Relato: Las aventuras de Chiquitin: Chiquitin va al m�dico





Relato: Las aventuras de Chiquitin: Chiquitin va al m�dico


CHIQUITIN VA AL M�DICO





El despertador son� sin piedad, como todas las ma�anas. Muy
amodorrado, Papi se incorpor� para apagarlo. Se desperez� mientras se levantaba
de la cama que compart�a con Chiquit�n para abrir la persiana. La luz del nuevo
d�a da�� los ojos de su hijo.



"Vamos, Chiquit�n, hay que levantarse"



Papi intent� que su voz sonara fuerte, pero el cansancio de
la ma�ana pudo m�s que su buena voluntad. Chiquit�n, como respuesta, se gir�
tap�ndose de la luz y envolvi�ndose m�s en las s�banas. Pero Papi conoc�a muy
bien el mejor modo de quitarle el sue�o a un jovencito dormil�n. Se inclin�
sobre la cama y tir� fuerte de la ropa; el cuerpo desnudo de Chiquit�n apareci�
ante su vista. Papi lo gir� con la mano izquierda para poner el culete al
alcance de su diestra, con la cual descarg� una r�pida r�faga de azotes sobre
las nalgas desnudas de Chiquit�n. El peque�o se incorpor� en la cama
sobresaltado y con cara compungida. Papi sonri�.



"Es hora de levantarse, jovencito. Me voy a la ducha y cuando
venga quiero verte totalmente vestido y preparado para desayunar. �Lo tengo que
decir dos veces?"



"No, Papi"



Chiquit�n despeg� de la cama su culete levemente sonrosado
por los azotes, y se levant�. Satisfecho, Papi cogi� toallas y ropa limpia, y se
dirigi� hacia el cuarto de ba�o. Una vez all�, mientras se quitaba el pijama,
ten�a la sensaci�n de tener algo que hacer ese d�a, aunque no pod�a recordar que
era.



********************



Papi entr� en la habitaci�n ya vestido, aunque con el nudo de
la corbata sin hacer. Muchos d�as al volver a entrar se encontraba a Chiquit�n
todav�a en la cama, por lo que llevaba la zapatilla especial de castigo
preparada en su mano derecha por si hab�a que zurrar al peque�o para que acabase
de despejarse. Sin embargo, Chiquit�n le dio una agradable sorpresa aquella
ma�ana: le esperaba completamente vestido, muy guapo con su jersey, su corbata y
sus pantaloncitos cortos que apenas le cubr�an la mitad del muslo, y hasta se
hab�a perfumado ya con colonia y aguardaba por su pap� en actitud sumisa, con
las manos en la espalda y una encantadora sonrisa de ni�o bueno. Papi dej�
descansar la zapatilla sobre la c�moda, rode� a su hijo con un fuerte abrazo y
lo bes� en los labios.



"Buenos d�as, Chiquit�n. Est�s muy guapo"



"T� tambi�n, Papi"



"Hala, a desayunar" Papi dirigi� a Chiquit�n fuera de la
habitaci�n con un par de palmadas cari�osas en el trasero.



********************


Chiquit�n no dio problemas ni molest� con preguntas pesadas
durante el desayuno, ni hizo perder tiempo a la hora de salir de casa, ni
intent� despegar su mano de la de su pap� mientras caminaban hasta la casa del
profesor particular del muchacho. Aunque se sent�a muy agradecido por esa
inusual ma�ana de paz, Papi sol�a inquietarse ante un comportamiento tan
perfecto, porque sol�a ser se�al de que Chiquit�n hab�a llevado a cabo alguna
travesura, o estaba planeando alguna. Y luego esa sensaci�n de que estaba
olvidando alg�n trabajo pendiente para ese d�a ..... Intent� quitarse esas ideas
de la cabeza; era una hermosa ma�ana y �l y su ni�o paseaban felices por la
calle.



Al doblar una esquina, se encontraron ante una escena de
disciplina paterna protagonizada por uno de los compa�eros de clase de
Chiquit�n. El pap� del muchacho le tiraba con energ�a de las orejas mientras le
re��a en voz no muy alta, por lo que Papi y Chiquit�n no supieron exactamente en
qu� hab�a consistido el mal comportamiento del joven. El caso es que su pap�
debi� considerar que el muchacho merec�a un castigo m�s contundente, por lo que
lo atrajo hacia s� y le hizo inclinarse para calentar con una buena zurra la
parte posterior de sus pantalones cortos. Papi sonri�, ya que entre �l y
Chiquit�n sol�a tener lugar una escena similar la mayor parte de las ma�anas en
el trayecto hacia el "cole", como los chicos llamaban a la casa de su maestro.



