Esta historia puede constituir una lecci�n acerca de lo �til
que puede resultar escribir relatos er�ticos, si es que hay alguien que pueda
considerar que no vale la pena hacerlo. Claro que no es un indicador de que lo
que pas� aqu� le vaya a suceder a todo el mundo (pues se trata de una
coincidencia sorprendente), pero bueno, siempre queda la esperanza de que este
tipo de narraci�n nos pueda llevar a algo m�s de lo que esper�bamos.
En la empresa donde trabajo el cargo de gerente de
inform�tica qued� vacante el a�o pasado. El tipo que se encargaba del �rea fue
despedido porque ten�a problemas con la bebida. Para reemplazarlo contrataron a
Ana, una preciosa ingeniero de unos 30 a�os. Cuando los hombres de la oficina la
vimos por primera vez quedamos boquiabiertos. Aunque de cara no es
extraordinariamente hermosa �cuidado, tampoco es fea, tiene su atractivo-, el
resto de su anatom�a es incre�blemente apetecible. Bastante alta, delgada, muy
blanca, con una silueta llena de cuervas, rematada por un par de piernas largas
y espectaculares, Ana llam� la atenci�n del p�blico masculino desde su ingreso a
la empresa. El culo era magn�fico- cosa que a m� me vuelve loco- y sus tetas
eran de buen tama�o, firmes y paradas. A su atractivo habr�a que agregar,
adem�s, un bonito cabello rubio con bucles como de angelito y unos bell�simos
ojos azules.
Su defecto era su falta de simpat�a personal. Era poco
comunicativa y algo seca y prepotente en el trato. Pero eso le a�ad�a, por otra
parte, un aura de misterio. A pesar de que era madre de dos ni�os peque�os y de
estar casada con un m�dico joven, Ana me trasmit�a la idea de que en la cama
deb�a ser una puta de la peor clase. A veces llevaba unas falditas muy
sugerentes que, sin ser vulgares, permit�an apreciar sus bellas y bien torneadas
piernas, las cuales provocaba acariciar y tocar sin ning�n l�mite.
A pesar de haber fantaseado algunas veces con ella y de
haberle dedicado un par de pajas, yo no esperaba lograr nada con aquel
monumento, pues me la imaginaba como una madre y esposa dedicada. Pero he
aprendido que la vida da giros inesperados que uno debe aprovechar.
Un d�a recib� una llamada de Ana, pidi�ndome que fuera a su
oficina. Estaba vestida muy elegante, con un taller azul celeste. La falda
permit�a, de nuevo, disfrutar de la vista de sus bellas extremidades inferiores,
a las cuales dediqu� una mirada que probablemente se prolong� m�s all� de lo
debido y que ella not�. Me pidi� que me sentara, cosa que proced� a hacer y le
dije que era todo o�dos, que me dijera lo que necesitaba.
Sacando una carpeta con aire muy ejecutivo, me dijo:
Bueno Alberto, tenemos un peque�o problemita por aqu�, el
cual, sin embargo, podemos resolver f�cilmente. Resulta que aqu� en la
compa��a usamos unos programas para detectar las actividades que hacen los
empleados a trav�s de sus PC y he encontrado cosas inusuales en tu caso. Veo
que accedes a p�ginas web de contenido sexual y que has escrito relatos en
el que involucras incluso a gente de la oficina.
Yo estaba mudo, muy avergonzado por haber sido descubierto.
Ella se dio cuenta y sin perturbarse me dijo:
No te preocupes. Yo te entiendo, pues algunas personas
somos muy calientes �hizo un �nfasis muy peculiar en ese "somos"-. Yo puedo
perfectamente no revelar esta informaci�n si t� haces algo por m�...
Al decir esto, una sonrisa extra�a y sensual se dibuj� en sus
labios. Perplejo, le contest�:
Est� bien... Dime en qu� puedo servirte...
