Siempre me habían excitado
las historias que me contaba, la forma cómo en su finca disfrutaba
de sus perros, cómo masturbaba a su labrador chocolate, cómo
se divertía viendo a su San Bernardo encima del otro labrador, cómo
permitía que la olieran y lamiera su sexo, últimamente estaba
feliz descubriendo y acariciando a su caballo y cada día aprendía
más de los equinos, como fue la primera vez que logró una
erección y su sexo se humedeció al ver semejante tranca tan
inmensa, gruesa y rugosa al tacto.
Bueno con estos antecedentes les
cuento que estábamos esa noche, a 11 pisos de altura, volando bajo,
acostados "viendo" televisión, cuando comenzamos a acariciarnos,
a besarnos, el jean salió rápidamente de su sitio y empecé
a chupar todos esos jugos que su sexo oscuro y travieso me ofrecían.
Con sus manos en mi cabeza sentía como disfrutaba y volaba a esos
sitios donde sólo se llega con un buen orgasmo. "Súbete"
me pidió, "pero no lo entierres", eso era mucho pedir,
sin embargo me acomodé en medio de sus piernas bronceadas y empecé
a rastrillar su sexo con mi tranca que estaba a reventar. Oía como
se humedecía cada vez más y sentía como tenia otro
orgasmo temblando de pies a cabeza. Sus manos agarraron mis nalgas y sabiendo
que me excitaba que me abriera el culo, me dispuse a volar un poco más
alto.....sin embargo esta vez me golpeó rápidamente y dijo
"aquí Copito, aquí"... su perro, un french poodle
que estaba de espectador obedientemente inició a pasarme su lengua
(sensacional) por el ojete del culo, intenté como zafarme pero el
placer era tan grande que aceleré mis movimientos y el perro también
lo hizo, luego se acomodaba al lado intentando meter la cabeza en medio
de los dos sexos y al no poderlo seguía por detrás. Fueron
minutos de plena excitación, allí mismo sin penetrarla me
derramé en sus labios y luego sentí y vi como Copito se tragaba
todo ese semen y seguía lamiendo mi falo haciéndome brincar
de emoción.
"Mañana nos vemos al
mediodía y exploramos más"... con esas palabras se despidió
esa noche y me sentí como el príncipe del cuento de las mil
y una noches al cual dejaban en la mas grande intriga.
Almorzamos y nos dispusimos a dormir
la siesta, Copito estaba mas cariñoso que de costumbre, juguetón
y nos miraba con gran ansiedad. Ya mi verga estaba bien tiesa, ansiosa,
al ver su cuerpo de 1.76 cm en esa cama, comencé a besarle sus labios,
todos los cuatro, primero besos suaves luego con mayor pasión, me
dijo " siempre que me besas me dan ganas de chupártela",
me acomodé y sentí como me la chupaba haciendo que metiera
cada vez más mi lengua en su sexo y su culo, placer inmenso, temblores
y quejidos... también Copito estaba muy excitado, con su miembro
a medio salir y jadeando encima mío, compartimos esos sabores, su
lengua áspera rozaba la vagina y yo me deleitaba viendo ese "cunilingus"
canino.
Me acomodé nuevamente encima
de ella y la penetré fuertemente, más quejidos de placer,
Copito hizo lo suyo y comenzó a lamerme el culo, luego mis pelotas
y la verga que entraba en su vagina rozándola también. Eso
fue genial, la veo con los ojos vidriosos, abiertos, su boca seca, sus
pezones parados y su cuerpo tenso, un orgasmo espectacular haciendo que
me viniera completamente, danzando armónicamente con sus temblores.....¿y
Copito? seguía lamiendo, solo lamiendo.
Quedamos quietos los dos, agotados,
y sentíamos como ese mejor amigo del hombre y de la mujer nos seguía
deleitando con su instinto animal pleno, sin malicia, sin egoísmos,
solo instinto.
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