Relato: Las lecciones de mi alumno





Relato: Las lecciones de mi alumno

LAS LECCIONES DE MI ALUMNO


Lo que voy a contar sucedi� hace poco m�s de diez a�os. En
ese entonces yo ten�a 23 de edad y estudiaba el 8� semestre de mi carrera en una
prestigiosa universidad particular de la Ciudad de M�xico. Durante este tiempo,
y por ser yo estudiante becado, era ayudante de profesor, ya que en compensaci�n
de la beca que recib�a, adem�s de obtener buenas calificaciones deb�a auxiliar a
alg�n maestro de los primeros semestres revisando los trabajos de sus alumnos o
dando clase como su suplente, por lo que ya me hab�a acostumbrado a que tambi�n
a m� me dijeran "maestro", aunque la diferencia de edades fuera muy poca.



Comenzar� aclarando que de acuerdo con los est�ndares de mi pa�s, soy "g�ero",
es decir, de tez blanca, ojos caf� claro y cabello casta�o. Me considero alto,
mido 1.82 mts, y tengo buen cuerpo, pues me gusta mantenerme "en forma". En esa
�poca yo me consideraba heterosexual, incluso ten�a novia, planes de boda, y
varias admiradoras en la universidad, y aunque en el gimnasio al que asist�a, de
vez en cuando me llamaba la atenci�n el cuerpo de alg�n compa�ero, me parec�a
algo natural. Por otra parte, yo nunca hab�a cedido a ninguna tentaci�n sexual
con otro hombre, a pesar de que llegu� o o�r rumores de que el sauna pod�a
llegar a ponerse "muy animado". Ignoraba que todo mi panorama iba a cambiar en
un viaje.


Un d�a, a la profesora que yo ayudaba se le ocurri� hacer una
excursi�n al estado de Oaxaca con todo el grupo y me pidi� que la acompa�ara, a
lo que acced� pensando que pod�a resultar divertido. Despu�s de un largo viaje
en autob�s, en las primeras horas de la tarde llegamos al hotel donde nos �bamos
a hospedar. La profesora reparti� las habitaciones por pares y a m� me toc�
compartir habitaci�n con Fernando, uno de los alumnos.


Fernando es moreno, de ojos y cabello negros, y muy, muy
atractivo. Mide 1.78 mts. y es de complexi�n delgada, pero no flaco. En ese
entonces, �l ten�a 19 a�os de edad y yo no lo hab�a tratado mucho aunque, por lo
general, procuro llevarme bien con los alumnos. Lo �nico que sab�a de �l, era
que le encantaba la clase donde yo era maestro asistente y que sus compa�eras de
grupo se la pasaban coquete�ndole a pesar de saber que ten�a novia, porque, en
pocas palabras, Fernando era el m�s gal�n de su generaci�n.


Una vez en el hotel, Fernando se ofreci� a llevar mi equipaje
a nuestra habitaci�n, ya que yo ten�a que ponerme de acuerdo con la profesora en
algunos detalles del viaje, por lo que ella y yo nos fuimos a la cafeter�a a
revisar papeles. Como a la media hora, Fernando regres� a buscarme y le pregunt�
si todo estaba bien en el cuarto. Me dijo despreocupadamente que s� y me dio mi
copia de la llave antes de irse a pasear con un par de compa�eras que lo estaban
esperando. Recuerdo haber pensado que ojal� no se le ocurriera meter alguna de
sus "admiradoras" a escondidas a nuestro cuarto, ya que la novia, por ser de
otra facultad, no hab�a venido al viaje.


Poco m�s tarde llegu� a la habitaci�n, y not� sorprendido que
s�lo hab�a una cama (grande, de las king size), a pesar de que, al hacer las
reservaciones, la maestra hab�a solicitado habitaciones con dos camas. Pese a
mis reclamos, no pude hacer nada para corregir el problema, ya que el hotel
estaba lleno y no hab�a m�s habitaciones disponibles. En un principio no me
agrad� la idea de compartir cama con un alumno, pero como no quedaba otra opci�n
consider� que a fin de cuentas ser�a tan s�lo por un par de noches, y que adem�s
a Fernando la idea no parec�a haberle molestado, ya que no me hab�a dicho nada
al respecto.


