Relato: La venganza Todo sucedi� un viernes por la tarde en junio, llov�a fuerte
y hac�a fr�o, pero Enrique andaba supercaliente, llevaba horas pensando en
Antonia, su compa�era de trabajo que hasta ahora y despu�s de m�s de un a�o ella
solo le daba picones y calentones, ya estaba harto de la situaci�n as� que
decidi� trabajarla bien para poder al fin acostarse con ella.
Eran apenas las 3:00 p.m., faltaban todav�a dos horas m�s
para que cerrara la oficina y quedarse a solas con ella, ten�a rato imagin�ndose
su virgen puchita (o almenos eso le hab�a dicho ella), y como la destrozar�a al
entrar, as� que empez� a preparar todo, pidi� permiso para salir un momento
antes de cerrar la oficina, y r�pidamente fue a la farmacia, compr� un paquete
de condones, unos coolers, un six pack de cervezas, una peque�a hielera y una
bolsa peque�a de hielo, todo estaba listo ya en el carro que lo llevar�a a la
gloria.
Regres� a la oficina, todav�a faltaba media hora para salir,
y como ya no hab�a pendientes se puso a platicar con ella, la invit� a salir y
ella acept�, acordaron ir a comer algo ligero y despu�s dar una vuelta. Todo
estaba saliendo perfecto, la hab�a llevado a un restaurant caro pero bonito,
algo temprano para cenar y muy tarde para comer, as� que como lo hab�an acordado
comieron algo ligero, ella estaba medio acaramelada y muy coqueta, se le
acercaba mucho a los labios de Enrique y a menudo colocaba su mano en su rodilla
y disimuladamente volteando hac�a otro lado la sub�a hasta ligeramente rozar con
el pene erecto de �l. Y de pronto sucedi�, �l intent� besarla y ella le dijo:
"Que estas pensando ?, Yo jam�s te voy a hacer caso".
El r�pidamente pens� en que era otro simple juego de ella y
no le dio importancia, sigui� intentandolo, hasta que ella le dio un alto
definitivo:
Mira, seamos honestos, a mi me gusta salir contigo, me
encanta ver como te exitas, pero eso es todo lo que vas a conseguir de mi,
jam�s tendr�a sexo con alguien como tu.
Fue como un balde de agua fr�a, pidi� la cuenta, y se ofreci�
llevarla a su casa, despu�s de todo, el se consideraba un caballero y adem�s,
estaba lloviendo. Despu�s de dejarla, su �nico consuelo fueron los cuatro
coolers, y seis cervezas que estaban bien frias aguardandolo, se encerr� todo el
rest� del viernes, se embriag� y no supo nada hasta el otro d�a en que Brutus,
su perro labrador, comenz� a ladrar en protesta porque no le hab�an dado de
comer.
En el transcurso de los siguientes d�as prepar� su venganza,
le llamo a un viejo amigo, que sab�a se hab�a vuelto traficante, le pidi� algo
fuerte, una droga para dormirla y hacer a Antonia suya, pero sin que ella
pudiera negarse, quinientos pesos le cost� una simple pastillita, pens� que le
hab�a salido cara, pero cada peso que hab�a gastado valdr�a la pena con tal de
reventar un cochito virgen.
Paso la semana completa era viernes nuevamente, se daban casi
las mismas circunstancias, Antonia y Enrique solos nuevamente, pero esta vez, el
le ofreci� un poco de refresco (el cual ya iba bien preparado), ella sin dudarlo
tomo un par de tragos y pasando tan solo unos minutos comenz� a sentirse
mareada, le pidi� a �l que la sacara de ah� que porque necesitaba respirar aire
puro, y le coment� que se le hab�a bajado la presi�n, as� que el le ofreci� m�s
refresco, sin dudarlo lo bebi� todo.
Le ofreci� llevarla alg�n lado, pero ella ya no respondi�, lo
mas agradable es que ella caminaba y la pod�a llevar a donde quisiera; la subi�
al carro y manejo hacia su departamento, sus vecinos solo ve�an como Enrique
entraba al departamento con su novia en estado de ebriedad.
Ya una vez adentro, la coloc� sobre un descanza pies, parte
del sill�n en el que v�a la tele, le subi� la peque�a falda que llevaba, le bajo
su rica tanga perfumada y se dispuso a cobrarse todas las comidas, cenas,
regalos y dem�s que hab�a hecho sin poder llegar a lo que �l hab�a estado
deseando, follarsela, fue por su c�mara de video, la coloc� en un buen �ngulo,
se baj� el pantal�n, y luego luego se le resalto su verga de unos 17 cent�metros
aproximadamente, le coloc� algo de lubricante que ten�a cerca (lo usaba para
masturbarse porque Antonia lo dejaba caliente y para evitar la inflamaci�n de
test�culos�), y empez� a meterla suavemente estaba rica y apretada, pero
definitivamente NO era virgen, una peque�a decepci�n, pero no le impidi� seguir
disfrut�ndolo, la agarraba por la cintura, para apoyarse mejor y se la enterraba
como si fuera a ser la �nica vez que fuera a tener esa oportunidad, para ese
entonces, ella solo se limitaba a gemir, estaba m�s dormida que despierta; la
situaci�n excitaba mucho a Enrique, y no tard� en venirse, para lo cual la
volte� sobre el mismo descansa p�es, quedando ella bien abierta de piernas, se
acerc� a su cabeza, le abrio la boca le vac�o toda su leche, por un momento
pens� que se ahogar�a, pero pronto ella empez� a trag�rsela. Enrique se recost�
sobre el piso y decidi� tomar una peque�a siesta antes de intentar reanimarla y
llevarla a su casa.
Habr�an pasado unos treinta minutos cuando despert� por el
ruido de una taza rompi�ndose, esto hab�a sido provocado por Brutus, quien para
ser un labrador ten�a una pija bien grande y gruesa, unos 17 cent�metros de
grosor y como 22 de largo, y quien adem�s se estaba cojiendo a Antonia, y le
estaba dando duro, como a mil veces por segundo, era impresionante, tenia ella
toda la cara llena de baba de perro y de sus labios vaginales escurr�a leche por
lo que asumi� que Brutos ya la hab�a tomado mas de una vez; �l como quer�a mucho
a su perro no tuvo coraz�n para apartarlo, as� que decidi� filmarlo, a Brutus a
cada minuto que pasaba se le hinchaba mas la bola, el sigui� y sigui� durante
varios minutos hasta que finalmente empezo a aullar, mientras ella gemia
fuertemente, por un momento Enrique pens� que ella estaba despierta y
disfrutandolo, pero luego se dio cuenta que segu�a drogada.
Pasaron varios minutos antes de que Brutus se pudiera
despegar de su perra, y cuando finalmente lo hizo cayeron al piso chorros de
leche, despu�s de unos momentos el desgraciado perro insaciable intentaba
tomarla de nuevo, pero Enrique no lo permiti� por miedo a que ella despertara y
lo denunciara, as� que como pudo la limpio, la visti� y la llev� cargando a un
parque que estaba cerca.
No pas� mucho tiempo antes de que ella reaccionara y le
pregunt� por lo que hab�a pasado, que solo recordaba que se hab�a sentido mal y
que le faltaba aire, el r�pidamente le dijo que se hab�a desmayado y que la
hab�a traido al parque, para ver si as� se reanimaba, y ella le dijo:
No me creer�as si te cuento un sue�o que tuve.
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Relato: La venganza
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