Mis Vecinos II
Sorpresa tras sorpresa
Cuando recobr� plena conciencia de lo que hab�a ocurrido, mi
pene se irgui� casi de inmediato, aunque no ten�a fuerzas para volver a
masturbarme. Las im�genes se confund�an en mi memoria pero me recordaban con
claridad las maravillas de lo vivido.
A�n con las ventanas abiertas de par en par y con un d�a que
estaba lejos de concluir, trat� de recordar y retener las mejores sensaciones de
lo que me hab�a ocurrido instantes atr�s. La templada temperatura de la tarde
invitaba a permanecer desnudo como estaba, por lo que luego de comer algo, me
recost� en la cama a reflexionar sobre lo que podr�a venir a futuro.
Las im�genes de los mocosos masturb�ndose eran las que m�s se
agolpaban en mis recuerdos. A�n cuando no reten�a con plena claridad el rostro
de los chiquillos dado lo precario de los reflejos en la ventana, si pod�a
asegurar que eran un grupo de preciosos pilluelos que reci�n empezaban a
descubrir el sexo aunque no eran plenamente ignorantes en el tema.
Segu�a cavilando alrededor de mis recuerdos cuando escuch�
algunos ruidos en el patio vecino. Esta vez alcanc� justo a cerrar la ventana y
correr las cortinas. No quer�a otro espect�culo por ahora. Al d�a siguiente
ten�a clases y deb�a descansar un poco.
Era un coro de voces alborotadas un poco m�s ruidosa que la
de momentos antes y, entre ellas, hab�a una que sonaba diferente. Dej� que los
curiosos chicos se asomaran por sobre el muro mientras yo les observaba desde mi
escondite en la habitaci�n contigua. El d�a estaba muy claro y pude distinguir
con bastante precisi�n los rostros y medio cuerpos de todos los chicos, algunos
con su maravilloso torso descubierto. Entre ellos se distingu�a a un lolito un
poco mayor al resto que me excit� al instante.
El chico debe haber rondado los catorce a�os. Usaba el negro
cabello un poco largo. A trav�s de sus espesas pesta�as unos ojos profundos de
un color oscuro denotaban un aire malicioso. Entre sus sonrientes labios rojos
se alineaban dos hileras de perfectos dientes de un color blanco radiante entre
los que destacaban sus incisivos algo m�s grandes. Era un rostro picaresco,
excitante, apetitoso y muy varonil.
Con un aspecto entre curioso y astuto, preguntaba por mi a
los ni�os que ten�a a su alrededor. Parec�a ser como el l�der de la pandilla de
mocosos. Se dirig�a a sus amigos con un aire algo dominante pero amigable. Los
dem�s le observaban con un aparente dejo de admiraci�n.
Por el medio cuerpo que asomaba sobre el muro, pod�a apreciar
una piel de un color canela oscuro sin un cent�metro de grasa. Sus brazos eran
robustos y su pecho esbelto. Se le alcanzaban a distinguir las marcas de las
adolescentes costillas y unas tetillas m�s oscuras que el resto de su piel lo
que realzaba el aspecto algo ind�gena de su bello rostro.
Asomado como estaba y alcanzando a distinguir su ombligo,
pude suponer que las historias de sus amigos hab�an conseguido excitarle al
punto que ahora se masturbaba con orgullo frente a ellos. Los r�tmicos
movimientos de sus brazos y las sonrientes miradas de sus compinches a la misma
zona de su cuerpo que a mi me interesaba, dejaban poco espacio a la imaginaci�n.
Casi al terminar se alz� de tal forma que pude distinguir con claridad su bajo
vientre y una oscura mata de juveniles pendejos sin permitirme apreciar lo que
yo m�s deseaba. Luego baj� la cabeza aparentemente admirando su obra y limpi�
con algo su preciada herramienta. Luego le vi desaparecer r�pidamente.
Al rato de tratar de llamar mi atenci�n haciendo ruido con
los cimbreantes alambres de colgar ropa, los chicos parecieron aburrirse y
bajaron de su puesto de observaci�n. Pronto les escuch� conversar animadamente
en su patio y ya no volvieron a asomarse. En ese momento estim� oportuno salir
al patio y escuchar que tramaban.
Me agazap� a los pies del muro para escuchar con bastante
claridad la alegre discusi�n de los pendejos. Se encontraban decidiendo acerca
del presidente de la pandilla. Ah� me di cuenta que el patio trasero de la casa
se hab�a convertido en sitio de reuni�n de su naciente club, al que llamaban
Colo Colo, que es el equipo de f�tbol m�s popular de mi pa�s, (aunque yo
simpatizo con Universidad de Chile)
Cuando ya me encontraba escuchando atento en mi precario
escondite, advert� un blanco trozo de papel de cuaderno en la enredadera que
cubr�a el muro. Cuando lo cog�, m�s por curiosidad que por otra cosa, no pude
dejar de sonre�r, ya que en su limpia superficie se alcanzaban a distinguir
claramente unas gotas de semen frescas y amarillentas, que no dude en saborear
al presumir que pertenec�an al efebo que momentos antes se pajeaba con orgullo
delante de sus amigos. Ya tendr�a la oportunidad de recibir los dulces jugos
directamente del pil�n, pens�. Enseguida volv� a prestar atenci�n a lo que
conversaban.