Al pasar al lado del enfadado pap�, �ste interrumpi� durante
un momento los azotes para saludar a Chiquit�n y su papi, que respondieron con
cortes�a. El muchacho azotado, probablemente por verg�enza, no intent� averiguar
quien estaba presenciando su castigo. Una vez los hubieron adelantado, el sonido
de la azotaina, los quejidos del chico travieso, y las rega�inas del pap�,
llegaron a los o�dos de Papi y Chiquit�n todav�a durante un tiempo, hasta que se
despidieron a la entrada del cole.




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El trabajo aquella ma�ana tambi�n pareci� transcurrir fluido
y sin problemas, a pesar de lo cual a Papi segu�a sin abandonarle esa sensaci�n
de estar olvidando un asunto pendiente. La ausencia de problemas le posibilit�
salir de la oficina un poco antes, por lo que podr�a pasar por el cole y recoger
a Chiquit�n. As� hablar�a con su maestro y se enterar�a de qu� tal se estaba
portando el chico en clase, algo que el trabajo le imped�a hacer la mayor parte
de las ma�anas.



Chiquit�n asist�a a clases particulares donde aprend�a
nociones de administraci�n y contabilidad, para dentro de poco tiempo poder
entrar a trabajar, si el jefe estaba de acuerdo, en la oficina de Papi como
ayudante. Pero lo que hab�a motivado la elecci�n de aquel maestro era su
compromiso con la disciplina y el castigo tradicional en la educaci�n de los
j�venes. Papi sab�a que dejaba a Chiquit�n en buenas manos todas las ma�anas, en
un lugar donde se le tratar�a con todo el rigor que necesitaba.



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El propio Chiquit�n le abri� la puerta de la casa del
maestro. Muy complacido, Papi le acarici� el pelo mientras se dirig�an a la sala
donde ten�an lugar las clases. Desde all� llegaba el sonido de una azotaina; y
efectivamente, la escena que esperaba a Papi en el aula era la de un joven
desnudo de cintura para abajo inclinado sobre la mesa del profesor, recibiendo
muchos azotes con una larga regla de madera.



El maestro golpeaba con pulso firme las nalgas ya bien
coloradas del muchacho, cuya ropa interior descansaba sobre la mesa, acompa�ada
de otros pantaloncitos y calzoncillos. A un lado, cara a la pared, se
encontraban los due�os del resto de la ropa, otros dos j�venes vestidos s�lo con
un chaleco y una camisa anudada de forma que sus nalgas quedaban perfectamente
visibles. Ambos culitos, que los chicos acariciaban de vez en cuando con
expresi�n dolorida, mostraban un tono rojo intenso; hab�an sido azotados
recientemente, y las marcas de las nalgas parec�an tener su origen en la misma
regla que ahora estaba castigando un nuevo trasero.



Papi se sent� en uno de los pupitres y orden� a Chiquit�n que
hiciera lo mismo. Mientras esperaba para hablar con el maestro, presenci� con
gran deleite el castigo del alumno travieso, en cuyos quejidos Papi reconoci� al
hijo corregido por su pap� camino del cole aquella ma�ana. La azotaina era en
esta ocasi�n bastante m�s severa, as� que el chico intentaba, con poco �xito,
cambiar la posici�n de las nalgas para evitar el impacto de la regla y reducir
el dolor de los azotes. El maestro le llam� la atenci�n record�ndole que deb�a
mantener las piernas bien separadas. El alumno as� lo hizo, poniendo sus
genitales y su ojete perfectamente a la vista de los adultos presentes en la
sala. Papi envidi� mucho al maestro; trabajar en la dominaci�n y la disciplina
de un grupo de jovencitos ser�a un sue�o para �l y para muchos otros pap�s.



El quinto y �ltimo pupilo presente en la sala presenciaba los
azotes de su compa�ero de pie y con expresi�n muy diferente a la de Chiquit�n.
Papi se imaginaba por qu�, y el maestro confirm� su suposici�n.



