Adorada Mary Carmen.
Tengo que contarte una nueva, e ins�lita experiencia que tuve
hace dos d�as. No s� si t� has tenido algo similar, o alguna chava lo haya hecho
antes; no he encontrado en el amplio universos de los relatos er�ticos, nada que
refiera, o relate, una experiencia como �sta que voy a contarte.
Tengo una amiga �ntima, sin nada f�sico de por medio, cosa
que estoy en v�as de solucionar. Se llama Aurora, y es bella. Tal vez en otra
ocasi�n te la describa a detalle. Bueno, a lo sucedido.
Ella, tiene una perra Pastor Alem�n inmensa, la verdad, de
una "alzada" considerable, ancha de pecho y nalgas. Su pelo suave, fino, del
color caracter�stico de esta raza de perros. Nunca me hab�a invitado a su casa,
pero ese d�a ten�amos la necesidad de realizar un trabajo conjunto para una
presentaci�n en un aquelarre feminista; por esto, fuimos a trabajar a su casa.
Tan pronto transpusimos el umbral de la puerta, la perra, alegre, sali� a
recibirnos. �Me encant�!, linda, con mirada brillante y lengua ascezante.
Mi amiga, acarici� la cabeza del animal; �ste vino a darme la
bienvenida. Toqu� su cabeza, al hacer contacto con ese fino pelo, sent� el deseo
apremiante de acariciar m�s ese bello ejemplar perruno. La perra emiti� suaves
gemidos de alegr�a, mov�a la cola de la forma tan conocida para manifestar el
reconocimiento, la confianza y el afecto, tambi�n el contento; lami� mi mano
como diciendo que yo le agradaba. "Pero es perra", recordando a Bruno y su
magn�fica verga, un tanto descorazonada. Mi amiga tom� a la "Ni�a" � el nombre
de la perra � por el collar, la meti� a una especie de azotehuela. Al sentarnos
a la mesa para iniciar el trabajo, sent�a los piquetes del deseo donde t� ya
sabes.
Pasaron la horas; el trabajo nos ten�a absortas. La perra
rasgu�aba de cuando en cuando la puerta, como diciendo la urgencia de salir.
S�lo yo ten�a conciencia de esos rasquidos, creo; mi amiga, no los escuchaba,
estoy segura. Era casi la media noche, cuando ella dijo:
- �No tienes hambre?, porque yo me estoy desmayando; necesito
comer algo y... �carajo!, creo que no tengo nada en el refri. Pero ese nada, no
quita el hambre, �no crees? Oye, �no te moletas si te dejo unos minutos sola
mientras voy a buscar algo para cenar?
Se fue.
En cuanto la puerta se cerr�, mi inquietud, que hab�a estado
latente todo el tiempo, aflor� imperiosa, intensa, apresuradamente. Ten�a la
acuciante necesidad de "explorar" a la hermosa perra. Abr� la puerta, y La Ni�a
salt� al interior. Corri� como cautivo liberado por todo el reducido espacio del
departamento, subi�ndose a los muebles, patinando sobre las losetas, en fin, su
contento era m�s que evidente. De pronto, se dirigi� a m� con la cabeza alta,
las orejas paradas y la lengua que sal�a por el precioso hocico aguzado; el
conjunto de lengua y hocico, daba toda la impresi�n de una sonrisa sin igual.
Acarici� su cabeza, ella se dej� hacer moviendo la cola con intensidad
creciente.
Me sent� con las piernas abiertas � ya conoces mi costumbre
de vestir faldita muy cortas, nada de pantis ni cosas estorbosas por el estilo �
deseando que la perrita olfateara mis olores y... rogu� a los dioses de todos
los universos que viniera a meterse entre mis muslos, que llegara con su lengua
hasta mi concha, a estas alturas convertida en laguna. S�, la vi que olfate� el
aire, pero no hizo nada para descubrir el origen de tan ricos olores. Entonces,
mi mano recorri� su lomo, alis� la cola, rasc� las orejas; se detuvo un buen
tiempo en el hocico precioso acariciando lenta y suavemente. El movimiento de la
cola se hab�a casi detenido, la saliva escurr�a de la lengua de la Ni�a.
Mi conciencia del tiempo, me hizo apresurar un poco "el
reconocimiento" mutuo. Baj� mi mano a la panza peluda, y rasqu� con cierta
premura. Oh, dioses, la perrita se ech� en el piso, levant� una de las patas
para dejar totalmente al descubierto, viendo al techo, el abdomen, y sus
pezoncitos claramente visibles. Los toqu� suspirando de emoci�n, con una enorme
sonrisa en mi boca. Mi mano que hab�a estado a la expectativa, se sum� a la
otra; entre las dos acariciaron de adelante hasta atr�s la hermosa panza canina
sintiendo los bultitos de los pezones de una excitante manera. Lam� mis labios,
luego los mord�.
Una mano vino a mis pezones que ya reclamaban atenci�n,
caricias. La otra mano se aventur� a tocar la conchita de la perra, observando
cuidadosamente las reacciones del animal. La lengua sali� un poco m�s; cuando mi
mano lleg� a la vulvita, la perrita se movi� para quedar recargada directamente
sobre el lomo como para que la exposici�n de "todo lo suyo", fuera mayor. Viendo
que la perra no daba muestras de inconformidad, mi mano avanz� hasta tocar
francamente los carnosos labios de la que aparenta ser una peque�a conchita,
pero que se come las enormes vergas de los perros. Yo, estaba super caliente,
ella... creo que tambi�n. Pero el tiempo ingrato corr�a; no pod�a arriesgarme a
ser sorprendida en mis er�ticas exploraciones. Jadeaba cuando mi dedo, casi
aut�nomo, inici� la que deber�a ser la caricia final, definitoria de un futuro
bien placentero, pens�, y met� el pulpejo de mi dedo en la hendidura de la
conchita de mis anhelos. Las patas de la perra se abrieron a�n m�s, la lengua
entraba y sal�a de la sonrisa perruna. Me estremec� al comprobar que pod�a
entrar con mi dedo, que era no nada m�s bien recibido, sino aceptado alegremente
por la due�a de tan caliente conchita. Comprob� que la humedad de esa raja era
igual a la que ya sent�a inundaba mi pucha, que escurr�a hasta mis muslos.
