Relato: Alicia, pajeadora de vocaci�n (1)



Relato: Alicia, pajeadora de vocaci�n (1)

Alicia, pajeadora de vocaci�n (1)


Por Mujer Dominante (POR CUESTIONES DE PRIVACIDAD ESTE EMAIL FUE REMOVIDO)



Parte 1.


Esta es la historia de Alicia, una chica que aprendi� que
pod�a dominar a todo tipo de hombres, con el sencillo expediente de hacerles la
paja. Y los ten�a a sus pies. Y de c�mo nuestra hero�na aprovech� su vocaci�n
para avanzar en la vida, divirti�ndose de paso. Porque a Alicia le gustaba mucho
dominar a los hombres.




Cap�tulo 1. Alicita descubre las "palancas" de los hombres.



Cuando Alicita ten�a seis a�os era una ni�ita entusiasta y
juguetona. Le encantaba retozar con sus primitos y parientes. Uno de ellos era
su t�o Guillermo, a cuyo cuidado sol�an dejarla sus padres. Guillermo ten�a
veinticuatro a�os y le encantaba jugar con la ni�a. Ocurri� un jueves por la
tarde. Alicita estaba sentada en la falda de su t�o, que le estaba leyendo un
cuento. El culito de la ni�a estaba directamente sobre el bulto de su t�o, y
ella se acomodaba y reacomodaba durante la narraci�n, hasta que imprevistamente
el muchacho tuvo una erecci�n. El bulto le creci� enormemente y, aunque el trat�
de disimularlo, la ni�a lo not�. Y con su manita fue derecho a la punta de ese
bulto. "�T�o: ten�s una palanca aqu�!", y le agarr� con fuerza la cabeza del
nabo. El muchacho no sab�a como reaccionar.


Y la nena le mov�a el duro miembro
como si fuera una palanca, de un lado al otro del pantal�n. "�Tengo un t�o con
palanca! �Tengo un t�o con palanca!" canturreaba mientras le daba a la
"palanca". Su manita apretaba y apretaba, y la piel que cubr�a el glande se
corr�a un poquito hacia adelante, con cada apret�n. Y ella segu�a apretando y
apretando, lo cual result� en una especie de orde�e. "Pa-par�, Alicita..."
intent� el muchacho que sab�a lo que estaba ocurriendo y se preocupaba por la
inocencia de la nena. Pero ella cre�a que �l lo dec�a por jugar, y entre risitas
y carcajadas de su vocecita infantil, sigui� dale que dale a la palanca de su
t�o. Este, dominado por el deleite, fue dejando de oponer resistencia y dej� que
la nena siguiera, hasta que ocurri� lo inevitable. Su pija comenz� a sacudirse y
el pobre t�o se corri� a borbotones en medio de los apretones de la nena.
Alicita no entendi� muy bien lo que hab�a ocurrido, pero le pareci� muy
divertido.


El recuerdo de la situaci�n volvi� muchas veces a la cabeza
de la nena, produci�ndole vagas e imprecisas sensaciones deleitosas por todo el
cuerpo. No fue raro entonces que jugando con su primito Jorgito, de ocho a�os,
quisiera averiguar algo m�s sobre la palanca de los hombres. Jorgito se dej�
bajar los pantalones por su primita, ya que todo esto le parec�a un juego
excitante.


El pitito de Jorgito no estaba parado, as� que Alicita pudo
tocarlo y examinarlo con tranquila curiosidad. Claro, tanto tocamiento de sus
manitas calientes fueron produciendo su efecto, y el pitito comenz� a
enderezarse y crecer. Pronto pareci� un peque�o obelisco rozado, y la nena se
entusiasm�: "�Qu� linda palanquita que ten�s, Jorgito!" Y comenz� a mov�rsela de
un lado a otro. A Jorgito no le hab�a ocurrido nunca algo as�, pero como le
gustaban mucho las sensaciones en su pito, se dej� hacer. Y su primita se lo
segu�a moviendo entusiastamente. En eso, Jorgito se puso muy colorado, y el pito
se tens� al m�ximo, y se movi� como pulsando en el aire.


