Relato: La caida de Batichica (II)





Relato: La caida de Batichica (II)

"La Confesi�n de Batichica II"



Un pesado silencio rein� en aquella oscura alcoba. Ambas nos
quedamos inm�viles, mir�ndonos, finalmente fui yo quien rompi� el silencio.


-Estas loca- Los ojos de Pamela se llenaron de una furia
incontenible, y antes de que me diera cuenta cruz� mi rostro con una fuerte
cachetada que me tir� sobre las fr�as sabanas de seda. Mil veces me maldije por
haberla hecho enojar de nueva cuenta y como una chiquilla romp� a llorar. Ella
se puso de pie y alej�ndose de la cama se acerc� a una peque�a cantina, donde se
sirvi� un trago. Por un momento volvi� a reinar el silencio, s�lo mis sollozos
se escuchaban en la oscuridad.


-Estas muy equivocada querida- dijo mientras se acercaba de
nuevo a m�.- �UNA LOCA ES ALGUIEN QUE SE PASA LA VIDA OBEDECIENDO ORDENES,
LLEVANDO NI�OS A LAS ESCUELAS, CARGANDO BULTOS EN LOS SUPERMERCADOS, LLORANDO
POR LOS DRAMAS IDIOTAS QUE PASAN EN LA TELEVISION!.� UNA LOCA NO TIENE LAS
AGALLAS NI EL CEREBRO PARA SO�AR SIQUIERA CON LO QUE YO ESTOY A PUNTO DE
HACER!.-


De pronto me tom� del brazo y sin consideraci�n me oblig� a
ponerme de pie, su mano tir� con fuerza de mi cabello oblig�ndome a mirarla,
para mi sorpresa hab�a recobrado el dominio de s� misma.


- �C�mo puedes juzgarme t� que sales en las noches a saltar
sobre edificios?, �T� que imitas a un tipo que todo el mundo dice que esta
loco?, � T� que acabas de hacer el amor con una mujer que casi te mata hace un
momento?.- Sus palabras me dejaron helada, �acaso no es cierto que nosotros
tambi�n estamos locos?, sin saber que responder. En todo caso no hubiera podido
decir nada pues sus labios volvieron a posarse sobre los m�os, poco a poco abr�
la boca para que su lengua entrara y se trenzara con la m�a. Claramente sent�
como sus pechos se pon�an duros mientras se tallaban contra los m�os, que
lentamente respond�an a su caricia, t�midamente alc� las manos para tocar la
suave piel de su espalda, por su parte ella me solt� el pelo y desliz� sus
palmas sobre mi piel hasta que se apoder� de mis nalgas, sus u�as se clavaron
con fuerza en mi carne haci�ndome estremecer. - Fue es ese momento que lleg�
hasta nosotras un sonido estremecedor, una explosi�n o algo parecido, de
inmediato me solt� y poni�ndose su bata sali� de la habitaci�n. Durante los
siguientes minutos escuch� atentamente, tratando de descifrar el significado de
aquellos sonidos, explosiones, disparos, voces; entonces comprend� lo que
pasaba. De inmediato me sacudi� una sensaci�n de temor y verg�enza, sin pensarlo
me puse a registrar el lugar en busca de algo con que cubrirme. Desesperadamente
abr� todos los cajones de los muebles sin encontrar nada. Para mi fortuna al
abrir un closet encontr� mi traje de Batichica y mis botas, como pude me vest� y
despu�s regres� al ba�o donde extraje mi mascara del cesto de basura. Su
contacto, fr�o y h�medo, me result� desagradable a�n as� sent� alivio al pensar
que nadie sabr�a lo que hab�a sido de m� en aquella habitaci�n.