"Mientras acabo con tu amigo, t� vete quit�ndote ya los
pantalones y los calzoncillos, jovencito. Tambi�n te vas a ir a casa con el
culete muy caliente"



Tras esta breve interrupci�n, el profesor reanud� su ataque
sobre las posaderas de su desdichado alumno, mientras el siguiente se quitaba
los zapatos, para proseguir luego con los pantalones. Vestido solo de cintura
para abajo con la ropa interior, el joven mir� en la direcci�n de Papi; la
mirada atenta de un hombre mayor desconocido que observaba como se desnudaba le
provoc� un momento de duda antes de bajarse, visiblemente avergonzado, los
calzoncillos. No obstante, no intent� tapar los genitales ni el culete de la
vista de los presentes en la sala. Esper� su turno con la cabeza baja.



Por fin el maestro dej� la regla a un lado y cogi� al
muchacho castigado de la oreja, levant�ndolo de la mesa y llev�ndolo junto a los
otros dos.



"Ah� de cara a la pared"



Mientras el dolorido chaval acariciaba sus nalgas ardientes
intentando apaciguar el escozor, el maestro fue a saludar a Papi. Su expresi�n
dura se convirti� en un instante en la sonrisa m�s encantadora.



"Buenas tardes. Que agradable verle por aqu�"



"Buenas tardes, se�or maestro. Veo que los chicos han sido
traviesos hoy"



"No han estudiado la lecci�n que ten�an que traer aprendida.
He tenido que azotarles a todos, menos a Chiquit�n, que hoy, sin que sirva de
precedente, ha sido un alumno ejemplar"



Acostumbrado a encontrarse en sus visitas a la clase a
Chiquit�n sobre las rodillas del maestro, o bien inclinado sobre la mesa como el
muchacho al que acababan de azotar, Papi se llen� de orgullo y de sorpresa al
o�r que su hijo hab�a sido el primero de la clase.



"A decir verdad, Chiquit�n ha sido desobediente durante toda
la semana; le he tenido que zurrar de lo lindo para que trabajase todos los
d�as. Salvo hoy que se ha portado estupendamente y ha estudiado". A continuaci�n
se dirigi� a Chiquit�n y lo tom� de la oreja, retorci�ndosela. "Eso me
demuestra, jovencito, que hago bien en castigarte porque t� cuando quieres,
puedes"



"UUUyy"



"�Es verdad o no es verdad que hago bien en bajarte los
pantalones y darte unos buenos azotes en el culo cuando no estudias?"



"Aaaay, es verdad, se�or maestro. Aaaay"



"�Te mereces o no todas las azotainas que te has llevado esta
semana?"



"S�����, uuuy"



Satisfecho con la respuesta, el maestro liber� la oreja de
Chiquit�n, para gran alivio de �ste. Papi se sinti� muy satisfecho de haber
encontrado un profesor que prestaba a su hijo la atenci�n que el joven
necesitaba, castig�ndolo como �l sab�a muy bien que Chiquit�n se merec�a.



"Pues ya sabes, a estudiar todos los d�as como hoy. Espero
que ma�ana te sepas bien la lecci�n que te dije. Te la preguntar� nada m�s
llegar a clase, y como no respondas bien a todas las preguntas, te calentar� el
pompis como hoy a tus compa�eros. Y hablando de tus compa�eros ..... hay un
caballerete aqu� que va a volver a casa con el culito como un tomate"



Tras dar la mano a Papi, el maestro volvi� a adoptar su
expresi�n dura; se dirigi� al muchacho que le faltaba por castigar y, sent�ndose
en su silla, le orden� que se colocara sobre su regazo.



Cuando las nalgas desnudas del joven estuvieron a su alcance,
el maestro empez� a descargar manotazos sobre ellas con un gran br�o. Papi
disfrut� de la escena durante unos momentos, pero pronto se dio cuenta de que se
hac�a tarde y hab�a que preparar el almuerzo. Cogi� a Chiquit�n de la mano y
dejaron atr�s los azotes escolares y los lamentos de los muchachos castigados.
Su felicidad de aquella ma�ana tan perfecta fue de nuevo interrumpida por la
punzada de algo que quedaba sin hacer y que volv�a a martillear su cabeza, sin
motivo aparente.




********************





Los pap�s de chicos traviesos saben que la calma suele ser un
preludio a la tempestad. �sta se desencaden� poco despu�s de salir de casa del
maestro. Al coger una calle transversal con su Chiquit�n de la mano, Papi not�
un pinchazo en el cuello, y su cara se contrajo en una mueca de dolor.