Despu�s de desempacar mi ropa, acompa�� a la maestra a una
agencia de viajes para confirmar los tours que hab�amos planeado a Monte Alb�n y
Mitla, dos sitios arqueol�gicos de gran inter�s que hay en la zona y que
visitar�amos en los d�as siguientes. Nos equivocamos varias veces de direcci�n,
caminamos durante horas bajo el calor sofocante de la temporada y cuando
finalmente pudimos volver al hotel, ya era de noche y est�bamos agotados.


Al llegar a mi cuarto, descubr� que Fernando se hab�a
adue�ado del lado derecho de la cama y estaba despreocupadamente tirado encima,
en trusa y camiseta, viendo la televisi�n. Nos saludamos y yo me met� al ba�o
para refrescarme con una ducha. Para salir, me sujet� una toalla a la cintura.
Mientras me secaba el cabello con otra toalla, Fernando volte� a verme y me
dijo:


-Oye, est�s muy marcado, �qu� vas al gimnasio todos los d�as?


-Voy a veces �le respond�.


-Pues te ves muy bien, maestro� �con raz�n te traen ganas!
-Me dijo, y a�adi� un silbido de aprobaci�n.


A pesar de que yo no estaba acostumbrado a que otro hombre me
dijera un piropo, me pareci� que el comentario de Fernando no llevaba ninguna
intenci�n, por lo que s�lo le sonre�. Tras de vestirme, sal� de nuevo para
ayudar a la maestra a supervisar que todos los alumnos ya hubieran regresado al
hotel para avisarles a qu� hora llegar�a el autocar por nosotros al d�a
siguiente.


Cuando volv� a la habitaci�n, ya las luces estaban apagadas y
Fernando dorm�a profundamente en el lado derecho de la cama d�ndome la espalda,
por lo que sin hacer ruido me quit� la ropa, excepto la trusa. Esa noche el
calor era sofocante, y como el aire acondicionado no ayudaba mucho a refrescar
el ambiente, hice a un lado la mitad de las s�banas que me tocaban y me acost�
boca arriba.


Comenzaba apenas a conciliar el sue�o cuando sent� una mano
de Fernando en mi hombro. No le di importancia, pues es normal que uno en la
noche cambie de posici�n constantemente, pero cuando despu�s su mano empez� a
acariciarme los pectorales y el abdomen, me alarm� y me puse tenso� en m�s de un
sentido. Independientemente de si Fernando estaba dormido o despierto, yo no
daba cr�dito a lo que estaba pasando, pues era la primera vez que un hombre me
tocaba as�; pens� que quiz� mi alumno estaba teniendo un sue�o h�medo e
imaginando que estaba con su novia. Pero como sus caricias se sent�an muy bien y
me empec� a excitar, lo dej� hacer y decid� que si �l se despertaba, yo me har�a
el dormido.


A los pocos minutos, Fernando baj� su mano a mi entrepierna,
y pens� que al sentir mi pene, que ya estaba erecto y levant�ndome la trusa con
ganas de salirse, mi alumno se despertar�a. Cu�l no ser�a mi sorpresa cuando de
pronto Fernando se incorpor� en la cama y comenz� a llenarme de besos el pecho
mientras me sobaba la verga. En semejante situaci�n ya era imposible hacerme el
dormido o suponer que �l lo estuviera, por lo que me incorpor� y lo detuve
dici�ndole:


-�Oye, �qu� te pasa�?! �Qu� crees que soy? �Yo tengo novia!


Fernando, sin perder la calma, encendi� la luz, sonri� y me
dijo:


-Yo tambi�n� pero no te hagas el pendejo, bien que te est�
gustando, se te nota.


Entonces me di cuenta de que �l estaba desnudo, y mientras
contemplaba su cuerpo con sorpresa (era casi lampi�o y muy, muy sensual),
Fernando aprovech� mi distracci�n y sin el menor pudor le dio un apret�n
lujurioso a mi verga. Yo le avent� la mano, pero �l volvi� a ponerla encima,
acarici�ndomela con suavidad, y dici�ndome:


-Si te gusta, d�jate� Adem�s, esto va a quedar entre
nosotros, �no?


No pude negar que Fernando ten�a raz�n: Mi respiraci�n
agitada demostraba que me estaba gustando mucho, y la tentaci�n de seguir
experimentando esas nuevas sensaciones, crec�a en m� tanto o m�s que mi verga�
Pero no por eso yo dejaba de ser su maestro, por lo que me sent� obligado a
a�adir, haci�ndome el estricto y el ofendido:


-No, Fernando, p�rale. Date cuenta de que yo...


