RIIIIIIIIIIIIIINNNNNNNNNGGGGGGGGGG.
El despertador sonaba estrepitosamente, y Clara lo o�a pero
era incapaz de estirar el brazo para detenerlo. La noche anterior hab�a tomado 4
pastillas para dormir y a�n estaba abotargada por su efecto.
Sumida en los efectos del sedante, y mientras sus� m�sculos
luchaban in�tilmente por recuperar la movilidad, su mente trabajaba a marchas
forzadas intentando recordar lo que hab�a pasado la noche anterior, pero las
im�genes que� pasaban por su mente no estaba segura si eran realidad o fruto de
una de sus pesadillas.
En este momento empez� a� recordar donde estaba. Y todos los
hechos ocurridos en los �ltimos dos meses� se fueron adue�ando de su memoria.
Naci� y se cri� en un pueblo del interior. Estudi� en un
colegio de monjas y era una ni�a aplicada y obediente. Su pap� era polic�a, y al
ser hija �nica hab�a estado siempre s�per protegida. Ten�a 16 a�os y nunca hab�a
estado en una fiesta ni salido con un chico.
En el pueblo hab�a pocas expectativas para una chica como
ella: o se casaba� con un granjero y pasaba toda su vida labrando la tierra y
criando animales al mismo tiempo que a sus hijos, o terminaba convirti�ndose en
una solterona amargada como� muchas que� all� se quedaron.
Su padre no quer�a eso.� Era incapaz de enviarla a estudiar
fuera� por no separarse de ella, pero se daba cuenta� que su ni�a se hac�a
grande y necesitaba mas estudios que all� en el pueblo eran impensables. Por lo
tanto decidi� pedir el traslado a la capital.
La idea era acabar el curso� y trasladarse� durante las
vacaciones, para con calma elegir un buen colegio, y a ser posible de monjas.
Pero las cosas se precipitaron, tres de sus futuros
compa�eros se accidentaron y en el cuartel donde deb�a incorporarse le
necesitaban urgentemente.
Pens� irse solo y en tres meses volver a� buscar a su
familia. Pero su mujer no estaba de acuerdo, nunca se hab�an separado y le dijo
que tres meses se pasaban de cualquier manera y luego ya ver�an. Su padre
aprovech� el fin de semana y se desplaz� a la capital para solucionar lo mas
urgente buscar una casa y conseguir un buen colegio.
Al estar en mitad del curso los colegios de monjas ten�an
todas las plazas ocupadas. Se puso muy nervioso, no quer�a que su hija perdiese
un trimestre entero, y consult� con sus nuevos compa�eros el problema. Uno de
ellos coment� que en el colegio que iba su hija cre�a que quedaban plazas, que
estaba muy bien, y el no dud� en matricularla.
A finales de marzo Clara comenz� en su nuevo colegio. Era la
primera vez� que asist�a a un colegio mixto y Bego�a, la hija del compa�ero de
su padre, la acompa�� en su primer d�a. Su padre ten�a servicio y su madre
estaba esperando a un t�cnico para que solucionase una aver�a en el calentador
del agua.
Bego�a era extrovertida muy simp�tica, vest�a minifalda y una
sugerente camiseta que transparentaba su sujetador. Clara en cambio llevaba la
falda del uniforme, y una camisa abotonada. Su nueva amiga se dedic� a
presentarle a todos sus compa�eros, y ella sent�a las miradas� curiosas que le
dedicaban, algunas con burla, otras de compasi�n. Se� ve�a claramente que era
�de pueblo�, y al entrar en la clase y sentir las miradas de todos los
compa�eros le hizo sentirse muy avergonzada.
Cuando le presentaron a Gerardo, �l la tomo de las manos y la
bes� en la mejilla para darle la bienvenida. Su coraz�n se aceler�, era la
primera vez que un chico la besaba, y le mir� embelesada.
Gerardo era moreno, alto, con unos preciosos ojos negros de
largas pesta�as y unos labios gruesos, apetecibles, que ten�an locas a todas las
chicas del colegio. Era el capit�n del equipo de f�tbol, no mal estudiante, y
todos los alumnos, preparadores y profesores le apreciaban.
A Gerardo le gust� Marta y decidi� tomarla bajo su
protecci�n. Por eso a la hora del almuerzo, cuando la vio sola, sentada� al
fondo del patio, se acerc� a ella pidi�ndole permiso para acompa�arla.
Estuvieron charlando mucho rato. Se contaron casi toda su
vida y descubrieron que ten�an muchas cosas en com�n. Sus gustos musicales eran
muy parecidos, y hasta hab�an le�do alg�n que otro libro coincidente. Aunque
hab�a muchas otras cosas que ella no hab�a pod�a hacer porque estaba muy apegada
a sus padres y no quer�a que se enfadaran.
