Relato: Mi vecina, mi maestra





Relato: Mi vecina, mi maestra

La historia que voy a relatar a continuaci�n, resulta ser la
mas impresionante de mi vida, algo que, por incre�ble, nunca cont� a nadie y que
tan solo me atrevo a escribir para contrastar, con algo material, aquello que
qued� en mi memoria como un sue�o del que siempre tuve dudas de su realidad.


Yo me llamo Flavio y esta historia comienza con la muerte de
mi padre, cuando yo a�n no hab�a cumplido los 18 a�os. Yo estaba estudiando COU
y a�n no ten�a novia, siendo mi afici�n mas sobresaliente la de estudiar, ver la
televisi�n en casa y salir los s�bados y alg�n domingo con los amigos a echar
nuestra partida de billar tomando una cerveza. Poco m�s.


Poco tiempo antes, aproximadamente seis u ocho meses atr�s,
se trasladaron a vivir al piso contiguo al nuestro, con el tabique del sal�n de
por medio, que se prolongaba por el exterior la casa hasta la terraza que,
l�gicamente, tambien estaba unida a ellos por el mismo tabique, una familia que
estaba llamada a ser la mas trascendental de mi vida, adem�s de la m�a propia,
claro. Era frecuente asomarnos a la terraza y encontrar la cabeza de nuestros
vecinos contemplando el paisaje com�n. As� de cercanas estaban nuestras
viviendas.


La peculiaridad de esta familia radicaba en la importante
diferencia de edad entre el esposo, funcionario �al parecer militar, aunque
nunca lo confirmaron ni le vimos de uniforme- de 61 a�os y ella, ama de casa con
poco mas de 35. Para �l era su segundo matrimonio. Llevaban casados
aproximadamente 5 a�os, como nos contar�a posteriormente y, fruto del mismo,
hab�a una hija de 4 a�os que hab�a comenzado a ir al colegio ese a�o. El, por su
parte, ya ten�a dos hijos mayores que viv�an independientes del padre y
procedentes del anterior matrimonio.


Desde un primer momento, ella se mostr� muy cordial y
amistosa con nosotros, visit�ndonos muchas tardes y trayendo siempre algo:
pipas, pasteles, un embutido del pueblo fant�stico� etc., y no paraba de hablar
y re�r mientras nos contaba sus historias siempre cargadas de humor, sobre su
infancia o juventud en su pueblo de origen. La verdad es que al poco tiempo, ya
resultaba tan familiar en casa que era raro no verla alg�n d�a.


Pues bien, tras la muerte de mi padre, mi madre cay� en una
profunda depresi�n y, a pesar de su juventud, pues tan solo contaba con 44 a�os
de edad, su aspecto se torn� envejecido y triste, mas a�n si nos la imaginamos
del profundo luto con que se visti� a partir de entonces.


Yo dej� mis estudios y unos t�os me colocaron en un banco, un
trabajo excelente y con un sueldo mas que digno en aquella �poca. Comenc� al a�o
siguiente mis estudios universitarios, pero ya por la tarde, despu�s del
trabajo.


Por entonces, Fermina �as� se llamaba- acud�a a nuestra casa
casi a diario, formando parte ya de la familia y siendo para mi madre un punto
de apoyo fundamental. Siempre manteniendo el buen �nimo, consegu�a en ocasiones,
arrancarle alguna sonrisa. Ella preparaba nuestra comida muchos d�as, nos hac�a
la compra, incluso planchaba mis camisas cuando mi madre no ten�a mucho �nimo.
La recuerdo con su bata color verde o malva �sus colores favoritos-, que
ajustaba a la cintura con un cintur�n que no hac�a sino marcar unas formas mas
bien rollizas, pero exuberantes y que no me pod�an pasar inadvertidas a la edad
que yo ten�a. A pesar de no resultarme atractiva, su sensualidad atra�a mi
atenci�n inevitablemente y no pod�a retirar los ojos cuando su braga dejaba
traslucir su color o tama�o a trav�s de la bata. Igualmente se me iban los ojos
a trav�s de su escote cuando descuidadamente, lo dejaba mas entreabierto de la
cuenta y, sobre todo al servir la mesa, permit�a una visi�n parcial aunque
suficiente, para completar mi febril imaginaci�n, mostrando parte de sus
voluminosos senos que frecuentemente dejaban entrever un erecto pez�n
extraordinariamente sensual. En fin, yo trataba de evitar esos pensamientos
pecaminosos hacia una mujer que tan solo hac�a que ayudar a mi madre y darnos su
mayor amistad, pero la edad no me permit�a la castidad de pensamientos que yo
hubiese querido en alguna ocasi�n.


Realmente yo no sab�a si ella era consciente de la turbaci�n
que me causaba, pero actuaba con total normalidad en casa, ignorando mis
pensamientos y descuidando ese recato que toda mujer muestra ante los hombres,
sobre todo si le es desconocido. Ella actuaba con absoluta libertad y total
confianza, como si estuviese en su propia casa. Pero, a decir verdad, a m� eso
me molestaba un poco, pues parec�a como si yo no le importase, como si yo no
fuese hombre para ella.


En fin, los pre�mbulos acaban cuando mi madre, en una crisis
de su tristeza, me dice que se marcha al pueblo unos d�as, con su madre, a ver
si saliendo de casa se le pasa un poco la tristeza y, puesto que yo ya hab�a
terminado las clases, podr�a arreglarme solo perfectamente los ocho o diez d�as
que ella estar�a fuera. Por otra parte, Fermina me echar�a una mano llegado el
caso, compr�ndome el pan o acerc�ndome algo de la comida que ella guisase en su
casa. Pues nada, dicho y hecho. A los dos d�as part�a desde Atocha y yo
regresaba a casa, donde mi madre me hab�a dejado la cena preparada. Sin mas,
cen�, vi un rato la televisi�n y me dorm� profundamente. La verdad es que,
durante el poco tiempo que tard� en dormirme, no pude pensar en otra cosa que en
la posible visita de mi vecina, y fantase� un poco con la posibilidad de tener
una aventura con ella antes de dormir.





