A pesar de ser una mujer felizmente casada y sexualmente
satisfecha, debo reconocer que, en el fondo de mi ego, muchas veces me asaltaba
la idea de mantener relaciones con otros hombres ya que mi vagina sent�a que
necesitaba m�s vergas.

Aquella ma�ana me despert� especialmente motivada. Mi marido,
como es habitual, ya se hab�a marchado a trabajar, lo cual era una verdadera
l�stima ya que en caso de que hubiera estado en la cama a mi lado, le habr�a
hecho el amor con verdadera lujuria, aunque, por otro lado, nada de lo que voy a
contaros hubiera sucedido.

Estuve un buen rato despierta sin levantarme de la cama. Mi
mente comenz� a recrearse en fantas�as er�ticas y, poco a poco, me fui
calentando yo sola. Hasta tal punto fue el calent�n que estuve a punto de tener
que masturbarme, pero los pensamientos er�ticos fueron cediendo por la presi�n
que ejerc�an los asuntos rutinarios del d�a, sobre todo de uno en particular:
�Qu� preparar�a hoy de comida?.

Hac�a un precioso d�a de primavera. El sol brillaba en lo
alto, no hab�a ni una nube y la temperatura era muy agradable, ninguno de mis
hijos estaba en la casa y regresaban hasta la noche. Despu�s de desayunar eleg�
la ropa que me pondr�a para bajar a la compra. Mas tarde tome una ducha, me
maquill� y comenc� a vestirme. Mientras lo hac�a, nuevamente sobrevinieron a mi
cabeza pensamientos er�ticos. Entonces se me ocurri� algo excitante. Ese d�a
bajar�a a la calle sin bragas ni sujetador. Debo decir que a pesar de tener ya
cuarenta y cuatro a�os a�n conservo mis pechos bastante erguidos, y cuido mi
cuerpo con asiduidad, por lo que soy bastante resultona. Sobre mi cuerpo reci�n
duchado enfund� directamente una blusa de color rosa p�lido, bastante escotada,
y unos vaqueros ce�idos. Por �ltimo me calc� unos zapatos negros de tac�n y sal�
a la calle. Mi marido y yo vivimos en un barrio de la periferia, cercano a una
Zona industrial de ca�a de az�car. Es un barrio fundamentalmente obrero y por
las ma�anas hay muy poca gente en la calle, ya que casi todo el mundo se
encuentra a esas horas trabajando. Al girar la esquina de la calle que conduce
hacia ese sitio me encontr� con un cami�n enorme estacionado en la sombra de
unos �rboles. En el interior del mismo se encontraba sentado un hombre robusto
de unos cincuenta a�os, que, a juzgar por la expresi�n de su rostro hab�a pasado
la noche durmiendo en el cami�n y se acababa de despertar. Eran poco mas de las
nueve de la ma�ana.

Al pasar al lado del cami�n, el conductor comenz� a silbarme
jocosamente. Yo me hice la tonta y segu� mi marcha sin volver la cabeza, pero el
camionero segu�a intentando llamar mi atenci�n. De pronto, nuevamente mi
fantas�a y el recordar que no llevaba ropa interior, hicieron que un hormigueo
nervioso me recorriera los muslos. Entonces comenc� a pensar que pasar�a si me
volviera hacia el camionero y le dirigiera una mirada lasciva. Mis nervios iban
en aumento, y el coraz�n se me sal�a del pecho cada vez que consideraba esa
idea.

Finalmente mi estado emocional de aquella ma�ana hizo el
resto. Me volv� bruscamente y me encamin� hacia el hombre mir�ndole fijamente a
los ojos. Cuando llegu� a la altura del cami�n mir� hacia todos lados para
asegurarme que no hab�a gente en esa calle, ten�a muchas ganas de estrenar mi
vagina culiando con otro hombre sin que supiera mi marido, muchas veces hab�a
intentado culiar con otro pero no hab�a oportunidad de hacerlo, una vez en la
casa ya me iban a culiar cuando lleg� mi marido, el hombre se qued� con todas
las ganas de meterme su verga en mi vagina, se qued� con las ganas de probarme,
tuve que esconderlo en el cuarto de pilas al fondo de la casa para que se
pusiera la ropa y viera como sal�a de la casa mientras entreten�a a mi marido,
por eso no quer�a perder esta, aquel tipo, sin decir una sola palabra abri� la
puerta del veh�culo y me invit� a entrar en el. Lo cierto es que todav�a no se
como pude reaccionar de esa manera, pero lo cierto es que cuando me quise dar
cuenta me encontraba sentada al lado del camionero.

Entonces los siguientes acontecimientos se precipitaron como
la p�lvora. El hombre cerr� la puerta tras de m�, corri� unas cortinas rojas a
todo lo largo de las ventanillas de la cabina y comenz� a besarme en los labios.
Yo mantuve una m�nima resistencia, tras la cual abr� mi boca y le ofrec� mi
lengua. El camionero sac� la suya y nos dimos un primer morreo. Mientras me
llenaba la cara y los labios de saliva una de sus manos se desliz� por debajo de
mi blusa y empez� a acariciarme las tetas, mientras que con la otra me
desabrochaba el vaquero. El muy cabr�n sab�a perfectamente tratar a una mujer
excitada.

