Relato: Mi madre es una zorra





Relato: Mi madre es una zorra

Aquel verano estaba como loco por que llegara el mes de Julio para ir como todos los veranos a la playa. Mis padres no ten�an un lugar fijo de veraneo, por lo que cada dos o tres a�os cambi�bamos de lugar, para ir conociendo y disfrutando de nuevos sitios. Yo deseaba volver al mismo pueblo que el a�o anterior, ya que me hab�a hecho unos buenos amigos con los que me lo pasaba bien y, adem�s una de las chicas de la pandilla me hab�a tra�do loco con sus cartas y mensajes todo el a�o. A mis doce a�os es f�cil comprender todas las ilusiones que........... ten�a para ese verano.
Las cosas estuvieron a punto de torcerse cuando a la empresa de mi padre le sali� un asunto interesante para el que su intervenci�n era imprescindible. Mi padre no quer�a que mi madre y yo nos fu�ramos sin �l, ya que sospecho no se fiaba mucho de ella, pero al final conseguimos que aceptara que nos fu�ramos mi madre y yo; para que luego tras 15 o 20 d�as se nos uniera �l.
La verdad es que enseguida pude comprobar que mi padre ten�a raz�n. Alguna vez ya los hab�a visto discutir en la playa y otros sitios. Ahora mi madre, sin la presencia de mi padre, se mov�a y actuaba a su antojo vistiendo provocativamente, haciendo topless y desnud�ndose totalmente para tomar el sol. En el pueblo donde verane�bamos hab�a tres playas. Una, la m�s grande y cercana al pueblo, concurrida por todo el mundo, preferentemente la gente mayor. Otra donde abundaba la gente desinhibida, hasta cierto punto, y la tercera, separada de la anterior por unas pe�as donde se pod�a ver de todo.
Mi madre, a sus 35 a�os, ten�a un cuerpazo estupendo con unas tetas exuberantes y unas piernas carnosas, duras y bien torneadas. Lo que se dice una hembra jaquetona.
L�gicamente la playa que ella escogi� para ba�arse y tomar el sol fue la segunda. Pues le encantaba llegar. pegarse un ba�o y luego quitarse la pieza de arriba del bikini para que sus tetonas tomasen a gusto el sol.
Mis amigos estaban deseando que yo tuviera necesidad de acercarme a donde mi madre para verla de cerca. Cuando se ten�a que incorporar para atenderme o darme algo, se le mov�an aquel hermoso par de melones y mis colegas "flipaban" en colores. Cuando iba o volv�a de la playa al apartamento, caminando la mayor parte de las veces con solo una minifalda o pantal�n corto encima del bikini, los t�os se volv�an a mirarla y le dec�an cosas. Y para mi asombro a ella no le molestaban y la hac�an reir.
Ni siquiera le molestaban las cosas m�s fuertes que le dec�an chicos y hombres j�venes, la mayor parte emigrantes extranjeros, que pululaban por cientos en aquella zona del sur de Espa�a, busc�ndose la vida como pod�an. A ellos se les ve�a sentados en determinados sitios y como digo, le dec�an cosas fuertes a mi madre mientras la miraban con ojos de deseo, y hasta se tocaban la entrepierna si ella se volv�a a mirarlos.
Pero ella les sosten�a la mirada y hasta sonre�a.
Cada d�a se volv�an un poco m�s osados puesto que siempre ve�an a mi madre sola o conmigo y seguramente pensaban que se trataba de una mujer divorciada o sola que pod�a buscar rollo con alguno. Y es que por all� hab�a un mont�n de mujeres de todas las edades, muchas extranjeras y algunas nacionales, que no les importaba enrollarse con alg�n joven negro o marroqu� o gitanos que tambi�n los hab�a y que para ellas sin duda resultaban atractivos para unos d�as, una noche o un rato. Ellos lo sab�an y no perd�an ocasi�n de provocar a toda mujer que les parec�a dispuesta.
Aquel a�o mis compa�eros de pandilla y yo descubrimos varias cosas al respecto. Como ya he dicho en la tercera playa se pod�a ver de todo. All� acud�an muchas de esas turistas extranjeras, generalmente mujeres maduras, a tomar el sol y ba�arse desnudas. Era una forma de mostrarse a los hombres j�venes que se acercaban por all� sabiendo que pod�an pasar un buen rato con alguna y posiblemente hasta sacarse un dinero.
