Relato: FRUSTRADA FRUSTRADA
Los primeros rayos del amanecer pegan en mi cara, abro los ojos, bostezo, vuelvo a la realidad, no estoy en mi cuarto, no estoy en mi cama, no estoy con mi pareja�
Repaso r�pidamente las �ltimas veinticuatro horas, me averg�enzo, me cubro con las s�banas, casi inconscientemente, que pensar�a mi madre, que dir�a mi padre�
Parece un campo de batalla luego de pasada la guerra, entre revoltijos nuestros cuerpos permanecen semi desnudos, los restos de la acci�n se ven por doquier, preservativos, juguetes, veo mi tanga sobre la mesa de luz, me toco, estoy desnuda, apenas con un body suelto que ni siquiera es m�o, no recuerdo cuando me lo puse, me pellizco y no, no es un sue�o� vuelvo a avergonzarme y siento mis cachetes colorados, solo cinco a�os de matrimonio y lo tiro todo por la borda�
Me cas� con Roger con veintid�s a�os, el un tanto mayor que yo, casi treinta y fuimos a vivir a un peque�o departamento interno que nos presta una t�a solterona suya. Es un departamento de pasillo, confortable, es el n�mero uno, ya que detr�s hay otra unidad de dimensiones similares. Fue en esos d�as cuando conocimos a nuestra vecina Nara, una mujer de la edad de mi esposo, recuerdo que yo sol�a ver en ella una posible competencia porque era una pelirroja muy bonita, de pecas y ojos miel, de nariz un tanto chata.
Nara se ve�a como una mujer normal, vest�a normal, de estatura normal, tirando a delgada, de esas que tienen busto suficiente, cola suficiente, piernas suficientes, nada exagerado y todo su cuerpo parec�a mantener proporciones adecuadas.
Viv�a sola, no la frecuentaban muchas amigas, ella dec�a que era divorciada pero nunca conoc� a su ex, tambi�n sol�an visitarla sus padres, tambi�n sab�a que ten�a un hermano en Espa�a que hac�a tiempo que no ve�a.
En estos cinco a�os nos hicimos amigas, es muy amable, tanto conmigo como con mi esposo y al ir conoci�ndola fui perdiendo ese tonto miedo a que me robara mi esposo, es una mina noble y siempre estaba dispuesta a escucharme. A todo esto ustedes se preguntar�n por qu� diablos hablo de mi vecina y que tiene que ver en la historia, pues bien, ahora entender�n.
En estos cinco a�os de convivencia Roger y yo nos llev�bamos en todo de acuerdo, salvo por un detalle no menor por el que discut�amos a menudo, yo ten�a una necesidad irresistible de ser madre, pero �l no quer�a saber nada, por el momento su meta era triunfar laboralmente, nuestras posturas estaban cada vez m�s alejadas y no hab�a forma de acordar. Mis esperas se hac�an interminables, tampoco pensaba eng��alo embaraz�ndome a prop�sito, pero el tema estaba latente, como un c�ncer bajo la piel que lentamente iba carcomiendo nuestra relaci�n.
Las discusiones eran cada vez m�s fuertes, y cualquier problema menor terminaba siendo motivo suficiente para que el tema central volviera a aflorar.
Nara, mi vecina en este punto jugaba el papel de confidente, ella era mi cable a tierra y muchas veces, al tiempo de discutir con mi marido terminaba en su casa compartiendo una taza de t�, ella era quien me consolaba y me ped�a un poco mas de paciencia, trataba de hacerme parar en los pies de mi esposo para que viera las cosas desde su �ptica.
Ayer no hab�amos tenido un buen d�a, algunas cuestiones de dinero nos hab�an enfrentado, pavadas de todo matrimonio, pero a la noche, despu�s de la cena lleg� el hurac�n, siempre por el mismo motivo, gritos, bronca, llanto, romp� los platos contra el piso, discutimos como nunca antes, todo termin� cuando mi marido se fue de casa dando un portazo, me dijo que no me esperara esa noche, ten�a que meditar sobre su futuro�
Sola y descorazonada, solo se me ocurri� tomar una bata e ir corriendo de mi vecina, toqu� timbre y golpee la puerta insistentemente, ella tard� un rato pero al fin me recibi�, la abrac� sollozando, me acompa�� adentro, me hizo sentar y me convid� con una taza de caf�, para que la acompa�ara.
