levantara por ese d�a. Y
como se pod�a ver que el pedido de ella ven�a m�s del lado del temor que de el
deseo, me puse en tren de seducirla, doblegando su voluntad con la m�a y
despertando nuevamente el deseo en su ya desordenada mente, continu�
seduci�ndola y subyug�ndola, hasta que volvi� a someterse absolutamente a m�.
"Total, si viene ese tarado- le dec�a entre besos- no le abr�s y listo." Y ella
se dej� hacer. Y empez� a correrse y a correrse. Y yo a frotarme sobre ella y a
correrme tambi�n. A las seis de la madrugada, las s�banas eran un chiquero, y
ella qued� hecha un estropajo de tanto placer dado y recibido. Si no cont� mal,
hab�a superado ampliamente los once polvos que su novio me hab�a echado el d�a
anterior. Yo creo que por lo menos se corri� 18 veces, pudieron haber sido m�s,
porque en algunos casos me distra�a con mis propios orgasmos. La dej� planchada
sobre la cama, completamente destruida. Como si un cami�n le hubiera pasado por
encima. Bueno, como si yo le hubiera pasado por encima. Ahora era mi esclava. Me
fu�, rebozarte de energ�a, para mi departamento. Me sent�a contenta y fuerte.


Y con su novio seguir�amos vi�ndonos, hab�a mucha leche por
sacarle. Y no iba a desperdiciar a ese esclavo. Y agot�ndolo as�, ya no podr�a
seguir con su pareja. Pero le hice jurarme que jam�s le contar�a lo nuestro,
sino no lo iba a dejar m�s que pusiera su cara bajo mi culo. Me jur� sin dudar
un segundo. Y a �l tambi�n lo conchi� a gusto, y fue el primero en beber mi pis,
y le culeaba la cara varias veces por encuentro, hasta que se iba a su casa
hecho una piltrafa.


Cristina nunca supo lo que pas�, pero no le importaba porque
se hab�a vuelto adicta a mi dominaci�n. As� que a ella tambi�n la ultrajaba
poni�ndola debajo de mis lugares bajos y satisfaciendo nuestros a�n m�s bajos
instintos.


Cuando no la ve�a a ella ni a su ex-novio, entraba al nene en
casa y le refregaba mi concha, mis tetas y mi culo por todo su cuerpito. Pero
eso s�, por lo menos una vez a la semana me iba a alg�n boliche para hacer que
se fuera en seco alguna v�ctima m�s, apret�ndolo implacablemente hasta que se
corr�a irremisiblemente.


Tengo mucho m�s para contarte, pero por hoy es bastante. �Que
tengas buenas pajas!



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Relato: Cuando mis melones apuntan... (1)
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