JULIA
Fui caminando por la Gran V�a hacia la tienda de decoraci�n
que me hab�an recomendado en el trabajo. Ya hac�a dos meses que me hab�a
trasladado a mi nueva casa y a�n no la hab�a decorado decentemente. Mi trabajo
no me lo permit�a y tampoco ten�a mucha mano con esas cosas.
As� que hablando y hablando con mis compa�eros de trabajo, me
recomendaron La Espiga, una peque�a tienda de decoraci�n, abierta recientemente.
La tarde era lluviosa y mis pies se estaban empapando. La gente caminaba bajo
sus paraguas. Al fin, llegue a la puerta de la tienda. Las exposiciones de
diferentes habitaciones que hab�a en el escaparate combinaban una decoraci�n
moderna, casi minimalista, con elementos antiguos y r�sticos. Yo no ten�a
ninguna idea preconcebida, ni ganas que ten�a, as� que entr� con la
predisposici�n de acabar aquella misma tarde con aquello.
S�lo hab�a una chica atendiendo a una pareja muy joven,
mostr�ndoles las diferentes telas con la que pod�an forrar un sof�. Como vi que
tendr�a que esperar un rato, me entretuve mirando la tienda. Ofrec�a un
sentimiento de calidez la forma de colocar los diferentes objetos: las sillas,
mesas, cortinas, lamparas, etc. Todo estaba dispuesto para que tu lo conjuntaras
y crearas un hogar, tu propio hogar. Mientras lo miraba todo con una
sorprendente curiosidad, miraba tambi�n de reojo a la decoradora. Rondar�a los
treinta y tantos, como yo. Su pelo negro, corto, la hac�a parecer mas joven,
pero las peque�as arrugas que brotaban mejillas al re�r, denotaban su edad. No
era muy alta, pero sus piernas estaban bien moldeadas, as� como su culito,
resping�n bajo la falda. Su pecho era poderoso y su cintura, de avispa. Era una
mujer muy atractiva. Adem�s, hab�a algo en ella que me resultaba familiar, pero
no sab�a exactamente el que.
Por fin, la pareja que estaba antes que yo decidi� la tela
para su sof� y la decoradora se desped�a de ellos. Los acompa�� a la puerta y
colg� el cartel de cerrado. Se acerc� hacia mi. Su perfume era embriagador y por
un momento me despiste mirando sus brillantes ojos azules.
Hola. Perdona que te haya hecho esperar
Oh, no pasa nada.
Dime, que deseas.- me dijo mientras me indic� que la
siguiera a su mesa.
Me acabo de comprar un apartamento y me gustar�a que me
dierais alguna ideas para decorarlo.
De acuerdo. Aqu� podemos decor�rtelo �ntegramente, si lo
deseas. O s�lo algunas habitaciones. Vamos, que hacemos lo que quieras.
�Tienes alguna idea de c�mo lo quieres?
Pues no, la verdad. No es algo de lo que nunca me haya
preocupado. Soy un poco desastre, jajaja.
Jajaja.- se ri� y ech� para atr�s su cuerpo. Nos
estabamos relajando.- Pero al menos sabr�s si te gusta m�s un estilo
cl�sico, o moderno.
S�lo se que no quiero limpiar demasiado, jajaja.
Jajaja. Si, eso nos pasa a todas. Yo te recomendar�a algo
moderno. Algo que no sea muy enrevesado ni con muchas florituras. Algo
pr�ctico. �Qu� te parece?
Muy bien.
Antes de nada, tendr�a que ir a tu apartamento para verlo y
hacerme una idea, medirlo....todas esas cosas.
De acuerdo.
A ver, �c�mo te llamas?
Ana Alvarez.
Tu segundo apellido, Ana.
Rosado.
Ana Alvarez Rosado...�de qu� me suena ese nombre?
No s�.
Ana...Espera, �estudiaste en las clarisas?- me pregunt�
con los ojos muy abiertos.
Si
�En las de la Calle Mayor?
Si
�Cu�ntos a�os tienes?
Treinta y dos.
�Joder! Soy Julia Borrell. Estaba en tu clase.