El sonido de la puerta al cerrarse me sac� de mis
pensamientos, lentamente sal� del ba�o y pude ver como Pamela, sudorosa y
agitada, inclinada sobre uno de los cajones del tocador colocando unas extra�as
ampolletas en un estuche de piel negra. Cuando termin� se incorporo y me
descubri� de pie en el umbral del ba�o. Por incre�ble que te parezca me sent�
como una traidora, como si el traje me obligara a darle la espalda a alguien
�querido?. Por su parte Pamela no perdi� el tiempo, r�pidamente se acerc� a mi y
tom�ndome de la mano me sac� de la alcoba para conducirme al sitio donde
despert� la primera vez. Ah� me sujet� las mu�ecas con una cadena, d�cilmente la
dej� hacerlo, despu�s coloc� el estuche en el bolsillo interior de mi capa y me
dijo -Por favor no se lo entregues.- Sin m�s se acerc� a la pared y accionando
una palanca ech� a andar una gr�a que me alz� del piso algo as� como un metro.


Cuando se detuvo se acerco de nuevo y extrajo de su negra
bata una afilada daga, en ese momento dos sombras aparecieron en la entrada, no
me hab�a equivocado eran t� y Dick, ambos se detuvieron cuando me vieron
"indefensa" y colgada del techo.


-�SE ACABO HIEDRA!.- Le dijiste con voz firme mientras
entrabas en la habitaci�n.


-�AUN NO BATMAN!- Pamela apoy� la punta de la daga contra mi
estomago.- �UN PASO MAS Y TU AMIGA SE VERA COMO UNA RES EN EL MATADERO!- Por un
momento detuviste tu avance, pero yo sab�a que no te hab�as rendido, entonces
not� que la silueta de Dick hab�a desaparecido, no bien comprend� lo que pasaba
cuando un boomerang golpe� la mano de Pamela haciendo que soltara la daga, un
segundo despu�s t� le lanzaste una boleadoras especiales que adem�s de
inmovilizarla le aplicaron una descarga el�ctrica, su grito de dolor me sacudi�
el alma y cuando la vi caer tuve que morder mi lengua para no gritar su nombre.


Dick me baj� y me liber� las mu�ecas. - �Estas bien?- Su
preocupaci�n me pareci� irritante, no le respond� pero por su cara cre� que lo
fulmin� con la mirada. En ese momento lleg� mi padre con refuerzos, el primero
en aparecer fue ese despreciable pat�n del teniente Bulok.


-Buen trabajo murci�lago- dijo mientras se inclinaba sobre el
cuerpo inerte de Pamela y extendi� su mano regordeta.


-�NO LA TOQUE!- Mi grito los sorprendi� a todos, incluso a
m�, por un momento cre� que hab�a cometido un error, pero afortunadamente t�
cre�ste encontrar una explicaci�n a mi actitud.


-Ella tiene raz�n, Bulok, el contacto de su piel puede ser
mortal. Ser� mejor que la unidad especial la saque de aqu�.- Bulok se incorpor�
y comenz� a discutir contigo sobre la autoridad de la polic�a. Yo aprovech� ese
momento para deslizarme fuera del cuarto, s�lo quer�a salir de aquel lugar de
pesadilla. En el camino encontr� los cuerpos de los monstruos verdes, ahora
deshechos por alg�n defoliante especial, entre ellos reconoc� al que me hab�a
violado, pero el verlo tendido y muriendo no me produjo ning�n gusto, por el
contrario sent� lastima. Sin poder soportar m�s sal� de aquel t�nel y me perd�
en la oscuridad de la madrugada.


