As� fueron transcurriendo aquellos primeros meses, entre
abusos y folladas a esta guarra. Insultos y maltrato. Las bofetadas que me daba
sin previo aviso eran cada vez m�s frecuentes. Casi cada vez que me hablaba me
daba una para que atendiera, acompa�ada como no pod�a ser menos con una de sus
frases favoritas por aquellos d�as: "!escucha puta!", zas!, "!ven aqu� fulana",
zas!, "abre el agujero (cualquiera de los tres), que te la voy a meter", zas!.
Ahora, en la lejan�a del tiempo, recuerdo todo aquello como
una ca�da vertiginosa hacia el abismo, que me daba miedo, pero a la vez me
excitaba como nada antes lo hab�a hecho. Cambi� una vida normal y agradable,
como hija de una respetable familia acomodada, con un futuro a todas luces
tranquilo y seguro, por lo que fui desde entonces, la esclava y fulana de un
caprichoso pervertido que me trataba a hostias y me regalaba insultos en vez de
flores. Pero la cosa no hab�a hecho m�s que empezar.
Efectivamente, el siguiente paso fue distanciarme de mis
amigas y de mi familia. A las primeras, simplemente me prohibi� verlas. Fue
f�cil, ellas mismas ya me hab�an dado de lado al ver que siempre iba vestida
como una buscona, sin contar el cambio de personalidad que notaron en m� desde
que empec� a salir con aquel chico. No me import� demasiado perder mis
amistades. De todas formas ya casi no sab�a comportarme en sociedad. Me sent�a
insegura sin mi macho cerca. Necesitaba estar siempre a su lado, seguir sus
�rdenes, cumplir sus deseos, someterme a sus caprichos. Mis estudios empezaron a
ir mal, cosa que en absoluto importaba a mi novio.
Pero lo que m�s me doli� fue lo de mi familia. Tambi�n me
atacaba en ese sentido, echando por tierra a mi madre, a quien se refer�a como
"la vieja fulana que pari� a la guarra", y a mi padre al que calificaba de
"cornudo calzonazos" o "cabr�n consentido". �l no quiso nunca tener relaci�n con
ellos, m�s que la estrictamente necesaria. Y a ellos no les ca�a demasiado bien
ya que le achacaban el cambio tan raro que su hija estaba dando. Al principio me
escond�a de mis padres cuando mi novio me obligaba a vestir de puta para salir a
la calle. Se preocuparon mucho cuando mis calificaciones bajaron en la Facultad
y me reprend�an continuamente por ello. Notaron un claro cambio en mi
personalidad. Me mostraba huidiza e introvertida. Incluso llegaron a llevarme a
un psic�logo, que diagnostic� un leve trastorno emocional relacionado con mi
autoestima. Nada grave, aunque aconsej� a mi familia apoyo continuo y mucho
cari�o.
Lo tuvieron. Me apoyaron mucho mientras mi novio me
"empollaba" con su rabo por los tres agujeros. Me demostraron mucho cari�o
mientras mi novio me abofeteaba e insultaba continuamente. Me acariciaban
mientras mi novio me pateaba el culo si no se la mamaba satisfactoriamente. Me
animaban a estudiar mientras mi novio me sacaba de casa a hostias para que
ense�ara el co�o por ah� a cualquier desconocido o me paseaba por los bares m�s
sucios de la ciudad para exhibirme y de paso entrar en los urinarios y limpiar
con mi lengua las meadas de borrachos y todo macho que utilizara los servicios.
Al volver me daba un beso en los labios y comprobaba el sabor de mi boca: -vaya
como te apesta la boca a meados de macho, puerca-, yo asent�a y me relam�a en su
presencia para demostrar que me gustaba.