Primer Acto:


A la ma�ana siguiente me despert�, como siempre, apurado de
hora y tras mi apresurada ducha, me lanc� a la calle sin tomar mi habitual caf�,
pues no me daba la hora para m�s. Ya tomar�a en la oficina si llegaba con
tiempo.


La ma�ana pas� r�pida con un trabajo excepcional y yo sal�
agotado pensando en la siesta que me esperaba. Ten�a comida en el congelador y
una magn�fica tarde para descansar viendo mis programas favoritos. Era el mes de
julio y mis vacaciones eran en Agosto. Mis amigos, que todav�a estudiaban, ya se
hab�an marchado de vacaciones y yo estaba pr�cticamente solo en el barrio, por
lo que mis expectativas para esa tarde pasaban por una casera tarde de verano.


Cuando llegaba a mi casa acalorado, pens� en tomar una
cerveza helada de las que ten�a en el frigor�fico y me acostar�a. Ya comer�a
algo luego. No hay prisa.


Pase directamente a la habitaci�n a cambiarme y en
calzoncillos sal� hacia el ba�o a asearme un poco. No pensaba ponerme los
habituales pijamas de pantal�n corto de verano, pues solo en casa, no hab�a
motivo alguno de recato, como cuando est� mi madre. Despu�s de mi grata cerveza
fresquita, tomada en el sof� del sal�n tumbado cuan largo, mis ojos empezaban a
enturbiarse con el plomizo culebr�n de la tele, pero mi debilidad era tal que no
consegu�a llevar mi mano al mando a distancia para cambiar de canal. No s� el
tiempo que estuve sumido en ese sopor anterior al sue�o, pero debieron ser
escasos minutos, cuando sin haber o�do sonar la cerradura de la puerta de la
calle, apareci� Fermina en el sal�n donde me encontraba tumbado d�ndome un susto
de muerte.


Fb -"Co�o, y yo en calzoncillos!!" Pens� incorpor�ndome de un
salto y cubriendo con mis manos mis atributos. Ni qu� decir tiene que ella solt�
una sonora carcajada y deposit� sobre la mesita del sal�n una peque�a fuente de
loza cubierta con un papel de aluminio.


Fr -�Pero bueno, Flavio, es que a�n tienes verg�enza de m�?.
Vamos, vamos, parece mentira despu�s del trato que tenemos. �Es que me ves a m�
con verg�enza de vestir c�modamente cuando vengo a tu casa?. Bueno, d�jate de
payasadas y mira lo que te he tra�do para comer.


Destap� la fuente de comida y descubri� una apetitosa
ensalada veraniega de frutas.


Fr �Como s� que te gusta la comida fr�a en este tiempo, te he
preparado un buen plato de lo que he hecho para casa. Yo ya he comido, de modo
que todo es para ti. Supongo que a�n no hab�as comido, no?


FB �N�, contest� t�midamente. Pero no tengo hambre a�n.
Pensaba dormir un rato.


Contest� confiando en que comprendiese la indirecta y se
marchase diplom�ticamente, y as� poder sobreponerme del susto, d�ndome tiempo a
ponerme mi pijama, al menos. Estaba claro que no podr�a disfrutar ni un solo d�a
de la soledad.


Fr �Ni hablar!. T� comes un poquito, al menos, como todos los
d�as y luego, como todos los d�as, ya te echaras la siesta. S� que no te has
preparado la comida por pereza, pero aqu� estoy yo para que no tengas que
preocuparte de estas labores cuando llegas cansado del trabajo.


A todo esto yo segu�a sin separar mis manos de mi entrepierna
y acurrucado en el sof� evitando mi exhibici�n involuntaria� m�xime si empezaba
a confirmarse los primeros s�ntomas de dilataci�n que empezaba a presentar.


Ella fue a la cocina y me trajo un cubierto y servilletas;
tambien un vaso de agua y una jarra. No pude evitar el probar un poco de lo que
me serv�a para mostrarle mi agradecimiento y darle mi opini�n acerca de lo
suculento del plato, pero antes hab�a cogido una servilleta para,
disimuladamente, cubrirme mis zonas er�genas que ya mostraban un tama�o
perceptible.


Ella se sent� frente a m�, en una silla, con lo que sus
rodillas sobresal�an de la peque�a mesa del sal�n, mostrando una generosa
muestra de sus prietas piernas, con lo que, incluso la servilleta, podr�a
quedarse peque�a para disimular mi estado de excitaci�n. Yo beb�a agua sin
cesar, pues ten�a la boca completamente reseca de la tensi�n que estaba
sufriendo; ella, viendo que realmente no pod�a pasar un bocado, me aliger� la
carga sugiri�ndome:


Fr �Deja de comer y t�mbate en el sof� a dormir tu siesta,
que es lo que veo que est�s deseando. Yo quitar� la mesa y recoger� la casa un
poco.


Es cierto que me gustaba dormir un rato en el sof�. No irme a
la cama, pues siendo de d�a, me parec�a estar enfermo el acostarme. Yo le dije
que era igual, pues ya se me hab�a pasado el sue�o. Todo por no mostrar en esa
posici�n mi real estado de excitaci�n, algo que ya era del todo evidente.


