- �Dios, qu� carajo hice?

- Que inb�cil fui

- �Por qu� tuvo que pasarme justo a m� y a estas alturas de
mi vida?

- �Por qu�? �Por qu�? �Por qu�?

- �C�mo le voy a explicar a Julieta?

- �Con qu� cara les voy a ver a los chicos?

Eran preguntas que apu�alaban los pensamientos de Juli�n. Dr.
En leyes con tres o cuatro postgrados en sociolog�a, econom�a, filosof�a y qui�n
sabe qu� m�s; diputado de la republica. Un hombre gordo, de mediana estatura,
medio calvo de ojos casta�os, barba y bigote. De distinguida presencia y una
posici�n econ�mica bastante bien acomodada permanec�a sentado en el sill�n de su
despacho, mirando hacia el infinito a trav�s del cristal de la ventana de tono
verdoso, mientras se pasaba las manos por la cabeza escasa de cabello, que a
juzgar por las canas denotaban su edad; alrededor de 60. Sobre los escritorios
discretamente desperdigados yac�an los papeles; con un casi imperceptible olor a
desinfectante hospitalario; en los que se encontraban impresos los resultados de
los ex�menes de laboratorio que eran la causa su tortura mental.

- Maledetto insomnio

- Maledetto viaje

- Maledetta vida

Segu�an martillando su cabeza. De pronto por el
intercomunicador se oye una voz nasal, aguda: - Doctor Riccho, su esposa al
tel�fono- Esto sacudi� del ensimismamiento en el que se encontraba el hombre al
tiempo que se le erizaba la piel. Presionando un bot�n del aparato responde con
asustada, casi ahogada voz: -Pa� P�seme, gracias Lourdes- Tratando de
recomponerse, se reacomoda en su asiento produciendo el cl�sico crujido del
cuero que tapizaba el mueble al tiempo que con su mano derecha levantaba la
bocina.

- �Hola! Querida, �c�mo est�s? (esboz� Juli�n emitiendo una
casi risa entrecortada)

- �Qu� tal mi amor?, Bien, bien; �C�mo van las cosas all�?;
�est�s ocupado? (acosaba la voz de Julieta muy chillona)

- Bien� bien sin novedad querida� pero dime que se te ofrece
que estoy a punto de salir para una reuni�n (minti� Juli�n con apuro)

- A ya, ya; bueno mi amor; solo te llamaba para recordarte
que hoy es aniversario de los Parducci y quedamos en ir a la cena en su casa
(dijo Julieta con voz alegre)

- Si, si querida, no me he olvidado� bueno ahora te dejo
querida; al medio d�a hablamos en casa (respond�a Juli�n mientras pensaba en los
resultados)

- Esta bien mi amor te espero para almorzar entonces;
cu�date; un beso� hasta luego (replicaba Julieta denotando felicidad, ignorante
de lo que le suced�a a su amado esposo)

- Hasta luego querida; ya nos vemos entonces (rezong� Juli�n)

Luego de cerrar el tel�fono volvi� a presionar el bot�n del
intercomunicador y recost�ndose sobre el escritorio hacia el aparato; con voz
carrasposa dijo:

- Lourdes� no me pase m�s llamadas por favor

- Est� bien doctor; pierda cuidado� �se le ofrece algo m�s
doctor? (respondi� la misma voz nasal y aguda de hace unos minutos)

- No Lourdes gracias� eso es todo� �ah! y por favor no me
interrumpa para nada; si viene o llama Verdaguer d�gale que sal�, que yo lo
llamare por la tarde (contesto Juli�n con voz en�rgica)

- S� doctor; no se preocupe doctor; as� lo har� doctor
(agenciosa contesto la mujer)

Arrastr� por el escritorio la papeler�a causante de su
desconsuelo para echarle por en�sima vez una ojeada; quiz�s como intentando
creer esta vez que lo que iba a leer ser�a diferente. Como creyendo que ya
despert� de una pesadilla y que volv�a a la realidad. Pero no; solo fue para
darse cuenta a los pocos segundos que todas las anteriores tampoco fueron sue�o.

