Relato: Cuando la fe tambalea (2) CUANDO LA FE TAMBALEA
(SEGUNDA PARTE Y FINAL)
Cuando la fe se desmorona cualquier final es impredecible.
No supo c�mo cruz� la distancia
que hab�a de su peque�o departamento hasta la oficina parroquial. Volvi� a
escuchar los golpes. El coraz�n le palpitaba violentamente. No comprend�a del
todo por qu� hab�a hecho lo que hab�a hecho al salir de su habitaci�n. Sacar la
cruz para dejarla en la sala. Pero el sue�o que hab�a tenido fue muy real, tanto
que hasta se sent�a culpable. Poco antes de llegar a la puerta volvieron a
golpear. -"�Ya voy! �Ya voy!" - grit� corriendo por la mitad del pasillo. Abri�
la puerta con precauci�n. Su impresi�n fue inmensa al ver que era la chica.
Estaba sollozando, de rodillas apoyada en la pared. Un hilillo de sangre le
corr�a de la nariz. Una magulladura en la cara, tal vez un golpe y otra en la
frente. Su jeans estaba cubierto totalmente de tierra y algo de barro. La blusa
desgarrada en el hombro izquierdo. El cabello en un estado lamentable. Con el
llanto se le hab�a corrido el rimmel, dejando en su rostro una mancha oscura que
le daba un aspecto m�s pat�tico a�n. Al verla as� s�lo pudo exclamar: -"�Dios
m�o!" Se agach� y la tom� de los brazos ayud�ndole a levantarse.
La hizo pasar,
cerr� la puerta y la condujo a la casa. La sent� en una silla, mientras iba al
dormitorio para arreglar la cama. Entonces la fue a buscar y la recost�. Puso
una almohadas detr�s de su espalda y se fue a buscar una palangana con agua,
algod�n, toalla y desinfectante. A pesar de su estado calamitoso, conservaba su
belleza y encato acentuado con la fragilidad en que se encontraba. Cuando lo vio
regresar, ella trat� de incorporarse. -" � de� de� debo irme�" - dijo con una
voz tan d�bil que apenas pod�a o�rse. El cura la empuj� suavemente hacia atr�s y
le dijo: -"T� no est�s en condiciones de ir a ninguna parte. Mejor qu�date
tranquila y deja que te ayude." Ella no respondi�, s�lo se qued� tranquila. El
cura comenz� a limpiarle la cara, quit�ndole la sangre seca, limpi� las
magulladuras y las manchas de rimmel. En su interior estaba asombrado por la
belleza de la chica. �C�mo pod�a ser un hombre un �ngel as�? - se preguntaba
mientras terminaba de limpiarle el rostro. Sus ojos azules eran inmensos y
profundos, expresivos como un mar infinito, m�gico, que llamaba a descubrir el
encanto de sus misterios. -"�C�mo te llamas? - le pregunt�. Ella hizo un peque�o
gesto de dolor, cuando el cura le volvi� a pasar la toalla por la cara. -"Mar�a�
Mar�a Jos�" No pudo evitar hacer cierta analog�a, tal vez por eformaci�n
profesional. Mar�a Jos�. La virgen y su esposo, pens� de inmediato. La
ambig�edad entre lo femenino y masculino, pens� tambi�n. -"Yo soy el padre
Gonzalo" - le dijo.
Una vez que hubo terminado con su rostro, la mir�.
Posiblemente ten�a heridas o contusiones en alguna otra parte del cuerpo. Eso le
preocupaba por el peligro de alguna hemorragia interna y, en ese caso, tendr�a
que llevarla al hospital de inmediato. -"Te quitar� la blusa y el jeans para
asegurarme que no tengas nada serio" - le dijo. Ella lo mir� y respondi�: -"�Es
necesario, padre?" -�l la mir� perplejo y le contest�: -"No. No es necesario.
Era s�lo para asegurarme que no tengas algo serio y que podr�a requerir atenci�n
especializada. Pero si no lo deseas no hay problema." -"Lo entiendo, padre" -
dijo ella - "pero no olvide que no soy mujer� no deseo perturbarlo�"
El cura la mir� y le dijo de manera grave: -"Es cierto lo que
dices. Pero o debes olvidar que est�s ante el cura y en la casa de Dios. �Acaso
Jes�s no acept� las atenciones de Magdalena?" Resignada contest�: -"Est� bien,
padre�s�lo se trataba de no ocasionarle molestias". Comenz� a desabotonarle la
blusa. No llevaba nada debajo. Dos hermosos pechos quedaron al descubierto.
Ten�an forma c�nica y muy turgentes y se notaban de una suavidad exquisita. En
la parte superior del pecho izquierdo hab�a tatuada una peque�a mariposa, muy
hermosa. Afortunadamente no hab�a se�as de nada malo. S�lo en el vientre ten�a
una peque�a hematoma. Con algo de dificultad ella se desabroch� el jeans. El
cura le quit� las botas vaqueras que llevaba puestas. Con mucho cuidado le quit�
el jeans. Mar�a Jos� qued� solamente en tanga. Era de color negro y muy breve.