Los primeros rayos del sol entraban por la ventana cuando
entre a mi departamento, mec�nicamente accion� mi contestadora y comenc� a
escuchar mensaje tras mensaje, cada uno me recordaba mi vida antes de aquella
noche, de pronto arranqu� el aparato y lo lanc� al piso; mis ojos estaban llenos
de lagrimas y corriendo me met� al ba�o donde permanec� m�s de una hora
intentando "limpiar" mi cuerpo. Al d�a siguiente tuve que enfrentar a mi padre,
apenas tuve animo para inventar una historia de parranda estudiantil que
justificara mi ausencia. En los d�as que siguieron intente retomar el control de
mi vida, pero no pod�a, mi mente estaba obsesionada con Hiedra la visi�n de
cualquier parque o florer�a me tra�a a la mente las escenas vividas aquella
noche. Adem�s estaba el paquete que hab�a ocultado en mi capa, �sabes? no me
acord� de �l hasta tres d�as despu�s, al abrirlo descubr� que conten�a seis
grandes ampolletas como de 12 cm. llenas de un liquido dorado, por un momento
pens� en romperlas o entreg�rtelas, pero no lo hice. De alguna forma me sent�a
atada a esos objetos, largo tiempo me quedaba mir�ndolos y acarici�ndolos
mientras mi mente recordaba. Era como ver la misma pel�cula una y otra vez,
volviendo a vivir todo el terror y...�el placer!... �SI EL PLACER!... �EL
MALDITO RECUERDO DE SUS BESOS, DE SU CUERPO ARDIENDO ENTRE MIS BRAZOS! Mis ojos
se llenaban de lagrimas al tiempo que apretaba las mand�bulas para no gritar.
Varias veces tuve que salir huyendo de los salones de clase o de cualquier otro
sitio donde me asaltaran los recuerdos.


Debo confesar que todas esas huidas terminaban en mi
departamento, llegaba empapada en sudor, sintiendo que me faltaba el aire en los
pulmones al tiempo que mi coraz�n brincaba como un conejo, sin pensarlo me
despoj� de los zapatos y me tumb� sobre la cama, ah� comenzaba a acariciar mis
pechos por encima de la blusa, una corriente de nueva excitaci�n me corr�a por
todo el cuerpo para terminar en mi vulva que palpitaba como si tuviera vida
propia. Mis dedos luchaban por atravesar la tela de mi falda para llegar hasta
mi sexo. As� termin� por desgarrar varios vestidos, mis dedos rasgaban la tela
como si me quemara, una vez desnuda me masturbaba como una enajenada, todo mi
cuerpo estaba cubierto de una fina capa de sudor, mis manos se mov�an sin
control acariciando y magullando mis pechos al tiempo que yo misma intentaba
morderlos, para despu�s bajar hasta mi sexo donde hund� los dedos sin ninguna
piedad, al tiempo que cerraba los ojos y apretaba las quijadas con toda la
fuerza de mi odio, sin embargo, eso no era suficiente e irremediablemente
terminaba buscando en mi mesa de noche una de las ampolletas de cristal para
clavarla en mis entra�as, el peligro de que se rompiera dentro de m� no me
asustaba, donde la hac�a entrar y salir tan r�pido que terminaban por rozar la
piel de mi raja, el ardor me hac�a gozar aun m�s y cuando llegaba el orgasmo
abr�a la boca para gritar mientras el recuerdo de sus ojos me llenaba la mente,
al tiempo que sent�a como mis jugos escurr�an como un manantial de mi sexo.-


�PAMELA!...MIRAME!...��PAMELA!...�ME ESTOY
CONSUMIENDO!�MIRAME!...�AAAAAGGGGGHHHH.- despu�s me levantaba y en el espejo
contemplaba los moretones y ara�azos que mi auto violaci�n me produc�a. Entonces
era cuando un sentimiento de odio infinito se apoderaba de m�, haciendo que un
insano deseo de venganza me induc�a a planear su muerte, � si la muerte era la
�nica retribuci�n posible para el da�o que me hab�a hecho!.


Mi obsesi�n lleg� a tal grado que tome una decisi�n, llevar�a
a cabo mi venganza, no me importaba lo que pudiera pasarme despu�s,
inmediatamente comenc� a trabajar en mi computadora y, gracias a lo que hab�a
aprendido de ti y a los contactos de mi padre, pude entrar en la computadora del
juzgado y programar la visita de "una visita espacial" al d�a siguiente. Despu�s
eleg� un traje sastre oscuro, una peluca rubia y unos grandes lentes.