-Eres cada vez mas puta y m�s sumisa, y creo que ha llegado
el momento de ponerte en circulaci�n- me dijo un d�a. Ese fue su anuncio de que
me iba a entregar a otros hombres para que me usaran a placer. El objetivo,
seg�n me confes� era que ahora deb�a sentirme objeto de uso p�blico. Ya no deb�a
considerarme como una mujer normal con intimidad y sexualidad propia, sino que
deb�a pensar en m� misma como una ramera sin derecho m�s que a suplicar los
favores del macho que me usara en cada momento. Desde aquel mismo instante ya no
fui solo la puta de mi novio, sino un objeto de servicio p�blico. Igual que los
urinarios que tan asiduamente chupaba. En ellos, los hombres mean, cagan o se
hacen pajas. Se limpian las pollas, escupen, o tiran las colillas de sus
cigarrillos. Incluso los golpean cuando no funcionan. Ya vendr� luego alguien
para limpiarlos o repararlos. Y para utilizarlo no tienen m�s que pedir permiso
al camarero. Eso exactamente iba a ser yo desde aquel momento, un urinario
p�blico. Y mi novio ser�a el camarero. Lo que en aquel momento no sab�a es que
en el futuro tambi�n �l ser�a quien limpiara el urinario. Mientras mi novio se
explayaba en detalles sobre mi futuro uso, yo, lejos de sentir temor o
repugnancia ante lo que me esperaba, me puse tan caliente que comenc� a manar
fluidos por el chocho. Tanto "caldo" solt� por mi agujero que traspas� la fina
tela del pantal�n blanco ajustado que llevaba. Cuando salimos del local iba toda
mojada y los clientes no tardaron en percatarse. Salimos de all� entre murmullos
y risas de la concurrencia.
Acab� abandonando a mi familia, con quien la convivencia se
hac�a cada vez m�s dif�cil a pesar de sus esfuerzos por ayudarme. Me fui a vivir
con mi novio a su piso prometiendo a mis padres que pronto me casar�a, para no
manchar el buen nombre de la familia. Seguir�a estudiando e intentar�a aprobar
las asignaturas que me quedaban para terminar la carrera. Eso tranquiliz� a mis
padres que todo lo que quer�an era verme casada y con mis estudios completados.
Pero a�n tardar�a un par de a�os en casarme. Mientras tanto, las cosas cambiaron
bastante para m�. Ahora estar�a siempre controlada por mi macho sin que nadie
m�s se inmiscuyera en sus planes. A veces iba a visitar a mis padres, que
segu�an muy preocupados, pero ya no pod�an controlarme.
Mientras tanto mi novio ya hab�a buscado un par de machos que
me estrenar�an como carne de follar. Los encontr� poniendo anuncios en internet,
que pronto fueron contestados por varios hombres. Eligi� para empezar a los dos
que antes escribieron. No hizo una selecci�n para ver quien era el m�s adecuado,
ni el m�s atractivo, ni el mejor dotado. Eso no importaba. Lo �nico que
importaba es que fueran machos y quisieran humillar, maltratar y follar a la
guarra. No pondr�a reglas, m�s que �l siempre estar�a presente y controlar�a la
situaci�n. Por lo dem�s pod�an, cada uno en su respectivo turno de cita, hacer
con esta perra lo que quisieran. Para ser mi primera entrega a otro hombre era
demasiado, pens�. Aunque mi novio acostumbraba a maltratarme asiduamente,
bofetadas, cachetadas en el culo, pellizcos, mordiscos y cosas as�, yo nunca
hab�a sido castigada rigurosamente. Nadie me hab�a azotado ni torturado de una
forma ordenada o planificada. No estaba entrenada para ello. Tuve miedo, pero
confiaba plenamente en mi macho; eso s� lo me lo hab�a ense�ado bien. El primero
en probar a esta puta en su nueva faceta esclava fue un hombre de unos cuarenta
y cinco a�os. No era precisamente atractivo. Era bastante m�s alto que yo, que
no soy muy alta. Carnes fofas, barriga prominente y el nabo m�s repugnante que
hab�a visto hasta entonces. Hoy, ya ning�n miembro me parece repugnante, por muy
sucio o desagradable que parezca. Succiono pollas, rabos, vergas, morcillas de
toda especie o condici�n. Mis actuales Amos me lo han ense�ado bien. Mi boca es
un sumidero de toda inmundicia, y cualquier cipote de macho, ya sea humano o
animal, es para m� el m�s preciado regalo, y as� lo demuestro en cada mamada que
hago, chupando, lamiendo y succionando con ansia hasta que el preciado cuajo es
depositado en mi garganta y tragado con fruici�n por esta pelada y sucia guarra.
