Relato: Las tres francesas





Relato: Las tres francesas

Sentado delante del ordenador estaba Miguel. Hab�a estado
cerca de una hora hablando con una chica por internet. Cuando se conect� no
esperaba gran cosa, quiz� conectarse a alguna p�gina porno gratuita y hacerse
alguna paja para calmar sus ganas de follar. Cerca de 3 meses hab�an pasado
desde que su novia le dejara. "No quiero ir a m�s" le hab�a dicho en su momento.
"Joder, yo tampoco quiero ir a m�s, s�lo quiero follar!" fue su respuesta.
Naturalmente que con esa respuesta no s�lo dejaron la relaci�n sino que la
perdi� como amiga y, de paso, al resto de amigas, que ya solo lo ve�an como un
pervertido. Fue una putada porque a pesar de no ser una gran belleza, Lorena era
una de esas chicas que son una verdadera fiera en la cama. Cada polvo superaba
al anterior y sus mamadas... Incluso recib�a gustosa una buena enculada de vez
en cuando. Ser�a dif�cil encontrar otra as�, muy dif�cil.


El caso es que conect� con una chica interesante y
desinhibida que le estuvo calentando durante cerca de media hora para luego
darle largas y no querer enchufar la c�mara ni el micr�fono. El temor de haber
sido enga�ado y que un quincea�ero asqueroso se hubiera hecho pasar por mujer no
s�lo le repugn� sino que borr� cualquier signo de excitaci�n en �l. Frustrado se
puso a buscar fotos por el ancho mundo de internet pero top�se con una web de
relatos y qued� enganchado al ordenador. Mientras las palabras eran le�das, su
miembro se endurec�a. Parec�a como si se alimentara de frases, de p�rrafos
caldeados por sabe dios quien.


"Los ojos suplicantes de Elena me ped�an piedad al tiempo que
su culo se me ofrec�a en bandeja".


"Ay, Lorena, cu�nto te echo de menos!" pensaba Miguel al
tiempo que se meneaba despacio unas veces, r�pido otras, su verga.


"Su culo ofrec�a una nueva experiencia que yo nunca hab�a
sentido. Tan caliente como su vagina, pero con una presi�n nunca antes
experimentada. Atrapaba mi polla y la exprim�a para sacarle todo su jugo".


Miguel volv�a a recordar a Lorena una y otra vez. Ve�a su
pene descomunal, m�s grande que nunca, hinchado y dispuesto para empezar a
escupir de un momento a otro. Ya sent�a cercano el orgasmo, un par de minutitos
m�s.


"Cuando empec� a correrme, ella se dio r�pidamente la vuelta
y, quit�ndome el cond�n previamente, se meti� la polla de golpe mientras la
meneaba r�pidamente, como siempre le gust� hacerlo. La leche pas� directamente a
su garganta, pasando inadvertida, como si no me hubiera corrido en su boca, cosa
que por otro lado, ambos sab�amos".


Ese quiz� era el �nico pero de Lorena, que odiaba el semen a
m�s no poder. Incluso una vez que, mientras le masturbaba, se corri� y le
salpic� la mano y el pantal�n, ella se puso como una fiera. Estuvieron casi una
semana peleados. Pelea que, como siempre, acababa ganando ella.


Mientras evocaba d�as mejores se hab�a seguido masturbando y
ya casi pod�a sentir la leche acumularse cuando son� el timbre. El susto de la
situaci�n casi le hace desbordarse mientras se levantaba como un resorte.
Aguant� como pudo la eyaculaci�n pero ocultar la erecci�n dentro del chandal iba
a ser poco menos que misi�n imposible.


Eran las 8 pasadas, ser�an las francesas que acog�a su madre.
Dado que la situaci�n econ�mica familiar no era muy boyante desde la marcha de
su padre, su madre se ve�a obligada a alquilar una habitaci�n a extranjeros.
Como la suya era una ciudad muy tur�stica, no era extra�o que durante las 3/4
partes del a�o la habitaci�n estuviera ocupada. Generalmente, eran grupos
concertados de j�venes estudiantes y en esta ocasi�n tres chicas del sur de
Francia estar�an all� alojadas una semana. "Malditas putas asquerosas, no pod�an
llegar 5 minutos m�s tarde, noooo, la cosa es joder. Me cago en..." maldec�a
mentalmente Miguel mientras intentaba rebajar su erecci�n aunque no sab�a c�mo.