Al mismo tiempo yo le baj� la cremallera del pantal�n, le
saque la polla fuera y empec� a masturbarle. Aquel trozo de carne comenz� a
crecer entre mis manos alcanzando un tama�o y un grosor considerables. En menos
de diez segundos su rabo estaba duro como el cemento. La ten�a bastante mas
larga y gorda que mi marido, lo que me produjo aun mayor excitaci�n, pensaba en
como me iba a entrar semejante verga en mi vagina, lo que ten�a que aguantar que
me entrara. En un momento dado, el hombre cogi� con fuerza mi cabeza y me la
coloc� entre sus piernas. Yo obedec� con agrado, abr� la boca y comenc� a
chuparle la polla.

Al cabo de unos minutos el hombre me retir� y comenz� a
desnudarse por completo. Yo me quit� el vaquero, ya que la blusa hab�a
desaparecido en el magreo por arte de magia. Cuando aquel tipo se percat� de que
no llevaba bragas, me sent� encima de �l violentamente. Apunt� su estaca entre
mis labios vaginales, me la clav� hasta el fondo y comenz� a follarme con una
fuerza incre�ble. Su enorme polla bombeaba mi co�o sin parar, a un ritmo
fren�tico. Tanto fue as� que, cuando quise darme cuenta, me sobrevino el primer
orgasmo.

Aquel tipo era una m�quina de follar, por la posici�n en que
est�bamos me dio tambi�n una buena mamada de tetas. Parec�a no cansarse y
controlar la situaci�n con habilidad, lo que me ocasion� hasta cuatro orgasmos
encadenados. El enorme calibre de su herramienta estaba haciendo estragos en mi
co�o. Yo gritaba y me retorc�a de placer como una perra en celo. Despu�s de
quince, o quiz�s veinte minutos follando sin parar, me la sac� del chocho, me la
meti� en la boca y se corri� sin compasi�n, yo sent�a un gran espacio en mi
vagina cuando me sac� su verga. Una serie de chorros de leche tibia me fueron
inundando la boca sin previo aviso, por lo que no tuve mas remedio que
trag�rmelo todo.

Cuando termin� de vaciar sus cojones en mi garganta, se
arrodill� entre mis piernas y comenz� a lamerme el co�o de arriba abajo,
deteni�ndose de cuando en cuando en mi abultado cl�toris. Aquello me produjo un
placer tan intenso que volv� a correrme dos o tres veces m�s.

Mi h�medo co�o le debi� excitar much�simo, ya que cuando
termin� de com�rmelo su polla estaba de nuevo dura. Esta vez me puso a cuatro
patas sobre el asiento del cami�n, me la meti� en el co�o, por detr�s, y,
agarr�ndome de las tetas comenz� de nuevo a joderme viva. Los orgasmos no
tardaron en aparecer otra vez. En �sta ocasi�n consigui� que me corriera otras
tres veces m�s.

Luego me coloc� su polla entre las tetas y le hice una cubana
para que terminara en mi cara. Pese a ser la segunda eyaculaci�n en menos de una
hora, me ba�� de leche toda la cara mientras sollozaba de placer con el roce de
mis tetas.

M�s calmados ya nos vestimos. El camionero me obsequi� con un
�ltimo morreo de despedida, pero no pudimos resistir la tentaci�n de seguir
culiando, me desnud� y me acost� en el asiento del cami�n, me abr� de piernas
ofreci�ndole mi rica vagina, no quer�a dejar pasar la oportunidad de satisfacer
completamente mi fantas�a de culiar en el cami�n con otro hombre que no era mi
marido, se baja el pantal�n y se saca su verga, me la acerca a la entrada de mi
vagina y poco a poco me la va introduciendo, me ocupa completamente, yo con mis
piernas rodeo su cuerpo para que me la meta toda, comienza a bombearme
lentamente, conforme pasa el tiempo acelera m�s las embestidas y le gusta
observar el vaiv�n de mis tetas, las cuales atrapa con sus manos y me las
masajea suavemente logrando que me excite m�s y tenga un orgasmo, me desconecta
mi vagina y me coloco en cuatro patas en el asiento, escucho que se acerca un
veh�culo y corro discretamente la cortina del cami�n, en ese momento siento
donde me atraviesan nuevamente mi vagina con su gran verga y comienza a
bombearme ricamente, observo que en el veh�culo viaja mi marido de acompa�ante
del chofer, el veh�culo es de la empresa donde trabaja mi marido y el chofer que
lo acompa�a siempre a querido culiarme, yo lo he notado cuando llega a la casa y
me observa con una mirada de deseo, de lujuria, me sigue culiando el camionero,
pobre mi marido, pas� a la par m�a y no se dio cuenta que se estaban disfrutando
ricamente a su mujer, que ella est� disfrutando esta gran cogida que le est�n
dando, acelera sus embestidas y nuevamente siento donde se contra� para darme
todo su semen, no lo dejo que me saque la verga, quiero sentir otro que no sea
el de mi marido, siento sus descargas muy dentro de mis entra�as y me inunda
toda mi vagina, con esto siento realizada totalmente mi fantas�a, se queda unos
minutos conect�ndome mi vagina con su verga y cuando esta comienza a perder su
tama�o me la saca y un peque�o hilo de su semen sale de mi satisfecha vagina, me
da una mamada de tetas y despu�s nos damos un beso y nos despedimos sin
preguntarnos el nombre. Luego descorri� las cortinas con precauci�n para que no
me vieran bajar del cami�n y rumoraran en el pueblo de que yo iba a culiar con
los camioneros, lo cual podr�a llegar a o�dos de mi marido y no me dejar�a salir
de la casa, me abri� la puerta y me march� a la compra.

Desde ese d�a, siempre que giro la esquina de casa deseo
encontrarme con el cami�n estacionado, pero hasta la fecha me tengo que
conformar con mi marido.

Hayde�.