T�tulo: Caperucita y el lobo feroz.
El sol de la ma�ana entr� por la ventana de la pieza para
despertar a la hermosa muchacha que all� dorm�a. Todos la llamaban Caperucita
Roja, ya que sol�a andar todo el tiempo con una que le hab�a hecho su madre.
Caperucita �c�mo describir tanta dulzura? Su pelo era rubio como las margaritas,
sus ojos celestes como el mar y su sonrisa grande como el cielo, si as� era.
Cuando pudo abrir los ojos, muy contenta se levant� de su cama pensando que
ten�a todo el d�a por delante para disfrutarlo. Lleg� a la cocina de su humilde
hogar y all� como todas las ma�anas encontr� a su madre preparando el desayuno
Hola mam�, muy buenos d�as, dijo jubilosa.
Hola Caperucita, �c�mo has amanecido?
Mejor que nunca.
Oye, toma el desayuno y v�stete r�pido que debes llevar un
postre que prepare a la casa de tu abuela.
Esta bien.
La abuela de Caperucita viv�a algo lejos de all�, pero ella
disfrutaba mucho ir a su casa ya que pod�a caminar por el bosque, sentir la
brisa, hablar con los animales y oler las flores. R�pidamente fue a su pieza y
tom� la ropa m�s bonita que ten�a, una remera blanca junto con un cors� rojo y
una pollerita del mismo color, botas marrones y como siempre unos suaves guantes
que hab�an sido obsequio de su abuela. La madre de Caperucita le entreg� la
canasta que ten�a que llevar, y antes de que se fuera le dijo atentamente
Ten cuidado por donde caminas y no hables con extra�os.
La ni�a de rizos dorados entendi� las palabras de su madre,
la bes� en la mejilla y comenz� el viaje a la casa de la abuelita. El d�a en
verdad era acogedor, el clima era templado pero se pod�a sentir como el viento
bailaba con cada hoja de cada �rbol. Caperucita caminaba por los bosques
cantando alegremente, cuando de pronto escuch� la voz de alguien que la llamaba
Caperucita, oye Caperucita.
Ella, curiosa por esa voz que no le era familiar, volte�
hacia la persona que la estaba nombrando y gran sorpresa se lleva cuando ve a un
gran lobo, muy grande. Este le dice
No deber�as andar a solas por el bosque a estas horas...
�Por qu� no? pregunt� curiosamente.
Pero ni�a, debes saber que este lugar est� lleno de personas
con malas intenciones... que podr�an abusar de t� inocencia con propuestas como
esta, ven vamos detr�s de esos arbustos que voy a darte una demostraci�n
gratuita.
Caperucita sab�a que no deb�a hablar con extra�os, pero el
lobo no parec�a mal persona, por eso que lo acompa�� detr�s de los arbustos.
Enorme fue el asombro de Caperucita cuando el lobo empez� a desatar los nudos
que sosten�an sus ropas, enfadada protest�
P...pero ��qu� hace?!
�Ves? eso es lo que podr�a ocurrirte si no estuviera yo para
protegerte.
�Oh! �qu� suerte haberlo encontrado!! dijo Caperucita m�s
aliviada, pensando que el lobo solo ten�a buenas intenciones.
S�, es una verdadera suerte... pero prosigamos con la
demostraci�n. Anda ni�a, qu�tate la ropa.
No puedo, si mi madre se entera se enfadar� conmigo, no deja
que me desnude en p�blico.
No te preocupes Caperucita, ella jam�s se enterar�, adem�s
puedes dejarte los guantes y las botas puestos.
Mmmm bueno, pero dese vuelta que me da pena.
Esta bien.
Caperucita comenz� a quitarse la ropa que a estas alturas le
resultaba algo molesta. Su cuerpo siempre hab�a sido exuberante, pechos
sobresalientes, cola s�lida y parada, piernas largas, cintura esbelta, toda una
preciosura. Cuando por fin se quit� sus prendas (menos los guantes y las botas,
claro) se dio vuelta y dijo
Ya est� se�or lobo.
En ese preciso instante Caperucita not� que el lobo estaba
como hipnotizado con su cuerpo, con la boca bien abierta y los ojos saltones.
Eso la hac�a sentir avergonzada y acalorada, de manera que dijo
Ay se�or lobo, no me mire de ese modo, pe...pero �que hace?
s�base los pantalones...
