Relato: La Mina





Relato: La Mina

LA MINA


Terminado mi bachillerato, tuve que comenzar el dif�cil
tr�mite de buscar un trabajo. Estaba claro que mis padres no pod�an pagarme una
carrera universitaria. En realidad la �nica empresa importante en nuestra
peque�a ciudad era una Sociedad minera, que explotaba varias minas de oro en la
zona monta�osa cercana. Sin muchas expectativas me anot� en el Departamento de
personal. Tiempo despu�s me llamaron y ofrecieron un trabajo de escribiente. Me
informaron que era un trabajo duro, pues se trataba de una de las minas m�s
peque�as y alejadas, pero que pod�a significar el comienzo de una carrera en la
empresa.


Una semana despu�s mientras hac�a el largo viaje en cami�n,
por caminos de monta�a, iba pensando en la decisi�n que hab�a tomado. Vivir�a
aislado de la civilizaci�n por largos per�odos. Lo que m�s lamentaba era la
falta de diversi�n que tendr�a, sobre todo de chicas. Si bien no ten�a una novia
formal, mi �xito con las mujeres me permit�a que nunca me faltara compa��a
femenina. Tengo ese aspecto que tanto parece gustarle a las mujeres hoy. No muy
alto (1.70m) piel blanca suave, casi lampi�o, cara ani�ada de rasgos delicados,
pelo casta�o claro que llevo bastante largo, ojos claros. En fin, que hab�a
tenido relaciones con la mayor�a de mis compa�eras de clase y con varias se�oras
mayores.


Hacia el anochecer llegamos al campamento. El escribiente al
que yo reemplazaba era un hombre mayor, que r�pidamente me puso al tanto de mis
tareas ya que al d�a siguiente part�a de regreso en el mismo cami�n que me hab�a
tra�do.


Las instalaciones para el personal consist�an en una serie de
cuartos con dos camas cada uno. Me instal� en uno de esos cuartos, donde ubiqu�
mis cosas. A la hora de la cena conoc� al resto del personal. Era una cuadrilla
de 10 hombres r�sticos, duros, de aspecto salvaje y poca educaci�n. No hubo
lugar para demasiadas presentaciones, Inmediatamente comenzaron con sus bromas
las que r�pidamente me tuvieron a m� como protagonista. �Mira la ni�ita que nos
trajeron- le grit� uno al otro. Grandes carcajadas de todos y mal momento para
m� que me puse colorado y empec� a desear no haber aceptado este trabajo.


Me fui a acostar muy apenado y debo confesar que llor�
desconsolado. Rato despu�s apareci� mi compa�ero de cuarto. Era el Capataz de la
cuadrilla. Un tipo grandote, musculoso y de muy pocas palabras. Durante toda la
cena no hab�a dicho m�s que dos o tres palabras, pero era evidente que todos lo
respetaban y tem�an. Se desvisti� y se meti� a la cama. Pese a que yo me estaba
haciendo el dormido dijo:-Tranquila ni�ita ya te vas a acostumbrar a esta vida-.
Pese a que sus palabras puedan sonar ofensivas, el tono protector con que me las
dijo me hizo sentir algo mejor.


A partir de all� mi vida fue un infierno, ninguno de ellos
perd�a oportunidad de molestarme con sus comentarios, miradas y gestos
libidinosos y hasta alg�n toqueteo. Ya hab�a decidido que con el pr�ximo cami�n
me volv�a a la civilizaci�n, pero a�n faltaba ya que ven�a cada 15 d�as.


Finalmente me violaron. Estaba yo en las duchas cuando
entraron 3 de ellos completamente desnudos. Quise escapar, pero me agarraron y
rodearon. Me sent� dominado, mi cuerpo delgado, la piel blanca y sin pelos,
contrastaba con esos 3 osos musculosos, oscuros y peludos. Me empezaron a
toquetear, 6 manos grandes y asperas recorr�an mi cuerpo, en especial mis
nalgas. Me quise resistir pero uno me dio un fuerte sopapo en la cara, me tomo
de los pelos y acerc� mi cara a su pene ya erecto. Un fuerte olor a sexo me
inund�. Con una mano tirando mis pelos y la otra apretando mi cuello dijo:
-Chupala o te asfixio. Como no abr�a mi boca, apret� mi garganta y empec� a
ahogarme, finalmente la abr� y afloj� la presi�n al tiempo que empujaba para
introducir su pene en mi boca. Cada vez que mis dientes lo rozaban, apretaba con
fuerza. Finalmente, con mucho asco decid� aceptar lo que quer�a, para que no me
asfixiara m�s.


