Relato: Tres travestis son putas y uno tiene gran �xito...





Relato: Tres travestis son putas y uno tiene gran �xito...

MI pap� muri� cuando ten�a s�lo 7 a�os, mi mam� tuvo que
trabajar muy duro para mantenernos los dos, ya que pap� era muy buen amigo de
sus amistades y se gastaba casi todo lo que ganaba con ellos, por lo que nunca
se preocup� de ahorrar para tener ser due�o de una casa, s�lo nos dej� un auto
muy bonito y lujoso.


Yo quedaba pr�cticamente casi todo el d�a solo, por lo que mi
mam� le pidi� a una vecina del departamento que arrend�bamos que estuviera al
cuidado conmigo y vigilara si me suced�a algo, para lo cual le pagaba un poco
del dinero que ganaba.


Esta ni�a era bien joven muy linda y soltera y muy dedicada a
los amor�os, adem�s, que no pod�a trabajar para poder cuidarnos, viviendo con su
hermano menor un joven empleado y sus dos hijos gemelos asombrosamente iguales
de una edad similar a la m�a, de los que me hice bien amigo.


La vigilancia de ella era casi nula para nosotros tres, ya
que como era muy pizpireta se dedicaba a sus conquistas y s�lo se preocupaba de
nosotros al momento de comer.


As� crec� con mucha libertad y tramando diabluras con los
gemelos, los que eran muy divertidos y juguetones, yo a mi vez los acompa�aba
gustoso en sus diabluras y gozaba mucho con ellos.


Es as� como una tarde cuando ya ten�amos casi 11 a�os, unos
chicos del barrio nos ense�aron a masturbarnos jugando en uno de los sitios
vac�os del contorno.


El asunto consist�a en quien llegaba mas lejos con el semen y
los que perd�an ten�an que aceptar cualquier cosa que se le ocurriera a los
dem�s como prenda para acepar su derrota.


Nosotros �ramos m�s peque�os de tama�o y fuerza, por lo que
desde la primera vez perdimos en el concurso, y como prenda tuvimos que
recostarnos en el suelo, bajarnos los pantalones y aceptar que nos metieran el
pene en nuestros rectos.


Los ganadores no ten�an muy desarrollado el miembro, por lo
que no nos dol�a nada la penitencia y la pagamos f�cilmente, fuimos as� tres los
chicos que aprendimos a ser usados por el recto sin mas problema que la rabia de
haber perdido en el juego.


Pero ahora sab�amos que nosotros ten�amos abundante semen, y
que la operaci�n de masturbarnos era reemplazable por un recto bien dispuesto,
as� muy pronto nos hicimos fan�ticos entre nosotros de usar y ser usados para
esta operaci�n.


Luego cuando fuimos creciendo, con tanta masturbaci�n y
enculamiento, nuestras vergas y anos fueron desarroll�ndose cada vez m�s, y
llegamos a los 13 a�os con unas vergas de miedo y unos rectos capaces de aceptar
nuestros excepcionalmente gordos penes y m�s con facilidad y gran agrado a la
vez.


La realidad es que goz�bamos como chanchitos en el barro
revolc�ndonos los tres juntos y haciendo que nuestras actividades sexuales
llegaran a ser muy deliciosas �ramos unos expertos en el tema y hab�amos
aprendido a gozar mucho masturb�ndonos solos y mutuamente, encul�ndonos entre
nosotros y mam�ndonos nuestros penes llenos de semen.


Nuestras vidas fueron evolucionando en medio de estas
verdaderas org�as y as� lleg� el instante en que terminado el colegio a los 18
a�os,


�ramos unos expertos gozadores del arte encular y ser
enculados y unos perfectos bisexuales, pero a�n s�lo entre nosotros.


La mam� de los gemelos, ten�a amantes por docenas y los
chicos sab�an bien de su vida disipada, y ahora que su hermano se hab�a ido de
la casa, ella hab�a podido trabajar tranquila en su labor de sexo por la que
ten�a un ingreso bastante bueno, ya que era bien bonita y muy agradable con los
clientes.


