Relato: La novia de mi primo





Relato: La novia de mi primo

Me llamo Daniel Velásquez y tengo
18 años, vivo en
Caracas, Venezuela. Lo que les voy a contar sucedió
cuando yo tenía 17 años, vivía con mi mamá y mi
primo,
que tenía mi misma edad, él tenía una novia que se
llamaba Samantha y tenía 17 años también, desde que
nos conocimos, me impactó la chama, está burda de
buena, es bonita y bien chévere.


Desde que nos conocimos tuvimos una muy buena
relación, en momentos pensé que la chama me estaba
sacando cuadros, pero preferí pensar que me lo estaba
imaginando, a veces salía con ella sin mi primo, nos
hicimos muy buenos amigos.


Todo comenzó en mi cumpleaños
17, hice tremenda
rumba, jodimos hasta el amanecer, ya casi todos se
habían ido, mi primo estaba demasiado borracho y se
había dormido, Samantha también estaba tomada, todos
los demás se habían quedado dormidos, sólo quedamos
ella y yo bebiendo y hablando en la sala.


Esa noche había mas gente pero ya estaban
dormidos o
desmayados de la borrachera, yo le digo que voy a
buscar dos kurdas mas, y me voy a la cava que está en
la cocina a buscar dos cervezas, cuando voy de
regreso, está Samantha en la puerta de la cocina
viéndome de una forma muy extraña.


- Daniel, ¿tu probaste la torta?


- No - le respondí extrañado por esa pregunta tan
fuera de lugar


- Porque está muy rica - Me dijo mientras mordía una
fresa sensualmente


- Ah, que bien, la pruebo mañana


Tomó una fresa de la torta, le puso
un poco de la
crema y vino hacia mi, abrí la boca y me la comí,
luego tomó otra y me dijo que se la diera en la boca,
como estaba mareado no capté la indirecta y lo hice,
por un momento me chupó la crema que me quedó en los
dedos, ahí reaccioné y vi por donde venía la cosa.



- Está deliciosa, dame más - me dijo más
provocadoramente que antes



- Mira Sam, no creo que esté bien que nos estemos
dando de comer fresas en la boca porque, tu sabes,
que....


Me calló metiéndome otra fresa
en la boca, me llenó
los labios de crema y descaradamente comenzó a lamerla
con su lengua, eso era mas de lo que yo podía
soportar, la agarré por la cintura y comenzamos a
besarnos recostados del mesón, de repente recordé que
no podía ser tan rata con mi primo y me separé de
ella.


- Sam, no, tú eres la novia de mi primo,
no podemos
hacerlo, está prohibido.


- No sabes como me excita que me digas eso, el saber
que estamos haciendo algo indebido me calienta.


- Acaso no quieres a Alexander, ¿porque haces esto?
- Claro que lo quiero, pero tú me gustas demasiado,
eso no cambia nada, él no se entera, y todos quedamos
felices, yo sé que tu también me deseas.


- No, no sería como antes, no podría verlo a la cara
sin recordarme de que lo traicioné.


- Por favor Daniel, déjame darte tu regalo de
cumpleaños, déjate llevar, o es que acaso no te gusto,
te soy repugnante?



- No Sammy, tú eres muy bella, y sí me gustas y te
deseo, pero es imposible, no puedo hacerle esto a
Alex...


Volvió a besarme, lo hacía tan
rico, succionaba mi
lengua mientras la masajeaba con la suya, que volví a
perder el control, la recosté de la pared y
comenzamos a meternos mano, su suave olor, su pasión,
sus bellos ojos, todo me volvía loco por ella, me dejé
llevar y ahora era yo el que la besaba, mientras
deslizaba mis ansiosas manos bajo su faldita.


Me fue llevando hacia el cuarto de lavandería,
allí
nos encerramos y dimos rienda suelta a la pasión, la
monté en la secadora y le subí la blusita y comencé a
mamar esos deliciosos senos,
ella estaba excitadísima, me rasguñaba la
espalda, me tomó por los cabellos y volvió a besarme,
yo comencé a lamerle el cuello, ella chupaba mis
pezones y mi pecho.



