MI HERMANO ME HACE EL AMOR
Una hermanita tan bella como sensual cuenta c�mo su hermano
bisexual empez� a hacerle el amor
Mi nombre es Karen. Soy la hija menor, mejor dicho, la ni�a
mimada de una familia que podr�amos llamar completa y perfecta: nuestro padre,
nuestra madre, mi hermana mayor, mi hermano Rafa y yo. La verdad es que nuestra
vida se ha desarrollado entre la comodidad, el amor y la belleza. Nuestra madre
es una mujer bell�sima, a quien todos en la familia adoramos con locura. Mam� es
un �ngel del cielo, el amor puro sin cuya presencia no imaginar�amos vivir. Mi
hermana mayor, Laura, es absolutamente apegada a ella, a pesar de que ahora est�
viviendo en Londres. Y mi hermano Rafa, para qu� decir: su edipo es del
tama�o de una catedral. Est� tan atolondrado por ella que, a pesar de su
hermosura que enloquece a las mujeres, no mira a ninguna... hasta hace algunos
meses, como ya les contar�.
Rafa es un sue�o: no podr�a describir en todo el espacio del
mundo el amor intenso que siento por �l. Es el amor de mi vida, mi hombre, mi
adoraci�n, mi locura. Es tan bello que s�lo mirarle puede llevar a la
desesperaci�n. Desde peque�o se destac� por su impresionante belleza. Cuando
estaba en el colegio, el profesor encargado del r�gimen docente cit� a nuestros
padres para indicarles c�mo deb�an educar a ese ni�o cuya belleza podr�a
causarle m�s problemas que ventajas. Y en la familia se tendi� a
sobreprotegerlo, principalmente mam�, que lo ha mimado sin l�mites hasta ahora.
No nos extra��, pues, que Rafa mostrara pronto inclinaciones bisexuales. Era
inevitable: una madre de una hermosura turbadora, amorosa y cari�osa sin
miramientos; nuestra hermana Laura, a quien adoro, bella hasta decir basta. Las
amigas de mam�, muchas de ellas de una belleza inveros�mil, no dejaban de
decirle a nuestro Rafa cu�n hermoso era. Cuando ya estaba crecidito, muchas de
ellas iban m�s all�, e intentaban disfrutar de nuestro Adonis. Pero Rafa,
retra�do y concentrado en s� mismo, empez� a hacer una amistad muy fuerte con un
compa�ero de colegio, con el que me confesar�a despu�s se inici� en las
relaciones sexuales.
Para no hacer tan larga introducci�n, que juzgo necesaria
para poder explicar nuestra historia, comienzo por decir que desde peque�a
estuve unida a mi hermano como una lapa. Era en sus piernas donde dorm�a cuando
�bamos en paseos largos en el coche, y era �l quien me mimaba cuando hac�a
pucheros despu�s de llegar del colegio, mientras llegaba mam�. En mi casa era
natural que yo durmiera con Rafa cuando ten�a pesadillas o cuando ten�a fr�o. Mi
hermano nunca fue el hermano repelente y odioso que han tenido que sufrir, sin
excepci�n, todas mis amiguitas. No fue nada raro, pues, que todas mis amiguitas
estuvieran enamoradas de �l.
Pasada la pubertad, con mi cuerpo en pleno desarrollo y en la
�poca en que todos los amigos de pap� me devoraban con sus ojos y se masturbaban
jadeantes pensando en mis nalguitas de durazno, yo no quer�a estar sino con mi
hermano. Nuestro cari�o era inabarcable. Durante alg�n tiempo, acostumbr� a
visitarlo cuando a�n no estaba levantado de la cama, y con el pretexto de
hacerle cosquillas, le acariciaba su rostro, su pelo, sus orejas, y de vez en
cuando le pasaba mis dedos por los labios. Rafa se dejaba hacer y no disimulaba
el gustito que le daban mis visitas. Hasta el momento, no pas�bamos de las
caricias piel con piel, hasta que fue patente para m� que necesitaba del
contacto con �l m�s que cualquier otra cosa. Estaba enferma de amor por mi
hermano, y mi fiebre no se calmaba ni a�n con otras posibilidades, como las que
me podr�an brindar aquel guapo amigo de mi padre que me meti� mano sin tapujos
durante una visita a su casa de campo, hace algunas semanas, y que alcanz� a
excitarme; ni las continuadas caricias de la sic�loga de mi colegio, que con el
pretexto de dialogar con las chicas de pen�ltimo curso, como yo, nos invita a su
despacho y all� nos pide que le demos rienda suelta a nuestras fantas�as m�s
morbosas y le contemos nuestras apetencias, las cuales ella escucha visiblemente
turbada. Las visitas a Montse (as� se llama nuestra "psico") son voluntarias,
pero a mi me gusta visitarla, aunque la �ltima vez estaba m�s cachonda que de
costumbre, y al sentarme en sus piernas y abrazarla, como es tradicional,
intent� por todos los modos de acariciarme las piernas debajo de mi faldita de
cuadros, con el pretexto de ver cu�n ten�a firmes y tersos ten�a los muslos. Yo
juguete� un poco con ella. Montse me gusta, tiene 45 a�os y se ha divorciado dos
veces, y me genera tal confianza que he logrado mucha intimidad con ella. Fue
ella quien me ense�� a besar, y no puedo ocultar que su lengua suave, h�meda y
rosada lleg� casi a generarme vicio. No seguir� con Montse, porque eso dar�
lugar para otra historia. Finalizo diciendo que ella me insiste en ense�arme a
hacer el amor, para lo cual me invita a su casa repetidamente, bajo el m�ximo
secreto, eso s�.