Porque lo cierto es que hab�a j�venes muy atractivos para las mujeres, que se paseaban por la playa desnudos mostrando sus atributos a las damas; deteni�ndose ante ellas para que apreciaran bien el instrumento que ten�an entre las piernas con el que, si ellas quer�an pasar�an un buen rato.
Muchas de ellas excitadas por lo que ve�an se iban con el muchacho, unas a sus apartamentos, hoteles u donde tuvieran su residencia el joven. Pero para las muchas que quer�an apagar el calent�n pronto y por un rato hab�a una alternativa muy cerca.
Se trataba de dos chalets muy cerca de la playa, que hab�an inflingido las leyes urban�sticas y que estando abandonados a�n no hab�an sido derruidos. Como eran bastante grandes se cobijaba all� un buen n�mero de individuos.
Las mujeres que all� iban descubr�an, cuando ya estaban abiertas de piernas y recibiendo verga, que no estaban solas con el maromo de turno sino que por alguna ventana o puerta, o por los muchos agujeros que se hab�an hecho en las paredes eran observadas mientras fornicaban con el tipo que all� las hab�a llevado. A algunas les molestaba, a la mayor parte les era indiferente puesto que se lo pasaban bien, y algunas incluso disfrutaban sabi�ndose observadas.
Con cierta frecuencia las cosas iban a mas y, seg�n que tipos hubiera espiando, se met�an en la habitaci�n donde el moro o negro le daba polla a la se�ora de turno y mientras la ve�an abierta de piernas con el tiazo entre ellas, se masturbaban disfrutando del esp�ct�culo. Pero a veces no se deten�a ah� la cosa; sino que si la t�a no pon�a mucha resistencia, se la calzaban var�as t�os uno detr�s de otro. Algunas veces con la complicidad del que la hab�a ligado, haci�ndola beber m�s de la cuenta para que luego no diera problemas. Otras veces pod�a ser peor porque hab�a t�os muy jodidos y violentos.
Sobre esto �ltimo puedo decir que una tarde nos acercamos por los chalets a mirar y no nos dejaron pasar. Pero desde fuera se pod�amos oir los gritos de un mujer, que seguramente no lo estaba pasando bien. Otro d�a pudimos contemplar una escena bastante dura. Hab�a en una habitaci�n ocho chicos j�venes y dos m�s mayores. Una jovencita lloraba mientras los dos adultos le dec�an que si quer�a la "mercanc�a" ten�a que portarse bien. Sin duda era una pobre drogadicta con la que aquellos dos tipos quer�an tener contentos a los chavales que les ayudaban a distribuir la droga.
La pobre chica termin� aceptando y los ocho chavales se la metieron por todos los lados varias veces cada uno hasta que se cansaron de ella. Cuando terminaran la dejaron encogida sobre un camastro llena toda de lefa medio inconsciente.
A la vez que estas cosas ocurr�an yo ten�a otra preocupaci�n que era el comportamiento de mi madre. Una ma�ana de camino a la playa nos cruzamos con tres tipos que le dijeron algo a mi madre; ella se paro y mir� para atr�s mientras uno de ellos, un moro, sonre�a.
Seguimos caminando y mi madre se volvi� a mirar. Por la tarde al ir a que mi madre me diera algo para merendar, me la encontr� hablando con aquel moro e el chiringuito.
Al d�a siguiente cuando llegamos a la playa observ� que el tipo estaba rondando por all�. Aunque me fui con mis amigos, al acercarme un par de veces pude ver que estaban charlando sentados o tumbados en la arena. Por la tarde pude comprobar como se miraban y re�an.
Al otro d�a cuando fui a ver no estaba mi madre. Al volver con mis amigos me dijeron:
- T�o, tu madre est� con un moro en la otra playa.
Sal� corriendo como alma que lleva el diablo y me acerqu� con mis amigos todo lo que pude. Mi madre estaba totalmente desnuda tumbada boca arriba mientras el tipo le daba crema por todo el cuerpo, pero cada vez m�s eso se convert�a en un magreo. Estuvo m�s de 15 minutos d�ndole crema en las tetas. Mi madre deb�a estar en la glor�a.
