***** El Padre de Beatriz *****
Me llamo Luc�a y tengo 24 a�os. La historia que os voy a
contar marc� una etapa en mi vida, un suceso que jam�s imagin�. El hombre que me
am� por primera vez fue el padre de mi mejor amiga, un hombre divorciado, solo,
amargado y borrach�n.
Siempre he sido una chica muy normal, poco guapa pero con
cierto encanto, y seg�n dicen, una "belleza morbosa". Conoc� a Beatriz en el
colegio, por aquel entonces ten�amos 18 a�os, rondando los 19. Juan, el padre de
Bea siempre me llam� la atenci�n, hombre solitario, poco hablador. Bea viv�a con
�l. Tan s�lo algunos fines de semana los pasaba con su madre, en una casita al
lado del mar.
Una tarde de viernes fui a buscar a mi amiga, pensando que se
quedar�a en casa de Juan, pues su madre hab�a enfermado de gripe. Cuando llegu�,
cerca de las siete, Juan abri� la puerta. Su expresi�n denotaba unas copillas de
m�s, se tambale� y con voz entrecortada me dijo:
Lo siento, Bea se fue con su madre. . .
Juan, tienes mala cara, � te encuentras bien ?
Eh. . .si. . .si. . .
No me pareci� correcto dejarlo as�, ingenua de mi pas� y
acomod� mis cosas n el sof�.
� Quieres que te prepare un t� ?
No, de verdad, no hace falta. . .estoy bien.
A pesar de su negativa, yo insist�. Juan estaba sentado en el
sof�, con la mirada perdida, triste. Hab�a algo en �l que me despertaba algo m�s
que compasi�n y l�stima, casi sin darme cuenta hab�a empezado a verle como
hombre. Pero que gran tonter�a, si era el padre de Bea, el padre. . .de Bea.
Quise repetirme a mi misma una y otra vez quien era aquel
hombre, y por qu� estaba yo all�. Tan s�lo para ofrecerle mi ayuda, nada m�s.
Prepar� el t�, y al llegar al sal�n vi a Juan, con la camisa
en el suelo, dejando ver su pecho varonil, y un cuerpo para su edad bastante
bien cuidado. Ten�a la mano en la entrepierna, s�lo apoyada, sin movimiento
alguno. Al agacharme para dejar la taza sobre la mesita, Juan se me ech� encima,
besando m cuello efusivamente.
Juan ! Qu� haces. . .
Me gustas mucho Lucy. . .
Me bes�, lami� mis labios y levant� mi camiseta dejando mis
peque�os pechos al descubierto. Pellizc� mis pezones con suavidad, torpemente
por su estado de embriaguez. Se acerc� m�s a mi, bes�ndome de nuevo; sent�
entonces el calor de su pecho. Mis manos instintivamente bajaron por su vientre,
a la vez que rodeaba uno de sus pezones con la lengua. Juan jadeaba y cerraba
los ojos, con expresi�n de �xtasis absoluto. Mis manos adolescentes, inexpertas
pero llenas de dulzura acariciaban el torso de Juan.
Sus gemidos me parec�an interminables, en su torpeza, estuvo
a punto de caerse encima m�o. A pesar de estos peque�os detalles me estaba
haciendo sentir en la gloria, una serie de nuevas sensaciones nunca encontradas
ni conocidas. Me encantaba acariciarle y jugar con la mata de pelo de su pecho.
Mis manos segu�an bajando, al llegar a la altura del
cintur�n, Juan concentr� su mirada en mis acciones, con expresi�n de impaciencia
mezclada con profunda excitaci�n. Desabroch� los botones del pantal�n y los baj�
poco a poco junto con sus calzoncillos. Juan mir� al techo y grit� de placer
cuando su pene estuvo entre mis manos. Lo mir� detenidamente, ten�a un tama�o
considerable, y nunca hab�a tenido uno tan a mi alcance. El hecho de tener a un
hombre semidesnudo, a punto de poseerme, hab�a provocado una palpitaci�n
tremenda y descontrolada en mi vagina. Un denso jugo resbalaba lentamente por
mis paredes vaginales.