Trataron muy solemnemente varios temas m�s, como el valor de
las cuotas, la elecci�n del tesorero y un secretario que tomara notas. Al cabo
de una media hora que se me hizo muy graciosa por la formalidad que pon�an a sus
asuntos, uno de ellos pregunt� a los dem�s si me conoc�an de alguna manera.
Al parecer ninguno de ellos hab�a advertido mi presencia en
el barrio. Ninguno parec�a haberme divisado nunca, por lo que decidieron prestar
m�s atenci�n a mi presencia por si me ve�an caminando por el sector. Lo que si
notaron fue el Jeep Cherokee viejito que ten�a en el garaje y que podr�a ser una
forma de identificarme en el futuro si es que lo divisaban.
Por ese entonces viv�a al poniente de Santiago, en una zona
muy popular de poblaciones planificadas organizadas por manzanas, las cuales se
encuentran divididas en pasajes relativamente estrechos, muchos de ellos sin
salida, con casas muy sencillas de 40 mts2, estas tienen un
antejard�n y un patio trasero, frecuentemente ampliadas por los mismos
pobladores. No hay edificaciones de altura por lo que los patios resultan ser
muy privados.
En ese tiempo repart�a mi jornada laboral haciendo clases en
tres institutos de educaci�n superior (no universidades) y mi mediano sueldo me
permit�a tener un nivel de vida algo superior a la mayor�a de las personas del
sector, constituido por obreros de la construcci�n, peque�os comerciantes e,
imagino, empleados p�blicos o de peque�as empresas.
Yo gozaba de cierto prestigio en mi barrio, ya que era el
�nico universitario y mis vecinos, tanto adultos como j�venes, me trataban como
"profe". A pesar de ser muy amistoso, prefer�a mantener un perfil bajo, aunque
supongo que la mayor�a de los adultos se hab�a dado perfecta cuenta de mis
inclinaciones sexuales, dado que desde los primeros d�as que llegu� a vivir
all�, a mi casa s�lo entraban varones adolescentes y nunca mujeres.
Mi cuerpo era aceptable y procuraba cuidar mi dieta a fin de
poder lucir mi soutien con cierto decoro. Pienso que me hubiera visto rid�culo
con panza e hilo dental.
Debido a que siempre fui muy prudente evitando esc�ndalos o
des�rdenes, mis vecinos me trataban con bastante respeto y jam�s se involucraron
en mi vida privada en los a�os que viv� all�. Siempre trat� de ser un buen
vecino y ayudar en lo que pudiera cuando ello se necesitaba. Quiz�s por eso mis
j�venes vecinos, que al parecer estaban terminando su animada reuni�n, no sab�an
de mi existencia.
Efectivamente, al cabo de unos minutos las discusiones de los
chicos cesaron y algunos se asomaron por el muro aunque sin demasiado inter�s.
Pronto escuch� que se estaban despidiendo y los due�os de casa ped�an a sus
amigos que se fueran para no disgustar a sus pap�s. Cuando me asegur� que los
chicos se hab�an marchado dado el silencio imperante, decid� entrar a mi casa ya
que la temperatura empezaba a descender. Adentro me encontr� con una temperatura
m�s bien alta, por lo que decid� seguir en soutien y no vestirme como hab�a
pensado inicialmente.
Estaba terminando de preparar los materiales para mi jornada
sabatina del d�a siguiente, cuando escuch� que tocaban el timbre. Debido a que
no ten�a ni intercomunicador, ni circuito cerrado de televisi�n ni siquiera una
miserable cerradura el�ctrica, no me qued� m�s remedio que salir al humilde
antejard�n delantero que cuidaba yo mismo (nunca he pagado jardinero) a ver
quien me buscaba a esas tempranas horas del atardecer. La sorpresa fue grande
cuando advert� que por encima de la reja que daba a la calle, se asomaba un
adolescente sonriente y aparentemente algo inquieto, al cual hab�a conocido
mientras viaj�bamos juntos en micro (o bus si prefieren) rumbo a nuestras
respectivos destinos. Hab�a d�as que no pod�a usar mi jeep por tener restricci�n
de circulaci�n por contaminaci�n y entonces utilizaba el transporte p�blico para
ir a mi trabajo.
El jovencito ten�a un rostro muy agradable y me llam� la
atenci�n desde el primer d�a que estuvimos cerca en la micro a mediados de a�o.