Se sent� a mi lado, apag� la televisi�n y dijo:
- Bueno, puedes desahogarte, ya escuch� los gritos, as� que vamos� ac� estoy�
Dicho esto hice otra vez el relato que tantas veces hab�a hecho, creo que mis palabras sonaban en su cabeza como un disco rayado, me entrecortaba cada tanto porque apenas pod�a contener el llanto, algunas l�grimas ca�an en el pocillo perdi�ndose entre la oscura infusi�n, como un cometa se pierde en la noche.
Nuestras tazas estaban vac�as, ella las dej� sobre la mesa para volver a mi lado y mientras yo segu�a parloteando me abraz� pasando su brazo por sobre mi hombro y como si se tratara de mi madre me inclin� suavemente apoyando mi cabeza bajo la de ella, sobre su pecho.
Fue muy dulce el sentir su mano acariciando mi larga cabellera morena para luego recibir un beso complaciente en mi mollera.
Me sent� cobijada, protegida, necesitaba eso, mi llanto hab�a cesado, sent�a los ojos hinchados y mi peque�o pa�uelo ya no ten�a lugar donde recoger mi humedad.
Su mano libre subi� disimulada y lentamente hasta llegar a mi pecho derecho, lo apret� con suma delicadeza, probando mi reacci�n, no dije nada, solo me sent� sorprendida y not� como mis pezones se endurec�an, un escalofr�o corri� por mi espalda cuando en su segundo intento apret� con m�s firmeza, gir� mi cabeza mir�ndola fijamente como inquiriendo por su accionar, sus ojos estaban muy cerca de los m�os y solo respondieron con dulzura, llev� sus labios a mi frente, baj� por mis ojos, por mi nariz y viendo que yo me dejaba hacer lleg� a mis propios labios, fue muy fuerte, poderoso, mi concha se humedeci� en ese momento, abr� mi boca permitiendo que su lengua la penetrara para encontrarse con la m�a.
Jam�s hab�a imaginado besar as� a una mujer, pero lo estaba haciendo, me result� exquisito, placentero, delicado�
Nara sinti� entonces que me ten�a bajo control, nos acomodamos lo suficiente y nuestros cuerpos se fundieron en uno, mujer contra mujer, beso a beso, sent� latir mi sangre como nunca lo hab�a sentido, ni mejor ni peor, solo distinto�
Repartimos caricias, estaba intrigada, era mi primera vez, seguro no ser�a la de ella, tom� mis manos con las suyas llev�ndolas a sus pechos, respiraba excitada, apret� la tela, sent� el sost�n por debajo de la camisa, los palp� suaves, sent�a mojarme, volv�amos a los besos profundos, not� que besaba como inhibida, no sent�a la brusca penetraci�n que sol�an hacer los hombres, tal vez era un espejo de mis propios besos, sea como fuere lo cierto es que sent�a mis pezones por explotar y mi concha inundada.
Tom�ndome cari�osamente me hizo seguirla, sin palabras, en el silencio de la noche, llegamos al cuarto, al mismo que ahora me encuentro, nos mat�bamos a besos y caricias al tiempo que nuestras ropas fueron cayendo, una a una, hasta quedarnos completamente desnudas, recorr�a su espalda con mis dedos, nuestros pechos se un�an y mis tetas sent�an la rara sensaci�n de sentir las suyas apret�ndolas, jugamos acariciando pezones contra pezones, mi humedad iba en aumento.
Me llev� sobre la cama, me izo poner en cuatro patas y su lengua h�meda fue directamente a mi esf�nter, empez� a lamerlo, sent�a como lo hac�a y me gustaba, lo rodeaba en c�rculos, desde afuera, lentamente fue cerrando el recorrido como en espiral, yendo al centro, al fin estaba sobre el centro y empujaba con fuerza, me abr�a toda para ella, Nara not� mi dilataci�n pronunciada, recuerdo de las culeadas que me daba mi marido y d�ndome una nalgada exclam�:
- Eres viciosa, evidentemente esta colita sabe darse todos los gustos�
Cambi� de t�ctica, haci�ndome recostar ahora boca arriba me lam�a nuevamente los pechos, la ve�a apretar una con cada mano, haciendo que mis pezones estuvieran filosos, sus dientes los rasgaban con delicadeza haci�ndome excitar, sent� un dedo introducirse en mi concha para jugar en lo profundo, me hac�a gemir, parec�a rascarme por dentro, explorando mis paredes, buscando mis terminales sensitivas�
- Te gusta, te gusta?