La verdad es que me sonaba tu cara....�Claro! �Julia!-
ahora ca�a, era mi compa�era de clase en el internado.- �Qu� casualidad!
�Cu�nto tiempo?
Pues si. Como me alegro de verte. �Qu� tal te va?
Bien, ya ves, me he comprado un apartamento, jajaja.-
re�amos las dos. Estabamos muy contentas las dos.- Y me cas�, hace cinco
a�os.
�Y c�mo est� tu marido?
Pues muy bien, supongo. Me divorci� hace tres mes meses.
Lo siento.- se hab�a quedado de piedra.
No pasa nada. Era un cabr�n. Es lo mejor que he hecho en mi
vida, jaja. Y tu, �est�s casada?
�Yo? Que va. Soltera por ahora.
Tu si que sabes, Julia, jajaja.
Jajaja. �Qu� alegr�a!
Y tanto. Esto tenemos que celebrarlo, Julia. Ya que tienes
que venir a medir mi apartamento, �por qu� no vienes ma�ana por la noche y
as�, te invito a cenar?
Vale, perfecto.
Un rato m�s tarde, tras darnos los n�meros de tel�fono y todo
eso, nos despedimos. Hab�a sido todo una sorpresa agradibil�sima el volvernos a
ver. Julia hab�a sido una de mis mejores amigas en el internado de las Hermanas
Clarisas, donde estudi� BUP antes de la universidad. Pero despu�s de que
expulsaran a Julia, perdimos poco a poco el contacto y as� hab�an pasado casi
veinte a�os. Pero ahora volver�amos a tenerlo.
Cuando llegu� a casa, estaba rendida. Me met� en la ducha
directamente, tom� una cena ligera y me acost�, ya que ten�a que madrugar al d�a
siguiente. Ya en la cama, a oscuras, empec� a recordar los d�as del internado.
Los juegos con las chicas, los primeros pitillos, los primeros chicos y todas
esas cosas. Julia era la m�s atrevida, la que hac�a todas las trastadas. Era
como una de las lideres de las chicas. Me re�a en silencio de las cosas que
hac�amos. Y as� record� el d�a de la expulsi�n de Julia. Yo era una de las pocas
personas, contadas con los dedos de la mano, que sab�an la raz�n por la que
expulsaron a Julia.
Todo ocurri� una noche de verano del �ltimo curso de
internado. Marisa, otra compa�era, y yo salimos a fumar un cigarrillo a la
ventana del descansillo de la escalera. Habl�bamos de las cosas que har�amos ese
verano. Despu�s de acabarnos el cigarro, Marisa volvi� a su habitaci�n, pero yo
ten�a que ir al ba�o. El del piso de las chicas estaba estropeado, as� que sub�
al del piso de las monjas. Estaba m�s o menos a la mitad del piso, as� que fui
de puntillas, intentando no hacer ruido. Cuando ya casi llegaba, vi una luz que
sal�a de una habitaci�n, que ten�a la puerta entreabierta. Yo era un poco
curiosa as� que me asom� un poco. Lo que vi me dej� petrificada. All� estaba
Julia y la hermana Rosa, bes�ndose, en pijama. (La hermana Rosa era la m�s joven
de las monjas y era muy maja y estaba siempre con nosotras, nos ayudaba en las
actividades y esas cosas. Era muy guapa y con muy buen tipo. Casi todas las
chicas la envidi�bamos por eso. No entend�amos porque era monja siendo as� de
bella). La hermana Rosa amasaba el culo de Julia por dentro del pantaloncito del
pijama. Se besaban con pasi�n. La hermana Rosa la quit� la parte de arriba del
pijama y la toc� las tetas. Se agach� un poquito y empez� a besarle los pezones
a Julia. Despu�s la tumb� en la cama y le quito el pantal�n, quedando el co�o de
Julia al descubierto. La hermana Rosa se quit� el camis�n que llevaba, mientras
Julia la acariciaba las piernas y el culo. La hermana Rosa se acost� junto a
ella y empez� a acariciar las tetas de Julia, mir�ndola a los ojos mientras la
dec�a �Que ni�a tan bella eres, Julia�. Pasaba sus dedos por sus pezones,
pellizc�ndolos mientras Julia se estremec�a de placer. Despu�s, los dedos de la
monja bajaron hasta el chocho de Julia. Lo tocaba con sus dedos, suavemente,
separ�ndole los labios. Julia le tocaba las tetas de la monja, pero casi no
pod�a, estremeci�ndose de placer, cuando la hermana Rosa le meti� un dedo por el
co�o. Yo estaba alucinando, no pod�a creer lo que ve�a. La hermana Rosa le met�a
primero un dedo y despu�s dos, meti�ndolos y sac�ndolos como si fueran una
polla. Los gemidos de Julia cada vez eran m�s fuertes. En ese momento, la
hermana Rosa puso su boca a la altura del co�o de Julia y empez� a com�rselo.