Ella volvi� a sonre�r y luego de un par de segundos termin�
la conversaci�n diciendo:
Ven el s�bado en la noche a mi casa y te cuento de qu� se
trata.
Parec�a obvio que se trataba de una insinuaci�n de car�cter
sexual, pero al salir de su oficina yo no pod�a dar cr�dito a lo que hab�a
escuchado minutos antes. Una mujer casada y con hijos que, adem�s, me propon�a
que lo hici�ramos en su casa... Aquello no pod�a ser. Pod�amos haber escogido
otro lugar menos comprometido. Durante los dos d�as siguientes estuve d�ndole
vueltas a la cabeza sobre ese asunto y a veces el pene se me puso como una roca
de s�lo pensar en el banquete que seguramente iba a darme con aquella mujer.
Lleg� el s�bado en la tarde. Comenc� a arreglarme para llegar
a su casa �ella me hab�a mandado la direcci�n por e-mail-. Me ba��
escrupulosamente, me puse mis mejores galas, me ech� bastante agua de colonia y
guard� varios condones en la cartera, para estar a tono cuando llegara "el
momento".
Cuando llegu� al edificio donde Ana viv�a y me baj� de mi
carro, mi coraz�n lat�a con expectaci�n. Toqu� el intercomunicador y reconoc� su
voz al otro lado. Me dijo que pasara y tomara el ascensor. As� lo hice y arrib�
al piso 5. Puls� el timbre de su apartamento y un minuto despu�s me llev� una
sorpresa que constituy�, en ese momento, un ba�o de agua fr�a: la puerta la
abri� Luis, su marido.
En ese momento toda mi fantas�a de que me iba a tirar a Ana
esa noche se fue al piso. Me dije a m� mismo: "Est�pido, te equivocaste! Seguro
que el favor que les vas a hacer es darles alg�n consejo financiero o ayudarlos
en qui�n sabe qu� cosa". Luis me salud� con mucha amabilidad �lo hab�a conocido
en una fiesta de la compa��a- y me invit� a pasar. Mi cara de "ponchado" era
obvia y probablemente �l se hab�a dado cuenta. El me dijo que Ana no tardar�a en
salir y que mientras tanto me sentara en la sala, que el preparar�a unas
bebidas.
No pas� mucho tiempo cuando Ana sali� del �rea de las
habitaciones. Cuando la vi mi sensaci�n de "�qu� pasa aqu�?" resurgi�, pues ella
iba vestida con una bata blanca algo corta e iba descalza. Sus piernas estaban
muy descubiertas y parec�a que a ella no le importaba. El cabello lo llevaba
suelto. La verdad es que estaba preciosa!. Una erecci�n comenz� a abultar mi
entrepierna, cosa que me hizo poner a�n m�s nervioso.
Luis trajo las bebidas y se sent� junto a Ana, en un sof� que
estaba frente a la butaca que yo hab�a elegido. Imperturbable, ella rompi� el
silencio:
Bueno Alberto, te preguntar�s por qu� te he pedido que
vengas aqu� hoy. Te lo voy a decir de la manera m�s cruda y directa.
Aprovechamos que los ni�os van a pasar la noche en casa de mi mam� para
ejecutar una de nuestras fantas�as y te eleg� a ti para que participes
porque he visto que eres un tipo muy caliente y de mente abierta...
Yo no pod�a creer lo que mis o�dos estaban escuchando! Casi
eyaculo ante la vista de aquella hembra dici�ndome esas cosas con esa voz tan
sensual y felina. Ella continu�:
Yo soy una mujer muy fogosa. No culpo a Luis porque �l es
un amante muy superior al est�ndar. El problema es m�o, que no quedo
satisfecha ni con el tipo m�s resistente... Luis quiere que yo quede
complacida aunque sea una sola vez. Por eso hemos empezado varios
experimentos y esta es una parte de la cadena. La idea es que t� me folles
por donde se te ocurra mientras Luis mira y nos filma... El no va a
participar mientras t� est�s cogi�ndome. Solamente va a ver. La condici�n es
que cuando termines te vistas, salgas del apartamento y te vayas, pues Luis
me va a hacer el amor despu�s, para probar si esta vez puede hacerme quedar
exhausta. El quiere ver, aunque sea un solo d�a, c�mo quedo gritando que no
deseo m�s nada y que estoy cansada.
