Marido morboso
Hola soy Rosa. De nuevo escribo para explicaros una historia
que ha cambiado mi vida. Primero me presentar� para los que no me conozcan: soy
una mujer joven, casada pero para nada aburrida, que me cuido el cuerpo y que
resulto atractiva a los ojos de la mayor�a de los hombres. A los que me conoc�is
de mi primer relato Sucedi� en Turqu�a sab�is que no soy ninguna santa... pero
lo cierto es que quiero mucho a mi marido y la situaci�n que estaba viviendo
�ltimamente de tan poca actividad sexual (s�lo hac�amos el amor 1 vez cada una o
dos semanas) me estaba amargando.
Eso no pod�a continuar, as� que decid� coger el toro por los
cuernos (nunca mejor dicho) y aprovechando una noche que salimos a cenar fuera y
cuando casi nos hab�amos bebido una botella de vino, decid� sincerarme con mi
marido y le dije que sexualmente iba muy necesitada y que si �l no pod�a
satisfacerme me buscar�a alguien que s� pudiera hacerlo... mi esposo tard� unos
instantes en responder, pero cuando lo hizo me dejo petrificada. Me dijo que era
libre de acostarme con quien quisiera pero con la condici�n de que deb�a
cont�rselo todo, y si pod�a ser el quer�a estar presente en mis encuentros
extraconyugales, eso s�, todo hecho con m�xima discreci�n. Me qued� mir�ndolo
fijamente esperando que todo fuera una broma, pero su rostro serio y sereno me
demostraba lo contrario, y muy pronto tuve la oportunidad de comprobar que
hablaba en serio.
Desde esa noche, cuando me apetec�a sexo, lo que hac�a era
agarrarle el pene a mi marido y empezaba a masturbarlo mientras le hablaba de
c�mo alguien se me hab�a insinuado en la calle o en el trabajo, o de como me
hab�an manoseado en el autob�s de regreso a casa. Esas cosas que le contaba, la
mayor�a inventadas, surg�an efecto inmediatamente. Se le pon�a bien gorda y dura
y me la clavaba sin contemplaciones. Menudo gozo.
Hace no mucho le empec� a hablar a mi marido de un tipo al
que hab�a conocido en el gimnasio. Me gusta estar en forma y voy al gimnasio
varios d�as a la semana. Acostumbro a llamar un poco la atenci�n del personal
masculino por los tops ajustados y los mallots ce�idos que me marcan
descaradamente el trasero. Ya dije en mi anterior relato que para mi gusto tengo
el culo un poco llenito, pero a los hombres parece encantarles... pues bien fui
coincidiendo a menudo en las clases de mantenimiento con un muchacho alto y
fuerte, que siempre me sonre�a, y con el que acab� entablando conversaci�n y que
se convirti� en mi compa�ero de ejercicios. As� me enter� que se llamaba Hugo y
que era Mexicano, que estaba en Espa�a por unos meses ampliando sus estudios de
arquitectura. Era un par de a�os m�s joven que yo pero parec�a muy maduro, y no
pareci� importarle que le dijera que estaba casada, ya que durante los
ejercicios de gimnasia que hac�amos juntos no perd�a la oportunidad de tocarme y
acariciarme cuanto pod�a, con disimulo pero sin verg�enza. Yo por mi parte me
dejaba, y me sent�a halagada cuando lo sorprend�a desnud�ndome con la mirada, y
me humedec�a al fijarme que su paquete parec�a estar en una constante erecci�n.
La verdad es que Hugo me gustaba, y por primera vez me
plantee seriamente ponerle los cuernos a mi marido, aunque eso s�, siguiendo las
reglas del juego por �l impuestas. Ten�a que ser una infidelidad consentida. As�
es que empec� a explicarle a mi marido cosas de mi apuesto mexicano: de lo
galante y atractivo que era, de c�mo alguna vez me hab�a rozado el trasero con
su enorme paquete, de c�mo se me pon�an los pezones erguidos cuando estaba junto
a �l... tan pesada me puse que finalmente mi esposo me anim� a que concertar�
una cita con �l. No me lo hice repetir dos veces.
Muy pronto surgi� la oportunidad que esperaba. En un museo
del centro de la ciudad estaban haciendo una exposici�n de arte azteca, y al
siguiente d�a de ir al gimnasio le coment� como quien no quiere la cosa que me
gustar�a ir a ver esa exposici�n. Hugo lo cazo al vuelo y me propuso ir juntos.
�Qu� mejor que ir a ver una exposici�n de arte azteca que con un mexicano!, dijo
con una amplia sonrisa. Yo l�gicamente acept� encantada y sent� un
estremecimiento de emoci�n en la entrepierna.
Cuando llegu� a casa y se lo cont� a mi marido me regal� una
de las mejores comidas de chochete que me han hecho en la vida. Mientras me lo
com�a le dije entre gemidos que parec�a que quer�a dej�rmelo bien limpio para
Hugo. Creo que yo misma me estaba sorprendiendo de lo zorrita que pod�a ser.