Ya yo tenia el güevo durísimo, hasta levantaba mi
pantalón, comencé a agarrármelo, mientras chupaba mi
cuello y me mordía la oreja, metí mi otra mano bajo su
falda y sentí que ya estaba mojada, le subí la faldita
y le halé el pequeño hilo blanco que llevaba, comencé
a olerlo, su aroma íntimo me enloquecía, tenia la
cuquita rasurada y rosadita, tan exquisita como
siempre me la había imaginado.


Metí la mano y le agarré la
cuca, la tenía caliente y
mojada por sus fluidos, le pasé los dedos y me los
chupé, me encantó el sabor, así que me arrodillé
y
metí mi cabeza entre sus piernas y comencé a lamerle
la rajita, lo que la hacía retorcerse mientras se
aferraba a la lavadora para no gritar, luego le metí
la lengua y comencé a penetrarla y a mover la lengua
en su interior, con esto la hice tener un orgasmo.


Luego le dije que era su turno de tomar su
teterito,
me recosté de la lavadora y comencé a sobarme el guevo
bajo el pantalón, ella se arrodilló y me desabrochó el
pantalón, me lo bajó y me dejo sólo con mi pequeño
interior negro levantado como una carpa, también me
bajo el interior, yo tome mi erecto aparato y comencé
a cachetearla con él y a pasárselo por la cara, el
cuello y los senos, luego ella lo agarró y me dijo:


- Lo tienes un poco más grueso que
Alex, parece que
los hombres de ésta familia están muy bien dotados.


- Eso te lo podemos demostrar cuando quieras.


Al recordar que estaba a punto de hacerlo
con la jeva
de mi primo Alexander, en vez de arrepentimiento, me
excitó mas la idea de que ambos nos gozáramos a la
misma mujer, tomé a Sam por los cabellos indicándole
que comenzara, ella entendió, dejó de masturbarme y
comenzó a darme besitos en la cabecita del güevo, lo
que me hacía temblar de placer.


Abrió la boca y le metí mi palpitante
y venuda verga,
cerró los labios alrededor de él, me apretó las nalgas
y comenzó el movimiento, siguió mamándomelo por un
rato, la idea de que me lo mamara como se lo hacía a
mi primo, siguió calentándome, también me chupaba las
bolas, chupaba vergas como una verdadera puta, ya
debía tener mucha experiencia, no pude aguantarme más
y le dije:


- Nena, ya me vengo, me estoy viniendo mamita.


- Dame toda tu leche, quiero ver si sabe igual que la
de Alex.


- Tómate tu lechita caliente nena.


Finalmente me vine en un impresionante torrente
de
blanco y caliente semen en su boca, ella se lo
tragaba, pero era demasiado y escurría de sus labios y
caía en sus pechos, lo recogía con los dedos y se
relamía de gusto, yo me encontraba débil y tembloroso
por mi brutal eyaculación, volvió a engullir mi pedazo
de carne y lo limpió perfectamente de los restos de
semen.


Luego se levantó y me dio un tremendo
beso francés,
su boca aún sabía a mi semen, yo nunca lo había
probado, pero no estuvo tan mal, me agarró el güevo y
comenzó a magrearmelo, la miré a la cara y le dije:


- Que rico me mamaste el güevo mami,
¿sabes?, ya Alex
me había contado lo buena que eres en la cama, y desde
entonces cada vez que te veía, me imaginaba haciéndote
el amor, aunque sabía que estaba prohibido.


- Tú me comenzaste a gustar desde que Alexander nos
presentó, en realidad los dos son tremendos machos y
me excitan mucho, y mi mayor deseo es que hagamos un
trío sexual y yo sea la "víctima" de los hombres de
ésta familia.


La sola idea de un trío volvió
a parármelo igual o
más duro que antes, me di cuenta de lo vagabunda que
era Samantha y me decidí a darle lo que más le
gustaba, la sujeté fuertemente contra la pared y
comencé a besarla violentamente mientras mis dedos la
penetraban sin piedad a su cuquita, estaba sumida
entre el placer y el dolor.


Me volví como un animal salvaje, la
olía, la lamía y
la manoseaba hasta casi hacerle daño, mis manos
dejaron marcas enrojecidas en su suave y blanca piel,
a ella parecía excitarla, pues me pedía más, me dijo
que mi primo y yo éramos igual de salvajes y sádicos
en el sexo y que le gustaba sentir dolor y placer al
mismo tiempo.