Deseaba intensamente meter el dedo hasta los nudillos, pero el tiempo, el
inexorable paso del tiempo, me oblig� a dar por terminado este fant�stico e
inesperado primer acercamiento.
Met� a la Ni�a al patio, met� mis dedos en mi vagina y,
cerrando los ojos, imagin� que met�a los dedos en la conchita desconocida,
bueno, la exploraci�n digital realizada apenas si me dec�a que la perrita
tambi�n ten�a pucha, nada m�s. Estaba por alcanzar � con urgencia, mi amiga no
tardaba � el orgasmo cuando me imagine mamando la conchita de la perrita...
�carajo!, que orgasmo me produjo esta visi�n. Me desmadej� en mi silla jadeando
como perra. Mi concha chorreaba; mi imaginaci�n er�tica volaba. En ese preciso
momento te record�, mi adorada Mary, con tanta intensidad, que mi orgasmo
repiti�. Al estar relaj�ndome, me hice el prop�sito de realizar la fantas�a �
mamar la conchita de la perra � pensando en ti, pensando que era algo que t� me
recomendar�as conocer, sentir, experimentar, gozar.
En efecto, mi amiga apenas si se retardo tres minutos despu�s
que yo hab�a compuesto, sobre todo, mi cara que sabe reflejar mis placeres
org�smicos. Trajo algo para cenar; comimos. Despu�s, con mi �nimo y mi
pensamiento en el patio, al lado de la Ni�a, me declar� incapaz de continuar
trabajando; me fui a casa, despu�s de acordar una nueva reuni�n para el d�a
siguiente.
Esa noche, no pude dormir imaginando miles y miles de
estrategias para lograr realizar mis incontenibles deseos. Casi llego,
descorazonada, a la conclusi�n que era francamente imposible poder hacer lo que
tanto deseaba; la raz�n, la casi imposibilidad de sacar a mi amiga de su casa
para poder quedar sola con la divina perra, la hermosa Ni�a. En ese estado
ansioso, caliente a m�s no poder, pas� todo el santo d�a, adem�s, trabajando,
carajo.
Nos vimos a la salida. En su auto nos fuimos a su casa.
Mientras el carro recorr�a calles y calles, mi concha estilaba imaginando las
caricias linguales de la perra para m�, y de m� para la perra hermosa. Era tanta
la tensi�n, que casi caigo en la angustia. Intent� con fuerza retirar de mi
mente la idea de mamar a la Ni�a... y que ella me mamara, pero fue imposible,
in�til tratar de no fantasear con esa maravillosa idea.
Al entrar, la Ni�a nos recibi� como el d�a anterior. Pero
cuando "me salud�" cre� sentir que sonre�a recordando mis caricias. No pude
resistir, la tom� por las patas delanteras para hacer llegar su lindo hocico
hasta mis labios y poder as�, besarla. La mirada curiosa y expectante de mi
amiga, me inhibi� un tanto, pero no por eso dej� de besarla; como que la perra
entendi�, su lengua preciosa lami� mis labios; bueno, mi concha casi estalla de
placer. Era demasiado continuar en el beso inesperado, ins�lito para mi amiga.
Por eso dej� que la perra bajara, entramos.
Haciendo verdaderos esfuerzos, pude concentrarme en el
trabajo por poco m�s de una hora. Pasado ese tiempo, los reclamos de la Ni�a por
entrar, se hicieron cada vez m�s intensos. Emit�a gemidos, rascaba fuerte la
puerta, hasta lleg� a lanzar al aire, y a nuestras orejas, unos ladridos. El
acabose: la perrita confinada, aull� como llamando a la pareja. No pude resistir
m�s. Imaginaba que la perra ped�a que YO la sacara del encierro, para que
repitiera las caricias de la noche anterior, en fin, me puse como loca. Cuando
mi tensi�n fue insoportable, dije: "�Por qu� no dejamos que la Ni�a entre un
ratito?", con voz tr�mula, francamente pasional.
Mi amiga me mir� francamente sorprendida, fij� la vista en
mis ojos con mirada interrogante, luego dijo: "Es una latosa. No s� como la he
seguido soportando. La verdad, la tengo porque es un presente de pap�; no me he
atrevido a regalarla, o a lazarla a la calle. Bueno, no es que sea as� tan
latosa como digo, pero a veces es muy terca. Adem�s, si la meto, no nos va a
dejar trabajar". Yo, un tanto indignada, tal vez por mi ansia de tener a la
perra a mi lado, dije: "Pobre animalito. Ya tiene mucho all�, a lo mejor quiere
agua, o comer algo. Por otro lado, no creo que se ponga quieta all� afuera...
mira, a cada minuto los rasquidos son m�s intensos, m�s ruidosos. Por suerte, el
trabajo ya est� casi terminado. Mira, la perrita me ha conmovido. Te propongo...
vamos a meterla, me comprometo a terminar el trabajo hoy mismo. As� podemos
comer algo nosotras, �no crees?" Mi amiga continuaba interrogante, como que no
se explicaba mi inter�s por la perra, pero sonri�, y dijo: "Bueno, conste, t�
terminas el trabajo, �sale?", yo asent� con una sonrisa de alivio, alivio que
hab�a de desaparecer cuando hice conciencia que mi amiga me impedir�a hacer
cualquier cosa "inusual" con la Ni�a. Pero ya mi amiga hab�a ido a sacar a la
perra.
