Relato: Yo quiero a mi hijo



Relato: Yo quiero a mi hijo

YO QUIERO A MI HIJO


Aquella ma�ana hab�a mucha excitaci�n en mi casa, y no era
para menos. Mi ni�o, mi adorado ni�o, estaba de cumplea�os, pero no era un
cumplea�os cualquiera: era su 18 cumplea�os. Mi hijo se hac�a mayor de edad. Con
tan solo 33 a�os estaba a punto de tener un hijo ya adulto. Al poco de despertar
y pensar en ello, no pude si no hacer una retrospectiva, de recordar como hab�a
sido posible, y sorprenderme por los giros que tiene la vida y los cambios que
vienen en ellos: con 15 a�os yo era una puta, una verdadera guarra. No tengo
problema en reconocer que mi cuerpo andaba caliente y buscaba al primer hombre
que tuviera delante para que me satisficiera. No importaba si era un primo, un
compa�ero de clase, un desconocido, varios desconocidos�mi mundo se limitaba a
follar por follar, a correrme a cualquier hora del d�a, y si no ten�a una buena
polla a mano ten�a el mortero del azafr�n, que me met�a todo dentro para moverlo
hasta correrme sobre el sof�, sobre la mesa de la cocina o en el mismo suelo.
Imposible el d�a que no tuviera alg�n orgasmo, ya que cuando no buscaba una
polla algunos amigos de mis padres o algunos parientes me tocaban de manera
furtiva sabiendo que yo no me quejaba. Algunos de ellos, tanto de los amigos
como de los parientes, tambi�n me hicieron disfrutar. Jam�s le hice ascos a nada
en la cama, ni siquiera al sado, a la zoofilia, a la dominaci�n, tr�os, org�as,
etc etc etc�mi vida era perfecta hasta que me dej� llevar, comet� un error y
todo se fue a la mierda: qued� embarazada.



La tragedia hab�a ocurrido con un buen amigo m�o en su casa,
tras salir de fiesta un fin de semana. Por aquel entonces y con la menstruaci�n
como amenaza de terminar con mi estilo de vida, tomaba muchas precauciones, pero
ese finde me descuid�, y me pre��. Mi madre casi me mat� cuando se enter� de que
su ni�ita hab�a quedado pre�ada y adem�s de mi amigo, pues sus padres y los m�os
eran �ntimos. Yo quise abortar por todos los medios y viendo el enfado de mi
madre pens� que me apoyar�a en mi idea y as� evitar males mayores, pero no pod�a
estar m�s equivocada. Con su habitual mueca de furia y su voz fr�a me dijo
"cometiste un error ahora te toca sufrir las consecuencias", y se neg� a que
abortara. La odi� por ello, la odi� con todas mis fuerzas y pens� que en cuanto
naciera me dar�a a la fuga y dejar�a el beb� en una casa de acogida o en un
portal para que otra familia lo cuidase. Yo quer�a follar con t�os, �para que
quer�a un beb�?. Sab�a que eso ser�a el fin de todo lo que me gustaba y yo no
quer�a que terminase, pero en cuanto tuve al beb� en mis brazos llor� muy
emocionada. Era mi ni�o, mi hijo. Vi en �l la vida alocada que hab�a tenido y la
oportunidad de enmendarme, de comenzar de nuevo, as� que continu� mis estudios
hasta los 18, momento en que decid� darle un nuevo uso a mi cuerpo para ser
modelo, y gracias a que conserv� mi figura y mi buen tipo en mi casa nunca falt�
el dinero. Pocos meses despu�s me hab�an independizado y ya cuidaba sola a la
raz�n de mi existencia, a ese tesoro, a ese �ngel que me mandaron del cielo: mi
ni�o bienamado.