Lanz� los papeles sobre el escritorio y se llev� las manos a
la cara juntas; palma contra palma; y pensando. Mas bien implorando:

- Dios �qu� hago?; �qu� digo?; �c�mo les digo?

- Y si les digo �qu� van a decir?; �qu� van hacer?

- Dios ilum�name, se que es tarde para esto pero� pero no
tengo a quien mas recurrir. Ay�dame dios; ay�dame.

Reaccionando por un instante se volvi� hacia la ventana.
Arqueando las cejas y apretando los dientes mientras lentamente apoyaba las
manos sobre las piernas para levantarse del sill�n y, caminar con pasos pausados
y titubeantes recorriendo su amplia y lujosa oficina. Muy bien decorada con
obras de arte autenticas y diplomas y certificados salpicados por las paredes;
iluminada por un amplio ventanal de reflejos verdosos; cubierta de pared a pared
por una alfombra beige de pelo largo; amueblada con muebles de finas maderas,
bibliotecas llenas de libros de leyes, econom�a, sociolog�a y qui�n sabe que
otros temas, finamente encuadernados y meticulosamente ordenados. En una esquina
una vitrina con cristales biselados en tres de sus caras conteniendo sobriamente
ordenadas figuras de bronce, tal vez del medio oriente que denotaban su
antig�edad.; su escritorio; de madera tallada, amplio, muy amplio protegido por
un vidrio biselado; bastante despejado conten�a un portarretratos, una carpeta
de cuero, un cenicero de cristal de roca muy grueso; unos f�lderes y una caja de
habanos "Cohiba".

Recorr�a Juli�n mientras encend�a un habano con su encendedor
fin�simo; de oro con sus iniciales incrustadas en plata, obsequiado por Julieta
al cumplir 50. Miraba y revisaba los libros pero sin buscar nada en especial
mientras su mente era asechada por nuevo pensamientos:

- Pero y si pido una segunda opini�n. Si me voy a Suiza o
Alemania.

- No, no tiene caso, me van a decir lo mismo� ser�a perder el
tiempo que podr�a aprovecharlo con Julieta y los chicos� y gastar�a dinero en
vano� Dinero; de que me sirve ahora.

- Dios si pudiera tan solo volver� volver 20 a�os atr�s, no
estar�a en este dilema.

- Rayos maledetto insomnio.

- rayos maledetto viaje.

- Rayos maledetta vida.

Se volvi� al escritorio para nuevamente coger los papeles;
esta vez no los ley� solo los sostuvo en su mano unos segundos y estruj�ndolos
los lanz� nuevamente sobre su carpeta de cuero. Camin� hacia el ventanal y se
detuvo, miro hacia la calle, luego al cielo y finalmente al frente mientras le
daba una aspirada a su habano reci�n encendido; un gran anuncio de "Panasonic"
destacaba en la terraza de un moderno edificio de la ciudad que contrastaba con
las torres de la antigua catedral colonial; las quedo mirando fijamente mientras
su mente se transportaba en el tiempo; 20 a�os atr�s. Comenz� a recordar cual
pel�cula en technicolor la noche del "maledetto insomnio". En un viaje de
negocios a Br�celas:

[i]Acostado en la cama del hotel de 5 estrellas en el que se
hosped� no pod�a dormir

- Las once de la noche; carajo que calor hace, y no puedo
dormir

Juli�n daba vueltas y revueltas, acomodaba la almohada, se
descobijaba. Al fin al cabo de un cuarto de hora se levant� para refrescarse.

- Voy a prenderme un habano y fum�rmelo en el balc�n de la
suite, as� me refresco y disfruto el paisaje.

