Al cumplir 12 a�os mi vida cambio para siempre, hasta ese
momento yo era un ni�o mimado de una familia de clase media, hijo �nico siempre
me sent� m�s cercano a lo femenino que al papel de machito que deb�a interpretar
para no desentonar en una sociedad llena de prejuicios, desde los 8 a�os hab�a
experimentado juegos sexuales con otros ni�os de mi entorno, y las sensaciones
placenteras que sent�a y el poder de saber que era capaz de dar placer me hac�an
sentir bien.
Pero con 12 a�os reci�n cumplidos todo cambio, mi madre la
persona m�s importante para mi, muere tras una r�pida enfermedad, en solo cuatro
meses desde que le detectaron el c�ncer mi vida cambio para siempre.
Reci�n operada mi madre por segunda vez, tuve una discusi�n
muy desagradable con mi padre pues yo me negaba a acompa�arlo al hospital y �l
con el estado de animo muy alterado termino por decirme " tu haces lo que yo
diga, maric�n". Esa palabra dicha por mi padre como insulto hacia mi fue una
chispa, un detonante que hizo que mi relaci�n para con el cambiase.
Lo obedec� como buen hijo, pero desde que salimos de casa
hasta volver del hospital no pronuncie una palabra, tan dolido y confundido
estaba, �como era posible que mi padre supiese que yo era eso?, �C�mo deb�a
actuar yo, a partir de ahora?, muchas preguntas se cruzaban por mi cabeza.
Papa se comporto como si nada hubiese pasado entre nosotros,
al llegar a casa me dijo que lo ayudara con la cena, cenamos en silencio y al
terminar me dijo a modo de disculpa que si no quer�a que me llamaran maric�n
deber�a portarme como un hombre.
As� lo hice, un mes m�s tarde no llore en el entierro de mi
madre.
No se me quitaba de la cabeza el insulto de mi padre, y en
las fantas�as de tipo sexual que alimentaban mis pajas se entrecruzaba �l con
otros hombres para hacerme disfrutar.
Ese verano yo, por dejadez en unos casos e imposici�n en
otros por parte de mi padre, me hice cargo de la casa, limpieza, comida, ropa.
Todo funcionaba regularmente bien, en la casa pero con escasa comunicaci�n entre
nosotros como hab�a sido siempre.
El primer d�a de las vacaciones de verano de mi padre me
sorprendi� a media ma�ana en su dormitorio con parte de la ropa de mi madre
sobre la cama y yo disfrazado con un vestido de noche que ella hab�a usado en
una fiesta de fin de a�o.
Su reacci�n fue brutal, me quito el vestido a golpes mientras
me insultaba y me dec�a las cosas m�s crueles que se le pueden decir a un hijo.
Estuve encerrado en mi dormitorio hasta la hora de cenar en
que armado de valor me atrev� a salir, el estaba viendo televisi�n con cara de
asesino. Entre al ba�o para orinar y ducharme sin decir nada, cuando comenzaba a
ducharme se abri� la puerta y al momento se serr�, al descorrer la cortina vi
sobre el taburete del ba�o algo que me dejo sin saber que hacer, papa hab�a
dejado las zapatillas de noche de mi madre y su quim�no favorito uno de seda
roja muy cortito. Sal� del ba�o con el puesto y me dirig� a la cocina donde se
encontraba mi padre preparando la cena, me miro sin decir nada.
Al d�a siguiente al despertar la ropa de mi armario hab�a
desaparecido, solo encontr� lencer�a de mi madre, comprendiendo el mensaje de mi
padre y nervioso por no saber que pretend�a sal� de mi cuarto con medias,
liguero y una preciosa combinaci�n de encaje negro que me quedaban como si
hubiesen sido hechas para mi.
Papa al verme sonr�o, eso me calmo un poco, toco el sost�n y
me pregunto que habia puesto de relleno, le dije que lo que encontr�
"braquitas". Papa ya no solo no estaba enfadado sino que re�a abiertamente, me
hizo poner unos zapatos de tac�n alto y me dijo que fu�semos a desayunar,
conversamos sobre el sexo, me pregunto por mis experiencias, yo le cont� todo lo
que hab�a hecho y con quien.
Papa me dijo si quer�a acompa�arlo a su dormitorio a
descansar un rato y seguir hablando, nos tendimos en su cama, y mientras yo
hablaba el me acariciaba diciendome
lo guapo que estaba, me beso dulcemente apret�ndome contra su
cuerpo. Su polla grande y gorda como nunca so�� se habr�a paso por la bragueta
de su pantal�n de pijama, yo al tocarla me sent�a seguro como cuando era bebe y
el me proteg�a . Me dijo que se la chupara, y yo casi me ahogo de las ganas por
complacerlo. Unos d�as despu�s me penetro sellando un pacto de amor que dura
hasta hoy.