"�Qu� pasa, Papi?"



"Aaaah, me han vuelto los dolores musculares en el cuello.
�Me dar�s un masaje al llegar a casa, nene"



"Claro que s�"



"Gracias, eres un cielo de ni�o. Aunque ser� mejor que me
tome la pastilla que me recet� el m�dico ......"



Papi se detuvo de repente. El m�dico: ese era el compromiso
que ten�a para hoy y que hab�a olvidado. Se qued� plantado en medio de la calle
dirigiendo a Chiquit�n una mirada fulminante.



"Eeeh... �qu� pasa Papi?"



Chiquit�n no sab�a mentir; estaba claro que sab�a que Papi se
acababa de dar cuenta de su travesura. La culpabilidad pod�a leerse en su cara.



"Chiquit�n ...... �no hab�a un jovencito que ten�a que ir al
m�dico hoy?"



"�S�? �Era hoy, Papi? AAAAyy....."



La mano de Papi apretaba y retorc�a la oreja del peque�o.



"No disimules; te aconsejo que no pongas las cosas todav�a
peor. Siempre apunto tus citas con el m�dico en el movil. �Por qu� no ha sonado
hoy mi tel�fono para avisarme, Chiquit�n?"



"Uuuy, no s�, Papi. UUUUUy ...."



Papi estruj� con m�s fuerza la oreja.



"�Has sido t�, no mientas!"



Papi amenaz� con la otra mano; Chiquit�n apart� la cara
pensando que iba a recibir una bofetada. Pero la mano paterna se detuvo a
tiempo; hab�a que castigar al chico, desde luego, pero un buen pap� no deb�a
pegar en la cara. Otros transe�ntes, algunos de ellos otros pap�s con sus hijos,
les dirig�an miradas de reojo. Papi cogi� al muchacho travieso por el cogote y
ech� a andar a paso ligero.



"La hora de visita era por la ma�ana y la has perdido. Ya
ver�s la que te espera cuando lleguemos a casa. Prep�rate para una buena paliza"



Aterrado, Chiquit�n s�lo pod�a farfullar disculpas
ininteligibles mientras era arrastrado en direcci�n a casa. Papi le propin� un
azote para que se callara.



********************



Al entrar en casa, Papi empuj� a su travieso hijo hacia el
sal�n mientras se quitaba la chaqueta y los zapatos. Chiquit�n no se atrevi� ni
a moverse ni a mirar a su pap� mientras este se dirig�a al armarito de los
castigos y sacaba de �l un gran cepillo de pelo con el canto de madera.



Bien armado, el padre se dirigi� hacia su hijo, lo tom� de la
oreja y lo empuj� hacia el sof�. Chiquit�n no articul� palabra mientras Papi se
sentaba, le desabrochaba el pantal�n y se lo bajaba hasta los tobillos. S�lo
emiti� unos leves gemidos cuando el calzoncillo fue empujado hasta hacer
compa��a al pantal�n. Mirando al joven con expresi�n dura, Papi lo ech� sobre
sus rodillas coloc�ndolo en la posici�n id�nea para la larga azotaina que le
esperaba. Mientras le sacaba de los pies los pantalones y los calzoncillos
dejando al muchacho totalmente desnudo de cintura para abajo, empez� a rega�ar:



"Tienes m�s peligro t� cuando eres bueno que cuando eres
malo. Ya me imaginaba que hab�as hecho una de las tuyas. Ayer ya te tuve que
calentar el culo despu�s de la cena. Y hoy, que parec�a que te estabas portando
bien ......."



ZAS. La mano impact� con fuerza sobre la nalga izquierda.
Agarrando con fuerza al joven por encima de la cintura, Papi volvi� a levantar
la palma hasta muy arriba y la descarg� sobre la nalga derecha. Al segundo
golpe, empezaron ya los sollozos de Chiquit�n.