Ante la insistencia de las francesas, que iban a quemar ya el
timbre, se situ� como m�s le pareci� que ocultaba su erecci�n. Abri� la puerta y
se encontr� de sopet�n con Emilie, la cual era de lejos la mejor del grupo. Una
carita inmaculada de �ngel con unos ojos azules que s�lo igualar�an dos o tres
mujeres en el mundo. La cabellera rubia platino le llegaba hasta media espalda.
De una buena estatura (quiz� 1,75), sus largas piernas iban enfundadas en unos
pantalones rojos que le sentaban endiabladamente bien. La tela se ajustaba a sus
piernas fenomenalmente y realzaban un culo notable que cualquier hombre
adorar�a. Con un cuerpo as�, era normal que los pechos pasaran desapercibidos
pues, aun estando bien puestos y de tama�o razonable, no estaban a la altura del
resto del cuerpo de aquella diosa. Con una radiante sonrisa salud� y pas� al
interior de la casa.


Tras ella, No�lle, una simp�tica chica de pelo casta�o, ojos
oscuros y profundos y cara singular. Bajita, alrededor del 1,60, pero con formas
muy bien marcadas. Un culito m�s que apetecible y unas tetas peque�as pero
igualmente deseables. Su andar sigiloso rayaba con su aire desgarbado y feliz,
siempre ri�ndose. Era la que mejor se defend�a en el espa�ol y la que m�s
hablaba con los habitantes de la casa. Adem�s, Miguel la miraba con
especialmente buenos ojos debido a la "excursi�n" que hab�a hecho al cuarto de
las francesas. En su maleta pudo admirar una colecci�n de ropa interior que le
oblig� a masturbarse pensando en No�lle posando para �l. Tambi�n pudo encontrar
una caja de condones que cada d�a menguaba en contenido. Tal y como le hab�an
dicho sus amigos: "Estas t�as no vienen a mejorar su espa�ol, vienen a demostrar
sus dotes con el franc�s". Vamos, unas golfas de cuidado.


Y finalmente, Coralie, otra rubita con pelo corto y rizado y
sonrisa encantadora. Ojos avellana, media estatura y un cuerpo muy proporcional
entres todas sus partes. Pero eso s�, muy provocadora. El vestido blanco que
llevaba mostraba un escote en el que m�s de uno se perder�a gustoso. De medio
muslo para abajo, sus tersas piernas y calzando unas sandalias con plataforma.


Tres mujeres que daban mucho juego para la libidinosa y
calenturienta mente de un chico que hac�a tres meses que no follaba. Fue detr�s
de Coralie hasta el final del pasillo y all� se qued� parado vi�ndola menear el
trasero hasta que se metieron en su cuarto. Una vez se sintieron seguras,
comenzaron a bromear y a re�rse, como de costumbre. Miguel intent� escuchar algo
de la conversaci�n. Hablaban demasiado r�pido como para entenderlo todo pero con
lo poco que chapurreaba el franc�s siempre pod�a entender algo. Igual que otras
veces que ya hab�a escuchado, hablaban de chicos principalmente. M�s
concretamente de un tal Didier que deb�a ser el cabr�n que se follaba a No�lle,
aunque Miguel ya sab�a que los condones los compart�an entre todas. Una de ellas
hizo amago de abrir la puerta y Miguel sali� escopetado hacia su habitaci�n, por
lo que apenas pudo o�r algo de erecci�n, chico guapo, follable. De �l? Hablaban
de �l? Coralie sali� acto seguido y se dirigi� a la habitaci�n de Miguel para
pedirle toallas, pues deseaban ducharse. Miguel se sent� delante del ordenador y
vio que la p�gina de relatos todav�a estaba ah�. Solo era texto, solo texto si
no fuera por el banner que anunciaba una p�gina porno de colegialas. La p�cara
mirada que le ech� a su entrepierna fue tan r�pida como la mirada que le ech� a
la pantalla del ordenador. Miguel se puso nervioso, pero tambi�n le volvi� algo
de la excitaci�n. Una c�mplice sonrisa dio por zanjado el asunto.


Miguel se dio cuenta de que Coralie jugaba en sus manos con
unas braguitas azules, seguramente las que se pondr�a despu�s de ducharse. Tras
coger las toallas, se alej� hacia el cuarto de ba�o, meneando su trasero de
forma hipn�tica. Se par� en el quicio de la puerta, volvi� su carita y le sonri�
gui��ndole un ojo.


