No, no pod�a ser cierto. No pod�a haber hecho eso y estar
ahora calz�ndose tranquilamente como si nada hubiera pasado. Mientras fing�a
elegir que vestido iba a llevar aquella noche poniendo frente a su cuerpo reci�n
duchado y vestido �nicamente con un par de medias negras un bonito modelo de
terciopelo color vino, observaba como, tras su espalda, �l se ataba los cordones
de los zapatos con tal tranquilidad e inocencia qu� parec�a imposible que
hubiera sido capaz de haber roto un plato.
Cuando le acerc� un atrevido tanga color perla, su favorito,
para que se lo pusiera aquella noche, ella se decidi� por fin a preguntarle
mir�ndole fijamente a los ojos mientras tomaba de sus manos la prenda.
No lo hiciste, �verdad?.
�Mmmm?. �su gesto distra�do parec�a exculparle de toda
sospecha.
No enviaste esas fotos a tus amigos, �verdad?. Todo ha sido
una mentira para excitarte y ponerme m�s cachonda a m�, �verdad?.
S�, s� lo hice.
Aquella respuesta cay� como una bomba sobre el esp�ritu de
Laura. Not� como sus rodillas temblaban ligeramente como si le hubiesen colocado
un enorme peso sobre sus hombros.
Fue muy sencillo �segu�a diciendo �l, aunque a ella le
llegaba a sus o�dos un extra�o pitido m�s que la voz de su esposo- Cre� una
cuenta de correo electr�nico con otro nombre, copi� todas las direcciones de mis
amigos y les mand� un mail diciendo que era un enemigo m�o, diciendo que
realmente yo, mi yo real, no era m�s que un pobre cornudo sin saberlo, que hab�a
descubierto que t� no eras m�s que una puta y que te acostabas con todo aquel
que ve�as. Es m�s, les dije que te hab�a follado a pesar de que t� sab�as que
odiaba a tu marido, y para que se lo creyesen, como prueba, les mand� esas
fotos.
No pod�a ser cierto. Ella siempre hab�a sido una mujer
independiente, s�, y a sus treinta a�os, y tras seis de matrimonio, pod�a
afirmar que nunca hab�a vivido pegada a los pantalones de su esposo, pero de ah�
a no haber sido una esposa sincera y sobretodo, fiel en todos los sentidos, iba
un mundo. Jam�s se le hab�a pasado por la cabeza irse con otro hombre. Y de
haberlo hecho, antes hubiera pedido el divorcio.
Pero�
�T� me amas?. �la pregunta de su esposo la interrumpi�
bruscamente.
�Qu�?, �C�mo?� Naturalmente que s�, cari�o. Sabes de sobra
que lo eres todo para m�.
Entonces �dijo su esposo mientras posaba sus manos sobre sus
desnudos hombros con aire paternal- ten fe en mi, cielo, y pase lo que pase no
dudes de que se lo que me hago.
Laura no entend�a nada. �Qu� habr�a querido decir?. �Qu�
estar�a tramando?. Una ligera presi�n de las manos de su esposo sobre sus
hombros le oblig� a ponerse lentamente de rodillas hasta que su boca qued�
colocada frente a la bragueta del pantal�n de su esposo.
Solt� el cintur�n del pantal�n de su marido y lo desabroch�
casi sin saber porque lo hac�a. �Ser�a todo un juego?. La punta del pene de su
esposo bes� sus labios. Casi quemaba. Ella se lami� los labios y, una vez los
tuvo brillantes de saliva, comenz� a besarla lentamente.
El intenso sabor de aquel falo inund� su boca en cuanto se
introdujo el capullo entre sus labios. Dentro de ella, su lengua sigui�
acariciando aquel miembro con una cada vez mayor excitaci�n.
Sin embargo, en contra de lo que ella pensaba, no eran solo
aquellos suaves mimos los que le estaban provocando los jadeos de su esposo. Al
otro lado de la ventana, desde el bloque de pisos de enfrente, justo a su
espalda, pero frente a su esposo, un afortunado vecino contemplaba toda la
escena desde el anonimato de la distancia.
Aquella chica morena perfectamente curvil�nea y con un culo
precioso estaba haci�ndole a su esposo una autentica mamada. No era la primera
vez que se hab�a fijado en ella, sol�a asomarse a sus ventanas para verla
paseando por su piso, o incluso desnuda como hac�a un rato, pero jam�s la hab�a
cazado haci�ndole nada a su marido.
Por un momento estuvo a punto de apartarse de la ventana. Le
parec�a imposible tener la suerte de poder contemplar aquel espect�culo sin que
�l se fijara en su presencia. Aunque claro, imaginaba, tampoco �l en su lugar
hubiera estado para fijarse en muchas cosas.
Cuando el placer de saberse siendo observado y las artes de
su esposa le hicieron sentir en los albores del orgasmo, se separ� dulcemente de
sus labios y, acarici�ndose �l mismo su pene, se corri� entre grandes, tal vez
exagerados jadeos, frente a su mujer.
Los c�lidos chorros de esperma fueron a caer al cuello de
�sta, para luego, deslizarse lentamente a trav�s del profundo y cerrado canal de
sus turgentes pechos, llegando finalmente hasta su precioso ombligo.
Lejos de �l, en la ventana de enfrente, del falo de otro
hombre se convert�a tambi�n en id�ntica fuente de esperma. Esperma sin destino,
aunque manado por la misma mujer. Placer del furtivo que se cobra su pieza ante
la ignorancia de los dem�s.
Si te ha gustado� continuar�.