Juli�n se coloco su fumadora de ceda color vino, se acomodo
en una perezosa del balc�n y d�ndole una fuerte chupada al habano se dispuso a
contemplar el ambiente. Desde el segundo piso en el que se encontraba pod�a
observar claramente a la gente en la calle, los autom�viles, etc. Al poco rato
se prendi� y decidi� mejor salir a caminar.

- saldr� a dar una vuelta, a tomarme alguna cosa, en fin ya
ver� como se me presenta el panorama.

Se visti� de traje pero sin corbata con el primer bot�n de la
camisa desabrochado, cogi� su porta chequera la encajo en el bolsillo interior
de la leva, casi al vuelo las llaves de la habitaci�n y sali�; el ascensor
estaba en un piso alto y m�s a m�s iba de subida, as� que decidi� bajar por la
escalera, entrego la llave a la recepcionista y salio por la enorme puerta
giratoria. El botones del hotel se le acerco y muy solicito le dijo -un taxi
se�or; a lo que Juli�n respondi� -gracias si por favor. El mozo se acerc� al
filo de la acera y estirando el brazo abri� la portezuela del veh�culo amarillo,
Juli�n le extendi� un billete al botones y se embarc�.

- A donde le sirvo al se�or (pregunto el conductor)

- �Conoce alg�n bar tranquilo donde pueda tomarme un whisky?
(pregunto Juli�n mientras se arreglaba la leva)

- Si se�or, hay un lugar justo para usted tienen m�sica jazz
en vivo y es muy tranquilo (respondi� en chofer)

- Est� bien, total para nom�s de quitarme el calor y el
aburrimiento (comento el pasajero)

A los pocos minutos llegaron al destino, un bar llamado
"Racklette" algo lujoso, bien presentado. El taxi de detuvo, y mientras el mozo
se acercaba a abrir la portezuela Juli�n cancelaba la tarifa y se dispon�a a
bajarse del veh�culo.

- gracias y buenas noches (dijo el hombre)

- �Desea que lo pase a recoger m�s tarde se�or? (pregunt� el
chofer)

- No, gracias (contesto tajante Juli�n)

El mozo abri� la puerta del lugar inclin�ndose en son de
saludo y Juli�n ingreso, se sent� en uno de los taburetes de la barra y con el
dedo llam� al bar tender.

- Buenas noches; bienvenido a racklette; qu� le sirvo al
caballero (atento y cordial pregunto el empleado)

- Un whisky doble sin hielo (pidi� Juli�n muy serio)

- Enseguida se�or (contest� el mozo)

Al cabo de un par de minutos se acerc� el mozo con la bebida
mientras Juli�n paseaba la vista por el lugar buscando qui�n sabe qu�.

- Aqu� tiene se�or (esboz� el mozo)

El hombre, para ese entonces de unos 40 sin decir nada tom�
el vaso y le dio un gran sorbo. Haciendo una mueca lo trag�, asent� el vaso y
sac� un habano, lo prendi� y con la otra mano tom� el baso de escoc�s.[/i]

En tanto Juli�n en su despacho segu�a contemplando las torres
de la vieja catedral mientras por su mente pasaban los hechos carcomi�ndole el
alma, estruj�ndole el pecho en un pu�o. Al poco rato se aleja de la ventana para
ir a sentarse en una de las poltronas que estaban dispuestas para recibir a sus
invitados; apoyando el codo en uno de los brazos del mueble con la mano hacia
arriba para apoyar sobre �sta ahora ya cerrada como pu�o su sien derecha;
mirando a la nada contin�a el desfile de im�genes pasadas.

[i]- �Hola!; �porqu� tan solo cari�ito?; �acaso te abandon�
tu mujercita beb�?