Por el borde superior le asomaba apenas algo de su vello p�bico. El cura se
asombr� que no se le notara el miembro. Por lo dem�s era toda una mujer. �Y qu�
mujer! Hermosa como pocas. Fue imposible. No pudo evitarlo. La erecci�n se le
produjo de todas maneras. El instinto del macho ante la presencia de la hembra
puede ser superior a cualquier otra cosa. Es la ley de la vida. Lo que nos
permite perpetuarnos. S�lo un muerto no habr�a reaccionado frente a la beleza de
la chica. �"Aparentemente no tienes nada" � le dijo. �"Mu�vete un poco y dime si
siente alg�n dolor". Ella contest� negativamente. El cura se alegr�. Hab�a
tenido suerte de salir sin nada serio. Abri� un armario y sac� una camisa de
franela. �"P�ntela" � le dijo. Ella la tom� y no pudo evitar sentir que estaba
pasada al aroma del cura. Eso le gust� y sin que se diera cuenta la apret� unos
momentos contra su pecho. Le dio las gracias y se la coloc�. Como era bastante
m�s peque�a le qued� como si fuera un camis�n. Cuando la mir� sinti� un
estremecimiento, el verla con su camisa le dio una sensaci�n voluptuosa dif�cil
de disimular. El cura le abri� la cama y le dijo que tratara de descansar. Le
prepar� un t� y se lo llev�. Ella lo recibi� muy agradecida. �"�No quiere saber
lo que sucedi�? � le dijo. �"Creo que tendremos tiempo ma�ana. Ahora lo
importante es que descanses y trates de dormir. Estar� en el sof� de la sala por
si necesitas algo". Ella lo mir� y le dio nuevamente las gracias. Cuando estaba
por retirarse, Mar�a Jos� le dijo: -"Padre �no olvida algo? � �l la mir�
curioso. �"�Algo...? �c�mo qu�?" Mar�a Jos� con sus ojos brillante le dijo: "Me
gustar�a que me diera su bendici�n". El primer impulso del cura fue negarse,
pero luego lo pens� mejor. No quer�a caer dos veces en el mismo error. Siempre
ser�a mejor acoger que rechazar. Le dio la bendici�n y se retir� del dormitorio.
Sac� una cobija de un estante, un coj�n que estaba sobre una
silla y se tendi� en el sof�. No pod�a conciliar el sue�o. En sus retinas hab�a
quedado grabada la figura de la chica, lo hermoso de sus pechos y la sensualidad
de su tanga, la tersura de su piel y sus muslos bien torneados. No pod�a evitar
que la erecci�n disminuyera. Cerr� sus ojos y trat� de pensar en otra cosa. Fue
lo mejor para quedar dormido. Ya estaba comenzando a abandonarse cuando sinti�
los gritos de Mar�a Jos�. Se levant� y acudi� lo m�s luego que pudo. Estaba muy
agitada en la cama, sollozando. Al parecer una pesadilla. Fue a buscar un vaso
de agua. Se sent� a su lado en una orilla de la cama. La abraz� y ella se calm�.
As� la tuvo durante un buen rato hasta que se qued� dormida. Eso fue una
sensaci�n nueva para �l. Y le hab�a gustado. Mucho le hab�a gustado. La dej�
suavemente y se retir� tratando de hacer el menor ruido posible. El resto de la
noche no fue muy tranquilo, principalmente por la excitaci�n que le produc�an
los acontecimientos ocurridos y por saber que una chica tan bella estaba ah� a
unos pocos metros de �l. Despert� varias veces m�s durante la noche, entonces
aprovechaba de ir a darle una mirada a Mar�a Jos�. Quien ahora estaba durmiendo
pl�cidamente. Cuando despert� el d�a ya estaba bastante claro. Mir� su reloj.
Marcaba las 7:00 AM. Se levant�. Fue al ba�o y se moj� el rostro para terminar
de despertar. Prepar� el desayuno. Tostadas, huevos revueltos, caf� con leche y
jugo de naranjas. Dispuso todo de la mejor manera posible en una bandeja y se
dirigi� al dormitorio. La despert� suavemente, toc�ndole el hombro. Lentamente
abri� los ojos. Lo primero que vio fue el rostro del padre. �"Buenos d�as" � le
dijo. Ella se refreg� los ojos y contest� el saludo. �"Buenos d�as, Padre". El
cura le extendi� la bandeja, coloc�ndola a su lado. �"Supuse que tendr�as
hambre" � dijo. �"Y no se eqivoc�, padre. Nada mejor que recibir una buena
paliza para despertar el apetito". El cura no pudo evitar re�r ante la salida de
Mar�a Jos�. Despu�s poni�ndose m�s seria agreg�: - "Muchas gracias por sus
atenciones y disculpe las molestias que le he causado". El cura la mir� y
respondi�:-"No me lo agradezcas. La caridad cristiana es mi deber. Lo hubiera
hecho por cualquiera inclusive si hubiera sido un enemigo". Pero no pudo evitar
que se le saliera el hombre que llevaba adentro y agreg�: -"Pero trat�ndose de
ti lo hice con m�s gusto a�n". Mar�a Jos� se hizo la desentendida, pero calibr�
perfectamente las �ltimas palabras del cura. El desayuno, sin mayor elaboraci�n
le supo como el m�s exquisito de los manjares. Una vez que termin�, el cura se
sent� en una silla. Obviamente estaba llegando la hora de las explicaciones.
Mar�a Jos� le pregunt� si pod�a fumar. El cura le dijo que s�. Se incorpor� un
poco sobre la cama para alcanzar su jeans. Al hacerlo se descuid� un poco, y el
cura pudo apreciar claramente la suave redondez de su trasero, con el hilo
perdiendose entre sus gl�teos. Tuvo que respirar hondo para contolarse.
Mar�a
jos� ya con la cajetilla en la mano le ofreci� uno. Grande fue su sorpresa
cuando el cura acept�. El se percat� de ese detalle y entonces le dijo: -"Cuando
hay situaciones poco comunes, como la de ahora, con gusto suelo fumarme un
cigarrillo" � De inmediato busc� un cenicero y lo dej� al alcance de ambos.
�"Ahora, Mar�a Jos�, es el momento de decirme todo lo que tengas que decir.