�l no me dej� terminar la frase. Me bes� en la boca
meti�ndome su lengua. La sensaci�n fue todav�a m�s excitante, y aunque trat� de
resistirme durante unos segundos, el deseo me gan� y ya no me pude controlar.
Respond� chup�ndole la lengua con mi boca mientras acariciaba sus nalgas morenas
con una mano y su pecho con la otra. Mi primer hombre en la cama me estaba
resultando tan inquietante como delicioso.


Pese a que Fernando era cuatro a�os m�s joven que yo, parec�a
tener m�s experiencia en el arte de seducir, y sobre todo, menos inhibiciones:
en un momento ya lo ten�a encima de m�, su pecho sobre el m�o, su verga sobre la
m�a. Su piel era muy suave y sus besos muy ardientes. Pas� su lengua con
delicadeza por cada parte de mi cuerpo, chup� mis tetillas y llen� de besos mi
abdomen, el cual parec�a excitarlo especialmente. Despu�s me baj� la trusa y la
tir� al suelo, dejando al aire mi verga (que no es por presumir, pero desde
adolescente mi herramienta ha sido mi orgullo, ya que es de muy buen tama�o y
bastante gruesa) la cual ya dejaba ver en su punta una gotita cristalina de
l�quido preeyaculatorio que Fernando recogi� y sabore� con su lengua; luego
lami� mi verga desde la base hasta la punta y despu�s, primero uno, luego el
otro, mis huevos, para terminar trag�ndose todo mi palo de un solo bocado y sin
incomodarse siquiera cuando le lleg� hasta el fondo de la garganta. �El alumno
era todo un maestro�!


Fernando chupaba con tal maestr�a -parec�a mamarme a la vez
con la boca y con la garganta- que de pronto me descubr� gimiendo de placer,
hundi�ndole los dedos en el cabello, sujetando su cabeza contra mi pubis y
deseando que el gozo que su boca (obviamente experta en esto) me estaba dando,
no terminara nunca. Con los ojos entrecerrados de placer, Fernando sub�a y
bajaba la cabeza, haciendo vac�o con la boca sobre mi verga mientras se apartaba
lentamente de mi pubis, dejando s�lo el borde de mi glande entre sus labios,
para despu�s volver a trag�rsela toda de un solo golpe. Como a los veinte
minutos de una mamada tan exquisita como yo no hab�a conocido otra, sent� que mi
orgasmo ya ven�a en camino y le advert�, entre jadeos:


-Fernando, voy a venirme, qu�tate�


Pero �l, en vez de retirarse, aceler� el ritmo y muy pronto
me vine a chorros en su boca; fue la venida m�s abundante que yo hab�a tenido en
mi vida, y cuando �l sinti� el primer golpe de semen sobre la lengua, se puso a
mamar con m�s ganas y se bebi� toda mi leche sin derramar una gota. Para
entonces, yo ya estaba retorci�ndome y aullando de placer� y vali�ndome madres
si alguien me o�a.


Cuando finalmente se sac� mi verga de la boca, di un respingo
de lo sensible que hab�a quedado, pero Fernando todav�a se puso a recoger con la
lengua las pocas gotas de semen que continuaban sali�ndome. La sensaci�n se
volvi� casi insoportable y yo volv�a a respingar a cada leng�etazo suyo, por lo
que le rogu� que me dejara descansar unos cuantos minutos, ya que sent�a que me
iba a dar un infarto de la pura excitaci�n. Fernando se apart� un poco, me
revolvi� el cabello, me dio un beso largo y profundo que sab�a a restos de
semen, y me dijo:


-�Verdad que est�s contento de que no te haya hecho caso
cuando me dijiste que no quer�as�?


-Eres un cabr�n- le dije entre resuellos- Un cabroncito bien
hecho.


-Pero bien que te gusto, �a poco no? -me contest�, vanidoso-
Te pusiste como loco, maestro� �No me vas a dar las gracias?


No me qued� m�s remedio que sonre�r y volver a besarlo. Es
una sensaci�n extra�a pero placentera besar a otro hombre en la boca. Es otro el
sabor de su saliva, es otra la textura de sus labios. Nada m�s de pensar que
estaba haciendo algo prohibido, me daban ganas de no dejar de besarlo nunca. �l
volvi� a acariciarme y a acercarme su cuerpo, entrelazando sus piernas con las
m�as.