Entr� saltando como la noche anterior, solo que en esta
ocasi�n no se subi� a los muebles; su periplo por el espacio fue bastante corto,
no tan alegre como la primera vez. Me qued� claro que la perra tambi�n se
inhib�a por la presencia de mi amiga, que empezaba a parecerme una "monstrua"
por no tenerle cari�o a la preciosa Ni�a. Me qued� helada, pero caliente como
l�mina al rayo del sol del desierto, cuando la tremenda Ni�a, tal vez tan
caliente como yo, vino a poner su hocico sobre mi faldita; me mir� con languidez
de enamorada, hasta cre� escucharla suspirar. Mi amiga, pelaba los ojos, y dijo:
"Oye, c�mo que le gustas a esta canija perra... Han venido muchas visitas, con
ninguna se ha comportado como contigo..." ya para entonces yo acariciaba la
cabeza de la perra hermosa. Ella mov�a la cola alegremente; levantando la
cabeza, sac� la lengua para lamer mi mano que reposaba sobre uno de mis muslos.
Lo peor, el aliento ardiente de la perrita llegaba a mi concha, lo que me ten�a
al borde de la histeria. Como que eso tambi�n propici� que la Ni�a oliera mis
jugos, se puso c�nicamente a olfatear apretando su nariz contra mi regazo. Vi
que mi amiga se alarmaba; no se hab�a sentado de tanta sorpresa que le caus� el
comportamiento de las dos perras presentes, la Ni�a y yo. La vi, casi sin voz,
le dije: "�Por qu� no te sientas?, �no es cari�osa?, la verdad, amiga, es una
perrita linda, preciosa.
Creo que, como t� dices, le gusto. Es que tengo una especial
atracci�n para el cari�o de los perros; mi t�a tiene uno que es una preciosidad
de perrito. Siempre me halaga � �si supiera! � siempre quiere jugar conmigo. Yo
creo que �sta perrita siente igual, �no crees?", dije, intentando sonre�r para
que mi amiga dejara su cara de sorpresa tonta. Como tuve que dirigir mi vista a
los ojos de mi amiga, no vi cuando la adorada perrita meti� su hocico debajo de
mi faldita; reaccion� cuando sent� la lengua lamiendo mis muslos... �muy cerca
de mi concha!, carajo, casi me caigo de la silla, pero guard� la compostura;
intent� hacer que el hocico volviera al exterior. Pero ya estaba ardiendo como
el propio sol del medio d�a. Mi cerebro dec�a, all� est� Elodia; mi pucha, mi
concha, dec�a, all� est� la lengua de la Ni�a; carajo, estaba entrando al caos.
Mis percepciones solo eran para la perra, casi me olvido de Elodia.
Sent� que mi falda estaba mojada en la parte de mis nalgas,
recuerda que no uso pantis, por eso mis ricos jugos llegaron hasta el asiento,
creo. "�No es linda?", logr� articular. Elodia me contest�: "Bueno, ya estuvo
bueno de esos arrumacos con esta condenada, la voy a volver a sacar, porque
sino, no te deja en paz", y se levant�. Yo ya estaba fuera de todo control,
deseaba, a costa de lo que fuera, tener a la Ni�a, tenerla mamando, lamiendo, mi
concha y... tenerla tirada en el piso, lamiendo yo, su conchita; luego, meterle
tantos dedos como fuera posible, incluso pens� en meterle dedos en el culo. Sin
control limitante, casi exasperada, dije: "C�lmate. No sabes lo que es el amor
de los perros... no sabes lo que es quererlos... no sabes.... �nada, no sabes
nada! � casi hist�rica, con lo que sent� que mi amiga hasta se asust� - �Te
puedo pedir un favor... un favor que nunca te he solicitado: quiero demostrarte
lo que es el amor de los perros. Pero para eso, tienes que prometerme que, haga
lo que haga, no intervendr�s, que me dejar�s hacer lo que sea... hasta que yo
misma decida cesar... en esta demostraci�n que me propongo hacerte; pero tienes
que jurarme que solo observar�s, que no intentar�s detenerme... aunque no me
opondr�a a que intervinieras para intentar hacer lo que yo, digo, si te convence
que el amor de y con los perros es... �maravilloso!; entonces qu�, �lo
prometes?", mi amiga estaba al borde del infarto. No sab�a que decir, menos
imaginaba lo que yo me propon�a hacer.
Mientras ella pensaba, percib� lo tremendo de la situaci�n;
Elodia no solo podr�a terminar con mis intenciones a las primeras caricias
"profundas" que le hiciera a la perra que continuaba lamiendo mis muslos
mientras nosotras discut�amos, incluso podr�a correrme de su casa; lo peor,
podr�a ir con el chisme a nuestro centro de trabajo, lo que ser�a realmente
catastr�fico. No obstante la conciencia de todas estas posibilidades, no pod�a,
ni quer�a, contenerme; deseaba ir hasta el final con la bella perrita que tanto
deseaba, que tan rico estaba lamiendo mis piernas. Elodia, con ojos
desorbitados, no dec�a nada: la apremi�: "Bueno, espero que seas... que
realmente seas mi amiga, y me des la libertad de hacer lo que en estos momentos
me es, francamente te lo digo, imperativo hacer; �prometes darme la libertad que
te pido?"