Cuando reconoc� la insignia, obviamente le coment� que yo era un ex alumno del
Liceo de Aplicaci�n (p�blico por si acaso, nunca fui a colegio particular) y
aprovech� de preguntarle por antiguos profesores del establecimiento. Desde ese
momento nos hab�amos topado unas cuantas ocasiones, incluso en el metro algunas
ma�anas y hab�a surgido una peque�a simpat�a mutua. En una de aquellas ocasiones
le coment� donde viv�a, anot� mi direcci�n en una tarjeta y le invit� a
visitarme alg�n d�a. Bueno, m�s bien una formalidad de buena educaci�n. Pero
ahora el chico estaba frente a mi y yo pr�cticamente desnudo.
Me disculp� por mi aspecto y trat� de regresar enseguida a
ponerme algo encima, pero el me tranquiliz� y me dijo que le abriera no m�s, que
no hab�a problema, a pesar que cuando abr� la reja y le dej� pasar no pudo
evitar comentar maliciosa y graciosamente lo curiosa de mi diminuta prenda.
Estaba a punto ya de cerrar la puerta, cuando me detuvo y me dijo que ven�a con
unos amigos del Liceo, que estaban a unos metros de all�. Le dije que los
llamara no m�s y cuando quise entrar a la casa para ponerme una camiseta antes,
el nuevamente insisti� que mejor entraran al antejard�n primero.
A los pocos instantes dos imberbes chicos estaban junto a
nosotros. Se les ve�a entre asustados e inquietos. Me saludaron con un suave
apret�n de manos y sus miradas no pudieron evitar desviarse hacia mi casi
desnudo cuerpo, aunque intentaron en vano ser discretos. Cerr� la reja y
r�pidamente les invit� a entrar a la casa, ya que dada la hora de la tarde
definitivamente estaba sintiendo algo de fr�o.
En el interior la temperatura estaba m�s bien c�lida por el
sol que hab�a habido esa jornada, as� es que vestir ligero no era de extra�ar,
por lo que s�lo me puse un corta camiseta que me cubr�a hasta la mitad de mi
trasero e invit� a los lolitos a sentirse c�modos sac�ndose sus vestones azules
del colegio.. Nelson me dijo que eran compa�eros de curso y que hace d�as que
quer�a venir, pero como igual no conoc�a demasiado el barrio prefiri� invitar a
sus amigos.
�No te molesta cierto? �inquiri� el chico.
No, para nada �le respond�. ��Tienen hambre? �Quieren
comerse unos sanguchitos? �pregunt� enseguida
No se, es que nos vamos a ir ligerito �atin� a
responder con una preciosa voz Gerald mirando a sus dos compa�eros.
�Ah! si es temprano todav�a. Nos comimos unos pancitos
y despu�s nos vamos �cierto Chagui? �Coment� Nelson
Si, por mi no hay problema �respondi� el otro. -Oye,
�podimos poner la tele?
Si, claro, respond� �y le pas� el control remoto,
d�ndose cuenta enseguida que ten�a tv cable.
�Que buena onda, tenis tv. cable! �Puedo poner Films
and Arts.? A esta hora dan una �pera de Guisseppe Verdi y me la se de
memoria (No, eso es broma porque lo primero que puso el chico fue MTV como
casi cualquier adolescente, aunque luego cambi� a Cartoon Network porque
estaban dando unas animaciones japonesas)
Deja ah�, d�jala ah� �y se concentraron en esos dibujos
japoneses que todav�a no logro entender bien.
Por mi parte me dirig� a la cocina y en pocos instantes
prepar� unos pancitos con jam�n y palta que fueron las delicias de mis reci�n
conocidos. Les ofrec� un delicado y premiado vaso de vino cabernet sauvignon de
exportaci�n, pero ellos (disculpen, tambi�n es mentira) prefirieron un gran vaso
de gaseosa Ya para ese momento se me hab�a pasado el fr�o y decid� permanecer
como estaba, o sea vestido ligeramente o semidesnudo como prefieran.
A los pocos instantes convers�bamos animadamente sobre
literatura espa�ola, el renacimiento italiano y arte barroco rococ�. Cuando
comentamos de memoria pasajes de Romeo y Julieta de Shakespeare, ellos se
conmovieron hasta las lagrimas recordando algunos de sus di�logos, pero luego,
al observar la gran colecci�n de m�sica docta que ten�a en mi discoteca, me
pidieron que pusiera alguna obra de Bach o de Haendel, pero justo en ese momento
reaccion� de mi sue�o despierto y volv� a la realidad, porque lo cierto es que
ellos me contaban animadamente acerca del partido del domingo entre la Cat�lica
y la Universidad de Chile, de la cual eran parte de sus barras, que el profe de
castellano les hab�a expulsado de la sala esa tarde, adem�s de que les encantaba
Shakira y un m�sico de Heavy Metal que no recuerdo. Cuestiones de adolescentes
normales, que tambi�n fuman y beben ocasionalmente.
Por algunos momentos dej� conversando solos a los lolitos en
el peque��simo living-comedor de 3x3 y entr� al ba�o sin cerrar la puerta.