La voz sensual, bien fingida de una rubia artificial
alt�sima; con pesta�as postizas bien pintarrajeada; enfundada en un vestido rojo
encendido, largo muy estrecho de escote hasta la mitad del t�rax y zapatos
calados de tacos grand�simos; resaltaban la despampanante figura del mujer�n. Un
busto enorme que por el escote parec�a que iba a estallar, una cinturita de
avispa; unas caderas bien, bien anchas que por lo apretado del vestido; a este
se le formaban unas arrugas verticales a los costados; un trasero redondo y bien
duro; a juzgar por el vestido deb�a tener unas buenas piernas. Se le acerc� a
Juli�n agitando un bolsito negro cubierto de lentejuelas doradas y plateadas.

La joven se sent� en el taburete de alado inclinando el
tronco hacia delante para que el hombre observara su delantera.

- �Te puedo hacer compa��a mi amor? (esboz� la mujer haciendo
todo tipo de muecas al hablar)

- Claro que si mu�eca... bienvenida �gustas tomar algo? (con
una gran sonrisa invito Juli�n)

- Si gracias; pede ser un martini (contesto la rubia)

Juli�n llamo nuevamente al camarero y orden� el trago para su
inesperada compa��a.[/i]

Juli�n en su poltrona apretaba el pu�o muy fuerte mientras
murmuraba:

- Maledetto insomnio

- Maledetto viaje

- Maledetta vida

Su mente segu�a en el pasado proyectando esas im�genes, ahora
irremediablemente crueles, repulsivas, asquerosas si se quiere; que se reflejan
en la expresi�n facial de Juli�n

[i]- Y cu�ntame �qu� te trae por ac�?; �de d�nde vienes?
(pregunta la dama de rojo)

- Vine por negocios� Soy de Suram�rica; y no tengo sue�o as�
que decid� venir a tomarme un trago y ver que propone la noche (respondi� el
hombre muy contento)

Al rato se acerc� el mozo con el c�ctel de la rubia; lo
asent� en frente de ella sin dejar de mirarla por el escote, la mujer casi sin
dejar de mirar a Juli�n tom� la copa con una mano mientras con la otra tomaba el
mondadientes con una aceituna y meneaba la bebida.

- Pero dime �tiene nombre esta belleza? (preguntaba Juli�n al
tiempo que sutilmente rozaba con la yema del dedo medio de su mano derecha el
brazo desnudo de la mujer)

- Catherine� �y t� mi vida? (respondi� la mujer en adem�n
provocativo)

- Que bonito nombre casi tan bello como su poseedora�Jul�
Juli�n (respondi� �l carraspeando)

- �Ay! Gracias que caballero. Pero �qu� planeas para esta
noche ahora que ya tienes compa��a? �Ha! Dime guapo (comento Catherine)

- Pues no lo se; no conozco bien esta ciudad as� que porqu�
no te conviertes en mi gu�a y me llavas a donde t� quieras� Esta noche soy todo
tuyo (Riendo comento Juli�n)

- �Uy! que atrevido� entonces tendr�s que atenerte a las
consecuencias... �qu� te parece si nos terminamos estos tragos y nos vamos a un
lugar mas intimo? (con voz de complicidad y sonriendo espet� Catherine)

- �Ah! picarona� De acuerdo, me parece bien (contesto �l
pas�ndole el dedo r�pidamente por la nariz respingada por la cirug�a)[/i]

En tanto que el hombre hundido en la butaca, cada vez m�s
iracundo murmuraba para s� en tono despectivo:

- Catherine, Catherine

- Esta noche soy tuyo

- Atenerte a las consecuencias

- Imb�cil, imb�cil, imb�cil

- Maledetto insomnio

- Maledetto viaje

- Maledetta vida

Sin poder hacer nada por evitar quitarse el recuerdo de su
mente; d�ndole una chupada m�s a su habano que ya iba casi por la mitad, clavo
la mirada al infinito nuevamente y se quedo jugando con la bocanada de humo que
a�n revoloteaba en su boca.