Continuaba callada, nada dec�a pero era obvio que estaba
aterrada, consternada, p�lida hasta la ra�z del pelo, creo que suponiendo
acertadamente que el acercamiento con la divina perrita era cosa de que ella
asintiera, con clara indecisi�n, soportando el chantaje a que yo la somet�a...
en fin, que no sab�a que hacer, tal vez ni siquiera pensaba. Para colmo, el
hocico de mi seductora, porque eso era precisamente la tremenda Ni�a, olfateaba
por debajo de la falda con lo que su aliento penetraba precisamente a mi concha
provoc�ndome calofr�os riqu�simos y el natural aumento de mis jugos y mis
olores... luego sac� la lengua queriendo llegar hasta donde el olor era m�s
rico. "Aaaamiguita... porrrr favorrrr, diiimeeeee que siiiiiiiiiiiiiii�... no
seas ingrata..." casi gritaba yo desesperada, terriblemente angustiada, porque
era inminente que la lengua llegara a mi concha que estaba m�s al alcance porque
mis muslos, automatizados, se abr�an incontenibles, al margen de mi voluntad...
Por fin, Elodia, comprendiendo todo, grit�: "�Est�s loca de remate!... �no puedo
creer lo que estoy viendo...! Yo, sintiendo por primera vez la lengua anhelada,
ya no pod�a suspender lo iniciado casi a costa de la propia vida, por tanto ya
no me importaba que Elodia estuviera, que aceptara o no verme sin protestar, que
hiciera esc�ndalo al d�a siguiente en el centro de trabajo, hasta que tomara una
escoba y pretendiera sacarme de su casa a escobazo limpio, quiz�s acompa�ada de
la otra perra,.
Tom� la orilla de la faldita que andaba ya por el obligo, y
me saqu� el vestido por la cabeza. Elodia no lo pudo soportar; con los ojos
desorbitados, con la boca abierta, con la respiraci�n casi en apnea, no pudo
continuar de pie, de dej� caer en la silla llev�ndose una mano a la boca como
para detener el aliento, tal vez su alma que escapaba escandalizada. Porque
adem�s de mi desnudo total, la lengua de mi adorada ya estaba profundamente
encajada en mi concha, lam�a con fervor m�stico, levantaba el hocico como para
demostrar lo rico que era el sabor de mi conchita adorada. Mis muslos ya estaban
abiertos al tope y mis nalgas apoy�ndose en el borde del asiento, todo para que
la exposici�n de mi pucha, de mi concha, fuera total... yo acariciaba la cabeza
de mi lamedora sin verla, mi cabeza colgaba tensa hacia atr�s, mi jadeos eran de
altos decibeles, sudaba.
Con el rabillo del ojos vi c�mo Elodia ve�a todo al borde del
colapso moralista, jadeaba igual que yo, aunque por causa diferente; sin
embargo, tal vez con la enajenaci�n cabalg�ndola, una de sus manos hab�a
aterrizado sobre uno de sus senos, mano que vi c�mo apretaba el seno en un
inconfundible movimiento de excitaci�n sexual; sonre� con el placer haciendo
preciosos recorridos por todo mi maravilloso cuerpo. La lengua, recorr�a mi
concha en todas direcciones llegando hasta mi culo, as� de abiertas ten�a las
piernas, pero para completar la apertura, con una de mis manos abr� los labios
mayores para que la lengua acometiera mejor su tarea de lamer mis ninfas y
llegar hasta el cl�toris que, escandalizado, esperaba esas lamidas para poder
incendiarme toda.
Cuando mi orgasmo era inminente, me di cuenta de mi ego�smo,
no hac�a ninguna caricia a mi lamedora, pero no alcanzaba a llegar hasta la
conchita de mis anhelos, el cuerpo de mi amada era demasiado largo. Tampoco se
me ocurr�a c�mo hacer, enajenada como estaba con las lamidas sensacionales y la
inminencia de mi orgasmo... Me di cuenta que disfrutar con mi Ni�a era muy
diferente que con el lind�simo Bruno pues con �ste bien que pod�a darme gusto
masturbando su verga que era muy accesible, y la puchita de la perrita quedaba
muy retirada de mis manos.
Pero la calentura es la calentura; decid� aventurar mi
orgasmo por llegar en aras de acariciar y ser reciproca con mi adorada
mamadora... me dej� caer al piso, No estaba segura que en esa posici�n mi
perrita de oro me lamer�a igual que estando mi pucha en la posici�n inversa que
era como yo hab�a experimentado hasta ese d�a las mejores mamadas de Bruno y
ahora de la propia perra que me hab�a seducido.
De espaldas, hice regresar la lengua que, por el sorpresivo
cambio, se hab�a elevado, con una de mis manos, incluso la perra volte� a verme
como interrogando qu� era lo que pasaba; en efecto, de momento la lengua se
quedaba por mis lindos pelos, pero no llegaba a la raja desde esa posici�n,
pero, decidida como estaba, abr� con mis dos manos mi cachonda hendidura y
entonces s�, la lengua lleg� a donde deb�a de llegar... el primer problema
estaba resuelto, la lengua continuaba lamiendo para mi enorme placer y el
orgasmo que estaba latente, inici� la carrera para sacudirme y revolcarme por
todas las galaxias del placer; m�s, porque mis manos, por fin, pudieron llegar a
su precioso objetivo, pudieron acariciar la puchita de la linda perrita que,
para mi enorme sorpresa estaba tan mojada como mi propia raja, creo que la Ni�a
estaba calient�sima; volte� a verme cuando sinti� la caricia, yo le sonre�, creo
que ella tambi�n me sonri�; el �ndice ya estaba entrando a la rajita.