Entonces el t�o sabiendo que mi madre estaba digamos "preparada", le empez� a hablar tierno mientras se tocaba el tremendo bulto que ten�a entre las piernas. El ten�a puesto su ba�ador; mi madre parec�a decir que no. Pero al poco rato pude ver horrorizado como ella comenzaba a quit�rselo. Apareci� una polla oscura y bastante gruesa. A mi me pareci� muy grande. Mi madre comenz� a acarici�rsela mientras el tipo la besaba y le tocaba las tetas. Luego su mano empez� a pajearlo con vigor hasta que el tipo se corri�. Mientras cog�an la tolla y se limpiaban, mis amigos, estupefactos como yo, apenas acertaban a decir:
-Joder macho, vaya pajote que le ha hecho al moro.
Durante los tres d�as siguientes fue evidente que mi madre quer�a llevarse al moro al apartamento; pero yo me las arreglaba para incordiar y mi madre se dio cuenta de que yo intu�a sus intenciones, por lo que finalmente desisti�. Los dos d�as siguientes el moro se acerc� por la ma�ana a donde se encontraba mi madre, pero al poco se retiraba con cara de pocos amigos. Los otros dos siguientes ya ni aparecio. Yo me relaj� pensando que el peligro hab�a pasado. Quedaban cuatro d�as para que mi padre se uniera a nosotros.
La siguiente tarde nos acerc�bamos a un chiringuito de los que hab�a por all� para comprar unos refrescos. Estaban tomando unas cervezas tres chicos gitanos. Al poco rato se acerc� otro y les dijo:
- Venga t�os, que un moro se va a llevar al chalet a una t�a que se ha estado camelando todos estos d�as y la hembra est� "mu buena".
Se marcharon enseguida y nosotros detr�s. Aunque me ven�a alg�n mal presagio lo desechaba dici�ndome a mi mismo que mi madre ya no ten�a nada que ver con ning�n moro.
Cuando llegamos un gitano nos mir� mal y nos pidi� dinero para dejarnos ver; le dimos lo poco que ten�amos. Nos hizo una se�a de que estuvi�ramos callados y nos acercamos a la habitaci�n. Hab�a cinco chavales mirando por los agujeros de la puerta y otros tres por agujeros de la pared del pasillo. Pero todav�a hab�a m�s agujeros en esa pared y en la de la habitaci�n de al lado, con lo que pudimos cada uno tener nuestro punto de observaci�n.
Mejor hubiera sido no haberlo tenido. Ante mis ojos sobre un mugriento camastro estaba mi madre totalmente entregada al muchacho moro, que se volv�a loco chup�ndole los pezones y amasando sus tetas con energ�a. Ella le cog�a la polla y se la masajeaba. Luego el chico con gran habilidad comenz� a comerle el co�o y ella pareci� volverse loca de placer.
Me qued� helado cuando ella reponi�ndose le dijo:
- Ven morito, d�jame que te chupe esa pijota que tienes.
Y el tipo se tumb� de espaldas sobre la cama dejando su polla a merced de mi madre. Ella comenz� a acariciarla de arriba a abajo con una mano mientras con la otra le amasaba suavemente los cojones. Luego acerc� sus labios al glande y lo besuque� para despu�s chuparlos como si fuera un helado.
La polla del moro estaba a reventar y mi madre la miraba extasiada de lascivia. Era evidente que disfrutaba tocando y mamando aquella gruesa pija. Cuando comenz� a met�rsela en la boca casi no le cab�a. El moro gem�a mientras le revolv�a el pelo con las manos. Luego le dijo:
- D�jalo ya, zorra, que quiero met�rtela en el co�o!
Mi madre sin molestarse busc� entre su ropa un preservativo y comenz� a pon�rselo, pero el tipo estaba loco por mojar y con la prisa y la torpeza rompi� el cond�n. Mi madre hubiera querido parar pero el tipo la calent� h�bilmente y se dej� llevar.
El moro colocando a mi madre en el camastro se puso en cima de ella entre sus piernas y le clavo la polla comenzando a bombearla. Se peg� con fuerza a su cuerpo aferrando sus nalgas como si en cada embestida quisiera atravesarla. Mi madre gem�a de placer, abierta, espatarrada, recorriendo con frenes� el torso oscuro del moro que, por sus movimientos deb�a estremecerse al sentir en su piel las finas manos de mi madre. Conforme se aproximaba el fin los cuerpos se mov�an con m�s rapidez, embistiendo fren�ticamente el moro y sali�ndole al encuentro con un movimiento de caderas mi madre.