Les confieso que no sab�a qu� decir, aunque obviamente ya
estaba resuelto, internamente, a acceder a los deseos de la mujer. Como me ve�a
tan cortado, Luis me dijo con tranquilidad:
Mira Alberto, no te vayas a cohibir. Nosotros somos una
pareja adulta y liberal que disfruta del sexo. Nos amamos y respetamos
profundamente, pero hemos decidido llevar nuestras fantas�as a la realidad.
Puedes hacerle todo lo que quieras a Ana. Yo solamente voy a mirar y a
grabar. S� que eso te puede resultar inc�modo, pero ya ver�s que la pasar�s
bien.
Yo no lograba articular palabra, as� que Ana, resuelta, se
levant� del sof� y me dijo:
Nos vamos al dormitorio?.
Ante esta pregunta me incorpor� casi mec�nicamente y la
segu�. El coraz�n se me iba a salir por la boca de la excitaci�n y los nervios.
Luis iba detr�s de nosotros. Entramos al �rea de las habitaciones. El cuarto de
la pareja estaba al fondo. Pasamos por la puerta del cuarto de los dos ni�os
peque�os. Era incre�ble que la madre de aquellos angelitos fuera una ninf�mana
insaciable. Pero bueno, muchas cosas se ven en el mundo y esa noche yo estaba
dispuesto a dejar a un lado los puritanismos y a gozar a mis anchas de aquella
preciosa hembra.
Entramos a la habitaci�n. Era muy espaciosa, presidida por
una cama matrimonial tipo king size, verdaderamente grande. A Un lado estaba
colocada una silla, junto a un tr�pode en el que reposaba una c�mara filmadora.
Luis encendi� la c�mara y se sent� en la silla, diciendo:
Hagan como si yo no estuviera aqu�.
Aquello era un poco dif�cil. Tirarse a una mujer enfrente de
su marido no es cualquier cosa. Ana comprend�a que ser�a ella quien tendr�a que
romper el hielo, de manera que se acerc� a m� �yo estaba parado cerca de la
cama- y me rode� con sus brazos. Pude sentir su aliento exquisito cerca de mi
cara. Lentamente yo fui rodeando su espalda y acerqu� su cuerpo al m�o. Pude
sentir su calor... Eso me hizo estremecer. Sus tetas generosas y firmes quedaron
apoyadas contra mi pecho y luego le pegu� mi pene en su entrepierna. Huelga
decir que mi tranca estaba dur�sima. Ella lo not� con mucha satisfacci�n y con
su mano izquierda me toc� el miembro por encima del pantal�n y empez� a
acariciarlo. Yo empec� a besarle el cuello apasionadamente, luego a recorrer el
l�bulo de una de sus orejas con la lengua. Ella comenz� a emitir unos gemidos
muy ricos. Con frenes� busqu� sus labios y la bes�. Pens� que tal vez iba a
rechazar un beso, pero no, me dej� meter mi lengua hasta las profundidades de su
boca c�lida y h�meda.
Mi timidez termin� desapareciendo cuando mis manos palparon
por debajo de la bata la piel sedosa y lisa de sus nalgas turgentes y firmes. Se
las apret� con fruici�n y ella dej� escapar otro gemido muy suave que indicaba
que aquello le estaba gustando. De las nalgas pas� a meter mi mano en su
cuquita... Los vellos se sent�an muy suaves y m�s abajo encontr� la humedad
chorreante de una vagina c�lida que esperaba por m�. Le met� un dedo y ella peg�
un respingo, luego con m�s fuerza le introduje dos y luego sub� hasta su
cl�toris, el cual comenc� a estimular muy suavemente, cosa que le arranc� otros
gemidos.