El chiquito se hab�a
corrido, sin expulsar semen, pero se hab�a corrido intensamente. Lo cual fue una
sorpresa para los dos. Alicita quiso repetir el juego, y recomenz� los
tocamientos. A esa edad las energ�as se reponen muy r�pidamente, y pronto el
pitito estuvo nuevamente paradito. Y la nena repiti� el tratamiento anterior, y
al ratito obtuvo id�ntico resultado. El primito qued� despatarrado en el suelo.
Alicita entusiasmada quiso probar otra vez, pero el nene muchas ganas no ten�a.
Pero ya sabemos cu�n insistentes pueden ser las nenas. As� que al ratito la nena
se impuso y sigui� jugando con el pitito de su primito, con todas sus ganas.
Esta vez tard� m�s el jueguito, pero con el mismo resultado final. Esta vez
Jorgito se qued� panza arriba, agotado. Por lo cual no pudo poner resistencia
cuando su primita reanud� el manoseo. El pito tard� un ratito un poco m�s largo
en pararse, pero ante la entusiasta insistencia de Alicita, la carne infantil
respondi�. Y respondi� y respondi�. Ocho veces. Cuando los llamaron para
merendar, la nenita fue saltando con paso alegre, y el nene se arrastr� como
pudo fuera de la pieza, hasta el comedor. "�Qu� cara, Jorgito!" dijo la mam� de
Alicita. "�Te sent�s bien?" "S�, mami, es que estuvimos jugando a que Jorgito
era un auto y yo le daba a la palanca, y Jorgito se cans� mucho" explic� la nena
mientras se com�a una tostada con mermelada.




Cap�tulo 2. Alicita va creciendo.




A medida que Alicita iba cumpliendo a�itos, le fue llegando
m�s informaci�n sobre la cuesti�n que tanto le interesaba. Se enter� que su
jueguito se llamaba "hacerle la paja a un chico". Y Alicita lo jugaba siempre
que pod�a. Y lo jug� con todos los chicos de su clase. Siempre encontraba el
momento de acorralar a alg�n ni�o y jugar con �l su jueguito. Descubri� que a
los chicos tambi�n les gustaba mucho lo que ella les hac�a con su mano. A los
once a�os le hac�a pajitas a su compa�ero de banco, que no pod�a �ni quer�a-
resistirse. El problema era disimular ante la maestra, por lo que suspend�a las
pajitas cuando la maestra miraba hacia su lado, y la reiniciaba apenas se daba
vuelta. Aunque en m�s de una ocasi�n sigui� con la pajita por debajo del pupitre
a�n cuando la maestra no se hab�a volteado. Con aire amable miraba a la maestra,
mientras la manito segu�a trabajando. As� entre recreo y recreo, en cada hora de
clase. Produciendo al menos un orgasmo por hora y a veces m�s, en su compa�ero
de turno. Al llegar la �ltima hora, el chico ya no sab�a ni quien era. Y se iba
con paso incierto. Y Alicia sab�a que hab�a hecho un buen trabajo. Al d�a
siguiente vendr�a otro chico al banco de al lado, o ella se cambiar�a de banco,
al lado de otro chico.


Pese a todo esto, Alicia era una buena alumna, siempre atenta
y obten�a muy buenas notas. No as� sus compa�eros de banco que sufr�an problemas
cr�nicos de desconcentraci�n en clase. Problemas que no pod�an subsanar en sus
casas, ya que tambi�n all� segu�an con la mente difusa y poco atenta.


Cuando se reun�an en alguna casa para estudiar, la cosa era
infernalmente divertida para Alicia que, con su mano debajo de la mesa
desabrochaba la bragueta de su compa�erito y le hac�a varias pajas mientras �al
menos ella- estudiaban.




Cap�tulo 3. El profesor de lengua descubre a Alicia en plena
acci�n.




Alicia hab�a cumplido ya los doce a�os, y su h�bito se
acentuaba cada vez m�s. Sus compa�eros compet�an por sentarse al lado de ella. Y
las cosas iban como miel sobre hojuelas para la ni�a. Hasta que una ma�ana una
sombra oscureci� su panorama. Era la sombra de su profesor de Lengua, que desde
hac�a un ratito los ven�a observando desde atr�s, y ahora se hab�a acercado para
ver las acciones m�s de cerca. "Se�orita Fern�ndez, qu�dese despu�s de hora". Y
sin m�s comentarios sigui� hacia el frente de la clase.


