Relato: Los hermanos (1)





Relato: Los hermanos (1)

LOS HERMANOS � 1� PARTE



Este relato, necesariamente corto por razones de su reciente
inicio, trata de completar aquellos otros que he le�do en internet y que se
asemejan al m�o, aunque la mayor parte de ellos carecen de una verosimilitud que
los haga medianamente cre�bles. Por el contrario, he podido leer alguno de ellos
que s� parecen reflejar hechos ciertos y a los que deseo unirme en el
sentimiento de compartir con esos protagonistas una historia similar y liberar
mi conciencia de culpa con �sta confesi�n, aunque he de reconocer que este
sentimiento ha ido perdiendo carga emocional a medida que voy conociendo casos
similares y que "mi problema" est� mas generalizado de lo que yo cre�a al
principio.



Estos acontecimientos han comenzado hace un mes
aproximadamente y su continuidad, salvo circunstancias ajenas a nosotros, tiene
todos los ingredientes necesarios para que contin�e durante mucho tiempo,
incluso mejore, pues a�n no hemos logrado alcanzar la t�cnica adecuada y nos
encontramos en la fase de experimentaci�n, esa gratificante fase en la que ambos
protagonistas exploramos las posibilidades del otro y damos a conocer nuestros
deseos, contando con la total disposici�n de la pareja para darnos toda la
satisfacci�n posible y gozar de esta experiencia nueva para los dos.



Nuestra historia comienza hace 6 a�os, cuando mis padres, al
regreso de una fiesta en la que mi padre hab�a bebido mas de la cuenta,
sufrieron un terrible accidente muriendo mi padre en el acto y quedando nuestra
madre tetrapl�jica. Desde entonces, mi hermano menor, de 16 a�os y yo de 18,
tuvimos que hacernos cargo de mi madre que, adem�s de inv�lida, sufr�a una
profunda depresi�n que la convirti� en un vegetal. De ser unos hijos protegidos,
pasamos a ser unos hijos protectores de nuestra madre. Ella solo desea, las
pocas veces que nos habla, que la saquemos al jard�n de nuestro peque�o chalet y
tomar el sol los d�as que hace sol.


Yo me encontraba estudiando magisterio, en segundo, por lo
que esperaba terminar el a�o siguiente y posteriormente preparar la oposici�n y
aceptar el destino que me adjudicasen para, con el tiempo, volver a mi ciudad y
con mi familia. Mi afici�n fue siempre y lo sigue siendo, la inform�tica.


Mi hermano no fue nunca buen estudiante. Su obsesi�n era la
de hacer una oposici�n para organismos p�blicos o el estado y disfrutar de un
sueldo, si no alto, s� al menos seguro y de un horario que le permitiese
disponer de tiempo libre para s� mismo, su televisi�n y el ordenador.


Todo aquello cambi� y aunque los dos hemos terminado lo que
quer�amos, nos ha costado bastante mas de lo previsto en funci�n del
condicionante de nuestra madre, a cuyo cuidado siempre tiene que estar alguno de
nosotros. No hemos tenido motivo de conflicto por el asunto y, muy al contrario,
la adversidad nos uni� mas que nunca y ambos nos hemos apoyado para conseguir
nuestra meta. Yo termin� mi carrera y mi hermano trabaja en un juzgado como
oficial. Yo me he especializado en el cuidado de mi madre y mi hermano ayuda lo
que puede por las tardes y los fines de semana y aporta sus ingresos a la
econom�a familiar, junto con la pensi�n que recibe mi madre y vivimos
dignamente. El salir de casa supone un sacrificio para el otro, pues alguien
siempre ha de estar con nuestra madre, por lo que nuestras salidas se limitaban
al mercado a comprar y poco mas. A ambos nos parec�a feo el salir con los amigos
y dejar al otro solo en casa con mam�, as� es que casi nunca propici�bamos
salidas qued�ndonos en nuestra casa a disfrutar de una grata vida familiar.