En ese momento son� el tel�fono. Los dos nos miramos entre
sorprendidos y divertidos, pues comprendimos al momento la raz�n de la llamada.
Respir� hondo antes de contestar. Era la profesora. Alguien le hab�a avisado que
hab�a o�do gritos en mi cuarto y quer�a saber si est�bamos bien. Le invent� que
me hab�a golpeado una espinilla contra un mueble, pero que no hab�a pasado a
mayores. Se ofreci� a llamar a la recepci�n para que mandaran al m�dico de
guardia, y desisti� hasta que le asegur� una y otra vez que yo estaba bien, que
incluso ya estaba por dormirme cuando entr� su llamada. Finalmente nos deseamos
buenas noches y colgu�. Ni Fernando ni yo aguantamos la risa.


-�Ya ves, por escandaloso? -me dijo.


-No, �ya ves t�, por mamarla tan bien? -le contest�- Fue tu
culpa.


Volvimos a re�r, tratando de no hacer mucho ruido.


Quedamos silenciosos y quietos por unos minutos, como
considerando lo que hab�amos hecho y lo bien que la hab�amos pasado (sobre todo,
yo, hasta el momento), luego Fernando se incorpor�, se mont� sobre mi pecho y
puso su verga, que segu�a estando dura, frente a mi boca dici�ndome:


-Te toca.


Me puse nervioso.




-Pero no s� como. Nunca lo le hecho.


-Yo te voy a ense�ar� Ahora yo soy el maestro y t� el alumno.


Para ser sincero, no me agrad� mucho la idea de mamarle la
verga (yo segu�a con la idea de que era completamente heterosexual a pesar de lo
que acababa de hacer con �l), pero pens� que no me pod�a negar a corresponderle
despu�s del infinito placer que acababa de darme. De pronto me entr� una especie
de resaca moral. No s�lo hab�a traicionado a mi novia, sino que lo hab�a hecho
con uno de mis alumnos (�y adem�s, de mi mismo sexo!), por lo que, pasada la
excitaci�n, estaba comenzando a sentirme confundido y culpable.


-Por favor� -me rog� en un susurro- Ver�s que tambi�n te va a
gustar�


Luego a�adi�, p�caro:


-Pocas cosas son tan ricas como la verga. �A poco no se te
hace agua la boca nom�s de verla parada�?


El cabroncito estaba decidido y dispuesto a recibir el mismo
placer que �l me hab�a dado. Era justo, pens�. A final de cuentas, todas las
barreras que hab�an existido entre nosotros se hab�an roto como una hora antes y
ya no hab�a marcha atr�s. Adem�s su verga, parada casi vertical frente a su
vientre y pulsando dur�sima a unos cuantos cent�metros de mi cara, se ve�a muy,
muy tentadora. Era una verga como de unos diecis�is cent�metros, no tan larga ni
tan gruesa como la m�a, pero bell�sima y jugosa, m�s morena que el resto de su
cuerpo y con una cabeza roja y brillante que chorreaba un l�quido pegajoso y
transparente sobre mi pecho, del que se desprend�a un olor excitante, capaz de
volver loco a cualquiera. ��Qu� estaba pasando conmigo, que comenzaba a pensar
cosas como estas?!


Decid� no resistirme. Con una mano baj� su verga hasta mis
labios y empec� a leng�etearle la punta. Con gran entusiasmo de su parte,
Fernando comenz� a darme instrucciones sobre c�mo trag�rmela. Me la met� a la
boca y debo admitir que su textura me encant�: dura en el tronco, suave en la
cabeza, firme, c�lida y aterciopelada. "Pocas cosas son tan ricas como la verga"
pens�, d�ndole la raz�n nuevamente. El sabor no era malo, al contrario; y el
olor ligeramente �cido de su pubis me pareci� muy excitante. Comenc� a
mam�rsela, y �l, a meterla y sacarla de mi boca moviendo las nalgas sobre mi
pecho (lo que hizo que mis tetillas se pararan, lo recuerdo perfectamente). La
primera vez que su glande toc� el fondo de mi garganta, sent� una arcada
involuntaria de n�usea, pero �l me dijo:


-Calmado� piensa que te quieres tragar un bocado de algo.
Av�sale a tu boca que lo que va a comerse, es muy rico. Y cuando te toque el
fondo de la garganta, �brela para recibirla adentro, ya ver�s que no es dif�cil,
en un ratito vas a acostumbrarte.


