Hola a todos:
Soy Ada, y debo decir que me sent� muy complacida cuando
H�ctor, mi cornudo marido, public� nuestra historia, y con William nos
divertimos mucho pensando en toda la gente que ahora estar�a al tanto de
nuestras intimidades. Pero despu�s me indign� al ver que �l, luego de los
humillantes comentarios recibidos, negara todo y dijera que su testimonio era
pura fantas�a. As� que ahora van a saber toda la verdad. Porque esto es real:
tan real como el placer que me da William cuando me mete su verga hasta el
fondo. Y, como ver�n, ahora la humillaci�n de �l va a ser a�n peor. Mucho
peor�
Debo confesar que ya desde nuestro noviazgo le met�a los
cuernos a H�ctor. No porque no lo quisiera a �l, o porque no fuera bueno en la
cama; simplemente, soy una mujer muy caliente y jam�s pude calmar mi ardor con
un solo hombre. Claro: hasta que apareci� William� Y les digo a todas las
mujeres que puedan estar leyendo esto que tener sexo con un hombre de color es
un viaje de ida, del que nunca se regresa. Porque William no solo me rompi� mis
agujeritos con su tremenda pija: tambi�n me rompi� mis esquemas mentales.
Siempre hab�a sido una mujer de car�cter independiente; ahora, en cambio,
conoc�a la felicidad de la hembra que gustosa se somete al macho, a un macho de
verdad. A la primera cogida ya supe que iba a ser su puta, su perra y su esclava
sexual de por vida.
Nos ve�amos a diario, y como ya estaba casada, era dif�cil
seguir con ese ritmo sin que H�ctor se enterara. Estaba a punto de dejar a mi
marido e irme a vivir con William, cuando justo tuve una idea.
Un d�a en que H�ctor estaba de viaje de negocios, me aparec�
por su oficina y me present� ante Silvia, su secretaria. La hab�a visto un par
de veces y no se me hab�a pasado por alto el que ella me mirara con cierto...
digamos, inter�s. La invit� a casa, y tomamos unas copas. Puse m�sica. Al rato,
nuestras bocas se encontraron� nuestros cuerpos se acercaron y, frot�ndonos,
fuimos iniciando una danza caliente y enloquecedora. La llev� a la cama. Con
infinita suavidad la desnud�, la acarici� Mi boca hizo un buen trabajo�mis
deditos, otro tanto. As� fue que pasamos una noche de pasi�n l�sbica en la que,
mientras la hac�a estremecer de placer, le arranqu� la promesa de que seducir�a
a mi marido, pero dejando rastros para que yo pudiera descubrirlo. Eso hizo
ella, y luego de "descubrir" el asunto, hice el pacto con H�ctor. Por supuesto
que tom� escrupulosamente la p�ldora todas las noches para no quedar
embarazada...
Cuando, poco despu�s, fui a ver al director del laboratorio
para decirle que necesitaba imperiosamente que los an�lisis hechos a mi esposo
lo dieran como est�ril, tuve que soportar una larga perorata acerca de la �tica,
el compromiso profesional y qu� s� yo cu�ntas cosas m�s� Pero cuando me acerqu�
a �l y lentamente me fui sacando la ropa ante su mirada at�nita, dej� de lado su
est�pido discurso, cerr� con llave la puerta de la oficina y sin m�s tr�mite, me
cogi� all� mismo, a lo bestia, arriba del escritorio.
Como se imaginar�n, la semana que pas� luego con William fue
de lujuria total. D�a y noche cogiendo sin parar. Nos levant�bamos de la cama
para ir al ba�o y comer algo y despu�s la segu�amos. Confieso que fue tanta
la leche que recib�, que llegu� a temer que fuera a quedar embarazada de
quintillizos�
El resto ya lo conocen.
Ahora somos una "familia" muy especial, y muy feliz. William
encontr� en m� a su putita caliente y complaciente, siempre dispuesta a plegarse
a sus deseos; yo encontr� en �l al macho incansable que me mata de placer con su
poronga �y cuando me comparte con sus amigos (tan pijudos como �l), me hace
sentir en el para�so: estar con todos mis agujeros llenos de esas vergas
monstruosas es una experiencia que no se puede expresar con palabras�
Y con respecto a H�ctor� �l tambi�n es feliz, a su manera.
Estoy segura de que disfruta m�s haci�ndose la paja mientras me escucha gozar,
que lo que disfrutaba conmigo cuando yo era (realmente) su mujer. Sin duda,
naci� para ser cornudo. Cornudo, sumiso y pajero.
Pero esto no termina aqu