"Te he dicho, ZAS, montones de veces, ZAS, que los ni�os
buenos, ZAS, y listos, ZAS, no tienen miedo de ir al m�dico; ZAS"



"Aaaay, Papi, el m�dico pone inyecciones; UUUUy; y
supositorios; AAAAy"



"Pues si te los pone, ZAS, es por tu bien, ZAS. Y aunque no
lo fuera, ZAS, si Papi dice que hay que ir al m�dico ZAS, pues hay que ir, ZAS,
al m�dico, ZAS, y punto, ZAS. Y no querer hacer siempre, ZAS, lo que te da la
gana, ZAS. Ahora vas a ir al m�dico, ZAS, y adem�s, ZAS, te vas a llevar, ZAS,
unos buenos, ZAS, azotes, ZAS, en el culo, ZAS ......"



Cuando las nalgas de Chiquit�n empezaron a enrojecer, Papi
llev� a cabo una breve parada en el castigo para acariciar el culete, que ya
empezaba a desprender calor.



"�Volver�s a hacer travesuras para no ir al m�dico?"



"Nooo, Papi, no lo har� m�s"



"Ya, no lo har�s m�s. Me voy a asegurar de que no lo har�s
nunca m�s"



Los azotes volvieron a caer sobre las nalgas desnudas. A�n
quedaba mucha paliza por delante, y Papi cumpli� con su obligaci�n con esmero.



"Est� muy mal, ZAS, andar fuchicando en el tel�fono de Papi,
ZAS, borrando sus citas, ZAS. Eso demuestra, ZAS, que eres un chico travieso,
ZAS, y muy, ZAS, muy, ZAS, desobediente, ZAS. Y a los chicos desobedientes, ZAS,
sus pap�s los ponen sobre sus rodillas, ZAS, y les dan una buena azotaina, ZAS,
hasta ponerles el culo muy, ZAS, muy, ZAS, rojo, ZAS, ....."



La rega�ina dur� un buen rato, al cabo del cual Papi descans�
otro momento para dar paso a la siguiente fase del castigo. Para ello tom� el
fuerte y duro cepillo de madera.



"Tengo algo aqu� para el culito de los ni�os malos"



"Noooo, Papi, el cepillo no. Por favoooooor, AAAAAY"



Haciendo caso omiso de los lamentos, lloriqueos y promesas,
Papi sigui� con el justo y merecido castigo del jovencito, hasta ponerle el
culete de un tono rojo muy intenso. Entonces el pap� se apiad�, dej� de lado el
cepillo y acarici� con una mano el pelo de Chiquit�n, y con otra las doloridas
nalgas. Chiquit�n sab�a que se hab�a ganado la zurra a pulso, pero estaba muy
arrepentido de haberse portado mal, y hab�a aprendido las consecuencias de sus
actos. Papi estaba muy satisfecho.



Tom�ndolo con cuidado, Papi levant� a Chiquit�n de su regazo
y lo sent� sobre sus rodillas.



"Eres muy travieso, Chiquit�n, pero eres buen ni�o. Papi te
quiere mucho"



La cara de Chiquit�n se ilumin�, y el joven intent� cambiar
su mueca de dolor por una sonrisa.



"Yo tambi�n te quiero, Papi"



Papi lo abraz� con fuerza, y dedic� un rato largo a besar,
acariciar y mimar a su hijito. Cuando lo vio recuperado, lo mand� de la oreja
cara a la pared con el culito todav�a muy rojo.




********************



Chiquit�n ya hab�a recibido su castigo, pero eso no arreglaba
el problema. Hab�a perdido su cita con el m�dico, no le dar�an otra hasta muchos
d�as despu�s, y hac�a ya varios meses que el joven no pasaba por ning�n
reconocimiento. Visitar peri�dicamente al doctor era bueno para la salud, y
tambi�n para la educaci�n, de Chiquit�n. Pero habr�a que buscar un profesional
menos solicitado; la revista favorita de Papi, Cari�o y disciplina, donde se
daba mucha informaci�n valiosa para los pap�s tradicionales como �l, le dio la
solucui�n.



"Doctor Culete, pediatra especializado en chicos traviesos.
El mejor cuidado m�dico para los ni�os obedientes, y los mejores castigos para
los que no lo son; exploraci�n rectal, inyecciones, supositorios, enemas .... y
por supuesto, azotes. Sabemos que nuestros j�venes pacientes necesitan una
atenci�n espeical, y se la proporcionamos. Consulta para chicos de hasta 25 a�os
acompa�ados por sus pap�s"



Papi dobl� la revista con una amplia sonrisa. Un doctor a la
medida de las necesidades de Chiquit�n. Al final, era una suerte haber perdido
la vez en la consulta del m�dico convencional. Una llamada a la cl�nica confirm�
sus mejores expectativas; el doctor ten�a un peque�o hueco esa misma tarde y
podr�a recibir a Chiquit�n.