Entonces, los gemidos de Julia eran ya gritos de placer, que se escuchaban por
el pasillo. Yo o� como se abr�a la puerta de otra habitaci�n y sal� corriendo
hacia mi habitaci�n.
Al d�a siguiente, no vimos a Julia ni a la hermana Rosa. Yo
ten�a la direcci�n de Julia y nos escribimos cartas, pero poco despu�s ella se
fue a estudiar al extranjero y dejamos de escribirnos.
Julia y yo hab�amos quedado a las nueve en mi casa. Tras
llegar de trabajar, me di una ducha. Al salir de la ba�era vi mi cuerpo en el
espejo. No estaba mal para mi edad. Piel tersa, bronceada gracias a los rayos
uva. Media melena rubia, natural, color trigo. Pechos firmes y bonitos (al
menos, eso me hab�an dicho mis amantes). Piernas largas y torneadas. Me di la
vuelta y vi mi culo, redondo pero peque�o. No estaba mal para mi edad. Me vest�
con un top blanco que resaltaba mi color de piel y unos pantalones negros
anchos, muy c�modos. Prepar� la cena y me serv� un martini, esperando a Julia.
Poco tuve que esperar ya que Julia fue muy puntual y a las nueve en punto estaba
llamando al timbre de mi casa.
Hola, �qu� tal?- me dijo. Me plant� dos besos en la
mejilla. Estaba espectacular, con un vestido gr�nate, ce�ido y con un gran
escote.- He tra�do un poco de vino blanco.
Perfecto. �Has encontrado f�cilmente la casa?
Si, sin problemas.
�Tienes hambre? Creo que he cocinado para un regimiento.
Jajaja. Pues si. Apenas he comido hoy y vengo con un hambre
que te mueres.
Pues vamos a comer.
Nos sentamos y empezamos a comer. Y a hablar de lo que
hab�amos hecho estos a�os. Yo le cont� que me hab�a casado con un compa�ero de
carrera. Hab�amos pasado siete a�os buenos y dos malos, justo cuando me enter�
que se estaba tirando a su secretaria. �Ni para eso ha sido original�, dijo
Julia. Que mi trabajo me iba muy bien, aunque ahora estaba un poco superada con
todo, porque era como empezar de cero. Ella me cont� que hab�a estudiado en
Mil�n decoraci�n y hab�a recorrido medio mundo con su trabajo. Entre copa y copa
de vino, me contaba lo maravilloso que era Amsterdam, San Francisco, Par�s....Yo
estaba extasiada ante todo lo que me contaba y parec�a que la �ltima vez que
hab�amos hablado as� hab�a sido hace unos d�as. Me cont� que hab�a tenido un
mont�n de amantes, pero que no hab�a encontrado a nadie con quien sentar la
cabeza. Y que ahora hab�a montado La Espiga con una compa�era suya que hab�a
conocido en Lisboa. Sin darnos cuenta, nos hab�amos bebido una botella de vino y
ya �bamos por el segundo martini. Mientras ella hablaba, me iba fijando en los
rasgos de su cara, en los bonitos que eran sus ojos, tan profundos que parec�a
que no se acababan nunca. Y m�s de una vez me qued� mirando su canalillo a
trav�s de su escote. Tambi�n not� que ella me miraba las tetas (no me hab�a
puesto sujetador).
Voy a fregar. Odio fregar por las ma�anas.- dije.
Yo tambi�n lo odio.- y se levant� para ayudarme.