�Deseas hacerlo bajo el Sacramento de la Confesi�n? � le pegunt�. Ella le dijo
que no. Entonces encendi� el cigarrillo y se dispuso para o�rla. Mar�a Jos� dio
un profundo suspiro y dijo: -"Est� bien, Padre". � Guard� silencio por unos
instantes tratando de poner en orden sus pensamientos. �"Estaba un poco aburrida
en casa � comenz� diciendo- vivo sola. Como la noche estaba agradable quise
tomar un poco de aire fresco y me dirig� a la plaza, esa que queda como a unas
diez cuadras de aqu�. Fui caminando tranquilamente. Tom� asiento en un escao y
prend� un cigarrillo. El cielo se ve�a hermoso y muy estrellado. Como a los diez
minutos llegaron unos muchachones. Eran cinco. Se ubicaron al otro lado de la
plaza. Beb�an de una manera terrible. Luego liaron unos cigarrillos de yerba. Lo
digo porue percib� el aroma. Yo estaba comenzando a sentirme inc�moda, ya que el
lenguaje que utilizaban era bastante soez. Me levant� y me dispuse a retirarme
entes que las cosas feran a adquirir otro matiz. Ya me estaba regresando cuando
uno de ellos me grit�: -"�Hey, t�! �Ven aqu�!" � Me hice la desentendida y segu�
caminando. Entonces se levantaron me rodearon. �"�No entiendes cuando te hablan,
grand�sima puta?" � me dijo uno de ellos. Obviamente estaba en desventaja, pero
me indign� tanto lo que me dijo que le grit�: -"Puta ser� tu madre!" �Entonces
me comenzaron a golpear. Trat� de escapar pero fue imposible.
Gracias a Dios,
algo, no s� qu�, los asust� y escaoaron a perderse. Qued� un rato all� tendida
en el suelo, hasta que pude levantarme. Me sent�a muy d�bil y adolorida. Fuen
entonces cuando se me ocurri� solicitar su ayuda, ya que la iglesia queda
bastante m�s cerca que mi casa. El resto ya lo sabe..." � El cura se qued�
pensando un rato, para luego decir: -"Afortunada fuiste en salir bien de este
problema. Te podr�an haber quitado la vida" y luego agreg�: -"Mar�a Jos�, me
gustar�a hacerte unas preguntas". � "Usted dir�, padre. �Qu� desea saber?" El
cura apag� la colilla del cigarro y dijo:-" En primer lugar... �de d�nde
apareciste? No te hab�a visto nunca por aqu�. Mar�a Jos� sonri� y contest�:
-"Muy f�cil, padre. Llegu� aqu� hace s�lo tres semanas. No viv�a aqu�. Mi casa
no queda muy lejos. Es la herencia que dej� mi abuela. Seguramente usted debe
haberla conocido" �El cura se intrig� m�s con la respuesta. �"...no me dir�s que
tu abuela era la se�ora Rosa..." Mar�a Jos� se lo confirm�. �"Exactamente. Ella
era mi abuela. Me hablaba mucho de usted, de lo generoso y comprensivo que lo
encontraba" �El cura se qued� pensando en ella. �"Era una excelente mujer tu
abuela, siempre dispuesta a ayudar a su pr�jimo. Sent� much�simo su muerte.
Eramos muy cercanos". Mar�a Jos� lo mir�. Ten�a los ojos brillantes por la
emoci�n que le produc�a el recuerdo. �"El Se�or le quit� a mi abuela - le dijo-
pero no lo dej� solo, le envi� a su nieta". El cura no dijo nada sobre ese
comentario que lepareci� fuera de tono, adem�s no sab�a muy bien c�mo tomarlo.
Pero una cosa era cierta, sabiendo lo que sab�a, de alguna manera se sent�a
obligado con Mar�a Jos�, por el recuerdo de su abuela.
-"Qu� edad tienes, Mar�a Jos�? � le pregunt�. �"22 a�os,
padre" �Se quedaron nuevamente en silencio. Mar�a Jos� mir� su reloj. Ya era las
diez de la ma�ana. �"Creo que ser� mejor que me vaya, padre" hizo las frazadas a
un lado y quedaron a la vista sus maravillosos muslos. Tan perfectos, sin un
solo vello, tan bien torneados. El cura estuvo de acuerdo en que se fuera.
Reci�n ahora ven�a a pensar en qu� dir�an los vecinos si la ve�an saliendo de la
parroquia y m�s encima travesti. Algunas gotas de sudor comenzaron a aparecer en
su frente. �"Puedes quedarte con la camisa" � le dijo �"Recuerda que tu blusa
qued� completamente inutilizada. �"Gracias" � le contest�. Al levantarse de la
cama, Gonzalo no pudo dejar de ver el triangulito negro que formaba la tanga en
su entrepierna. Esa breve visi�n bast� para acelerarlo una vez m�s. �Qu� le
estaba sucediendo? Jam�s le hab�a pasado algo parecido trabajando con mujeres
muy hermosas algunas y que se mostraban dispuestas. Y llegaba esta chica y le
daba vueltas todo el esquema. Mar�a Jos� le pidi� permiso para pasar al ba�o.
All� se ase� r�pidamente. Cuando estuvo lista fue donde Gonzalo para despedirse
y agradecerle una vez m�s.-"Padre, ya estoy lista" � le dijo. El se qued�
mir�ndola fijamente para luego decirle: -"Espero que nuestro pr�ximo encuentro
sea una ocasi�n m�s feliz". �"No tengo c�mo agradecerle lo que hizo por m�,
padre" � La ir� con ternura y le respondi�: -"Lo hice con mucho gusto. Ve en
paz, hija m�a" � y le dio la bendici�n. Mar�a Jos� en forma impulsiva lo abraz�
fuertemente y le estamp� un beso en la mejilla. El cura la recibi� entre sus
brazos y la mantuvo all� m�s de lo acostumbrado. Ambos intu�an que all� entre
esas cuatro paredes algo estaba comenzando a gestarse... se separaron y Mar�a
Jos� desapareci� por el pasillo. Cuando Gonzalo volvi� al dormitorio vio que
hab�a dejado olvidados los cigarrillos. Tom� uno y lo encendi� mientras sus
pensamientos volaban al lado de Mar�a Jos�. Se recost� unos momentos en la cama,
hab�a quedado impregnada con su aroma suave de mujer. Hundi� su rostro en las
s�banas para dejarse embriagar m�s a�n por su aroma y se qued� un largo rato as�
pensando en toda esta situaci�n. En el Seminario jam�s le hablaron de estas
cosas. Se descontrol� y dio un fuerte pu�etazo contra la pared. Se dirigi� a
realizar su trabajo cotidiano. Durante el d�a no tuvo grandes problemas, pero ya
en la noche, en la soledad de su cuarto los pensamientos pecaminosos comenzaron
a apoderarse de su mente. Se estaba convirtiendo en una especie de Dr. Jeckills
y Mr. Hyde.