Ni qu� decir tiene que insisti� acerc�ndose a m� y
empuj�ndome suavemente, procur� tenderme en el sof�. Yo, ante la encrucijada, no
pude por menos que forzar una ca�da sin deshacer mi posici�n fetal y dando una
h�bil vuelta de 180 grados, termin� acostado, mirando hacia el respaldo del
sof�, algo que le provoc� una risa amplia y picarona. Ella, con su mano sobre mi
hombro forzando un giro de mi cabeza �que para orientarla hacia ella, me dijo:


Fr �A ver, Flavio, qu� te pasa?. No puedo saberlo?. Crees que
no lo s�?� Mira, tengo 35 a�os, estoy casada y tengo 2 hermanos mas peque�os que
yo, a los cuales ayud� a criar a mi madre que sabes estaba enferma desde muy
joven. Crees que puede asustarme lo que vea en ti??. S� que no tienes novia,
pero.. es posible que no hayas tenido con alguna amiga una experiencia
relacionada con el sexo??


Mi coraz�n se sal�a del pecho. Mi pudor no me permit�a ni
respirar.


Llegado el momento de mostrar mi estado real, ella, lejos de
aparentar turbaci�n o pudor, se limit� a tranquilizarme dici�ndome que mi
reacci�n era del todo normal, m�xime a mi edad, aunque le extra�aba y le
agradaba pensar que ella, una anciana a mi lado, era el objeto de un deseo tan
ardiente por parte de un chico joven que deb�a tener un mont�n de chicas guapas
a mi alcance.


Yo, a duras penas, manten�a el tipo evitando la mirada
directa a sus ojos, y ella, por fin, dirige su mano a mi pene, en la parte que
sobresal�a por el calzoncillo. Ahora s� recorri� un escalofr�o mi cuerpo y mi
reacci�n autom�tica y refleja, fue el cubrirme de nuevo y retirar su mano. Trat�
de darme la vuelta contra el respaldo del sof� en donde estaba acostado, pero no
me lo permiti�. Bien es verdad que yo ofrec� poca resistencia, as� es que de
nuevo boca arriba y dando la m�xima altura que hab�a dado nunca en esa posici�n.


-Fr Vaya, esto va a dejar de crecer alguna vez? Dijo riendo.


-Fl No s�. Contest� completamente entrecortado y d�ndome
cuenta de lo seca que ten�a la boca. Quise acercarme el baso de agua
incorpor�ndome, pero ella no me dej� y se apresur� a d�rmelo, poni�ndolo en mi
boca. Me incorpor� levemente y lo beb� con avidez de un trago. Ella me retir� el
vaso y yo me recost� nuevamente.


-Fr. Cierra los ojos y descansa tranquilo� Me dijo.


As� lo hice y entonces fue cuando not� sus manos frescas
sobre mi pecho que, desliz�ndolas suavemente hacia abajo y hacia los costados,
me retiraron el calzoncillo en un segundo. Yo no sab�a que hacer, pero la
situaci�n se tornaba negra del todo. �Dios m�o! Qu� querr�a hacer conmigo!.
Impotente me dej� llevar y hacer y pronto centr� toda su atenci�n sobre mi pene
y mis test�culos, ahora al descubierto, que acariciaba suavemente.


-Fr �Te duelen? Me pregunt�.


-Fl Quiz� un poco,� contest� tratando de evitar que dejase lo
que estaba haciendo, pues sent�a un gran placer, superando el terror que me daba
la situaci�n y sus consecuencias.


-Fr Pues yo te lo quitar� y te dar� un masaje que te dejar�
totalmente relajado. Ya ver�s. T� d�jate llevar y no digas nada.


-Fl Como quieras. Contest� completamente vencido.


Es innecesario explicar lo que sucedi� a continuaci�n.
Comenz� a realizar una serie de movimientos r�tmicos sobre mi miembro y mis
test�culos que, autom�ticamente hicieron subir mi nivel de excitaci�n hasta el
extremo de creer que estaba a punto de alcanzar un orgasmo total. No fue as�;
ella, controlando por m�, suspend�a su labor moment�neamente y desplazaba sus
caricias a mis piernas o mi pecho, propiciando que mi excitaci�n bajase unos
puntos y evitar el orgasmo tan r�pido como se presentaba. Vuelta a las caricias
en mis genitales y cuando cre� que ya no podr�a aguantar mas, ella presion�
sobre mi pene provoc�ndome una inmediata bajada de erecci�n a un nivel mas
tolerable y evitando nuevamente el que alcanzase ese climax que ya ard�a por
lograr.


A pesar de todo, me gustaba el control, la forma y la
suavidad de sus caricias. Jam�s pens� que se podr�a alcanzar tal grado de
perfecci�n en estas artes. Yo alucinaba comprobando mi capacidad de control,
aunque no fuese yo el autor de la t�cnica. No cabe duda que estaba aprendiendo.


-Fr Parece que tienes prisa, no?. Dijo sonriendo.


-Fl No s� balbuce�. Abr� ligeramente los ojos para
encontrarme con los suyos y r�pidamente volv� a cerrarlos tratando de alejarme
de esa realidad aterradora y volver a mi aparente dulce sue�o evadi�ndome de
responsabilidades y consecuencias que ahora trataba de alejar de mi pensamiento.


De nuevo vuelta a la faena y nuevos frotamientos con un tacto
exquisito. Notaba su mano como envuelta en un pa�o de seda y su vaiv�n como la
suave mecedora de un beb�. No tard� el levantar nuevamente mi �nimo hasta llegar
al punto mas alto que hab�a conseguido hasta entonces en mi vida, y cuando ya
era un segundo el que faltaba para tocar el cielo, nuevamente Fermina retiene el
efecto del orgasmo con otro apret�n de mi glande que paraliz� completamente el
proceso. En esta ocasi�n creo que ella not� mi gesto de desagrado, pues me dijo
inmediatamente que fuese paciente y fuerte, pues esto era parte de una ense�anza
que nadie mas me dar�a y que agradecer�a toda mi vida.