Cuando oy� el agua correr, se sinti� a�n m�s excitado. Saber
que a escasos metros, solo tapada por una cortina estaba aquella chica
completamente desnuda le subi� la libido. Y tambi�n la valent�a. La puerta del
ba�o estaba entreabierta. Quiz� con suerte pudiera verla reflejada en el espejo
sin que se diera cuenta. Cerr� los ojos e inspir� profundamente. Su coraz�n
galopaba en su pecho. Anduvo silenciosamente hasta la puerta, se arm� de
valent�a y mir�. El vaho comenzaba a formarse en los laterales del espejo pero
todav�a pod�a ver lo suficiente. Por el suelo, toda la ropa desparramada. Se
fij� en la pelotita roja que no eran sino las bragas que hab�a llevado todo el
d�a. Dar�a cualquier cosa por poder tenerlas en ese momento en sus manos, poder
degustar la deliciosa fragancia que deb�a emanar aquella preciosidad. M�s cerca
ya de la ducha, las braguitas azules que hab�a visto antes y las toallas y en la
ducha... nada. Tan solo una silueta, er�tica e insinuante, pero s�lo una silueta
al fin y al cabo.


El ruido de la puerta de invitados al abrirse le hizo dar un
paso en falso hacia delante y empujar la puerta del ba�o, pero se recompuso y le
dio tiempo a escapar mientras o�a la voz de Coralie:


- Emilie? No�lle? Vous �tes l�?


"Buff... por los pelos" pens� Miguel en el refugio de su
habitaci�n. Result� ser Emilie, que ten�a que entrar al cuarto de ba�o a hacer
sus necesidades. Desde su cuarto, pudo o�r c�mo le met�a prisa para que
terminara pronto, pues las otras dos estaban esperando a que terminara de
ducharse. Sali� un momento pero enseguida volvi� al ba�o con la ropa para
cambiarse. Oy� el agua dejar de caer, aunque s�lo estuvo el grifo apagado
durante unos breves instantes, el tiempo que tardara Emilie en desnudarse e
introducirse en la ducha. De nuevo jaleado por una insospechada valent�a, se
acerc� a la puerta para volver a mirar. En primer plano aparec�a Coralie,
secando su cuerpo bien moldeado. Miguel tuvo deseos de sacar su polla en ese
momento y empezar a masturbarse pero supo contenerse. M�s al fondo tambi�n pod�a
ver a Emilie enjabon�ndose ya que �sta hab�a tenido menos cuidado a la hora de
cerrar la cortina.


Finalmente, no pudo reprimirse y se sac� la verga all� mismo
empezando a masturbarse. Desde su posici�n no pod�a ver claramente los genitales
de Coralie pero a�n as� le pareci� una vista verdaderamente hermosa. La peque�a
matita de pelo rubio dejaba asomar unos labios protuberantes y rosados que,
seguramente, destilar�an los m�s deliciosos jugos. Y qu� decir de los dos
melocotoncitos que ten�a por pechos. A qui�n no le gustar�a alimentarse de
aquellas mamas? Coralie se puso las braguitas azules de una forma que a Miguel
le pareci� extremadamente sensual, tanto como acelerar los movimientos de su
mano sobre su tallo venoso y sobrepasar el punto de no retorno.


De modo que la aparici�n de No�lle en el otro extremo del
pasillo fue incapaz de hacerle parar. Ahog� el gemido provocado por el susto
pero su cerebro no fue lo suficientemente r�pido como para mandar parar a su
mano, que de forma impulsiva sigui� agit�ndose de arriba abajo. Varios chorros
de semen impactaron contra la puerta a trav�s de la cual estaba espiando. Todo
transcurri� en medio del m�s completo silencio y No�lle no ser�a la que iba a
romperlo. Se acerc� a �l y dulcemente separ� la mano del aparato de Miguel, que
todav�a chorreaba un poco de su semen, el cual limpi� ella misma con su mano,
extendi�ndolo por todo el miembro. Y agarr�ndolo de ah�, lo gui� hasta la
habitaci�n de Miguel, donde le hizo sentarse en la silla enfrente del ordenador.
Mir� de soslayo la pantalla y sonri� de igual forma que lo hiciera antes su
compa�era. Se dio la vuelta y se puso de frente a Miguel. Subi� un poco su
vestido por los laterales y abriendo las piernas se sent� sobre el pobre
muchacho que todav�a se preguntaba qu� hab�a hecho �l de bueno para merecerse
aquello.