De toda esta situaci�n pasaron dos semanas durante las cuales
no tuvo noticias de Mar�a Jos�, tamoco hab�a vuelto a la iglesia. Esto lo
intranquilizaba bastante. Erea viernes, d�a de confesiones. Estaba all�
esperando que llegara alguien. El d�a hab�a sido muy pesado. Sinti� que algui�n
se arrodillaba frente a la ventanilla del confesionario. En forma autom�tica y
sin mirar, abr�o la ventanilla y dijo: -"Ave Mar�a Pur�sima..." � pero no
recibi� contestaci�n. En cambio le dec�a: -"Hola, padre. �C�mo est�?" � Mir� y
grande fue su alegr�a cuando vio que era ella. �"�Mar�a Jos�!" � exclam� �"Qu�
te hab�as hecho? Me ten�as muy preocupado. �"Disculpa" le dijo. El no pudo
evitar observar que lo hab�a tuteado y le agrad� sobremanera ese nuevo trato.
�"Tuve que viajar a provincia de manera inesperada y no te pude avisar, mejor
dicho no sab�a que deb�a avisarte.." -�No! �no! No es eso-dijo Gonzalo- pero al
menos alguna deferencia..." Mar�a Jos� sonri�. �"Acaso, padre, -dijo d�ndole un
tono muy especial a la palabra padre- todas sus feligresas le avisan cuando van
a viajar?" �Gonzalo no dijo nada. �"No te preocupes, tampoco vine a confesarme.
S� muy bien lo que me dir�as. S�lo deseaba aprovechar la ocasi�n para saludarte.
Aunque no me creas te extra�� mucho estos d�as. Me hiciste falta" Gonzalo ten�a
una pugna interior. Una serie de situaciones que se contradec�an a m�s no poder,
y �l all� entre medio de dos aguas. No cre�a merecer todo esto que le estaba
sucediendo. �"Mar�a Jos� � le dijo - te pido que por favor que no te entrometas
en mi quehacer como secerdote. No uses el confesionario para venir a conversar
conmigo y menos quiero verte comulgando como lo hiciste la vez anterior. No me
obligues a rechazarte y exponerte al escarnio publico. No sab�a por qu� pero se
sacaba la rabia tratando duramente a la chica, como si eso pudiera mitigar su
confusi�n. Mar�a Jos� guardaba silencio. Su rostro reflejaba plenamente la pena
que sent�a por las palabras del sacerdote. En tonces le replic�: -"�No te parece
que est�s m�s paista que el Papa? Cristo perdon� m�s que t� y pregunt� menos".
�El cura estaba comenzando a exasperarse. No le gustaban los argumentos de la
chica ya que siempre terminaba encontr�ndole raz�n. �"Mar�a Jos�, no te estoy
diciendo que no quiero verte m�s, sino que debemos hacerlo de otra manera. Te
equivocas totalmente si crees que no cuentas con mi comprensi�n". �"De acuerdo,
Gonzalo � dijo ella � como t� digas. �Ir�as a mi casa esta noche para cenar?" �
Gonzalos, para ser consecuente con lo que hab�a dicho le contest�: -"�A las 21
horas te parece bien?. Ellas asinti� y se march� r�pidamente.
Antes de ir a casa de Mar�a Jos�, pas� a un negocio para
comprar una caja de mantecado. No le parec�a educado llegar con las manos
vac�as. Presion� el timbre y al poco rato aparecio Mar�a Jos�. Estaba vestida de
manera bastante sobria. Dio gracias al cielo por ello. Llevaba una blusa blanca,
ancha que ca�a sobre su falda, una mini de mezclilla, pero que no era
excesivamente corta. Llegaba s�lo un poco m�s arriba de sus rodillas. �"Hola" �
le dijo salud�ndolo. �"Hola Mar�a Jos�" Ella le dio un beso en la mejilla.
Gonzalo no dijo absolutamente nada. �"Quise cooperar un poco con el postre" �
dijo. Mar�a Jos� lo recibi� alegremente mientras le dec�a: -"No debiste
molestarte" � call� por un momento y luego le dijo: -"No te molesta que te tutee
�verdad? Ya lo he hecho, pero prefiero preguntarte, a lo mejor eres tan
caballero que no te atreves a dec�rmelo..." El sonri� y le dijo �"Est� bien. No
hay problema". Mar�a Jos� fue a dejar el mantecado a la nevera. De la cocina
sal�a un aroma muy agradable que despert� de inmediato su apetito. Era una aroma
que le resultaba conocido. �"�Se puede saber qu� est�s preparando?" � pregunt�.
"Pollo arvejado" � contest�. �"�Ese es mi plato favorito!" � respondi� Gonzalo.
Ella con voz muy p�cara le dijo: - "Lo sab�a, mi abuela me lo cont� y para que
sepas lo prepar� a su manera. Pero a�n falta un poco., Toma asiento que est�s en
tu casa". Gonzalo le agradeci� y tom� asiento. Ella llen� dos copas con vino y
le ofreci� una, sent�ndose frente a �l. Gonzalo no pod�a dejar de maravillarse
con la belleza de ella. Pon�a mucho cuidado al sentarse, muy se�orita y cuidaba
hasta el m�s m�nimo detalle. Cenaron y conversaron como si se conocieran de toda
la vida. All� encontrp Gonzalo muchas respuestas a las dudas que ten�a sobre la
chica. Qued� totalmente convencido de la sinceridad de las palabras de la chica.