Mi mam� por su parte, hab�a conseguido un amante muy joven y
vigoroso que la mimaba much�simo y le regalaba abundantes vestidos, calzado,
comidas y mucho amor de toda clase, por lo que ella ya no me controlaba y s�lo
toleraba mi presencia por el cari�o que me ten�a todav�a, sin saber preocuparse
nada de mi modo de vivir.



Yo por mi parte, ya pensaba en emigrar de la casa e irme a
vivir con mis gemelos amigos, pero me reten�a todav�a de hacerlo, ya que
necesitaba tiempo y dinero propio, y aunque mi madre nada me escatimaba en ese
aspecto, quer�a hacerlo para preparar mi salida y dejarla en libertad de hacer
su vida.


Los tres amigos hab�amos llegado a ser j�venes de muy buena
estampa, bastante bien parecidos y con buen trato para todos, de modo que
goz�bamos de muy buena reputaci�n en todo el barrio, que no sab�a nada de
nuestra amistad tan �ntima.


Pensando en el futuro, pensamos que la actividad de la mam�
de los gemelos le estaba dando un muy buen pasar al vender su amor entre sus
amigos, por lo que a nosotros se nos ocurri� hacer algo similar para


tener buenos ingresos.


Por eso decidimos arrendar una casa no muy cerca y vivir all�
los tres, dedic�ndonos a la profesi�n m�s antigua del mundo, la que da muy buen
ingreso cuando se aprende a administrar bien el cuerpo.


Esa casa eran pr�cticamente tres viviendas juntas, con s�lo
la cocina y los consumos en com�n, adem�s ten�an entradas totalmente
independientes para cada dormitorio con su ba�o y su salita de recibo propia.



Sal�amos a conseguir clientes, vestidos como las mas
atractivas hembras, papel que pod�amos hacer sin problemas, ya que bien vestidos
y mejor maquillados parec�amos unas magn�ficas hembras de la vida f�cil.


As� consegu�amos clientes muy buenos, a los que muy pronto
les haciamos conocer nuestra sexo y nunca nos rechazaban, adem�s de que �ramos
muy expertos y competentes en todas las variaciones especiales en las lides del
amor, de tal modo que �ramos muy aceptados haciendo las maniobras m�s eficaces
para dar una satisfacci�n completa al m�s exigente y complicado de nuestros
clientes del amor.


As� en poco tiempo logramos no solo pagar el alquiler de la
casa, sino que pudimos comprarnos la vivienda y la arreglamos totalmente, para
perfeccionar a fondo nuestra actividad.


Empezamos a cobrar cada vez mas caro, ya que la demanda subi�
en forma estratosf�rica y empez� una vida muy opulenta para nosotros, en una
casa cada vez m�s elegante y apropiada.


Trabaj�bamos a raz�n de un solo cliente seleccionado por cada
noche y lo hac�amos 7 veces por semana, pero descans�bamos los tres juntos una
semana en cada mes, en la cual nos �bamos juntos a los balnearios m�s lujosos y
si nos tincaba eleg�amos amantes hombre o mujer sin pago, entre los veraneantes
que nos parec�an mas atractivos y nos d�bamos el gusto de ser nosotros los que
eleg�amos esta vez.


As� conocimos a grandes magnates de las finanzas y de la
pol�tica con los cuales tuvimos noches inigualables que nos llenaban el bolsillo
y el ego de satisfacci�n.


Con la experiencia que ten�amos, sab�amos muy bien lo que
ellos deseaban en sus encuentros amorosos con nosotros y pronto dispon�amos de
largas listas de estos prohombres y mujeres de nuestra hedonista sociedad y de
cuales eran sus man�as favoritas, y as� les d�bamos completa satisfacci�n a sus
deseos m�s ocultos, lo que nos granje� largamente su amistad y lealtad mas
profunda.