A la salida Gerardo le pidi� permiso para acompa�arla a casa.
Ella le respondi� que no, a su papa no le gustar�a, y a�n segu�a insistiendo
cuando lleg� su padre con el coche. Sin pens�rselo dos veces Gerardo se acerc�
con Clara hasta �l y se autopresent� a su padre. Le dijo que si no le molestaba
que la acompa�ase alg�n d�a que el no pudiese venir a recogerla y as� sabr�a que
llegaba bien a casa. A su padre le gust� ese chico tan educado y amable, y
respondi� que si� a Clara no le importaba por el no hab�a� ning�n inconveniente.
Y desde entonces cada d�a Gerardo acompa�aba a Clara, entraba
en su casa, y le ayudaba en los estudios. Se hab�a ganado la confianza de sus
padres, y estos estaban contentos de que un chico tan formal acompa�ase a su
hija. Aconsejada por Gerardo su madre le hab�a comprado ropa nueva y, sin ser
provocativa, con esa ropa� m�s moderna se la ve�a bonita y deseable.
Una tarde Gerardo pidi� permiso a sus padres para llevarla el
s�bado siguiente a una fiesta que daban en casa de un amigo. Quer�a que Clara le
acompa�ase, pero sus padres� no estaban muy de acuerdo, nunca hab�a ido a una
fiesta y ten�an miedo de lo que se pudiese pasar en ella. Clara estaba muy
ilusionada por ir, y sus padres al fin accedieron al fin y al cabo �que le
podr�a pasar acompa�ada de un chico tan formal como Gerardo?
Y lleg� el s�bado. El precioso vestido azul que le hab�a
comprado su madre hac�a resaltar el brillo dorado de su largo cabello y la
profundidad de su mirada. Bego�a la hab�a ayudado a maquillarse y estaba
realmente bonita.
La fiesta se celebraba a las afueras. Los due�os de la casa
estaban de viaje, y por eso su hijo la aprovechaba para divertirse. Gerardo vino
a buscarla con el coche que su padre� le hab�a dejado para esa noche.
Cuando llegaron la juerga ya hab�a comenzado y estaba en todo
su apogeo. Algunos de los j�venes ya empezaban a sentir los efectos del alcohol.
Ella no estaba acostumbrada a beber, y Gerardo le trajo una
copa� de lo que parec�a un c�ctel de frutas, dulce, fresquito, agradable al
paladar. Le dijeron que se llamaba �San Francisco�, y era tan suave que beb�a
uno tras otro sin darse cuenta. Todos se ocupaban de que su vaso nunca estuviese
vac�o. Cuando empez� a sentir los primeros s�ntomas del mareo acompa�ado de un
gran dolor de cabeza, Gerardo le llev� una pastilla que seg�n el le quitar�a
todos los males.
Al poco tiempo de tomarla empez� a sentir calor por todo el
cuerpo, sus manos� sudaban, sus pechos ard�an, sus pezones estaban tiesos como
p�as de peonzas, y entre las piernas����ufffffffff. Entre sus muslos parec�a que
una legi�n de hormigas recorrieran todo su cuerpo y la entrada del hormiguero
estuviese all�, justo entre sus piernas, y todas quisieran entrar produci�ndole
un cosquilleo que la estaba volviendo loca.
Empez� a quitarse la ropa, alguien la tom� en brazos y la
puso sobre una mesa. Todos se pusieron a su alrededor y la jaleaban y aplaud�an.
Ella por primera vez en su vida se sent�a excitada, deseada, poderosa. Todos
estaban pendientes de ella. Mov�a las caderas y al ritmo de la m�sica se iba
desprendiendo de toda la ropa.
Gerardo la miraba embelesado, pensaba que nunca hab�a visto
una chica tan sensual. Con su c�mara iba grabando todos y cada uno de sus
movimientos. Y su er�tica danza� quedaba plasmada en un video del que pensaba
sacar muy buen partido.
Al rato de bailar y mostrar sus encantos a todos, chicas y
chicos, Gerardo decidi� que era hora de retirarse, y carg�ndola sobre sus
hombros la llev� a una habitaci�n del piso superior.
La tendi� sobre la cama y empez� a besarla por todo el
cuerpo. Ella se remov�a y agitaba, aumentando su deseo al verla tan excitada.
Sus manos exploraron su calida y h�meda conchita. Su boca busc� su sexo y su
lengua hurg� en la jugosa cavidad que se le ofrec�a. Clara gem�a
semiinconsciente, y al alcanzar el orgasmo de sus labios escap� un suspiro que a
el le enardeci�.