Era la �ltima hora, sus compa�eros se fueron, y Alicia se
qued� sola, con el profesor, en el aula cerrada. Ella no sab�a muy bien a que
atenerse.


"Por lo que pude ver, a usted le gusta manosear a sus
compa�eritos..." dijo el hombre, par�ndose frente a la chica. Pese a la
intimidaci�n que sent�a, ella no pudo menos que notar el bulto de una erecci�n
en el pantal�n del traje del profesor. Rodr�guez era un hombret�n de algo m�s de
cuarenta, con recios bigotes negros en su rostro. Parec�a regodearse con la
situaci�n. "Vi lo que le estaba haciendo a L�pez... y parec�a muy entretenida,
�es la primera vez que hace algo as�?" "N-no, no" consigui� pronunciar Alicia..
El bulto del hombre se puso m�s r�gido, "es lo que supon�a" afirm�
sentenciosamente, con voz grave. "Tendr� que dar parte al director, y llamar a
sus padres..." Alicia pens�, por un momento, que el mundo se le ven�a abajo.
Pero al observar la rigidez en el pantal�n del profesor, supo que la cosa podr�a
tener soluci�n. "S�" continu� el hombre, "tendr� que llamar a sus padres... a
menos..." Y sus palabras quedaron suspendidas en el aire. La mirada de Alicia
fija en la erecci�n.


El hombre dio un paso hacia delante, de modo que su
tremendo bulto qued� a la altura de sus ojos. Sabiendo lo que el profesor
esperaba, las manos de Alicia, fueron hacia la bragueta y la desabrocharon. Y
luego, con su mano derecha rescat� el miembro gordo y duro de su encierro. El
profe se dejaba hacer. Alicia examin� el tremendo nabo oscuro que ten�a en sus
manos, y se tranquiliz� porque sab�a qu� hacer con �l. Y comenz� una paja lenta
y suave al principio, sintiendo el placer de las pieles en contacto.


El hombre
gimi�. "�Nena... � �Qu� puta que sos... �" Y Alicia supo que ten�a al hombre en
sus manos. Estaba mojad�sima as� que en casa se tendr�a que hacer varias buenas
pajas. Pero ahora le tocaba a ese maravilloso choto. Y sigui� toc�ndolo,
apret�ndolo, amas�ndolo y paje�ndolo con amoroso cuidado y pasi�n. El hombre
segu�a gimiendo, y Alicia supo que pronto lo har�a llegar, as� que alarg� el
momento lo m�s que pudo, haciendo m�s lentas las caricias y la pajeada que le
estaba propinando. Pero era demasiado buena en esto y finalmente el miembro
comenz� a saltar y de la cabeza cubierta por el prepucio comenz� a chorrear el
semen como de una canilla abierta. Contenta por el resultado de su trabajo,
Alicia se corri� un poquito hacia atr�s para no mancharse la falda, y sigui�
d�ndole apretones hasta que dej� completamente de chorrear.


Luego, ya segura de
si misma, se levant� y se dirigi� hacia la puerta, dejando al hombre con su nabo
fuera del pantal�n. "Pu-pue-do verte ma�a-na?" alcanz� a decir antes de que ella
saliera. Alicia lo mir�, sin decir nada, y sali�.


Afuera la espera su compa�ero, al que hab�a estado pajeando
cuando los pescaron. "�Qu� pas�, que pas�?" dijo el chico ansioso, "�Te
castig�?" "No" dijo Alicia con aire de suficiencia, "Estuvo comprensivo. Debe
ser porque le hice flor de paja." Carlos se qued� parado viendo irse a su
compa�era con paso seguro. Alicia hab�a encontrado la seguridad en s� misma.
Ahora sab�a que dispon�a de un arma que podr�a ayudarla a resolver cualquier
situaci�n.


Y en su tr�nsito por el secundario sigui� prepar�ndose para
triunfar en la vida. Pero eso te lo contar� en el pr�ximo relato. Eso y mucho
m�s. Te contar� como practicaba en los bailes de secundario, como se puso de
novia y como ultim� a su pobre novio a pajas. Y como, siendo ya una muchacha
hecha y derecha, se repuso valerosamente para continuar con su vocaci�n por el
mundo.



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