Mientras tanto los otros dos segu�an tocando mi cuerpo, hasta
que sent� que me introduc�an un dedo en el ano. Me quise resistir y recib� una
fuerte palmada en las nalgas. Los golpes se repitieron hasta que afloj� mis
musculos y el dedo comenz� a penetrarme, mientras segu�a con el pene del otro en
mi boca. Finalmente sent� que algo caliente me penetraba, produciendome un dolor
terrible. Cada intento de resistirme era seguido por un golpe, hasta que
finalmente exhausto los dej� hacer. Me penetraron los tres y nunca dej� de tener
un pene en mi boca. Finalmente, satisfechos, me dejaron tirado en el piso, y
entre risas y comentarios se fueron a duchar.


Aprovech� para huir a mi pieza. Dolorido, lastimado me met�
en mi cama a llorar. Pens� en huir, pero era imposible atravesar esas monta�as a
pie, finalmente decid� que a la ma�ana llamar�a por la radio a la Central y
exigir�a que me vinieran a buscar.


Esa noche no fui a cenar, pero tampoco pude dormir.
Finalmente entr� el capataz a nuestra pieza, se acerc� a mi cama, puso su manota
en mi cabeza y dijo: -No te preocupes ni�ita, todo va a mejorar. Se disvisti� y
se acost�. Nuevamente sus palabras, aunque sea dif�cil de entender, me
resultaron tranquilizadoras.


A la ma�ana siguiente me levant� y me dirig� a la oficina,
encend� la radio y llam� a la Central. En el momento en que me contestaron entr�
el capataz.


-Ni se te ocurra contar lo que pas�-. Me dijo, con un tono
que no dejaba dudas.


No me quedaron dudas que nada bueno me ocurrir�a si lo hac�a,
as� que me limit� a pasar simples novedades de la mina. Cuando cort�, el capataz
me orden� acompa�arlo. Me llev� a la mina y se par� junto a un profundo pozo.
Tir� una piedra adentro, luego de varios segundos escuchamos el ruido que hizo
al llegar al fondo.


-Si me das alg�n problema, te vas a caer en este pozo. Voy a
decir que fue un accidente, no va a pasar nada, salvo que vos te vas a morir- Lo
dijo con ese tono seco, monocorde y rudo que utilizaba, no me quedaron dudas que
as� ser�a.


-Ahora que los muchachos se cebaron, lo que te pas� ayer te
va a seguir pasando todos los d�as. Parece que tu culito les gust� mucho. Sent�
una enorme angustia y temor, me puse a llorar. Poniendo una mano sobre mi cabeza
dijo.-Hay una forma de evitar que te sigan lastimando y es que yo te proteja.-
dijo con tono protector. Me ilusion�, pens� que se hab�a apiadado de m�, pero
enseguida agreg�.


-En pago por mi protecci�n vos me vas a dar algo a cambio.


-�Qu� cosa? Pregunt� estupidamente.


-Tu culito, �que otra cosa ten�s para ofrecer?. Pero lo
quiero por las buenas, yo no te voy a violar, no te voy a lastimar. Ten�s hasta
esta noche para decidirte.


Al volver a la oficina le quit� una pieza a la radio y la
ech� a su bolsillo.


Transcurri� el d�a y yo no encontraba una soluci�n,
finalmente muerto de hambre decid� arriesgarme e ir al comedor. Al entrar se
desat� un griter�o, todos se re�an de m� y hac�an comentarios. El Capataz hizo
levantar al hombre que se sentaba junto a �l y me indic� que me sentara all�.
Instantaneamente se hizo el silencio. Todos comprendieron que me estaba dando su
protecci�n y ninguno de ellos se animaban contra �l. Sent� un profundo
agradecimiento, me sent� seguro. Cuando termin� de comer lo mir� y con una
inclinaci�n de cabeza me indic� que me pod�a retirar.


Me acost� lleno de pensamientos contradictorios, no sab�a que
hacer ni que iba a pasar.