- Me touche un poquito? - Le susurr� al o�do con la voz m�s
er�tica que Miguel hubiera escuchado jam�s -. No llevo v�tement int�rieur.


Acto seguido le cogi� una de sus manos temblorosas y la pas�
por el forrillo del vestido, poni�ndola en contacto directo con su pubis. Los
dedos de Miguel tocaron la vulva de No�lle con ligereza, acarici�ndola
suavemente. Adivinaba la forma de sus labios mientras ambos se miraban fijamente
a los ojos. Ella se mord�a el labio inferior. La saliva le daba un toque
brillante que la hac�a irresistible, de modo que Miguel, que ya hab�a aceptado
la situaci�n, comenz� a tomar parte activa y acerc� su boca a la de No�lle pero
fue rechazado amablemente.


- Non, cheri. Tengo novio.


- Vale - Le respondi�, pero pens�: "Joder, no me quiere besar
pero s� follarme. Incre�ble".


Los dedos de Miguel se hab�an ido lubricando progresivamente
con la salsa que vert�a aquel co�ito franc�s. Hac�a ya un rato que hab�a
localizado el cl�toris y lo toqueteaba bien a gusto. La respiraci�n de la
francesa hab�a ido in crescendo y ahora ya casi jadeaba. Hizo adem�n de
agacharse para comerse aquel co�o baboso pero No�lle se lo puso m�s f�cil. Se
levant� y se quit� el vestido por completo. Si con el tacto ya era maravilloso,
a la vista era mucho m�s bonito aquel co�ito franc�s. El vello creciente
indicaba que hab�a vivido una �poca no muy lejana en que hab�a estado
completamente despejado. Un primer lamet�n le hizo cambiar de idea sobre las
delicias de aquel co�o. Ciertamente no es lo mismo un co�o bien limpito y reci�n
aseado que uno que hab�a estado sudando bajo el c�lido sol primaveral durante
todo el d�a. Pero el sabor salado del sudor pronto desapareci�. Miguel se
dedicaba en cuerpo y alma en aquella sesi�n de sexo oral, disfrutando de cada
rinc�n de aquel co�o.


- Ven, �chate en la cama, que te voy a comer todo el chocho -
Le dijo mientras la hac�a tumbarse para colocarse en una posici�n m�s c�moda.


De ese modo se aseguraba que no tuviera ya escapatoria, por
si acaso se echaba atr�s en el �ltimo momento, pero eso no suceder�a. Sus dedos
y su lengua se encargaron de hacer gozar a No�lle hasta llevarla a la cumbre del
orgasmo, el cual disfrut� con los dedos de Miguel todav�a en su interior. A
Miguel le encantaba sentir en sus dedos el orgasmo de las mujeres. Con su
antigua novia era muy com�n que �l la masturbara hasta sentir las contracciones
de la vagina en sus dedos o incluso en su verga, dado el caso. La peque�a
francesita se debat�a entre las oleadas de placer que le brindaban aquellos
h�biles dedos. Cuando le vio masturbarse mirando a trav�s de la peque�a abertura
de la puerta no se hab�a imaginado que ser�a tan jodidamente bueno.


Una vez que la vagina de No�lle hab�a dejado de agitarse
convulsivamente, sac� sus dedos y se acarici� la polla a�n erecta. Sac� la caja
de condones de la mesilla de noche pero descubri� desesperado que estaba vac�a.
Se dirigi� a No�lle, la cual no estaba muy l�cida precisamente, todav�a
disfrutando del orgasmo que acababa de tener. "Como se me duerma la hija de
puta, la despierto a pollazos" se dec�a Miguel a s� mismo. Le dio unas
palmaditas en la cara, aunque de paso tambi�n lo hizo en sus tetas pero como si
nada.


- Ehh, oye, condones! Que si tienes condones? - Le
gesticulaba haciendo el gesto de pon�rselo. �l ya sab�a que ten�a pero iba a
resultar un poco fuerte ir directamente y pillarlos -. Me cago en la ostia.
Eeeh! La madre que la pari�...


Miguel se dio la vuelta, ya un poco fuera de s� y, decidido a
ir a la habitaci�n de las francesas a por los condones, iba mandar a la mierda
las apariencias. Pero lo que se encontr� al darse la vuelta le dej� de piedra:
Coralie le miraba fijamente, analiz�ndolo, con una p�cara sonrisa. "Ya la hemos
liado" pens� Miguel.