Preguntaba sistem�ticamente, mis gemidos eran mi mejor respuesta, para luego colarse entre mis piernas y comenzar una lamida feroz de mi argolla, no pod�a creerlo, su lengua viperina me recorr�a por todos lados, sin dejar lugar por invadir, se prend�a en mi cl�toris lami�ndolo con firmeza, Nara sab�a c�mo enloquecer a una mujer, las sensaciones org�smicas estallaban desde lo m�s profundo de mi ser.
Siempre tomando la iniciativa gir� y se coloc� sobre mi cuerpo, invertida, de modo que su trasero y su concha quedara sobre mi rostro, ella volv�a a lamer la m�a, evidentemente me invitaba a que yo le devolviera el favor, estaba confundida, su olor a mujer penetraba en mi nariz, su cl�toris enorme estaba a cent�metros de mi lengua y mis manos acariciaban sus nalgas, era el momento, pero no pude�
Ella adivin� en el aprieto en que me estaba metiendo y volviendo a mi lado mientras acariciaba mi cabello me susurr� al o�do:
- No te preocupes, la primera vez no es f�cil�. Quieres que sea tu hombre?
La mir� sin saber que preguntaba, como interrog�ndola, ella sonr�o y fue al costado de la cama, abri� un caj�n y sac� algunas cosas, primero se coloc� un arn�s y luego ajust� una pr�tesis bastante grande, de unos veinte cent�metros por unos cinco de anchos, le puso un preservativo para finalmente untarlo con lubricante.
Recost�ndose sobre el colch�n me dijo:
- Ven�, es para vos�
Al tiempo que mov�a provocativamente el juguete, no dud� y fui sobre ella, con una pierna a cada lado, tom� mi tiempo porque era demasiado grande para mi, era muy ancha y la sent�a dilatarme, me mov�a gimoteando, con la mitad era suficiente, mis manos estaban sobre sus tetas, apretando sus pezones, movi�ndome r�tmicamente.
Empezamos una lucha sin decirlo, ella quer�a hacer la penetraci�n m�s profunda empuj�ndome desde las caderas hacia abajo, quer�a hacerme gritar, yo lo imped�a con la fuerza de mis piernas, era verdaderamente monstruoso para lo que yo estoy acostumbrada.
Nara al ver que las cosas no iban como ella quer�a dijo:
- Te voy a mostrar quien manda�
Se sent� sobre la cama haciendo que yo me sentara sobre ella, mis piernas quedaron rodeando su cintura mis brazos rodearon su cuello, la situaci�n hab�a cambiado y ahora me encontraba en desventaja, me mov�a mientras ella aprovechando el peso de mi cuerpo me obligaba a ir cada vez m�s abajo, y mas , y m�s�
Llev� mis dedos a la entrada mi concha para comprobar que el arn�s hac�a tope en la puerta, sent�a la punta en la puerta de mi �tero, gritaba porque me dol�a y me gustaba la mismo tiempo, cada tanto apoyaba una mano en el colch�n como para tomar distancia pero ella ten�a el control y me obligaba a sacarla, y por si fuera poco su boca estaba prendida en mis tetas�
Sigui� cogi�ndome un buen rato, probando una y otra posici�n hasta que mi concha adolorida suplic� clemencia, era demasiado�
Recuerdo que dejamos los juguetes de lado para abrazarnos y acariciarnos, estaba volviendo la calma a mi mente y sent� verg�enza al verme en brazos de otra mujer, ella me cubri� con un body y me mim� hasta que me qued� dormida. Ahora la miro a mi lado, boca abajo, con su enorme culo apuntado a mi lado, me excita, dejo el body, tomo la tanga y comienzo a vestirme, tal vez mi esposo haya regresado y ha notado mi ausencia, tal vez no, tengo que reescribir la historia, la historia que comienza a partir de este momento�
PAMELA
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Relato: FRUSTRADA
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