[i]Luego de un buen rato de estar conversando y riendo;
derrochando alegr�a en el bar, la pareja estaba por terminar sus bebidas, que a
estas alturas ya era la tercera ronda; as� que Juli�n en un adem�n m�s, levanto
el brazo para llamar la atenci�n del camarero. Este se acerco raudo y cogi�ndose
las manos dijo:

- Diga el se�or

- Me pasa la nota por favor (pidi� Juli�n sin dejar de mirar
a su acompa�ante)

- Enseguida se�or (dijo el mozo sin soltarse las manos y
asintiendo con la cabeza)

El mozo se demoro menos que con los tragos en traer la
factura mientras la pareja se alistaba para marcharse. Se levantaron, �l primero
para extender la mano a su compa�era y ayudarla a bajar del taburete, una vez de
pie los dos, ella le propino un beso en la mejilla mientras Juli�n sacaba de la
leva su cartera de fin�simo cuero italiano. Saco unos billetes que deposito en
la bandeja de la factura, tomo la nota y puso en la mano del mozo otro billete
de propina.

Al salir de aquel bar el mozo de la puerta se apuro a
abrirles la puerta y luego a procurarles un taxi. Se subieron los dos, primero
ella y luego �l. La dama le dio una direcci�n al conductor y durante el
viajecito continuaron charlando y haci�ndose bromas. Al llegar al destino tras
unos minutos. Que no era m�s que el hotel donde se hospedaba Juli�n; este pago
la tarifa y bajaron de auto.

Ya en la habitaci�n mientras la mujer se lanzaba sentada en
la cama rebotando y apoy�ndose en los brazos estirados un poco hacia atr�s;
Juli�n se quitaba la leva y soltaba un par de botones m�s de su camisa en cuyo
cuello hab�a ya una marca de l�piz labial rojo pasi�n.

- Bueno que sea lo que tenga que ser (murmuro para s� mismo
Juli�n al tiempo que un fugaz recuerdo de Julieta pasaba por su mente)

Catherine ya sin sus zancos se acerco a Juli�n y lo rodeo con
sus brazos por el cuello mientras le daba un sutil beso en los labios al tiempo
que el respond�a de la misma manera.[/i]

El hombre en su despacho cada vez mas enfurru�ado segu�a con
su habano haci�ndolo rotar entre sus dedos mientras daba un suave soplido a la
brasa para mantenerla viva.

- Detente imbecil, para, m�ndala al carajo

- No imbecil; no lo hagas

- �por qu�?; �por qu�?; �por qu�?

- Maledetto insomnio

- Maledetto viaje

- Maledetta vida

Juli�n se levanta y comienza a pasearse por la oficina
llev�ndose las manos a la cabeza y mirando al piso, talvez las puntas de sus
zapatos y continua atorment�ndose con el recuerdo del inicio de su desasosiego
actual.

[i]La pareja en la habitaci�n del hotel bromeaban, re�an
mientras Juli�n levantaba la bocina del tel�fono para marcar el n�mero de
servicio a la habitaci�n:

- Servicio de habitaci�n buenas noches �en qu� le puedo
ayudar? (una voz masculina respond�a)

- Si, buenas noches me trae una botella de champagne y dos
copas por favor (pidi� Juli�n casi entre risas)

- Muy bien se�or Riccho, enseguida (contest� el camarero)

Juli�n colg� la bocina mientras Catherine continuaba
abraz�ndolo y acarici�ndolo, d�ndole de cuando en vez un beso en los labios que
cada vez eran menos disimulados. El hombre se volte� hacia la mujer tom�ndola
por la cintura para propinarle un beso profundo al tiempo que deslizaba el
disimulado cierre en la espalda de ese vestido al que no le cab�a nada m�s que
las carnes voluptuosas que conten�a; aprovechando el movimiento para con los
dem�s dedos brindarle una suave caricia en la espalda.

