He utilizado todos mis argumentos, he actuado �ticamente
mucho mas all� de mis propias convicciones y Mireia, tendida en su lecho
conyugal sigue mir�ndome y en sus ojos veo una firme resoluci�n pre�ada de deseo
carnal. Una ins�lita y lujuriosa mirada.

Mireia, la dulce Mireia, la recatada Mireia, la prima de mi
mujer; felizmente casada, madre de tres hijos y puritana hasta el extremo de no
usar nunca bikini, minifalda ni blusas "descocadas".

Su tiempo libre lo emplea en obras sociales de su parroquia
.Sus amigas: las beatas de la cofrad�a de la Virgen del Milagro.

Un dechado de virtudes, y sin embargo (digo "sin embargo"
porque yo soy el "libertino" de la familia, la nota discordante en una arm�nica
sinfon�a de "gentes de derechas de toda la vida"), hemos disfrutado estando
juntos y hablando de los temas m�s inveros�miles, nos une nuestra pasi�n por la
literatura, leemos los mismos libros, los comentamos, analizamos y llegamos
siempre a conclusiones coincidentes.

Conste que yo no pretend�a llegar hasta aqu�, mi naturaleza
libidinosa se conform� durante mucho tiempo con et�reos contactos f�sicos:
piernas que se rozan bajo una mesa, un exagerado abrazo en los reencuentros, una
excesiva presi�n contra su pecho mientras bail�bamos, tonter�as .Ella cree, sin
embargo, que todo esto forma parte de un estudiado plan de seducci�n que la
consume a fuego lento.

Ella fue quien traspas� los l�mites que yo hab�a impuesto a
nuestra relaci�n.

Su confesi�n me dej� sorprendid�simo; cierto es que me hab�a
esmerado en el masaje, que mis manos se deslizaron mas all� de su espalda y de
sus muslos rozando zonas claramente er�genas, y que, en aquellos momentos not�
como se erizaba su piel de terciopelo, pero todo ello estaba dentro de las
reglas del juego, una reglas que yo me hab�a impuesto y que cre�a t�citamente
aceptadas por ella. Pero lo que mas me asust�, fue la sincera descripci�n de sus
"pecados".

No pude resistir m�s y me levant� para darme un chapuz�n en
el mar, para refrescarme la piel�.y la mente.

Cuando regres�, Mireia, estaba charlando animadamente con
unas amigas. No se dign� ni a mirarme y yo me retir� aliviado pero con un
teatral gesto de enfado que no le pas� inadvertido.

La verdad es que las hostilidades duraron poco, durante la
cena acerc� su pierna a la m�a (siempre nos sentamos juntos) y aunque era la
primera vez que ella tomaba la iniciativa, yo la separ� r�pidamente y la
reprend� con la mirada.

Not� en ella una sorpresa may�scula pero sin arredrarse lo
m�s m�nimo, me dijo:

-Creo que tiene un argumento escandaloso. (La verdad es
que me hab�a encantado)

-Y yo creo que eres un carcamal, es una divertida historia
de amor.

Primero me mir� incr�dula, luego esboz� una sonrisa de
inteligencia y volvi� a apretar su pierna contra la m�a, esta vez sin darme
opci�n a separarla.

S� lo mal que lo ha pasado estos meses. Como pose�da de una
doble personalidad, se ha debatido entre el deseo m�s furibundo y su proverbial
sensatez .Sus insinuaciones e intentos de contacto f�sico se han multiplicado
por cien pero en presencia del resto de la familia ha acentuado su pudibundez y
recato. Esta dualidad es lo que mas me excita pues el contraste de su imagen
publica (con sus vestidos de mujer mayor, su peinado inmutable con el paso de
los a�os y su forma de hablar entre sumisa y pedante) y la hembra sedienta de
sexo que lleva dentro, me hace desearla con m�s intensidad.

Resignados los dos a lo inevitable, me tumbo a su lado y
aspiro el olor de su piel:"embrujo de Myrurgia", la colonia que usaba mi madre.
Es decididamente incorregible.

Deshago lentamente su mo�o y el negro cabello se reparte
alrededor del ovalo perfecto de su cara y sobre los sensuales hombros, el cambio
es radical, parece otra mujer y tiembla, todo su cuerpo tiembla de una manera
perceptible y la mirada desde sus ojos verdes me est� pidiendo que no siga�.pero
que no me detenga.

Soltar los botones de la blusa es m�s dif�cil, nunca me
acostumbro a las camisas de las mujeres, pero uno a uno van dejando asomar el
negro sujetador que oscila violentamente con el respirar entrecortado de su
due�a y los r�pidos latidos de su coraz�n mientras la blancura de sus senos se
destaca bajo la morena piel de su pecho; otro contraste que excita mi
libidinosidad.

Su expectante mirada est� fija en mis manos, cuando, estas se
detienen en su delicado trabajo.

Sonr�o complacido y le pregunto:

Soltar el cierre del "brassiere"resulta tambi�n complicado
pero el esfuerzo vale la pena. Liberadas de su perpetua opresi�n, emergen
esplendorosas las dos tetas que yo miro absorto, sabedor de que ni su propio
marido ha tenido jam�s la oportunidad de verlas y mucho menos de tocarlas. No me
demoro en exceso, el trabajo restante es intenso y entretenido, llego a las
bragas y es quiz� un t�pico pero las de Bridget Jones parecen un tanga comparado
con las suyas. Contengo una sonrisa y lentamente las voy deslizando mientras
beso su liso vientre al tiempo que espero topar con el primer vello p�bico
pero�oh!, gloriosa Mireia, no hay ni rastro de la espesura tradicional. Un
artesanal �y reciente-trabajo ha dejado expedita la suave pendiente que conduce
al pozo de los arcanos secretos. Aqu� si, aqu� pasar� la tarde mientras ella
siga arqueando su espalda de modo inveros�mil, retorci�ndose con cada sacudida
nerviosa y gimiendo como si ardiese ya en las llamas del Averno.

Lejos de caer derrengada tras un ultimo espasmo, se
incorpora, me aplasta sobre el colch�n marital y arranca todos los botones de mi
camisa en un solo y ansioso gesto, pretende hacer otro tanto con los pantalones,
pero el cintur�n se lo impide y no tiene mas remedio que seguir-a rega�adientes
y con un gatuno ronroneo-las normas convencionales. Se abalanza sobre mi rabo,
lo estruja, lo besa, lo muerde y con glotoner�a se lo introduce en la boca
mir�ndome interrogadora.

Hay personas que no necesitan aprender, nacen con gran
intuici�n. La primera felaci�n de Mireia es algo antol�gico, no puedo resistirme
a semejante "savoir faire" y derramo el jugo de la vida en su sabia boca. Me
mira agradecida.

Tras unos instantes de �xtasis, recupero el br�o y �����

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