Me sorprendi� que alguien llamase a casa a esas horas de la
noche. Mi marido Alberto se hab�a ido de viaje de negocios y no esperaba visita
alguna. Me levant�, me puse una bata y tras atusarme delante del espejo camin�
todav�a medio somnolienta hacia la puerta de la entrada. Lo m�s seguro es que
fuese mi vecina pidi�ndome algo, sol�a tener esa man�a.
Mir� por la mirilla y me apresur� a abrir. Era Juanjo, mi
suegro. Estaba completamente empapado. Era la t�pica noche de invierno con
tormenta. Hice que pasase y �l se quit� el abrigo mojado coloc�ndolo en el
perchero.
-Se me ha quedado el coche parado cerca de aqu� y no he
tenido m�s remedio que venir caminando. Tengo que llamar a tu suegra para que no
se preocupe.
-No faltar�a m�s. Ya sabes donde est� el tel�fono-le dije, y
sin m�s mis ojos lo acompa�aron hasta que se perdi� fuera del pasillo.
La verdad es que todav�a era un hombre muy apuesto y varonil,
incluso m�s que su propio hijo. Todav�a conservaba un halo de la belleza de
anta�o y ese toque sensual que aporta la madurez. Pod�a escuchar perfectamente
la conversaci�n.
-Cuando me haya secado llamo a un taxi y voy para ah�,
tranquil�zate.-le dec�a a Milagros, mi suegra.-Que me quede aqu�, �pero c�mo me
voy a hacer eso? a Nati igual no le parece bien.
-No hay problema-dije meti�ndome en la conversaci�n- sabes
que hay camas de sobra y adem�s ya es muy tarde. Es mejor que pases aqu� la
noche.
Acept� y tras despedirse de Milagros colg� el tel�fono y se
acerc� al sal�n donde estaba yo.
No s� que me estaba pasando. Quiz�s el hecho de encontrarme
sola y tambi�n la circunstancia de que hacia m�s de tres meses que mi vida
sexual hab�a dejado simplemente de existir. Alberto siempre llegaba tarde y
cansado y lo que menos parec�a apetecerle era disfrutar conmigo en la cama.
Pero, lo cierto es que notaba como mis pezones comenzaban a ponerse duros y como
mi boca no paraba de humedecer mis labios.
-Ser� mejor que te quites esa ropa. Vete a la habitaci�n del
fondo, ahora mismo te llevo un pijama de tu hijo.
Entre en mi habitaci�n y cog� uno cualquiera. No sab�a que
llama se hab�a encendido aquella noche pero lo cierto es que comenzaba a arder
lleg�ndome a quemar hasta mis entra�as.
Entr� y no pude hacer menos que contemplar su cuerpo. Todav�a
se manten�a joven, la verdad es que s�lo era 20 a�os mayor Alberto. Y aquella
noche me parec�a todav�a m�s atractivo de lo normal.
Le tend� el pijama y el lo agarr� con delicadeza. Me mir�
fijamente y sonri�.
-Alberto tiene mucha suerte de tener una mujer como tu.
Sonre� y baj� la mirada. Juanjo se acerc� m�s y tom� un
mech�n de mi pelo entre sus manos.
-La verdad no me imagino como un chico tan gris como mi hijo
pudo acabar con la pelirroja tan explosiva y sensual como tu.
Dios, o se callaba o toda yo me consumir�a de placer. Hubo un
momento en el que pude sentir su respiraci�n al mismo comp�s que la m�a, en el
que sus labios buscaban los mios y los encontraban, en el que sus manos �vidas
luchaban contra mi ropa por rozar mi intimidad y hubo un momento en el que todos
mis muros interiores se derrumbaron y lo consigui�.
Me tir� en la cama y recorri� con sus labios todo mi cuerpo.
Lami� y chup� con deleite cada uno de mis pezones, se divirti� jugando con mi
ombligo y acab� regal�ndome u orgasmo mientras su boca jugaba con el tesoro de
mi entrepierna.
Se sent� en la cama. Se desabroch� la camisa y se quit� los
pantalones. De lo dem�s me encargu� yo. Tom� aquel pene entre mis manos y tras
rozarlo un par de veces con mis labios me lo tragu� entero, chupando y lamiendo
sin parar, como una zorra en celo.
