Mi sobrina parec�a haber nacido especialmente dotada para el
sexo. Puede sonar duro leerlo as�, pero es la pura verdad, desde que naci�
apuntaba maneras de viciosa, y la inocencia que se le supone a todo ni�o en ella
brillaba por su ausencia. Hija �nica, nieta �nica, mimada y consentida, mi
sobrina Gabriela era hija de mi �nico hermano, Manuel, y de su esposa Alicia.
Mientras que mi hermano se dedicaba a negocios de muebles, yo ten�a una pr�spera
joyer�a que era la mejor de la ciudad.
Gabriela se quedaba en mi casa largos periodos de tiempo,
puesto que sus padres trabajaban y mi madre adoraba a su nieta; me acotumbr�
desde el primer d�a a verla por mi casa, en su cochecito, tardes enteras, y
luego a verla gatear por toda la casa mientras mi madre se ocupaba de la casa.
�Qu� por qu� digo que Gabriela estaba dotada para el sexo?
Pues lo descubr� cuando ten�a tan solo siete a�os, ya ven, una edad de inocencia
en todas las ni�as ... menos en Gabriela. Yo estaba una tarde de verano sentado
en mi habitaci�n, con un pantal�n corto y una camiseta, leyendo una revista de
sexo y deleit�ndome con las fotos de una preciosa mujer foll�ndose a dos hombres
a la vez, y me estaba excitando por momentos, cuando sin darme cuenta me
encontr� con que mi sobrina entraba en el cuarto y se me encaramaba encima de
las piernas.
La mir� sorprendido. Yo ten�a 22 a�os, y me qued� de piedra
al ver como aquella mocosa de tres a�os se pon�a sentada a horcajadas sobre mi
sexo abultado con su vestidito rosa de verano y las piernitas abiertas. Me
miraba con una sonrisa divertida, mientras se frotaba arriba y abajo
r�tmicamente, era como si le gustase aquel roce de mi pene abultado bajo el
pantal�n rozando sus braguitas rosas una y otra vez, se agarraba con las manitas
a mi camiseta para poder moverse mejor, y yo la dej� hacer porque el roce
caliente de sus muslitos gorditos y el tacto suave de su vulvita restreg�ndose
sobre mi polla me estaba poniendo a cien.
�Qu� haces Gaby?�Te gusta? (dije yo bajito, casi sin
aliento).
Si tio, me gusta (susurraba ella entre risitas como
sabiendo que lo que hac�a era algo malo), est� rico y da gusto.....
�Me dejas ver lo rico que es eso que tienes ah� dentro
Gaby?
Ah�, si te dejo tito...
S�lo dej� de frotarse contra mi cuando met� mi mano despacio
dentro de sus braguitas rosas y con la punta de mis dedos acarici� sus labios
vaginales: estaban ardiendo de calientes, hinchaditos, mojados, pegajosos, sin
duda la peque�a se lo estaba pasando en grande y aquella era su primer orgasmo
derram�ndose entre mis dedos. Y cuando ya me sent�a a punto de perder los
papeles, salt� de mis piernas y se march� corriendo muerta de la risa, dej�ndome
alucinado y con una tremenda erecci�n que tuve que solucionar yo solo. Asi era
Gabriela.
Otras veces me sorprend�a con preguntas sobre sexo que no
sab�a como responder, o la descubr�a asom�ndose en el ba�o cuando iba a orinar
por ver si me pod�a ver el pene, o incluso un par de veces la sorprend�
masturb�ndose en su cuarto, la primera vez a los ocho a�os estaba en su cama y
se restregaba la almohada entre las piernas, y la segunda un a�o despu�s la
pill� tambi�n en su cama esta vez jugueteando con un mu�eco de peluche que se
frotaba una y otra vez entre las piernas. En ambos casos, acab� haci�ndome una
paja deliciosa en el cuarto de ba�o.
Gabriela me ten�a loco. Seg�n crec�a se iba haciendo m�s
bonita, m�s p�cara y m�s deseable para m�, con once a�os ya ten�a pechitos
peque�os que apuntaban bajo sus camisetas y una figura redondeada que me volv�a
loco.
La encantaba ponerse minifaldas, y agacharse delante de mi
provocadoramente para ense�arme el borde de sus braguitas, y a veces a�n siendo
mayor ya se pon�a a cabalgar a veces en mis rodillas sabiendo que aquello me
pon�a a cien, mir�ndome con una lascivia que me alucinaba en su edad.