Yo, sin comprender y sin que mi enfado se pasase, me dispuse
a sufrir nuevamente la tortura de Fermina, hasta donde ella quisiese
prolongarla.


Otra vez comienza su ritmo suave de caricias por toda la zona
que ya estaba extraordinariamente sensibilizada y nuevamente mi erecci�n alcanz�
en segundos la plenitud. Despu�s de unos breves segundos y pareciendo que esta
vez estaba dispuesta a llevarme al orgasmo, pens� que s� nuevamente retrasaba el
momento, est� vez lo acabar�a yo mismo. No podr�a aguantar mi coraz�n otro
sobresalto como el anterior. Entre su ritmo cadencioso y mi expectativa sobre el
final de este acto, mi concentraci�n no era plena, lo que propici� una
prolongaci�n adicional mas que placentera; ahora bien, el momento se acercaba y
nuevamente perd�a mi autocontrol�. As� unos momentos mas y � por f�n, s� en esta
ocasi�n y acelerando sus movimientos, me llev� al orgasmo mas extraordinario que
podr�a imaginarme, hasta el punto de notar en la eyaculaci�n, que el semen me
llegaba hasta mi pecho izquierdo. Ella sigui� y sigui� exprimiendo el miembro
hasta no dejar ni una gota dentro de �l y yo retorci�ndome de placer en cada
espasmo disfrutaba del momento culminante� fue sencillamente la mejor
masturbaci�n de mi vida, en cuanto a cantidad y a calidad. Algo inigualable e
inimaginable por m� hasta entonces. Aunque intent� hacerlo yo mismo, Fermina se
levant� diligente, cogi� una servilleta de papel de las que hab�a sobre la mesa
y se apresur� a limpiarme con todo cuidado sin decir una palabra� me dej�
descansar y que asumiese la experiencia, observando atentamente como yo volv�a a
cerrar los ojos y girarme pudorosamente hacia el respaldo del sof�, tratando de
evitar la desnudez que ahora se me antojaba vergonzosa.


Lo peor ven�a ahora.


Cuando ella se levant� y sali� de la habitaci�n, a m� me
asaltaron todo tipo de pensamientos negros: su marido, mi madre, mi familia, mis
estudios, mi trabajo, mis amigos� el esc�ndalo! �Qu� har�a ahora? �Se lo
contar�a a alguien? Yo no quer�a volver a verla, confiaba en que aqu� acabase
todo, se olvidase de m� y se marchase a su casa. No quer�a volver a verla� Pero
regres� a la habitaci�n y de pi� junto a m�, me pregunt�:


Fr �Todo bien?.


Fl -Bueno, s� �mi boca apenas dejaba escapar el aliento.
Estaba totalmente reseca de nuevo.


Fr �No parece que te haya gustado, no? O es que sigues igual
de vergonzoso?.


Fl �No s�, respond�.


Fr �Pues mira, para que te relajes un poco, me he arreglado
especialmente para conseguirlo. M�rame.



Segundo acto:



Dios!, no s� como pero se me pas� por la mente que aquello no
hab�a terminado y me aterrorizaba pensar que ella quisiese seguir con esta
aventura. No quer�a mirar. Me tem�a lo peor� no me quedaba otro remedio. �C�mo
decirle que ya no quer�a saber nada mas de aquello, sin ofenderla?� me gir�, y
all� estaba ella, esplendorosa, arreglado su pelo y se hab�a vuelto a pintar los
labios y los ojos �o me lo pareci� a m�-. Pero, eso no era todo, se hab�a
desabrochado la bata verde �esa bata verde suya que tanto me gustaba- y abierta
por el frente y sujeta a los lados por sus brazos en jarras, mostraba una
lencer�a fina interior en color negro, que me convulsion� hasta hacerme abrir
los ojos y la boca sin articular palabra alguna�


El sujetador se ve�a completamente, mostrando sus exuberantes
senos que me parecieron a punto de reventar o de salirse de su funda; mas abajo,
un liguero sujetando unas preciosas medias caladas, tambien negras, y debajo,
una braga peque�a, tambien de lencer�a calada y dejando traslucir un vello
p�bico excitante en extremo.


Fr -�No dices nada? �Es que no te gusta?.


Fl �S�, est� bien.


Fr �Solo bien?. Muy bien, contest� yo en voz cada vez mas
baja y reseca.


Fr �Toma un poco de agua fresca y tranquil�zate, hombre! Que
no pasa nada!. Estas asustado� es eso?.


Fl �S� mucho; contest� yo algo mas alto y repuesto en parte
de mi sed.


Fr �Pues tu "cosita" no parece pensar como t�� o es que ella
va aparte? Y ri�


Instintivamente me cubr� con mis manos mi pene que, ahora lo
ve�a, hab�a vuelto a adquirir unas dimensiones mas que normales. Ella dej� caer
la bata y acerc�ndose al sof�, se volvi� a sentar junto a m�, que me desplac�
ligeramente para hacerle sitio. Su mano no titube� y directamente retir� las
m�as de donde se encontraban y volvi� a acariciar mi pene suavemente.


Fr �Hay que ver que potencia tienes! No me extra�a con tu
edad. Dijo, pareciendo hablar sola.


Yo me dejaba llevar y me deprim� totalmente no pudiendo
evitar mis negros pensamientos. �Qu� pasar�a ahora?.


De repente not� que se agachaba sobre m� y con fruici�n,
comenz� a chupar y lamer mis genitales, algo que me espant� caus�ndome, en un
primer momento, una gran repugnancia, que enseguida fue sustituida por un
intenso placer que desarm� cualquier intento de mi parte de evitar lo que estaba
pasando. En un minuto hab�a alcanzado tal grado de excitaci�n, que mi pudor,
verg�enza y miedos, pasaron a un segund�simo plazo, comenzando a encontrarme mas
atrevido y dispuesto a pasar yo tambien a una posici�n mas activa y atacar por
mi cuenta, por supuesto, todo ello sin el m�s m�nimo control consciente, sino
algo puramente instintivo y animal.