Se quit� toda la ropa quedando desnudo ante ella, que
fren�tica reclamaba sus atenciones. Se estremec�a toda y arqueaba sus gl�teos
buscando una penetraci�n que calmara sus ardores. Solo entonces, coloc�ndose
entre sus piernas, la penetr�. Primero despacio, pero, al encontrar cierta
resistencia, se hizo hacia atr�s y embisti� con fuerza desgarrando el himen e
introduci�ndose hasta sus entra�as. Ella lanz� un grito que el ahog� con su
boca, y aument� el ritmo de sus movimientos haci�ndola llegar a un nuevo y
brutal orgasmo� que confund�a el dolor con el placer.
Sent�a las paredes de su sexo palpitantes abrazando y
oprimiendo su pene. No quer�a complicaciones, y al sentir que se corr�a sali�
del acogedor recept�culo y se vaci� entre sus pechos apretando su miembro,
viendo como su n�ctar corr�a como un r�o de aguas blancas entre las dos hermosas
monta�as.
Le hubiese gustado vaciarse en su boca, pero a�n era pronto.
Su ni�a ten�a que aprender como complacer a un hombre, y �l ser�a un buen
maestro. Otras hab�an aprendido antes y lo hab�an hecho muy bien.
Ya satisfecho se levant�,� recogi� la c�mara que hab�a
grabado todo el encuentro, se visti�, y sali� en busca de Bego�a, que deb�a
ponerla presentable antes de llevarla a casa.
Sinti� como en sue�os que su amiga la llamaba, la zarandeaba.
Ser notaba pesada y la boca pastosa, la cabeza le daba vueltas, y entre sus
muslos un dolor terrible que se acentuaba al mover las piernas. Oy� correr el
agua en la ba�era y cuando su amiga la acompa�� al ba�o no opuso resistencia.
Bego�a la ayud� a meterse� dentro y enjabonando una esponja
se la pas� suavemente por todo el cuerpo, dici�ndole palabras cari�osas. Ella
misma ya hab�a pasado por esto hac�a alg�n tiempo, y sab�a lo mal que lo deb�a
estar pasando. Le dedicaba especial atenci�n a su dolorido sexo, lo acariciaba
con mimo, y con sus sabios tocamientos la llevaba a un estado de excitaci�n
pr�ximo al orgasmo.
Entr� Gerardo y al observar lo que pasaba le dijo que acabara
pronto, ya habr�a otros d�as para eso, ahora ten�a que hablar con ella y
llevarla a su casa antes de que sus padres se alarmaran.
Clara los o�a como en sue�os, se estaba despejando aunque
sent�a todos los m�sculos doloridos. Bego�a la ayud� a salir de la ba�era, la
sec� cari�osamente, arregl� su cabello, y la acompa�� al sal�n donde todos
esperaban sentados ante la� pantalla de un televisor gigante. Gerardo se levant�
a recibirla y tom�ndola por los hombros la acompa�� hasta un sill�n.
---Quiero que veas esto --- le dijo.
Puso una cinta en el reproductor de videos y se sent� a su
lado. La pantalla se llen� de vida, ella era la �nica protagonista, se la ve�a
feliz, bailaba y coqueteaba en la sala. Su sensual baile sobre la mesa, mientras
se iba desprendiendo de la ropa, era digno de la m�s er�tica stripper. Luego, ya
en la habitaci�n, la c�mara hab�a captado cada uno de los morbosos detalles, de
tal forma que parec�a que ella era la incitadora.
Clara hab�a empalidecido, le costaba respirar, y no acababa
de creerse lo que estaba viendo. La sala estaba enardecida, gritaban como locos
diciendo lo puta que era y lo bien que lo hac�a. Gerardo le pas� un brazo por
los hombros y bes�ndola en la oreja le dijo:
---Es nuestro secreto, si eres buena, nadie se ha de enterar.
Todos callar�n si se lo pido.
La acompa�� a su casa, y al despedirse le dio unas pastillas.
---T�malas y ma�ana estar�s nueva.
Ella callaba, no era capaz� de articular palabra. Al subir
las escaleras vio luz en la habitaci�n de sus padres.
--- �Clara, est�s bien? Dijo su madre.
---S�, mam�. Me acuesto ya, que estoy muy cansada.
Pens� cont�rselo todo. Pero al recordar los gritos de sus
compa�eros diciendo lo puta que era crey� mejor callarse, nunca pensar�an que
todo estaba preparado y le dir�an que ella se lo hab�a buscado, que era la
culpable de todo.
Tom� las pastillas y durmi� profundamente hasta que el sonido
del despertador la sac� del dulce sopor, y por su mente pas� la pel�cula de�
sus dos �ltimos meses.
RIIIIIIIIIIIIIIINNNNNNNNNGGGGGGGGGG
En el pr�ximo relato� os contare como Clara fue sometida y
como se convirti� en una esclava sexual