La excitaci�n de los gitanos, alg�n moro m�s que lleg� y mis amigos de pandilla era tremenda al ver aquella mujer, mi madre, que estaba tan buenota; contemplar como se desnudaba, aquellas grandes tetas, aquellos muslazos, aquella mata de pelo en el co�o era la locura. Luego sus gemidos, sus piernas abiertas, el temblor de su carnes cuando el moro la penetraba , les hab�a puesto a cien y se meneaban las pijas como desesperados. Debo confesar que aunque estaba abochornado y confundido, tambi�n yo miraba y, casi sin querer, comenc� a acariciarme poco a poco la entrepierna.
Ella se corri� primero, mordiendo en el cuello al joven. Luego �l, agit�ndose violentamente, descarg� toda su leche en su interior:
- Toma puta, t�malo todo.
Estuvieron un buen rato sob�ndose y comi�ndose la boca hasta que el tipo volvi� a la carga. Ahora el moro se puso a caballo sobre el pecho de mi madre, coloc� su polla entre sus tetas y comenz� a foll�rselas con violencia. Le apasionaba amasar y estrujar aquellos hermosos pechos.
Cuando la tuvo bien dura le dijo a mi madre que se pusiera boca abajo y comenz� a hurgarle el agujero del culo con el dedo. Mi madre entonces reaccion�:
- Eso ni se te ocurra..
- Eso es lo que m�s me gusta; daros por culo a todas las putas europeas. Si te mueves te parto la cara
Mi madre se debi� asustar mucho y se qued� quieta. El apoy� la punta de su verga y comenz� a empujar. Mi madre se aferraba al jerg�n clavando sus u�as y gimiendo de dolor cada vez de forma m�s audible.
Cuando su polla hab�a entrado totalmente comenz� a moverse y para sujetar a mi madre, una vez m�s, el pervertido moro busc� su pechos y se los apret� con furia:
- Si no te est�s quieta te rompo el culo y las tetas, perra.
A medida que el culo de mi madre dilataba el moro la bombeaba hasta agitarse como un poseso. Balbuceba palabras ininteligibles para mi, sin duda llevado por el gran placer que sent�a al disfrutar del culo y las tetas de mi madre a la que tambi�n le devoraba el cuello.
A pesar de ver sufrir a mi madre la excitaci�n me pudo; y pensando que ella hab�a ido all� por que quer�a comenc� a pajearme mientras que las pollas de la mayor�a escup�a sus grumos blanquecinos contra las paredes y la puerta.
En un momento dado mi madre dej� de quejarse y comenz� a mover su culo facilitando que el moro la clavara hasta el fondo. El t�o le dio por el culo un buen rato hasta que se vino en medio de unos empellones que hac�an temblar aquel viejo camastro.
Luego el tipo se dej� caer de lado, haciendo que mi madre de nuevo le chupara la verga hasta dejarse reluciente. Mi madre parec�a querer un rato de caricias y besos; pero el moro se levant� y se visti� sin esperar a mi madre demostrando que solo le interesaba para darle una buena follada. Era tan evidente su posterior desinter�s que mi madre se qued� tumbada en la cama mirando como el tipo se largaba.
En ese momento los gitanos se empezaron a apelotonar en la puerta y en cuanto el moro sali� se abalanzaron dentro de la habitaci�n. Yo pegu� el ojo al agujero y vi como mi madre intentaba cubrirse con las manos la entrepierna y los pechos. Aunque sus melones se desbordaban totalmente.
Los chicos fueron poni�ndose alrededor mientras miraban con ojos de profunda lujuria las hermosas carnes de mi madre; la cual, l�gicamente asustada, intentaba buscar sus diminutas ropas para levantarse e intentar salir. Fue in�til; dos chicos cerraron la puerta y se apoyaron sobre ella. Otros dos le arrebataron a mi madre las piezas del bikini y la peque�a faldita que hab�a intentado ponerse.
Mis amigos, medio asustados y excitados como yo, me miraron:
-Joder t�o, lo va a pasar mal con esos gitanos.