No pude evitar centrar mi atenci�n sobre sus voluminosos
senos, tratando de salvar los obst�culos que me separaban de ellos y poder
tocarlos, lo cual no era f�cil dada la posici�n de ella, pero no hubo mayor
problema cuando ella, en un gesto de clara colaboraci�n, cambi� su posici�n para
desplazar su cuerpo en direcci�n a mi cabeza, situando su parte inferior casi a
la altura de mi cara, lo que atrajo mi atenci�n y propici� un cambio en mi
inter�s inmediato lanzando mi mano hacia su entrepierna, gesto que ella
inmediatamente rechaz� y, sujetando mi mano, la desplaz� hacia su pecho que
aprovech� para soltar un peque�o prendedor delantero que solt� el sujetador
dejando sus pechos al descubierto completamente� En fin, aquello era mas de lo
que pod�a soportar y ella vio en mis primeros apretones que estaba a punto
nuevamente de alcanzar el orgasmo, algo que no estaba dispuesta a que ocurriese.
Nuevamente utiliz� la t�cnica de la presi�n sobre mi pene, lo que provoc� que la
erecci�n se redujese dr�sticamente y devolvi�ndome por un momento a aquella
realidad, no s� si placentera o aterradora.


Yo segu� manoseando groseramente sus pechos y ella corrigi�
mis vulgares tocamientos asesor�ndome de c�mo deb�a hacerlo para que resultase
igual de agradable para la mujer. Yo comenc� a acariciar dulcemente sus pezones
que ella, en este peque�o descanso que me hab�a dado, aprovech� para acercar a
mi boca. Chup� y chup� cuanto pude y dese�, dejando para ella todo el control de
la situaci�n. Cuando le parec�a bien rebajaba mi "tensi�n" propin�ndome un
apretoncito en mi pene que permanec�a erecto cada vez con mayor intensidad.


Mientras chupaba sus pezones trat� de llevar mis manos en dos
o tres ocasiones hasta su braga, algo que me prohibi� radicalmente. En parte me
tranquiliz�, pensando que ella no ten�a intenci�n de pasar a mayores, pero que
yo agradec�, en aquel momento, solo en parte.


Se alej� otra vez de m� y volc� de nuevo su atenci�n sobre mi
pene y test�culos, los cuales volvi� a lamer y, ayudada por la mano, controlaba
mi nivel de excitaci�n. Yo continu� mi labor manual de acariciar sus pechos y
pezones, unas veces con mayor o menor fuerza, pero tratando de atender a las
explicaciones que me hab�a dado anteriormente, aunque no siempre fuese f�cil de
controlar mis impulsos naturales. Unas veces me ce��a a sus pechos y otras le
acariciaba su espalda, vientre, piernas� etc., todo, excepto su sexo. Hasta all�
no me permit�a acceder. Yo tampoco ten�a valor para insistir.


Despu�s de un rato de masaje agradable por todo mi cuerpo, la
mayor parte con su lengua, lo cual baj� un poco mi tensi�n, se volvi� a centrar
sobre mis genitales y yo, recuperada su posici�n, volv� a manosear sus senos con
avidez. Al poco, ya me encontraba otra vez al borde del orgasmo, pero esta vez,
ella aument� la intensidad de su succi�n, ayud�ndose con sus manos para
acariciar mis test�culos al mismo tiempo. Yo me di cuenta que apretaba sus senos
hasta hacerlos reventar, pero ella, en esta ocasi�n, me dej� hacer y, por fin,
otro maravilloso orgasmo que me hizo retorcerme de gusto en el sof�. Cada latido
de placer provocaba un apret�n mas severo en su pecho, pero ella segu�a
ultimando su labor con total profesionalidad. Cuando qued� completamente
exhausto, ella se levant� discretamente y se limpi�. Fue entonces cuando record�
que posiblemente habr�a eyaculado en su boca� en ese momento la repugnancia
volvi� de nuevo a darme n�useas.


Si lo anterior hab�a sido grave, lo de ahora no ten�a
calificativo. Si esto se llegase a saber, era hombre muerto. Su marido me
matar�a y ser�a rechazado por todo mi entorno social y familiar. Es posible que
incluso me echasen del trabajo. Estaba completamente acobardado. Me levant� y me
dirig� a mi habitaci�n para vestirme y tratar de encontrar una t�ctica que
permitiese que ella se fuese de mi casa sin ofenderla. Qu� se me ocurrir�a?. La
verdad es que me entraron ganas de salir de casa y airearme. Cog� mi reloj y v�
que eran las�.. 7:15!!! Incre�ble, llevaba aproximadamente 3 horas y media
practicando el sexo con Fermina y no me hab�a dado cuenta. Pens� que ser�an,
como mucho, las 5 de la tarde!. La verdad es que estaba totalmente agotado. No
me apetec�a sino el dormir, dormir� en fin, ahora que todo hab�a acabado, le
dir�a a Fermina que sal�a a ver a mis amigos y volver�a r�pidamente para
acostarme a dormir�. Ma�ana ya ver�a lo que hac�a. Era tonto pensar que iba a
psar algo, pues a la primera que no le interesaba que se supiese este asunto,
era a ella. Por otra parte, tampoco hab�a pasado nada irreparable. No hab�a
llegado a hacer el amor con ella, lo que hubiese sido terrible!. As� lo har�a y
� se acab� para siempre!!.



