Esto ocurri� hace unos 5 a�os atr�s, o sea yo tenia casi 18,
mi familia tenia una propiedad agr�cola a unos 20 km. de la ciudad donde
vivimos, mi padre habia fallecido y yo como hijo �nico peri�dicamente viajaba al
lugar caminando porque uno de mis hobbys favoritos son las largas caminatas.
Maria de 35 a�os, era la esposa de Juan, �l era un hombre
bajo de unos 50 a�os, llevaba varios a�os en nuestro campo, ten�an seis hijos,
todos sobre los 21 a�os, excepto Nieves la menor de 18. Juan era muy trabajador
pero un p�simo marido y padre, golpeaba e insultaba casi a diario a su esposa e
hijos, adem�s de mujeriego, por lo que casi nunca estaba en casa y el campo
quedaba a cargo de Maria o uno de sus hijos.
Maria era hermosa, 1.70 metros, rellenita sin ser en absoluto
gorda, una piernas preciosas, un busto prominente y duro a pesar de sus seis
hijos, una colita levantada y apetitosa. Manten�a su hermosa figura gracias a
ejercicios que le habia ense�ado su madre la cual falleci� a los 70 a�os con un
fisico envidiable. Yo admiraba a Mar�a, estaba enamorado de ella, pero no pod�a
dec�rselo y me conformaba con masturbarme a su salud mir�ndola escondido detr�s
de algunos arbustos.
Pero, mi d�a lleg�, me levante a las 4 de la ma�ana de un d�a
de verano, cuando estaba de vacaciones, el calor a esa hora era de casi 25�C, el
trayecto lo hacia en casi 4 horas. Al acercarme al campo, divise a unos 200
metros que Maria estaba en el huerto, recogiendo algunas verduras, sabia que era
ella por su vestido amarillo que tanto me gustaba, solo de verla mi excitaci�n
empez� y me imaginaba una soberana paja en su nombre.
Con mucho sigilo me dirig� a un peque�o bosquecillo que
quedaba a no m�s de 20 metros de donde ella estaba, busque el mejor lugar y me
recost� en el suelo tapado a su vista por algunos arbustos, pero teniendo yo una
vista privilegiada.
Desabroche mis pantalones y saque la verga al m�ximo ya de su
erecci�n, Maria estaba de frente agachada y yo pod�a ver sus hermosos pechos a
trav�s de su escotado vestido. Me dispon�a a empezar a masturbarme cuando ella,
avanzo unos pasos hacia mi, el coraz�n me parec�a estallar, se detuvo tras un
peque�o arbusto y se puso a orinar, al levantarse el vestido pude ver sus
piernas, cerr� los ojos por unos instantes, esto era incre�ble.
Jam�s habia estado tan cerca de ella en estas circunstancias,
al abrir los ojos, ella estaba en cuclillas, con el vestido en la cintura, la
cabeza hacia atr�s, los ojos cerrados y acarici�ndose su rosado y lampi�o
chochito, �se estaba masturbando!, entre casi imperceptibles gemidos acrecent�
el ritmo de sus caricias y a mi la cabeza me estallaba, al moverme un poco
quebr� una rama seca con mis pies y el mundo se me vino abajo, me quede quieto y
cerr� los ojos, al mirar vi a Maria arregl�ndose el vestido y con una leve
sonrisa tomo el canasto y se dirigi� a la casa que esta a unos 100 metros.
Yo no pod�a reaccionar �Me habr�a visto?, mi principal
sentimiento era de verg�enza, �C�mo iba a ir donde ella a pedirle las llaves de
nuestra casa?. Arregle mis pantalones y fui a un peque�o arroyo donde moje mi
cara, pensando en lo que iba a hacer. Al fin decid� enfrentar la situaci�n como
si nada hubiera pasado.