Pero siguiendo con mi primera experiencia como carne de
apareo, aquel hombre demostr� ser un pervertido sin escr�pulos. El encuentro se
realiz� directamente en su casa. Un piso alto en un barrio del extrarradio de la
ciudad. Yo temblaba de nervios, y de verg�enza. Mi novio me hab�a vestido
especialmente provocativa. M�s bien deber�a decir degradante. Parec�a una puta
callejera (m�s tarde llegu� a serlo en determinada fase de mi adiestramiento, ya
siendo propiedad de mis actuales Amos). Falda de lycra corta, muy corta con un
cintur�n negro y muy ancho, con una hebilla fe�sima dorada. Panties de rejilla
agujereados por la zona de mis "entradas". Sin bragas, la raja y el culo reci�n
afeitados, �ste �ltimo cuidadosamente untado de vaselina por si el fulano
decid�a met�rmela por ah� sin contemplaciones. Un top de mangas, muy ajustado
(de una talla menos que la m�a), con gran escote y sin sujetador, con lo cual
mis pezones eran como dos balizas que delataban a la ramera. Zapatos de tac�n
alto, casi aguja, pero sin serlo, de color negro (eran lo que m�s me gustaba de
mi indumentaria). Llevaba entonces media melena, suelta. El maquillaje que
oblig� a adoptar mi novio era grotesco. La l�nea de los ojos muy marcada en
ambos p�rpados y con rabillo al final, sombra de ojos negra y labios rojo
sangre. El colorete en un tono rojo espantoso. Parec�a un payaso... o una fulana
barata. Eso �ltimo m�s bien.
Subimos andando hasta la octava planta (no hab�a ascensor, o
estaba averiado, no lo recuerdo bien). A cada planta me temblaban m�s las
piernas y en un momento de lucidez llegu� a pensar en abandonar. En dejar aquel
siniestro juego y al pervertido de mi novio que me llevaba, con la mayor
naturalidad del mundo, a que un desconocido me metiera su pene en lo que se
supon�a, deb�a ser el lugar m�s sagrado de una mujer, que solo debe ser
entregado a aquel hombre a quien se ama. Ese lugar, desde entonces ha sido el
"altar" m�s profanado del pa�s. Y no solo ese, sino tambi�n mi agujero del culo,
y c�mo no, mi boca de puta, que ya no sabe hablar, si no es para suplicar m�s
leche de macho y m�s carne gorda y pringosa de cipote. Pero aquel pensamiento se
esfum� con el sonido del timbre y la visi�n de la puerta abri�ndose.
- Hola, �encantado de conocerte!- saludos, manos estrechadas,
un par de sonrisas un poco forzadas. Yo callada, y con la mirada baja, fueron
las instrucciones previas de mi macho. El tipo me mir� por encima, como se mira
un simple paquete -Pasa, pasa. Veo que has traido a la puta- dijo el fulano, que
respond�a al nombre de Jos� Antonio. -Si�ntate, �quieres tomar algo?- Ambos se
sentaron, yo permanec�a de pie porque nadie me hab�a ordenado otra cosa. Con la
mirada baja. Comenc� a ruborizarme. El tipo me dirig�a miradas furtivas de vez
en cuando, mientras charlaba distendidamente con mi novio. �l le explic� que me
hab�a vestido como el tipo le hab�a indicado. Hablaron sobre m� un rato, como si
yo no estuviera presente. Mi no vio se extendi� en detalles. Mis m�s �ntimas
fantas�as fueron expuestas a aquel desconocido sin el menor respeto por mi
persona. Fui desnudada psicol�gicamente antes que f�sicamente, lo cual me
produjo la m�s absoluta humillaci�n. Fue entonces cuando mi co�o comenz� a manar
fluido. Se me puso resbaloso y lo sent�a hinchado y caliente. La "pipa de co�o"
(el cl�toris) enviaba oleadas de placer a mi cerebro. Casi tuve un orgasmo antes
de que el tipo se dignara siquiera a tocarme. Eso me convenci� de que,
efectivamente, no estaba bien de la cabeza. Estaba all�, de pie, ante dos
hombres que depart�an sobre mi cuerpo y mis "utilidades", como si fuera un
simple objeto. - As� que, seg�n dices, esta fulana har� lo que yo le ordene sin
rechistar, y si no lo hace puedo castigarla seg�n mi deseo-, dijo el tipo. -S�,
s�, empl�ate a placer con ella. Aprovecha bien la mercanc�a. Est� casi sin
estrenar. Sus tres agujeros est�n a tu disposici�n, y en cuanto a castigos, t�
mismo. Si te apetece, puedes tortearle las tetas, o golpearlas con los pu�os.