Como digo, de todo esto hace ya seis a�os, de modo es que yo
tengo 24 a�os y mi hermano 22. Ninguno de los dos tenemos pareja y apenas
salimos de casa, habi�ndonos acomodado a una situaci�n de hecho y en la que los
dos, mi hermano y yo, vivimos como deseamos.


Como es l�gico, ninguno de los dos somos ajenos a nuestra
necesidades biol�gicas insatisfechas y nuestra falta de relaciones sociales nos
han volcado mas a una relaci�n mas estrecha, siendo, adem�s de hermanos,
confidentes de nuestras inquietudes y pensamientos. Ninguno ha renunciado a una
vida normal, en pareja y con hijos, pero nuestra situaci�n actual no nos permite
plantearnos esta posibilidad a corto plazo, por lo que aceptamos lo que tenemos
con agrado y sin prisas �y ahora mucho mas- y procuramos no precipitar
acontecimientos mientras mi madre nos necesite.


Como digo, la estrecha confianza e intimidad que tenemos mi
hermano y yo nos ha impulsado a confiarnos, desde hace mucho tiempo, nuestras
necesidades y contarnos nuestras experiencias en solitario. Tambi�n nos pasamos
informaci�n sobre aquellas p�ginas web que visitamos relacionadas con el mundo
del sexo y, ocasionalmente, sobre todo los fines de semana, nos quedamos algo
mas tarde, despu�s de acostar a nuestra madre, a ver aquellos programas de
televisi�n que ponen pel�culas porno y ambos compartimos nuestras impresiones
sobre el particular en total libertad.


Esta confianza habr�a de terminar como ha terminado y ese es
el motivo de contar mi historia y compartirla con otras personas que, quiz�
acobardados de la aparente "inmoralidad", se est�n privando de disfrutar de lo
que la naturaleza ha puesto a nuestro alcance de forma gratuita, por lo que
hasta los mas pobres, todos podemos disfrutar de ello. Yo animo a quienes como
yo, tengan la posibilidad de gozar de su entorno mas cercano, no tengan el menor
reparo, pues es sumamente gratificante y sin contraindicaciones de ning�n tipo,
salvo las que la propia �tica de cada uno nos imponga y en raz�n a la mayor o
mejor mentalidad liberal de la que podamos disfrutar o padecer cada uno.


Entrando en el detalle, comenzar� relatando los preludios de
la situaci�n actual, pues es de suponer que los acontecimientos no se
precipitaron en un solo d�a. Poco a poco y sin premeditaci�n, fuimos tomando
cada d�a mas confianza el uno en el otro, llegando a contarnos incluso cuando
nos masturb�bamos y las fantas�as a las que acud�amos para mayor satisfacci�n.
Yo le comentaba con quien me imaginaba haciendo el amor y �l igual.


Ya hab�a habido entre nosotros alguna ocasi�n en la que la
excitaci�n hab�a llegado a afectarnos, tal es el caso de cuando nos ve�amos en
la ducha, cuya puerta jam�s cerr�bamos, aunque ten�amos la costumbre de llamar
antes de entrar. A pesar de ello, algunas veces y "por descuido", abr�amos la
puerta sin llamar y nos sorprend�amos en la ducha desnudos, algo que no supon�a
mas que una cort�s invitaci�n para pasar previa vuelta de espaldas para no
mostrar nuestra desnudez tan descaradamente. A m� me encantaba que mi hermano me
sorprendiese, y �l lo sab�a, esperando a sentir el ruido de la ducha para llegar
al ba�o con la excusa de una necesidad imperiosa. Ambos sab�amos que no era
cierto, pero lo toler�bamos complacidos y entre bromas. Yo me daba la vuelta y
le mostraba mi espalda y trasero, ofreci�ndole, incluso, si quer�a pasarme la
esponja, a lo que acced�a siempre. A pesar de ello, nuestra frivolidad no pasaba
de ah� y nos content�bamos con esa peque�a picard�a. El hac�a lo mismo,
permiti�ndome pasarle la esponja por su espalda. Yo, cada vez que esto suced�a,
le ve�a su pene erecto en la sombra de la pared o parcialmente desde atr�s. Si
le alud�a al tema, el re�a y me reprochaba mi atrevimiento y descaro. Yo, hac�a
lo propio con mis pechos, facilit�ndole una visi�n parcial de ellos y sabiendo
que �l los deseaba ardientemente.