Y ahora, a�os ha, �l iba a cumplir 18 a�os. �l estaba muy
ilusionado, y todos sus amigos y amigas estuvieron a su lado en la estupenda
fiesta que como todos los a�os me encargaba de preparar, mientras que mi
marido(obviamente tuve que casarme con su padre, al que el tiempo me hizo acabar
am�ndole tanto como �l a m�) se ocupaba de preparar el jard�n trasero de la casa
para poner las mesas y las sillas de los invitados. A media tarde hab�a m�s de
30 personas en mi casa entre familiares y amigos, todos celebrando la mayor�a de
edad de mi peque�o. �ste me dio un fuerte abrazo y un beso en la mejilla d�ndome
las gracias por la que era la mejor fiesta de su vida. Consigui� que me pusiera
a llorar como una ni�a, siendo confortada por mi esposo. Los dos, pese a
nuestros altibajos, est�bamos viviendo uno de los mejores momentos de nuestras
vidas, y le trajimos una gran tarta de cumplea�os que �l apag� con una amplia
sonrisa de oreja a oreja. Me extra��, no obstante, que no dijera cual era su
deseo de cumplea�os, ya que todos los anteriores lo hab�a hecho con naturalidad.
Mi marido y yo le dimos un fuerte abrazo y le dimos nuestros regalos: �l le
regal� un discman port�til �ltima generaci�n, y yo un CD de su grupo favorito
para complementar. Luego el resto de sus amigos fueron d�ndole los suyos.



Todo era perfecto, maravilloso, pero en mi mente se hab�a
clavado una astilla que estaba empezando a roerla poco a poco. �Por qu� se hab�a
negado a decir cual era su deseo de cumplea�os?, �tan inc�modo resultar�a
decirlo delante de los dem�s, o lo inc�modo era decirlo delante de sus padres, o
era todo eso a la vez?. Sumida en un mar de dudas, decid� que ten�a que pillarle
a solas para pregunt�rselo y sonsacarle su secreto. Me urg�a el saber que le
pasaba por la mente.



Sal� de mis pensamientos y cogiendo las bebidas de la cocina
volv� a la fiesta como si nada hubiera pasado, divirti�ndome tanto o m�s que �l,
recordando de vez en cuando alguno de los momentos de su ni�ez: algunos
divertidos, otros m�s serios, algunos preocupantes, otros simp�ticos�incluso
tuve la arrogancia de sacar un �lbum de fotos para mostrarlo a sus amigos, lo
que provoc� en �l un ataque de rubor cuando �stos, como no pod�a ser menos,
empezaron a gastar bromas sobre lo mono que era y lo bonito que se ve�a de beb�.
Sabiendo que no llevaban mala intenci�n me re� con ellos mientras �l ped�a por
favor que lo dej�ramos de una vez.



A los pocos minutos, debido a lo mucho que bebi�, se quej�
que ten�a que ir al lavabo, y excus�ndome un momento le segu�. Esper� a que
terminase de hacer sus necesidades y cuando abri� la puerta para volver a la
fiesta le abord� meti�ndole dentro de nuevo y echando el pestillo para que no
nos interrumpiesen. Insist� en que me revelara cual era su deseo, que no pasaba
nada, que no me enfadar�a ni disgustar�a con �l si ped�a algo inusual o
sorprendente. Cuando pude convencerlo de que me lo contara la sorprendida fui
yo: su deseo era conocer a una hermosa chica a la que quisiera mucho para hacer
el amor con ella y as� perder su virginidad. Dada la vida que llev� de joven,
qued� estupefacta no solo por el romanticismo y el cari�o que demostraba en su
petici�n si no por saber que segu�a siendo virgen. Me cont� que no ten�a
problemas de mujeres pero que esperaba a esa especial a la que darle su virgo y
su amor. Qued� muda, helada de pies a cabeza. Me limit� a abrazarlo y darle un
beso mientras le susurraba que no se preocupara pues alg�n d�a conocer�a a esa
chica y ser� muy feliz. Justo al salirse de mi abrazo y volver, pude notar algo
con lo que no contaba: mi hijo se hab�a empalmado. Fue un instante, apenas un
segundo, un roce en el muslo de mi pierna, pero se not� perfectamente que mi
peque�o la ten�a dura como un garrote.