Vovimos a pegar el ojo a los agujeros de la pared. Mi madre a la desesperada intentaba convencerlos de que podr�an tener problemas si los denunciaba. Le hicieron entender que ella solita se hab�a metido en la boca del lobo.
- Tu sabes, zorra, cuantas putas como t� han ido con cuentos a la policia?
Era verdad, la polic�a estaba harta de escuchar a se�oras que hab�an buscado aventura con la persona y el lugar equivocado; a las que hac�an poco caso, porque pensaban que ellas se lo hab�an buscado. Mi madre viendo que no se impresionaban empez� a aceptar resignada la que se le ven�a encima.
La hicieron echar en el camastro y comenzaron a manosearla, estrujando y mamando sus tetas, magreando sus muslos y sus nalgas, abri�ndole con los dedos los labios de la vagina. Uno de ellos se sent� en el camastro detr�s de ella y la cogi� las dos tetas haciendo con ellas lo que quiso. Otros prefer�an tumbarse encima de ella restregando su polla contra sus nalgas a la vez que amasaban sus tetas. Como no eran demasiado brutales mi madre se fue calentando viendo aquellos cuerpos adolescentes, aunque sucios, y sintiendo su manoseo.
Los gitanos se fueron turnando en el magreo de las diversas partes de su cuerpo hasta que uno de ellos dijo
- Ahora vas a chup�rnosla, zorra.
Mi madre puso cara de asco al ver aquellas pollas sucias que los muchachos acariciaban mientras la hab�an sobado. Sentada en la cama fue recibiendo en su boca las pollas de cada uno de ellos. Chupaba como si de un "chupa-chups" se tratara dedicando su atenci�n sobre todo al glande de cada uno de ellos. Luego los chicos la sujetaban por la cabeza y la obligaban a tragarse sus pijas hasta que los pelos de sus test�culos tocaban sus labios. Y uno a uno, gimiendo como lastimeros, se corrieron pronto llen�ndole la boca de su leche.
Lugo la tumbaron otra vez en el camastro y por turno se la fueron metiendo; se dejaron llevar y la embistieron con violencia y frenes�. No tardaban demasiado en correrse porque el espect�culo de aquellas carnes temblando a cada acometida y los gemidos y gritos de mi madre, que inevitablemente llegaba al orgasmo, creaban un ambiente de excitaci�n tremendo:
Por favor me vais a matar, me va a pasar algo.
Mi madre estaba asustada de las sensaciones de su propio cuerpo; nunca se la hab�an tirado m�s de un t�o y era evidente que ella era una hembra ardiente que acababa respondiendo a los est�mulos por dura que fuera la situaci�n.
Los muchachos, a pesar de las corridas que ya se hab�an pegado, segu�an con ganas de darle ca�a a mi madre. No tendr�an muchas m�s ocasiones de cogerse a hembra como esa. Uno de ellos se acomod� sentado sobre su torax y le dijo:
- Ahora te voy a follar las tetas.
Su polla, un poco m�s grande que lo normal para su edad, quedo oculta entre los hermosos senos de mi madre; se los cogi� y apret�, comenzando a moverse con furia. A pesar de la suavidad de aquella piel y la dureza de esas carnes tard� en correrse por tercera vez, dej�ndole los pechos rojos de la tremenda fricci�n. As� fueron pasando uno tras otro por las tetas de mi madre que adem�s deb�a pajear a dos chavales, mientras otros le magreaban los muslos y le hurgaban en el chochazo inflamado y dilatado. Cuando terminaron se le sal�a el semen por la chocha y ten�a las tetas todas pegajosas.
Mis amigos y yo no hab�amos dejado de pajearnos mientras se la trajinaban.
Los gitanos estaban agotados, mi madre quiso levantarse pero no la dejaron. Mientras descansaban un rato uno de ellos sali� a buscar unas cerveza y los otros obligaron a mi madre a que se moviera delante de ellos y se metiera los dedos, dici�ndole todo tipo de guarradas.
Cuando sus pollas fueron poni�ndose en forma le dieron una �ltima pasada. La pusieron en el camastro a cuatro patas; uno se pon�a delante de ella sentado con la piernas abiertas para que se la chupara y otro le penetraba por detr�s aquel chochazo peludo. El que recib�a la mamada disfrutaba a placer de sus tetas, acompa�ando los espasmos de placer con unos tremendo apretones.