Finalmente luego de un rato entr� a la habitaci�n. Yo hab�a
resuelto hacerme el dormido para lo cual me acost� de lado mirando hacia la
pared. Escuch� como se desnudaba y sent� su peso al sentarse en el borde de mi
cama. Comenz� a acariciar mi cabeza y a jugar con mis pelos, que para ese
momento ya estaban largos hasta mis hombros.


-�Qu� pensaste?- pregunt� con una voz que demostraba su
deseo. No contest� nada. Debe haberlo tomado como una aceptaci�n, porque sigui�
acaciciandome cari�osamente. Se inclin� y comenz� a besar mi cuello, luego mis
hombros, mientras meti� sus manos debajo de las s�banas y comenz� a acariciar
todo mi cuerpo. Yo estaba r�gido, sab�a que deb�a rechazar eso, pero luego de
tantos maltratos y golpes, sus caricias eran como un b�lsamo. Finalmente se
meti� en la cama y sent� su cuerpo fuerte y musculoso pegarse contra mi espalda,
mientras segu�a con sus caricias. Apoy� su pene duro y caliente contra mis
nalgas y lo frot� contra ellas.


-No te preocupes, se que te lastimaron, hoy lo vamos a dejar
tranquilo.


Me fui serenando, ya no ten�a miedo, sus caricias y el calor
de su cuerpo eran agradables, me fui relajando hasta quedarme dormido. Al
despertarme a la ma�ana me ten�a abrazado. Su brazo ten�a el grosor de una de
mis piernas. Al moverme sent� en mis nalgas el roce de su pene erecto. Me sent�a
confundido, esto no me deb�a gustar, pero sin embargo me sent�a a gusto y
excitado, mi pene tambi�n comenz� a crecer. Lentamente su brazo se comenz� a
mover, indicando que se hab�a despertado. Comenz� de nuevo con sus caricias. Su
excitaci�n se notaba en una mayor urgencia, frotaba su pene contra mis nalgas.
Tom� mi mano y la llev� a su pene, la apoy� y apret� contra �l y la comenz� a
mover. Solt� mi mano y yo segu� masturbandolo, se acost� de espaldas y comenz� a
gemir. Pas� su mano debajo de mi cabeza e hizo una suave presi�n. Entend� lo que
quer�a, pens� que se lo deb�a y que de todas formas me pod�a obligar a
mam�rsela. As� que lo hice solo. Era un pene grande duro y muy caliente, apoy�
mis labios sobre �l. Estaba limpio, seguramente se hab�a ba�ado antes de
acostarse, agradec� el gesto mentalmente. Aunque dudaba un poco, decid� darle
placer. Me lo met� en la boca, no era desagradable, me entretuve con la cabeza,
volviendolo loco. En un momento, suavemente me lo sac� de la boca y me dirigi�
hacia sus test�culos. Se los lam� mientras lo masturbaba con la mano. Volv� a
meterme su pene en la boca y a acelerar el movimiento, sus gemidos eran cada vez
m�s fuertes hasta que agarrandome de los pelos sac� mi cabeza y comenz� a
eyacular sobre su vientre. Fue una eyaculaci�n larga, su cara de satisfacci�n
suaviz� sus rasgos. Acariciando mi cabeza me dijo un "Gracias" que me hizo
sentir muy bien. Yo hab�a quedado muy caliente, lo cual �l not� por mi pene
erecto.


-Ahora se hace tarde, hay que ir a trabajar, esta noche te
voy a compensar- me dijo cari�osamente.


