Relato: Una nena cada vez m�s nena





Relato: Una nena cada vez m�s nena

No pod�a creerlo. All� estaba yo en el papel de sirvienta
lavando los trastos que hab�an quedado de la noche anterior. La peluca corta de
pelo rubio y liso con un mo�o blanco encima, mis labios pintados de color rojo
fuerte, el rubor de mis mejillas, m�s rojo que rosado, una suave sombra en mis
ojos con pesta�as postizas, los aretes de presi�n, en forma de rosas de color
rojo, en el l�bulo de mis orejas, el l�piz para cejas las delineaba en coqueta
posici�n, ya que las ten�a un poco depiladas, una gargantilla dorada en mi
cuello, la pulsera en mi mano izquierda, eran los accesorios que resaltaban en
parte mi car�cter femenino. Digo en parte porque las prendas que cubr�an mi
cuerpo indicaban que la mujer que exist�a en m� hab�a salido de nuevo a flote,
en estos momentos como una sirvienta: medias negras cubr�an mis pies con sus
u�as un poco largas pintadas de rojo, as� como el resto de mis piernas depiladas
y parte de mis muslos, ya que all� unos lindos ligueros de color rojo las
sujetaban arriba de los muslos; unos pantis rojos transparentes cubr�an mis
partes �ntimas, pero el hilo dental dejaba al descubierto mis dos nalgas, para
que finalmente un delantal de pl�stico me cubriera por delante dejando al aire
mi espalda y mi trasero. Unos brassieres rojos, abiertos por delante para dejar
salir las tetas que a�n no ten�a y que mi esposa me hab�a comprado, dado que
eran de talla peque�a me apretaban y un remedo de teticas se asomaban por la
abertura. Mis pies descansaban sobre unos zapatos negros descubiertos, tipo
plataforma, con una correa que pasaba sobre mi pie y otra que se enroscaba en el
tobillo, resaltando la hembra que, en esos momentos como sirvienta, quer�a
mostrar su transformaci�n sin pudor alguno, s�lo con el deseo de ser una nena.



De vez en cuando mi esposa me permit�a ser mujer aunque no
fuera en la �ltima semana del mes. Esa era una de tales ocasiones. La noche
anterior hab�amos recibido en nuestro apartamento la visita de unos amigos que
invitamos. Luego de irse qued� una buena cantidad de platos y vasos sucios, as�
como ceniceros con colillas. Al d�a siguiente era s�bado y la empleada del
servicio no iba los fines de semana. Antes de acostarnos mi esposa me dijo que
estaba muy cansada y que se estremec�a de s�lo pensar en todo lo que hab�a que
limpiar sabiendo que nuestra empleada Laura no llegar�a a hacer el aseo.
Maliciosamente sonri� y me dijo: "Bueno, pero no hay que olvidar que en esta
casa hay otra mujer, �o no querida?". Me qued� en silencio. "Responde querida,
no te quedes callada, �eres o no una mujer?", insisti�. "S�, sabes que s�", le
contest�. "Ya lo sab�a, no eres m�s que una nena. Pero no puedes ser nena s�lo
para exhibirte. No mu�eca, debes aprender muchas cosas de nosotras las mujeres.
As� que mi nenita se vestir� ma�ana como sirvienta. Afortunadamente tengo quien
reemplace a Laura. Arreglar�s todo que quede bien limpio. Si algo queda sucio te
castigar�. Te sentir�s sirvienta y eso ser�s. Luego de que arregles todo, me
llevar�s a la pieza un buen caf�. �O�ste nenita?", termin� preguntando. "S�,
amor, as� lo har�. Me siento contenta que me tengas en cuenta. Todo el d�a ser�
una mujercita", contest� volte�ndome y quedando inmediatamente dormido, mejor
dicho, dormida.