Ella, definitivamente, era una mujer en el cuerpo de un hombre. No entend�a por
qu� Dios permit�a estas cosas y as� comenz� a cuestionarse sobre su fe y la
sabidur�a divina. Mar�a Jos�, sin darse cuenta lo hac�a dudar mucho. De esta
manera la amistad entre ambos se fortaleci� much�simo, se llevaban a las mil
maravillas y ella era como un remanso de paz para �l. Buscaban las mil y una
excusas para poder compartir algunos momentos en privacidad. Poco a poco,
Gonzalo iba abandonando su trabajo pastoral para dedicarse a ella.
Gonzalo estaba en su oficina cuando el cartero le trajo una
carta. Era del Episcopado. La abri� con algo de intranquilidad. Sus sospechas al
parecer eran infundadas. Lo citaban para dentro de dos d�as. No indicaba el
motivo pero por su estilo era bastante perentoria. Trat� de minimizar la
situaci�n en su mente. Pod�a ser para un millon de cosas. En todo caso no ten�a
nada que temer. Nada malo hab�a en su conciencia. Apenas pudo se lo cont� a
Mar�a Jos� quien trat� inutilmente de tranquilizarlo. Todas las noches
conversaban por tel�fono compartiendo sus esperanzas y desesperanzas, pero hasta
ahora jam�s hab�a transgredido los l�mites de una verdadera amistad. Pero una
cosa era muy cierta: se hab�an vuelto imprescindibles el uno para el otro.
Cuando lleg� el d�a de la citaci�n, Mar�a Jos� lo llam� en la ma�ana para
desearle que le fuera bien. Gonzalo ten�a un p�lpito. Quiz� se hab�an vuelto muy
obvios. Cuando lleg� a la antesala de la oficina, el cura secretario del Obispo
le dijo que esperara, que lo ir�a a anunciar. Despu�s de unos diez minutos lo
hicieron pasar. El Obispo tendr�a cerca de unos sesenta a�os y una barriga
bastante abultada. Su oficina no pod�a ser m�s lujosa. -"Igual a la m�a" - pens�
Gonzalo. El Obispo se puso de pie y extendi�ndole los brazos le dijo: -"Mi
querido padre Gonzalo, �qu� alegr�a verlo!" �l le tom� la mano derecha, le hizo
una reverencia y le bes� el anillo. -"El placer es m�o, su eminencia".
El prelado lo invit� a tomar asiento. Se produjo un silencio.
-"Usted dir� su Eminencia para qu� me necesita". - El Obispo se ech� hacia atr�s
en su sill�, tom� aliento y dijo: -"Padre Gonzalo, seguramente usted no
desconoce los numerosos problemas que ha tenido la Iglesia en el �ltimo tiempo
por algunos casos que infortunadamente han salido a la luz p�blica- guard�
silencio por unos momento y continu� - casos de violaciones, abusos deshonestos,
mujeres embarazadas� en fin, curas que olvidaron de cumplir su sagrado deber�
estamos en una situaci�n cr�tica, padre Gonzalo, muy cr�tica�" �l lo escuchaba
atentamente y asent�a a lo que dec�a el Obispo. -"Desgraciadamente algunos
hermanos han ca�do en la tentaci�n�" coment�. El obispo lo qued� mirando
fijamente como si quisiera leer la mente de Gonzalo. Luego le dijo: -"Padre,
como su superior usted debe tener confianza y obediencia sumisa, �no tiene nada
que contarme?" Gonzalo sinti� que un fr� recorr�a toso su cuerpo. Deb�a irse con
cuidado. Ignoraba qu� cosas podr�an haber llegado a los o�dos del Obispo.
Tratando de hablar con voz fuerte y segura le dijo: -"Absolutamente nada su
Eminencia, ignoro lo que desea relamente decirme�" No dej� de notar un cierto
gesto de disgusto cuando el Obispo le dijo: -"Padre, ser� directo y franco con
usted. En el �ltimo tiempo me han estado llegando muchos comentarios acerca de
usted sobre cierta amistad que parece mantener a toda costa, inclusive relegando
sus deberes sacerdotales�" Si un rayo hubiese ca�do sobre Gonzalo no lo habr�a
sentido tanto como el efecto que le produjo las palabras del Obispo. Se le sec�
la boca. �C�mo pod�a estar tan bien informado? -"No� no s� a qu� se refiere su
Eminencia�" El obispo con voz paternal le contest�: "Padre Gonzalo�Padre
Gonzalo�. No estoy en este puesto por nada. No lo estoy acusando� a�n� pero es
mejor prevenir que curar�" Gonzalo trat� de decir algo, pero el Obispo no se lo
permiti�. -"Padre, ambos somos personas medianamente inteligentes. No lo estoy
juzgando, s�lo le estoy advirtiendo�lo estimo much�simo y es mi deber
preocuparme de su conducta. Padre Gonzalo� �qui�n es su consejero espiritual?"
-"Es el padre Santiago"- contest�. -"�Excelente!" - dijo el Obispo. Le
recomiendo que tenga una conversaci�n con �l, creo que le har� mucho bien y� si
lo vuelvo a llamar,Padre Gonzalo, ser� para algo m�s radical". El Obispo le dio
la bendici�n y se despidieron.
Sali� con un sabor amargo en la boca, le parec�a injusto todo
lo que estaba sucediendo. Es cierto que hab�a descuidado su trabajo pero eso era
lo peor de lo que pod�an acusarlo. Lo otro no pasaba de ser una simple amistad.