Al d�a siguiente me present� apropiadamente vestida y con una
identificaci�n falsa a nombre de Anne Thor, ayudante del fiscal, sobre el motivo
de mi visita alegu� que la fiscal�a le propondr�a a Hiedra un trato, la
reducci�n de su condena a cambio de la devoluci�n de los qu�micos robados, por
mi padre supe que no los hab�an recobrado. Finalmente aceptaron mi coartada y me
introdujeron en un cuarto especial, provisto solo de una mesa y dos sillas, la
�nica luz era una l�mpara colocada justo sobre la mesa. Tuve que echar mano de
todo mi autocontrol para aparentar tranquilidad, aun que por dentro era un
manojo de nervios, lentamente tom� asiento y fing� examinar los papeles que
llevaba dentro del portafolios, en realidad eran hojas en blanco.


Finalmente la puerta se abri� y la vi entrar, sus manos
estaban esposadas al frente y sus tobillos llevaban brazaletes unidos por una
delgada cadena, lo bastante larga para caminar pero al mismo tiempo demasiado
corta para correr. Una celadora de rostro alargado y complexi�n delgada la
condujo hasta la otra silla y , apoyando la mano en su hombro, la hizo sentar.
Por un momento la contempl�, ahora tra�a puesto un uniforme en color naranja que
le quedaba algo holgado, ocultando la belleza de su cuerpo, pero segu�a siendo
la mujer m�s bella que hab�a visto en mi vida.


-D�jenos solas- La celadora me mir� extra�ada y adivino que
estuvo a punto de negarse, pero la frialdad con que le hab�a ordenado la
obligaron a obedecer. Con pasos militares sali� de la habitaci�n y cerr� la
puerta tras de si.


-Pierdes tu tiempo querida- dijo mientras se acomodaba en la
silla.- No me interesa ninguna oferta que tengas.- Lentamente cerr� el
portafolios y poni�ndome de pie y me acerqu� a ella. Mi quijada estaba tan
apretada que cre� terminar�a por romperse, cuando quedamos frente a frente nos
miramos directamente a los ojos. El odio que ten�a en el alma se desbord� y
cruc� su rostro con un par de bofetadas, ella intent� levantarse pero yo la
golpe� en el estomago y la arroj� al piso, sin darle tiempo a nada ca� sobre
ella para seguir golpe�ndola; sin embargo Pamela alcanz� a volverse y de un
manotazo me arranc� los lentes de la cara.


R�pidamente le sujet� los brazos y me sent� sobre su vientre,
nuestros rostros quedaron muy juntos, nuestros alientos se entremezclaron,
entonces ella me reconoci�. -�T�?-Extra�amente afloj� todo el cuerpo y una
sonrisa ilumin� su cara. - � As� que has venido a vengarte?- yo no supe que
contestar.


-Conozco esa mirada- dijo con tono casi infantil.- No sabes
si matarme o besarme.-


-�Te equivocas!... �Yo nunca volver� a...!-


-�A amarme?, �A desear que te tome como mi amante?-


-�No!... �no!...- Su risa me taladr� los o�dos. Mi cuerpo
estaba paralizado, mis nervios hechos nudos, mientras mi mente repasaba todo lo
que sab�a sobre ella, sus asesinatos, los hombres que a destruido, a veces por
dinero otras por diversi�n, sangre y muerte son los frutos de la hiedra. �PERO
NO PODIA DEJAR DE VER SUS OJOS!. El aroma de su cuerpo comenz� a intoxicarme, su
calor empez� a subir por entre mis piernas. Ella lo sab�a y suavemente se mov�a
bajo mi cuerpo, me coqueteaba, y yo luchaba por no caer, �LO JURO POR
DIOS!�LUCHE!. Lentamente deslic� mis manos por sus brazos y con mi �ltima fuerza
de voluntad sujet� su cuello, �Y APRETE!... �APRETE!... Pero ella no se mov�a,
solo gem�a levemente y entreabr�a sus carnosos labios para jalar aire, de pronto
la solt�, era in�til...�INUTIL!....�NO PODIA MATARLA!... �NO PODIA!