Mientras limpiaba mis manos despu�s de orinar, me percat� de reojo por el espejo
que ten�a frente a mi, que dos chiquillos observaban atentamente mis nalgas a
medio descubrir bajo mi corta camiseta y llamaban a Nelson para que tambi�n se
uniera. Los tres se sonre�an con picard�a y aunque todav�a se les notaba algo
nerviosos, era evidente que ya estaban entendiendo el juego.
La verdad es que era una visita no esperada pero
extremadamente oportuna. A pesar que mi respuesta sexual ya no era la que ten�a
a los 20 a�os, a�n ten�a la suficiente energ�a para servir de desahogo a los
colegiales que lentamente se estaban desinhibiendo.
Al regresar al living retir� los platos que hab�an utilizado
y me preguntaron si ten�a cerveza. Les se�al� que si y de regreso de la cocina
les puse una botella con sus vasos en la mesa para que se sirvieran. Aunque no
ten�a ning�n inter�s en hacerles perder la conciencia y nada parecido, el
alcohol tienen la magia de relajar un poco el �nimo y tornar algo m�s
espont�neas a las personas. En consecuencia, en pocos minutos los chicos se
relajaron y la conversaci�n se hizo algo m�s animada.
Es bonita tu casa Manuel �coment� Chagui
Si, esta legal. �Vivis s�lo? �consult� Gerald soltando
el nudo de la corbata de su precioso uniforme. (me derriten los
colegiales)
Si, solito.
Tenis de todo aqu�. �No te aburr�s solo?
No, es que siempre estoy recibiendo visita, sobre todo
los fines de semana. O si no agarro el jeep y salgo al campo.
Pero igual legal tu casa.
�Estai casado?
No, nunca.
�Pero estai pololeando o algo? � Insisti� Gerald
No, solito, prefiero recibir visitas como la de ustedes
� se produjo un silencio embarazoso, que fue interrumpido oportunamente
por uno de los mocosos.
�Ten�s el canal Play Boy? � pregunt� Chagui. -Mi pap�
no quiere poner cable porque cree que vamos a pasar pegados a la tele. �Es
m�s gue�n!
Si �tenis el Play Boy? �insisti� N�lson, qui�n se
encontraba recostado relajadamente en un sill�n.
No, nunca lo he contratado, pero igual comienza a las 9
de la noche, no a esta hora.
�Qu� hora es? �Pregunt� Gerald.
Las siete y media -respond�.
Yo tengo hasta las nueve y media. Le dije a mi mam� que
iba a estudiar contigo �dirigi�ndose a Chagui.
Pero los puedo ir a dejar yo en la camioneta �les dije
a todos.
�Buena onda! Entonces tengo como hasta a las diez.
�Puedo cambiar el canal? � Gerald tom� el control
remoto y se puso a buscar "algo".
�A que hora dan porno? �pregunt� Nelson?
No dan porno �les dije �En el Am�rica a veces un poco
er�ticas, pero porno porno, no he visto.
�Y tenis una pel�cula porno? �Oh! hace tiempo que no
veo una.
Podr�ai poner una porno. �Te acordai que el otro d�a en
la micro (bus) me dijiste que teniai varias? �me record� Nelson
�Qu� edad tienen ustedes? �pregunt� como con inocencia.
Catorce nosotros dos y el N�lson quince.
Estamos en primero medio; este gue�n (por Nelson) est�
atrasado el flojo.
Ya poh, ponte una porno �insistieron. �Viste que nos
tenimos que ir luego. �Chuta ya son un cuarto para las ocho!
Ante la insistencia fui al dormitorio a buscar alguna buena
pel�cula para que disfrutaran mis reci�n conocidos chicos. Cog� la que me
pareci� m�s adecuada: el cl�sico "Las chicas de Dallas", antigua pero excitante.
Antes de regresar al living apagu� la luz del dormitorio y
observ� por un espejo que tengo ubicado estrat�gicamente que los tres
adolescentes estaban sentados juntos y cuchicheaban alegremente entre ellos.
Gerald, que permanec�a de pie, masajeaba suavemente sus genitales con una mano
metida dentro de su pantal�n. Los otros dos mocosos, lanzando furtivas miradas
hacia el sector del dormitorio, se acomodaban sus juveniles presas pero por
encima de su ropa. Sus rostros estaban radiantes de ansiedad aunque no advert�a
ninguna prominencia en sus holgados pantalones, solo sus nerviosas caricias.
Cuado reaparec� en el living, los chiquillos sacaron
apresuradamente sus manos de sus entrepiernas y se hicieron los tontos. Aunque
enseguida estaban prestando suma atenci�n a cada uno de mis movimientos.
Una vez puse la pel�cula, los chiquillos me pidieron que
apagara la luz, con lo que todo qued� en penumbras pero con suficiente
luminosidad proveniente de la calle como para que yo pudiera observar sin
problemas qu� hac�an los muchachitos.