Despu�s de esta intimidad, era l�gico que cada vez nos
acerc�semos mas y busc�semos ocasiones de excitarnos con el mundo del sexo,
desconocido para los dos y con una pasi�n contenida propia de nuestra edad y
abstinencia.



Como dec�a, sobre todo los viernes y s�bados, cuando mi
hermano no ten�a que madrugar, nos qued�bamos en el sal�n hasta altas horas de
la madrugada viendo pel�culas porno en la tele. Esto nos excitaba sobremanera,
hasta que un buen d�a le propuse a mi hermano el masturbarnos durante la
proyecci�n de una de estas pel�culas y para no avergonzarnos con este menester,
nos cubrir�amos con una toalla de ba�o cada uno, que nos servir�a para
limpiarnos al terminar.


No es necesario decir que mi hermano estuvo totalmente de
acuerdo en la idea y que aquel fin de semana de hace aproximadamente mes y
medio, lo preparamos todo para el viernes llevar adelante el proyecto. Nos
procuramos de un refresco y palomitas, como nos gustaba hacer estas sesiones y
nos dispusimos para dejar a nuestra madre acostada lo antes posible.


La verdad es que aquella tarde estuvimos muy nerviosos ambos
y tambi�n con unos deseos incontenibles de que llegase la hora, as� es que cada
uno se entretuvo con su afici�n favorita esperando que el tiempo transcurriese
r�pidamente. Hacia los 2000 h ya le hab�a dado de cenar a mi madre y le pregunt�
si quer�a acostarse, mostrando su conformidad. Le ped� a mi hermano que me
ayudase con ella y tras ponerle el pijama, la acostamos en su cuarto, cerrando
parcialmente la puerta del dormitorio.


Le dije a mi hermano que si quer�a cenar y ambos comimos
algo, mir�ndonos de soslayo y con risitas de complicidad. Realmente mi
excitaci�n era extrema, aunque confieso que a�n no hab�a llegado a comprender
cual era la verdadera raz�n. Yo solamente esperaba el disfrutar de una
masturbaci�n mientras ve�a una excitante pel�cula porno con mi hermano y esa era
la �nica raz�n de mi excitaci�n; la novedad de compartir con alguien el momento,
o as� me lo parec�a. Realmente, no ve�a a mi hermano como el objeto directo de
mi excitaci�n, sino como un part�cipe en mis fantas�as sexuales.


Pronto nos situamos frente al televisor y a la espera de la
hora del inicio del programa que nos interesaba, me dijo mi hermano que ten�a
una pel�cula porno que le hab�an dejado en el trabajo y que si quer�a verla para
hacer tiempo. Yo acept� y la pusimos. Realmente era una pel�cula excitante, pues
una pareja hac�a el amor en un sof� en mil posturas diferentes y la criada les
observaba por un peque�o agujero de la puerta mientras se masturbaba. No es
necesario indicar que los protagonistas estaban para com�rselos.


Mi hermano me propuso comenzar la actividad planeada, y
r�pidamente le facilit� la toalla que ten�a preparada y me apropi� de la otra.
Decidimos situarnos cada uno a un extremo del sof� y cubri�ndonos ambos de
cintura para abajo, con cuidado nos quitamos el pantal�n del pijama y la ropa
interior.


Cada uno recostado ligeramente en su sitio, comenzamos a
frotarnos y yo observaba la abultada entrepierna de mi hermano, mas que la
televisi�n, comprendiendo que mi excitaci�n proven�a de esa fuente tan cercana.


Mi hermano frotaba su pene visiblemente y yo acariciaba mi
zona mas sensible con un deseo ardiente.. Mi hermano me mir� algo violento y yo
le devolv� la mirada y una sonrisa, pregunt�ndole si estaba disfrutando. Afirm�
con la cabeza y cerr� los ojos.