Yo ve�a completamente normal mi amor por mi hermano Rafa. Mis
amigas odiaban a sus hermanos, mientras yo no pod�a vivir sin �l. Cada vez mis
visitas a su habitaci�n duraban m�s rato, salvo cuando se encerraba con su
"novio" Alvarito a pajearse mirando las revistas que el maric�n de Alvarito
llevaba para verlas juntos. Yo odiaba a Alvarito, obviamente, aunque no tanto
como para no reconocer que era un ni�o tan lindo como marica, pues muchos en el
colegio lo conoc�an por los concursos que hac�a en el ba�o de hombres para
pajearse entre los compa�eros y ver qui�n ten�a el rejo m�s grande. Seg�n me
cont� Rafa, el de Alvarito estaba m�s desarrollado que el de todos los dem�s. Un
d�a que sali� Alvarito yo entr� con cara de enfadada donde Rafa, para hacerle
patentes mis celos. �l intent� mimarme, a lo que me rehus�, muy digna. Pero no
pude dejar de percibir el olor de sus manos: era evidente que hab�a
estado masturbando a Alvarito, y a�n ten�a en sus manos ese olor mezclado a
marisco, l�quido lubricante y sudor de caballo tan propio de los hombres despu�s
de haber tenido sexo. Aunque intent� no dejarme acariciar de �l, ese olor no
dej� de atraerme, hasta que acced� a sus fingidos ruegos y deje que se pusiera
detr�s de m� y me basara el cuello, dici�ndome que yo segu�a siendo su nena
linda. Yo le dije que ol�a a caballo, y �l me dijo que ese era el olor que le
gustaba, porque no conoc�a otro mejor. Yo me sent�, me sub� mi faldita de
cuadros, y le dije p�cara: aqu� puede haber uno mejor. �l, como la cosa
m�s natural del mundo, se acerc� hasta el final de mis piernas, arriba, y aspir�
fuerte dos o tres veces, un poco teatralmente. Al principio me dio risa, porque
parec�a un perro oliendo a su perra en per�odo de celo, pero la risa se me fue
convirtiendo en un escalofr�o en el est�mago. Rafa no sal�a de all�, y enseguida
empez� a hacer un lado mis calzoncitos, sacando su lengua y comenzando a lamer.
Yo empec� a sentir una especie de desfallecimiento, un alborozo nuevo, una dicha
innombrable, una electricidad en el punto �lgido de mi sensibilidad. Esa lengua
era incre�blemente suave y fresca, que algunas veces me hab�a lamido los dedos y
los l�bulos de las orejas, pero que ahora iba directo al coraz�n de mi
felicidad. Cerraba los ojos y ve�a luces de colores centelleando a mi alrededor.
Oh, qu� sensaci�n...
Rafa termin� una vez apret� mis las piernas con todas mis
fuerzas cuando la descarga el�ctrica fue tan intensa que perd� el sentido, se
limpi� la boca, tom� un poco de agua, y se acost� a mi lado apret�ndome muy
fuerte. Estaba en erecci�n, y se frotaba contra m� r�tmicamente. Me dijo que se
hab�a hecho unas tres pajas con Alvarito, y que no cre�a que pudiera m�s. Yo le
dije que me mostrara el cachalote. �l se lo sac�, y yo lo acarici� un rato.
Segu�a erecto, aunque �l me dijo que no quer�a pajearse m�s. Yo iba a salir,
pero �l me ataj� bruscamente y me lanz� hacia �l. Me dio un beso en los labios,
muy largo, y me dijo que viv�a loco por m�. Yo a esas alturas segu�a con los
pezones hinchados y firmes como corozos, lo cual no le pas� desapercibido, pues
me los apret� con sus dedos varias veces. Yo quer�a que me los mordiera un poco,
pero lo dej� para la ma�ana del d�a siguiente.