Mientras iba enjabonando los cacharros, Julia me pregunto:- �No echas de
menos a tu marido?
No. Para nada. Estoy mucho mejor sin el, sin preocuparme
por si esta con otra.
Creo que me he explicado mal. Me refer�a a los a�os buenos
que tuvisteis.
Bueno. Quiz�s. Pero tampoco tanto.
Hombre, Ana. No me digas que no echas de menos el dormir
acompa�ada. Es de lo mejor que hay.
Bueno. Pero ahora tengo toda la cama para mi sola.
Jajaja. Si, claro. Pero en invierno no hay nada como el
calor humano.
Depende para que.
�Y no echas de menos el sexo con �l?
Mmm...quiz�s sea lo �nico que echo de menos, jajaja.- y
nos re�mos las dos. Estaba un poco borrachilla.
�Tan bueno era?
Bueno, no. No era muy considerado. Pero tenia una
herramienta de impresi�n, jajaja.
Jajaja. �Hace cu�nto que no echas un polvo?
Buff, ni me acuerdo.
�Venga! D�melo.
Pues, un a�o, m�s o menos.
�Madre m�a! Estar�s que trinas, �no?
Jajaja. Pues no lo s�. No es lo que m�s echo de menos.
�Y qu� es lo que m�s echas de menos?
Pues tener a alguien que me abrace y esas cosas....Bueno,
tambi�n echo de menos el sexo, claro.
Aha.- Julia apag� el cigarrillo en el cenicero.-
Vamos, no te preocupes.- se puso detr�s de mi y empez� a darme un masaje
en los hombros.- Estas un poco tensa, Ana.
Un poco.- estaba un poco ida por el alcohol, pero
sent�a el cuerpo de Julia detr�s de mi, muy junto. Notaba sus dedos en mi
espalda, acarici�ndola. Lo m�s extra�o era que no me disgustaba.
Tranquila.- Julia se coloc� m�s cerca de mi. Sent�a su
aliento en mi cuello.- �Echas de menos esto? �Qu� alguien te masaje la
espalda?
Si.
�Te gusta qu� alguien cercano te acaricie el cuello con sus
dedos?- me dijo mientras pasaba las yemas de sus dedos por mi cuello.
Consegu� asentir.- �Y qu� pasen sus manos por tus caderas?
Si.
Julia desliz� sus manos por mi espalda hasta ponerlas en mi
cintura, acarici�ndola. La rode� y coloc� sus manos en mi vientre, abraz�ndome
mientras rozaba mi cuello con sus labios. Lo beso suavemente, con delicadeza,
mientras se pegaba m�s a mi. Subi� con sus manos por mi cuerpo hasta llegar a
mis pechos. Los acarici� con fuerza, al mismo tiempo que besaba mi cuello con
pasi�n. Yo me dejaba llevar. Nunca hab�a tenido una experiencia con una mujer,
pero aquello me gustaba. Cada vez me besaba con m�s fuerza. Cada vez me
acariciaba los pechos con m�s fuerza, entreteni�ndose con pezones, roz�ndolos
con la palma de la mano contra la tela.
En ese momento me dio la vuelta y me qued� frente a ella. Sus
ojos me penetraban y me hipnotizaban. Paso su mano por mi cara, acarici�ndome.
Me cogi� por la nuca y me dio un beso en la boca. Meti� su lengua en mi boca y
busc� la m�a. Mi lengua no se estuvo quieta y jug� con la suya. Mis escasas
reticencias hab�an volado y s�lo quer�a disfrutar. Yo tambi�n la agarr� por la
nuca y la atraje hacia mi. Quer�a sentir su cuerpo frente al m�o. Julia puso mis
manos en mi culo y lo apret� con fuerza, moviendo mis gl�teos.
Vamos a tu habitaci�n.- dijo Julia.
Asent� y la cog� de la mano , directa hacia mi habitaci�n. Ya
en ella, me volv� hacia a ella y la volv� a besar en la boca. Estaba desatada.
Quer�a sentir su aliento en mi boca, sus manos en mi cuerpo. Ella me devolvi� el
beso. Pero despu�s se apart� de mi y me dijo:
D�jame hacer a mi.