Para mi sorpresa, una vez m�s mi maestro ten�a raz�n. Mi
garganta se abri� y me tragu� su palo hasta los huevos. Cuando los vellos de su
pubis tocaron mis labios y la punta de mi nariz, me sent� orgulloso de mi
haza�a. Fernando entrecerr� los ojos, fascinado, y me dijo, en un resuello de
gozo:


-Papito� eres un genio.


Lo mam� con ganas, con verdadero gusto, sinti�ndome
calient�simo de hacerlo, m�s caliente de lo que me hab�a sentido nunca con
ninguna mujer. Nunca antes me hubiera imaginado que hacer algo as� fuera tan
delicioso; estaba tan excitado de mamar mi primera verga que no pod�a detenerme.
Descubr� que me hab�a aprendido, como por instinto, todos los trucos de
Fernando, quien ya estaba literalmente cogi�ndose mi boca, pues se hab�a
inclinado sobre mi pecho apoyando sus dos manos en la cabecera de la cama y me
met�a y me sacaba su verga mascullando cosas entre dientes mientras gem�a de
placer.


Pronto recib� mi premio. Sin avisarme, Fernando eyacul�
dentro de mi boca, su leche caliente y espesa cubri� mi lengua y mi paladar.
Luego pens� que, en mi calentura por la verga de Fernando, yo no me hab�a
detenido ni un momento a pensar si el sabor de su semen pod�a gustarme o no,
pero ya lo estaba probando y me parec�a exquisito (y me lo sigue pareciendo,
ojal� hubiera una bebida con el sabor y la textura del semen).


Luego de descansar un rato de la segunda ronda, Fernando me
pidi� que se la metiera. Al principio no entend� y me acomod� dispuesto a que
volviera a mam�rmela, pero �l me aclar� que se refer�a a que lo penetrara por el
culo. Su propuesta debi� inquietarme m�s, pero yo ya estaba decidido a hacerle o
a dejarme hacer lo que �l me pidiera: despu�s de todo, mi verga ya hab�a sido
suya y la suya, m�a, y el placer en ambos casos hab�a sido enorme. Fernando me
pidi� ponerme en cuclillas mientras buscaba algo en su equipaje. Regres� con un
tubo de vaselina para manos, lo dej� sobre la cama al alcance de mi mano, se
recost� frente a m�, abri� las piernas y puso sus pies sobre mis hombros. Sus
nalgas duras, con un vello muy fino y escaso, y el bot�n moreno de su ano
cerradito y antojoso se mostraron ante m�. Descubr� que a esas alturas yo ya
hab�a perdido todo el pudor, pues la vista de su culo esperando ansioso mi
verga, me excit� mucho. Nuevamente comenz� a darme instrucciones, pero lo
interrump� y le dije:


-Oye, cabroncito: de esto no necesitas explicarme nada, ya lo
he hecho muchas veces�


-S�, pero con mujeres, -me dijo- entre hombres, es diferente.


Me dej� perplejo.


-�Diferente c�mo? -Le pregunt�.


-El culo est� m�s apretado que el co�o. Necesitas lubricarte
bien y luego lubricarme a m�.


Deb� haber puesto cara de que no entend�a, porque Fernando,
impaciente, tom� el tubo de vaselina y me lubric� la verga de arriba abajo.
Luego se embadurn� abundantemente un dedo, y meti�ndoselo en el ano, se lubric�
por dentro.


-Ahora s� �me dijo- ll�gale�


No me hice del rogar y comenc� a tratar de meterle la verga,
pero aunque la ten�a parad�sima, mis intentos fracasaban porque Fernando ten�a
el culo muy cerrado.


-Esp�rate -me dijo- la tienes muy gruesa; tengo qu� pujar
m�s...


-�Pujar c�mo? �le pregunt�.


-Para que te entre, tienes qu� hacer como cuando vas al ba�o.
As� el culo se relaja y es m�s f�cil. T� d�jame, quedamos en que ahora yo soy el
maestro� �Y sonri�, p�caro. Su sonrisa ya me estaba encantando.


Fernando puso mi verga contra su ano, con las manos me tom�
de las caderas, me jal� hacia �l, yo empuj� y por fin la cabeza de mi verga se
hundi� en su culo. La sensaci�n fue tan intensa que perd� el aliento. �l hizo un
gesto de dolor y cerr� los ojos apretando los p�rpados.


-�Te lastim�? �Le pregunt�, preocupado.