El d�a transcurri� sin mayores novedades, los dem�s miembros
de la cuadrilla evitaban acerc�rseme, aunque me miraban con una mezcla de
malhumor y sarcasmo. Decid� no preocuparme por ellos y tratar de aguantar hasta
poder irme. Si bien no me gustaba la idea de haber tenido sexo con otro hombre,
no lo hab�a pasado mal. La cena transcurri� igual a la siguiente noche y de la
misma manera me retir� antes. Me acost� con algo de nerviosismo pensando en su
promesa de retribuirme lo de la ma�ana. Entr�, se desvisti� y comenz� a
acariciarme. En determinado momento tom� mi pene, el que se par� enseguida y
comenz� a lamerlo. Empec� a gozar como loco, desde hac�a una semana que no ten�a
sexo ni me masturbaba. Pensar que ten�a ese hombre rudo mamando mi pene me pon�a
todav�a m�s excitado. En determinado momento comenz� a lamer mis test�culos,
miemtras con su mano segu�a masturb�ndome. Fue avanzando y abri�ndome las
piernas lleg� a mi ano. Comenc� a sentir su lengua caliente y fue una sensaci�n
extraordinaria, la pasaba todo alrededor y luego presionaba para introducirla,
mientras tanto segu�a masturb�ndome y me ten�a al borde de llegar a eyacular. Me
hab�a entregado totalmente a esas sensaciones, ya no pensaba en si estaba bien o
no. En un momento me hizo levantar la cola y abrir las piernas, su lengua ya
entraba bastante, hasta que se puso detr�s de m� y comenz� a pasar su pene por
toda mi raja y hacer un poco de presi�n en mi ano.


-Por favor no lo hagas- le rogu� recordando el dolor que
hab�a sufrido.


-No te preocupes, no te voy a lastimar, si te duele
avisame-me dijo en tono que no admit�a r�plica. Comenz� a penetrarme lentamente,
avanzando y retrocediendo. Cuando yo hac�a muestras de dolor retroced�a y volv�a
a avanzar lentamente. Fue un proceso largo que dur� m�s de media hora, de a poco
me fui adaptando, cuando sinti� que me relajaba comenz� a bombear suavemente,
dejando en ese momento de masturbarme. Empec� a disfrutarlo, sus manos
acariciaban mi espalda y nalgas, hasta que finalmente tomandose de mis hombros
dio una �ltima estocada y eyacul� dentro m�o, al mismo tiempo mientras se
sacud�a de placer volvi� a tomar mi pene que segu�a erecto y con unos r�pidos
movimientos me hizo llegar a m� tambi�n. En ninguna de mis experiencias con
mujeres tuve un orgasmo semejante, fue un placer inmenso. A�n se qued� dentro
m�o unos instantes movi�ndose mientras su pene se achicaba y me segu�a
acariciando. Nos acostamos muy apretados, me abraz� y nos dormimos.


Desde esa noche tuvimos sexo todas las noches, me fue
ense�ando a darle placer, lo hicimos en distntas posiciones, pero nunca dej� de
ser suave y gentil y de hacerme disfrutar a m� tambi�n. Yo hab�a dejado de
plantearme que estaba actuando como un putito, pensaba que no ten�a remedio que
aceptarlo y que en pocos d�as esto se terminar�a y volver�a a mi vida. Por otro
lado debo confesar que lo disfrutaba.


De a poco mi hizo ir tomando parte cada vez m�s activa. Era
evidentemente que no le gustaba forzarme, pero me fue llevando a hacer cosas que
no hubiera imaginado. Empec� a aceptar y disfrutar sus besos en mi boca, con su
lengua recorriendo la misma. La posici�n que m�s le gustaba era acostarse boca
arriba y que yo me sentara e introdujera su pene. Cuando llegaba a su orgasmo,
me hac�a quedar as� y comenzaba a masturbarme y eyacular sobre su vientre.
Muchas veces volv�a a tener una erecci�n y lo volv�a a cabalgar. Mis
sentimientos por �l hab�an ido cambiando y empezaba a sentir cari�o o algo
parecido al amor. Una noche para probarlo le dije que estaba cansado y que no
quer�a hacer nada. Sumisamente se acost� en su cama y me dej� en paz. A la
ma�ana sigueinte lo premi� con la mejor mamada y cabalgada que le hab�a dado
hasta el momento.


Finalmente el d�a en que ven�a el cami�n lleg�. Yo estaba
decidido a irme y ten�a todas mis cosas preparadas. El cami�n lleg� con todas la
mercader�a necesaria para el campamento, m�s los pedidos que hac�an
personalmente los hombres, en especial alcohol. Adem�s ven�an 5 hombres de
reemplazo, pues se turnaban por quincenas. El capataz y el chofer eran buenos
amigos y estuvieron charlando un buen rato luego de la cena. Como siempre yo me
retir� temprano, dispuesto a pasar mi �ltima noche en este infierno. El Capataz
lleg� a la habitaci�n con un gran paquete, cosa que no me extra�� pues todos
recib�an pedidos especiales. Tambi�n tra�a una botella de licor.