Mi estado de turbaci�n fue tal que me qued� all� en el ba�o,
inm�vil, temblando entre la expectaci�n y la incredulidad. �Mi hijo se hab�a
empalmado por m�?, �yo lo hab�a excitado, o hab�a sido alguna de las amigas del
jard�n?, �fue mi cuerpo el responsable de que su polla se hubiese levantado?.
Ten�a los ojos abiertos de par en par, intentando en vano responder a tantas y
tantas preguntas. Cerr� la puerta, me gir� un momento, me desnud� y me mir� en
el espejo, analizando mi cuerpo, comprobando que a�n parec�a una jovencita de 20
a�os a pesar de los 33 que en realidad ten�a, y admir� largo rato mi cuerpo: mis
labios carnosos, rosados, parecidos a los de Catherine Zeta Jones; mi pelo
casta�o claro como el de Diane Lane, ondulado y largo en melena, de seductora
fragancia; mis ojos profundos y misteriosos como los de Jennifer Connelly,
insondables, magn�ticos y cautivadores como el canto de una sirena; mi pechos,
como los de Angelina Jolie, firmes, grandes, de pezones canela claro desafiando
la gravedad; mi vientre, como el de Liv Tyler, liso y a�n un poderoso objeto de
deseo; mis piernas, como las de Linda Fiorentino, largas como para atrapar a un
hombre y no dejarlo salir; mi culo, como el de Jennifer Lopez, algo m�s esbelto
y no tan pronunciado, pero muy resping�n, todo redondez; y finalmente mi co�o,
como el de Alyssa Milano, apetecible, ardiente, con un pubis recortado en un
peque�o tri�ngulo y unos labios perfilados de color rosado, algo abiertos,
dibujando la sonrisa de la vida.



En un arrebato de orgullo me convenc� de que yo hab�a sido la
causante de su excitaci�n. Hac�a ya much�simo tiempo que hab�a olvidado lo loco
que yo era capaz de volver a un hombre, pero lo que nunca me supondr�a es que mi
propio hijo cayera presa de aquel embrujo. Me volv� a vestir y regres� a la
fiesta de cumplea�os, sonriendo como si nada hubiera pasado. �l estaba de risas
con sus amigos, al lado de dos amigas guap�simas que estaban coqueteando con �l,
aunque �ste se hac�a el despistado. Me hizo ilusi�n ver que �l iba a ser todo un
triunfador al que las ni�as que iban a rifar a bofetadas, y estaba convencida de
que iba a esparcir mucha felicidad entre ellas. Eso siempre y cuando encontrase
a esa mujer perfecta por la que suspiraba. Mientras le ve�a, contempl� su cuerpo
y el rostro angelical, casi infantil, que mi hijo ten�a. Sus proporciones, su
altura, la franqueza de su sonrisa�qued� sorprendida al darme cuenta de que no
estaba mir�ndole como a mi hijo, sino admir�ndole como hombre. En otras
circunstancias, un hombret�n como �l jam�s hubiera escapado de mis garras, y lo
habr�a llevado al cielo entre gritos enloquecidos. Comenc� a divagar y a
fantasear mientras estaba a su lado, con cada gesto que �l hac�a, con cada
palabra, con cada mirada de sus ojos, y naci� el deseo de hacerle el amor a mi
hijo, de poseerlo, de ser su primera mujer.