Por fin el d�a de la cita lleg�. Mi esposo seleccion�
personalmente la ropa que deb�a vestir. Un top blanco ajustado marcando pezones
ya que no quiso que me pusiera sujetador, y una minifalda tejana que s�lo tapaba
lo justo. Por debajo un tanga de encaje negro. Tambi�n me hizo poner unos
zapatos con algo de tac�n para estilizar m�s las piernas. La verdad es que no
ten�a mal gusto, pero me sent�a como un put�n. Sal� de casa con las bragas ya
h�medas. El trato al que llegu� con mi marido era que �l me estar�a espiando sin
que yo me percatar�, y que sobretodo no lo buscar� con la mirada porque Hugo
podr�a sospechar algo raro. Por lo dem�s era libre de hacer lo que quisiera,
aunque estando en un lugar p�blico tampoco parec�a que pudiera pasar nada...
Cuando llegu� a la puerta del museo �l ya me estaba esperando
con las entradas en la mano. Estaba muy apuesto vestido con ropa de calle. Me
mir� de arriba abajo y sonri�, le gustaba lo que ve�a y yo casi me corro de la
emoci�n por la situaci�n tan morbosa que estaba viviendo. Estuvimos un buen rato
mirando la exposici�n, y aunque yo le hab�a prometido a mi marido no buscarlo
con la mirada, de reojo trataba de verlo. Hugo me explic� un mont�n de cosas
sobre M�xico, y no perd�a oportunidad para cogerme de la mano o de la cintura.
Yo me dejaba.
Al salir del museo me propuso ir a tomar algo, pero la verdad
es que se hab�a hecho un poco tarde y le dije que prefer�a regresar a casa
porque mi esposo ya habr�a vuelto del trabajo y se extra�ar�a si no me
encontraba. Aquello pareci� despertarle la lujuria porque vi en sus ojos un
brillo extra�o. Me propuso acompa�arme a casa en coche. Yo acced� encantada. El
coche lo hab�a dejado en un parking subterr�neo muy cercano. Me excitaba saber
que mi marido me miraba desde alg�n lugar como iba andando por la calle junto a
Hugo, un tipo al que deseaba.
Nos metimos en el parking, bajamos un par de pisos y nos
acercamos a su coche. No hab�a nadie m�s en la planta, por lo menos
aparentemente. Entr� en el veh�culo y me acomod� en el asiento. Hugo a mi lado
me dijo que lo hab�a pasado muy bien, que era una mujer muy atractiva y que me
deseaba... y me plant� un beso en la boca. Me qued� algo sorprendida, pero
cuando me volvi� a besar le correspond� con pasi�n, juntando nuestras lenguas.
Se hab�a desatado la pasi�n. Por un instante me olvid� de mi esposo. Mientras
nos bes�bamos Hugo me subi� el top liber�ndome los pechos, los acarici� y luego
los chup� con tanta maestr�a que me sent� totalmente h�meda. Yo por mi parte no
me qued� atr�s. Le agarr� el paquete y pude comprobar que estaba bien duro. Le
desabroch� los pantalones y con su colaboraci�n le saqu� el pene.
Era sensacional. Bien gordo y duro, con la cabezota rosada,
llevaba el pubis rasurado y eso no se porque me excit� a�n m�s. Ten�a que
agradecerle ese torrente de emociones que estaba viviendo y sin m�s
contemplaciones me agach� y me met� la polla de mi querido mexicano en la boca.
Mientras se la mamaba �l se hab�a recostado en el asiento, me acariciaba el pelo
y me dec�a lo bien que lo hac�a y las muchas veces que se hab�a masturbado
esperando ese momento.
Me apliqu� en hacerlo lo mejor que pude: le lam� el tronco,
la puntita, me lo frot� por el rostro para impregnarme de su olor a macho, le
acarici� los huevos... y en un momento que levant� los ojos, me qued� helada al
ver como al otro lado de la ventanilla, de pie, estaba mi marido observ�ndolo
todo, paje�ndose... me resulta imposible explicar en palabras lo que sent�, s�lo
os dir� que me corr� de la impresi�n y me tragu� todo el miembro de Hugo, que
por suerte segu�a reclinado en la butaca y con los ojos cerrados. Aquella �ltima
acometida debi� ser tan apasionada que el mexicano se corri� dentro de mi boca.
Parec�a una fuente de leche caliente y espesa. Me lo tragu� todo. Y tras unos
instantes de enso�aci�n, volvimos ambos al mundo real. Mi marido ya no estaba
all�. Se hab�a esfumado. Hugo y yo nos arreglamos la ropa. Rechac� la oferta de
ir a su casa y me llev� diligente a casa con la promesa de vernos muy pronto, y
nos despedimos con un casto beso en la mejilla.
Cuando entr� en casa me ech� en la cama y me masturb�
esperando a que mi marido regresara. Deseaba con locura que me contara lo que
hab�a visto y sentido a ver a su mujercita mamando la polla de OTRO.
Continuar�...
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