-Vamos a brindar- me dijo en su tono seco habitual. Tomamos
un par de copas y comenz� a desvestirse, era evidente que quer�a su dosis de
sexo. Me hizo parar y me abraz� fuertemente y me bes� en la boca. Era una
sensaci�n contradictoria, hab�a llegado a querer a este hombre r�stico y al
mismo tiempo me sent�a totalmente dominado por �l. En alguna medida lo iba a
extra�ar. Esa noche �l tom� la iniciativa, me acarici�, bes�, me hizo acostar
boca arriba, subi� mis piernas a sus hombros y me penetr� con suavidad pero
firmeza. Me comenz� a masturbar y logr� que ambos eyacularamos al mismo tiempo.
Esa noche me penetr� en total 3 veces, nos tomamos toda la botella de licor y
finalmente nos dormimos ya muy tarde.


A la ma�ana siguiente me despert� con un fuerte dolor de
cabeza, luego de un rato me acord� de que el cami�n se iba muy temprano, casi al
alba, as� que me vest� con rapidez, junt� mis cosas y sal� corriendo. El cami�n
ya no estaba, se hab�a ido. Me desplom� y llor� desconsolado. El Capataz volv�a
de la mina, lo vi venir y sent�a odio contra �l


-Sos un hijo de puta, me tendiste una trampa- le dije cuando
se acerc�. Sin contestarme, me tom� del brazo, recog�o mi valija y me llev� por
la fuerza a la habitaci�n.


-Entiendo que est�s furioso, es cierto, no quer�a que te
fueras. Adem�s soy responsable de la mina, la pr�xima quincena mandar�n tu
reemplazo, no podemos estar sin escribiente- me dijo en su tono cortante pero
protector.


-�Como se que no me vas a tener raptado aqu� para siempre?-
le dije empezando a creer en sus palabras.


-Es f�cil, la quincena que viene me toca irme de descanso, te
ir�s conmigo- dijo poni�ndose serio- ahora por favor desvestite- agreg� a modo
de orden.


-�Porqu�?- alcanc� a decir desconcertado.


-No quiero obligarte por la fuerza-respondi� autoritario.
Decid� obedecer, temiendo su reacci�n. Tomo mis ropas, las que meti� en mi
valija y dirigi�ndose a la puerta dijo


-En el paquete en mi ropero vas a encontrar las ropas que vas
a usar a partir de ahora, te recomiendo que tengas el mejor aspecto posible, no
te olvides del pozo de la mina- y se fue, dejandome extra�ado y sin palabras.


Estuve un rato tratando de entender lo que pasaba, hasta que
la curiosidad me llev� a ver de que ropa se trataba. Abr� el paquete y por un
instante no pod�a entender nada. Eran ropas de mujer, minifaldas,
camisas,medias, pantys, remeras, tanguitas y sostenes. Hab�a una cajita con
pinturas para los ojos,de u�as, lapiz de labio y algunos adornos como aros
collares y pulseras.


Estuve muchas horas en un estado de completa confusi�n, mil
ideas pasaron por mi cabeza, cada vez que me decid�a a revelarme me imaginaba
cayendo en ese profundo pozo y sent�a pavor. Por otro lado no pod�a vivir
desnudo y por lo que hab�a aprendido, no pod�a esperar que el Capataz diera
marcha atr�s. Varias veces revis� las prendas y sent� algo de morbo por
prob�rmelas, al fin y al cabo nadie me ver�a en ese cuarto. Comenc� por probarme
unas minifaldas acampanadas tipo colegiala. Abr� la puerta del ropero, donde
hab�a un espejo y me gust� como me quedaban. Las camisas y remeras eran de mi
medida, pero faltaba algo fundamental, el busto. Me prob� un sost�n con unos
rellenos especiales y ahora s� quedaban bien. Tuve que acomodar mi pene y
test�culos para que cupieran en las peque�as tangas. Al ponerme unas pantys me
excit� con la sensaci�n que provocaban sobre mi piel. Solt� mi pelo y lo pein�
en forma de melena, pues ya lo ten�a bastante largo. Trat� de pintarme los ojos
pero me hice un desastre, as� que solo dej� mis labios pintados de color rojo.
Segu� jugando, poniendome distintos adornos y me pint� las u�as. Con cada nueva
cosa me miraba largamente en el espejo hasta que me gust� lo que v�, parec�a una
linda y sexy chica.