Segundos despu�s le saqu� la bata de seda, dej�ndola en ropa
interior. Aquella mujer era una belleza. Su cuerpo, de piel muy blanca, no ten�a
nada fuera de lugar, a pesar de que ya hab�a pasado por dos embarazos. Un
abdomen plano daba paso a unas caderas amplias y bien formadas que luego bajaban
hacia las piernas que tanto me enloquec�an cuando est�bamos en la oficina. Ana
llevaba un conjunto de ropa interior blanco, con unas tanguitas que se met�an en
la raja de su culo de manera deliciosa. Aquellas nalgas llamaban a ser
mordisqueada, tocadas, besadas, pellizcadas y, por sobre todas las cosas,
gozadas. Las tetas luchaban por salir de la prisi�n del sujetador. Yo no tard�
en liberarlas y en disfrutar de la sensaci�n t�ctil que proporcionaban. Comenc�
a chupar los pezones con ansia, al tiempo que tumb� a Ana en la cama, mientras
me yo me despojaba de mi ropa. Mi falo, en total estado de rigidez, qued� al
descubiero, con la cabeza enhiesta mirando hacia el cielo, ante los ojos
desorbitados de Ana.
Con firmeza y decisi�n la despoj� de su tanga, con lo cual
qued� completamente desnuda. Aquella visi�n era como para degustarla durante
mucho tiempo, pero no hab�a momento qu� perder. Ella tendr�a que ser m�a de
todas las formas, para su placer y el de su marido. Atraje su cuerpo hacia m�
hasta que sus nalgas quedaron apoyadas en el borde de la cama, con las piernas
casi colgando. Yo me arrodill� frente a ella, le abr� las piernas y hund� mi
cabeza en la entrada de su cueva. Empec� a chuparle el co�o de manera incre�ble.
Le met�a la lengua en su raja y provocaba en ella estertores de placer. Ella
gem�a cada vez m�s duro. Parec�a incluso que haberse olvidado de que su marido
estaba all� (en verdad yo tampoco lo recordaba, pero �l estaba si duda
disfrutando de todo aquello). Cuando mi lengua se dedic� sin piedad a lamerle el
cl�toris en forma r�pida e insistente, comenz� a botar much�simo jugo por la
vagina, hasta que peg� un rugido que anunci� un orgasmo bestial:
Ahhhhhhhhhhhhhh, co�oooooooo, me vengo todaaaa! Que
sabroso!
Le di un tiempo para recuperarse, pero no necesit� mucho.
Aquella hembra quer�a acci�n y yo no pensaba neg�rsela. Quiz�s con otras mujeres
habr�a sido menos directo, pero Ana estaba muy caliente y era una puta
ninf�mana, as� que en lugar de empezar por la posici�n cl�sica del misionero, de
una vez la puse en cuatro patas. A ella le gust� aquello y se volte� a mirarme,
diciendo:
S� Alberto, tr�tame como a una perra. No me tengas
compasi�n!
La visi�n de aqu�l cuerpo de piel n�vea arrodillado en cuatro
era celestial. La figura curvil�nea se apreciaba magn�ficamente, con las nalgas
enhiestas mirando hacia arriba y las piernas torneadas, formando una silueta
hermosa que continuaba hacia arriba con un abdomen que se manten�a plano,
luchando contra la gravedad, y las dos tetas generosas colgando y clamando por
ser acariciadas. Su expresi�n, adem�s, era fulgurantemente salvaje, con los
cabellos rubios cayendo sobre su rostro.