Ch�pala un poquito Lucy. . . dijo �l con voz temblorosa
Yo me agach� y pas� la punta de mi lengua alrededor de su
glande rojizo.
Ten�a un olor fuerte, pero muy tentador. Segu� chupando, con
toda la pasi�n del mundo, aquel olor permanecer�a en mi memoria para el resto de
mi vida. El olor del despertar, del despertar al sexo, al placer carnal.
Juan guiaba mi cabeza con las manos, acariciando mi pelo, mi
espalda. . . y pellizcando mis peque�os pezones rosados. Mi lengua recorr�a su
tronco al completo, de arriba abajo, haciendo suaves y r�pidos movimientos de
lengua alrededor del glande, y presionando la base de su tesoro con mi mano. �l
mov�a su cadera, entrando y saliendo de mi cavidad bucal a su gusto. Cada vez
con m�s rapidez, hasta el momento en que present�a que faltaban escasos metros
para tocar el cielo, y entonces se quedaba quieto, respirando con fuerza,
controlando sus ganas interminables, su deseo descontrolado.
Me separ� de �l y acariciando mi mejilla con gratitud y
ternura se quit� los pantalones y los calzoncillos. Qued�ndose completamente
desnudo ante mi. Hizo lo mismo conmigo, la camiseta a medio quitar cay� al
suelo, poco despu�s mis pantalones cortos, y mis braguitas azules de algod�n.
Nos contemplamos desnudos unos segundos, se acerc� a mi y peg� su cuerpo al mio,
bes�ndome con fiereza. Sus manos recorrieron todo mi cuerpo, desde los hombros,
bajando por la espalda, hasta llegar a mi culo resping�n. Resbal� sus dedos a la
entrada de mi vagina, desde adelante hacia atr�s. Se me escap� un gemido, �l
introdujo un dedo en mi cueva empapada, luego fueron dos, a la vez que notaba su
pene rozando mi abdomen.
Juan se apart� de mi y se tumb� en el sof�, con mis piernas
abiertas, una a cada lado de su cuerpo. Separ� mis labios vaginales con sumo
cuidado e introdujo su lengua, provoc�ndome un placer inmenso que me hizo
estremecer. Yo me agach�, dej�ndole mayor acceso a mi ruta, y lamiendo de nuevo
el grueso pene que me hab�a conquistado. Esta vez que concentr� exclusivamente
en la puntita, con suavidad, con tacto. Quer�a hacerlo lo mejor posible, a pesar
de mi inexperiencia.
Tras la larga e intensa sesi�n de sexo oral, me mor�a por
sentir aquel instrumento abri�ndose paso entre mis paredes vaginales, colmarlo
de mis jugos. Ser pose�da por el padre de Bea. . .lo deseaba no s�lo con todo mi
cuerpo, sino con el alma entera.
Me incorpor� e intent� torpemente sentarme encima suyo. �l
cogi� su pene y lo coloc� en la direcci�n correcta. Not� como el glande ardiente
y resbaladizo por mi saliva intentaba entrar en mi estrecho agujero. Mordi�ndome
el labio inferior aguant� sin ni siquiera gemir el dolor de principiante. En
cuesti�n de segundos, Juan me penetr� de un golpe seco.
Empec� a moverme de arriba abajo, sin cese, ufff no pod�a
m�s, un orgasmo indescriptible se apoder� de cada uno de los m�sculos de mi
cuerpo. Juan me agarr� por la cintura y gui� mis movimientos mientras el placer
me sacud�a a su antojo.
A�n sent�a las contracciones del orgasmo, me levant� con
cuidado y me di la vuelta, elevando una pierna por encima de su cuerpo,
acariciando su pene.
Juan estaba al l�mite, descarg� un chorro de semen hacia
arriba, que salpic� mis pechos, parte de mi cara cuyos restos lam� con gusto,
form�ndose un r�o seminal desde mi cuello, resbalando hasta mi cl�toris.
Tras el acto, ambos nos quedamos en su sof�, abrazados, sin
mediar palabra. Solos, desnudos, con todo el fin de semana por delante. . .
Escorpiona Amarilla