Ya hab�a lavado buena cantidad de platos. Iba por ellos a la
sala tongone�ndome como toda una hembra, moviendo las nalgas con un contoneo
simplemente agradable. S� me sent� muy bien moviendo las nalgas con un quiebre
morboso. Me imaginaba que alguien me estaba observando y excit�ndose con esa
travesti que hac�a poses para sentirme m�s y m�s nena. Cada vez, ya lo hab�a
notado, gozaba m�s del papel de mujer, ansiando estar cada d�a m�s femenina, m�s
nena, m�s hembra. Me daba cuenta que la mujer que hab�a encontrado en mi
interior a veces se apoderaba con fuerza de mi car�cter aunque, debo decirlo, no
deseaba ser una mujer por completo. Me sent�a muy bien en el papel de hombre,
pero sabiendo que ten�a la oportunidad de dejarlo atr�s y gozar como mujercita
cuando me transformaba. Dir�a que era una doble personalidad: hombre y mujer
juntos. Cuando me sent�a mujer so�aba con encontrarme con otras como yo en una
agradable reuni�n, o bailar como mujer en una discoteca, o colocarme un lindo
vestido de ba�o y nadar delante de todos como Mar�a Yolanda. En fin, la verdad
es que en esos momentos no me importaba ni me preocupaba ser una nena porque, la
verdad sea dicha, s� era una nena. Hab�a algo m�s: el papel de sirvienta lo
estaba sumiendo tambi�n con ganas. As� que contin�e con las labores que me hab�a
encomendado mi esposa, terminando de lavar los platos, vasos y ceniceros. Luego
hice el caf�.



Estaba llev�ndole el caf� a mi esposa cuando ella sali� de la
pieza. Ten�a puesta una piyamita rosada completamente transparente, sus tetas
colgando porque no ten�a brassieres, cucos blancos y unas sandalias de caucho
rojas. "Espera querida, me tomar� el caf� en la sala. Voy a revisar tu trabajo",
me dijo mientras se adelantaba mostrando sus nalgas y la mitad de los cucos
metida entre ellas, es decir, casi dejando una nalga al aire. Su imagen me
excit� y dese� comerle ese esplendoroso culo que ten�a. "A ver ni�a, dame el
caf� como una nenita", orden� mientras se sentaba. Camin� hacia ella con un
suave contoneo. "Parece que est�s aprendiendo. �te imaginas querida donde
nuestros invitados de anoche te vieran as�? �Qu� verg�enza tener que
reconocerles que no eres mi esposo sino mi esposa!. Te cuento mu�equita que a
veces me da rabia saber que eres una loca y que tengo que esforzarme para
aguantarte, pero otras veces me excita verte como mujer.


Vamos a la cocina a verificar tu trabajo", fueron las
palabras que pronunci� con dulzura. "S�, parece que hiciste un buen trabajo.
Est�s tan buena como Laura. As� me gusta Mari", dijo al mismo tiempo que
continuaba: "Esp�rame en la sala que voy a orinar". Me fui para la sala y no
hab�a llegado cuando o� su grito: "Mari, ven ac� r�pido". Me devolv� al ba�o
social y encontr� a mi esposa parada en la puerta con los brazos en su cintura:
"�Qu� es esto? �Acaso cre�as que tu trabajo no era arreglar todo y dejarlo bien
limpio", fue su rega�o. Me hab�a olvidado de arreglar el ba�o social. Se ve�a
sucio en el suelo por las pisadas de nuestros invitados, incluso hab�a colillas
de cigarrillos en la taza, seguro fruto del licor, hasta se ve�an algunas gotas
de or�n, ya secas, sobre la taza del sanitario. "Anda por las escobas y limpias
bien esta porquer�a", me orden�. Fui por ellas. Barr� el ba�o, lo trape� y sequ�
la taza del inodoro mientras mi esposa me miraba. "Ll�valas de nuevo y ven", fue
todo lo que me dijo. Al regresar de nuevo al ba�o me orden� que le quitara los
cucos y la pijama. As� lo hice. Qued� desnuda s�lo con las chanclas de caucho en
sus pies. Se ve�a hermosa. Se sent� en la taza y comenz� a orinar con un fuerte
chorro mientras me dec�a: "Te voy a castigar por el mal trabajo que hiciste.