Yo no pude resistir m�s. Me coloqu� detr�s de ella, me puse
un cond�n y le clav� el pene hasta el fondo de la totona sin ning�n tipo de
miramiento. A pesar de que emiti� un gemido ronco, era un sonido provocado por
el placer que estaba sintiendo, pues la vagina la ten�a muy mojada y por haber
sido madre dos veces ya no era tan estrecha como debi� haberlo sido antes. Pero
se sent�a caliente y muy, muy h�meda. Yo la bomb�e suave y sensualmente al
principio. Quer�a disfrutar de cada segundo dentro de aquella cuca divina,
sintiendo con mi pene rozaba las paredes lubricadas de su concha rodeada por
pelitos rubios cortados al ras. De su interior sal�an y sal�an cantidades de
l�quido que se escurr�an un poco entre sus piernas. Sus tetas se bamboleaban
acompasadamente con nuestro movimiento. Al tiempo que yo la penetraba y me
mov�a, ella meneaba su caderas, con lo cual el placer se hac�a mayor. Yo fui
incrementado paulatinamente el ritmo de la penetraci�n y ella comenz� a pegar
unos grititos muy agudos. La piel de sus piernas comenz� a erizarse y luego todo
su cuerpo tembl� castigado por un intenso orgasmo que le provoc� otro grito que
hizo que yo tambi�n comenzara a acabar. Tres chorros de semen inundaron el
preservativo y yo pens� que era hora de retirarme de su interior. Pero cuando
adivin� mis intenciones ella empez� a mover sus caderas hacia atr�s y a
menearlas, con lo cual, a�n pose�do yo de alguna fuerza, la bomb�e un poco m�s
durante unos segundos, cosa que le provoc� un orgasmo adicional. Luego le saqu�
el guevo de la cochofla y me quit� el preservativo.
Mi herramienta necesitaba algo de descanso. Pero ella no
estaba dispuesta a darme mucho tiempo. Dos minutos despu�s estaba acostada boca
abajo mientras yo permanec�a arrodillado en la cama, buscando mi pene fl�ccido
con sus labios. Lo empez� a chupar y mi verga, al sentirse dentro de aquella
boca c�lida, se empez� a endurecer progresivamente hasta alcanzar de nuevo su
esplendor. Ana mamaba mi guevo como una profesional, recorriendo el tronco con
la lengua y meti�ndoselo todo hasta la garganta. Parec�a una verdadera estrella
porno y lo hac�a adem�s con mucha pasi�n. Cuando ella sinti� que mi herramienta
estaba en su punto otra vez, me tumb� boca arriba sobre la cama y sin colocarme
el preservativo, se sent� sobre mi introduci�ndose mi pene hasta el fondo de la
cochofla.
Yo le dije, alarmado:
Que haces?
Me molesta esa barrera de goma �contest� ella-. Estoy
segura de que no tienes enfermedades raras y yo te aviso que no las tengo,
as� que quiero gozarte completico.
Aquello era medio irresponsable, pero yo confieso que me dej�
llevar. En ese momento no pod�a poner muchos reparos. Ella empez� a cabalgarme
salvajemente, como ninguna hembra lo ha hecho hasta ahora conmigo. Parec�a un
jinete corriendo en el hip�dromo. Sentir las paredes de su gruta, caliente como
el infierno, sin tener el cond�n como intermediario, era realmente exquisito. De
pronto disminuy� el ritmo y empez� a subir y a bajar muy lentamente, acompa�ando
el mete y saca con la contracci�n de sus m�sculos vaginales, lo cual hizo que yo
empezara a sentir como si mi pene fuese succionado por su cuca. Eso fue
incre�ble y yo, como pose�do, sin sacar mi herramienta de su interior, la empuje
y le di vuelta. Ahora ella estaba abajo y yo arriba, tomando el control. Tom�
una almohada y se la coloqu� debajo de las nalgas. Luego agarr� sus piernas de
diosa y las apoy� dobladas sobre mis hombros. Las penetraciones eran ahora
profund�simas y salvajes, al tiempo que la besaba en la boca a mis anchas. El
ritmo era cada vez m�s fren�tico y ella gritaba:
Dale! Revi�ntame la totona! Hazme tuya! Hazme mujer!