En ese momento vi a Elodia que estaba parada casi a nuestro
lado, tal vez cuando me dej� caer la divina visi�n que ten�a se suspendi�, pero
se puso de pie para no perderse el gran espect�culo del amor; todav�a m�s, sus
manos, las dos, estaban estrujando sus senos... su facie era de excitaci�n
franca, acezaba casi gimiendo; los ojos continuaban fuera de las �rbitas, sudaba
copiosamente; su lengua andaba lamiendo sus labios sin descanso. Cuando mi dedo
penetr� totalmente la suave y estrecha concha de la perrita, mi orgasmo se
dispar� como ca��n at�mico. Grit� como condenada, m�s bien como mortal gozando
de la presencia divina, en el cielo de todos los dioses del sexo y sus anexos.
Cre� que tendr�a que recoger los ojos de Elodia, as� de intensa fue la mirada
que lanzaba tanto a mi rostro iluminado por el explosivo placer, como a la
lengua de la perra que continuaba mamando incansable mi rica concha.
Entonces, con alegre sorpresa, escuche un descomunal grito de
Elodia que dec�a: "Hija de la chingada, pervertida, depravada, hija de Satan�s,
del demonio, te refundir�s en el m�s profundo de los infiernos... pero sus
movimientos, sobre todo los de las manos, la contradec�an flagrantemente: una de
ella estaba metida profundamente bajo el escote apretando sin consideraci�n las
chichis � que en ese momento, cabrona como soy, ans�e ver, tocar y mamar � y la
otra andaba por la concha de mi amiga con los dedos enterrados creo que hasta la
vagina... �alcanc� a ver los pelos prietos de ese co�o que me hice el prop�sito
de mamar esa misma noche. En cuanto pude articular palabra � para lograr eso,
tuve que separar la cabeza de mi fiel mamadora � como soy grit� hist�ricamente:
"!d�jate de pendejadas y vente a gozar con nosotras! �Encu�rate, puta
desgraciada!", estaba fren�tica, desbozalada, en la inconsciencia del frenes�
del placer sexual. Intu� que ten�a que ser en�rgica para hacer que la otra, bien
caliente a no dudar, se decidiera a coger con nosotras... �Y los gritos lograron
lo que nunca imagin�, y menos mi amiga! Febril, primero sac� las manos de donde
andaban, luego, presurosa, tom� los vuelos de la falda y se sac� el vestido,
para enseguida, a tirones, desgarrando la fea ropa interior que vest�a, qued�
c�mo era la orden, �totalmente desnuda! La perra, separada de su manjar, con la
lengua escurriendo, intentaba regresar a lamer mi concha y mov�a las nalgas por
las sensaciones que ni dedo causaba en su conchita.
Los pasos de Elodia acerc�ndose, dieron luz para completar mi
deseo, el intenso deseo de mamar la conchita espl�ndida de mi perra tan preciosa
y que result� h�bil mamadora. Sonre� diab�lica, luego orden�: "T�rate en el
piso, abre bien las piernas, y no te muevas si quieres gozar lo que yo"
Obediente, muy cerca de mis nalgas, coloc� su cabeza y vi como sus muslos se
abr�an presurosos, linda, totalmente y sus olores me llegaron. Fue tanto mi
emoci�n por tener a la que profer�a improperios y deseos de condenaci�n, abierta
de piernas exponiendo imp�dicamente su concha, acezando sin pausa, cubierta de
sudor, con sus manos apretando intensamente sus tetas y una mirada suplicante.
En ese momento decid� que deb�a ser yo la que gozara las
primicias de aquella concha que se entregaba sin ninguna inhibici�n; dej� la
cabeza de la perra, y me acerqu�, jadeando, terriblemente caliente, a besar los
muslos de la novata: los bes�; ella se estremeci�, sus muslos se abrieron a�n
m�s, si que contara para mi amiga otra cosa que la enorme fiebre que la
consum�a; todo su recato, su pudor, su rechazo inicial a la visi�n de los
ins�lito, hab�a sido desplazado por la necesidad de dar salida a la enorme
excitaci�n que la hac�a jadear, gemir, acezar incontenible, con mirada l�nguida
me apremiaba para que iniciara la caricia que no sab�a pero que s� adivinaba.
"�Quieres mi lengua, querida?, pregunt� entre conmovida y sarc�stica; ella solo
aument� el ritmo de sus suspiros que se acompa�aron de sollozos profundos
conmovedores.
Adem�s, yo no pod�a continuar sin meter profundamente mi
lengua en esa exquisita concha que se me ofrec�a. Luego de lamer profusa y
deliciosamente los muslos, de acariciar con cierta fuerza las tetas hermosas �
m�s all� de lo que imaginaba; eran unas tetas realmente hermosas � de pellizcar
con ternura los pezones como pedazos de brasas, mi lengua lleg� por fin a la
gruta de los placeres, a la voluptuosidad de la vulva incomparable, entre los
sollozos de Elodia y sus grititos de "Ya, ya, ya... por favor, �por favor!" que
pronunciaba con palabras inarticuladas que hab�a que adivinar. Mi ahora adorada
amiga, estaba tan caliente, que bastaron unos cuantos leng�etazos para que
gritos atronadores irrumpieran en el espacio provenientes de la garganta de la
que yac�a de espaldas en el piso con mi cabeza enterrada entre sus muslos y mi
lengua en su vagina. Fueron tan grandes y tremendos los gritos de mi mamada, que
la perrita se asust�... pero solo en los primeros segundos, porque luego empez�
a lamer mis nalgas como para recordarme que ella tambi�n estaba all�, que no
deb�a olvidarla. Para ni asombro y gran sorpresa, las manos de mi amiga se
aferraron a mi cabeza cuando esta se levant� un tanto para besar el hocico de mi
perra consentida y que deseaba con pasi�n apremiante, acariciar por todos lados,
adentr�ndome en sus genitales con manos, dedos, y lengua por supuesto.
