Relato: Soldatus 1 El soldado miro al horizonte, ya estaban casi cerca de la fortaleza donde se supon�a que tendr�an que recoger sus meritos despu�s de una larga campa�a de verano. Aunque lucharon con todas sus fuerzas, los ej�rcitos musulmanes les derrotaron. Unos pocos quedaron con vida, entre ellos Agnard, un maduro soldado raso, que luchaba por el insignificante dinero que le pagaba su se�or.
Entraron por los muros del castillo, donde una muchedumbre les aplaud�a; y las mujeres estaban al pendiente si hab�an llegado sus maridos con vida. Entre aquella muchedumbre los ladrones aprovechaban para hacer de las suyas, mientras que los comerciantes aprovechaban para vender sus mercanc�as.
Agnard levanto la vista y miro a las damas que estaban aplaudiendo en un balc�n, tratando de no llamar mucho la atenci�n. Ya hab�a pasado mucho tiempo que no hab�a estado con una mujer decente, las putas que les acompa�aban en la guerra ni si quiera parec�an mujeres. Sus rostros medio mutilados y cuerpos que simplemente espantaban a la vista.
Miro a una de ellas, que vest�a un hermoso vestido azul claro. Ten�a un generoso escote que dejaba ver la parte superior de sus pechos. Agnard empez� a desnudar mentalmente a la joven hasta notar que su pene se hab�a puesto erecto dentro de su pantal�n.
De repente, una voz estallo en medio de la sala. Agnard ni se dio cuenta que ya estaban en la sala principal del castillo. La voz era ronca y aburrida, propia de un noble. En ese caso era el Rey de Castilla quien hablaba.
Agnard no prestaba mucha atenci�n, los meritos siempre eran para los caballeros y no para los soldados. Segu�a pensando en aquella doncella que hab�a visto. Ten�a un pelo negro oscuro que resplandec�a y unos ojos marrones claros que resaltaban. Sus generosos pechos�. Cuando dar�a �l por tocarlos. No hab�a palabras para describirla, simplemente era perfecta.
Ya hab�a anochecido, los caballeros cruzados, sus se�ores, ya hab�an recibidos los meritos y alg�n que otro titulo por el Rey.
Los hombres se iban marchando a sus casas, otros que no ten�an hac�an abundar los bares. Agnard entro en un callej�n oscuro, donde nadie le pudiera. Se quito el pantal�n hasta los muslos. Saco su pene y empez� a masturbarse pensando en aquella dama.
De repente, un ruido le asusto. Una mujer entraba a aquella calle. No pod�a ser, era aquella dama.Era como un sue�o hecho realidad.
- �Se�ora?
- Silencio
Le tapo la boca con el dedo, mientras que con la otra le acariciaba el pene erecto. Agnard sinti� un inmenso placer, sin dudarlo, desgarr� el vestido a la dama hasta la cintura dejando a relucir sus redondos y perfectos pechos. Ella le cogi� de la cabeza y la arrastro hacia sus tetas, �l las lami�. Estaba acostumbrado a las putas de las calles, en cambio esta dama parec�a una diosa.
Ella le tumbo en el suelo y se desnudo completamente. Su peque�a y ya h�meda vagina se mostr�.
Agnard meti� uno de sus dedos dentro de la vagina de la mujer, y esta solt� un gemido de placer. Aquel gemido anunciaba lo que vendr�a a continuaci�n. Los labios de Agnard se deslizaron hac�a abajo lentamente hasta llegar a la parte mas baja, su lengua se introdujo dentro, acariciando el cl�toris y produciendo placer a la dama. Esta lanzaba unos gemidos y al no poder resistirse m�s empujo a Agnard lanz�ndole al suelo.
La dama dio la espalda a Agnard y se puso a cuatro patas, este entiendo lo que quer�a, meti� su pene cuidadosamente dentro y luego empez� a hacerlo mas r�pido, cada vez mas y mas r�pido.
Sus test�culos chocaban con el culo de la mujer, lo cual la excitaba mucho. Los gemidos de la dama se hac�an cada vez m�s altos.
Agnard, cansado, paro de penetrarla. Esta dio un paso hac�a delante y dijo para si.
- Solo es capaz de esto..
Agnard perplejo respondi�
- Ven aqu� , te voy a follar otra vez ahora mismo.
Agnard se despert�, no hab�a ni rastro de la dama con la que se hab�a pasado tan bien la anterior noche. Se visti� r�pidamente para ir a buscar un desayuno, que fuese barato. Miro a la taberna cercana.
De repente, dos soldados cogieron a Agnard por la espalda y lo amarraron.
- �Qu� pasa?
- Orden del Rey
- No hice nada�
- C�llate sucio bastardo
Le propinaron una bofetada en la cara y le arrastraron hacia el calabozo. Agnard estaba inconsciente.
Cuando despert�, vio a una muchedumbre gritar y tirarle cosas, de repente se dio cuenta que estaba en la horca. Le estaban a punto de ejecutar pero�.
Continuara�
(Este es mi primer relato, estoy apriendiendo. Mandenme sus criticas para que pueda ir mejorando. Gracias.)
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Relato: Soldatus 1
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