La dulce chiquilla comenz� a pensar que las intenciones del
lobo eran otras, que �l quer�a aprovecharse de su inocencia. Pues mal por �l, ya
que ese era un juego que ella no pensaba jugar. Enojada decidi� seguir su camino
cuando algo le hizo reconsiderar esa idea, observ� maravillada el instrumento
del se�or lobo que se hac�a cada vez m�s grande. Su coraz�n empez� a latir muy
fuerte y se sinti� algo excitada.
No... �no! �no! �d�jalos as�! y ac�rcate que quiero ver eso
en detalle... pidi� generosamente.
Caperucita nunca hab�a visto algo tan semejante, no se
parec�a en nada al que su amigo le mostr� ese d�a que estaban los dos solos en
la casa, no no. Claro que ella sab�a sobre sexo y esas cosas tan sucias, pero no
estaba de acuerdo con su madre que siempre le dec�a lo prohibido y malo que era.
Miles de veces se hab�a tocado all� debajo y hasta un vez prob� lo que era
colocarse un miembro all� dentro, y aunque no lo crean le gust� mucho.
Caperucita se acerc� y con curiosidad tom� el pene entre sus manos para saber si
era de verdad, y as� era. Sin pedir permiso le dio un beso y no tard� en pasarle
la lengua por alrededor de la gran punta, con el �nico prop�sito de saborearlo.
Al lobo no pareci� importarle, bien por ella.
Hmmmmm! que ricura... pens� mientras chupaba. �Lo hago bien?,
pregunt� la joven.
Lo estas haciendo muy bien, pero no pares, sigue, contest� el
lobo muy a gusto.
Caperucita ten�a un talento digamos innato en eso, no el que
se consigue con la pr�ctica ya que esta era la primera vez que hac�a algo tan
fuera de lugar, tan indecente. La ni�ita besaba con mucho dedicaci�n esa cosa
grande y solo dejaba de lamerlo para masturbarlo, luego lo met�a en su boca de
nuevo una y otra vez, todo gracias a las indicaciones del lobo. En cierto
momento se detuvo.
Ens��ame ahora como manejar esto, dijo se�alando al miembro
con los ojos bien grandes.
Como tu quieras, respondi� el lobo ansioso.
Caperucita pens� que la mejor posici�n para hacerlo con el
lobo era la del perrito, y no estaba equivocada. Apoy� sus manos y piernas
formando un cuatro y levant� lo m�s que pudo su colita ofreci�ndosela al lobo
feroz. Este no dudo mucho y de un solo movimiento hundi� su gran lanza dentro de
la honrada chiquilla.
��Aaaaahhhh!!, grit� Caperucita con fuerzas. As� lobito,
�assss�ii! �que barra de carne me esta metiendo!
�Te gusta mi garrote? Eres una perra, dec�a el lobo malo.
��S� assss� asss�!! �como a un perra! �aaaaaahh! ��cab�lgame,
s�ii, asss�ii!!
Caperucita no pod�a describir lo bien que se sent�a con todo
eso adentro de ella, que vulgar y indecente era, tampoco no pod�a controlar su
vocabulario... le fascinaba. Tanto que hab�a perdido la noci�n del tiempo, ya no
le importaba la abuela o su madre ni siquiera el bosque, solamente quer�a seguir
sintiendo como el salchich�n entraba y sal�a de su placentera abertura,
llen�ndola de placer.
�Aqu� va mi leche zorra!, dijo el lobo ya a punto de acabar.
�Oh, no! no me lo eche adentro por favor, derrame su leche en
mi cara quiero sentirla, quiero verla... dijo ella con pocas fuerzas.
El lobo se levant� r�pidamente mientras que Caperucita se
sentaba y alzaba la cara para recibirla. El se�or lobo se puso delante de ella y
comenz� a mover su mano a lo largo del pene con muchas fuerzas hasta que este
comenz� a escupir un l�quido muy blancuzco, m�s de lo normal. El semen choc�
contra la boca abierta de la peque�a rubia, quien no dejaba de mostrarse muy
feliz y contenta por el gran favor que le estaba haciendo el lobo. Al final
termin� con la cara llena de esperma y muy gustosa dijo
�Oh! As� que esto es el semen... que calentito, aunque tiene
un sabor algo amargo.
Espera, dijo el lobo, la demostraci�n todav�a no a acabado,
d�jame mostrarte otra cosa que podr�a pasarte Caperucita.