Mi concha reclamaba algo parecido a la lengua de la perra,
pero prefer�a ir a la concha de la perrita que lam�a incontenible mis nalgas
llegando en muchas ocasiones hasta mi culo y tambi�n a la vagina con la punta de
su lengua porque yo estaba en cuatro patas... incluso, en un momento en que
aull� su celo, me mont� haciendo los movimientos coitales de una exquisita e
imprevista manera; entonces record� a mi endemoniado Bruno y su fabulosa verga.
No obstante este deseo claramente establecido, no sab�a por cual de las demandas
decidirme; entonces todo qued� claro... Llam� a la perrita que obedeci� de
inmediato, para otra sorpresa m�a; y saqu� mi cabeza de entre los maravillosos
muslos que la aprisionaban; mi amiga se percat� de cual era mi pretensi�n y
empez� a decir d�bilmente: "�No, no..., por favor... la perra no... sigue t�,
sigue t�... mama, mama querida... la perra noooo!" pero yo estaba convertida en
tirana de la org�a, me sent� en el piso para dejar lugar al cuerpo de la Alemana
entre los muslos de la yaciente de tal manera que la cabeza de mi perra favorita
quedara sobre los pelos super mojados por los jugos de Elodia y mi saliva... la
perra estaba tan entusiasmada conmigo que, a pesar de los fuertes olores que
sal�an de la concha de la ca�da, me besaba lamiendo mis labios y todo mi rostro;
entonces la tom� de las orejas y la acerqu� a la pucha caliente, que se contra�a
a ojos vistas; Elodia continuaba pronunciando un no inacabable a�adiendo de vez
en cuando a la perra, pero sus nalgas se mov�an como en franca cogida, y sus
ojos entrecerrados ve�an a la perra y su larga lengua, y m�s se estremec�a.
Con tan solo tocar con la punta de la nariz los pelos
mojados, exquisitamente mojados, la larga lengua sali� para empezar a lamer,
primero los pelos y luego, abri�ndola con la punta de la lengua, la raja
inundada... Elodia peg� un gran grito, pero yo creo que ahora era un grito de
placer porque sus nalgas aumentaron el ritmo de los movimientos de una
sensacional manera... no esper� m�s, dej� a la Alemana lamiendo la concha de mi
amiga, y me fui hasta colocarme detr�s de las nalgas de mi perra linda, apart�
la cola con cuidado pensando en un desacuerdo de la perrita, pero esta levant�
la cabeza, me vio con ojos interrogante y volvi� a la concha deliciosa que lam�a
con fruici�n... "�Ya eres m�a!", pens� llena de ardor y fiebre sexual como nunca
la hab�a tenido... acarici� la vulvita que not� hinchada, caliente, lisa y
h�meda... la perra continuaba lamiendo y haciendo unos excitantes ruidos a cada
lamida... puse toda mi mano en la concha, la perra movi� las nalgas como
pidiendo m�s, tal vez pensaba en la verga que se la coger�a; con cuidado, con
ascezante respiraci�n, met� la punta del �ndice derecho... entr� sin
contratiempos en tanto que mi vagina se tensaba, temblaba la verdad, empuj� y mi
dedo fue engullido por la caliente panocha de la perrita que solo aument� los
ruidos con una especie de gru�idos de placer; luego met� otro dedo, las nalgas
de la perra se movieron con mayor intensidad; "bueno, de preparaci�n ya estuvo",
pens� sin poder contener las ansias de lamer esa preciosidad de pucha que ten�a
a la vista y que tocaba con la palma de la mano cuyos dedos �ndice y medio
estaban profundamente retacados en la concha estrecha y mojada al m�ximo. Saqu�
los dedos, los chup� con deliciosa pasi�n; era un sabor verdaderamente
exquisito, que tuvo la virtud de hacerme estallar en un estruendoso orgasmo,
orgasmo que fue secundado por otro igualmente explosivo de mi amiga que se
convulsionaba sin cerrar ni apretar las piernas, estallido en ella y en m� que
se deb�a a la prestancia y calentura de nuestra perrita dedicada a dar y
alcanzar placer, cuando menos de eso tendr�a que encargarme yo. Tuve que
colocarme en cuatro patas para poder llegar con mi boca a esa pucha que tanto
anhelaba; la bes� a ojos cerrados y atenci�n concentrada en este placer in�dito;
el beso fue fabuloso, y m�s el olor tan penetrante y delicioso que emanaba de
entre los peque�os pliegues de esa vulva fabulosa; la perrita mov�a las nalgas y
lam�a la concha de Elodia; antes de iniciar la lamida tan deseada y tan
pospuesta, ech� una mirada a mi amiga... las manos de Elodia imped�an que la
cabeza de la Alemana se apartara de su concha, y sus mano libre se estrujaba las
tetas fuerte y persistentemente.
No habr�a interrupci�n para mis deseos lesb�cos y zoof�licos.
Empec� a lamer con los ojos cerrados concentrando toda mi sensibilidad en mi
lengua para percibir hasta el m�s m�nimo detalle, la m�s peque�a sensaci�n, el
m�s exiguo sabor, el m�s leve olor... ol�a exquisito, sab�a mejor, y las
sensaciones que me produc�an los pelos largos y abundantes tan cercanos a la
conchita de la perrita, me hac�an sentir lo especial de la caricia que hac�a, la
delectaci�n de lo in�dito, la percepci�n exquisita de lo nunca antes
experimentado y que fue la causa de mi orgasmo maravilloso que se produjo con el
primer beso a la pucha deseada por d�as. Los besos se sucedieron incontables, y
a cada beso las sensaciones por primera vez sentidas, se incrementaban
caus�ndome uno de la mayores placer que hab�a disfrutado hasta esa memorable
noche, y eso que mi lengua a�n no entraba en actividad.