Derrotada me puse de pie y tambale�ndome recog� los lente y
el portafolios, en mi cabeza solo exist�a la necesidad de huir.


-�ESPERA!- Su voz me detuvo en seco. Lentamente gir� la
cabeza y la vi mientras se incorporaba. -� A d�nde vas?.- Calmadamente se me
acerc� y sent� que las piernas me temblaban.


-�AL INFIERNO!- grit� mientras daba un paso atr�s.- � A
CUALQUIER PARTE DONDE NO TENGA QUE VERTE!-


-Ya es tarde para eso �no crees?- se acerc� m�s.- Pudiste
quedarte lejos de mi, pudiste haberte quedado al lado del murci�lago hasta que
me lleven de regreso a Arkan. Pero estas aqu�. �HAS VENIDO POR MI Y YO QUIERO
SER TUYA AHORA, AQUI EN ESTA CELDA!- Mientras hablaba desabrochaba los botones
del uniforme hasta dejarme ver el nacimiento de sus pechos.


-�NO...!....� NO LO HARE BRUJA ASQUEROSA!...�ME DAS
ASCO!...�ASCO!- Me di la vuelta y nuevamente trat� de escapar.


-�QUIERES QUE TE SUPLIQUE?- De nuevo me detuve.- �PUEDO
HACERLO! �SOY UNA MIERDA! �UNA PUTA LOCA QUE VA A PASAR MUCHOS A�OS PUDRIENDOSE
EN UN MANICOMIO! �MEREZCO QUE ME MATEN MIL VECES POR LO QUE TE HICE! � SI
QUIERES PUEDES MATARME TU!�PERO NO ME DEJES SOLA! �TE LO SUPLICO!.-Poco a poco
cay� de rodillas ante mi. Mi pecho era un mar de confusiones, de emociones que
chocaban y se hac�an pedazos una y mil veces.


-Es gracioso �verdad?, estoy mendigando tu cari�o y ni
siquiera se como te llamas.-


-B�rbara- �Puedes creerlo! �Le dije mi nombre as� nada m�s!.
Me sent� como una perfecta imb�cil, como una ni�a que se da cuenta cuando la han
enga�ado. La sangre hirvi� en mis venas y volv� a golpearla.


-�TU!..�MALDITA PUTA!...�HIJA DE PUTA!- La golpe� con los
pu�os y con los pies, le dije todos los insultos que he escuchado a lo largo de
mi vida. �Por qu� nadie fue a investigar el motivo de aquel esc�ndalo es algo
que a�n me pregunto?. Hasta que quedo recargada contra la pared. Sus labios
estaban hinchados y sangrantes, ten�a un moret�n en la mejilla y sudaba por la
tunda que le hab�a dado, su respiraci�n era profunda y entrecortada por el
dolor. Por mi parte estaba cansada, sudando, la peluca casi hab�a ca�do de mi
cabeza por el ajetreo. Pero a�n no estaba satisfecha, me acerqu� a ella y me
dispuse a golpearla de nuevo.


Ella levant� la cara, mi pu�o estaba listo para continuar,
entonces un murmullo me detuvo. -B�rbara- Su voz era como el canto de una oscura
sirena que me llamaba desde el abismo. -B�rbara.- Lentamente llevo sus manos
hasta mi cara y suavemente me toc� las mejillas, sus ojos brillaban con una
mezcla de lujuria y dolor que atrap� como una red. -B�rbara.- El sonido de mi
nombre en sus labios carnosos me hace caer en un extra�o ensue�o, el toque de
sus manos sobre mi piel atraviesa mi coraza de odio y toca las fibras m�s
intimas de mi ser de mujer.


Apenas me di cuenta cuando nuestros labios se unieron, solo
el sabor salado de su sangre me hizo tomar conciencia de lo que estaba haciendo.
Por un momento logr� separarme de ella, pero estaba consciente de que no hab�a
escape, su mirada se torn� dominante.