Nos fuimos deslizando por la pared hasta el
piso,
donde había un montón de ropa limpia, las acomodamos
para improvisar un lecho y nos acostamos, ella estaba
sobre mí, me besaba, me mordía y me rasguñaba, luego
yo la volteé y era yo el que la besaba, en vez de
tirar, mas bien parecía que estábamos peleando.


- Ya Daniel, no aguanto más, quiero
sentirte dentro
de mí, quiero que el primo de mi novio me haga su
mujer, hazlo, cójeme.


No aguanté dos pedidas, le separé
las piernas, me
puse en medio y de un sólo empujón se lo metí
completamente, ella ahogó un grito que evité tapándole
la boca, ella comenzó a chupar mi dedo pulgar, comencé
a moverme, ella tenía sus piernas alrededor de mi
cintura y me apretaba para que le diera mas duro, así
lo hice, comencé a embestirla brutalmente, sin
importarme si la lastimaba.


Yo me senté y ella se sentó
sobre mí y me la seguí
cabalgando, ella me halaba de los cabellos y se
esforzaba por no gritar, unas lágrimas se escurrían
por sus mejillas, las lamí y seguí con mi faena, ella
se movía deliciosamente, era como una serpiente, lo
que me daba mas placer, tratamos de aguantar los
gemidos, en cambio sólo se escuchaba la respiración
acelerada y el rítmico impacto de nuestros cuerpos.


Así intentamos varias posiciones, hasta
que me
encontraba pegándomela sobre la lavadora, sentía la
presión de mi semen subiendo desde mis bolas, le di
unas brutales arremetidas finales que la hicieron
quejarse y quedé convulsionando sobre ella mientras
descargaba toda mi excitación, segundos después ella
también tuvo un orgasmo al sentir mi leche caliente
dentro de sus entrañas.


Sin embargo mi verga no había decaído
después de
eyacular, seguía tan tieso como antes, auque me dolían
un poco las bolas, ella estaba tirada en el piso
recuperándose de su orgasmo, estaba débil, a mí no me
importó, ahora quería clavármela por ese culito tan
lindo que siempre me había provocado.


La levanté, aún se encontraba
adolorida y extasiada,
la recosté de la lavadora dejando su trasero y mi
disposición, separé sus preciosas nalgas y pude ver su
pequeño y rosado huequito, mi machete estaba a millón,
me metí dos dedos a la boca y luego se los metí en el
culo, dio un pequeño salto y luego comenzó a gemir.


- Sí Daniel, quiero que me bombees
por detrás,
rómpeme el culo.


- A eso voy mami, me voy a disfrutar este precioso
culito, ya vas a saber lo que es sentir un macho por
detrás, prepárate.


- Si lo haces como tu primo, será mejor que me abra
bien, o podrías partirme mi culito.


- ¡Maldita sea!, deja de compararme con Alexander, el
que te va a clavar soy yo, no él, además no es lo
mejor que lo esté recordando mientras me cojo a su
novia.


Ya me había hartado de que me comparara
con mi primo,
estaba tan molesto que le di una nalgada que le
arrancó un gemido, luego otra, y otra, al final estaba
azotándola, para que aprendiera a respetarme, debía
tener un castigo por portarse mal.


- Me gusta que me pegues Daniel, hazlo, me
porté mal,
castígame.


- Fuiste mala y eso merece un castigo



- Sí, lo merece, nalguéame mas, haz que me
arrepienta.


Después de un rato de estimulante sadomasoquismo,
sus
lindas y duras nalguitas estaban enrojecidas por mis
nalgadas, ya yo estaba demasiado excitado y Samantha
también, ella misma separó sus nalgas para darle
entrada a mi güevo que estaba tan duro como nunca
antes. Apunté hacia la entrada y lo fui introduciendo,
al entrar la cabecita le tapé la boca para que no
gritara, luego poco a poco se lo fui clavando.


Estaba tan estrecho y caliente que me sentía
en el
cielo, por fin le cupo todo, ella comenzó a moverse,
me di cuenta que con ella no había que tener
consideración y comencé a metérselo y sacárselo,
después de un ratico ya no había roce, estaba
lubricado y comencé a cabalgármela de nuevo.