Seg�n fueron pasando las horas, mi deseo iba en aumento, mi
co�o me ped�a a gritos tener dentro esa esplendorosa verga con la que me hab�a
rozado sin querer en el ba�o. A juzgar por el roce, parec�a tener una buena
herramienta entre sus piernas, un poderoso ariete capaz de desmontar a una mujer
y de ponerla loca de sexo. Con cada beso que le daba le ped�a "t�mame", con cada
abrazo le rogaba "pos�eme", con cada caricia le suplicaba "�mame". Quer�a ser
suya, entregarme a �l como nunca me hab�a entregado a nadie, que tomase el
control de mi mente, de mi cuerpo, de mi misma alma. No pod�a frenar mis
tit�nicos impulsos de hacerle un hombre, y el tiempo que pas� hasta que la
fiesta acab� y todos se fueron a casa fue un suplicio para m�, m�s a�n cuando mi
esposo, normalmente de r�pido sue�o, est� vez aguant� m�s de lo normal, y
mientras ve�amos la TV charlando sobre la fiesta y lo estupenda que hab�a sido
yo miraba por el rabillo del ojo a mi amado reto�o, ajeno al deseo que su mami
sent�a por �l. �C�mo pod�a no darse cuenta de lo mucho que lo amaba, de lo mucho
que necesitaba estar en su cama y de perderme entre sus brazos?. Lo deseaba, lo
necesitaba m�s que el comer y el beber. El mismo aire me oprim�a de no poder con
�l. Mis l�grimas salieron incontenibles, y alegu� que hab�a sido por la emoci�n
de ver que ya era mayor de edad. �ste me dio un abrazo que me estremeci� desde
los pelillos de la nuca hasta los dedos de los pies, y un beso que conmocion�
hasta la �ltima fibra de mi ser. Me acarici� el pelo y volvi� a besarme, esta
vez en la frente, como siempre que va a irse a la cama ese era su beso de buenas
noches. Mientras lo ve�a irse a su cuarto estuve tentada de gritar "��LL�VAME
CONTIGO, HAZME EL AMOR!!" pero tuve que contener mis ganas y tragar saliva
mientras apretaba los dientes. Me ech� a llorar y mi marido me confort� entre
sus brazos y sus besos, susurr�ndome lo mucho que me quer�a y lo orgulloso que
se sent�a no solo de un hijo como �l, si no de una esposa como yo. Sonriendo le
tom� de la mano y nos fuimos a la cama para hacer el amor hasta dormirnos.



Esperaba dormir toda la noche, pero no pod�a. Mi amado esposo
se durmi� al poco de gozar conmigo, pero yo solo pod�a removerme en la cama, ir
de un lado a otro con mi mente llena de im�genes lujuriosas de mi hijo y de m�,
los dos unidos como hombre y mujer, am�ndonos como enamorados. Sent� deseos de
subir a una monta�a o a la azotea de un rascacielos y gritar a los cuatro
vientos mi deseo por �l, y tuve que saltar de la cama, incapaz de conciliar el
sue�o. Anduve de un lado a otro, incluso sent� el deseo de dar una vuelta por el
barrio, pero en lugar de eso, me met� a hurtadillas en el cuarto de mi hijo,
cerrando la puerta con mucho cuidado de no despertarle. Por suerte, su cuarto
estaba al otro lado de la casa del m�o, y sonre� aliviada sabiendo que mi marido
no nos oir�a. Me acerqu� a su cama, me sent� en el lateral, y con la media luz
de la calle(mi hijo jam�s durmi� con la persiana bajada) observ� su rostro, la
perfecci�n de sus facciones: su pelo casta�o claro heredado de m�, sus labios,
el lunar tan simp�tico de su mejilla derecha, los dormidos ojazos azules de su
padre, su expresi�n de tranquila felicidad en lo que deb�an ser los sue�os
felices que tendr�a. Mis ojos se mojaron de tanta emoci�n, sent�a tanta devoci�n
por �l que pens� que el coraz�n iba a reventarme del pecho de tanta palpitaci�n.
Ya no hab�a marcha atr�s, no pod�a, no quer�a. Me inclin� sobre �l, y le bes�.



La ternura de sus labios fue como un fuego abrasador que
consum�a mi alma, haci�ndola arder de pasi�n. Mi ni�o despert� con una sonrisa y
me pregunt� porqu� lo hab�a besado y que hac�a all�. Sin reserva alguna le cont�
lo mucho que lo amaba y que yo iba a ser su mejor regalo de cumplea�os, que yo
me convertir�a en esa mujer perfecta a la que tanto esperaba y con la que tanto
so�aba. �l me respondi� que eso estaba mal pues yo era su madre. Le respond�
preguntando si me amaba, y me dijo que s�, que me quer�a much�simo. Contest� que
yo tambi�n lo quer�a con toda mi alma, y que quer�a que fuera feliz. Le rega��
adem�s por no haber abordado a sus dos amigas en la fiesta, y me sorprendi�
contestando que una le gustaba mucho, pero que antes esperaba a esa mujer
especial. Sonriendo le dije que su espera hab�a terminado, que yo era esa mujer
especial. Volv� a besarle y llev� su mano a mi pecho.