Tan entretenido estaba que cuando el Capataz entr� en la
habitaci�n me tom� por sorpresa, me hab�a dicho a m� mismo que era solo un juego
y que me sacar�a todo para cuando �l llegara. Qued� parado en la puerta con la
boca abierta, me miraba extasiado. Avergonzado me di vuelta y trat� de
ocultarme. El me tom� suavemente por los hombros, me hizo girar y dijo


-Sos una de las mujeres m�s bonitas que he visto. Seguro que
la m�s sexy que he tenido-me estamp� un beso en la boca mientras acariciaba mis
piernas, lo que me produjo una sensaci�n como de electricidad. Se agach� y
comenz� a lamer mis nalgas por debajo de la mini, me quit� las pantys, corri� la
tanguita e introdujo su lengua en mi ano. Se par�, levant� la mini y me penetr�,
me bombe� con desesperaci�n y r�pidamente eyacul�. Se sent� en la cama y me
miraba con deleite


-A partir de ahora te vas a comportar como una mujer.
Preparate, vamos al comedor para cenar- Quise negarme, quejarme pero simplemente
me detuvo levantando una mano.


Acomod� mi ropa, me volv� a pintar los labios, me puse las
pantys y unos zapatos de taco mediano. Cuand estuve lista (a partir de este
momento puede que se me empiecen a confundir los g�neros masculino y femenino,
pues yo me empezaba a sentir confundido), me tom� de la mano y me llev� hacia el
comedor. Mi coraz�n brincaba de los nervios, pero antes de entrar me tom� de la
cintura y as� entramos. Se hizo un inmediato silencio. A medida que caminamos a
nuestro sitio todas las miradas estaban puestas en mis largas piernas, mi
trasero, mi busto o directamente en mi cara. Escuch� varias exclamaciones en voz
baja:- �Que hermosura! �Que piernas! �Mir� su trasero! �Que hembra m�s
preciosa!-. Durante toda la cena siguieron las miradas de deseo, lo que me
provocaba una rara sensaci�n de poder sobre ellos. Me comport� lo m�s
femeninamente posible y eso aumentaba ese sentimiento. En determinado momento el
Capataz levant� una mano y dijo:


-Esta dama est� bajo mi protecci�n, el que le falte el
respeto se las ver� conmigo- todos tomaron este comentario con seriedad, en
algunos se notaba una mirada que denotaba una mezcla de lujuria y envidia.


Esa noche me pidi� que me acostara con el sost�n y la tanga
puestos y una camisa suya que me quedaba larga a modo de camis�n de dormir. Me
hizo desfilar delante de �l, adoptar posturas sexys, mover mi pelo como hacen
las mujeres. Su grado de calentura se not� en la forma que me hizo el sexo.


A partir de entonces vest� de mujer todo el d�a. Por la
ma�ana me levantaba tarde, me dedicaba a mejorar mi aspecto y dedicaba el resto
del d�a a mis tareas de oficina. Aprend� a caminar con los zapatos de taco alto,
lo que me provocaba mucho morbo y a mover mis caderas sensualmente. Comenc� a
divertirme provocando a los hombres, los que si bien no se animaban a tocarme,
me llenaban de piropos, lo cual produc�a enormes celos al Capataz. Un d�a entr�
a la oficina uno de los hombres con una excusa tonta acerca de la
administraci�n. Yo estaba agachada archivando algunos papeles lo que aprovech�
para meter su mano debajo de mis faldas y acariciar mis nalgas. Cuando me
incorpor� para recriminarle me estamp� un beso en la boca. No lo rechac�, era un
hombre de f�sico muy fuerte, pero de aspecto mucho menos rudo y vulgar que los
dem�s. Tom�ndome por la cintura me dijo:


-Mi nombre es Javier y estoy enamorado de vos, quiero que
seas m�a- No supe que responder. Hasta entonces hab�a estado jugando a parecer
femenina y todo eso, pero ah� ten�a a un hombre muy agradable, declar�ndome su
amor y trat�ndome como toda una mujer. La sensaci�n no era desagradable.