-�Su�ltame!- Como una zombie me quit� una horquilla del
cabello y abr� sus esposas. Luego ca� de rodillas y liber� sus piernas. Ella
camin� un poco a mi alrededor mientras yo permanec�a de rodillas con la cabeza
baja. De pronto sent� que tiraba de mi cabello oblig�ndome a volver la cara, la
mir� junto a mi y sin m�s volvi� a besarme mientras su mano me apretaba un seno
por encima de mi blusa. Me abandon� por completo sintiendo que era una diosa o
un demonio quien me sujetaba, listo para devorar mi alma mientras yo lloraba de
agradecimiento. Sus manos h�biles me desabotonaron la blusa y despu�s rompieron
mi sost�n, al instante sent� como sus dientes se clavaron en mis pechos al
tiempo que sus manos me los estrujaban sin piedad. El dolor me sacudi� pero el
saber que era ella quien me lastimaba lo hac�a soportable.


-�Aaaaaahhhhhgggg!.... �S�!... �SI!... �Pamela!...- En
respuesta a mis gemidos Pamela comenz� a descender por mi abdomen, mordiendo y
lamiendo mis costillas, sus manos segu�an firmes en mis senos, pero pronto los
abandonaron para recorrer mis costados hasta los pliegues de mi falda suavemente
enrollaron la tela dejando al descubierto mi sexo, que para ese momento ya
estaba h�medo en jugos. Mis bragas fueron arrancadas sin consideraci�n, pero en
vez de penetrar en m� Pamela se incorpor� y comenz� a despojarse de sus ropas.


Lo hizo lentamente, sin prisa, gozando al verme ansiosa y
suplicante, cuando qued� desnuda volvi� a colocarse entre mis muslos, abiertos
como nunca, donde comenz� a lamer el contorno de mi sexo, pasando su lengua por
en medio de mi raja pero sin entrar en ella. Tuve que morder el dorso de mi mano
para no gritar de placer, aquel contacto termin� por conducirme al orgasmo, me
vine a�n antes de que ella me tomara.


Pamela bebi� todos mis l�quidos. Despu�s se incorpor� de
nuevo y levantando una de mis piernas se sent� a horcajadas, de modo que su raja
y la m�a quedaron unidas, Lentamente comenz� a tallar su co�o con el m�o, Yo la
miraba mientras colocaba mi pierna entre sus pechos, como un falo descomunal,
para despu�s lamer mi tobillo, el calor que produc�a nuestro frotamiento se
transform� en algo s�lido, algo as� como un falo de fuego que nos un�a, era algo
violento y atroz, pero al mismo tiempo algo que no deseaba que terminara nunca.


Yo misma comenc� a frotar mi sexo con el suyo en un intento
por hacer a�n m�s intenso el ardor que nacido de nuestra uni�n me quemaba hasta
el cerebro.


-Pamela ... te amo...- susurr�. Ella se disminuyo un poco el
ritmo y tomando aliento me contest�.


-Yo tambi�n te amo, B�rbara, por eso te deje vivir, para
hacerte m�a... para que fueras mi compa�era.- Sus propias palabras la excitaron
y reanud� el frotamiento con mayor fuerza. De pronto solt� mi pierna y se tumb�
junto a m�, nuestros muslos siguieron frotando contra los ardientes co�os.
Mientras nos bes�bamos con furia.


-Necesito una esclava...�ser�s mi esclava B�rbara?- nuestros
cuerpos lubricados por el sudor se tallaban como si estuvieran a punto de formar
un solo ser.


-�SI!...�Oooohhh!... �SI!... �SERE LO QUE TU QUIERAS!-


-�JURALO!...�JURA QUE SERAS MIA PARA SIEMPRE!-


-�LO JURO!...� SOY TUYA PARA SIEMPRE!... �PARA SIEMPRE!...-
Para sellar nuestro pacto cada una mordi� con todas sus fuerzas el hombro de la
otra, el dolor fue el catalizador que nos hizo llegar al orgasmo juntas. Por un
momento todo se borr� a nuestro alrededor al tiempo que oleadas de ardiente lava
brotaban incontenibles de nuestras entra�as, cre� que dejamos el piso h�medo
como si hubiera llovido dentro del cuarto, era un orgasmo m�ltiple un orgasmo
que no termina jam�s...