Al hacer el andar, hab�amos llegado a ser unos perfectos
camaleones, ya que pod�amos ser unos j�venes caballeros impecablemente vestidos
y educados o bien parecer unas mujeres sensacionalmente elegantes e impecables
socialmente, o tambi�n unas putas de alto coturno vestidas para matar
sexualmente y expertas sabihondas de todas las artima�as del sexo.


Con el �xito obtenido �ramos las personas mas cotizadas por
todos, ya que las mujeres ca�an a nuestros pies seducidas por nuestra elegancia
y aspecto caballeroso si particip�bamos en la reuni�n vestidos de caballeros y
tambi�n nos envidiaban cuando lo hac�amos como bell�simas damas de gran
alcurnia.


Donde la cosa no funcionaba con las mujeres era cuando nos
vest�amos de putas expertas, ya que all� no entraban ellas, sino que �ramos sus
rivales en las ma�as del amor libidinoso.


Todo marchaba sobre ruedas y nuestra casa, estaba ahora en el
mejor barrio de la capital, y era una enorme mansi�n llena de puertas falsas, de
ma�as, de escondites, de calabozos de amor llenos de cadenas y otros elementos
para los sumisos, y de cientos de triqui�uelas para satisfacer al cliente m�s
exigente.


Todos est�bamos contentos y ricos, y sin embargo yo
secretamente ambicionaba tener un amor verdadero, pero quer�a que ese amor tan
anhelado fuera el de un hombre ideal, un caballero a carta cabal, amoroso,
gentil, cari�oso, apuesto y sensual, ya que ahora las mujeres por la rivalidad
que me hab�an demostrado, no me entusiasmaban mucho sexualmente, aunque pod�a
darles todo lo que buscaran sin problemas, pero uno siempre busca lo mas dif�cil
e inalcanzable. As� es la mente humana.


Y me dediqu� tenazmente a ello, pero aunque cre� obtenerlo
varias veces, nunca result� ser mi Pr�ncipe Azul, ya que no era lo que
ambicionaba.


Una tarde en nuestros d�as de descanso, visitando la Web
encontr� un aviso en que un se�or de la capital buscaba una mujer que lo
satisficiera completamente, deb�a ser preciosa en grado sumo, extremadamente
sensual, elegant�sima, muy alegre, llena de iniciativas y dispuesta a todos lo
artificios en las lides del amor, �l se describ�a a s� mismo como el hombre que
yo hab�a estado buscando durante tanto tiempo.


Me inspir� y le mand� un email dici�ndole que yo estimaba que
cumpl�a con todas las caracter�sticas que �l solicitaba y le pas� mi
confidencial N� celular.


Esa misma tarde, mientras estaba cenado solo, recib� su
llamado, me cont� que a �l le hab�an enga�ado muchas veces y que ya desesperaba
de encontrar la chica so�ada, pero que por el tono de mi email y ahora el de mi
voz algo ronca, le parec�a que podr�a resultar algo positivo esta vez, as� es
que me citaba para esa misma noche y que esperara, porque en 3 horas mas pasar�a
su chofer a buscarme a la direcci�n que yo deb�a indicarle enseguida, a lo que
yo le respond� afirmativamente y adem�s le dije que yo me llamaba Ruby, como
firmaba en el email.


Me preocup� la premura y el poco tiempo para vestirme, pero
decid� que ten�a que tomar el riesgo de que fuera un fiasco, pero la curiosidad
y el deseo insatisfecho pudieron m�s, as� es que le indiqu� mi direcci�n.


Al saberla me dijo que no hab�a duda que por el barrio yo
ten�a que ser algo muy diferente de las damas anteriores, me dijo que se llamaba
John, y que ten�a 43 a�os.