Esta bien lobito lindo �qu� tengo que hacer?
Recu�state all� con las piernas abiertas, conf�a en m�.
Caperucita ten�a m�s de un motivo para confiar en el lobo,
que tan bueno era al hacer todo esto por ella. No pod�a negarle nada ya que lo
iba a hacer sentir mal, as� que acept� con gusto. El lobo se acerc� y mostr� por
primera vez la gran lengua que ten�a, larga, muy larga. Caperucita no estaba
segura de lo que iba a hacer con eso, as� que le pregunt�
Se�or lobo �qu� piensa hacer con esa lengua tan larga que
tiene?
�Esto! Dijo el lobo en el momento que la paso por la dulce
entrada de nuestra muchacha.
Mmmmmmm que rico, gimote� Caperucita.
La lengua del lobo era muy escurridiza, adem�s rasposa por lo
que le causaba un goce intenso, tanto que no pod�a resistirse a quedarse quieta.
Poco a poco fue sintiendo que le gustaba mucho lo que estaba haciendo el lobo, y
lo hizo notar
�Aaaaaahhh! ��asss���!! ��me derrito de gusto!! s�ii... as�
no se detenga sigue... sigue lamiendo mi almeja...�aaahhh, que lengua, animal!
El lobo sab�a bien lo que estaba haciendo, ella pens� que ya
le hab�a dado consejos a otras ni�itas que pasaban por all� para que tengan
cuidado, por eso la experiencia. Caperucita ve�a y sent�a asombrada como su
vagina desped�a fluido y m�s fluido, como nunca antes. El se�or lobo tampoco
parec�a cansarse, al contrario, lo hac�a cada vez m�s r�pido y m�s profundo, m�s
profundo, bien adentro. Caperucita sinti� que ya estaba por venirse, con mucho
entusiasmo y gemidos de por medio le grit�
�Aaahh! �oughh! no puedo m�s... �no puedo m�s...! me viene..
me viene... ��asss���!! ���aaahh!!! ���aaaahh!
Su cuerpo comenz� a temblar sin control mientras que
disfrutaba de un largo y delicioso orgasmo, en su vida se hab�a sentido tan a
gusto con algo semejante. Cuando pudo recuperar el aliento record� los deberes
que le hab�a encomendado su madre de llevarle la canasta a la abuela. Entonces
muy radiante se levant� y le dijo al lobo
Me gustar�a quedarme para que me siga cuidando, pero se me
hace tarde para ir a la casa de la abuelita y no quiero caminar por el bosque de
noche.
�T� vas a la casa de la abuelita?, pregunt� el lobo.
S�.
Sabes, conozco un camino m�s corto que te llevar� all�.
�De veras? porque eso me ayudar�a mucho.
Se que s� jeje, debes tomar ese sendero que empieza a la
izquierda del gran �rbol, sigue derecho por all� y no te perder�s.
Muchas gracias se�or lobo, que bueno fue conmigo hoy, dijo
Caperucita mientras le daba un beso en la mejilla.
Nuestra protagonista se visti� apresuradamente, tom� la
canasta y se encamin� por el supuesto atajo. Lo que no sab�a era que ese no era
ning�n atajo, sino un camino m�s largo para llegar a la casa de la abuela, �el
lobo la hab�a enga�ado!. �l ten�a pensado desde principio comerse a Caperucita
despu�s de darle la lecci�n, pero cuando supo a donde iba ella pens� que tambi�n
pod�a comerse a la abuela y esa era una tentaci�n muy grande para dejar pasar.
Sonriente por su malvado plan el lobo tom� otro camino que era m�s corto para
llegar primero y as� sorprender a Caperucita. Mientras tanto esta segu�a por el
camino que le hab�a dicho el lobo, pero parec�a que tardaba m�s tiempo en llegar
que lo normal. Por un momento pens� que el lobo se hab�a equivocado, pero no era
posible, si �l sab�a muy bien lo que dec�a. No ten�a mucha importancia para
Caperucita, seguramente era su imaginaci�n ya que no conoc�a muy bien esa parte
del bosque, por eso le resultaba m�s grande. Por otro lado el lobo no tard�
mucho tiempo en llegar a donde la abuela y con delicadeza toc� la puerta de la
casa. La abuelita tard� unos momentos en responder, ya que era una se�ora muy
viejita que no se mov�a muy r�pido. Apenas abri� la puerta el lobo se la comi�
de un solo bocado, sin darle tiempo a reaccionar. Luego tom� algunas de sus
ropas y se las puso para que cuando llegue Caperucita lo confunda con ella, era
un plan perfecto. Pasaron algunas horas cuando Caperucita por fin vio a lo alto
de la colina una casa que largaba humo por la chimenea. Enseguida supo que era
la casa de su abuelita, quien siempre ten�a prendido un fog�n, por eso el humo.