Despu�s nos levantamos y nos vestimos r�pidamente, Pamela me
pidi� que volviera a esposarla y una vez hecho tom� asiento de nuevo, yo me
acomod� el disfraz y la imit�. Como si todo hubiera estado planeado la celadora
entr� cuando cada una estaba en su lugar.


-Tengo que consultar con el fiscal- dije en voz alta.


-Hazlo querida. Si quieren esos qu�micos de regreso m�s vale
que cumplan mi demanda.-


-Entonces volver� ma�ana.- Sin m�s tom� el portafolios y sal�
de ah� mientras la celadora conduc�a a Pamela a su celda. Esa noche regres� al
negocio del finado Mister Melvin, el lugar hab�a sido cuidadosamente registrado
pero no encontraron nada, y �sabes por qu�?. �Porque yo los tra�a conmigo!, s�,
como lo oyes el liquido dorado de las ampolletas no era otra cosa sino un
concentrado infinitamente poderoso hecho a base de los qu�micos robados. De modo
que mientras t� y mi padre buscaban camiones, yo tra�a todo en el bolsillo de mi
capa, qu� lista �no?. Al entrar al t�nel me di cuenta de que el gran jard�n de
Pamela hab�a sido desmantelado, pero eso no me desalent� la tierra segu�a ah�.
Por un rato busqu� un lugar especifico y abr� cuidadosamente una de las
ampolletas, despu�s con un gotero vert� una m�nima cantidad en la tierra h�meda.
Al momento brotaron de la tierra unas cosas semejantes a sandias y crecieron
hasta alcanzar la estatura de un ser humano. Luego se rompieron y de ellas
salieron nuevos monstruos vegetales con figura humana.


El resto es historia, al d�a siguiente me present� de nuevo
en la comisaria y mientras "hablaba" con Pamela los monstruos atacaron, siendo
inmunes a las armas de fuego y al gas lacrim�geno no tuvieron problemas para
llegar hasta nosotras, Pamela fingi� tomarme como reh�n y as� logramos escapar.
Ahora ella esta lista para llevar a cabo su plan, empleara las ampolletas para
estimular el desarrollo de cada parque de la ciudad, de modo que en una horas el
bosque volver� a reinar en Ciudad G�tica. Bueno eso es todo, considera esta
carta como el �ltimo legado de Batichica, y sabe que si intentas detener a
Pamela tendr�s que enfrentarte a mi."


Batman oprimi� la carta y la arroj� al suelo. Luego miro el
reloj y poni�ndose de pie se dirigi� al batim�vil.


-�Ya es hora?- Batman se volvi� y miro al joven maravilla que
llegaba junto a �l.


-S�-


-Y...�qu� haremos con ella?- Por toda respuesta Batman le
mostr� una ampolleta conteniendo un liquido azulado.- �Qu� es eso?-


-Es un ant�doto-


-�Ant�doto?-


-Sospecho que Hiedra desarrollo una nueva toxina que hace a
las mujeres vulnerables a sus feromonas. De modo que ahora puede seducir a ambos
sexos para obtener lo que quiere.- Batman coloc� cuidadosamente la ampolleta en
su cintur�n.- Espero que esto libere a B�rbara de su "enamoramiento".-


- Y... �si no es as�?...�qu� haremos entonces?-


-Yo... no lo se Dick... no lo se.- Sin decir m�s ambos
abordaron el batim�vil y salieron a la oscuridad de la noche. Una noche que sin
duda ser�a muy larga.



�FIN?



AUTOR: "EL MONJE"


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Relato: La caida de Batichica (II)
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