Adentro de la casa hab�a una temperatura muy agradable,
quiz�s un poco c�lida, por lo que les dije que ir�a a mi dormitorio un momento
porque sent�a un poco de calor. Los chicos me dijeron que no me preocupara que
no har�an desorden.
Ya en mi cuarto me puse a espiar a los chiquillos, dos de los
cuales estaban a mi alcance mientras el tercero no me resultaba visible. De
cuando en cuando daban miradas en direcci�n al dormitorio y en el momento que
supongo se sintieron lo suficientemente confiados o quiz�s excitados, mir�ndose
entre ellos cuchichearon algo, bajaron los cierres de sus pantalones y sacaron a
relucir preciosos miembros que me hicieron agua la boca.
Ante dicho panorama la tentaci�n fue muy grande, por lo que
al cabo de unos minutos que me parecieron eternos, hice un poquito de ruido y
aparec� vestido s�lo con mi soutien y con una erecci�n claramente visible que
los chicos advirtieron enseguida pero evitaron comentar.
Entr� al ba�o sin tardanza, pero en cuanto junt� la puerta
apagu� la luz para que pensaran que hab�a cerrado. Por la rendija que dej�,
volv� a observar a los pollitos, los cuales sinti�ndose algo m�s confiados
abrieron sus pantalones cantinflescos completamente (porque los usan en la
cadera como Cantinflas) y bajaron lo m�s que pudieron sus calzoncillos, luego
levantaron un poco sus camisas y me permitieron apreciar unas bellas matas de
pelos oscuros adornando sus bases.
Sus manos estaban entretenid�simas masajeando sus tiernos
miembros mientras con la otra manten�an precariamente abiertos sus pantalones,
aunque con cierto comprensible nerviosismo lanzaban disimuladas miradas hacia el
ba�o. Cuando ya cre� no soportar m�s, solt� el agua del estanque, limpi� mis
manos y abr� la puerta. En el momento que aparec�, dado el ruido que hab�a
hecho, los chicos ya hab�an acomodado sus pantalones y parec�an atentos s�lo a
la pel�cula, aunque se advert�a claramente los levantamientos que se esmeraban
in�tilmente en ocultar.
Permanec� apoyado con mi espalda en la cerrada puerta del
ba�o y encend� una l�mpara para hacer un poco m�s de luz. En el living la
temperatura estaba algo calurosa, pero yo permanec�a silencioso con una evidente
erecci�n que no ten�a intenci�n alguna en ocultar
�y tu no te corris la paja? �pregunto Gerald. Y pronto
tres rostros sonrientes y sudorosos miraban sin mucho disimulo el evidente
signo de mi deseo.
Lo ten�s m�s parado que la cresta.
�Por qu� no te quedai aqu� a ver la pel�cula? Est�
mortal �se�al� Chagui y se acomod� sin disimulo sin enhiesta virilidad.
Si qu�date aqu� y veis la peli con nosotros.
�No tienen calor? �dije como respuesta, al tiempo que
me sentaba en un sitio desocupado de los sillones. �Si quieren se sacan
las camisas.
�En serio? �Que buena onda; estoy que me cago de calor
�y los chicos desabotonaron sus blancas camisas, aunque Nelson la dej�
abierta pero puesta.
Pude distinguir unos pechos de tono canela hermosos, carentes
de pelo y con una suave pelusa de terciopelo. Sus brazos eran delgados, viriles
y se advert�an levemente sus venas. Como ya es costumbre entre los lolitos, los
pantalones dejaban ver medio calzoncillo de viejo (as� le llamo yo a los b�xer)
mientras trataban vanamente disimular con sus manos las magn�ficas carpas que se
hab�an formado.
Los vientres aparec�an lisos y en el caso de Nelson, una
d�bil l�nea de pelos se dibujaba desde su ombligo y se perd�a en direcci�n a su
sexo. Los rostros de los chiquillos eran muy atractivos, con alguna rebelde
espinilla por aqu� o por all�, y ya les estaba empezando a aparecer algunos
bigotillos en los extremos del labio superior, pareciendo que el mayor se hab�a
afeitado ya alguna vez.
Yo me acomod� relajadamente en el sill�n y met� la mano
dentro de mi soutien. Los chicos aparentaron no ver nada, pero de reojo
observaban como manipulaba mi tula. Gerald, el m�s osado, se atrevi� a meter
tambi�n su mano en el pantal�n.
�La pel�cula buena!; estoy m�s que caliente, miren
�se�al� sin disimulo destacando su erecta tula.
Te voy a ocupar el ba�o � Se�al� Nelson poni�ndose de
pie.
�Y porqu� no te hacis la paja aqu� no m�s? �le se�al�
El lolito se puso nervioso pero, reconociendo sus
intenciones, regres� a su sitio, meti� tambi�n la mano en su interior y comenz�
a sobarse claramente ya con m�s seguridad. Yo no dije nada; sencillamente baj�
mi prenda, liber� mi pene y empec� a masturbarme ante las sonrisas aliviadas de
los adolescentes que parec�an estar atentos s�lo a las escenas de la pel�cula.