Aprender�s a ser sirvienta, por las buenas o por las malas.
Ven s�came la chocha que ya acab� para que vamos a que recibas tu castigo". Con
el papel higi�nico la limpi�, y luego de soltar el sanitario salimos las dos.
Ella adelante moviendo su culo. Yo detr�s. Llegamos a la cocina, me hizo quitar
el delantal. "Ponte en cuatro patas puta. Tengo muchas ganas de castigarte. No,
as� no. Mira putica, pon las manos sobre la barra del fog�n, as�, s�, as� est�
bien. Qu�date en esa posici�n", dijo mientras sacaba algo de la alacena. All�
estaba yo exhibiendo mis nalgas y esperando. Vi que era un matamoscas de
pl�stico que terminaba con una rejilla. Comenz� a pegarme en las nalgas.
"Mu�vete nena, �te gusta?. Vas a aprender mariconcita. No eres m�s que una
nena", dec�a mientras lanzaba el matamoscas sobre mis nalgas. "Ay...ay...s�
p�game mami, p�game...ay..ay.", dec�a yo con voz quebrada de loca mientras mov�a
una y otra nalga y mis manos agarraban la barra del fog�n. "Te castigo por mala
sirvienta y tambi�n por m�s. �Sabes por qu�?. Porque no eres m�s que una nena,
una loquita, una mariquita", repet�a mientras me pegaba. "S�, s�, ay..ay...soy
una loca...ay...ay...soy loca...soy loca...soy la nenita de esta
casa...ay...ay...soy una mujercita...ay...me gusta ser mujer...ay...ay...soy una
nenita...una nenita...ay...ay...s�, s�...dame que soy una
loca...s�...loca...loca...ay...ay...soy la loca de la casa...ay...soy nena...soy
nena...ay...", repet�a yo una y otra vez con una voz completamente de maricona,
de travesti loca, de la mariquita que era. Mi esposa me pegaba m�s.
"S�...s�...ay...ay...ayyyy...soy mariposa....ay...una
mariposa...ay..ay...ay..soy
mariposa...soy....mariposa... ay...ay...ay..ay...soy...mariposa... mariposa...mariposa...ay...ay..ay...",
volv�a de nuevo a repetir mostrando mi gusto y mi dolor. Mi esposa descans� y me
hizo quitar los pantis. Mi cl�toris salt� mojado. Sent� sus manos acariciando
mis nalgas. Luego las abri� y toc� mi ano. "�Qu� es esto?", pregunt�. "Mi
culito", le respond�. "No nenita, esto es tu chochita, tu chimbita. Aqu� es la
vagina de ustedes las locas. �Cu�ndo vas a aprender que no tienes culito sino
chimbita, ah?", replic� mi esposa. "A ver, veamos c�mo est� esta chochita", dijo
al tiempo que met�a un dedo.


Lo sac� y me hizo chuparlo. Con mi boca aprisionaba su dedo y
ella con la otra mano comenz� de nuevo a calentar mis nalgas. "Ven mu�equita, ya
te he castigado lo suficiente. Vamos a la sala me har�s el amor pero por la
chimba, nada de culo ahora, ese lo tendr�s luego", dijo cogi�ndome de la mano.
Las dos caminamos hacia la sala bes�ndonos y acarici�ndonos. Yo estaba muy
excitada. Mi esposa se sent� a�n con sus chanclas en los pies. "Ven mamita.
Chupa esta chimba que no tienes". Me arrodill� y comenc� a mamar y a mamar. Esta
toda mojada. "Oh, oh...sigue nena...sigue...c�mo mamas de rico...s�...s�, eso,
as�..c�geme el gallito...oh...oh...rico...chupa, eso, chupa, mama putita, oh....
mi linda putita...oh..oh..", gem�a mi esposa. Yo ten�a mi cara mojada de su
fluidos, me separ� y sub� hasta su boca. Nos unimos con nuestras lenguas. "�mame
mu�eca, �mame", gimi�. Met� mi gallo en su cuca iniciando un movimiento de mete
y saca. Yo hac�a poses con las manos y gem�a como ella. Me sent�a la nena m�s
feliz del mundo. Mi esposa empuj� su cuerpo hacia m� y apret� su cuca contra mi
gallito.