Aliviada por haber llegado entr� a la casa y llam� a su abuela
Abuela, abuela, soy yo, Caperucita.
Estoy recostada querida, ven a la pieza, dijo el lobo
tratando de imitar la voz de la abuela.
Caperucita se dirigi� a la habitaci�n muy contenta porque iba
a ver a su nana, hac�a tiempo que no lo hac�a. Entr� a la pieza saltando y
riendo, cantando canciones que sab�a. All� en la cama vio a su abuela acostada
�qu� mala suerte la de Caperucita que no se dio cuenta que ese era el lobo
ruin!. Pero esperen, Caperucita podr�a ser un tanto despistada pero igual notaba
cierto cambio en su abuela, algo raro. Pregunt� entonces
Abuelita, te ves diferente hoy.
Dime Caperucita �qu� notas tan distinto?, cuestion� el lobo.
Bueno, tus orejas �Por qu� las tienes tan grandes?
Son para o�rte mejor.
�Y tus ojos, por qu� son tan grandes?
Son para verte mejor.
�Por qu� tambi�n tienes la nariz tan grande?
Es para olerte mejor Caperucita.
Pero abuela �por qu� tienes la boca tan, tan grande?
Es para... ��comerte mejor!!
De pronto el lobo se lanz� sobre Caperucita que grit�
horrorizada por la situaci�n, a causa del miedo no pudo escapar y as� termin�
siendo bocadillo de lobo. El rufi�n sinti� en ese momento que hab�a triunfado,
as� que se acerc� a la canasta de Caperucita para averiguar que era lo que
llevaba all�. Grande fue su sorpresa cuando encontr� una gran torta, con crema,
cerezas y toda la cosa. Muy goloso se la comi� enterita, sin dejar nada de nada.
Cuando se dispuso a irse sinti� que no pod�a moverse. Ciertamente hab�a comido
demasiado y no estaba en condiciones de caminar. En ese momento lleg� a la casa
de la abuela un bondadoso le�ador que daba la casualidad estaba por esos caminos
buscando alimento. El macizo hombre toc� la puerta y esta se abri� sola ya que
Caperucita hab�a olvidado cerrarla con traba. Intrigado el le�ador entr� al
acogedor hogar para ver si hab�a alguien all�.
Hola �hay alguien en casa? pregunt� pero nadie respond�a, era
todo silencio.
En su mente pas� la idea de que el due�o o due�a del hogar
podr�a estar tomando una siesta. Sin hacer mucho ruido se dirigi� a la pieza y
all� descubri� al lobo tirado en el suelo, sin fuerzas para moverse. Este mir�
al le�ador fijamente tratando de asustarlo mientras que dec�a
Te comer�a le�ador pero ya estoy lleno, as� que aprovecha
para irte antes de que me recupere.
No te tengo miedo lobo, por eso voy a usar mi afilada hacha
contigo, dijo el le�ador sin titubear y tomando el hacha entre sus manos atac�
al lobo que solo pudo quedarse viendo como llegaba su triste final. Fue entonces
que, de el cuerpo sin vida del animal sali� Caperucita roja junto a su abuela,
por suerte s�lo estaba inconsciente.
Muchas gracias, dijo la ni�ita al valiente le�ador.
En verdad tuvieron suerte que pasara yo por aqu�.
D�game se�or �es usted un cazador?
No, soy un le�ador.
Muy bien se�or le�ador, �hay algo que pueda hacer para
mostrarle mi aprecio?, le debo la vida por si no lo recuerda.
Quiz�s algo de comer ya que hace d�as que no como.
Mmmm creo que el lobo ya se comi� lo que hab�a tra�do para mi
abuela, desgraciadamente.
Entonces podr�as hacerme un peque�o... favor, dijo el le�ador
deseoso de otra cosa.