Tercer acto � y qu� acto!-:



Si pensaba que todo podr�a quedar as�, me equivoqu� de lado a
lado. Seg�n sal�a de mi habitaci�n, ya vestido de calle, Fermina se encuentra
conmigo en el pasillo regresando del ba�o. Su atuendo segu�a siendo el negro
semitransparente de su liguero, su braga y las medias, Me dio un vuelco el
coraz�n y dije, como tratando de disculparme:


Fl �Ah! Ola. Mira que me marcho a dar una vuelta con los
amigos y a refrescarme un poco. Te importa?.


Fr �Pero qu� dices, te vas a marchar sin ducharte? Ya est�s
ahora mismo desnud�ndote y al ba�o. No te preocupes que te ayudar� a darte un
ba�o de primera!! Incluso, si quieres, me ba�o yo contigo� �No te d� un poco de
morbo?? Yo tambi�n te dejar� que me ba�es a m�. Vale?


Dios m�o, nooo!! Pens�. Qu� puedo hacer ahora. No tengo
fuerzas ni para atarme los zapatos!. Me cogi� de un brazo, me llev� a mi
habitaci�n, me desnud� y, casi a la fuerza, me arrastr� hacia el ba�o!!.


Abri� los grifos y poniendo el agua mas bien caliente, llen�
su superficie de gel de ba�o y a�adi� un perfume �supongo que de ella- que me
dijo eran sales arom�ticas muy beneficiosas para la piel. Mas que en mi piel, yo
pensaba en mi pellejo, en como protegerlo de lo que se me ven�a encima. Ab�lico
por completo y ajeno a la realidad, me met� en el ba�o y � que sea lo que Dios
quiera, pues lo que quer�a Fermina parec�a claro: acabar conmigo. Yo me
planteaba que se le habr�a ocurrido, pues en mis condiciones, no serv�a ni para
pasarle la esponja por la espalda. Pero bueno, all� ella.


Entr� en el ba�o, como digo, y me encontr� mucho mejor; mas
relajado bastante jab�n y un aroma a rosas exquisito. Realmente me ven�a bien.
Pens� en dormirme y se lo dije. Ella aprob� la idea (�), para mi sorpresa. Cerr�
los ojos por sugerencia de ella y descans� unos minutos. Realmente ten�a un
sue�o plomizo. No pod�a abrir los ojos.


Como no pod�a ser de otro modo, cumpli� su amenaza de
acompa�arme en la ba�era, d�ndome un sobresalto al notar sus pies fr�os rozando
mis piernas. No quise abrir los ojos por aut�ntica verg�enza que sent�a. Me la
imaginaba desnuda y me asustaba totalmente esa idea: yo, con mi vecina casada en
el ba�o!! La verdad es que era una situaci�n de pel�cula. Yo no recordaba a
nadie que me hubiese contado algo parecido. A pesar de lo ajustado del espacio
dentro de la ba�era, consigui� enseguida acomodarse y con toda picard�a, puso
sus pies sobre mis genitales, acariciando dulcemente� es verdad que, en �sta
ocasi�n, la erecci�n no se produjo como ella esperaba, supongo.


Resulta evidente que mi estado ya no era ni de excitaci�n, ni
de decisi�n, ni de voluntad de ning�n tipo. Si sab�a lo que me esperaba, ni
esperaba nada. Lo que pasase me daba casi igual. Estaba en un estado de
semiletargo o embriaguez que no me permit�an asumir responsabilidades. Tambien
el miedo que me caus� inicialmente la experiencia, se pas� dejando tan solo una
preocupaci�n para el ma�ana que yo ve�a muy lejano en ese momento.


Como digo, ni ten�a curiosidad por mirar, ni inter�s alguno
tampoco, por lo que no llegu� a verla desnuda, tan solo de cintura para arriba
que es lo que dejaba ver el nivel de agua y jab�n de la ba�era. O simplemente no
quer�a saberlo, pues me tem�a que ser�a sometido a otra� violaci�n; s�, se
podr�a llamar as�, creo, aunque aceptada con agrado en sus resultados
inmediatos, pero no en sus consecuencias. Ella no me hab�a dejado pensar ni
decidir. Es igual. Las consecuencias ser�n mortales en cualquier caso; a ver
qui�n cree que yo no tuve nada que ver!.


Fermina manten�a esa euforia habitual y mas en aquella tarde,
que parec�a estar hiperactiva. Pronto cogi� la esponja y acerc�ndose a m�
comenz� a enjabonarme los brazos, el torax, la espalda y, bajo el agua, me
pasaba la esponja por el resto del cuerpo, cuidando especialmente mis partes
�ntimas que estaban tan maltrechas. Al poco, me ofreci� la esponja con la
indicaci�n de que siguiese su ejemplo, algo que comenc� a hacer como un
aut�mata. Le frot� los brazos, el tronco hasta la cintura, la espalda, a la que
acced�a desde delante rode�ndola con mis brazos y luego, bajo el agua, comenc�
por las piernas alargando intencionadamente el proceso para evitar llegar a su
entrepierna. Ella se percat� y me pidi� que dejase la esponja y utilizase mis
manos para esa zona, pues era muy sensible y la esponja era un t�nto �spera de
tacto�


Aquello fue definitivo. El contacto de mis dedos en su
vagina, caus� una especie de erupci�n de mi pene que ya asomaba cerca de cuatro
dedos sobre el nivel del agua. Nuevamente y ante su carcajada, me avergonc�.
Ella dijo:


Fr �Vaya, cre� que habr�a muerto despu�s del esfuerzo
realizado, pero mis c�lculos no me han fallado. Te sobra fuerza para la tercera
lecci�n de �sta tarde. Reconozco que eres un alumno muy aventajado. Sacar�s una
nota muy alta si el examen final lo superas con el mismo nivel que las dos
pruebas anteriores.


Resultaba bastante evidente cual habr�a de ser esa prueba�
final?. Lo que ya no estaba tan claro para m� era si ser�a capaz de sacar esa
"nota alta" que Fermina dec�a.