Cuando lleg� a la parroquia, lo primero que hizo fue llamar a Mar�a Jos�. No le
quiso dar los detalles por tel�fono. Ir�a a la casa de ella en la noche. Luego
llam� al padre Santiago, su gu�a espiritual para concertar una cita. Se
saludaron efusivamente y quedaron de verse al d�a siguiente en la tarde. Las
cosas siguierontranscurriendo lentamente durante el d�a, no se sent�a muy
animado para trabajar pero sigui� cumpliendo fielmente su rutina diaria. Cuando
dio por terminada su labor, se dirigi� a la casa de Mar�a Jos�. La encontr� muy
ansiosa y preocupada. -"Al fin llegaste, Gonzalo" - le dijo d�ndole un beso en
la mejilla. Tom� asiento en un sill�n, ella le trajo un refresco. Le cont�
absolutamente todo. Ella lo abraz� por detr�s del sill�n apegando su rostro al
de �l. -"Todo esto es por mi culpa" - dijo. Gonzalo le tom� la mano y dijo:-"No
digas eso. Sabes muy bien que no es tu culpa. Nada malo hemos hecho. S�lo somos
dos almas en sinton�a, pero eso mucha gente no lo puede comprender�" Ella muy
preocupada le dijo: -"...Gonzalo..." - -"Dime" � le contest�. �"Estoy pensando
en marcharme de aqu�. Hay una persona que desea comprar la casa y me ofrece un
precio muy conveniente..." �l la mir� fijamente a los ojos y le dijo: -"Te vas
por el dinero que te ofrecieron o ara alejarte de m�..." �Ella con los ojos
vidriosos contest�: -"Lo hago por ti, Gonzalo. Soy una mala infleuncia para
ti..." �Gonzalo se levant� furioso, gritando: -"�Eso jam�s! �NOOOOOOO!" De un
ssalto se acerc� a Mar�a Jos� y ambos se abrazaron fuertemente. Los ojos de
ambos estaban brillantes y las l�grimas comenzaban a aflorar. No pod�an
comprender lo que suced�a, pero tampoco se les ocurr�a c�mo poder solucionarlo.
La �nica posibilidad que exist�a eran incapaces de asumirla. Adem�s nada malo
ocurr�a entre ellos, era un amor muy especial. No se dieron cuenta, no se
percataron, cuando quisieron reaccionar ya era demasiado tarde. Sus bocas
estaban unidad en un beso desenfrenado y apasionado. Sus bocas se buscaban con
anhelo. Y as�, al igual que sus labios y lenguas sus l�grimas se entremezclaron
con el roce de sus rostros. Casi no pod�an respirar. Era una fuerza
incontenible, mucho m�s all� de la raz�n y de la cordura. La temperatura sub�a
de manera considerable. Las manos de Gonzalo recorr�an el cuerpo de Mar�a Jos�,
la cual se dejaba llevar por la locura del momento. �"Te amo, te amo, te amo! Le
repet�a a Gonzalo sin cesar. Por un momento Gonzalo recuper� la conciencia. S�lo
Dios sabe el inmenso esfuerzo que tuvo que hacer para detenerse. Estaba
completamente sudoroso, la ropa desarreglada al igual que Mar�a Jos�. �"NO.
NOOOOO. �Debemos detenernos, Mar�a Jos�!" Pero por lo contario ella se aferr�
m�s fuertemente al cuello de Gonzalo, no estaba dispuesta a perderlo. �"�No te
das cuenta que te amo con todo mi ser?" � le dijo casi suplicante. �"Que dar�a
la vida por ti". �Gonzalo estaba completamente confundido. �"No s�...no s�... lo
que quiero ni lo que debo hacer..." De un tir�n quit� los brazos de Mar�a Jos�
de su cuello y sali� casi corriendo de la casa. Mar�a Jos� desconsolada, se
arroj� sobre la cama llorando a m�s no poder.
Al llegar a su casa, se dio una ducha de agua fr�a para
calmarse. Luego se meti� a la cama. Durmi� muy mal. La ma�ana del d�a siguiente
se le hizo eterna. Mucho le cost� no tomar el tel�fono para llamar a Mar�a Jos�.
Cada vez que sonaba su tel�fono el coraz�n daba un brinco pensando que podr�a
ser ella, pero eso no sucedi�. En la tarde despu�s del almuerzo se dirigi� al
convento donde estaba el padre Santiago. Se saludaron afectuosamente y se fueron
caminando por los senderos del hermoso y grande jard�n. Se respiraba paz y
tranquilidad all�. �"Gonzalo � le dijo � antes de que comencemos a conversar
quiero decirte que tu caso es m�s serio de lo que puedes imaginar. El Obispo
est� muy molesto por todo esto y principalmente porue no quisiste confiar en �l.
Sib ya es serio tener problemas de faldas con mayor raz�n en tu caso trat�ndose
de la verdadera condici�n de la chica..." Gonzalo sinti� que el mundo se le
ven�a encima. Pens� y vio que todo lo acusaba sin haber hecho algo
verdaderamente grave a�n, Estaba prisionero de las circunstancias. Mantuvo
silencio, pensando en qu� decir. Aparentemente nada se desconoc�a acerca de su
caso. �"En m� puedes confiar � dijo el padre Santiago - �qu� tanto te has
involucrado con esa chica? Yo te puedo entender, la vida de los curas no es
f�cil y la tentaci�n siempre est� ah� muy presente al lado nuestro. Todos
tenemos debilidades y yo no soy la excepci�n" � Tomaron asiento en un esca�o.
"Si t� pones de tu parte yo puedo sacarte con bien de todo esto. Conf�a en m�,
Gonzalo. Todo depende de ti y qu� tanto est�s dispuesto a cooperar conmigo..."
-"Pero... �y de qu� manera esperas que coopere contigo? � le dijo. El padre
Santiago se acerc� m�s a �l y coloc� una mano sobre la pierna de Gonzalo y
comenz� a acariciarla, subi�ndola lentamente hacia su sexo. �"Puedes cooerar
conmigo de la misma manera que tu Mar�a Jos�". La sangr� se le amonton� en la
cabeza. Esto se estaba convirtiendo en una verdadera tragedia griega. Sinti� que
algo se destru�a en su interior de forma definitiva. Se levant� violentamente
d�ndole un empuj�n a Santiago. �"�ME DAS ASCO!"- le grit� �"Jam�s me habr�a
imaginado algo as� de ti. �Esta es la Iglesia? �Dime hijo de puta! �Esta es la
Iglesia?" �El padre Santiago estaba con el rostro desencajado. �"�C�lmate,
Gonzalo, c�lmate, por favor! S�lo te ped�a un poco de afecto..." Gonzalo no
estaba para escuchar a nadie. �"�C�llate miserable! Mejor p�drete en el
infierno..." � Dio media vuelta y se alej�.