"C�geme las tetas mu�equita,
apri�talas...eso...eso...as�...ah..ah...s�..s�..aprieta las tetas...mira c�mo se
ven...oh, qu� tetas...�quieres tener tetas?...oh...oh...quiero verte con
tetas..si...s�...quiero verte con tetas...que seas mi mujer...mi
esposa...ah...ah...qu� rico...s�lo te faltan tetas...ah...ah...coge esas tetas,
c�gelas que son tuyas amor, mamita...ah...me siento tan puta...ah...", eran las
palabras que pronunciaba mi esposa en medio de su excitaci�n. Yo tambi�n estaba
muy excitada: "Si mami...s�...voy a tener tetas...s� quiero tetas...oh mami...oh
mi amor...�te imaginas yo con tetas? Toda una mujer...ah...ah....quiero
tetas...quiero tetas...ah...ah...tetas como las tuyas...lindas...ah...ah...". Mi
esposa alz� sus piernas cruz�ndolas sobre mi espalda, una de las chanclas se
cay�. Aument� sus movimientos. Yo hice lo mismo. "Me vengooooooo...me vengoooo",
grit� soltando la leche a borbotones. Mi esposa no hab�a llegado a�n al orgasmo
as� que aceler� m�s, apret� su chimba con m�s fuerza, cogi� mi cabeza y se movi�
como una locomotora en c�rculos, apretando y apretando, exprimi�ndome. Yo estaba
ya cansada pero hice el esfuerzo para que ella culminara. Hasta que lo hizo en
medio de gritos. Descansamos un rato. "Lo de las tetas era por la excitaci�n. No
quiere verte con tetas", me dijo. "Yo tampoco las quiero, as� estoy bien como
mujer", le contest�. Sab�a que mi esposa hab�a aceptado mi travestimo, pero no
hasta qu� nivel. Yo la amaba y deseaba continuar con mi matrimonio. No sab�a,
tampoco si mi esposa, al menos de forma inconsciente, se sent�a desenga�ada.
Algunas veces sus palabras as� me lo hac�an ver, pero otras indicaban que me
entend�a y que me aceptaba en lo que me hab�a convertido. Yo quer�a seguir
siendo hombre pero al mismo tiempo, en perpleja contradicci�n, deseaba, m�s que
ser, sentirme mujer, toda una mujer.



Me ba�� primero que ella. Todo el d�a ser�a una mujer. Estaba
contenta por poder dejar que Mar�a Yolanda tuviera su d�a. Una vez que me sequ�
me puse unos pantis blancos y me mir� en el espejo. Me sent�a divina ya que el
cuerpo lo ten�a todo depilado. Hab�amos comprado una crema depiladora, que me
ayud� cuando me rasur�. Mir� mis piernas sin pelo alguno. Alc� los brazos y
observ� con alegr�a las axilas sin rastro de pelo. Mi esposa entr� al cuarto y
me vio. "Est�s hermosa", dijo. "Gracias querida", respond� mientras giraba y
ve�a mis nalgas turgentes en el espejo. �ste reflejaba una mujer. Suavemente
sobre mi nalga derecha, en la parte de arriba, pegu� una calcoman�a con figura
de mariposa. "Te gusta hacer poses y sentirte mariposa, �cierto mu�eca?", afirm�
y pregunt� mi esposa sonriendo.