Esa ma�ana, efectivamente, todos hab�an salido temprano y yo
fui donde Rafa. Llegu� a su cama, me met� en ella sin preguntar, y not� que s�lo
ten�a una camisilla y nada m�s. Estaba en una completa erecci�n, y su miembro
palpitante y algo pegajoso en la punta empez� a pasearse por entre mis piernas.
Yo, con alguna dificultad, me quit� mis tanguitas, y al abrazarme fuerte a �l
empec� a besarlo. Rafa estaba muy excitada, pero me dec�a por favor que lo
besara despacio, como si estuviera besando a una de mis amigas. Me pregunt� que
si �l me parec�a lindo, y yo capt� r�pidamente el secreto: para que fuera
totalmente m�o, tendr�a que tratarlo como a una nena mimada y caprichosa. Empece
a decirle que para m� era la nena m�s hermosa del mundo, la m�s bella, a medida
que iba d�ndole unos sonoros y sostenido besos en su cara. Rafa se fue
transformando en un fen�meno colorado y jadeante, y yo empec� a prepararme para
la penetraci�n. No era la primera vez que me penetraban, pues tanto el amigo de
pap� que cont� m�s arriba, como Montse la sic�loga de mi cole ya hab�an
explorado esas zonas adentro, si bien no totalmente. El amigo de pap� s�lo pudo
meterme algo de su dedo, y Montse un peque�o pene de goma con el que me prepar�
en una de sus sesiones de "terapia".
Rafa comenz� a abrirse paso, pero de ah� en adelante mi
estado era de tanto placer que entr� en semi inconsciencia, y solo recuerdo que
suavemente su miembro se frotaba en mi interior, mientras nos dec�amos cu�nto
nos am�bamos y yo le dec�a, "ay, amor, mi belleza, ay, ay, mi hermosura, ay mi
mu�eco precioso, ay qu� gustito tu hermosura dentro de m�, ay... ay qu� rico, mi
gatita, eres una gatita juguetona, ay..." No s� realmente cu�nto estuvo
haci�ndome el amor, pero s� se que nunca hab�a sentido mayor dicha, mayor
plenitud. Lo extra�o es que en plena fase de �xtasis pens� en mi madre y su
belleza me pareci� m�s n�tida que nunca, y experiment� un gozo indescriptible al
imaginar el rejo erecto de pap�. Todo esto lo sent�a en el marco de esa
felicidad suprema que fue hacer el amor con Rafa, mi hermano hermoso.
De all� en adelante seguimos haciendo el amor a menudo,
sobretodo cuando mis estrategias para ahuyentar a la maricona de Alvarito de
casa dan resultado. Cuando �ste no viene, aprovecho para mimar a mi "nena"
consentida y empezar a pajearlo y darle varias lamidas a su hermoso pip� antes
de tenerlo en m�. Las �ltimas veces Rafa me ha pedido que le acaricie el ano, y
eso hace que su erecci�n sea mucho m�s firme. La �ltima vez que hicimos el amor
dur� mucho m�s rato dentro, gracias a que he mejorado mi t�cnica de masaje anal,
con la introducci�n del dedo cordial. Ah� Rafa se vuelve una loca metelona que
pierde la conciencia de s�, para gozo y ventura m�a. Pero esta etapa anal no es
s�lo para �l: Rafa se pasa horas lami�ndome por detr�s, primero las nalgas, que
besa y lame sin parar, dici�ndome que son sus melocotones preferidos, y luego me
cosquillea m�s adentro con la lengua, lo cual en un principio no me causaba
mayor placer pero que con el paso de los d�as le voy sacando mayor gustillo. Y
eso por no decir lo que pasa cuando me pongo falditas de algod�n muy finito sin
ropa interior, s�lo para que �l pueda sobar a su gusto all� donde me atrape: en
la cocina lavando los platos, en el sof� de la televisi�n o en el ascensor. Rafa
se ha vuelto un sob�n de miedo, loco por mis nalgas y por mis muslos.
Lo amo, definitivamente, y no podr�a terminar con palabras la
descripci�n de lo que siento cuando devora mis labios con su boca. Sus besos son
desesperados mordiscos de amor que parecieran querer arrancarme mis labios, que
terminan rojos como cerezas y palpitantes como mi coraz�n desbocado. No s� si
siempre se sentir� el mismo placer, pero s� s� que el que yo siento cuando hago
el amor con mi hermano Rafa es lo m�ximo a lo que se puede llegar.
Hinnde Sehnte W.
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