Me pidi� que le dejase muy limpia esa zona sensible, pero que
deb�a frotar con mucha suavidad. Ella se relaj� echando su cabeza hacia atr�s y
cerrando los ojos, lo cual me hizo sentirme mas libre en esa semiintimidad que
me brindaba, quiz� intencionadamente, Fermina.


Ya sin ataduras y sin la censura de sus ojos, me situ� de
rodillas en la ba�era �ella abri� sus piernas para permitirme situarme con
comodidad entre ellas- y, ora tocando sus pechos hermosos, ora tocando su sexo
ardiente, pas� unos minutos enloquecedores. Mi pene hab�a alcanzado una
erecci�n, si cabe, mas firme y tensa que las anteriores y estaba rabioso por
colarse en aquel agujero que mis dedos ya hab�an violado. Me fij� en la
expresi�n de ella y comprend� que estaba a�n mas excitada que yo, pero no me
atrev� ni a hablar ni, mucho menos, a tomar la iniciativa de una acci�n de
penetrarla sin su consentimiento, a pesar de que me hubiese resultado del todo
imposible en aquella postura.


Ocasionalmente y para rebajar mi propia tensi�n, me frotaba
yo mismo mi pene, creyendo que me har�a eyacular sin concederme ninguna licencia
m�s.


Ella, viendo mi estado, acerc� su boca a mi pene y succion�
intensamente, caus�ndome un placer indescriptible. Estar�a a 150 pulsaciones y
pens� en la posibilidad de que me diese un infarto. Ella, a lo que yo entend�a,
estaba igual que yo. Al cabo de unos segundos, me pidi� que yo hiciese lo mismo
con ella y, lejos de sentir el asco que inicialmente vi en su conducta para
conmigo, me pareci� muy excitante la experiencia, teniendo en cuenta la higiene
tan esmerada que nos hab�amos procurado.


Me hizo sentarme de nuevo y ella se puso de rodillas sobre
m�, avanzando hasta situarme su sexo a la altura de mi boca. Era la primera vez
que lo ve�a y me pareci� enorme. Esos labios enrojecidos y cubiertos de un vello
pulcramente depilado, en forma de rombo, que me caus� una sorpresa enorme. Yo no
hice ninguna observaci�n y me limit� a enterrar mi cara entre sus formidables
muslos, llevando mi lengua, de modo instintivo, a aquella cueva carnosa y jugosa
y, lo que m�s me sorprendi�, ardiente y sobre todo, palpitante; s�,
sorprendentemente palpitante. Cuando acerqu� mi lengua, lo primero que not� fue
un calor extraordinario, pero tambi�n que parec�a tener vida propia y moverse,
como si absorbiese mi lengua en espasmos r�tmicos. Esta sensaci�n permiti�
distraer mi atenci�n moment�neamente y rebajar mi nivel de excitaci�n, lo que
provoc� un alargamiento del momento muy conveniente para no resultar demasiado
r�pido el final de esta sin igual experiencia. Yo ya era consciente de que era
necesario prolongar en lo posible la situaci�n. Mis dos orgasmos anteriores,
evidentemente, tambi�n hab�an propiciado un autocontrol que, de otro modo, ser�a
impensable. Yo no sab�a donde iba a acabar aquello. Pens� que se conformar�a con
estas rec�procas masturbaciones sin llegar a hacer el amor plenamente, pero no
era capaz entonces de adivinar sus intenciones.


Tras unos minutos en �sta labor y notando que su vagina
estaba totalmente mojada y palpitante, ella me pidi� salir del ba�o y que la
siguiese, lo que hice en el acto. Me llev� a la cocina y tras beber sendos vasos
de agua, me hizo seguirla hasta mi habitaci�n, en donde se tumb� sobre mi cama,
boca arriba, ofreci�ndome todo su cuerpo a mi total discreci�n. Sin mediar
palabra �por otra parte innecesaria-, me lanc� sobre ella y la penetr� tan
profundamente que qued� asombrado de no alcanzar el final en �sta primera
embestida. Mis movimientos tend�an a ser r�pidos y convulsivos, pero pronto ella
puso su control indic�ndome como deb�a actuar para un mayor y prolongado placer.
El escalofr�o que sent� en el momento de la penetraci�n que caus� un placer
desconocido, hasta el punto de pensar que hab�a alcanzado el orgasmo en ese
mismo instante, pero la dureza de mi verga me dec�a lo contrario. Ella, por su
parte, lanz� un prolongado suspiro de placer apretando los dientes para
controlar la emisi�n de sus quejidos, lo que solo consigui� en parte. Pronto
volvi� en s� y me dijo:


Fr �Mira Flavio, debes acompasar tus movimientos con los
m�os. Cuando retrocedas, debes frotar tu pene contra mi cl�toris, muy
suavemente; y luego, en la penetraci�n posterior, tan profunda como puedas, de
tal modo que vuelvas a rozar mi cl�toris, pero eso s�, luego, dentro de m�,
permaneces unos segundos, pues yo har� el resto del movimiento. Trat� de adecuar
mis movimientos a sus instrucciones, pero realmente no podr�a hacerlo de otro
modo, pues con sus piernas, me abraz� a la altura de mis caderas limitando
totalmente mis movimientos y dejando que me alejase de ella cuando ella me lo
permit�a con una posici�n mas relajada de sus piernas. Entonces yo retroced�a y
volv�a a penetrarla. En esa posici�n de penetraci�n profunda, ella provocaba
unos movimientos internos de su vagina incre�bles, algo de lo que yo jam�s hab�a
o�do hablar. Parec�a tener vida propia e independiente; sus movimientos r�tmicos
y acompasados a su respiraci�n, me resultaban como procedentes de esas t�cnicas
de relajaci�n o autocontrol� en fin, no sabr�a como definir ese control del
cuerpo del que yo no era capaz.


