Relato: El vendedor se coge a mi esposa
Mi esposa vende zapatos por cat�logo. Ella los recibe de la empresa a trav�s de un vendedor que cada semana los trae hasta la casa. Ella tiene 40 a�os y est� muy bien conservada, tiene bonitos pechos, bonitas piernas y siempre est� muy bien arregladita. A veces se pone falditas cortas y blusas con escotes que dejan poco a la imaginaci�n.
Ya hab�a notado que al llegar Manuel, Luisa y �l cruzaban miradas p�caras y frases m�s que amables. No hab�a prestado mucha atenci�n a la situaci�n hasta que el d�a del cumplea�os de mi esposa, al llegar Manuel le dio un beso muy cerca de la boca y le paso una mano por la cintura en forma disimulada. Yo estaba en la rec�mara observando sin que se dieran cuenta de mi presencia. No pod�a escuchar que platicaban pero s� ve�a que estaban muy animados. Ese d�a Luisa estaba m�s que linda, llevaba una blusa blanca muy transparente y demasiado escotada que permit�a apreciar sus pechos redonditos; la falda de color negro, le quedaba muy por arriba de las rodillas, lo que dejaba ver sus bellas piernas. Ella se probaba unos zapatos y luego otros y le ped�a opini�n a Manuel acerca de c�mo se le ve�an. Pareciera que modelaba para �l, y realmente as� lo estaba haciendo. Luisa cogi� otro par de zapatillas de las que se enredan con cordones por arriba del tobillo. Se sent� y le pidi� a Manuel que le ayudara a sujet�rselos. Manuel de rodillas en el piso cruzaba las correas alrededor de los chamorros de Luisa. Iba subiendo hasta cerca de la rodilla, pero m�s que sujetar las correas, acariciaba mi esposa con sus manos. Ella se mojaba los labios y cerraba los ojos. Lleg� el momento en que �l comenz� a subir su mano por el interior de las piernas de Luisa, la besaba suavemente. Poco a poco lleg� hasta su puchita y la estuvo acariciando con su boca por un par de minutos. Ella se retorc�a y jadeaba.
-Para Manuel, mi esposo no tarda en llegar y nos puede hallar...
-Estamos llendo muy lejos Manuel. Ese no es el plan...
-Me vuelves loca...
-Soy casada Manuel, no sigas...
-Que rico me acaricias...
Me di cuenta que yo estaba disfrutando del espect�culo y estaba teniendo una erecci�n como nunca. Ya hac�a tiempo que Luisa y yo no ten�amos buen sexo, quiz� por rutina, cansancio o por la p�rdida de inter�s que surge al pasar el tiempo de estar juntos. Lo cierto que lo que ve�a me ten�a al cien que comenc� a masturbarme.
-Ya no Manuel, ya no sigas...dec�a Luisa. Mira que mi esposo no tarda en llegar...
-As� te quer�a tener con tus calzoncitos hasta la rodilla y con tu puchita bien lubricada ansiando mi verga. Te voy a coger como nunca te haya cogido tu maric�n esposo.
Para estos momentos Luisa ya estaba recostada en el sof� y ten�a la falda casi hasta la cintura. Manuel estaba sobre ella bes�ndole el cuello, los labios y sus pechos. Era tal el espect�culo que observaba, que estaba seguro que ir�a a tener un orgasmo mucho antes que ellos.
Manuel ya se hab�a sacado la verga de entre su pantal�n la estaba frotando precisamente a la entrada de la puchita de Luisa.
Era tal la excitaci�n que se notaba en Manuel, pareciera un hombre con hambre de sexo, pareciera que estaba violando contra su voluntad a mi esposa. Lleg� el momento que Manuel le arranc� de un tir�n los diminutos calzoncitos a Luisa, al mismo tiempo que le clavaba su verga de un solo empuj�n. Era una verga gruesa, morena y bonita.
Luisa dio un peque�o grito que claramente no era de dolor, sino m�s bien de placer. Manuel bombeaba la puchita de mi mujer y ella se retorc�a cada vez m�s y m�s, mientras le ped�a a Manuel que no parara.
Luego de unos instantes, en el que Manuel estaba sobre mi esposa, Luisa quiso cabalgar sobre la verga de Manuel. Se subi� y se la clav� lentamente. Comenz� el vaiv�n de una hembra en celo, subiendo y bajando y retorci�ndose al ritmo de las embestidas. Manuel acariciaba los pechos de Luisa con ambas manos, introduciendo una mano por debajo de la blusa y el otro por encima. La excitaci�n era tal que de un tir�n con ambas manos Manuel abri� la blusa de Luisa quedando sus pechos al descubierto, subiendo y bajando al ritmo de la cogida que estaban experimentando ambos.
Despu�s de un prolongado jadeo, el orgasmo que Luisa experiment� fue tal que cay� sin fuerzas sobre el cuerpo de Manuel, quien exhausto y tendido boca arriba con los brazos abiertos abrazaba a Luisa.
Yo me hab�a masturbado con una intensidad y abundancia que nunca hab�a experimentado.
D�as posteriores Manuel nos invit� a la boda de una de sus hermanas. Mi esposa me dijo que a ella le encantar�a asistir. Yo no dije nada en ese momento, pero s� estaba seguro que quer�an ponerme los cuernos el d�a de la boda. Solo de pensar en que mi esposa y Manuel me pidieran permiso para bailar, que se acariciaran por debajo de la mesa, que se encontraran en el estacionamiento y que hasta pudieran tener sexo en un descuido m�o, me excita y se me pone dura la verga y comienza a babear. Voy a decirle a Luisa que confirme a Manuel la aceptaci�n de la invitaci�n y luego les platico que sucedi� ese d�a...