Hasta este momento yo no hab�a relacionado a mi hermano con
mi fuente de deseo, sino mas bien como el compa�ero de una travesura divertida.
Pronto alcanc� un orgasmo estupendo y v� que mi hermano se limpiaba de otra
situaci�n parecida.


La pel�cula segu�a su curso y no dejaban de practicar el sexo
unos protagonistas especialmente dotados, algo que nos volvi� a elevar la
temperatura lo suficiente como para plantearle a mi hermano el repetir la faena.
El acept� y nos colocamos de nuevo en posici�n para pajearnos de nuevo. Yo
disfrutaba como nunca. El ambiente, otro part�cipe en la sesi�n que me
estimulaba y excitaba especialmente y yo misma, que apenas requer�a ayuda alguna
para motivarme. Mi hermano parec�a ir al mas deprisa que yo, y le vi en su sitio
disfrutando, al cabo de un rato, de otro orgasmo que le hac�a suspirar y emitir
quejidos entrecortados y frecuentes. Yo, que estaba a�n en los preliminares, me
llamaba la atenci�n las dimensiones de su pene, o lo que se pod�a apreciar con
lo que mostraba, algo que me ofrec�a una curiosidad irresistible.


Despu�s de que �l se corriese de nuevo, yo me encontraba a�n
deseosa que encontrar mi satisfacci�n por segunda vez y as� se lo dije a mi
hermano, que estaba del todo satisfecho.


Dado que a�n era tiempo de esperar para ver el comienzo de la
pel�cula de tv., mi hermano se ofreci� para ayudarme un poco en mi actividad,
proponi�ndome que yo me tumbase en el sof� y relajadamente, disfrutase de sus
manoseos, eso s�, bajo la toalla y sin mirar en ning�n momento� en f�n, confieso
que la idea me turb� como nunca lo hubiese imaginado y me subi� mi excitaci�n
hasta un l�mite inimaginable. He de reconocer que mi hermano no mostraban ning�n
signo de provocaci�n, es decir, �l, lo �nico que me propon�a era ayudarme a
conseguir un placer que se retrasaba con mis medios, pero estaba lejos de su
propuesta, el aprovecharse de la situaci�n en su beneficio, al menos as� lo
apercib� yo en ese momento.


Nunca hab�a disfrutado de una masturbaci�n por alguien ajeno
a m� misma, por lo que la experiencia, nueva del todo, se me plante� como algo
irrenunciable. Por supuesto, le di mi aprobaci�n y me dispuse a colocarme
c�modamente para no perder ni un segundo del placer que esperaba recibir. A fin
de cuentas, era mi hermano y no un desconocido el que me iba a tocar y
acariciar. En aquel momento, lo reconozco, yo tambi�n consider� la situaci�n
como de una gravedad atenuada, pues no ve�a a mi hermano como un amante, sino
como un amigo de ciertas travesuras inocentes y compartidas, aunque sin la
sensaci�n de da�ar a nadie, pues no hac�amos nada que pudiese perjudicar a nadie
y as� lo sent�a yo en ese momento de excitaci�n extrema. En realidad, no sent�a
mucho pudor de mi hermano, quien, como digo, en ocasiones hab�a pasado a la
ducha y me hab�a ayudado a asearme en una evidente complicidad de situaciones al
borde de la �tica y la moralidad que a ambos nos gustaba franquear, y esto, sin
duda, era un paso mas en la escala de valores que compart�amos, pero sin duda,
a�n dentro de una legitimidad propia de la intimidad familiar que ambos
sent�amos.


�l, rodeado en su cintura por su toalla y cubriendo su sexo,
se acerc� a m� y meti� su mano bajo mi toalla, algo que me provoc� un tremendo
escalofr�o al notar su mano ardiente subir por mi muslo en busca de mi sexo, el
cual no tuvo dificultad alguna en localizar de inmediato y cuando coloc� sus
dedos en mi agujerito tembloroso y h�medo, yo casi sent� un orgasmo inmediato.
Confieso que yo tambien sent� unos deseos irrefrenables de manosear su pene, a�n
endurecido a lo que se pod�a apreciar bajo su toalla, pero contuve con
dificultades mi pasi�n para no causarle una alarma que no deseaba y evitar
pensase de m� algo que yo, en ese momento, estaba a�n lejos de anhelar.