Si hab�a ido a buscar orientaci�n ahora estaba en peor estado
al que hab�a llegado. �Qu� se le pod�a criticar? �De qu� lo podian acusar? �Si
todos eran tanto o m�s pecadores que �l! Cuando lleg� a su parroquia, ni
siquiera pas� por la oficina, sigui� de largo hacia su departamento. Sac� un
cigarrillo de aquellos de Mar�a Jos� y de otro mueble una botella de cognac,
sirvi�ndose una copa. Encendi� el cigarrillo y se qued� pensando largamente en
lo sucedido. Tom� el tel�fono y marc� el n�mero de Mar�a Jos�, le dijo que ten�a
suma urgencia de conversar con ella y que ir�a en la noche. Ella sinti� algo en
su interior, su intuici�n femenina le avisaba algo, pero no sab�a bien qu�.
Trat� vanamente de hacer algunas cosas, pero sus esfuerzos fueron in�tiles, su
mente, su esp�ritu, su coraz�n estaba en otra parte.
El d�a comenz� a declinar
lentamente cubriendo todo con su manto oscuro. Mar�a Jos� ten�a todo dispuesto
aunque no sab�a para qu�. Por su mente pasaban miles de cosas y ninguna era
buena. A ratos se calmaba un poco para despu�s ver todo negro nuevamente. Cuando
sinti� que llamaban a la puerta, se estremeci� entera. Abri�, era Gonzalo. Lo
hizo pasar. Cuando estaban en la sala, ella not� de inmediato que algo malo le
suced�a. Intent� preguntarle, pero la hizo callar, coloc�ndole el dedo �ndice en
los labios. Suavemente fue haci�ndola retroceder hasta que la arrincon� contra
la pared. Mar�a Jos� s�lo se dejaba llevar. Gonzalo comenz� a acariciarle el
rostro con una ternura infinita. Luego con la punta de su dedo comenz� a
redibujarle los labios con su dedo �ndice. �"No digas nada, mi amor. No me
preguntes nada. Ya no soporto m�s esta situaci�n y s�lo una cosa tengo clara: Te
amo con todas las fuerzas que soy capaz... quiero hacerte m�a esta noche..."
Ella, apenas tuvo fuerzas para decirle: -"Te pertenezco desde el momento en que
te vi".-Sus bocas se unieron, pero esta vez sin la loca pasi�n de la noche
anterior. Fue de forma lenta, viviendo y sintiendo cada segundo intensamente,
haciendo acolar cada mil�metro de sus labios. Sabore�ndose de manera consciente,
sin desaprovechar el tiempo. La lengua de Gonzalo se abri� paso entre los labios
de Mar�a Jos�, quien la presion� suavemente, succion�ndola de una manera
voluptuosa, poniendo en ello toda su alma de hembra. Llevaba un vestido
abotonado por delante.
Gonzalo comenz� a desabrocharlos, lentamente uno por uno.
Cada vez que lo hac�a una peque�a parte del cuerpo de Mar�a Jos� quedaba al
descubierto ante sus ojos. �"Eres hermosa, muy hermosa" � le dec�a. �"Un sue�o
hecho realidad" Primero qued� a la vista sus pechos, cubiertos s�lo por un
peque�o brassiere. Apareci� tambi�n su vientre palpitante, suave, parejo que se
mov�a acompasadamente al ritmo de su respiraci�n agitada. Luego apareci� el
borde de su tanga que cubr�a la m�s dulce de su exquisitez. Cuando termin� con
el �ltimo bot�n se alej� un poco para admirarla. Estaba arrobado ante su
belleza. Era un todo armonioso, un verdadero banquete para los sentidos. Ella
tom� el vestido por los lados y con un delicado movimiento de hombros se desliz�
por detr�s de su espalda cayendo caprichosamente a sus pies. No hab�a demasiada
luz en la habitaci�n, formando una alucinante combinaci�n de claroscuros
alrededor de su silueta, d�ndole una dosis extra de sensualidad. Gonzalo dirigi�
su vista hacia el peque�o tri�ngulo que formaba su tanga en el pubis. �"El
jard�n de las delicias" � pens�. La fina tela se apegaba tan bien a su piel,
como si fuera parte de ella. No exist�a detalle alguno que pudiera desentonar
ese exquisito cuerpo de mujer. Mar�a Jos�, felina como una pantera se acerc� a
Gonzalo y comenz� a desabotonarle la camisa. Cuando termin�, se la quit� y la
arroj� sobre una silla con sus manos. Comenz� a recorrer el fuerte pecho de
Gonzalo, sintiendo su calor y el palpitar de su coraz�n.
Luego se arrim� m�s y
comenz� a frotar su pecho en �l, mientras Gonzalo hund�a sus dedos en los
cabellos de ella. Al menos en esos momentos nada importaba. S�lo exist�an dos
seres que deseaban mutuamente entregarse. Mar�a Jos� sigui� con su tarea. Afloj�
el cintur�n y baj� la cremallera del pantal�n, sin quitarle la mirada a Gonzalo.