Mi pene estaba a punto de estallar y ella lo sab�a. Cada vez
con mayor frecuencia paralizaba todo movimiento y se sujetaba fuertemente con
sus piernas, evitando los m�os. Yo enloquec�a. Perd� por completo el control y,
adem�s, no deseaba controlarme, solo quer�a disparar mi semen en una eyaculaci�n
total, vaciarme totalmente� No podr�a hacerlo si ella no me lo permit�a y
parec�a que quer�a prolongar la situaci�n� cuanto? S� que pasaron posiblemente
10 largos minutos de paradas y movimientos r�tmicos intermitentes, pero cuando
ella comenz� a convulsionarse y emitir unos quejidos de placer ininteligibles,
el ritmo se fue acelerando, aunque siempre con su control, logrando su orgasmo
antes que yo �al menos as� me lo pareci�-, y luego, rebajando de nuevo el ritmo,
me llev� a m�, al cabo de otro largo minuto, posiblemente, a un orgasmo
maravilloso, inigualable.. Deb�a a�n quedar reservas en mis test�culos, pues
tras mi eyaculaci�n, comenz� a sonar un ruido t�pico, como un chapoteo, que
indicaba que sus jugos y los m�os, as� como la incipiente flaccidez de mi
miembro, creaban esa armoniosa m�sica celestial, cuya progresiva lentitud
garantizaban que ambos hab�amos llegado al cielo a est�bamos aprovechando esos
latidos intensos de un placer inigualable.


Nada de lo que me hab�an contado o visto en cine, o incluso
ni en mis mas calenturientas fantas�as er�ticas, hab�an igualado esta
experiencia. Me dej� reposar sobre ella dos o tres minutos mas, en el que su
sudor y el m�o se mezclaron con un olor a, no s�, sexo, sencillamente.


Fr �Bueno, que tal? Hab�as tenido otra experiencia similar?


Fl �Ni parecida. Contest�. �Qu� va a pasar ahora? Pregunt�.


Fr -�A qu� te refieres? �A un posible embarazo?


Fl �Si. La interrump�.


Fr �Bueno, de eso no tienes por qu� preocuparte, pues estoy
operada desde el nacimiento de mi hija. Lo importante es el futuro de esta nueva
relaci�n. Comprender�s que ya nada ser� como antes, no?


Fl �No s�, supongo que no.


Fr �Me alegro que lo interpretes como yo, pues ya nunca
podremos volver a ser amigos. Despu�s de esto, no podr�a ya pasar sin disfrutar
nuevamente de �sta experiencia� s� a ti tambien te lo parece, claro. Mi silencio
y el color del que se me qued� la cara, fueron mi respuesta, que ella
comprendi�.


Aquello me cay� como una bomba, pues despu�s del atrac�n que
me hab�a llevado esa tarde, me daban asco todas las mujeres del mundo,
especialmente �sta, por sus circunstancias y las m�as, claro.


Despu�s de aquello, dej� de pasar unos d�as sin acercarse por
mi casa, a pesar de que nos encontr�bamos frecuentemente en la escalera, el
ascensor, aunque se limitaba a saludarme, hasta que en una ocasi�n, en la que
coincid� con ella y su marido en el ascensor y con una picard�a descarada que me
enrojeci�, me pregunto:


Fr �Qu� tal Flavio? Sigues solo en casa?. Si necesitas algo
de m�, no tienes mas que pedirlo; yo no te he vuelto a visitar ni llevar comida,
pues me dio la sensaci�n de que lo �ltimo que te llev�, no te gust� demasiado,
no?


Fl �No, que va, todo lo contrario. Acert� a contestar
titubeando. Su marido intervino entonces diciendo:


Mr �Pero bueno, no hab�as quedado en llevarle la comida todos
los d�as? Y por qu� no lo haces?. Su madre se enfadar� cuando regrese. Ma�ana
mismo le llevas un plato de nuestra comida. De acuerdo?


Fr �D�jale, ya me avisar� �l cuando me necesite. Ya lo ver�s.


Dos d�as despu�s de aquello pas� por su casa.


Fr ��Hola Flavio! Cuanto tiempo sin verte. Quer�as algo?


Fl �S�, contest� turbado y bajando la mirada.


Fr �Cojo la comida o, voy de momento, y luego comemos. Me
pregunt� sonriendo.


Fl �Vale, ven y luego ya veremos. Contest� yo tambi�n
sonriendo.


Volvi�ndose hacia el interior de su casa, dijo en voz alta:


Fr �Paco, salgo un rato a casa de Flavio, a colocarle un poco
la casa. Quiz� tarde un rato.


Mr �Muy bien, no hay prisa. Hasta luego.


Fr �Hasta luego.


A partir de aqu� naci� una relaci�n estable y altamente
placentera para ambos, limit�ndose a aquellas ocasiones en que ambos, tambien,
cont�bamos con tiempo para ello y las circunstancias nos lo permit�an.


Otro d�a contar� alg�n que otro encuentro que se nos dio
especialmente bien, pues la experiencia nos fue dando una t�cnica que os
explicar� para vuestro propio provecho.


Solo a�adir que cuando faltaban 6 u 8 d�as para el regreso de
mi madre, Fermina, en un arrojo de descaro, se invent� una enfermedad m�a que,
al parecer me daba fiebre, y consigui� convencer a su marido de lo aconsejable
que era quedarse conmigo por la noche durante 2 o 3 d�as, hasta haberme
recuperado, pues en ese estado, podr�a pasarme cualquier cosa. Incluso me forz�
para llamar al banco con el mismo cuento y durante 3 d�as, realmente no
enga�amos a nadie, pues yo tuve unas calenturas terribles�!.


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Relato: Mi vecina, mi maestra
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