De muy buen humor, Papi se dirigi� a la esquina en la que el
peque�o, desnudo de cintura para abajo, cumpl�a su castigo, y se lo levant�.
Mientras le acariciaba las nalgas todav�a doloridas, le mand� que se vistiera.



********************



Un sonriente y atractivo enfermero de algo m�s de 30 a�os les
abri� la puerta y les introdujo en una acogedora entrada.



"Hola, guapo. �Vienes a ver al doctor?"



Tras dirigir una cort�s inclinaci�n de cabeza a Papi,
prosigui�:



"�Es la primera vez que vienes? Aj�, muy bien. En primer
lugar tengo que desnudarte, porque el doctor no permite que los ni�os lleven
ropa. Tienen que estar desnuditos para poder reconocerlos bien. Vas a ser bueno
y colaborar �a que s�?"



Chiquit�n ten�a todav�a el culete demasiado caliente como
para pensar en desobedecer, por muy poca gracia que le hiciera desnudarse. Eso
significaba que le pondr�an una inyecci�n, o tal vez que le tomar�an la
temperatura .....



"No tiene que perder tiempo con esto, si quiere lo desnudo
yo" Se ofreci� Papi.



"No se preocupe, es un momento y as� ya le guardo la ropa.
Muy bien, ahora los calzoncillos. Aaah, eres muy guapo tambi�n de ah�.
Estupendo. Si quieres caramelos, c�gelos de encima del mostrador"



Tras guardar la ropa del peque�o y darle a Papi un n�mero de
consigna, el enfermero los gui� hacia la sala de espera. All� se encontraban
tres j�venes como Chiquit�n de alrededor de 20 a�os, tambi�n completamente
desnudos, dos de ellos sentados en las rodillas de sus pap�s, y el otro
inclinado sobre el regazo paterno. Su pap�, que salud� atentamente a Papi igual
que los otros, le acariciaba las nalgas, bastante enrojecidas. Todo indicaba que
el peque�o acababa de recibir una azotaina.



"Muy bien, Chiquit�n. Espera tu turno, por favor. Y s� bueno;
espero no tener que salir a darte unos azotes", avis� el enfermero antes de
entrar en la sala de consulta.



Papi se sent� tranquilamente en uno de los sof�s que estaban
libres, coloc� a Chiquit�n sobre sus rodillas, y se entretuvo en la lectura de
n�meros atrasados de Amor y disciplina y publicaciones similares, todas llenas
de fotos de culetes de j�venes traviesos que recib�an su justo castigo.




*****************************************************************



La puerta de la consulta se abri� y de ella salieron cogidos
de la mano un jovencito desnudo y su pap�. El jovencito com�a una piruleta y
estaba sonriendo, por lo que a Chiquit�n le choc� y asust� todav�a m�s el ver
las marcas recientes de vara que cruzaban todo su trasero. Tuvo un fuerte
impulso de pedirle a Papi que se fueran de all�, pero sab�a que con ello s�lo
conseguir�a un tir�n de orejas. El enfermero les pidi� a Papi y a �l que
entraran en la consulta.



La entrada en la consulta del doctor fue muy reconfortante
para Chiquit�n. Esperaba encontrarse con un se�or muy mayor, con expresi�n de
enfado y una vara en la mano, como su maestro. Sin embargo el Doctor Culete era
un hombre efectivamente de edad avanzada, pero simp�tico y jovial.



"Hooola, Chiquit�n. Eres un ni�o muy guapo. Ooooh, que
encantador, tan t�mido. Me gustan los chicos as�, dulces y obedientes. No tengas
miedo, ven aqu� que te vea bien"



Con mayor confianza ante el aspecto afable del m�dico,
Chiquit�n se acerc� a �l mientras Papi se sentaba frente a la mesa del doctor y
el enfermero esperaba instrucciones frente a la camilla.



El doctor observ� el cuerpo desnudo de Chiquit�n de arriba a
abajo y empez� a manosearle el trasero con evidente deleite.