Ella se masturbaba con sus dedos mientras
me la
pegaba por la puerta trasera, luego le sujeté las
manos para que no pudiera moverse y gozara mas
intensamente, no aguantábamos las ganas de gemir, de
gritar, pero no podíamos, me tumbé sobre ella y
comencé a chuparle el cuello y la espalda, ella
apretaba las nalgas, lo que me volvía loco de placer.


Seguimos un rato hasta ella comenzó a retorcerse por
un orgasmo y yo bañé en leche su cálido culo, sus
nalgas y su espalda, ella se lamió todo el semen y yo
la obligué a que me limpiara la herramienta con una
mamada.


Aunque estaba cansada, adolorida y débil,
lo hizo tan
bien como las anteriores, nos medio limpiamos, nos
vestimos y salimos, aún estaban todos dormidos, a
Sammy se le notaban tremendos chupones en el cuello,
que yo le había hecho, así que fue al baño a
limpiarse, si Alex le preguntaba, le diría que se los
había hecho él en la noche.


Yo fui a darme una ducha, cuando terminé,
me vestí y
salí, estaba Sammy durmiendo con Alexander en el
sofá-cama, me parecía increíble que Samantha y yo
hubiéramos hecho el amor, era una mezcla extraña entre
alegría, culpa, rabia, amor, había de todo un poco. Me
fui a acostar, cuando amaneció, ya algunos se habían
levantado, yo estaba en la cocina haciendo un café.


Llegó Samantha, se paró en la puerta de la cocina,
ésta vez sin la pose y la mirada provocadora, me dijo:


- Daniel, estoy muy apenada por lo de anoche,
yo
estaba borracha y no sabía lo que hacía, pero yo amo a
Alex y no quiero que esto cambie las cosas.


- Claro que no Sam, por mí no va a salir nada, además
tampoco me conviene.


- Bueno, espero que seamos amigos como antes, yo te
quiero mucho y no quisiera que por un momento de
locura...ja ja ja

Al ver la torta por la que había comenzado todo, Sam
y yo no pudimos aguantar la risa, le dije:


- Sam, por favor, yo sé que tu no estás
ningún
apenada, tu crees que yo soy gafo, tu estabas tan
consciente como yo.


- Es verdad, pero no recuerdo como se me ocurrió lo
de la torta y las fresas.


- Fue una buena idea, tumbaste mis defensas de una
sola vez.


- No vale, en serio, vamos a dejar las cosas así y a
seguir como siempre, no podemos dejar que Alex, se dé
cuenta que pasó algo entre nosotros.


- Claro, por mi no hay rollo, pero eso no quita que
de vez en cuando haya otro momento de locura, verdad?
- Ahhh, ¡cómo puedes insultarme de esa forma!, crees
que yo voy a seguir engañando a Alex cada vez que tu
quieras.


- Bueno, perdóname, es que yo creí...


- Era jodiendo, ja ja ja, claro que eso no quita que
cuando haya otra oportunidad, podamos repetirlo.


Tomó una fresa con crema de la torta,
me la dio en la
boca y se fue, ya no me sentía tan culpable como
antes, pensé que el sexo era solo eso, mientras que
ella lo amaba a él y yo amaba a mi novia, aunque
estuviéramos peleados.


Más tarde se levantó Alexander,
me notó los chupones
del cuello y los rasguños, me dijo:

- Entonces, primo, la noche como que se puso buena
después que me dormí ¿no?, ¿Quién fue la
víctima ésta
vez?


- Ahhh, ehhh, una chama, sí, una chama.


- Por supuesto que es una chama, pero cual, ¿la
conozco?


- No, llegó después que te dormiste, es la prima de
Ángela, la chama que estudia conmigo.


- ¿Y que tal es?, ¿está buena?


- Si vale, está de rechupete, si hubieras estado
despierto te la hubieras vacilado.


- ¿Despierto?, ¿no le viste los chupones a Sammy?, se
los hice anoche y no me acuerdo de nada en lo
absoluto.


- ¿En serio?, si parecía que te la ibas a comer ahí
en el sofá.



Así seguimos Samantha y yo, tirando de vez en cuando,
cuando teníamos oportunidad, Alexander nunca se
enteró, pero terminó con ella unos meses mas tarde
porque quería a otra, entonces yo me la cojía sin
ninguna restricción y todos terminamos felices.


P.D. (Sí llevamos a cabo lo del trío,
pero esa es otra
historia)


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