La mujer aprovech� las posturas para terminar de desabotonar
la camisa de Juli�n. Ahora mucho m�s manchada de labial, rush y cuanto menjurje
se habr�a empastado en la cara aquella mujer. Al termino de estos manipuleos se
separaron no m�s del largo de los brazos de Juli�n; solo para que pudiera
apreciar en mejor perspectiva y asombrado las tetas enormes rellenas de
silicona. Redondas como trazadas con comp�s y pezones peque�itos en todo el
centro, rodeados por unas aureolas casi imperceptibles ya que Catherine no tra�a
brasier.

Tres golpes seguidos en la puerta separaron por completo a la
pareja y el hombre se dispuso a abrir.

- �Si? (pregunt� con vos entrecortada)

- Perd�n se�or; servicio a la habitaci�n (casi gritando
respondi� el camarero)

- �Ah! Si, si entre, entre� p�rgalo en la mesa (dijo Juli�n
abriendo la puerta mientras volteaba hacia Catherine que estaba terminando de
enfundarse las tetas en el vestido)

- Per�n se�ores (dijo el mozo llevando una charola redonda;
con el champagne y las dos copas m�s una compotera con unas frutas)

- Listo se�or (esboz� el mozo mientras esperaba cerca de la
puerta casi en posici�n de firmes su propina; mirando de reojo la voluptuosa
figura femenina)

- Aqu� tiene, gracias (le dijo Juli�n poniendo en su mano un
billete)

Luego de serrar la puerta �l volvi� a tomar a Catherine y con
un beso en el cuello le dijo:

- Listo preciosa ya tenemos lo que necesit�bamos

- �Caray!, �caray! Que bien la vamos a pasar mi amorcito
(sorprendida balbuceaba la tetona)[/i]

Mientras Juli�n en su bur� casi enrojecido por la ira
continuaba dando vueltas con pasos muy pausados y cortos ahora con las manos por
detr�s y la mirada hacia el techo; segu�a murmurando:

- Maldita, maldita, maldita.

- Que bien la vamos a pasar� mi amorcito

- Imbecil, imbecil

- Maledetto insomnio

- Maledetto viaje

- Maledetta vida

Los recuerdos cada vez m�s agudos, m�s acuciantes, m�s no se;
penetrantes acuchillaban la mente de Juli�n que ya estaba al borde de la locura

[i]- Si mi bomb�n; la vamos pasar de locura ya vas a ver
(replicaba Juli�n)

En el cuarto de hotel la pareja de t�rtolos retomaba las
posturas de antes que llegara el waiter. Juli�n volv�a a liberar las tetas de
Catherine amas�ndolas a manos llenas mientras se dirig�an a la masa para
servirse unas copas; �l intentaba coger la botella; ella jalaba de su camisa
despoj�ndolo completamente de ella; quedando su torso al descubierto.

- �Uy! Papi me encanta tu espalda, as� toda ancha robusta
(dec�a ella al tiempo que la acariciaba)

- Je, je, je no seas exagerada que t� tambi�n tienes un par
de tetas que ponen a mil a cualquiera (replicaba Juli�n mientras hacia tronar el
corcho de la botella)

- Mira lo que dices, c�mo eres (riendo contestaba ella
abrasando las carnes de Juli�n; pegando sus papayas a su espalda e intentando
introducir unos pocos cent�metros de sus dedos por la pretina del pantal�n)

Juli�n se volte� con una copa servida en cada mano; ofreci�
una a la dama con las tetas al aire y el vestido arremangado en su cintura y
brindaron:

- �Salud! preciosa por salvar mi noche

- �Salud! machote

Riendo entrelazaron los brazos y bebieron unos sorbos de la
burbujeante bebida. Juli�n la tom� de la mano y de un tir�n la llevo al ba�o;
soltaron las copas por ah� y comenzaron a abrazarse y besarse al tiempo que
Juli�n buscaba a tientas la llave del agua en la ba�era. Apoyando a la mujer
contra el mueble del lavabo se pego lo m�s que pudo a su pelvis para hacerla
sentir su pene aunque a�n no lograba ninguna erecci�n importante. Ella a su vez
le tom� de las nalgas estruj�ndolas de forma circular; empuj�ndolo hacia s�.[/i]