"Que culito tan bonito ..... mmm y veo que est� rojo. Pap� te
ha dado unos azotes, �verdad? Seguro que fuiste travieso. Muy bien hecho, los
chicos de tu edad deben ser castigados. De verdad que me encanta este culito"



Mientras lo ve�a sobar las nalgas de su hijo con ambas manos,
Papi pens� que no le llamaban Doctor Culete por casualidad. Desde luego no lo
criticaba, m�s bien le envidiaba y, como le ocurr�a con el maestro, pensaba que
har�a lo mismo si estuviera en su lugar.



Pero hab�a tambi�n que cumplir con el deber, as� que el
doctor se levant�, midi� a Chiquit�n, lo pes�, le pregunt� a Papi por las
enfermedades que hab�a tenido, y le comprob� el pulso, la tensi�n y la capacidad
pulmonar, mientras hablaba con el muchacho derrochando simpat�a.



"Muy bien, Chiquit�n. Ahora incl�nate sobre la camilla, te
voy a tomar la temperatura"



"�Me .... me tengo que inclinar sobre la camilla?"



"No repitas lo que yo digo. Venga" El doctor lo gui� en
direcci�n a la camilla con un azote.



"Pero ...."



"Aaah, no, no, los chicos buenos nunca dicen pero. Venga,
incl�nate y separa bien las piernas para que te podamos medir la temperatura.
Luego te llevar�s unos buenos azotes, te sacudiremos la pilila, te pondremos un
supositorio, y tan contento para casa"



El doctor hab�a estado tom�ndole el pelo, por lo que
Chiquit�n quiso considerar los �ltimos comentarios como una broma m�s. Aunque no
dejaba de ser una broma inquietante. El enfermero hab�a abandonado su expresi�n
sonriente y ahora observaba al joven con recelo, dispuesto a tomar medidas si no
obedec�a. As� que Chiquit�n se inclin� y abri� bien las piernas con una
docilidad que gust� mucho a Papi.



"As�, muy bien. Te voy a separar las nalgas .... muy bien.
Ah� va el term�metro. �Estate quieto o el enfermero te calentar�! As�, ya casi
est� dentro. Ya est�. Ahora ah� quietecito un par de minutos. Ay de ti si te
mueves, jovencito"



Chiquit�n permaneci� obediente con el term�metro entre sus
nalgas durante un rato que le pareci� largo.



"Estupendo, no tienes fiebre. De todas formas, enfermero,
vaya preparando para luego un buen supositorio de glicerina, por favor. No, no
te levantes, Chiquit�n, est�s estupendo en esta posici�n. Y no juntes las
piernas. As�, bien separadas. Voy a examinarte"



A continuaci�n Chiquit�n experiment� algo que no conoc�a con
su anterior m�dico, y que era bastante m�s inc�modo que el term�metro: una
exploraci�n rectal.



"Pr�stata en perfectas condiciones, muchacho. Este culito
est� espl�ndido. Pero necesita la mejor medicina que hay para los ni�os.
Enfermero, por favor"



Para asombro y delicia de Papi, el enfermero sac� de un caj�n
una vara de abedul.



"�El chico ha probado ya la vara en casa?" Pregunt� el doctor
dirigi�ndose a Papi.



"Eeeeh, no se�or, suelo azotarle con la zapatilla o la pala.
O el cepillo"



"Ah bien, yo siento predilecci�n por la vara; la uso mucho
con mis nietos. La vara y el culete hacen una pareja perfecta. De todas formas,
si no est� acostumbrado a ella, ir� con cuidado. Chiquit�n, vuelve a tu
posici�n. Tienes que llevarte unos azotes"



El muchacho estaba entre aterrorizado e indignado, no le
sal�an las palabras.



"Pero ..... no he hecho nada malo, doctor"



El m�dico sonri� dulcemente.



"Que chico tan majo eres. Y muy guapo. Pero eso no significa
que no haya que azotarte. Est� claro que a veces eres desobediente, y todos los
chicos necesitan la vara. Venga, tranquilo. As�, bien inclinado, separa un poco
las piernas. Un poco m�s, que se te vean los test�culos en medio. Muy bien"



La vara cort� el aire hasta detenerse en las nalgas desnudas
de Chiquit�n. El chasquido excit� much�simo a Papi, y la visi�n de la marca
horizontal sobre el culete todav�a m�s. El doctor volvi� a pegar, ahora un poco
m�s abajo y un poco m�s fuerte. El peque�o dio un respingo; el azote cortante de
la vara escoc�a en sus nalgas acostumbradas a la mano de Papi y a instrumentos
de castigo planos.