"S�, me gusta verme como nena", respond�. Antes de entrar al
ba�o a ba�arse me pregunt� que cu�l peluca me iba a colocar, a lo que le
respond� que no me iba a poner en el d�a porque me cansaba. Mi esposa entr� a
ba�arse. Yo segu� con mis arreglos. Acomod� mi gallito entre los cucos, hacia
abajo para que no se notara el bulto que mostraba al hombre. Hoy no quer�a ser
hombre, simplemente una mujer. Me coloqu� unos brassieres transparentes y dentro
unas cocas blancas de relleno. �C�mo ser�a con unas tetas de verdad?, pens�,
pero dej� r�pidamente ese pensamiento y me concentr� en el resto de mis prendas.
Unos jeans capri, la bota llegaba un poco m�s debajo de mis rodillas, me daban
un aire muy femenino porque las piernas depiladas no se cubr�an del todo y mi
culo quedaba completamente forrado ante la estrechez de los jeans. Luego me
cubr� con una camisa blanca semitransparente que me llegaba hasta el ombligo.
Inici� el maquillaje pint�ndome los labios con un tono violeta, d�ndole a mis
ojos una sombra del mismo color. Deline� mis cejas con un buen l�piz negro. Una
pulsera dorada con aros colgando adorn� mi mano izquierda porque en la derecha
me puse un reloj de mujer peque�o con correa de color rosado. Cada paso me hac�a
sentir m�s mujer.


Saqu� del closet unas candongas largas que instal� en mis
orejas. Volv� al closet a buscar un par de zapatos. Ten�a bastantes, de
diferentes estilos. Poni�ndome un dedo en la comisura de mis labios hice un
moh�n femenino que me mostraba pensativa. �No sab�a cu�les ponerme! �Eran todos
tan lindos! Para la ocasi�n, vestida como estaba de sport, hab�a varios pares
que me har�an juego. �Estaba tan indecisa!. No sab�a si esperar a que mi esposa
saliera del ba�o y me aconsejara. Mir� las sandalias blancas de tac�n alto, los
dos pares de tenis, unos rosados y otros blancos, unas sandalias campesinas
lisas de cabuya, azules con florecitas verdes, descubiertas s�lo en la punta y
en el tal�n, unos zapatos de tela con plataforma. Estaba que me decid�a por las
sandalias campesinas o los tenis rosados, ya que sin tac�n me permitir�an
contonearme m�s a mi agrado, y adem�s iba a estar en casa de un lado para otro.
"�Qu� piensas querida?", dijo mi esposa que sali� del ba�o envuelta en una
toalla y me vio all� pensativa. "Ay cielo, no s� cu�les zapatos colocarme",
respond�. "Deja a ver mu�eca yo miro", dijo mi mujer. Se acerc� y me pregunt�:
"�Algunos en especial?". "Estoy indecisa entre los tenis rosados y las sandalias
de cabuya", respond� haciendo posesitas. "Ponte las sandalias de campesina. Te
ver�s preciosa", dictamin�. As� lo hice. Y ya vestida caminaba de un lado a otro
moviendo mis nalgas y sabiendo que se ve�an lindas en los apretados jeans.
"Tienes culo de mujer", se�al� mi esposa. "Oh, gracias, �te parece?", dije con
mi voz quebrada, mientras sal�a de la pieza a prepararme un caf� y fumarme un
cigarrillo. Iba en la mitad del cigarrillo cuando lleg� mi esposa. Tambi�n se
hab�a puesto unos jeans forrados, una blusa roja y sandalias de tac�n blancas.
Estaba preciosa. �ramos dos mujeres solas. Me puse a leer el peri�dico cruzando
las piernas como una damita. Mi esposa se puso a coser. Pasamos la ma�ana
haciendo distintos quehaceres, yo siempre con mis quiebres y caminado de nena.
Pedimos una pizza para almorzar y luego hicimos la siesta.



Ya al atardecer, luego de pasar la tarde viendo televisi�n,
me acerqu� a mi esposa que estaba en la cama conmigo, ambas sin zapatos, y
comenc� a abrir la correa de sus jeans y a bajarle el cierre. Met� una de mis
manos dentro de sus pantis y la dirig� hacia sus nalgas abri�ndolas suavemente
mientras la besaba. Ella hizo lo mismo conmigo. Mi dedo toc� su ano y lo abri�
para introducirse en su culo.