El tacto de su mano en mi cuerpo encendi� mi deseo hasta
l�mites insospechados. Me dijo que ten�a un pecho fant�stico, muy apetecible,
mejor que el de todas las amigas y compa�eras de clase que hab�a conocido. Le
propuse mamar de ellas como cuando era beb� y acept� encantado. Me sent� en la
cama con las piernas cruzadas y puse a mi ni�o en mi regazo. Sus labios tomaron
mi pez�n y lo probaron y besaron largo rato antes de engullirlo y succionarlo
como queriendo sacar la leche materna que en su d�a le di. La sensaci�n de
volver a tenerle en mis brazos de ese modo fue hermos�sima, me cautiv�
profundamente. Acarici� su pelo y lo rode� para que se sintiera feliz y seguro.
�l me chupaba con toda su dulzura, provocando en m� unas corrientes de placer
que me atravesaban por los cuatro costados. Su lengua hac�a c�rculos por la
areola y luego se dedicaba a saborear mi pez�n de un modo que me estremec�a. Me
lo puso duro hasta que me acab� doliendo, y me pidi� chupar del otro para que
quedasen iguales. Le cambi� de posici�n y se esmer� tanto como pudo en disfrutar
de mis firmes pechos y de mis pezones enhiestos. Se me quedaron como rocas
mientras me chupaba como un ni�o con su dulce favorito, y ech�ndose en la cama,
me puse encima de �l, frotando su pecho velludo contra el m�o, abraz�ndolo,
probando el sabor del sus besos y la dulzura de su lengua. La nube de felicidad
que nos envolv�a produjo una atm�sfera sexualmente maravillosa, con un olor
deliciosamente dulce. Quer�a fundirme en �l, perderme para siempre. Sus manos me
acariciaban la cara y el pelo, y las m�as hicieron lo mismo hasta bajar por su
pecho y su vientre hasta llegar hasta palpar su polla y temblar de placer al
notar que estaba en erecci�n.



Mir� con ojos brillantes el tama�o y grosor de la polla de mi
hijo y le dije que me encantaba lo grande y gruesa que la ten�a, que era mejor
que la de su padre. Me respondi� con un enorme beso de tornillo. Se la segu�
tocando largo rato, disfrutando con el calor que manaba de ella, fantaseando con
el momento en que me penetrase, pero antes no pude reprimir mis ganas y me ech�
hacia atr�s hasta quedar a la altura adecuada para lam�rsela y meterla en mi
boca. Mientras se la acariciaba con la mano la chupaba con mi lengua, usando mi
larga experiencia para que se relajase y se dejase llevar por el momento. Desde
el escroto hasta el glande iba lamiendo todo cuanto pod�a sin dejar escapar ni
un solo cent�metro de su virilidad. Chup� sus test�culos, los amas� con mi mano
a la vez que se la meneaba para mantener su excitaci�n al m�ximo. Luego pas� a
su prepucio, bes�ndolo por todas partes, alternando con los besos en su glande
de color rub�, de maravilloso sabor. Mi adorado reto�o me pidi� que se la
chupara hasta el fondo y obedec� fielmente: abr� la boca y lentamente fui
trag�ndome toda su polla hasta tocar con mi nariz su pubis. Ooooooooohh virgen
misericordiosa, que delicia, era el s�ptimo cielo. No hab�a palabras que
describieran lo feliz que me sent�a con la polla de mi hijo en la boca.



La felaci�n que comenc� a hacerle era sin duda la mejor que
hab�a hecho nunca, pues jam�s la hab�a hecho con tanto amor y cari�o, con tanta
dedicaci�n y esmero. Envolv� sus test�culos con mis manos y segu� chup�ndolo
como si la vida me fuera en ello. Mi cabeza sub�a y bajada como un ascensor
averiado, pues iba con lentitud para recrearme en aquella sensaci�n tan
esplendorosa. Su herramienta ard�a en mi paladar, me estaba quemando, pero era
un fuego sensacional en el que quer�a ser consumida hasta el fin de los tiempos.
Cambi� de maniobra pill�ndolo por sorpresa y us� mi lengua alrededor de su
prepucio a modo de liana para ponerlo bien h�medo y tan duro que le doliera.
Quer�a que cuando me penetrase estuviera al tope de su capacidad varonil. Sus
gemidos eran una gozada para los sentidos, un delirio constante, una
indescriptible felicidad para mi alma.