Pero no tard�. Al salir de la boca, lo primero que percibi�
mi lengua lamedora fueron los pelos guardianes de la vulvita hinchada a m�s no
poder lo que me produjo un no s� que de dicha... �es que as� se identificaba el
hecho de que intentaba lamer la conchita de una perra... cosa nunca antes
probada. Un nuevo orgasmo me sacudi� al hacer conciencia de esta tremenda
sensaci�n. Pero... �caramba!, cuando mi lengua toc� por primera vez la piel
lampi�a de la puchita de la perrita, carajo, fue inigualable, tremendamente
delicioso, verdaderamente escalofriante... claro, el nuevo y prolongado orgasmo
me zarande� como ninguno otro antes de �ste. Pero deseaba tener �nica y
exclusivamente las sensaciones del contacto de mi lengua con los genitales de la
perrita... para eso, con mis dos manos pein� primero, y luego apart� los pelos
que interfer�an en mis sensaciones linguales y... la punta de la lengua degust�
la humedad creciente de la vulvita exquisita; intent� penetrar... los labios
gruesos, hinchados, calientes como brazas, pero estaban firmemente cerrados,
pero dejaban escurrir l�quidos y m�s l�quidos, cosa que me hizo recordar las
puchas de todas mis amantes cuando est�n deliciosamente calientes; ese
pensamiento me llev� a otro, otros ser�a mejor decir.
El primero, las puchas, las conchas de la perras son bastante
similares a las nuestras, solo que del tama�o proporcional al cuerpo al que
pertenecen; segundo, escurren igual que la concha de cualquiera de mis parejas,
como la m�a propia; adentrando la lengua, el sabor y los pliegues, cuando menos
al principio, me parecieron id�nticos a los femeninos de la especie humana; por
�ltimo, y ya muy adentro, compar� la estreches de la entrada a la vagina con la
misma estreches que he encontrado en las puchas v�rgenes, en las conchas de las
chamaquitas con edad solo como para tener algunos pelitos en el chocho que
posteriormente ser� tan peludo como el co�o de esta perrita a la que estaba
intentando mamar, lamer en toda su concha... y luego la pregunta: �las conchas
de las yeguas ser�n iguales a las nuestras?, digo en tama�o y estructura, en
jugos y... � Ten�a que investigar a la brevedad el tama�o, labios, cl�toris y
sabor de la concha de la yegua! Volviendo a la conchita perruna, era tanta la
estreches, que mi lengua tuvo algunos problemas para penetrarla... no fue sino
hasta que con mis dedos abr� esa vagina tan chiquita, que mi lengua la pudo
penetrar a profundidad, hasta donde el tama�o de mi lengua pudo penetrar... lam�
y lam� sin descanso, con fruici�n, apasionadamente, de tal forma que cada decena
de leng�etazos un orgasmo me sacud�a... y la perra mov�a las nalgas de una
exquisita manera... aull�, seguramente del placer que ten�a, eso me hizo pensar
que la pucha de Elodia estaba solitaria... y as� era... no la vi, pero si sent�
la boca de mi amiga lamiendo mi concha, que ya ped�a a gritos y contracciones
violent�simas una lengua, una verga, unos dedos, hasta un consolador � que tanto
rechazo � para mitigar un tanto los deseos de ser tocada, o mamada, como yo lo
estaba haciendo con la perra de mis desvelos y devaneos.
Al sentir la lengua liberadora, m�s empuj� mi lengua tratando
de soterrarla hasta el m�s rec�ndito de los rincones de la puchita linda de la
Ni�a, hermosa, sabrosa, deliciosa, que lam�a y penetraba... yo creo que la
perrita linda gozaba much�simo porque levant� un tanto una de sus patitas como
para propiciar la caricia que la manten�a aullando, acezando incasable,
continuamente. Y, carajo, la perrita contrajo la vagina y expuls� una buena
cantidad de jugos que yo me apresur� a beber, a degustar, a saborear como
delicioso n�ctar, bueno, en ese momento la que estaba ya identificando como
sabia lengua de Elodia en mi concha, logr� penetrar a mi vagina; con esto, y los
jugos que beb� de la conchita perruna, �madre santa!, qu� orgasmo tan precioso
lograron extraerme las dos perras, una que yo acariciaba y la otra que me mamaba
sin parar. Fue tanto mi goce, que acab� retirando la lengua de la delicia que
lam�a, para de plano sentarme sobre la lengua que me lam�a la concha... pero la
perrita protest� con aullidos dolorosos, realmente dolorosos.
Por eso regres� a esa puchita que tanto anhel� y que, por
fin, hab�a mamado. Pero ahora quise, primero, ver c�mo estaba hecha esa
preciosidad de concha en miniatura; con mis dedos logr� separar un tanto los muy
hinchados labios gruesos, y adentro todo era morado, mojado, oscuro... peque�os
pliegues casi invisibles... y por ning�n lado, a la vista, el cl�toris que tanto
so��... �tendr�n cl�toris las perras?, me pregunt� intrigada... pero ya no me
importaba la anatom�a, me interesaba volver al placer de la lengua, el sabor,
los jugos y la penetraci�n en el estrecho y duro canal de la vagina de mi perra
amante, y m�s porque la lengua y boca incansable de mi amiga no dejaba de mamar
y lamer. Cuando la perrita aull� de nuevo y de nuevo arroj� l�quidos abundantes,
hice conciencia que mi amiga estaba sin m�s est�mulos que los que obten�a con su
incansable mamar.
