Relato: Diana y Luis Fernando Diana y Luis Fernando.
Continuaci�n de:
No me lo esperaba...
La amistad entre Luis Fernando y yo, inc�moda por unos d�as,
continu� como si nada hubiera pasado y no volvimos a tocar ese tema. Nuestras
actividades diarias se desarrollaban de igual forma, notando que la �nica
diferencia era que Luis Fernando evitaba ducharse con los compa�eros del equipo
de f�tbol al que pertenec�amos. Un s�bado cuando est�bamos dispuestos a entra a
un cine, nos encontramos con Diana y su prometedora amiga, que no fue de mi
agrado. Luis Fernando las invit� a que pasaran por su casa el domingo, pues su
padre preparar�a una parrillada y podr�amos pasarnos el d�a en la piscina. Qued�
en confirmar su asistencia, antes de las nueve y media del domingo. Ese d�a
recib� una llamada de Luis Fernando, donde me dijo que Diana hab�a cancelado,
pero que si me apetec�a ir a su casa, tambi�n invitaba a mi hermanita Rosario
para que le hiciera compa��a a su hermana Luz Elena. Aunque eran de la misma
edad, 14 a�os cumplidos, estudiaban en diferentes colegios y ten�an un grupo de
amistades distintas. Le consult� a Rosario y ella acept� a acompa�arme. Se puso
una tanguita blanca nueva, que le hab�a tra�do del Brasil mi t�a Carmen y
adem�s, un lindo pareo multicolor hawaiano, que le hab�a regalado mi madre. Se
ve�a espectacular, pues la tanguita le hac�a resaltar sus paradas y duras
nalguitas, y el color blanco hac�a contraste con su piel dorada por el sol.
Con las toallas en la mano caminamos hasta la casa de Luis
Alfredo y cuando llegamos, encontramos a sus padres preparando el horno para el
asado. La madre de Luis Fernando ten�a un bikini amarillo y todav�a, a sus 38
a�os, manten�a su cuerpo esbelto. Luis Fernando y Luz Elena, que estaban
nadando, se salieron de la piscina para saludarnos. Luz Elena no estaba tan
desarrollada como Rosario; ten�a puesto un bikini azul el�ctrico muy ajustado
que le hac�a resaltar su abultadito pubis, dejando muy poco para la imaginaci�n,
De senos peque�os y duritos, sus pezones se pod�an apreciar a trav�s de su
sostenedor. Morena, de cabellos lacios casta�o claro largos y con dos pares de
ojitos verdes que parec�an dos esmeraldas; Su boquita, con su labio superior
levantadito era una tentaci�n y provocaba besarlos.
Nos ubicamos en una mesa a un costado de la piscina y
estuvimos charlando por un buen rato. Entre las cosas que hablamos, surgi� la
posibilidad de pedirle a los padres de Luis Fernando, que nos permitieran pasar
el siguiente fin de semana en una caba�a que ten�a en las monta�as, a dos horas
de nuestro pueblo. Podr�amos viajar en autob�s y al llegar al pueblo, tomar un
taxi para que nos llevara a la caba�a. Ese viaje coincidir�a con un viaje de
negocios a la capital, que tendr�an que hacer los padres de Luis Fernando.
Quedamos en que nos confirmar�an el jueves y si todo se daba, viajar�amos el
viernes en las horas del medio d�a. Pasamos un d�a muy agradable, las carnes que
preparararon estuvo deliciosa y lo que para mi fue muy alentador, fue la
compatibilidad aparente entre Rosario y Luz Elena, que en repetidas ocasiones
fueron al ba�o juntas. Se demostraban afecto y cuando conversaban, se miraban a
los ojos como para no perder palabras. Entusiasmados, al final de d�a. partimos
para nuestra casa.
Las cosas salieron mejor de lo que esper�bamos y el viernes,
con mochilas al hombro comenzamos nuestra aventura. Llegamos a la caba�a siendo
las cuatro de la tarde. Estaba ubicada en una peque�a colina y su acceso estaba
bordeado de �rboles de eucaliptos. La caba�a estaba al borde de un sector que
hab�a sido clasificado como reserva forestal y era un lugar paradis�aco. Escasos
diez minutos duramos dentro de la caba�a, los necesarios para ir al ba�o,
cambiarnos los vaqueros por unos c�modos "shorts", camisetas y zapatos
especiales para caminar. Salimos y comenzamos nuestra caminata por un angosto e
id�lico sendero cuesta arriba, cubierto de �rboles de todas las especies,
predominando el pino, el roble y el eucaliptos. Media hora despu�s, llegamos a
un paraje digno de una pel�cula de Hollywood, pues consist�a de un riachuelo de
aguas cristalinas que ca�a en peque�as cascadas, formando las rocas piscinas
naturales. Nos sentamos a descansar y a fumarnos un cigarrillo. El calor era
agobiante y nuestras camisetas, transparentes por el sudor lo demostraban. Luis
Fernando se levant� y sin preguntar se quit� sus zapatos, sus shorts y su
camiseta y entr� al agua. Luz Elena parec�a muy sorprendida con la acci�n de su
hermano, pero se limit� a preguntar si el agua estaba fr�a. �Est� deliciosa� le
contest� Luis Fernando y de inmediato pregunt�: � Quien se anima y a quien le
apetece acompa�arme ? Como un resorte me levant�, me quite la ropa y entr� al
agua. Luz Elena miraba a Rosario como preguntando que hacer, pero Rosario no le
dio tiempo y despoj�ndose de su ropa entr� al agua. Luz Elena, t�midamente, no
se decid�a, hasta que Luis Fernando le dijo que no fuera mojigata, que
aprovech�ramos pues nadie lo sabr�a, ya que todos est�bamos en el mismo cuento.
Ella procedi� lentamente a quitarse el short y la camiseta, y caminado despacio,
para no resbalarse, comenz� a entra en el agua. Sus braguitas semitransparentes
que permit�an adivinar lo que trataban de ocultar, pero su infantil pubis con
escasa vellosidad que lo cubr�a, permit�a ver parte de la rajita de su conchita.
Como un resorte mi pen� se par�, pero afortunadamente al estar dentro del agua
nadie pod�a percibir mi erecci�n. No era profundo el lugar donde est�bamos y
sentados, el agua nos llegaba al cuello.
A todos nos tom� por sorpresa cuando Luis Fernando se quit�
sus interiores lanz�ndolos a la orilla. Se zambull� y cuando lo hac�a se le
vieron sus nalgas. Los ojitos de Luz Elena se le quer�an salir y estaba roja
como un tomate. Sigui�ndole el juego a Luis Fernando hice lo mismo, pero
levant�ndome intencionalmente para que todos pudieran ver mi erecci�n durante el
momento en el que lanc� mis interiores a la orilla. Me sent� en el agua tratando
de comunicarme con los ojos con Rosario, para que esperara a que Luz Elena se
desnudara primero, para poder tener culpabilidad compartida y no fueran a pensar
que nosotros �ramos los corruptos del paseo. Sin entender lo que yo pretend�a
decirle, Rosario le dijo a Luz Elena que le quitara el sost�n, que ella se lo
quitar�a despu�s; procediendo Luz Elena a quit�rselo sin pensarlo dos veces.
Los senos de Rosario parec�an dos duraznos grandes duros y
tiernos, con sus pezones rosados y erectos. Se dio vuelta y comenz� a quitarle
el sost�n a Luz Elena. Los pechos de Luz Elena demostraba el comienzo de la
pubertad, peque�os, duros y con unos lindos pezoncitos erectos por la situaci�n
que estaba viviendo. Al verlos, Rosario los tom� con dos de sus dedos y le
pregunt� si estaba cachonda, poniendo a Luz Elena m�s roja que un tomate. Todos
nos re�mos y Luis Fernando y yo comenzamos a gritar; que se quiten todo, que se
quiten todo. Se agacharon y dentro del agua se quitaron las braguitas. Yo estaba
sentado en una roca dentro del agua, cuando comenc� a sent� que mis nalgas eran
picadas por lo que parec�an mosquitos. Al buscar el origen de las picaduras me
encontr� con pececitos tropicales de todos los colores que pretend�an darse un
banquete con mis nalgas. Llam� la atenci�n de todos para que los vieran y Luis
Fernando caminado dentro del agua con el pene visiblemente erecto se acerc� con
las muchachas. No lo pod�an creer y en realidad, era un espect�culo verlos. Tom�
de la mano a Luz Elena, e hice que se agachara a mi lado, sent�ndola en medio de
mis piernas y en la roca semi-sumergida donde yo estaba sentado, con el pretexto
de que se pod�an ver mejor ; sorpresivamente y d�cilmente lo hizo. Sent�a sus
nalguitas tocando mi pene erecto y sus piernas que se aferraban a las m�a muy
calientes, como si tuviera fiebre. Las mordeduras de los peces lleg� a ser
desagradable y al ver que la luna llena ya nos estaba alumbrando, decidimos
salirnos y regresar a la casa. Cuando nos vest�amos, le dije a Luis Fernando que
en el camino hablara con su hermanita, para estar seguros de que no estaba
molesta y le pidiera que guardara el secreto de lo que hab�amos vivido. Le dije
que yo har�a lo mismo con Rosario. Comenzamos en silencio el viaje de regreso,
retraz�ndome con Rosario para poder hablar con ella. Le dije a Rosario que
estaba muy excitado, pero que ten�amos que tener mucho cuidado y dejar que ellos
tomaran la iniciativa, pues no quer�a levantar la menor sospecha de lo que hab�a
pasado entre los dos en aquellas vacaciones; adem�s, le dije, que si hab�a
llevado una camisa corta de dormir o una bata como la que ten�a puesta el d�a
que bailamos en aquellas vacaciones, que se la pusiera por la noche y motivara a
Luz Elena si era ten�a algo parecido que se la pusiera. Me respondi� que ella
tambi�n estaba excitada y que tratar�a de condicionar a Luz Elena, para ver que
pod�a pasar esa noche.
Durante la caminata de regreso pudimos ver entre los �rboles
uno que otro ciervo, con grandes y asustadizos ojos y eso nos hizo relajarnos un
poco y reducir la tensi�n sexual que nos ten�a nerviosos. Hay que entender las
sensaciones de ansiedad, frustraci�n y desconcierto de cuatro adolescentes en
busca de experiencias sexuales, que han sido condicionados por la sociedad con
la anuencia t�cita de sus padres, que dejan descuidadamente en sus escritorios y
dormitorios revistas como Playboy u otras a�n m�s expl�citas que inducen a ese
tipo de comportamiento. Taquicardias producto de la ansiedad por hacer lo que
supone prohibido y tab�, y que aunque desestabilizan incrementan el deseo de
probar la fruta prohibida.
Llegamos con mucho hambre y nos dedicamos a preparar
emparedados y refrescos. Felices por haber encontrado en la alacena cuatro
botellas de vino blanco, procedimos a ponerlas en el congelador para beberlas
bien fr�as por la noche. Parec�a que la noche ten�a mucho futuro. Abrimos una de
las botellas y aunque no estaba completamente fr�a, acompa�amos los emparedados
con ella. Cuando terminamos les dije que me pondr�a la pijama para est� c�modo y
proced� a ir al dormitorio que hasta el momento nos hab�an asignado a Rosario y
a mi. Hab�a llevado dos pijamas y escog� la m�s delgada y de pantal�n corto,
pero no me puse calzoncillos ni la camisa ya que el calor era insoportable.
Ten�amos los abanicos de techo funcionando, pues los aires acondicionados los
prender�amos cuando nos acost�ramos. Me ubiqu� en el peque�o estudio donde
estaba la televisi�n y el equipo de sonido, no si antes haber pasado por la
cocina a servirme una copa de vino. Les dije a Luz Elena y a Rosario que
buscaran un recipiente, lo llenaran de hielo y pusieran la botella para que
estuviera m�s fr�a y se mantuviera fr�a.
Prend� el televisor y me encontr� con un programa que me
pareci� interesante y me dispuse a verlo. Al rato, con una copa de vino en sus
manos, lleg� Luis Fernando. Coincidencialmente, se hab�a puesto una pijama
parecida a la m�a y tampoco ten�a la camisa puesta, pero de inmediato not� que
se cargaba tremenda erecci�n. Se sent� en el sof� al lado m�o y nos pusimos a
ver el programa. Le pregunt� si hab�a hablado con su hermanita y me dijo que s�,
que no me preocupara, pues ella parec�a dispuesta a "jugar" a lo que
propusi�ramos esa noche y que hasta el momento nada le hab�a disgustado. Eso
hizo que mi verga reaccionara, pues la simple perspectiva de "jugar" me
excitaba, aunque todav�a no sab�a a que......
Media hora pas� y las ni�as no llegaban. Luis Fernando me
pregunt� si quer�a m�s vino, o si quer�a algo m�s fuerte; que ten�a un
tabaquito, pero que tendr�amos que fumarlo solamente los dos, pues no quer�a que
su hermanita lo probara, ni que supiera que los dos fum�bamos ocasionalmente. Me
pareci� muy sensato Le dije que primero quer�a una copa de vino. Sirvi� dos
copas, y procedimos a salir a la puerta de la caba�a para fumarnos el cachito.
La noche estaba espectacular, con la luna llena alumbrando y el cielo
estrellado. Nos sentamos en el c�sped a admirar la noche, a fumar y a tomarnos
la copa de vino que ten�amos. No hab�an pasado diez minutos cuando llegaron las
ni�as vestidas con unas camisas de algod�n bien cortas que nos permit�an ver
parte de sus bragas; al vernos tomando vino, se fueron a buscar la botella y sus
dos copas.. Regresaron y se sentaron con nosotros. Rosario al lado de Luis
Fernando y Luz Elena al lado m�o. Habl�bamos de todo un poco y a medida que
pasaba el tiempo comenc� a sentir los efectos del cachito que me hab�a fumado.
Me acost� en las piernas de Luz Elena para mirar las estrellas y los dem�s se
quedaron sentados mirando lo que yo no pod�a ocultar, ni ya me importaba
ocultarlo. Buscando el pretexto de hablar con Rosario apoyaba mi cara sobre las
piernas de Luz Elena, sintiendo su calor y su aroma, d�ndole discretamente
besitos en sus muslos. Lleg� el momento de entra a la caba�a y nos fuimos
directo al estudio. Rosario busc� unos discos, encendi� el equipo de sonido y
comenzamos a escuchar la m�sica. Luis Fernando busc� otra botella de vino que en
esta ocasi�n si estaba deliciosamente fr�a y se sent� en el sof� con Rosario. Yo
me acost� en la alfombra, apoyando nuevamente mi cabeza sobre las piernas de Luz
Elena, que se sent�an hirviendo. Desde donde estaba pod�a mirar las piernas de
Rosario, que al notar mi mirada las abri� un poco, pudiendo observar su
braguita." Tu amor prohibido" era el nombre de la canci�n que motiv� a Rosario a
sacarme a bailar. Luis Fernando hizo lo mismo con su hermana y las dos parejas
comenzamos a bailar. Los recuerdos de aquellas vacaciones donde por vez primera
bail� con mi hermana se hicieron presente, produciendo en mi una erecci�n que no
pod�a controlar.
Mi hermanita y yo est�bamos viviendo nuevamente el mismo
momento, pero con m�s experiencia y menos nerviosismo. Al bailar de frente a
Luis Fernando, pod�a verlo bailar con su hermana y con la espalda de Rosario
cubri�ndonos de su mirada, me atrev� a subirle la camisa, me sub� los shorts de
mi pijama todo lo m�s que pude, dejando salir mi verga por la boca pierna; se la
puse entre sus piernas para que ella apretara y pudiera frotarle su conchita.
Nos quedamos petrificados bailando pero sin voltearnos para que ellos no nos
pudieran ver. Mi cuerpo ard�a y mi coraz�n palpitaba desbocadamente, cuando vi a
Luis Fernando besar en la boca a su hermanita y a los dos moverse como si
estuvieran follando. La canci�n termino y todos volvimos a nuestro lugar.
Afiebrados por lo sucedido, quedamos mudos por un rato. Se rompi� el silencio
cuando Luz Elena habl� diciendo: �Quieren m�s vino?, pero les anticipo que solo
queda una botella en el congelador. Todos dijimos que s�, pero la que se levant�
fue Rosario y nos rellen� las copas. Luis Fernando me pidi� que lo acompa�ara a
la puerta de la caba�a; Sac� la chicharrita que quedaba y la encendimos de
nuevo. Con voz ronca me dijo que les pidi�ramos que nos hicieran un Show sexy, o
un striptease, pues Luz Elena estaba excitada con Rosario y que le hab�a dicho
que quer�a verla desnuda, pero que yo deb�a comenzar el juego. Aprovech� y le
dije que lo hab�a visto besar a Luz Elena y que eso me hab�a excitado, pues yo
quer�a hacerle lo mismo a Rosario. Para ver que me dec�a, le pregunt� si alguna
vez le hab�a chupado la conchita a Luz Elena. Me dijo que no, pero que s� lo
deseba, preguntando de inmediato si yo lo hab�a hecho. Le dije que no, pero que
cuando est�bamos bailando me hab�a sacado la verga y se la hab�a puesto entre
sus piernas.Me dijo que el har�a lo mismo si bailaba nuevamente con ella.
Quedamos en que cada uno comenzar�a el juego con sus respectivas hermanas Al
regresar nos servimos otras copas de vino y nos sentamos en el sof�. No sab�a
como comenzar a decirles que nos hicieran un striptease, pero le ped� a Rosario
que pusiera un disco de rock; Con voz ronca y casi inaudible les pregunt� si
ellas dos se atrever�an a hacernos un show sexy..... Se quedaron mudas, pero al
momento Luz Elena dijo que ella s� lo har�a, pero si a Rosario le apetec�a....
mi coraz�n se quer�a salir de la excitaci�n que sent�a y para romper la tensi�n
dije que no comenzaran, pues ten�a que ir al ba�o; que lo hicieran a mi regreso.
Las manos me temblaban, pero me lav� la cara y regres�.
Pusieron el disco y comenz� el show. Las dos se mov�an
sexualmente rotando las caderas, cuando Rosario se le acerc� por detr�s, la
abraz� y le comenz� a levantar la camisa lentamente hasta que se la quit�,
quedando Luz Elena en sus braguitas y mostrando sus senitos; de inmediato Luz
Elena le quit� la blusa a Rosario. Al comp�s de la m�sica se fue arrodillando,
bes�ndola por el estomago y poniendo su cara sobre la conchita de Rosario y le
fue bajando las bragas hasta dejarla desnuda y sin esperar, se quit� las suyas.
Comenzaron a bailar muy pegadas frotando sus conchitas, hasta que Rosario la
tom� por la cabeza y comenzaron a besarse en la boca y estando en esas se
termin� la canci�n. Se apartaron y se sirvieron una copa de vino. �Y eso es
todo? Preguntamos, y Luz Elena nos respondi� que no era justo que estuvi�ramos
todav�a vestidos y que no seguir�an, sino nos desnud�bamos tambi�n.
Sin pensarlo y m�s r�pido que un rayo, Luis Fernando y yo nos
quitamos el pantal�n de la pijama, d�ndome cuenta que tanto �l como yo, no nos
hab�amos puesto calzoncillos. No era solamente yo al que le gustaba exhibir su
erecci�n. Quedamos en pelota con la verga parada y sin saber que hacer. Le ped�
a Rosario que pusiera el disco de Armando Manzanero que ten�a varias de mis
canciones favoritas, entre ellas: "Voy apagar la luz" y "Esperar�"con Caf�
Quijano", la misma canci�n que hab�amos bailado la primera vez y que cuando la
escuchaba, me hac�a recordar esas vacaciones inolvidables. Comenzamos a bailar
bajo el embrujo de la voz de Armando Manzanero diciendo; Voy a apagar la luz
para pensar en ti, y as� dejar so�ar a mi imaginaci�n" Apret�ndola, le puse mi
verga entre sus piernas, tomando con mis dos manos su cabeza para darle un beso
que nos hizo estremecer; las lenguas entraban y sal�an de nuestras bocas, el
aroma de su dulce aliento y el calor de su cuerpo me inflamaban, sintiendo con
mi verga la vellosidad h�meda de su conchita mojada con la miel saladita que ya
hab�a probado, y por el liquido viscoso que corr�a por la punta de mi verga. Le
dec�a susurr�ndole al o�do que muchas noches hab�a apagado la luz para pensar en
ella; poniendo su mano sobre mi verga y bes�ndome me contest� que ella hac�a eso
con frecuencia cada vez que se hac�a la paja; que no pod�a olvidar esa noche tan
linda que pasamos juntos Por estar a punto de correrme me apart� y mir� buscando
a la otra pareja para ver lo que estaban haciendo y para cerciorarme de que
tanto pod�an haber visto. Estaban acostados en la alfombra muy entretenidos, con
Luis Fernando con su cabeza entre las piernas de Luz Elena chupando su conchita.
Rosario y yo servimos cuatro copas de vino y nos sentamos en la alfombra para
mirar. Al vernos Luz Elena se asust�, pero de inmediato Rosario le acarici� sus
cabellos y le dijo que estuviera tranquila hasta que se viniera. Acto seguido se
agach� y comenz� a besarla en la boca, acariciando sus senos y sus pezones. Eso
precipit� su orgasmo, y moviendo sus caderas y aprisionando con sus piernas la
cabeza de su hermano, gimiendo y gritando ya me vengo, ya, ya me vengoo, ya, ya,
ya.....hasta que los espasmos de su cuerpo cesaron ....
Reaccionaron, se sentaron en la alfombra y comenzaron a tomar
su vino. Me pareci� prudente dejar a las muchachas solas y le dije a Luis
Fernando que me acompa�ara a la puerta de la caba�a para tomar un poco de aire
puro. Era un pretexto para preguntarle si ten�a otro cachito y preguntarle como
le hab�a parecido. Me dijo que esperara y entr� a la caba�a a buscarlo. Al
momento lleg� y se sent� a mi lado. Ten�amos las vergas fl�cidas y h�medas, y
est�bamos agotados, no tanto por el ejercicio pues no hab�amos hecho ninguno,
sino por el nervio que a�n sent�amos. Me dijo que hab�a sido extraordinario,
mucho m�s de lo que por mucho tiempo hab�a so�ado, pero que estaba muy asustado.
Fumando el cachito nos comenzamos a tranquilizar y seguimos conversando. Le dije
que deb�amos continuar, pues entre m�s cosas pasaran, Luz Elena estar�a m�s
comprometida a mantener su boca callada; que dej�ramos pasar la noche, para ver
que segu�a pasando. Ocult�ndole que yo ten�a uno en mi billetera, le pregunt� si
ten�a condones y me contest� que no, pero que cuando entr�ramos buscar�a en la
recamara de sus padres para ver si ten�an algunos escondidos. Se nos acab� el
vino y entramos a buscar m�s. Yo me dirig� a la cocina a buscar la botella que
quedaba y algunas picaditas para comer, y el sali� para su cuarto a buscar los
condones. Regresamos al mismo tiempo y Luis Fernando me dijo que no hab�a
encontrado nada. Las ni�as estaban acostadas en la alfombra conversando. Nos
sentamos a sus lados, nos servimos las cuatro copas de vino, y comenzamos a
comernos las papitas fritas, que fue lo �nico que encontr� disponible. Est�bamos
desnudo y nos comport�bamos con la mayor naturalidad. La traba que ten�a no se
me quitaba y de pronto se me ocurri� un juego que nos podr�a levantar del
letargo en el que est�bamos. Esperen, les dije, y fui al dormitorio a buscar una
almohada y un pa�uelo. Propuse que le tap�ramos los ojos a Rosario, que se
acostara poniendo su cabeza sobre la almohada y que nosotros, sin que ella
supiera de quien eran las manos, la acariciar�amos por todo su cuerpo hasta que
se viniera.. Accedi� entusiasmada, le tapamos los ojos y se acost�. Luis
Fernando y yo nos pusimos a su lado, mientras que Luz Elena se sentaba enfrente
de ella y comenzamos. Yo le acariciaba suavemente el seno izquierdo, le pasaba
despacio el dedo por su pez�n, mientas Luis Fernando hac�a lo mismo del lado
derecho. Luz Elena, ni corta ni perezosa, le pasaba sus delicadas manos por la
barriguita, por los muslos y alrededor de su conchita, pero sin entrar en la
rajita. Rosario comenz� a mover las caderas y entre m�s cerca de su conchita los
dedos de Luz Elena sent�a, m�s se mov�a. Extendi� su brazo derecho y sin saber a
quien agarraba le agarr� la verga a Luis Fernando. Luego extendi� su brazo
izquierdo e hizo lo mismo conmigo. Al ver eso, Luz Elena le comenz� a pasar
suavemente los dedos por la rajita y alrededor del cl�toris sin tocarlo. Rosario
levant� sus piernas y Luz Elena, humedeciendo sus dedos con su boca, le pas� el
dedo por el culito. Rosario hal� hacia ella la verga de Luis Fernando y pasando
su lengua por la cabeza se la introdujo en la boca. Luz Elena, mordi�ndose los
labios, y mir�ndome fijamente a los ojos, acerc� su boca a la conchita de
Rosario, sac� su lengua y enterr� su cabeza sobre la conchita h�meda y abierta
de Rosario. Me retir� y me acerqu� por detr�s a Luz Elena, y arrodillado comenc�
a pasarle la lengua por su conchita, lamiendo la miel saladita que le flu�a y
que quemaba mi lengua, metiendo un poco mi dedo por su rajita que estaba roja y
empapada. Su cl�toris era mucho m�s grande que el de Rosario y cuando lo tocaba
con mi lengua, rotaba sus nalguitas, empujaba mi dedo para que le entrara m�s,
se mov�a se estremec�a y de pronto cay� fulminada sobre el cuerpo de Rosario.
Pens� que eso era todo, pero ella puso su conchita sobre la de Rosario y
comenzaron a frotarse y a moverse como si estuvieran follando un hombre y una
mujer. Desde mi privilegiada posici�n ve�a las dos conchas rojas que se
restregaban empapadas y abiertas, por donde rodaban gotas blancas y viscosas.
Sus gritos de placer enervaban mis sentidos, pero estaba paralizado y no querr�a
interrumpirlas Levante los ojos y vi a Luis Fernando con una gigantesca erecci�n
masturb�ndose y observando ese espect�culo nunca visto por nosotros. Los
movimientos se tornaron violentos, hasta que con un alarido las dos se
corrieron. Quedaron agitadas y sin poder controlar la respiraci�n, hasta que
poco a poco comenzaron a respirar tranquilas......Nos quedamos los cuatro
acostados en la alfombra y descansando, pues est�bamos exhaustos. Miramos el
reloj y apenas eran las once y media de la noche. Siete horas hab�an pasado
desde que llegamos a la caba�a, pero parec�an minutos......y adem�s, el viernes
no hab�a terminado y faltaba por llegar el s�bado, pues estar�amos de regreso el
domingo en las horas de la ma�ana.
En el pr�ximo relato narrar� la culminaci�n de ese fin de
semana....
Andr�s Eter.....
Por favor vota el relato. Su autor estara encantado de recibir tu voto .
Número de votos: 0
Media de votos: 0
Si te gusta la web pulsa +1 y me gusta
Relato: Diana y Luis Fernando
Leida: 457veces
Tiempo de lectura: 15minuto/s
|