Amanec�a la primavera en sus hombros desnudos, apenas sin
tiempo para recordar lo que hab�a pasado. Todo en ella eran preguntas: "�d�nde
estoy?, �qu� hago yo aqu�?, �qu� hora ser�?". Sus manos empezaban a quedarse
fr�as, y sus ojos, clavados en el techo rancio y pintado de blanco, intentaban
acelerar el recuerdo en la memoria. S�lo sab�a que estaba desnuda y que se
encontraba exhausta. Esa noche hab�a cabalgado su cuerpo a lomos de la pasi�n.
Mir� al trasluz de la puerta del cuarto, y pareci� adivinar
un torso masculino. Joven, alto, espigado, muy moreno de piel y de cabellos,
erguido bajo el marco de un cuadro abstracto que presid�a la pared que estaba
frente a la cama. Malena empez� a recordar.
- "Ven aqu�, ven conmigo".
�l empez� a caminar, y a medida que se acercaba, su cuerpo le
parec�a m�s seductor, su forma de andar m�s desafiante, su mirada m�s felina.
Entonces record� lo que hab�a sucedido. Una sensaci�n de calor inund� su piel
cuando �l se sent� a su lado, y le tom� de nuevo las manos:
- "Te quedaste dormida, y no quise despertarte��Tienes
hambre?"
- "S�Tengo hambre de ti".
Sus ojos se encontraron en un punto, y el choque de sus
miradas los devolvi� a la vor�gine de la seducci�n. Los dos conoc�an ese brillo
feroz, se sab�an de memoria ese gesto, a medio camino entre la ternura y la
locura, entre la pasi�n y la necesidad. No pas� ni un minuto, y �l la empez� a
besar en el cuello, acariciando su cuerpo muy lentamente.
Malena se dej� llevar�Corr�a una leve brisa a trav�s de la
ventana entreabierta, que mov�a las cortinas del cuarto. Ella lo agarr� con
fuerza, acerc�ndolo a sus pechos. Not� como aumentaba su locura, c�mo se le
perd�a la mirada entre sus brazos. Cuando quiso darse cuenta, estaban de nuevo
acostados y desnudos, uno al lado del otro, ciegos de pasi�n, arrastrados por la
misma fuerza indomable que los conduc�a de nuevo, una vez m�s, hasta la senda
del placer.
�l rodeaba con la lengua sus pezones, muy despacio,
sabore�ndolos, mientras acomodaba su cuerpo, agarrando el de ella por la
cintura. Sin esfuerzo, la subi� encima de �l, sujet�ndola por los muslos,
colocando el pene entre sus piernas. Malena exhal� un primer gemido que era s�lo
la confirmaci�n de que hab�a entrado muy bien. Y comenzaron a moverse los dos, y
el fuego empez� a quemarlos por dentro.
Ella tocaba su pecho y sus hombros. �l la miraba fijamente,
acariciando su cintura. Cabalgaban sin parar, cada vez m�s fuerte, cada vez m�s
r�pido. Ella apoy� las manos en la almohada, poniendo los senos a la altura de
su boca, para que los pudiera chupar. El pene entraba y sal�a de su refugio una
y otra vez, con la misma cadencia que el ritmo fren�tico de sus cuerpos. Un leve
gesto de Malena le hizo comprender que hab�a que cambiar de postura.
- "Cambiemos, preciosa�Ven, ponte as�".
A cuatro patas. �l le agarr� con su mano derecha por la
cintura, metiendo de nuevo su sexo hasta dentro con un movimiento suave pero
directo. Con la mano izquierda, la agarraba los senos. Malena cerr� los ojos
para sentir el placer con m�s intensidad, recibiendo las sacudidas de su
compa�ero en silencio, escuchando s�lo el crujido de la cama y su propia
respiraci�n entrecortada. Nunca hab�a gozado tanto.
�l se mov�a sin parar, colocando la palma de sus manos en la
espalda de ella, sujet�ndola por los hombros tambi�n, posey�ndola con fuerza,
como un toro, embistiendo una y otra vez en un baile continuo de placer� Pero
los dos quer�an terminar de otra manera.
- "Vamos, date la vuelta�"
Ella se tumb� boca arriba, y abri� sus piernas para que �l
entrase de nuevo.
- "As�, cielo�m�temela otra vez, as�. Vamos, hasta el final�"
�l apoy� sus manos en el colch�n, mientras ella lo rodeaba
con las piernas a la altura de su cintura. Y otra vez ese movimiento m�gico�,
ese placer intenso, indescriptible, esa sensaci�n maravillosa. Malena estaba la
borde del �xtasis, y quer�a alcanzarlo ya.
- "Vamos�ahora, vamos�Hasta el final".
Entonces sinti� toda la potencia de su amante en un golpe de
pubis seco y muy fuerte, un golpe que la hizo sentir un escalofr�o c�lido en el
coraz�n. Los dos se movieron a toda prisa para llegar juntos al orgasmo. Se
agarraron fuertemente mientras crec�a la velocidad. Ella estaba aprisionada por
el cuerpo enorme de su compa�ero, pero sent�a un gusto inmenso cada vez que la
punta del pene tocaba el fondo de su vagina. Dos minutos despu�s, los dos
estallaron en gemidos, sin darse tregua, movi�ndose compulsivamente hasta que
desapareci� la tensi�n y lleg� la calma.
Quedaron sus cuerpos tendidos en la cama, mirando al techo,
sin decir nada, casi sin respirar, agarrados de la mano, saboreando en sus
labios la saliva del otro, sinti�ndose felices de haber podido sentir juntos esa
revoluci�n de amor. Creyendo que es una suerte haber nacido para comprobar qu�
bello es el ser humano, y c�mo se puede gozar entreg�ndose a los sentidos.
Fue una noche que Malena nunca olvidar�.