Me dije, merece una buena mamada, adem�s supe que est�bamos
en inmejorable posici�n para emprender el maravilloso 69 que ya estaba
a�orando... abandon� la conchita perruna para adentrarme en la conchota
humana... la mamada mutua produjo de inmediato un tremendo orgasmo en mi
caliente y buena mamadora amiga... estaba metida mamando la concha tan deliciosa
como la de la perrita, aunque m�s conocida por ser humana, aunque por primera
vez conocida esa noche, que hasta casi me olvido de la perra responsable de que
estuvi�ramos metidas en esa tremenda org�a, cuando sent� la lengua de la fiel
perrita que se met�a entre mis nalgas para alcanzar el culo y, de cuando en
cuando y compitiendo con la otra lengua, mi raja fabulosa. Mi orgasmo no se hizo
esperar por esa tremenda sensaci�n de dos lenguas chupando mis genitales �
bueno, el culo tambi�n es genital, �no crees? � entonces pens� que mi amiga
tambi�n se merec�a tener esa exquisita sensaci�n. Por eso me di la vuelta para
que ahora ella quedara encima y por consiguiente accesible a la lengua de la
Ni�a que no cesaba de lamer la piel que se le ofreciera... y s�, la lami� en el
culo y en la raja porque yo la dejaba penetrar hasta que la lengua larga,
fant�stica, llegaba hasta la madriguera del placer de mi ahora muy amada amiga.
Estando lamiendo a mi amiga, la perrita me ofreci� de nuevo
su concha. No lo cre�a, pero la perrita como que se sentaba sobre mi boca, y no
tuve m�s remedio que alternar mis lamidas entre la pucha humana y la concha
perruna. Aprovech� esa especie de abandono, para tratar de meter mis dedos en el
culo bien mojado por la lengua de la perrita tan ducha para lamer... �y lo logr�
sin mayor esfuerzo!, cosa que hizo contorcionarse a mi amiga como protestando
por la invasi�n al agujero m�s �ntimo y �ltimo en pensar en ser entregado aunque
sea a dedos extra�os, ya no digamos a una verga suculenta. Pero fue solo una
protesta at�vica, porque de inmediato las nalgas se movieron m�s alegres y
r�pidas que antes. Y Elodia tom� venganza, casi de inmediato y sin
consideraci�n, con cierto sadismo, meti� sin contemplaci�n dos dedos en mi culo,
caricia que me hizo gritar de placer y dolor. El mete y saca bilateral se
produjo simult�neamente en los dos culos, mientras la lengua de la perra iba de
un culo al otro, lo s� porque el m�o que estaba abajo con frecuencia sent�a la
lengua salivosa de mi amada perrita... a estas alturas los orgasmo de las dos
eran interminables, como si fuera uno solo sin soluci�n de continuidad. Luego de
varios minutos de tanto placer, con mi cl�toris sintiendo toques el�ctricos,
ambas no derrumbamos exhaustas.
Con un tremendo esfuerzo, reuniendo el resto de mis fuerzas,
me arrastr� hasta poder lamer la boca de Elodia que bien se merec�a esta
ternura, ternura que sent�a muy sinceramente. Ella hizo lo mismo con una
espl�ndida sonrisa que me hizo comprenderla no solo gozosa, sino agradecida por
llevarla a esas delicias del placer; as� me lo dijo en cuanto recuper� el habla.
En tanto, la Ni�a se lam�a la concha como repasando su propio placer... quise
recompensarla; arrastr�ndome, me fui hasta llegar a la conchita, muy pegada al
piso, para sumarme a la lengua benefactora de mi propia concha; lam� los
deliciosos jugos que escurr�an inacabables de la exquisita vulvita de la perrita
al mismo comp�s de su propia lengua. La Ni�a sinti� tan grata la lamida de mi
lengua, que de plano se tir� sobre su lomo, alzando las patas, para quedar
ofreci�ndome su pucha sin remilgos, con la total exposici�n de sus genitales.
Lam� y lam� hasta que la fuerza me abandon� definitivamente, haciendo
estremecerse minuto y minuto a la Ni�a por los, creo, fabulosos orgasmos que mi
lengua le proporcionaba.
Elodia se recuper� primero; me levant� del piso con cari�o y
ternura; luego, tom�ndome de la cintura y colocando mis brazos en torno a su
cuello para que me sostuviera, me llev� a su cama; me dorm� sintiendo los labios
de mi amiga y compa�era recorrer con suavidad pacificadora mi cuerpo entero, sin
pretender en ning�n momento ir m�s all� de eso, de darme la paz que me era tan
necesaria para reponer mi fuerza en todos sentidos.
Y al despuntar el solo, Elodia me despert� con besos y m�s
besos. En cuanto tuve plena conciencia, respond� esos hermosos besos..., y no
paramos hasta que, de nuevo, las fuerzas nos abandonaron d�ndonos placer con
nuestras lenguas, nuestras manos con sus dedos, penetrando con ellos todos lo
orificios de ambos cuerpos sudorosos y bellos. Nunca hab�a tenido una amante tan
cuidadosa y tierna para darme placer, nunca hab�a percibido a ninguna de mis
muchas amigas y compa�eras de placer, d�ndose abiertamente al goce l�sbico solo
horas despu�s de haber derrotado y desterrado para siempre la terrible
homofobia. Desde ese d�a no pasa semana sin que disfrutemos de nuestro amor y
nuestros cuerpos..., por supuesto, La Ni�a siempre participa, excepto cuando
queremos manifestarnos solo nuestro amor con la ternura y la sapiencia de
nuestros cuerpos enteros sin la presencia de la jugosa lengua y la tierna
puchita de la Ni�a.
Linda
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