Mi esposa hizo lo mismo. As� con los dedos en nuestros culos
iniciamos un intercambio de lenguas. Ambas gem�amos y suspir�bamos. Luego ella
se solt�, se quit� los jeans, la camisa y se coloc� los zapatos. Se levant� y
camin� moviendo sus nalgas. "�As� quieres verte querida?. M�rame mu�eca", dijo
mientras mov�a su cuerpo en un cadencioso baile. Se volte� mostrando su cuerpo
desnudo y exhibiendo sus nalgas. Se mov�a y se mov�a en ese er�tico y silencioso
baile. Abri� sus nalgas con ambas manos dejando ver su arrugado ano al tiempo
que segu�a con sus movimientos. "Ven mami, desn�date, ponte unos zapatos de
tac�n alto y bailemos juntas", habl� ya con voz excitada. No me hice rogar. Me
puse unos zapatos de tac�n dorados, tal vez con los tacones m�s altos que ten�a,
cog� una peluca pelirroja que instal� sobre mi cabeza y un cintur�n negro sobre
mi cintura. As�, desnuda, con el solo cintur�n, camin� hacia ella con mi
cl�toris completamente erguido. Sin acercarme del todo comenc� a moverme como
una mujer "striptisera", imagin�ndome que estaba en un show de travestis con el
p�blico lanz�ndome miradas morbosas de deseos.


Una de mis manos agarr� mi gallito masaje�ndolo suavemente.
"Soy una nena..soy una nena...soy la nenita...ah...ah...me siento
divina...ah....divina...ah...ah...", gem�a yo mientras contorsionaba mi cuerpo
en vulgares y obscenos movimientos. Mi esposa me miraba al tiempo que sus manos
acariciaban su cuca y gem�a. Me volte� para que mi esposa viera mis nalgas con
su movimiento maric�n. Las abr� y tambi�n le mostr� mi huequito trasero, mi
culito, mi chocha. Ella se acerc� y con una mano cogi� mi gallito. "Ya s� que
esto no es un chimbo, es un gallito, es el cl�toris de mi nena. A ver cari�o,
haz poses de nenita", me rog�. Yo le hice caso y mov�a cuerpo y manos como una
loca. S�, era una loca y me gustaba aceptarlo y quer�a que me dijeran loca.
Mar�a Yolanda estaba en m�, yo era Mar�a Yolanda, nadie m�s y no me importaba
nada. Continu� con mis movimientos y poses mir�ndome en el espejo. "Soy
divina...ah...ah...qu� placer...soy una loca....mira mi cl�toris...", dec�a al
mismo tiempo que me ve�a en el espejo y le lanzaba besos a la imagen de la
mujercita que se ve�a en �l. Mi esposa se acerc� de nuevo, me hizo sentar en la
cama, frente al espejo de la consola, se arrodill�, para luego con su boca tomar
mi gallito y mamarlo, sacando de vez en cuando la lengua para pasarla de arriba
abajo en un vulgar lameteo. La separ� suavemente. Ella segu�a arrodillada
mir�ndome y paje�ndose. Alc� mis piernas con mi gallo entre mi mano derecha.


Una imagen excitante: yo misma ve�a c�mo mis piernas alzadas
se mov�an, poniendo fija mi mirada en mis pies con los zapatos dorados. Las
palabras segu�an saliendo: "Oh...oh...mira cielo qu� pose...soy una mujer...soy
mujer...quiero que me coman...ah...ah..quiero que me coma un macho...quiero que
me haga su mujer...ah...ah...oh...d�jame amor que me coman...ah...te lo
suplico...". Palabras que me surg�an y me asustaban porque le estaba diciendo a
mi esposa qu� quer�a. Ella estaba muy excitada. "S�guete moviendo
preciosa...ah..ah..sigue as� cabrona, putita, mi nenita...ah...s�...". Fue su
respuesta sin mencionar nada de lo que le hab�a dicho. Ella se par� y se volte�
d�ndome la espalda. "Quieres mi culo mu�eca?", pregunt� abriendo sus nalgas. No
esper� mi respuesta sino que fue asentando su culo sobre mi gallo sin vaselina.
Sent� c�mo su ano tocaba la punta de mi cl�toris y se distend�a para recibirlo.
Se empal� del todo al sentarse sobre m�. "Ah mami m�a...qu� placer...oh...s�,
rico...qu� culiada...c�mete el culo querida...ah...es tuyo, dale mamita", grit�
mi esposa. En verdad eran gritos de placer.