-Dios� que placer me est�s dando�ahhhhhhhh. Sigue por dios y
no pares� Vas a hacer que este viejo te llene la boca de leche.
Todo cuanto me dec�a m�s me excitaba, hasta el punto de tener
que masturbarme mientras le com�a aquel fabuloso pene.
-Eso es, t�cate. S�-agarr� con sus manos mi cabeza y la
acerc� m�s hasta su pene, hasta el punto de trag�rmelo todo.-C�metelo todo, eso
es�as�,� ni�a buena� s�cale la leche a este puto viejo.
Mi co�o no pod�a m�s, estaba completamente h�medo y
necesitaba urgentemente que lo penetrasen. Juanjo debi� de comprenderlo, porque
se separ� de mi y tras arrojarme en la cama boca a bajo de un solo empuj�n me
clav� toda su polla.
-Que caliente est�s,�que h�meda�te gusta que te folle, te
gusta???
-S�, f�llame por favor, cl�vamelo bien adentro, tengo ganas
de sentirlo llen�ndome toda.
-Pues toma puta, t�malo�seguro que mi hijo no te folla as�.
Me encantaba como me follaba, que me llamase puta, zorra,
s�lo quer�a que me apagase aquel calor que me segu�a quemando.
-Ahhhhhhhh, me voy a correr�pero no quiero, quiero disfrutar
m�s contigo esta noche.
Sali� de mi interior y tir� de mis piernas hasta que mi culo
qued� a la altura de su verga.
Sab�a lo que pretend�a .
-Quiero clav�rtela en tu lindo agujerito. Quiero saber qu� se
siente teniendo a mi nuera disfrutando como una perra mientras su querido suegro
la est� follando por detr�s.
-S�-le dije- f�llame, p�rteme en dos, quiero tener tu pene de
nuevo en mi interior.
Acarici� mi culo y tras unos segundos comenz� a penetrarme
pose�do por la pasi�n. Me penetraba con fuerza, me apretaba los pezones y me
insultaba una y otra vez.
-Eso es, chilla de placer, te gusta tener esta polla bien
adentro. Ahhhhhh�dios�t�mala, t�mala� me voy a correr� hija puta que placer me
est�s dando����.ahhhhhhhhh.
Sent� como su leche llenaba todo mi interior y como �l segu�a
aferrado a m�, sin querer salir.
Hab�a enga�ado a mi marido con su padre, pero he de reconocer
que no me import�. Hab�a disfrutado como nunca. Alberto nunca me hab�a hecho el
amor con aquella intensidad y menos me hab�a hecho sentir tan �zorra. S�, algo
que descubr� aquella noche que me encantaba.
Nos quedamos dormidos. En sue�os Juanjo hablaba en alto. No
paraba decir lo puta que era y lo bien que se lo hab�a pasado conmigo. Ya
empezaba a sentir una ligera humedad en mi co�o cuando sent� que la puerta se
abr�a y alguien nos miraba incr�dulos.
Era Alberto, hab�a vuelto de su viaje.
Me levant� e intent� cubrir mi cuerpo desnudo. �l me mir�,
sonri�. Se quit� la chaqueta, dej� la maleta en el suelo y tras quitarse la
corbata llam� a su padre.
Juanjo se levant� y lo salud� sin el menor reparo.
-C�mo folla mi mujer?-le pregunt� sin mal humor aparente.
-Es toda una puta-le dijo �l.
Los dos se acercaron a mi y mientras Juanjo lam�a el l�bulo
de mi oreja Alberto acariciaba mi cl�toris.
No sab�a como reaccionar, lo �nico que entend�a era que ese
fuego que consideraba apagado comenzaba de nuevo a arder en mi y que ellos dos
har�an todo lo posible por que siguiera as�.
-He estado mucho tiempo sin poder atenderte como te mereces-
me dijo Alberto- y hoy mi regalo va a valer el doble y nunca mejor dicho.
Ten�a treinta y dos a�os, era una noche de invierno y padre e
hijo iban a convertirme en su esclava sexual�aquello empezaba a excitarme cada
vez m�s. Dos hombres para mi, dos penes d�ndome placer, un enga�o convertido en
lujuria�
Pero esta historia ya os la contar� otro d�a.