Se qued� de pie frente a mi. Se quit� los zapatos de tac�n y
desliz� las tiras de su vestido. Fue baj�ndolo poco a poco, mir�ndome a los
ojos. Me la estaba comiendo con los ojos. Dejo sus tetas al aire, mostr�ndome
sus pezones, grandes y sonrosados. Despu�s lo bajo un poquito m�s, hasta bajarlo
tras las caderas. No s� porque, pero no me sorprendi� que no llevara bragas.
Pude ver el pelo de su pubis y me falt� muy poco para no tirarme y com�rmelo.
All� ten�a frente a mi a Julia, una mujer bell�sima, desnuda, s�lo para mi. Se
acerc� hacia mi y me abraz�. Sent� sus tetas frente a las m�as y su co�o frente
al m�o. Me bes� en el cuello y me susurr� al o�do: �Voy a hacer que disfrutes
como nunca lo has hecho. Voy a hacer que no dejes de correrte�. Un escalofr�o
recorri� mi espalda al o�r esas palabras.
Julia empez� a juguetear con la parte de debajo de mi top,
recorriendo con los dedos las costuras y mi vientre. Empez� a quit�rmelo y dej�
mis tetas al aire. Se coloco detr�s de mi y empez� a manose�rmelas como lo hab�a
hecho en la cocina. Despu�s, hizo lo mismo con la cintura de mi pantal�n, y fue
baj�ndolo hasta dejarlo a la altura de mis tobillos. Se levant�, chup�ndome con
su lengua, desde las pantorrillas hasta el culo. Pas� sus manos por delante de
mi, poniendo sus duros pezones en mi espalda. Los sent�a como espadas que me
traspasaban. Meti� su mano derecha en mis bragas y acarici� mi sexo. Mientras,
met�a la izquierda por la parte de detr�s, en mi culo. Era maravilloso y
empezaba a gemir. Baj� mis bragas y se qued� a la altura de mi culo, que bes� y
mordi�. Yo cre�a estar en la gloria y no paraba de pellizcarme los pezones.
Julia me cogi� de la mano y me invit� a tumbarme en la cama,
boca abajo. Ella se puso de rodillas y cogi� mi pierna derecha, dobl�ndola por
la rodilla. Acarici� la planta de mi pie derecho con los dedos primero, despu�s
con su lengua. Chup� mis dedos, metiendo su lengua entre ellos. Despu�s subi� mi
pie izquierdo, y los junto, los beso, los chupo....Nunca me hab�an hecho y me
encantaba la mezcla de cosquillas y placer. Despu�s se tumb� un poco, lo justo
para que su boca besara mi culo. Lo empez� a besar por abajo, para ir subiendo.
Pas� su lengua por la raja de mi culo. Yo gem�a de placer. Julia me estaba
transportando a cotas de placer que yo desconoc�a. �C�mo era posible que me
hubiera perdido aquello?. Julia separ� mis gl�teos y meti� su lengua entre ellos
hasta llegar a mi agujero, que bes� y lami� durante unos instantes. Unos
segundos despu�s, sent� que algo lo oprim�a. Era un dedo de Julia. Mi ex hab�a
intentado alguna vez met�rmela por detr�s, pero siempre me hab�a negado. En ese
momento, no se por qu�, sent� que no me pod�a negar, que iba a disfrutar como
nunca. El dedo coraz�n derecho de Julia entr� en mi culo, al principio con
resistencia. Pero gracias a la saliva que hab�a metido Julia en mi culo y lo
despacio que lo estaba metiendo, mi culo se acostumbr� a su dedo. Julia empez�
meterlo un poco m�s y a penetrarme. Me mor�a de gusto. Mis gemidos se ahogaban
en la almohada. Al ratito, Julia sac� su dedo. Pensaba que ya hab�a acabado,
pero volvi� a besarme el agujero del culo y a meter su lengua. Despu�s, meti�
dos dedos. El placer era el doble.
�Te gusta, Ana?
Mmm....Si...- consegu� gemir.
�Quieres qu� te los meta m�s?