El que la follaba por detr�s amasaba aquellas firmes y abundantes nalgas. Ver las carnes de aquella hembra agitarse a cada embestida era la locura. El semen de los muchachos y los jugos de sus propias corridas resbalaban por el interior de sus muslos.
Hartos ya de hembra se fueron vistiendo y abandonaron la habitaci�n. Mi madre estaba desecha, cas� inconsciente sobre el camastro. Uno de mis amigos hizo adem�n de entrar y los otros estaban dispuestos a seguirle. Pero en ese momento entr� en la casa un moro viejo con otros cuatro chicos. Entr� en la habitaci�n cerrando la puerta y los j�venes moros no protestaron. Se limitaron a mirar por los agujeros. Sin duda alguna la noticia de la hembra que estaba a disposici�n de todos se iba corriendo por la zona.
El viejo mir�ndola con lujuria rode� dos veces el camastro. Era un tipo macilento y delgado. Ante la mirada asqueada de mi madre sonri� con su boca desdentada y se sac� la verga. Su pene era deforme, muy torcido hacia abajo y hacia la izquierda, casi un gancho, bastante grande , tanto largo como grueso Se tumb� a su lado en el camastro y comenz� a manosearla y besarla dici�ndole todas las barbaridades que quiso. La puso luego boca abajo para restregarse contra sus nalgas y estrujarle las tetas a gusto mientras la mord�a el cuello.
Cuando disfrut� todo lo que quiso la volvio boca arriba y comenz� a comerle la boca con furia mientras le apretaba la cara interna de los muslos con violencia.
- Esa boquita tela voy a llenar con mi polla , cabrona.
Luego le pidi� que le masturbara mientras le amasaba las tetas. Mi madre estaba asustada al ver el grosor y la deformaci�n de aquella verga. Y con asco y dificultad obedeci� cuando el viejo moro le orden� que se la chupara. Despu�s de un buen rato la mand� abrir la piernas y se la fue mentiendo, en una penetraci�n dolorosa para mi madre. El con las manos aferradas a sus nalgas, la embest�a con fuerza mientras mord�a su cuello y se apretaba contra ella para sentir sus pechos; al rato se incorpor� para bombearla mirando como sus senos y sus carnes se conmov�an con sus arremetidas.
El viejo no se corr�a y estuvo d�ndole un buen rato por la concha. Pero el muy cabr�n lo ten�a todo previsto. Le dijo a mi madre que se pusiera a cuatro patas. Sabi�ndola agotada le coloc� la pijota en el culo y la empuj� contra el camastro. Ella no pudo apenas moverse y solo tuvo fuerzas para suplicar:
- No, eso no por favor.
Fue in�til ya que el viejo estaba ciego de calentura. Lo pas� mal el carcamal debido a la deformidad de su pene; pero mucho peor lo pas� mi madre, Una vez que se la meti�, el tipo se agitaba y remov�a para que su miembro se deslizara. Su cara y sus gru�idos evidenciaron poco a poco que el tipo estaba disfrutando. Cuando ya empezaba a dar signo de agotamiento, despu�s de haber roto por un buen rata a mi madre, su gemidos y un �ltimo aceler�n en las embestidas nos indicaron que el viejo hab�a llegado al final.
Cuando su polla sal�o del estrecho agujero, estaba manchada de sangre; a mi eso me asust� y me preocup�
Una vez que se corri�, permaneci� acostado sobre mi madre hasta que, un poco repuesto, se levant� y se march�. Entonces pude ver con desesperaci�n que los j�venes moros que hab�an venido con �l se lanzaron dentro de la habitaci�n. Ya no pod�a m�s y me march�. Me acompa�aron dos de mis amigos; pero otros dos permanecieron all�. Tuve que esperar hasta cerca de las once de la noche a que viniera mi madre y abriera la puerta del apartamento. Daba pena verla.
Al d�a siguiente los dos amigos cabroncetes que se hab�an quedado all� me dijeron:
Hiciste bien en largarte, t�o. Se pasaron un mont�n con ella.
Mientras me lo dec�an les mir� a los ojos y me convenc� de que aquellos dos se la hab�an tirado tambi�n.
Finalmente se vino dej�ndole el culo llenito de su leche.


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