"As�, esto es lo mejor para los chicos. Mejor que ning�n
jarabe ni pastilla; mejor incluso que los supositorios, las inyecciones y los
enemas. Unos buenos azotes con la vara; escuece un poco, pero activa la
circulaci�n; y se descargan cantidad de hormonas muy beneficiosas; el ni�o queda
como nuevo y se porta bien durante un buen rato; y el culete queda precioso con
sus marquitas"



Durante varios minutos, el doctor se esforz� por azotar con
la fuerza debida, ni m�s ni menos, el hermoso trasero que ten�a ofrecido. Un
esfuerzo de lo m�s placentero, eso s�. Finalmente, ambas nalgas, as� como las
partes superiores de los muslos, estaban cubiertas casi de arriba a abajo de
finas l�neas horizontales. Chiquit�n temblaba cada vez m�s ante cada azote y no
podr�a aguantar mucho m�s. Con un �ltimo golpe que le arranc� un gemido al
peque�o, el doctor dio por terminada su peculiar terapia.



"Muy bien, Chiquit�n. Has aguantado como un campe�n. Aunque
te duela el culete, ya ver�s que bien te vas a encontrar durante las pr�ximas
horas. Descansa un momento, luego el enfermero te pone un poco de cremita para
aliviarte las nalgas, y luego tu supositorio"



Sumiso y obediente como siempre estaba despu�s de una zurra,
Chiquit�n no dijo ni mu a pesar del escozor que le produjo la introducci�n del
supositorio.



"Que bien te portas. Ahora como premio, la parte de la
exploraci�n que m�s os gusta. Enfermero, vamos con la extracci�n de esperma. No
lo cambie de posici�n, por favor. Que siga inclinado para que pap� y yo podamos
seguir contemplando su culito con las marcas de la vara"



Siguiendo las instrucciones del doctor, el enfermero procedi�
a orde�ar a Chiquit�n mientras �ste segu�a inclinado sobre la camilla.
Normalmente usaba un guante para hacerlo, pero cuando el chico le gustaba
prefer�a utilizar la mano desnuda, y eso hizo en esta ocasi�n. Despu�s de tantos
castigos y humillaciones, las caricias del enfermero transportaron a Chiquit�n
muy r�pidamente a la gloria. Por su parte, Papi, ante la sucesi�n de im�genes
estimulantes que hab�a contemplado, no pudo menos que hacerse a s� mismo lo que
le estaban haciendo a su ni�o.



Cuando Chiquit�n iba a a eyacular, el enfermero con precisi�n
de experto coloc� delante del miembro del peque�o un vaso con el que recogi� una
abundante muestra de esperma para analizar. A continuaci�n, lav� y sec�
concienzudamente a Chiquit�n, y tuvo el detalle de hacer lo mismo con Papi.
Estaba acostumbrado, porque era normal que los pap�s se excitaran contemplando
los reconocimientos m�dicos de sus hijos.



Una vez todos limpios y aseados, el doctor extendi� una
receta para Papi.



"No lo olvide, una buena dosis de vara y un supositorio todas
las noches antes de dormir. Prescripci�n facultativa. Y, si se porta bien,
tambi�n le puede hacer una extracci�n de esperma", a�adi� gui�ando el ojo.
"Puede quedarse la vara"



Papi la recogi� contento y cort� el aire con ella.



"Muchas gracias, doctor. Le dar� buen uso"



Tras buscar la ropa de Chiquit�n y vestirlo, Papi sali� de la
consulta con el muchacho agarrado de una mano, y la vara con la otra,
visiblemente satisfecho con los m�todos del nuevo m�dico del chico. Por su
parte, Chiquit�n se acariciaba su dolorido trasero y miraba la vara con
consternaci�n. Papi not� su inquietud e hizo un alto en el camino para abrazarlo
y calmarlo.



"�Me vas a pegar con la vara, Papi?"



"S�, Chiqui, ma�ana la usaremos antes de acostarte. Pero
tienes que saber que Papi lo hace porque te quiere y porque es bueno para ti"



Las caricias y las palabras de Papi cambiaron el semblante de
Chiquit�n. Cuando el muchacho volvi� a sonre�r, Papi se dio por satisfecho y
ambos siguieron el camino de vuelta a casa.


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Relato: Las aventuras de Chiquitin: Chiquitin va al m�dico
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