Asent� con la cabeza. �C�mo no iba a querer!. Meti� sus dos
dedos m�s r�pido, m�s r�pido, m�s r�pido. Me estaba corriendo. Julia se dio
cuenta y par�. Me bes� el culito y subi� sus labios hasta mi cuello. Me mordi�
en los hombros y me dio la vuelta. Cuando vi su cara, vi su sonrisa picara,
igual que la recordaba cuando �ramos unas chiquillas. Lami� mis labios. Yo saqu�
mi lengua y lam� la suya. Julia se desliz� hacia abajo y chupo mis tetas. Hizo
c�rculos con su lengua alrededor de mis pezones. Me pon�a a mil. Yo estaba tan
excitada que no acertaba a hacer nada, s�lo pod�a disfrutar. Julia mordi� mis
pezones, como si fueran uvas que quisiera comer. Despu�s bajo a mi vientre y
meti� su lengua en mi ombligo. Yo cerr� los ojos porque sab�a lo que ven�a.
Julia puso su cara entre mis piernas. Primero lami� la cara
interna de mis muslos. Incluso los mordi� delicadamente. A continuaci�n, pas� la
punta de su lengua por mi co�o repetidas veces. Yo estaba impaciente. Quer�a su
lengua dentro mi co�o ya. Pero ella segu�a jugando a retener el momento. Pasaba
su lengua alrededor de mis labios, chupaba el bello de mi chocho, lo besaba. Yo
no pod�a m�s. �Necesitaba su lengua dentro de mi!. Julia, por fin, meti� su
lengua en mi co�o. Abri� mis piernas e introdujo su lengua en mi. �Qu� placer!.
La mov�a como una serpiente. No paraba. Los latigazos de placer eran infinitos,
no cesaban. Jugaba con mi cl�toris. Sacaba la lengua y la met�a. Me volv�a loco.
Se agarraba a mis piernas y hacia fuerza con la cabeza, como si quisiera meter
aun m�s adentro su lengua. No se cuanto tiempo estuvo, pero me corr� varias
veces. Julia se tragaba mis corridas. Lleg� un momento que casi pierdo el
conocimiento.
Julia par� y se acost� a mi lado. Me dio un beso en la boca.
Sent� el sabor de mis fluidos dentro de su boca. Era el sabor m�s rico que hab�a
probado. Julia parec�a incansable, ya que su lengua no paraba de moverse. Me
encantaba que fuera una amante tan activa y con tanto aguante. Yo me balancee
hacia ella para cogerla por la nuca. Mientras la besaba, Julia puso su mano
entre mis muslos. Poco a poco la fue subiendo y me di cuenta de lo que
pretend�a. Sub� un poco mi pierna izquierda, lo suficiente para que la mano de
Julia pudiera maniobrar sin dificultad. Julia acarici� mi co�o aun h�medo. Y
meti� con facilidad dos dedos dentro de �l. Dej� de besarla. Ella met�a sus
dedos en mi co�o muy fuerte, como si su mano fuera una polla. En una de las
embestidas, sac� sus dedos....y meti� tres. Me volv� loca. Julia jadeaba a mi
o�do. Yo cog� su mano y la ayudaba a follarme, a meterme sus dedos en mi chocho.
Me estaba masturbando maravillosamente.
�Te gusta?
�Si! �Sigue! �M�temelos!
�M�s fuerte, Ana?
�Si! �F�llame m�s!
Julia sac� su mano y meti� casi toda la mano, los cuatro
dedos, todos menos el pulgar. Salt� del dolor. Me dol�a. Me dol�a al entrarme la
mano de Julia. Pero poco a poco me fui acostumbrando, y cuando el dolor se
volvi� el placer, era incre�ble. Era el mayor placer de mi vida. Era como si me
follara una polla de treinta cent�metros. Julia no paraba de meterla arriba y
abajo.
�Destr�zame!
Gritaba muy alto. Me volv�a loca, me corr�a a cada embestida.
Casi me desmayo del placer.....
Mi recuerdo siguiente ya es a la ma�ana del d�a siguiente.
Julia estaba desnuda a mi lado, fumando un cigarrillo. Me dol�a el co�o y los
muslos, de estar tan abierta. Julia me dio un besito en la boca y me dijo:
- Ya no echaras de menos que alguien te abrace, cari�o. Ni
el sexo.