Chagui fue el primero en atreverse a preguntar:
�Puedo? �pregunt� mientras me miraba y con gestos me
se�alaba si se pod�a bajar los pantalones. Yo asent� con la cabeza.
Yo tambi�n entonces �y el flaco Nelson abri� su
pantal�n, lo baj� hasta sus muslos y luego dej� salir su pico sin bajar su
calzoncillo.
En pocos instantes, los tres chicos ten�an sus miembros al
aire, pero ninguno parec�a atreverse a desnudar por completo. Sin decirles nada
me cambi� de asiento y me puse al lado de Gerald, que compart�a el sill�n con
Chagui. Sent� que se puso algo nervioso, ya que en el camino me hab�a sacado mi
soutien, pero no se movi� de su sitio.
Hab�an transcurrido como treinta minutos desde que les hab�a
puesto la pel�cula y a pesar de lo excitados que estaban igual percib�a el
ambiente de nerviosismo entre ellos. Sin embargo el que deb�a dar el siguiente
paso evidentemente era yo. Mi soutien dejaba muy pocas dudas acerca de mi
homosexualidad, por lo que si los chicos no se hab�an retirado al principio,
resultaba evidente que su prop�sito era ir un poco m�s all� y no s�lo ver
pel�culas porno.
Animado por la paja que con aparente despreocupaci�n se
prodigaba Gerald a pesar de mi cercan�a, puse una mano en su muslo y pregunt�:
�Por qu� no te bajas el pantal�n? As� est�s inc�modo.
As� no m�s �contest�. Y pareci� sostener con un poco
m�s de firmeza la prenda, aunque estaba atento a lo que yo har�a a
continuaci�n.
�Porqu� no se lo bajan todos? Yo ya me saqu� todo �O
no?
No se, es que ya es tarde y tenimos que irnos �insisti�
algo nervioso el chico, aunque con poca convicci�n.
B�jatelos �insist� con cordialidad, al tiempo que pon�a
mis manos en sus caderas y le deslizaba su prenda. El muchachito mir� a
sus amigos, se sonri� nerviosamente y dej� que le bajara su pantal�n, pero
cuando estaba a la altura de sus rodillas me dijo;
Ah� no m�s; espere, yo me bajo el slip �y acto seguido
desliz� la siguiente prenda hasta donde lo permiti� su pantal�n.
Tienes bonitas piernas Gerald. Suavecitas �dije al
tiempo que apoyaba mi mano en una de ellas y empezaba a acariciarlo.
El chico permaneci� en silencio, solt� su falo y apoy� sus
manos a ambos lados de su cuerpo. Luego se recost� en el sof� desliz�ndose un
poco hacia abajo y dej� caer suavemente su cabeza hacia atr�s. Enseguida volvi�
a coger su pico y sigui� masturb�ndose.
Volv� a acariciarle su muslo pero esta vez mis dedos rozaron
con suavidad sus test�culos al tiempo que le dec�a:
�Te ayudo?
Como respuesta el chico solt� su verga y movi� la cabeza
afirmativamente. Me puse un poco de costado ante la atenta mirada de sus
compa�eros. Luego acerqu� mi mano e inici� una serie de caricias sobre su pecho,
las piernas, sus cocos, los incipientes pelos y el vientre, dejando para el
final el primer premio.
El chico respiraba agitado. MI mano se apoder� de su duro
sexo y empec� a masturbarle con lentitud. Luego de algunos instantes de aparente
turbaci�n en que el muchachito dej� que le manipulara la tula con absoluta
libertad, sin decirle ni insinuarle absolutamente nada, apoy� una mano en mi
nuca y me empuj� suavemente hacia abajo. Yo entend� la invitaci�n y baj� mis
labios directamente a su mojado glande. Las silenciosas risas y las atentas
miradas de sus excitados amigos se escucharon claramente.
El chico tambi�n ri�, dejando que siguiera acariciando su
tesoro m�s preciado, aquel que pocos a�os antes le hab�a llevado a descubrir los
placeres solitarios m�s intensos. Mis caricias no buscaban tan solo prodigarle
las mejores sensaciones que a sus catorce a�os hab�a sentido, sino que estimular
en sus j�venes amigos el ejemplo a imitar en cuanto el sintiera que el orgasmo
hab�a llegado.
De seguro que era la primera vez que una boca engull�a su
virilidad y que unos labios besaban sus cocos. Sus suaves y tiernas manos
masajeaban suavemente mi cabello y se aventuraban a trav�s de mi espalda. Su
orificio dejaba salir peque�as gotas de humedad, que yo mostraba a sus amigos
dej�ndola pender como un hilillo de plata desde un extremo de la lengua hasta la
verga, para enseguida tragarla lentamente cuando volv�a a engullir los trece
cent�metros del chamo.