�l, ayd�ndose con los pies, se quit� los zapatos. Cuando Mar�a Jos� termin� con
el pantal�, se apeg� a su cuerpo y le pidi� que le quitara el brassiere. Gonzalo
obedeci� con toda delicadeza, dejando al descubierto las hermosas tetas de Mar�a
Jos�. Sinti� como se presionaban contra su pecho y c�mo ella se iba deslizando
hacia abajo, mientras acariciaba la suavidad de su espalda. La ve�a tan fr�gil y
delicada. Su sexo estaba listo para penetrar en ella y hacerla suya, muy suya,
deseaba apropiarse hasta de su alma. Una ansiedad terrible recorr�a todo s
miembro por sentir la intimidad de ella. Una ansiedad que llegaba a dolerle. Su
boxer estaba totalmente h�medo por la fuerza de la excitaci�n. Sinti� que las
manos de Mar�a Jos� presionaba su bulto, dio un fuerte suspiro que lo oblig� a
cerrar los ojos y a tragar saliva. Estaba viviendo la parte de su vida que se
hab�a negado a s� mismo. Ahora se pregntaba para qu�. Sinti� que su vida de
cura, todo su sacrificio carec�a de validez. Todo era una inmensa hipocres�a. No
quiso pensar m�s en ello y se entreg� a los placeres que estaba dispuesta a
brindarle Mar�a Jos�. Ella lo tom� de la mano y se dirigieron al dormitorio. Se
recost� sobre la cama y extendi� los brazos para recibir a su hombre. �l comenz�
a besarle el cuerpo completo, recorriendo su hermosa geograf�a.
Le quit� la
tanga y la pija de Mar�a Jos� qued� expuesta ante su vista. No lo dud� un
segundo, primero la acarici� con sus manos para luego introducirla en su boca
con los consabidos suspiros y estertores de Mar�a Jos�, d�ndole de esta manera
su primer orgasmo. Se sinti� feliz de poder proporcionarle tanto placer. Fuen
entonces cuando ella, a pesar de su fragilidad, lo tumb� en la cama, se subi� a
horcajadas en �l, tom� su miembro y lo acomod� en la entrada de su ano. Comenz�
a presionar, mordi�ndose los labios, deseando la penetraci�n con toda su alma.
Trag� aire, dio un fuerte alarido al mismo tiempo que el miembro de Gonzalo
desaparec�a en su interior. �Finalmente se hab�a convertido en su hembra!
Gonzalo sinti� la tibieza de su intimidad y c�mo los m�sculos de ella se
ajustaban con precisi�n a los contornos de su miembro. Una presi�n exquisita,
que lo enloquec�a y lo embriagaba de placer. Sus manos se buscaron y sus dedos
se entrelazaron fuertemente. Eran un solo ser. Cada c�lula, cada mol�cula de sus
cuerpos engranaban perfectamente en una sinfon�a de placer sublime. Las caderas
de Mar�a Jos� se mov�an con elegancia, apretaba su esf�nter para estimular m�s a
Gonzalo quien ya no ten�a voluntad. �"Soy tuya, mi amor" � le dec�a �
"Aband�nate a las delicias de mi amor. Quiero darte todo el placer de que soy
capaz. Anda, inunda mis entra�as con tu simiente".
Gonzalo ya no pudo m�s, su cuerpo se arque�, llegando a
levantar a Mar�a Jos� y entrando en ella hasta lo imposible. Mar�a Jos� sinti�
el semen de Gonzalo en su interior y se dio cuenta que finalmente hab�an
consumado su amor. Se baj� y se abrazaron fuertemente durante largo rato. S�lo
sinti�ndose, sin decir nada. Fue Mar�a Jos�, quien rompi� el silencio
diciendo:-"Gonzalo..." -"Dime..." � le dijo acarici�ndole el cabello. �"�Qu�
puedo esperar de todo esto que ha sucedido entre nosotros?" - Gonzalo qued�
pensando un momento y le dijo: -"No lo s�. Mar�a Jos�, de verdad no lo s�". Ella
se entristeci� con la respuesta. �"Te lo digo, porque vend� la casa, Gonzalo,
con todo lo que hay adentro, debo entregarla en dos d�as m�s, no hab�a querido
decirte nada para no preocuparte. Si quieres esparar� tu respuesta hasta el
medio d�a del jueves. Con el dinero podemos establecernos en cualquier parte e
iniciar una nueva vida donde nadie nos conozca. �Podemos ser felices! Mi amor."
Est� bien. Tomar� en cuenta lo que me dices. Dame ese tiempo para ordenar mis
ideas, comprende que no es f�cil para m�. Te llamar� para darte mi decisi�n
cualquiera que esta sea. Se visti�, se despidi� de ella dici�ndole que era
maravilosa y se march�.
No se comunicaron para nada. El mi�rcoles recibi� una
llamada del Obispo para que se presentara el jueves a las nueve. Su tono no fue
muy amigable. Al d�a siguiente acudi� puntualmente a la cita. El saludo fue muy
fr�o. �"Padre Gonzalo � le dijo- he recibido el informe del padre Santiago en el
cual me aconseja su traslado en forma inmediata. De todas maneras ya lo ten�a
decidido. En dos d�as m�s se ir� para hacerse cargo de una parroquia en en el
Sur" Gonzao estaba al l�mite de sus fuerzas. El lugar a d�nde lo enviaban
quedaba a m�s de dos mil kil�mteros de all�. No se encontr� capaza de separarse
de ella. Trat� de hablar con el Obispo de hacer que desistiera de su decisi�n,
pero fue rotundamente inflexible. Ya hab�a decidido y no hab�a m�s que hacer.
S�lo se limit� a recordarle que estaba bajo el voto de la obediencia y que si no
hacia efectiva la orden se le dispensar�a de los votos, quedando marginado de la
Santa Madre Iglesia. Acongojado se despidi� del obispo. Al salir del edificio
del episcopado cruz� la calle y se dio vuelta para observarlo, fij� su viste en
la inmensa cruz que coronaba al edificio, la mir� detenidamente, unas l�grimas
brotaron de sus ojos y le dijo: -"�Perd�name!" � dio media vuelta, mir� la hora,
a�n estaba a tiempo, sac� su celular y marc� un n�mero...
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Relato: Cuando la fe tambalea (2)
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