Morderle los pezones o estrujarlos con los dedos. Yo te dir� si en alg�n momento
te est�s pasando con ella, pero en principio, me apetece que le des ca�a. As� se
ir� preparando para lo que le espera en adelante. Cuanto antes aprenda a ser una
buena esclava, mejor para todos, sobre todo para nosotros- Ambos rieron,
mientras yo temblaba, ahora de miedo, aunque mi co�o se empe�aba en seguir
chorreando. Mi novio continu�, - Si te apetece, cast�gale, el culo con el
cintur�n. Puedes utilizar el que trae puesto - No, gracias, dijo el hombre, - Ya
tengo el m�o que es grueso, de cuero de vaca. Por cierto acerca aqu� a la puta,
que la quiero catar. - Mi novio me cogi� del brazo y me acerc� hasta �l, que
comenz� a magrearme las piernas mientras segu�a charlando. Ten�a unas manos
grandes y velludas. Subi� por los muslos buscando mis nalgas y las sob� a gusto
delante de mi macho. Su sorpresa y mi verg�enza fueron may�sculas cuando toc� mi
raja con uno de sus dedos y lo sac� pringado. -�qu� es esto, chico?, �es que ya
viene follada y no le has sacado el cuajo del co�o?- Dijo. -�Oh no!, la puta
trae el co�o limpio, solo tiene un poco de vaselina en el culo para que no
tengas que preocuparte de lubricarlo. Eso debe ser suyo. Se ha puesto caliente,
mientras habl�bamos. Ya te dije que es bastante puta. No puede evitar mojarse
as� cuando escucha hablar de pollas- Volvieron a reir. El hombre se limpi� la
mano en mi falda, y fue al grano, levant�ndome la falda y orden�ndome que me
abriera los labios de chocho con los dedos. As� lo hice, no sin dificultad
porque resbalaba y le ofrec� mi interior al macho. La pipa, hinchada se ve�a
prominente y ligeramente morada por la excitaci�n. - �Tiene un buen garbanzo la
guarra! (as� llamaba el hombre a mi cl�toris)-. Tir� de m� y acerc� su cara a mi
co�o, sac� la lengua y comenz� a darle lametones a mi pipa. Ahora me temblaron
las piernas, pero fue de excitaci�n. Casi me desmayo del gusto. Chupaba mi raja
como si le fuera la vida en ello. Sorbeteaba mis fluidos con verdadero ansia
haciendo ruiditos como de chapoteo. Me corr� all� mismo, de pie, entre jadeos de
perra y ronquidos de cerda salida. Mir� a mi novio que estaba con los ojos
encendidos de lujuria y le sonre�. El hombre se levant�, me tom� del pelo y
llev� su boca a la m�a, metiendo la lengua y sorbiendo mi saliva como antes
hab�a mamado mi vagina. Eso me dio un poco de asco, y me sent� un poco inc�moda.
Aunque mi novio me besaba as� muchas veces, no estaba acostumbrada a besar a
desconocidos en la boca. Hasta aquel d�a, lo consider� algo m�s �ntimo aun que
chupar nabos, porque lo ve�a relacionado con los sentimientos. Ahora, despu�s de
lo vivido, no siento ning�n reparo en que cualquier fulano bese o chupe mi boca,
porque he aprendido que �sta tiene la misma categor�a que mi co�o o mi ano. Es
un agujero m�s que debo entregar agradecida a cualquier macho para su uso y
disfrute. De todas formas no creo que a las chupadas que le dan a mi boca ahora
se las pueda llamar besos. Qui�n querr�a besar una boca desdentada como lo es
ahora la m�a. No, ya nadie me besa. Solo chupan mi boca ocasionalmente, sobre
todo los perros cuando me cubren, esos s� se emplean a fondo. Les atrae el sabor
a cuajo y orines que tengo despu�s de un uso "riguroso". Bueno, y mi marido, el
cornudo. Ese tambi�n me besa, cuando le dejan, claro.
Pero volviendo al tipo que me "estren�". Despu�s de aquel
orgasmo todo fue m�s f�cil para m�. Me dej� llevar, ya entregada, y el hombre
hizo lo que quiso conmigo. Me arranc� el top y me dio un par de bofetadas que
casi me hacen caer. Magre� y sopes� mis tetas, que no le gustaron demasiado.