El momento fue especialmente er�tico al suspirar mi hermano y
confesarme que era el primer "conejito" que tocaba, y que si no fuese su
hermana, no lo dejar�a escapar. Eso s�, me pidi� que le ayudase a diferenciar
las zonas mas er�genas para propiciarme un orgasmo delicioso; yo le orient�,
directamente, al cl�toris, algo que fue para �l todo un descubrimiento y una
curiosidad. Se centr� en unas suaves caricias pero que alternaba con la
penetraci�n de mi vagina con sus dedos ansiosos de conocer el cuerpo femenino.
Lleg� a preguntarme si deseaba que me tocase los pechos bajo una camiseta suave
que llevaba puesta, algo que le prohib� por no parecerme conveniente, en f�n,
algo rid�culo por mi parte dadas las circunstancias, pero as� fue como ocurri�.
Trat� de levantarme la toalla y yo se lo imped�, simplemente por una verg�enza
tambien injustificada, pero que yo a�n no hab�a asimilado.


Pronto comenc� a sentir un gusto terrible y le ped� que fuese
aumentando la velocidad de su frotaci�n, aunque con suavidad y en unos segundos
sent� todo el placer junto del mundo en mi sexo�; un flujo intenso y abundante
se derram� desde mis entra�as ampapando la mano de mi hermano, el cual le o�
re�r estrepitosamente y lleno de satisfacci�n por su "maestr�a" en estas artes
novedosas para ambos. Fue en ese momento cuando me di cuenta de que ten�a el
pene de mi hermano en mi mano y que le apretaba ansiosamente y me dijo "por
favor, puedes dejar de apretar?" acompa�ando la frase de una grata sonrisa.


Cuando quiso quitar su mano, le retuve unos minutos mas
pidi�ndole que fuese bajando su velocidad y su fuerza, y me asegur� que no ten�a
que ense�arle nada, pues notaba perfectamente los espasmos y las contracciones
de las paredes de mi vagina en su mano, propias del orgasmo que estaba teniendo.
El me asegur� que le dura menos que a m�, por lo que tendr�a que aprender con mi
asesoramiento.


Despu�s de esta experiencia y con mis sentidos a�n anulados
del placer y las sensaciones nuevas para m�, cerr� los ojos y me qued� recostada
en el sof� a disfrutar de los �ltimos latidos de mi placer, cuando sent� a mi
hermano que me avisaba de que la pel�cula de la tv estaba a punto de comenzar,
por lo que me acomod� en el sof�, a su lado, y nos dispusimos a ver juntos la
pel�cula porno que todos los viernes por la noche echaban en un canal de
adultos.


El tema, casualmente, iba de incesto!!!. En fin un tema que
nos result� sumamente escabroso en ese momento, dadas las circunstancias y
aunque con algo de verg�enza por parte de ambos, re�mos la situaci�n violenta
que nos hab�a deparado el destino.


Mi hermano, en ese momento, me dijo que estaba un tanto
inc�modo en el sal�n y que pensaba irse a su habitaci�n a ver all� la pel�cula,
pues �l ten�a un peque�o monitor en dormitorio. All� se masturbar�a mas
c�modamente y en la intimidad. Yo, sin comprender mi iniciativa, le propuse
acompa�arle, pues tampoco estaba muy c�moda en el sal�n y dudaba de tener deseo
suficiente para repetir, as� es que le podr�a ayudar en su "masaje" si me
permit�a ver la pel�cula en su dormitorio y en su cama, que no era muy ancha por
cierto� Creo que todos habr�n comprendido que mi hermano acept� con una ancha
sonrisa de satisfacci�n imaginando lo que le esperaba.


All� vimos la pel�cula juntos y� bueno, creo que lo contar�
en otra historia pues esta se ha hecho algo extensa a pesar de mis deseos.


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Relato: Los hermanos (1)
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