Deb�a sentirse muy bien as� empalada completamente,
traspasada, ensartada con mi gallo metido. "Qu� culiada. Siento tu gallito que
me sale por la garganta....ohhhh.....ohhh...ah..ay mami, qu� placer..ahhhh",
gem�a mi esposa al subir y bajar su culo, sub�a y bajaba. Yo alcanzaba a mirar
por el espejo su cara de excitaci�n. "Soy puta...ah...s� una puta, quiero ser
puta....bien puta...ahhh..somos dos putas....ahh..qu� es esta dicha...ahhh",
volv�a a repetir mi esposa. "Mira mami, mira", dijo de pronto. Se hab�a alzado
las piernas pasando las manos por debajo de ellas. Se ve�a en el espejo se
culito abierto por mi gallo y su chimba mojada. "Mira qu� vulgaridad...oh..c�mo
me veo de ensartada...oh, oh...qu� belleza...mira mi ano abierto...oh...oh..qu�
vulgaridad...soy puta requeteputa...ahhh..mira...mira nenita...", dijo
completamente excitada. Y en verdad la imagen era obscena. Solt� sus piernas y
las apoy� de nuevo en el suelo, me sent� a�n con ella empalada, pas� mis manos
por delante a apretarles las tetas. "Mu�vete amorcito que estoy muy excitada",
le dije con voz floriada. Ella comenz� un vaiv�n de arriba abajo, empal�ndose
una y otra vez. Yo me qued� quieta lanzando expresiones que nos excitaban a las
dos: "S�...s�...perf�rate cielito...ah, ah, qu� culo tan divino...ahhh...dale
amorcito, c�mete este gallito..eso...eso...as�...uf, uf, rico, rico,
rico...ah...oh...ahhh...". MI esposa subi� casi sac�ndose mi gallito y luego con
fuerza se sent� en �l. Las dos explotamos en medio de nuestros gritos: mi voz de
nena maricona y su voz de mujer. Luego de habernos venido mi esposa sigui�
sentada completamente empalada. "Ah, se siente tan bueno...es tan bueno...", y
comenz� de nuevo a rotar sus caderas mientras apretaba sus tetas. A m� me dol�a
el gallito, deb�a estar rojo de la presi�n, adem�s estaba cansada, pero me
aguant� hasta que mi esposa obtuvo un nuevo orgasmo. Se levant� con mi leche
sali�ndole por el culito. Mi gallito estaba en la cabeza amarillo de la mierda
de mi esposa, en verdad se hab�a empalado hasta el fondo.



Las dos nos ba�amos juntitas y nos pusimos nuestros
piyamitas. Escog� una verde transparente que mostraban mis pantis blancos. As�
me tir� en la cama para dormir. Me sent�a mujer y estaba feliz de que mi esposa
me dejara serlo. �Todo un d�a como mujer!. Desde el amanecer hasta al anochecer.
�Incre�ble!. S�lo me faltaba probar una buena verga, conocer un macho que me
hiciera mujer. Trat� de insinuarle a mi esposa. Ella me dijo simplemente que no.
Pod�a ser mujer con ella pero con nadie m�s. Yo sab�a para mis adentros que o la
convenc�a o le ser�a infiel porque estaba desesperada por tener un hombre que me
hiciera suya. As� me dorm�.


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