- Bueno, habr� que aprovechar - Dijo en un susurro inaudible
-. Tienes condones? - Parec�a que no se enteraba -. Condones, s�, goma,
camiseta, preservativos... Tienes?


- Oui.


- D�nde?


Miguel se acerc� a Coralie, la cual se dio la vuelta y se
dirigieron a su habitaci�n. Coralie liderando el convoy, con tan s�lo las
braguitas azules que dejaban a la vista buena parte de sus nalgas. Miguel,
hipnotizado, hab�a olvidado ya a No�lle, que seguramente estar�a ya dormida.
Coralie se agach� de forma provocativa, dejando el culo en alto. Miguel no pudo
refrenarse y puso sus manos en �l, palpando por dentro incluso de las braguitas.
Y, casi sin darse cuenta, su pene se encontr� situado entre ambas nalgas.
Encajaba a la perfecci�n. Coralie encontr� los preservativos relativamente
pronto pero se mantuvo agachada el tiempo suficiente para hacer sufrir a Miguel.
Luego se levant� y le mostr� uno.


- Podr�as pon�rmelo t�, no crees? - Intent� hablarle en
franc�s a trav�s de gestos y palabras sueltas y la chica pareci� pillarlo a la
primera.


Abri� el envoltorio y se agach�. Lo inesperado fue que lo
situara cuidadosamente en el capullo y se encargara de pon�rselo con la boca,
ayud�ndose de su lengua. Al final tuvo que retocarlo un poco con las manos pero
a Miguel no le import� lo m�s m�nimo. La breve mamada le hab�a vuelto a poner a
cien, as� que r�pidamente la llev� a una de las camas y la ech� all�.


- Qu�tate las bragas, vamos, muy bonitas pero ahora no me
interesan - Le inst�.


Coralie se empez� a re�r cuando se vio desnuda por completo.
A sus mejillas acudi� un ligero rubor. Apresuradamente se puso encima y coloc�
su pene en la posici�n de salida. La meti� dentro pero se encontr� con una
extra�a barrera. La expresi�n de su cara cambi� por completo. "No es posible"
pens�, pero Coralie asinti� sonriente:


- Oui, tu vais �tre le premier. Baisez moi!


Y cruzando las piernas sobre su trasero fue ella misma la que
empuj� a Miguel hasta notar que la virginidad de la francesa desaparec�a para
siempre. �l mismo pudo comprobar hasta qu� punto aquello era cierto al ver su
pene salir manchado de sangre del interior de la francesita, lo cual no le
indujo nada m�s que renovadas fuerzas y ganas de follarse a aquella chica.
Excepto una peque�a mueca de dolor al principio, la cara de Coralie mostr� en
todo momento un gran entusiasmo y felicidad mientras la iba penetrando, incluso
ri�ndose a veces. Ella quiso ponerse encima y Miguel no se neg�. Poco a poco,
los jadeos fueron tomando lugar durante la cabalgata que le brind� encima a
Miguel, parec�a una verdadera amazona. "Para ser virgen, le pone mucho
entusiasmo" pens� Miguel mientras su polla se acercaba al momento de decir
basta. Llegado el momento, ella se par� bruscamente y empez� a correrse al
tiempo que exclamaba algo en franc�s. Miguel no pudo esperar m�s y la propin� un
par de penetraciones profundas llegando �l tambi�n al orgasmo. Coralie se
desplom� encima suyo, separados �nicamente por sus tetas.


- Ohhh, petite put - Dijo desde la puerta la �ltima que
faltaba: Amelie, aunque no parec�a con ganas tambi�n de follar.


Hablaron entre ellas. Miguel no pudo adivinar de la
conversaci�n m�s all� de que Coralie, en efecto, se hab�a decidido por fin a
perder su virgo y que No�lle estaba, como siempre, durmiendo despu�s de tener un
orgasmo.


Le echaron de la habitaci�n no sin antes llevar a No�lle de
vuelta a su cuarto. Antes de despedirse, Emilie se acerc� y d�ndole un beso en
la mejilla, le dijo con sus ojitos azules:


- T�... ma�ana... baisez beaucoup... descansa.


As� que Miguel se fue a descansar, efectivamente, porque al
d�a siguiente le esperaba un duro d�a de sexo, al menos, con Emilie.


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Relato: Las tres francesas
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