Relato: Intercambio filial no consentido (la maravilla del temazepam)

Manuel y Natalia conoc�an una casa en la costa, de barato alquiler y muy cerca de las mejores playas de la regi�n. Joselyn y yo estuvimos de acuerdo; ser�an cuatro noches formidables. La v�spera, Manuel me invit� a unos tragos y entonces me hizo la propuesta.
-�Qu� dices? Estar�n dormidas y ni siquiera sabr�n qui�n se las cogi�. Sabes muy bien lo que me encanta Joselyn. Ser� solo por esta vez y ambos lo disfrutaremos al m�ximo. Cuando regresemos, nuestras vidas volver�n a la normalidad y te prometo que no volveremos a hablar del asunto.
-No s� si lo has notado, Manuel pero Natalia es hermana m�a. �No le ves problema a eso?
-No me trates de pasar por un idiota, Tony. El a�o pasado te vi masturb�ndote mientras espiabas a tu hermanita en la ducha.
-De pajearse a follarla hay mucha diferencia.
Me dio uno y mil argumentos y finalmente me mostr� el temazepam que usar�amos. Las dos primeras noches, cada pareja foll� a tope y en ambas ocasiones, me corr� imaginando que me cog�a a Natalia. La tercera noche, los cuatro est�bamos muy asoleados y cansados. Convers�bamos en unas hamacas frente al mar cuando Manuel trajo los tragos. Ni siquiera hicimos gui�os ni gesto alguno para no despertar sospechas. Mi esposa Jos andaba una bata de playa muy delgada que no daba lugar a la imaginaci�n, fuera de eso ninguna prenda. Mi hermana, en cambio, ten�a una blusita de tirantes y una falda cortita que a veces me permit�a ver la tanga que llevaba puesta. Yo estaba muy excitado de solo imaginar lo que le har�a en unos minutos. Cuando se durmieron, yo me dirig� a su hamaca para follarla ah� mismo. Manuel, por su parte, alz� en brazos a mi esposa y la llev� a nuestra habitaci�n. Me puse a chupar las tetas de mi hermanita y tuve curiosidad de qu� hac�a Manuel con mi esposa. La ten�a boca abajo y le estaba dando dur�simo por el culo. Regres� donde Natalia, la zaf� la falda y la tanga, alc� sus piernas y me le trep� para penetrarla. Sent� riqu�simo el roce de su vaginita con mi pene, conforme iba entrando. Primero hice movimientos lentos, disfrutando el contacto de entrada y salida: una delicia incomparable cogerme a mi hermanita. Pronto me alborot� y aceler� el ritmo, aprision� sus piernitas con mis hombros y la di lo m�s profundo que pude. La hamaca sonaba como si fuera a caerse pero no me import�. As� segu� durante unos quince minutos hasta que fui sintiendo donde estaba por correrme. R�pidamente se la saqu� y la agarr� bien duro para tener oportunidad de pon�rsela en su boquita; el primer chorro se lo dej� dentro y el resto lo derram� en toda su cara. Exquisito, un placer incomparable.
Llegu� a nuestra habitaci�n y Manuel cog�a violentamente la boca de mi esposa Jos. Me qued� mirando hasta que se le corri� dentro. Se levant� de inmediato y me mir� con ojos mal�volos.
-No me vengas con que ya terminaste, cabr�n.
-�A qu� te refieres, Manuel?
-Ven.
Alz� a mi hermanita Natalia, la llev� a su cama y se la coloc� encima, penetrando su vagina. Me hizo se�as de que introdujera mi polla en su orificio anal. Al principio dud� pero cuando �l la agarr� de las piernas para abrirle el culito, no aguant� y me le trep�, se la met� de un solo golpe y me puse como un loco foll�ndomela a m�s no poder. Manuel disfrutaba y le daba dur�simo mientras dec�a toda clase de soeces.
-�Qu� perra m�s rica! �Aguanta! �Si�ntenos, puta, si�ntenos! �Rica �Rica!
As� fue durante m�s de diez minutos y simult�neamente �l se corri� dentro de la vagina de mi hermanita y yo en el culo. Qued� seco; realmente satisfecho y no volv� a coger durante casi una semana. En efecto, nunca m�s volvimos a tocar el asunto y nuestras vidas volvieron a la normalidad. Eso fue hace casi un a�o y aunque en este tiempo he cogido con seis mujeres m�s, ninguna follada me ha sabido tan rica como la de esa noche. Mi hermanita Natalia tiene el premio a la �ltima buena cogida que he pegado.

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