Nelson no pudo resistir la curiosidad y al tiempo que yo me
deslizaba para quedar arrodillado frente al �dolo de mi pasi�n, el ocupaba el
lugar en que pocos momentos antes estaba recostado yo.
Mis manos enseguida se apoderaron de los picos de ambos
chiquillos, los cuales acercaron sus cuerpos hasta quedar casi pegados a su
amigo, formando un tr�o de efebos cuyas formas compet�an con los actores que
tanto me gusta admirar en las series de televisi�n y que me parecen
inalcanzables.
El chiquillo daba suspiros profundos sobre todo cuando yo
aspiraba todo el aire de mi boca y le succionaba con fuerza su virginal carne.
En esos momentos, al parecer desinhibidos por completo, sus compa�eros se
alzaron unos momentos y se desnudaron en su totalidad, dej�ndose puestos sus
blancas calcetas deportivas imagino que por pudor. Gerald tambi�n se puso de pie
y me retir� con educaci�n, luego se sac� pantal�n y calzoncillo simult�neamente,
pero antes de volver a sentarse, yo ocup� su lugar y le obligu� a permanecer de
pie. El chiquillo era delgado sin ser flaco. Todo su cuerpo exudaba sensualidad.
Con una cabeza peque�a en relaci�n con su estatura, era evidente que estaba
lejos de ser parecido a los chicos de campo que yo conoc�a en cada verano. Su
vientre era plano sin m�sculos marcados, sus piernas firmes pero no corpulentas,
su cuello fr�gil pero firme, su pecho normal sin pectorales trabajados y sus
brazos gr�ciles terminados en unas manos propias de un chico que nunca ha hecho
trabajos pesados.
De pie como estaba, me arrodill� frente a �l y reanud� mis
maniobras en su dura tula. El chico se re�a y respiraba agitadamente. Ambos
amigos empujaban mi nuca para que le comiera su falo por completo al tiempo que
se acercaban curiosos a observar mis lascivos movimientos. Mis manos acariciaban
sus piernas y recorr�an su espalda, donde de tanto en tanto unas nalgas poco
prominentes permanec�an duras frente a cada una de mis acometidas.
Las primeras se�ales de su inminente orgasmo me las dio sus
temblores en los muslos. El chico comenz� a re�r al tiempo que sin el aviso que
normalmente descubro, dejaba salir sendas andanadas de un semen muy cristalino y
algo salado. Sin soltar su falo, dej� que el chico se sentara rodeado por sus
dos amigos que no dejaban de preguntarle que se sent�a. Ya al final de mi mam�n,
liber� el miembro, le exprim� las �ltimas gotas que quedaban y ante la mirada
atenta de los tres, con la punta de mi lengua las recog� para luego engullirlas
goloso.
Nelson me miro sonriente y me dirigi� de inmediato a su
mojada verga. Su mirada se pos� por breves instantes en el reloj de su mu�eca y
dijo algo as� que ten�amos tiempo todav�a. Luego con mucha calma dej� que
lamiera su sexo como a un helado y se acost� cuan largo era en el sof�. All� me
puse a horcajadas entre sus piernas, engull� completamente sus catorce
cent�metros de arqueada tula y empec� a bajar y subir mi cabeza al mismo tiempo
que mis dedos recorr�an cada cent�metro posible de su anatom�a.
El chico me pidi� subir un poco y �l mismo se acomod�
quedando en una posici�n semi sentada, lo que le permit�a acariciarme la espalda
y los inicios de mi raja. Con una pierna en el sof� y la otra apoyada en el
suelo, Nelson pod�a pasar sus cari�osos dedos por mis brazos y darme el ritmo
que �l quer�a. Pero como la espera hab�a sido larga y el espect�culo anterior
extremadamente ardiente, no pasaron ni cinco minutos cuando el muchachito dio
notorios muestras de querer irse cortado avis�ndoselo a sus tiernos amigos,
quienes se apresuraron a observar el acontecimiento.
A pesar que quise retirarme para dilatar el sabroso momento,
lo �nico que consegu� fue que el mocoso me presionara con energ�a contra su
miembro, oblig�ndome a succionarle sin subir ni bajar mi cabeza, s�lo
absorbiendo y soltando el aire de mi boca repetidas veces, tantas como las que
necesitaba para alcanzar el orgasmo y dejar salir una fuerte pero corta descarga
de su juvenil n�ctar. Mientras ello ocurr�a, se dej� caer con fuerza sobre mi
espalda, haci�ndome sentir su c�lida respiraci�n en mi nuca, y sus efusivos
dedos acariciando mis hombros y gl�teos.
Ten�s que puro dejar que te lo chupe loco �coment� el
chico a Chagui- . Es legal loco, Se siente s�per rico.
Ya, entonces me toca a mi ahora. Pero deja que me
siente primero.