-S�, pero vas a met�rmela toda para que valga la pena. En un
rato se va el dolor y comienza el goce� pero yo te voy a decir cu�ndo le sigues,
�okey�?


Me qued� quieto unos minutos, contemplando fascinado el lugar
donde nuestras carnes se un�an. Era como si su verga dur�sima fuera la
continuaci�n de la m�a pasando a trav�s de su cuerpo; como si los dos fu�ramos
un solo hombre a pesar de la diferencia del color de nuestra piel. Me puse a
acariciarlo, lo sent�a de veras m�o, las pulsaciones de su culo abierto se
sent�an deliciosas alrededor de la cabeza de mi verga, y hasta pens� que iba a
venirme de nuevo sin moverme y sin siquiera haberlo penetrado por completo.


No hab�an pasado cinco minutos cuando Fernando sonri�, abri�
los ojos y empuj� su culo contra mi verga, que le entr� hasta la mitad.


-Est�s riqu�simo �me dijo- siempre lo sospech�. Por eso le
pas� una lana al g�ey de la recepci�n para que nos cambiara el cuarto�


Qued� boquiabierto.


-�Entonces, esto lo planeaste, cabroncito? �le dije,
haci�ndome el ofendido.


�l asinti�, malicioso.


-Y no me arrepiento.


-Tampoco yo, �le dije- pero vas a pagarme la travesura.


Y arremet� contra su culo. En un inicio, Fernando se retorc�a
de dolor, pero muy pronto fue de placer. Cuando cre� que ya no pod�a met�rsela
m�s, �l baj� sus piernas de mis hombros y las puso tras de mis nalgas para
empuj�rmelas y obligarme a empalarlo hasta el fondo. Mis huevos tocaron sus
nalgas, y los suyos, con su verga parad�sima apuntando hacia mi ombligo y
chorreando como nunca, descansaron arriba de mi pubis. De nuevo cerr� los ojos y
se relami� de gusto.


-Qu� rico te sientes adentro de m� No tienes idea, cabr�n�


Me sent� orgulloso. Yo sab�a que ten�a muy buena verga, pero
nunca me imagin� que otro hombre me lo llegar�a a decir. Mientras se la met�a y
sacaba, �l me acariciaba el pecho, excitad�simo. Luego comenz� a pellizcarme las
tetillas. Yo iba de sorpresa en sorpresa, pues el dolor del pellizco hizo que me
excitara m�s y arremetiera contra su culo con m�s fuerza. Fernando bramaba de
placer.


-�S�, pap� s�; d�mela toda, r�mpeme el culo, papito, es
tuyo, dame m�s fuerte, cabr�n�! �C�geme como macho, hijo de la chingada�!


Sus obscenidades me enervaron a tal punto que perd� todo
control y me volv� una m�quina de coger; ya no me import� si le dol�a o no: su
culo era m�o y �l iba a sentir lo que era provocar a una verga como la m�a. La
cama se sacud�a con violencia y todo a mi alrededor parec�a desaparecer,
esfumarse. Lo �nico que hab�a en el cuarto, en el hotel, en todo Oaxaca, en todo
el mundo, era mi verga, dur�sima y gruesa como nunca, entrando y saliendo con
fuerza de ese culo del que yo iba a asegurarme que ya nunca volviera a ser tan
apretado como antes. Era el �xtasis, el infinito, el universo de dos machos
cogiendo enfurecidos. Mi sudor escurr�a a chorros en mi cuerpo, y el suyo
formaba arroyos sobre su pecho, empapando la cama.


De pronto, Fernando solt� un gemido largo y agudo, y comenz�
a venirse sin haberse siquiera tocado, ya que sus manos aferraban las s�banas y
el colch�n para evitar que yo lo tirara al suelo. Su venida fue tan potente que
luego descubr� que los dos primeros chorros de semen le hab�an llegado hasta el
cuello.


La excitaci�n de verlo transfigurado por el placer y los
apretones que los m�sculos de su esf�nter me dieron en la verga cuando se vino,
me hicieron acelerar el ritmo y en un momento ya tambi�n me estaba viniendo
adentro de �l, llen�ndole el culo de leche de hombre. Mi orgasmo fue m�s
poderoso que el anterior y comenc� a temblar como pose�do. Finalmente ca�
exhausto sobre �l, empap�ndome el pecho de sudor y de semen.


Fernando acerc� su boca a la m�a y me bes� como desesperado.
Luego comenz� a llorar y me asust�.