Aquello era demasiado. Ella empez� a temblar de nuevo como
loca, pose�da por su orgasmo. Yo me retir� de su interior y pens�, de nuevo, en
dejarla descansar, pero aquella mujer no paraba. Estaba cada vez m�s excitada y
me orden� que buscara un pote de vaselina que estaba sobre una de las mesas de
noche, pues ahora quer�a que la poseyera por el culo.
Yo no me hice de rogar, porque mi verga estaba al rojo vivo y
deseosa de gozar de aquel culo, que era como un manjar de los dioses. Tom� un
poco de vaselina entre mis dedos y puse a Ana acostada boca arriba, con la
almohada debajo de las nalgas. A mi vista quedaron su vulva y, m�s abajo, el
hueco de su culo. Mientras le mamaba el co�o una vez m�s, fui dilat�ndole el
esf�nter con mis dedos, hasta que sent� que estaba lo suficientemente abierto.
Embadurn� mi pene de vaselina y coloqu� a Ana nuevamente en posici�n de perrito.
Excitad�simo, ubiqu� mi glande en la entrada de su recto y empec� a empujarlo
lenta pero decididamente, hasta que mis test�culos chocaron con sus nalgas y
ella emiti� un alarido sordo, para luego gritar:
Co�oooooo! Me duele! Pero tambi�n me gusta, as� que no
pares hasta que me saques sangre, cabr�n!
Les juro que nunca le he bombeado el culo tan duro a ninguna
mujer. Siempre trato de ser delicado. Pero aquella puta me estaba pidiendo que
le reventara el esf�nter y yo ten�a que obedecerla. Adem�s, su culo s� que
estaba cerrado y me chupaba el pene hacia adentro, apret�ndolo bastante. Ten�a
que darle duro pues yo no tardar�a en correrme. Ella gritaba como posesa. Yo
gritaba: "Que culo mujer, que culo te gastas! Que cuerpo de diosa!!!!". Mientras
tanto, yo le iba frotando el cl�toris. Ella acab� en un orgasmo muy intenso y yo
a su vez me vine ruidosamente, inundando sus intestinos con un chorro largu�simo
de leche caliente y espesa, que parec�a no detenerse.
Yo sent� que no pod�a m�s, pero aquella mujer quer�a m�s
guerra. Fue entonces cuando me percat� de nuevo que Luis estaba en la misma
habitaci�n. Segu�a film�ndonos, aunque se hab�a sacado los pantalones y de vez
en cuando se meneaba el falo. Estaba excitad�simo y se ve�a dispuesto a entrar
en acci�n cuanto antes. Fue entonces cuando �l interrumpi� su silencio y dijo:
Creo que debemos relevar a Alberto de su deber, por dem�s
magn�ficamente cumplido.
Estuve de acuerdo y empec� a vestirme. Al tiempo que Luis,
sin pudor alguno, comenzaba a quitarse la ropa. Ni siquiera hice el amago de
despedirme. Simplemente sal� de la habitaci�n y cerr� la puerta.
No pude evitar permanecer algunos minutos en la sala. Desde
afuera se o�an los gritos de placer de Ana. Su marido seguramente le estaba
dando dur�simo. Pero ya mi presencia no se justificaba. Seguir all� habr�a sido
traicionar su confianza e inmiscuirme en sus asuntos de pareja, as� que decid�
marcharme, seguro de haber gozado una de las mejores sesiones de sexo de mi
vida.
El lunes siguiente me encontr� a Ana en un pasillo de la
oficina. No hab�a m�s nadie alrededor y se detuvo a saludarme con un beso en la
mejilla-. Yo le pregunt� con picard�a:
Y lograste solucionar el problema.
Y ella respondi�, gui��ndome el ojo:
S�, todo sali� perfecto. A lo mejor volvemos a necesitar
de tu ayuda.
Nunca m�s me volvieron a llamar. Pero no podr� olvidar jam�s
lo que ocurri� ese s�bado en la noche en el apartamento de Ana, mientras su
marido nos filmaba.