Ponte aqu� para que mires la pel�cula si quieres �le
se�al�
Entonces el chuicuelo se acomod� en el mismo h�medo sof�
se�al�ndome que pod�a comenzar, para luego mirar fijamente como le lam�a los
huevos, las entrepiernas y el extremo de su pene. Como a�n quedaba como media
hora para hacer disfrutar al chico, decid� que se fuera con el deseo de repetir,
para lo cual deb�a procurar dilatar lo m�s posible su orgasmo, cuesti�n que
pod�a ser algo dif�cil, debido a todo lo que hab�a esperado hasta el momento.
Sus dos amigos se hab�an retirado un momento a la cocina a
prepararse unos panes, lo que relaj� al lolito a tal punto que tuvo la valent�a
para decirme que le pasara la lengua por debajo de sus cocos como hab�a visto en
alguna pel�cula. Luego me pidi� que le chupara "s�lo la cabecita" harto rato,
hasta que me avisara y finalmente le mordisqueara desde la base hasta el
capullo.
Segu� sus instrucciones como un buen alumno. Mientras los
otros chicos se consum�an toda mi despensa al parecer, trabaj� con mi lengua
justo debajo de las bolsas del chico, pero cuando quise aventurar un poco m�s
all�, definitivamente no me lo permiti�, lo cual no me molest� en lo absoluto,
sino que acept� con agrado, ya que me gusta mucho cuando los chicos ponen sus
l�mites.
Mi traviesa lengua se dedic� enseguida a lamer cada pliegue
de los cocos del chiquil�n, ocasion�ndole m�s de una espont�nea risa, al tiempo
que mis activas manos masajeaban su pecho y su barriga. Pero cuando llev� mis
dedos a sus tetillas y las apret� suavemente con mis dedos, el adolescente ya no
quiso que las retirara de all�. Con sus propias manos me las manten�a en dicha
posici�n y me ped�a que se las siguiera pellizcando suavecito.
Todo su cuerpo ahora era un volc�n a punto de estallar, de
modo que cuando sus desnudos amigos regresaron y lo vieron con su rostro en
trance y acariciando mi espalda y hombros con pasi�n, no pudieron dejar de re�r
y dedicarse a observar cada uno de los movimientos que el chico realizaba sin
abrir sus ojos, crey�ndose solo.
Cuando estaba a punto de llegar el orgasmo, el muchachito
abri� ampliamente sus piernas para luego cerrar sus m�sculos, aprisionando mi
cabeza entre ellos y entre espasmos de risa dejar salir su juvenil esperma en mi
ansiosa boca. Al acabar de soltar sus �ltimas gotas, me dej� un largo rato
aprisionado, hasta que pareci� recobrar el control y con rapidez proceder a
vestirse al igual que sus amigos.
Oye Manuel, de verdad que la chupai s�per rico. Esto
est� de repetirlo.
Si, parece que vamos a venir seguido a verte.
Yo repetir�a ahora mismo pero se hizo muy tarde. �
a�adi� Nelson.
Oye, dinos cuando est�s para venir otro d�a.
�Podimos venir de ma�ana? Tu me dijiste el otro d�a en
la micro que a veces no trabajai en la ma�ana.
Cuando hagamos la cimarra nos venimos pa�ca �cierto
locos?
Si, si, tenis que tener m�s pel�culas eso.
En una de esas venimos con otros compa�eros �Te
gustar�a?
Yo tambi�n me hab�a vestido y contestaba afirmativamente cada
pregunta y ofrecimiento de nuevas visitas. Nos subimos a la camioneta y en el
camino hacia sus casas, advert� que viv�an en un sector residencial bastante
mejor al m�o y que sin ser de clase social acomodada, eran chicos de buena
familia.
Ya cerca de sus casas, todos casi vecinos, los dej� a una
distancia prudente de acuerdo a como me lo pidieron, no pudiendo evitar mirar
como en la plaza del barrio hab�a un ramillete de preciosos adolescentes con
ropa hip hop o rapera (no se diferenciarlos), que ellos inmediatamente
advirtieron.
Si queris un d�a te presentamos a los locos.
Todos ellos son amigos de nosotros.
Y son h�per pajeros
Seguro que en las vacaciones salimos de paseo por ah�.
Chao loco.
Chao.
Antes de dejarles solos, escrib� en una tarjeta en blanco los
d�as que estaba en casa en la semana y mi n�mero telef�nico privado. Luego
regres� a mi humilde casa colmado de sensaciones tan intensas como placenteras.
Esa noche dorm� como angelito.
Nota: Desconozco porqu�, pero desde ya hace algunos a�os los
adolescentes se han empezado a vestir en retro y, mientras las minas se desnudan
cada vez m�s, los varoncitos se cubren como en la sociedad medieval. En las
playas me pregunto intrigado porqu�, a pesar de tener cuerpos espl�ndidos,
utilizan esos trajes de ba�o hasta m�s debajo de las rodillas, mientras las
chicas hacen lo contrario. �Maldita moda!
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