La puerta se abri� de golpe y entr� el capataz. Se nos qued�
mirando enfurecido, Javier parec�a dispuesto a hacerle frente, tem� un
enfrentamiento. Nadie dijo una palabra, finalmente Javier me solt� y sali�. El
Capataz se qued� algunos segundos mir�ndome con una mezcla de enojo y pena y
tambi�n sali�. Pens� que esa noche me iba a recriminar y homestamente lament�
haberlo molestado, le deb�a mucho, si no fuera por �l tal vez ya no estar�a
vivo.


A la hora de la cena mi lugar habitual junto a �l estaba
ocupado por otro hombre. Sin saber que hacer, me termin� sentando en la �nica
silla vac�a en la otra punta de la mesa. Al final de la cena el capataz levant�
la mirada y dijo:


-A partir de este momento no es m�s m�a. Yo la ense�� a ser
una buena putita, espero que la disfruten. Pero no voy a permitir faltas de
respeto ni esc�ndalo, cada cual se la tendr� que ganar por las buenas. En cuanto
a vos-dijo dirigi�ndose a m�-te recomiendo que no rechaces a ning�n hombre que
te trate con respeto- dcho lo cual se levant� y se retir�. Inmediatamente hubo
una explosi�n de comentarios, risas y alegr�a por parte de los otros hombres. Yo
me levant� y fui tras �l. Estaba dispuesto a humillarme a�n m�s para que me
perdonara, ten�a mucho miedo de lo que pudiera pasar. Todav�a recordaba mi
violaci�n y la brutalidad con que me hab�an tratado. Cuando llegu� a la
habitaci�n �l no estaba, se hab�a llevado todas sus cosas. Su decisi�n era
irreversible. Me tir� en la cama desconsolada, pensando en mil cosas. Escuch�
que la puerta se abr�a lentamente y entr� Javier.


-El capataz se instal� en otra habitaci�n, sos libre- dijo
pensando que me alegrar�a. Sin embargo la noticia no hizo m�s que producirme un
ataque de llanto.


-No llores, yo te quiero- dijo, sent�ndose en mi cama y
comenzando a acariciarme cari�osamente. De a poco me fui calmando y �l se
termin� acostando junto a m�, aunque todav�a vestido. De a poco sus caricias se
fueron haciendo m�s atrevidas. Me repet�a que me quer�a, que estaba enamorado de
m�. Me di vuelta y nos comenzamos a besar, introduje mi mano dentro de su camisa
y comenc� a acariciar su fuerte y peludo torso. Estuvimos largo rato
acarici�ndonos y bes�ndonos, hasta que baj� mi mano, solt� su cintur�n y met� mi
mano tomando su pene. El tama�o era normal, pero estaba terriblemente duro y
comenzaba a humedecerse. El acariciaba mis nalgas y fue corriendo mi tanga,
acariciando suavemente mi ano. Puse una de mis piernas sobre �l para que me
penetrara con su dedo, cosa que hizo inmediatamente. Su pene ya comenzaba con
algunas sacudidas. Me quit� la tanga y me coloqu� en posici�n con mi cola en
pompa, ofreci�ndosela. No tard� en colocarse detr�s de m� y penetrarme lenta
pero vigorosamente. Se mov�a lentamente, tratando de hacer durar el momento, yo
le apretaba su pene con movimientos de mi ano, lo que le produc�an gemidos de
placer. En un momento se sent� sobre sus talones y sin sacar su pene de adentro
m�o me hizo incorporarme quedando de rodillas pero sentada sobre �l. Tom� mi
pene con una mano retrayendo la piel, dejando la cabeza descubierta, comenz� a
pasar un dedo sobre ella, produci�ndome un gran placer. Me comenc� a mover
sintiendo el doble placer de su pene y el roce de su dedo en el m�o, hasta que
sent� su eyaculaci�n caliente dentro m�o, aceler� sus caricias con lo que logr�
que yo tambi�n tuviera mi orgasmo. Nos quedamos en esa posici�n largo rato. El
besaba mi cuello y lam�a mis orejas. Finalmente nos tumbamos a�n unidos y
abrazados. Nos pasamos la noche entredurmiendo y teniendo sexo. Me sent�a feliz
y verdaderamente enamorada. Por la ma�ana nos vestimos y nos dirigimos cada cual
a sus obligaciones, no sin antes despedirnos con besos, abrazos y caricias, como
buena pareja de amantes.