Al f�n, un d�a, teniendo ella ya doce a�os y yo veintis�is,
estaba ya cerrando la joyer�a por la tarde cuando la vi entrar en la tienda, mi
madre hab�a salido y est�bamos los dos solos. Llevaba su uniforme de colegio,
con la faldita azul y la blusa blanca, y poni�ndose delante de mi me mir� muy
zalamera.
Tio, dentro de poco ser� mi cumplea�os, �qu� me vas a
regalar?
No se Gaby, �qu� te gustar�a?
Una pulsera de oro.
Eso es un regalo muy caro, nena, algo m�s sencillo.
�Puedo hacer algo para convencerte?
Yo conoc�a ya esa mirada de picard�a, esa carita de
zalamer�a, y antes de que pudiera responder me pidi� que le ense�ase por lo
menos las bandejas donde estaban las pulseritas de oro; saqu� varias bandejas, y
me sent� desconcertado detr�s del mostrador. Ten�a a la ni�a delante de mi,
d�ndome la espalda, miraba las pulseras embelesada parloteando de mil cosas, y
sin saber como me decid� a hacer lo que hac�a tiempo estaba deseando.
Miralas todas, Gaby, a lo mejor si eres una ni�a buena
quien sabe si me convences y todo para que te regale una....
Acarici� su larga melena rubia, baj� por su espalda, y me
detuve en su culito, era duro como una piedra, redondito, firme bajo la falda
escolar, era una delicia apretar aquellas nalgas duras y firmes, y not� como me
iba excitando m�s y m�s mientras ella se dejaba hacer como si nada.
Desabroch� su falda y cay� al suelo, entre sus calcetines;
met� mi mano dentro de sus braguitas blancas y fue una delicia notar que estaban
un poco mojadas, su piel suave se ofrec�a a mis dedos sonrosada y tibia, y
acarici� una y otra vez sus nalgas y su rajita sin atreverme a meter los dedos,
pero entonces ella se movi� de forma que abriendo un poco las piernas me
permitia el paso sin decir nada, y adentr� mis dedos entre sus labios calientes
y suaves acariciando su peque�o bot�n que estaba ya durito y ardiendo.
Me estas poniendo a cien, nena, sabes que tienes un
co�ito para com�rselo...
Baj� sus braguitas, y alz�ndola en mis brazos la sent� sobre
el mostrador; me miraba fijamente, con los ojos brillantes, y con una sonrisa
entreabri� las piernas. Su peque�o sexo ya con algunos pelitos en el pubis se me
ofrec�a goloso, y com� de auque manjar hasta hartarme, pasaba una y otra vez mi
lengua por su vulva caliente, bebi�ndome sus jugos, sinti�ndola palpitar y
moverse al ritmo de mi lengua, penetr� su vagina con mis dedos hasta notar el
tope de su virginidad, jugu� con su culito metiendo mi lengua una y otra vez
hasta sentirla correrse en mi boca.
Desabroch� su blusa y bes� aquellos peque�os pechitos apenas
abultados, mordisquee sus pezones y los lam�a hambriento viendo como se pon�an
duros como piedras, y loco de deseo la coloqu� boca abajo sobre el mostrador y
separ� sus piernas.
Te la voy a meter Gaby, te voy a hacer mujer, vas a ver
que rico, ese co�ito tiene que ser mio, me muero por follartelo....
�Me vas a hacer da�o? (susurr� ella jadeando de placer)
No te preocupes, no va a dolerte nada....
Por suerte ten�a un tubo de crema de manos en la tienda, y la
us� para untarme con ella la punta del pene, que de puro erecto parec�a a punto
de estallar, y unt� tambi�n la crema en su vagina ya hinchada y abierta como si
desease ser penetrada, y me bast� un empuj�n para penetrarla del todo, aquello
entraba como la mantequilla, suave y caliente, a cada empuj�n la notaba gemir y
jadear pidiendo m�s, era la ni�a m�s viciosa, la mas deseosa que jam�s me hab�a
follado, y a cada empuj�n de mi culo notaba como los huevos golpeaban su vagina
ya chorreante.
Damelo tio, damelo todo, asi, asi, follame, follame,
metemela dentro del todo, metemela.....
Cuando ya la not� tan dada de si que no me daba placer, saqu�
la polla de su vagina y empec� a jugar con su culito, aquello me cost� un poco
m�s, porque la crema no bastaba para dilatarlo, pero no pod�a pararme y de un
empuj�n reconozco que la hice llorar un poco, met� mi polla hasta el fondo de su
culito y era tan delicioso notar como palpitaba dentro de ella que enseguida me
corr� dentro de su culo derramando leche a borbotones que escurr�a por sus
piernas hacia abajo.
Aquello fue solamente el principio de mis relaciones con
Gaby. Ya os contar� como sigui� todo.