- Imbecil, Imbecil, su�ltala

- M�ndala al diablo

- No sigas, para

- Maledetto insomnio

- Maledetto viaje

- Maledetta vida

Segu�an los murmullos de Juli�n que; rondando su basta
oficina mientras segu�a chapando fuertes bocanadas de humo a su habano; tornando
el ambiente brumoso con un olor a tabaco y especias; que era su mezcla
predilecta y que la consegu�a con sus contactos en la aduana a menor precio. Se
acerc� al minibar y se preparo un buen baso de escoc�s sin hielo y se lo bebi�
todo de un solo sorbo, haciendo muecas lo trago en dos bocados mientras los
recuerdos segu�an viniendo a su mente.

[i]La pareja segu�a intentando excitarse con caricias cada
vez m�s osadas apretuj�ndose, manose�ndose, a�n con las partes bajas cubiertas
acompa�ados por el ruido del agua llenando la ba�era de la que ya comenzaba a
emanar vapor. Caminando muy juntos salieron del ba�o; tomaron sus copas de donde
las hab�an dejado y mir�ndose a los ojos bebieron con caras de hambre de sexo.

A trancos, besos y caricias toscas llegaron a la cama. �l de
un empuj�n la tumbo cayendo pesadamente sobre su espalda; se acerc� en tono
amenazante y tir� del rojo vestido; dejando expuesto todo el exorbitante cuerpo
de quien m�s tarde iba a ser pose�do por el hombre. Se lanz� sobre ella
directamente a sus pechos d�ndole salvajes masajes; logrando sacar a la mujer
unos gemidos mas fingidos que reales; acto seguido los empez� a besar, a morder,
a zambullirse en medio del par de medias esferas casi perfectas; mientras en el
interior de su pantal�n comenzaba a sentir una erecci�n. La exuberante mujer
meti� una de sus piernas entre las de �l y pudo advertir su pene erecto,
encarcelado dentro del fino casimir ingl�s.

Ella haciendo un poco de fuerza tumb� a Juli�n de espaldas
sobre la cama, girando junto con �l para que no le soltara las enormes masas de
silicona; por fin se decidi� a dejar de sentir el placer del manoseo y se
levanto para desatar las amarras a ese falo que segundos antes hab�a advertido
con su muslo firme. Por fin con algo de esfuerzo ayudada por el bar�n libero el
pene preso y sin perder tiempo se abalanzo a el, cual fiera hambrienta a su
presa. La masturb�, bes�, lami�, chup�; hizo cuanto quiso con el pene
completamente erecto.[/i]

En el noveno piso del edificio "Cris�lida" estaba instalada
la oficina del hombre que hoy por hoy sufre a mares, arrepentido hasta los
huesos por haberse dejado llevar por sus instintos lujuriosos en el pasado. Ah�,
ah� estaba sufriendo lo indecible, enfurru�ado consigo mismo, invadido por los
recuerdos que hoy le resultaban aterradores, fum�ndose un habano de los caros,
de los que desde hace treinta a�os fuma; ah� esta murmurando:

- Demonios, demonios, demonios

- Demonios; que imb�cil fui

- Demonios; como pude ser tan� tan�

- Maledetto insomnio

- Maledetto viaje

- Maledetta vida

Ya no sabe que hacer, que decir, como pedir perd�n; lo �nico
que pasa por su mente son los recuerdos del peor error de su vida