Al llegar a las casas, ladr� un perro y Maria sali�. - Don
Carlitos que gusto verlo, tanto tiempo que no venia, �C�mo esta su madre?. Me
hizo varias otras preguntas a las que solo atine responder con monos�labos por
la verg�enza que tenia, estaba preciosa. - Maria, me pasa la llave por favor,
ahora lo �nico que pienso es recostarme un rato y descansar. - Si Don Carlos, se
las traigo - Al volverse pude observar su trasero y mi atribulada verga volvi� a
despertar y a crecer r�pidamente. Cuando volvi� Maria, me entrego la llave y
esbozo una leve sonrisa al notar el bulto en mi pantal�n. Tome las llaves y
r�pidamente fui hasta mi casa.
Me sent� en la cama a pensar, hacia un calor terrible, por lo
que me saque la ropa empapada en sudor y me acost� desnudo en la cama cubierto
solo por una sabana. Paso media hora, y golpearon la puerta. Pensando que era
Juan o uno de sus hijos, le dije que pasara que estaba en la pieza. Al abrirse
la puerta de la pieza, quede helado, era Maria con un jarro de agua en sus
manos. - Don Carlitos le traje un poco de agua para que se refresque porque
parece que esta muy acalorado. Solo pude decir gracias, su vestido parec�a estar
pegado a su cuerpo espectacular. - �Y Juan y los dem�s? - pregunte nervioso.
Ella se sent� a los pies de la cama, pude percibir sudor en su piel, sus pezones
se marcaban en el vestido, mi excitaci�n era extrema. - Juan, Ud. sabe, hace
como quince dias que no aparece, ya no le interesa su familia, los dem�s est�n
trabajando afuera, y Nieves fue donde una t�a y no llega hasta la tarde, asi que
me dejaron sola. - Bueno ahora esta conmigo - me atrev� a decirle. - Asi es �Qu�
mejor compa��a puedo pedir?.
Uf que calor hace - agrego sec�ndose el sudor de la cara y el
cuello con la mano. Luego miro hacia la cama del lado: - Voy a arreglar esta
cama que esta desordenada. - Maria, no se preocupe yo la arreglo - le dije
tratando de disimular un incre�ble erecci�n. - Que me voy a demorar - se�alo con
una voz nerviosa y se puso a arreglar la cama. Mis ojos segu�an sus sensuales
movimientos, hasta que llego el momento extremo. Se hinco sobre la cama, para
arreglar el costado opuesto, su vestido se levanto y en uno de sus movimientos
pude observar que estaba sin calzones y pude ver su rosada vulva gordita,
brillante y jugosa.
Fue un impulso irresistible, baje de la cama, me puse detr�s
de ella con mi verga extendida y dura como nunca, levante el vestido sobre la
cintura. Ella lanzo un peque�o gemido y dijo: - Gracias Apunte mi verga a su
vulva, una peque�a presi�n y entro lentamente y su orgasmo fue instant�neo,
sent� mi falo ba�ado en sus jugos. Sin decirnos palabras, segu� el saca y mete
por un buen rato, acariciando sus hermosas tetas.
Un nuevo orgasmo le vino y con un quejido se tumbo en la
cama. Mi verga sali� del tibio guante, ella se puso de espalda y me lance en la
misionera, coloco sus pies en mi cintura, y con una mirada brillante me dec�a: -
Asi Don Carlitos, siga, siga, siga. Hab�an pasado ya mas de quince minutos, yo
trataba de que esto no acabara, pero su cara, su sonrisa, sus movimientos que
demostraban una excitaci�n extrema, pudieron m�s y ella lo noto. - Don Carlitos,
por favor acabe en mi boca, quiero tomar su lechecita. Saque la verga y quede de
pie ante ella. Cogi� mi mojada verga y pas�ndola un momento sobre sus pezones se
la llevo a boca y la empez� a mamar de una manera espectacular que r�pidamente
me hizo soltar una cascada de semen que era imposible pensar que tuviera. Su
cara quedo ba�ada y ella con sus manos reparti� por todo su cuerpo y solo dec�a.
- Gracias, gracias.