Relato: Mar�a C., la mujer de nuestro amigo, paga sus deudas (Segunda Parte) |
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Relato: Mar�a C., la mujer de nuestro amigo, paga sus deudas (Segunda Parte) Sentado en la cama tras haber acabado en la garganta de Celina, me dispuse a admirar el Panorama. F. completamente desnudo ya, ten�a contra la pared a la mina, y no paraba de bombearle bien adentro de su boca. Celina asum�a las embestidas con una cara de petera infernal. Se atragantaba, escup�a, y segu�a tragando pija. Era incre�ble. Y pensar ue durante a�os Celina hab�a sido la obsesi�n de todos los que la conoc�amos. Ya no ten�a el lomo que se cargaba cuando se cas�, pero segu�a siendo un bomb�n infernal.
Me acerqu� a ellos cuando me pareci� que F. se acercaba a terminar. Sus jadeos, y el hecho de que parec�a querer atravesarle la garganta y llegar a la pared a fuerza de pijazos, me dio la pauta que acababa. Colou� mi mano tras la nuica de Celina, y la empuj� bien contra la pija de F, que acab� bien adentro de su boca. La pobre de Celina no lo aguant�. Mientras mi amigo segu�a terminando, la pobre se corri� a una lado y vomit� parte del champagne mezclado con una buena cantidad de la leche con la que la hab�amos inundado en nuestras primeras acabadas.
En cuatro patas, sus tetas, escapadas del vestido, colgaron puntiagudas hacia el piso, mientras su breve vestido se levant�, dejando su culo apenas cubierto por una tanga blanca que se hund�a ente sus gl�teos.
_Mir� el culo que tiene la guacha!_ exclamo, asombrado, F.
Asent� y comenc� a sobarle las nalgas, levant�ndole al todo el vestido mientras ella se limpiaba los restos de v�mito y semen de su boca.
Con una mano se limpiaba, con la otra intentaba separarme, para evitar lo evidente: ya hab�a corrido su tanga, y el descubrimiento de una concha depilada y completamente mojada me invitaba a empalarla ah� mismo.
Aprovechando su posici�n, la tom� de los hombros y, con mi pija m�s empinada de lo que jam�s lo hubiera estado, la enterr� profundamente en su concha.
_AHHHHHHHHH, cabr�n, me vas a partir......
Me grit�, pero tras mis primeros embates, ella sola comenz� a empujar para clavarse sola. Mientras, yo embest�a con fuerza, ara�aba su espalda..., y segu�a clavandola con toda la brutalidad posible. A punto de acabar, la gir� dej�ndola boca arriba, con las patas bien abiertas.
Sus pezones, duros, su cara de absoluta lascivia, sus gritos y gemidos, me hicieron acabar nuevamente, esta vez sobre su vientre.
Jadeabamos ambos, yo me sent�a temblar, ella parec�a demayada, cuando siento la vos de mi amigo quien, empinado a m�s no poder, se acerca a nosotros y me dice:
_Correte, ahora es mi turno.
(Continuar�)
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Relato: Mar�a C., la mujer de nuestro amigo, paga sus deudas (Segunda Parte)
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