-Tienes las ubres muy peque�as, fulana-, y nueva hostia. Tiro de mi pelo hasta
que me hizo arrodillarme. Se baj� la cremallera y sac� un trozo de carne venoso,
casi negro y con una cabeza grande y muy gorda que sobresal�a henchida de los
pliegues de su prepucio. Me la "enchuf�" directamente y me orden� chupar. La
ten�a pringosa por el l�quido preseminal y sucia. Apestaba realmente aquella
verga, y sab�a peor. No sent� mayor asco que cuando lam�a los urinarios
p�blicos, pero s� mayor humillaci�n. No le estaba chupando el cipote.
Sencillamente me estaba follando por la boca. Sus embestidas eran salvajes. Sus
cojones golpeaban mi barbilla y me daban arcadas cada vez que entraba hasta la
garganta. No era una polla muy larga, era su cabeza, el glande lo que era
enorme. Se me saltaron las l�grimas con las arcadas y se me corri� el rimel.
Tiraba de mi cabeza de atr�s hacia delante agarr�ndome por el flequillo,
arranc�ndome algunos pelos. Cuando se hart� de follarme la boca me levant�
tir�ndome de los pezones lo cual me doli� tremendamente y me hizo chillar. Me
hizo callar escupi�ndome en la cara y volvi� a darme una bofetada. No volv� a
quejarme. Me dio media vuelta, me hizo inclinarme sobre una mesa, quedando
frente a mi novio que me miraba y se pajeaba al mismo tiempo, y me mont� de un
solo golpe. Cogi� mis brazos y me los coloc� a la espalda, por lo que no pod�a
incorporarme. Me embisti� una y otra vez con tal fuerza que me arrastraba con
mesa y todo en direcci�n al sof� en que mi novio, c�modamente sentado, se la
meneaba como un mono con lo que estaba presenciando. El tipo segu�a bombeando
detr�s de m�, sin soltarme los brazos. Yo gritaba y suplicaba m�s aquel cabr�n.
Volv� a sentir otro orgasmo cuando solt� mis brazos y agarr� mi pelo atray�ndome
hacia �l, volvi�ndome la cabeza y meti�ndome su lengua en la boca a pesar de lo
forzado de la postura. Me solt� y estruj� mis tetas contra la mesa, apoyando
todo su peso sobre m�, y mi cuerpo tembl� bajo aquel macho, llevado por el
orgasmo, que dur� mucho. Pero �l no se corri�. A�n no. Lo hizo despu�s, en mi
culo. Y esa follada s� me doli�. Su gorda cabeza forz� mi agujero y se encaj�
perfectamente en mi ano. As� enculada, me llev� empuj�ndome al ba�o hasta caer
de bruces, con �l encima sobre la taza del inodoro. Me cogi� del pelo y meti� mi
cabeza en water. Se corri� en mi culo en ese instante, entre berridos y
embestidas. Me la sac� como hab�a entrado, de un golpe, se incorpor�, y comenz�
a mear sobre m�. Rota por la humillaci�n, y por qu� no decirlo, por el placer,
acept� aquella lluvia con sumisi�n y agradecimiento. Aquella fue la primera vez
que alguien se meaba sobre m�. Ni siquiera mi novio lo hab�a hecho nunca. Y tuve
un nuevo orgasmo.
Mi novio, desde la puerta del ba�o segu�a los
"acontecimientos", como no, empalmado y "casc�ndosela". Cuando el tipo termin� y
me dej� tirada en el suelo, con la ropa desecha, mojada toda por sus orines, el
culo derramando su leche en el suelo, y el co�o pringoso por los orgasmos, vino
mi novio, y termin� su paja, ech�ndome el cuajo en la cara. Despu�s recompuso
mis ropas, y sin dejar siquiera que me lavara me sac� de all�. El hombre hab�a
desaparecido. No s� d�nde se meti�, pero ni siquiera nos despedimos.
Ya en casa, despu�s de una hora en la ba�era para limpiarme
de toda aquella inmundicia, romp� a llorar desconsoladamente. Despu�s del ba�o
segu�a sinti�ndome sucia y humillada. No he dejado de tener ese sentimiento
desde entonces. De hecho me alimento de �l, porque inexplicablemente, la
humillaci�n y la degradaci�n de mi persona es la fuente de mi placer, y el
sentido de mi vida.
Continuar� ...
Env�en sus comentarios a
POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO