Relato: Las 4 rosas (07)





Relato: Las 4 rosas (07)

- Veras Jesica, estoy encaprichada
de esa casa y creo que no me quedare tranquila hasta que no sea mia.



- Que interes puedes tener en esa
casa, yo no quiero ni pensar en los miedos que pase de ni�a cada
vez que tenia que pasar cerca de la puerta o de las tapias de Las Cuatro
Rosas. No te puedes imaginar el terror que sentia por las noches cuando
los ruidos comenzaban a producirse sin motivo aparente.



- Siguen produciendose esos fenomenos?



- Claro que si, a veces pasa un
mes entre unos y otros, otras veces solo dias, a veces dura solo unas horas,
otras pasan dias y dias sin que se interrumpan los fenomenos. Esa casa
debe estar habitada por el mismisimo diablo.



Escuchame Blanche, no lo hagas por
dinero, por el mismo dinero puedes comprar otra casa, mas peque�a,
eso si, pero una casa normal donde podras vivir. Por muy barata que sea
esa casa sera un dinero tirado.



- No se trata de dinero Jesica,
es un verdadero capricho.



- Estas segura que no es por dinero?



- Segura, digamos que no tengo aprietos
economicos.



- Pues no lo entiendo querida.



Mientras hablaban Blanche habia
ido relajando sus musculos, ya el peso de sus piernas descansaba comodamente
sobre los muslos de Canyon, los tacones marcaban una profunda depresion
en sus negras carnes.



- Sera la forma de castigar al negro
por su despiste? Se pregunto Blanche, pensando que ella hubiera sido mucho
mas dura con el.



- Por que no hablas lo de comprar
Las Cuatro Rosas con Arthur Warner? el debe estar informado de lo que paso
en esa casa y sobre todo debe saber si hay alguna noticia reciente.



- Quien es Arthur Warner ?.



- Arthur es el sheriff, es el sheriff
desde hace por lo menos treinta a�os, supongo que en ese tiempo
se habra informado de cuanto pueda ser de interes al respecto.



- Creo que es una buena idea, pero
no conozco al se�or Warner.



- Oh !, eso es facil querida, recuerdame
que te de una nota para el, yendo de mi parte seguro que te recibira al
instante. Ma�ana mismo podras verle si lo deseas.



- Lo hare Jesica.



- Mira ya estamos llegando, dijo
Jesica se�alando hacia una finca que se distinguia a lo lejos.



Poco despues el lujoso carruaje
entraba por las grandes puertas de la finca enfilando un camino magnificamente
cuidado flanqueado de grandes arboles y rodeado de jardines que impresionaron
a Blanche por la exquisitez de sus dibujos y la perfeccion de su trazado
geometrico.



Por unos instante la mente de Blanche
volo dolorosamente hacia el fracasado jardin que habian planeado entre
Richard y ella en Viento del Norte.



El carruaje se detuvo ante la puerta
de una peque�a casa de dos plantas tan cuidada como los jardines.



Poco despues iniciaban la ascension
por la escalinata que conducia a la entrada principal de la casa donde
esperaba un hombre de unos cuarenta a�os vestido impecablemente.



- El se�or Hall, la se�ora
Benson. El es el encargado de la granja. Dijo Jesica haciendo las presentaciones.



El se�or Hall tomo la mano
de Blanche haciendo una ligera inclinacion al tiempo que decia.



Encantado se�ora Benson.



- Algun problema Ted ?.



- Ninguno en absoluto se�ora
Lewis.



- Estan los negros preparados?



- Naturalmente, esperan desde hace
rato?



- Da orden de que preparen el coche,
me gustaria ense�arle a mi amiga parte de la granja antes de hacer
la seleccion.



- No es necesario, se�ora
Lewis, el coche espera tambien.



- Tan eficiente como siempre Ted.



- Es mi obligacion se�ora
Lewis. contesto el hombre con un ligero tinte de orgullo.



- Ah!, por cierto, Canyon esta en
el carruaje, encierralo durante una semana y preparalo para la proxima
venta.



Blanche penso que el castigo de
Canyon no iba a ser tan liviano como en principio la actitud amable de
Jesica habia hecho pensar.



- Inmediatamente, se�ora
Lewis.



Mientras hablaban iban avanzando
entre una doble fila de negros que se inclinaban a su paso, seguramente
serian los servidores de la casa.



- Ven Blanche, te ense�are
primero la casa.



Ted Hall hizo un rapido gesto y
dos negros se situaron detras de las dos mujeres dispuestos a acompa�arlas.



- No es una gran cosa pero ten en
cuenta que es la vivienda del se�or Hall. Explico Jesica. Yo solo
tengo aqui una habitacion por si deseo pasar aqui alguna noche.



Jesica fue mostrando a Blanche el
piso bajo. Quedo impresionada por la sencillez, el buen gusto, la limpieza
y el orden que emanaba de cada una de las estancias.



El piso alto era de similares caracteristicas
solo que en el habia una inmensa habitacion amueblada tan sobriamente y
con tanto gusto como el resto. Jesica la identifico como la suya.



- Te apetece ver ahora el resto
de la granja o prefieres descansar un rato.



La idea de comenzar a ver animales
no apetencia en absoluto a Blanche pero no encontro ninguna excusa que
la permitiera retrasarlo.



- No me siento nada cansada, vamos
cuando quieras.



Las dos mujeres despues de bajar
la escalera salieron de la casa, Jesica se encamino hacia un vehiculo que
Blanche habia visto muchas veces pero nunca adaptado al trasporte humano.



Se trataba de un carro de dos ruedas
al que estaban uncidos dos negros como bestias de tiro.



Sin el menor titubeo Jesica monto
en lo que ella denominaba el coche e invito a Blanche a tomar asiento a
su lado y tomando las riendas las agito un momento dando orden de partir.



Casi de inmediato los negros tomaron
un trote similar al que podian haber tomado dos caballos.



Blanche se dio cuenta que otros
dos negros las seguian corriendo detras del carruaje y cayo en un detalle
que hasta ese momento habia achacado a la casualidad. Tanto los negros
como las negras que habia visto hasta ese momento en la granja eran ejemplares
excepcionales tanto por su belleza como por su fortaleza.



El rapido trote de los negros las
llevo hasta los confines de una cerca en cuya parte interior se alzaba
una barraca de grandes dimensiones.



Ese es el hospital que atiende el
doctor Dawies. Comento Jesica.



- Hay alguien enfermo ?. Pregunto
Blanche empezando a comprender que habia algo que no entendia.



- No. Vamos no creo, el doctor vive
permanentemente en el barracon, los animales siempre le dan suficiente
trabajo.



- Un medico para los animales ?.
Pregunto Blanche escandalizada.



- Bueno, yo le llamo doctor pero
en realidad es solo veterinario.



De pronto Blanche se dio cuenta
de que lo que realmente se criaba en aquella granja eran negros. Negros
que tenian la inmensa suerte de disponer permanentemente de los servicios
de un veterinario y de un hospital que ya hubieran querido para si la mayoria
de los blancos que habia conocido en su vida.



Como alertado por la presencia de
las dos mujeres el llamado doctor Dawies salio a la puerta del hospital
a recibirlas.



- So ..., ordeno Jesica a los negros
tirando de las riendas como si de verdaderos caballos se trataran.



- Se�ora Lewis, se�ora,
dijo el doctor Dawies haciendo una ligera inclinacion ante ellas.



- Alguna novedad doctor ?.



- No, se�ora Lewis, el simple
trabajo de rutina, dentro de un rato tendre que atender a una negra que
esta a punto de parir y esta ma�ana he atendido a un negrito que
se habia lastimado un pie jugando.



- Algo de importancia doctor ?.



- No, una simple torcedura. Le he
vendado y dentro de tres o cuatro dias volvera a correr como un diablo.



- Quieres ver parir a la negra Blanche.



- No. Creo que mi estomago no lo
resistiria.



- No has visto parir a ninguna?



- No, en la plantacion se apa�aban
ella solas.



- Asi ocurre en todos los sitios
pero eso es un derroche tonto de capital. Dijo Jesica.



- Por que?. Pregunto Blanche intrigada
por las palabras de su amiga.



- Sabes cuantos de los negros recien
nacidos morian.



- No. Contesto Blanche reconociendo
que nunca se habia preocupado por averiguarlo.



- Yo si, uno de cada cuatro en la
primera semana y mas de la mitad antes de los dos a�os.



Pero las negras se quedan pre�adas
con facilidad.



- Ya, pero no deja de ser un derroche.
Por que crees que los barcos tienen que seguir haciendo continuamente viajes
a Africa para traer mas negros? Por que crees que el precio de estos esta
en continuo aumento? Porque no cuidamos ni a las negras ni a los mamones
como se merecen.



Si criaramos ovejas nos preocupariamos
de darles los mejores pastos para que se criaran fuertes y sanas, pero
cuando se trata de negros nos conformamos con el trabajo que hacen, si
crian, mejor que mejor, pero eso no es importante. Un negro sano y fuerte
se vende mejor, trabaja mas y mas tiempo. Es un derroche el no ocuparse
de su salud y de aparearlos de forma que obtengamos los mejores ejemplares.



- Visto desde ese punto de vista
quiza tengas razon, pero no conozco a nadie que se ocupe de eso.



- Ya, alimentamos a los negros con
las sobras de nuestra mesa. A veces ni siquiera eso, se de casas donde
la comida que les dan no alcanza ni la categoria de sobras, jamas se ocupan
de su salud y cuando enferman la primera medicina que reciben es el palo
hasta comprobar que efectivamente estan enfermos. Cuando se convencen de
que no mienten lo primero que hacen es apartarlos de los demas negros para
que no los contagien y los abandonan a su suerte. Si consiguen reponerse
los llaman de nuevo para el trabajo, si mueren dejan que sus cadaveres
sean devorados por las alima�as y los carro�eros, ni siquiera
se molestan en enterrarlos.



Blanche reconocio que Jesica tenia
razon pero era lo mas logico, o al menos lo que a ella desde siempre la
habian ense�ado.



- Yo por el contrario cuido a mis
negros de la mejor forma que puedo, eso me permite obtener ejemplares de
lujo que me compensan ampliamente el dinero gastado en su crianza, cuando
llega el momento de venderlos.



Mis mejores ejemplares no los veras
nunca en el estrado del mercado. Solo los vendo a las familias mas ricas
y escogidas, aquellas que pueden pagarse un autentico capricho.



- Pero no todos seran magnificos.
Argumento Blanche.



- No, claro que no, pero la gran
mayoria sobrepasan a un negro corriente y solo quedan unos pocos que vendo
a revendedores para que no se menoscabe el buen nombre que tengo como criadora.



- Ya, comprendo. Contesto Blanche,
empezando a entender el negocio de Jesica.



- Lamento tener que dejarlas se�oras.
Dijo el doctor Dawies, creo que esa negra puede necesitarme de un momento
a otro.



- Preve dificultades Doctor ?. Pregunto
Jesica al oir las palabras del veterinario.



- Posiblemente se�ora Lewis,
he reconocido a la hembra hace un rato y no me ha parecido que vaya a parir
con facilidad.



- Es primeriza ?.



- No, ya ha parido cuatro veces
pero nunca se sabe.



- En ese caso, vaya doctor, a ver
si cuando volvamos de ver la granja ya nos puede dar buenas noticias.



Jesica agito de nuevo las riendas
haciendo que los negros se pusieran en marcha por una extensa avenida flanqueada
de alambradas que separaban distintos cercados.



En el cercado mas proximo al barracon
del hospital habia una cincuentena de chozas dispuestas geometricamente
en varias hileras donde vivian las negras que estaban criando mamones menores
de tres a�os.



Las chozas se levantaban sobre gruesas
patas de ladrillo de casi un metro de altura y a las puertas de algunas
de ellas se podian ver negras con los mamones en brazos o vigilandolos
mientras jugaban.



A Blanche la extra�o el notar
solamente el olor caracteristico de los negros, en lugar de las pestilencias
que emanaban del barrio de los negros en Viento del Norte.



- Quieres ver alguna de las chozas
Blanche ?.



- Si claro, contesto picada en la
curiosidad de conocer como se organizaba el interior de las chozas.



Por precaucion Jesica mando detener
el coche, segun dijo preferia entrar andando para evitar que algun negrito
pudiera meterse bajo las ruedas del coche.



Una vez mas el pensamiento de Blanche
volo hacia la unica persona que habia amado en su vida.



Jesica tomaba mas precauciones con
sus negros que los que habia tomado Peter Benson con si hijo Richard. La
idea la resulto dolorosa y escandalosa.



Caminaron durante unos minutos por
entre dos hileras de chozas, las negras desaparecieron precipitadamente
en el interior llevandose a sus peque�os con ellas.



Blanche penso que se dirigirian
a cualquiera de las chozas, una elegida al azar de entre las muchas que
habia pero no. Jesica se encamino hacia la unica choza ante la que se encontraba
una negra. Una negra de avanzada edad que se inclino profundamente ante
las dos mujeres.



- Ama, dijo a forma de saludo.



- Como andan las cosas Pergy ?.



- Bien ama, como siempre.



- Algun problema ?.



- No ama, ninguno que no pueda ser
resuelto por el doctor o por el se�or Hall.



- Eso esta bien Pergy.



Despues a�adio dirigiendose
a Blanche. Pergy me dio doce mamones, los mamones mas fuertes y robustos
que hayas podido ver. Vivieron los doce por eso es ella la que manda en
todas las chozas.



En la desdentada boca de Pergy se
formo una sonrisa de orgullo.



- Podemos ver alguna de las chozas?.
pregunto Jesica a Pergy.



Era evidente que Jesica no estaba
pidiendo permiso a la negra, pero aun asi, esa deferencia que su amiga
tenia para la hembra sonaba extra�a a los oidos de Blanche.



- Claro ama, las que usted quiera.



- Cual me aconsejas ?.



- No sabria decirle ama. Cualquiera
es buena.



- Nos acompa�as?



- Naturalmente ama.



Jesica encamino sus pasos a una
de las chozas seguida de Blanche y finalmente de Pergy.



Subieron los pelda�os de
la empinada escalera antes de entrar en la choza.



Desde dentro era mas amplia de lo
que parecia desde fuera, cada una de las paredes tenia un amplio ventanal
por el que entraba el sol a raudales. En una de las paredes habia dos camas
cuyas ropas nada tenian que envidiar a las que la misma Blanche habia usado
en otra epoca de su vida, y en la pared de enfrente alineadas hasta un
total de tres rusticas cunas ocupadas en esos momentos por tres negritos.



No fue necesario que nadie la explicara
que los negritos eran el fruto de las dos hembras que permanecian respetuosamente
inclinadas ante ellas.



- Este ya debe estar a punto de
pasar al otro campo. Dijo Jesica se�alando al mayor de los tres
negritos.



- Todavia le falta casi un a�o.
aclaro Pergy.



- No me digas que solo tiene dos
a�os?



- Si ama, tiene poco mas.



- Has visto Blanche alguna vez un
mamoncito mas hermoso con solo dos a�os?



- Realmente es hermoso, hubo de
reconocer Blanche.



- Sigue asi muchacha, dijo Jesica
dirigiendose a la que suponia era la madre del negrito, es posible que
algun dia llegues a sustituir a Pergy.



- Gracias ama. Contesto la hembra.



Blanche se admiro de la juventud
de la hembra, parecia realmente joven, no debia pasar de los dieciseis
o diecisiete a�os.



Poco tardaron en ver tres de las
chozas. Todas eran de igual tama�o pero parecia que las negras tenian
libertad para organizar su interior como mas les gustara, en el interior
todas eran distintas, tanto en numero de negras como en el numero de negritos.



El suelo que separaba las chozas
estaba perfectamente apisonado y limpio, en muchas mejores condiciones
que la mayoria de los caminos que habitualmente se usaban para ir de una
ciudad a otra.



Subieron de nuevo al coche para
parar unos cientos de metros mas alla, un nuevo cercado con chozas mas
grandes que las del anterior rodeaban un amplio circulo donde jugueteaban
posiblemente cientos de negritos y negritas comprendidos entre los tres
y los catorce a�os formando una algarabia infernal.



Cada choza estaba regida por un
negro o por una negra dependiendo del sexo de sus ocupantes y cada una
albergaba una decena de edades similares.



Continuara.



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