Cuando ya no pudo m�s me pidi� que dejara de mam�rsela, que
quer�a hacerme lo mismo. Aquello me hizo sonre�r de oreja a oreja con expresi�n
de j�bilo. Me ech� a la larga en la cama y �l a mi lado, acarici�ndome,
sob�ndome, recorriendo todas mis curvas y memoriz�ndolas. Separ� mis piernas y
muy agitada me abr� para que su boca se posara sobre mi cuca palpitante. Sin
dejar de mirarme a los ojos fue acerc�ndose hasta que por fin su boca se pos� y
reclin� la cabeza hac�a atr�s, presa del deseo. Me bes� el cl�toris y mis labios
vaginales con calma, aprendiendo como deb�a comer un co�o en condiciones. Como
buena maestra fui indicando donde y como besar y como usar la lengua. Aprendi�
sin mucho esfuerzo y no pas� mucho sin que me tuviera al borde la locura
retorci�ndome en la cama por la estupenda comida de co�o que me estaba haciendo.
Nunca hasta ese momento hab�a encontrado un alumno con tantas ganas de aprender.
Solo par� para decirme que mi cuerpo le sab�a a gloria, que los jugos de mi co�o
eran un manjar que quer�a probar cada d�a. Por mi cara resbalaban l�grimas de
felicidad al o�r aquellas palabras. Estaba a punto de explotar cuando se detuvo,
poni�ndose encima m�o, haci�ndome sentir muy er�tica y lasciva al saber lo que
iba a pasar. A pesar de lo corpulento que era, su peso era un jir�n del cielo.
Notarle sobre m� me produjo un �xtasis como no hab�a conocido nunca.



Le dije que fuera con cuidado, que la primera vez costaba
meterla, y le orden� que me penetrara de una vez. Ya no pod�a m�s. Se la cogi�
con una mano y cuando su glande toc� mis labios vaginales se aferr� a m�,
rode�ndome con su cuerpo. Hizo presi�n, consiguiendo introducir su glande en mi
gruta y luego meter el resto hasta tenerme totalmente penetrada. Lanc� varios
suspiros y jadeos de placer al ver que por fin lo ten�a para m�, que al fin era
suya. Le dije "mu�vete", y obedeci�. Su bombeo era muy lento, lo normal en un
joven inexperto, pero para m� era el momento m�s incre�ble de mi vida. Mi ni�o
me ten�a penetrada, me hac�a el amor con los cinco sentidos, con m�s incluso.
Pas� sus brazos por debajo de los m�os para abrazarme y volvimos a besarnos
mientras me encontraba en el jard�n el ed�n con la polla de mi hijo entrando y
saliendo del mismo lugar donde anta�o �l hab�a salido a la vida. Aplast� mis
tetas con su pecho, con mis pezones frot�ndose contra su vello, d�ndome
sensaciones nuevas a cada segundo. Recost� mi cabeza en el hueco de su hombro
tras atraerlo hac�a m� y al o�do le dec�a "sigue amor m�o, hazme el amor�hazle
el amor a tu madre, g�zame como yo gozo contigo". Su respuesta se traduc�a en
una larga cadena de jadeos que le sal�an casi incontrolablemente. Mi co�o
recib�a su polla a la perfecci�n, acompas�ndose en cuanto yo empec� a menear
algo las caderas para ir a ritmo con �l. Nuestro baile del amor se prolong�
largos e interminables minutos de plenitud sexual, de un �xtasis de lujuria
inigualable.