[i]Se escuchan los ruidos guturales de un fenomenal fellatio
propinado por la experta. Tras sentir unas inevitables ganas de eyacular Juli�n
retira a la mujer violentamente de su pene para evitarla, al menos por ese
momento. De la forma que haya sido la subi� sobre �l y comenz� a succionar esas
tetas monumentales al tiempo que comenz� a acariciar el sexo de la mujer, con
sus dos manos completitas; finalmente Catherine no soporta m�s con voz muy
entrecortada dice:

- Mi Amor, mi amor; chupamelo. Chupamelo

- claro mi ni�a venga (con la voz agitada respondi� Juli�n)

- Ahora, lo quiero ahora

- Ven s�bete un poco m�s

Catherine se encarama asentando ese enorme trasero, que nadie
sabe como lo carga, en el pecho de Juli�n y este comienza a saborear, lamer,
chupar, en fin; a hacer lo que pudiere para satisfacer a la mujer, incluso
aprovecha la posici�n para jugar con sus dedos en el ano femenino, como
prepar�ndolo para una posterior penetraci�n. Luego de hacer de todo para lograr
que ella llegue al cl�max, finalmente lo logra ella se derrama cuanto puede en
la cara de Juli�n y este lo �nico que hace es relamerse los l�quidos expulsados
con violencia por la mujer. Juli�n invita a Catherine a la ba�era, que �l
calcula que ya estar� lista para ellos.

La pareja se levanta de la cama y en un abrazo caminan al
ba�o, no sin antes pasar recogiendo las copas y la botella. Al llegar Juli�n
prepara las copas mientras Catherine se sumerge en el agua caliente, el vapor la
cubre toda y para Juli�n se hace complicado mirarla, con todo logra entrar al
agua y ofrecer la copa a su pareja sexual. �l se sienta por delante de ella que,
con sus piernas lo rodea, beben el champagne casi a pecho y vuelven a las
caricias, besos, abrazos. Se excitan casi de inmediato y Juli�n la comienza a
penetrar por detr�s con mucha violencia, casi como un animal, siente que va
tener su orgasmo en medio de los pr�cticamente alaridos de ella que tambi�n esta
por tener su segundo orgasmo ayudada por sus manos. Juli�n acelera las
arremetidas contra ese trasero enorme hasta que logra su eyaculaci�n. Los dos
sienten los espasmos de los dos y se quedan exhaustos sentados uno delante del
otro.[/i]

Juli�n en su despacho ya no aguanta m�s, apaga su habano ya
fumado en el cenicero de cristal de roca que tiene sobre su escritorio mientras
mira fijamente los an�lisis. Los toma, les de una �ltima lectura, esta vez es
minuciosa, sin perderse ning�n detalle de la terminolog�a t�cnica que talvez ni
entiende, pero la lee, al terminar corre una lagrima por su mejilla, dobla y
guarda meticulosamente los papeles en sus respectivos sobres, los suelta como
sea sobre el escritorio y se dirige a una de las bibliotecas; retira unos 4 o 5
libros falsos que debelan una especie de armarito, lo abre y se queda mirando su
interior mientras murmura:

- Maldita sea

- Maldita sea la humanidad

-Que imb�sil, que imb�sil

- Maldito homosexual

- MALDITO HOMOSEXUAL

- Maldita peste rosa

- Maledetto insomnio

- Maledetto viaje

- Maledetta vida

Toma algo de aquel armario y se aproxima al escritorio; casi
con una violencia descomunal toma los sobres, con una mano mientras con la otra
saca su encendedor de lujo. Los prende fuego sobre su cenicero de cristal, los
queda viendo por un momento y luego camina hacia su sill�n, se sienta haciendo
crujir el cuero toma aquello que saco del armarito.

Entre tanto afuera de su oficina, en la recepci�n un
decorativo reloj de pared marca un las 10:59. Ah� esta Lourdes en su escritorio
ajetreada con papeles y un mont�n de documentos, instintivamente regresa a ver
el reloj 11:00, escucha una detonaci�n fort�sima proveniente de la oficina del
Honorable Diputado Dr. Juli�n Riccho Novola.