La chiquilla luego de pensarlo entendi� a que se refer�a. Por
supuesto que una comida no era suficiente recompensa por lo que hab�a hecho el
gran hombre, alto y musculoso, por eso sinti� la necesidad de hacer algo m�s
grande por su salvador. As� y todo hab�a que entender al le�ador, era un
solitario viajero que hac�a tiempo no estaba con una mujer y Caperucita parec�a
ser la indicada para calmar esas ansias. Sin perder tiempo Caperucita se
arrodill� frente a �l, desabroch� sus pantalones y los dej� caer para que este
est� m�s c�modo. El le�ador seguro pod�a conformase con ese agradecimiento, que
era m�s de lo que esperaba. Luego suspiro de placer cuando su pene entr� en la
peque�a boca de Caperucita, que lo albergaba con mucha suavidad y lo trataba con
sumo cari�o. Ella en aquel momento emprendi� el t�pico movimiento cuando se hace
una fellatio, solo que esta vez tambi�n acariciaba los huevos (que eran m�s
grandes que los del se�or lobo, si se�or). Su cabeza iba de atr�s hacia adelante
con mucha velocidad, se pod�a decir que era todo lo que hac�a. El le�ador no
pod�a evitar moverse hacia adelante para meter su hombr�a m�s adentro de esa
boca tan deliciosa que lo envolv�a. Entretanto se escuchaba el chapoteo que
causaban ambos, el sonido que llenaba la habitaci�n slup! slup! cada vez m�s
fuerte, era fant�stico. Caperucita anhelaba poder sentir de nuevo un pene dentro
de ella como lo hab�a hecho con el lobo, por eso le urg�a las ganas de terminar
de chuparlo para pedirle amablemente que se lo meta. En cierto momento el
le�ador se puso duro como una piedra y con su respiraci�n entrecortada chill�
�Toma! ��siente el jugo de mi amor!!
Caperucita no entendi� lo que estaba pasando, entonces miro
extra�ada al le�ador cuando de pronto el pene que no hab�a dejado de frotar
lanz� un chorro de semen directo a su cara, sorprendi�ndola. Luego vino otro y
otro m�s, que ensuciaron su ropa y su lacio pelo. Entonces el le�ador m�s
tranquilo y relajado le dijo
�Viste que calentita que sale?
Si se�or le�ador, estaba muy calentita, m�reme, estoy llena
de leche...
Caperucita tom� su capa y se la quit� para limpiarse al menos
la cara, ya que se sent�a molesta con todo eso chorreando all�. De pronto el
le�ador la levant� con sus musculosos brazos para pararla, luego comenz� a
besarle el cuello pas�ndole la lengua hasta llegar a su oreja. Caperucita se
derret�a de gusto con eso, que le besen la oreja era algo que le gustaba
much�simo. El le�ador por otro lado comenz� a tocarle las tetas por sobre la
ropa con mucho descaro, entonces Caperucita se apart� de �l y le dijo
Espere se�or le�ador, d�jeme quitarme la ropa para que usted
pueda acariciarme mejor.
Esta bien ni�a, pero ap�rate antes de que despierte tu
abuelita.
Claro que s�.
Con algo de esfuerzo pero con muchas ganas Caperucita se
quit� el cors� que llevaba y luego su remera blanca que estaba todav�a manchada
en la parte de adelante. El le�ador vio el cuerpo de esa hermosa e impulsiva
ni�a, entonces con toda sinceridad le dijo
Que buenas tetas tienes Caperucita.
�Usted cree se�or le�ador, quiere tocarlas?, pregunt�
Caperucita p�caramente.
Por supuesto que s�.
El le�ador entonces tom� con sus grandes manos los j�venes
senos y chup� los pezones que sobresal�an duros y parados. Caperucita cerr� los
ojos y se dej� hacer mientras que suspiraba para liberar el encanto en el que
estaba atrapada.
Ah aah mmmmmmm si se�or le�ador, siga por favor ahhhh
Repentinamente Caperucita sinti� que algo le estaba rozando
la entrepierna como si tuviese vida propia, entonces mir� hacia abajo y vio el
pene del le�ador que luchaba con la prenda interior para poder conocer a su
panocha. Caperucita muy segura de lo que quer�a sinti� que hab�a perdido la
tolerancia y comenz� a ilusionarse con ese gran m�stil.
M�tamela por favor se�or le�ador que lo necesito... suplic�.