-�Te hice da�o? �Le pregunt� en un susurro.


-Mucho, cabr�n� Much�simo, porque ya no s� que voy a hacer
sin ti.


Y volvi� a llorar y a besarme. Me dispuse a sacarle le verga,
pero me detuvo oprimi�ndome contra �l.



-No me la saques� qu�date as� todo el rato que puedas. �Me
suplic�.


-�Pero no te molesta? �Le pregunt�.


El neg� con una sonrisa deliciosa y los ojos anegados en
l�grimas.


-Pero si est�s llorando� �Le dije, como un est�pido.


-�Nunca has llorado de felicidad, cabroncito?


Estaba a punto de contestarle que no, cuando sent� que
tambi�n comenzaban a sal�rseme las l�grimas. Llor� sobre su pecho, acariciando
su cabeza, y entre dos peque�os espasmos de llanto, experiment� una sensaci�n
ins�lita de gran paz interior. No s� si estar dentro de Fernando era estar en el
cielo, pero se parec�a mucho.




Por fin nos calmamos. Con gran agilidad y sin dejar que mi verga se le saliera,
Fernando se acomod� de tal forma que qued� con medio cuerpo encima de m�, de la
cintura para abajo. Nos abrazamos y empezamos a platicar.


-�Y qu� cara le vas a poner a tu novia cuando la veas? �me
pregunt� con su picard�a caracter�stica- �Vas a atreverte a verla a los ojos
cuando le has sido tan, pero tan infiel conmigo?


-�Cu�l novia? �le pregunt� a mi vez- Ahora tengo novio.


-Yo tambi�n. �Me dijo antes de volver a besarme, esta vez con
una ternura tan grande que sent� que el coraz�n se me sal�a del pecho.


Y era cierto, porque yo me hab�a enamorado de �l, quiz� no a
primera vista� pero s� a primera cogida. Finalmente nos gan� el sue�o y nos
quedamos dormidos en esa posici�n, abrazados y acoplados. Cuando despertamos en
la ma�ana mi verga segu�a adentro de Fernando. Y segu� empal�ndolo incluso
cuando nos levantamos y nos metimos a la ducha. Bajo la regadera volv� a
cog�rmelo mientras el agua se llevaba los restos de nuestra primera noche de
amor. Los dos d�as de viaje se nos convirtieron en una verdadera luna de miel, a
ambos se nos hac�a tarde para regresar a la rec�mara del hotel y volver a
besarnos, a mamarnos las vergas y a cogernos. S�, a cogernos, porque a la
siguiente noche, Fernando tom� posesi�n de mi culo... y yo conoc� un nuevo
placer que hasta la fecha me encanta y que nunca me hubiera imaginado que
existiera: el orgasmo anal.


Bueno, pues yo ya no era heterosexual. O quiz� nunca lo hab�a
sido, y tuvo qu� llegar un alumno a mi cama y a mi vida para que pudiera darme
cuenta. Es casi in�til aclarar que termin� mi compromiso con mi novia regresando
del viaje y que Fernando hizo lo mismo, pues ahora nuestros corazones ten�an
nuevo due�o.


Nuestro amor dur� cinco a�os deliciosos, hasta que Fernando
tuvo qu� irse a estudiar un postgrado a Europa. A pesar de que �l no quer�a
dejarme (pues yo acababa de comenzar en un buen empleo y no pod�a acompa�arlo),
yo le insist� en no desaprovechara la ocasi�n de estudiar m�s y prepararse
mejor. Sabiendo que los celos no nos iban a dejar en paz, preferimos terminar la
relaci�n con la promesa de que si al regresar �l, los dos segu�amos am�ndonos,
la continuar�amos. Pero a los seis meses, Fernando me escribi� avis�ndome que
hab�a conocido a alguien� y que se estaba enamorando. Acept� mi p�rdida en buena
lid. Siempre fuimos honestos uno con otro, y no dudo que si alg�n d�a �l regresa
(pues se qued� a vivir all� con su nueva pareja), nos dar� gusto volver a vernos
y seremos muy buenos amigos.


Fernando, si por casualidad est�s leyendo esto, sabr�s qui�n
soy y recordar�s lo maravillosa que fue esa primera noche. Fuiste mi primer amor
masculino, y de alguna forma, nunca, NUNCA, te dejar� de amar.


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Relato: Las lecciones de mi alumno
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