Durante el d�a el se pudo escapar una vez a mi oficina y nos
estuvimos besando y abrazando en secreto.


Ese d�a me sent� muy feliz y antes de la cena me vest� con
mis mejores ropas, puse empe�o en mi maquillaje y me adorn� con aros y collares,
quer�a que �l me siguiera deseando. Y as� fue, nos pasamos la cena cruzando
miradas que presagiaban otra noche de amor.


Me retir� a mi habitaci�n y me dispuse a esperarlo, pero al
rato otro fue el hombre que entr�. Ante mi cara de asombro y disgusto dijo:


-Los hombres nos hemos puesto de acuerdo. Te visitaremos uno
cada noche. Te trataremos bien, si vos colabor�s. Te dejaremos estar con Javier
noche por medio. Si no quer�s que los lastimemos a los dos, mejor que lo
aceptes. Si esper�s que te venga a salvar, te aviso que lo hemos tenido que atar
a una cama, lo golpeamos pero est� bien-


Mi felicidad se derrumb�, tem� por �l y tuve pena por m�. A
esta altura mi capacidad de revelarme hab�a desaparecido y adem�s parec�a que lo
�nico que pod�a hacer por Javier era obedecer lo que se me mandara.


Mi cliente (as� comenc� a pensar en ellos) inmediatamente me
pidi� que se la mamara, oblig�ndome a recibir su semen en mi boca. Luego me
quiso penetrar pero su erecci�n se negaba, por lo que lo tuve que mamar
nuevamente. Una vez satisfecho se retir� y me dej� en paz el resto de la noche.


A la ma�ana siguiente Javier apareci� en la oficina, estaba
verdaderamente desesperado, quer�a que huyeramos juntos. Lo convenc� que no
ten�amos posibilidades, que yo era solamente suya y que si acept�bamos esto por
lo menos estar�amos juntos d�a por medio. Termin� acept�ndolo y sus besos y
caricias me devolvieron algo de mi buen humor.


As� prosigui� el resto de mi estada en la mina. Entre los
momentos de pasi�n y amor con Javier y la atenci�n de mis clientes, dentro de
los cuales nunca estuvo el capataz. Ellos ven�an solo pr su raci�n de sexo y
realmente no eran muy dif�ciles de contentar.Algunos me hablaron de sus
mujeres.Uno de ellos result� ser impotente, aunque lo hice eyacular igual. Qued�
agradecid�simo a m� por mantener su secreto. Descubr� que los hombres son (somos
deber�a decir) terriblemente vulnerables en la cama, pese al aspecto rudo que
puedan tener.


Finalmente lleg� el d�a de mi retorno. Como Javier se deb�a
quedar otra quincena, estaba desesperado y me lleg� a pedir que me quedara. Le
asegur� que lo amaba, pero que necesitaba volver a la civilizaci�n, que lo
esperar�a en la siguiente quincena en la ciudad.


Ese d�a encontr� mi valija con mis ropas de hombre, dentro de
la que guard� uno de mis conjuntos femeninos, el resto lo dej�. Me sent� extra�o
vestido de hombre. Me faltaba el roce de mis medias, la tanga metida en mi raja
y sobre todo la presi�n del sost�n en mi pecho.


Durante el viaje los hombres estaban muy animados y en alg�n
momento hicieron chistes sobre m� pero no con maldad. El capataz no me dirigi�
la palabra.


Al llegar a la ciudad le di a mano y le dije


-Gracias por todo, nunca lo olvidar�, le debo la vida. No me
contest�, se me qued� mirando como si esperara otra cosa, pero no pude decirle
nada m�s.


Han pasado quince d�as. Mis ropas de mujer est�n sobre la
cama. Javier debe estar por llegar. No se que hacer.


Durante estos d�as no me pude volver a adaptar a mi vida
anterior, no le he contado a nadie, he inventado historias y puesto excusas a mi
abandono del trabajo. Durante las noches me vest� de mujer a escondidas. Las
chicas que antes me apasionaban, ahora no me producen nada. Me he descubierto
mirando a alguno de mis ex compa�eros. He resuelto aislarme, hasta hoy. Me tengo
que decidir. No se que hacer.


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Relato: La Mina
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