El forzudo hombre no se hizo esperar y con su mano empez� a
tocar la entrepierna de Caperucita, sintiendo la humedad de su sexo, haciendo un
trabajo delicado. Mientras la frotaba escuchaba la m�sica de los gemidos de la
muchacha, ciertamente el momento estaba por llegar. El le�ador deb�a esperar
hasta que ella se moje bien, para que su pene no le haga da�o alguno
(considerado de su parte). En cambio Caperucita no ve�a la hora en que deje de
tocarla para que de una vez por todas le hunda su orgullo sin escr�pulos.
Repentinamente �l la anim� diciendo
As� mi amor, d�jame bajarte la bombachita que linda cosita
que tienes all�.
Vamos se�or le�ador, no juegue m�s conmigo y h�game feliz de
una vez.
Prep�rate entonces Caperucita, porque all� voy.
Oh s�, m�tamelo, m�tamelo todo adentro.
El le�ador abri� las piernas de la chiquilla y dej� que ella
lo enterrara. Caperucita lo fue metiendo de a poco hasta que se le acab� la
paciencia como un ni�o que abre un regalo, entonces se lo clav� de una hasta el
fondo. Ambos gimieron de placer y algo de dolor, pero no importaba porque el
placer era mayor.
Uy se�or le�ador, que bien me hace sentir con eso suyo...
�aaahhhh...! digame �le gusta como me muevo...?, preguntaba Caperucita al
dichoso le�ador.
Si Caperucita, te mueves muy bien, est�s muy apretada.
Que bueno que se sienta as� se�or le�ador �aaahhh! �qu�
placer!
�l observ� a Caperucita y al ver su cara de glotona junto a
sus colitas de caballo sinti� que no pod�a contener m�s la eyaculaci�n, vaya
eyaculaci�n.
Perd�n Caperucita... �no puedo aguantar m�s tiempo!
Caperucita no quer�a responder, pero tambi�n estaba a punto
de acabar gracias al gran miembro que estaba llen�ndola por completo. Entonces
su firme cuerpo se puso totalmente tieso y sinti� como se desmayaba mientras que
ven�a el orgasmo, junto con el del manso le�ador
�Toma, toma! �toma mi leche! ��tomala bien adentro tuyo!!,
exclam� el hombre de campo.
�Oooh! siento como me llena de crema caliente!! �aahh! �que
cantidad de leche me est� echando se�or le�ador! ���aaaah!!! ���me estoy
vaciando, me vac�o!!! �mmmm, aaahhhh! ��que puta soy!!
A estas alturas Caperucita lloraba del placer que estaba
sintiendo, mientras que el le�ador segu�a bombe�ndola con todas las fuerzas
posibles. La chiquilla enseguida despu�s del orgasmo afloj� su cuerpo y se qued�
quieta tratando de recuperar fuerzas. Entonces m�s l�cida se dio cuenta que su
abuela segu�a all� a su lado y pod�a despertar en cualquier momento. Con algo de
miedo a ser descubierta le dijo al le�ador
Se�or se�or, ap�rese que mi abuela no tarda en despertar, no
creo que nos quiera encontrar as�.
Tienes raz�n.
El le�ador se levant� apurado, totalmente satisfecho por el
trato de Caperucita.
Tengo que darle las gracias de nuevo por los gestos que a
tenido hacia m� se�or le�ador, en verdad me sent� muy a gusto, habl� Caperucita.
No Caperucita, eres t� quien me ha hecho sentir muy a gusto,
te lo devuelvo, respondi� el le�ador.
Tom� sus ropas, su hacha y se march� contento de la casa no
sin antes despedirse. Luego de unos minutos la abuela despert� y se encontr� con
su dulce nieta a su lado (quien ya se hab�a vestido nuevamente)
�Qu� pas� Caperucita?, pregunt� perdida.
Tuvimos suerte abuelita, un le�ador muy bueno pas� por aqu� y
mat� a lobo antes de que terminara de masticarnos.
Dime Caperucita, ese le�ador �todav�a est� aqu�?, quiero
darle las gracias por tan grande favor.
Oh no, ya se march� abuela. Pero no te preocupes, que yo le
di las gracias por ambas... dijo con doble sentido, sabiendo que la abuela no
deb�a enterarse lo que hab�a sucedido all�. Miren si se lo contaba a su madre,
�en que l�os la meter�a!.
Fin