Como una onda expansiva que nos estallase en plena cara,
nuestras sensaciones aumentaron a cada momento, haci�ndose m�s fuertes, m�s
poderosas�yo estaba en plan salvaje, le chillaba que se corriera, que me hiciera
gozar cuanto antes. Movi�ndose con m�s rapidez embisti� y embisti� en mis
entra�as hasta que entre verdaderos gritos de placer se corri� y not� como su
semen se descargaba por primera vez. Fue una eyaculaci�n copiosa que alarg� el
orgasmo por un espacio de tiempo inmemorial. Empuj� unas �ltimas veces con
golpes secos, descargando un poco m�s, queriendo que nunca acabase. Luego se
derrumb� sobre m� y lo acog� en mis brazos, rode�ndolo con ellos y bes�ndolo por
todas partes, sin siquiera sacarla de m�. Me dijo "te amo" y me derret�. Mi hijo
me amaba, me aceptaba como a su mujer. Me negu� a dejar salir de m� aquella
maravilla y nuevamente me hizo el amor como enamorados que �ramos, gozando tanto
que acab� teniendo varios orgasmos. Quise volver a mi cama no sin antes
permitirle el capricho que tuvo de darme por el culo, de modo que me puse a
cuatro patas y �l se encarg� de culearme mientras amasaba mis tetas y lam�a mi
cuello con una devoci�n que solo puedo describir de amor en estado puro. A mitad
de enculada me cambi� de posici�n y me sent� sobre su polla de espaldas a �l,
con las piernas abiertas, con �l echado a la larga pero recostado sobre la
cabecera de la cama. Lo mont� como �l quer�a apretando su polla con mis nalgas,
estruj�ndola, chillando de felicidad hasta que nuevamente descarg� su semen en
mis tripas y extenuados y sudorosos nos echamos juntos en la cama, plenamente
abrazados tras amarnos toda la noche. Despu�s de haber vivido aquello no quer�a
irme de all�, no quer�a dejarle.



A la ma�ana siguiente despert� abrazada a mi hijo radiante de
alegr�a. Hab�a despertado antes que los dos hombres de la casa y baj� a la
cocina a desayunar sin dejar de sonre�r ni un solo segundo. Mi hijo baj� despu�s
y bes�ndonos me pregunt� si podr�amos repetir lo de anoche. Le contest� que
ser�a siempre suya, cuando quisiera y donde quisiera, y me hizo el amor otra vez
all� en la cocina. Cuando mi marido despert� nos encontr� en la mesa tomando el
desayuno y se uni� a nosotros sin sospechar nada, pero a los pocos d�as vino a
decirme que hab�a descubierto lo que hab�a pasado entre nuestro hijo y yo, que
�l se lo hab�a contado. Me qued� muy avergonzada, pero �l me dijo que no le
importaba ya que en nuestra juventud nosotros tambi�n hab�amos hecho de las
nuestras, y que quien mejor que yo para ense�ar a nuestro peque�o los placeres
de la carne. Llorando de felicidad le abrac� y esa noche mi esposo y mi hijo la
pasaron haci�ndome el amor hasta que pr�cticamente reventamos. Desde entonces
nuestro hijo duerme con nosotros y vivimos los tres juntos como una unidad, con
un sentimiento de amor mucho m�s intenso que antes. Por otro lado, mi hijo hace
tiempo que corteja a su amiga de la fiesta de cumplea�os y est�n muy enamorados.
�l siempre me cuenta todos los chismes y todo lo que hacen juntos, lo que acaba
llevando a que acabemos haci�ndolo entre fant�sticos arrebatos de pasi�n.



Ahora soy una mujer nueva y mucho m�s liberada que ama a su
hijo en toda su plenitud y que disfruta del amor que �ste me da. A todas las
madres que lean esto, d�jenme decirles lo siguiente: vayan con sus hijos,
abr�cenlos, b�senlos, acar�cienlos, hagan el amor con ellos. Es algo fant�stico
entregarse de ese modo a tu propio hijo sabiendo que �l estar� ah� para ti, que
siempre estar� a tu lado. Nada en este mundo es m�s bello que el amor de una
madre por su hijo, un amor puro y maravilloso que dura para siempre, ni el
sentimiento de gritar a los cuatro vientos, con la mano en el coraz�n y la
cabeza bien alta "Yo quiero a mi hijo"�




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Relato: Yo quiero a mi hijo
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