Me prepar� con el m�ximo esmero, me ba�e en sales perfumadas,
me depil� el poco vello que ten�a, me coloqu� un G.string que disimular�a
totalmente mi sexo real, me maquill� a fondo con sombras y los colores m�s
intensos en rojo y negro, me coloqu� mi mejor juego de joyas de oro y platino,
compuesto de aros muy largos hasta los erectos pezones de mis prominentes senos,
dos anchas pulseras, una ajorca en el tobillo izquierdo y una diadema preciosa
con incrustaciones de jade al igual que las dem�s joyas en juego. ,


Le agregu� a mi largo y suave cabello casta�o, unas
extensiones de pelo igual al m�o pero m�s largo, me hice un mo�o muy alto con
horquillas y alfileres largos y lo adorn� con un sensual velo de tul negro con
chispitas de oro.


Las medias eran negras muy brillantes de 140 denier con un
40% de Lycra, las que son hechas muy apretad�simas especialmente y terminan en
una preciosa banda bordada hasta los muslos.


Las medias se afirmaban adem�s con 6 tirantes c/u, adheridos
a una faja de negra de seda y tul que me ce��a apretadamente el cuerpo y que
ten�a rellenos de textura y peso casi naturales para curvar las caderas y el
derri�re, adem�s de dos copas abiertas por encima para mostrar los protuberantes
senos invisibles que hab�a adherido a mi busto natural.


MI vestido era de tul transparente que mostraba claramente el
contorno de mis senos y el de mi ropa interior, el tul estaba decorado por
peque�os bordados de oro que orlaban las partes mas destacadas de mi anatom�a.


Finalmente me arriesgu� a calzar unos preciosos zapatos
modelo Oxford, cerrados firmemente sobre el empeine con firmes cordones negros
con hilo dorado y con preciosos tacones de acero dorado de una finura incre�ble
de menos de 4 mm en su extremo inferior y de 21 cm., 8 1/4" de altura, o sea el
m�ximo taco existente jam�s y que es especialmente hecho s�lo para nosotros los
mas expertos entre los fetichistas.


Estos zapatos ten�an grueso relleno inclinado hacia la punta,
bajo la planta para levantar el nacimiento de los dedos y moderar el �ngulo de
la planta con el suelo y as� permitir hacer apenas caminable esos maravillosos
zapatos de taco enormemente gigante, sin tener que quebrarse los arcos � el
tobillo en el intento.


Me perfum� con una esencia francesa, la mas cara que ten�a y
me puse a esperar la llegada del chofer prometido, reflexionando que desde ese
instante deb�a pensar, hablar y actuar como una dama de la m�s alta sociedad.


En este caso mi nombre ten�a que ser algo adecuado a la
circunstancia, y pens� que ser�a bueno llamarme Ruby Atkinsons en adelante.



La limousine lleg� exactamente a la hora convenida y cuando
llegu� a la puerta de mi casa caminado con pasitos cort�simos para alcanzar a
equilibrarme tambaleando sobre mis gigantescos tacones de estilete, el apuesto
chofer me ofreci� el brazo para apoyarme y me abri� a puerta del auto, no sin
dar antes una ojeada muy aprobadora a mi precioso aspecto.


Sin decir una palabra comenz� a desplazarse por el tr�nsito
nocturno y emprendimos un no muy corto viaje de unos 30 minutos.


Al llegar qued� embobada, estabamos ante un castillo el medio
de un campo, una enorme mansi�n de estilo californiano franc�s, con grandes
pilares y arcadas, bell�sima en su estilo y digna de un pr�ncipe muy rico.


�l sin duda me estaba esperando cerca de la puerta principal,
ya que �sta se abri� muy pronto y en lo alto de la escalinata apareci� una
figura muy alta y esbelta, vestido muy elegantemente con traje de etiqueta, con
su negro smoking impecable, su apuesta cara era claramente distinguible a la luz
de la portada.


Su faz muy varonil estaba sonriente, invit�ndome a bajar de
su obscuro largo y elegante limousine. El chofer salt� de su asiento y presuroso
corri� a abrirme la puerta, haci�ndome una reverencia versallesca.


Cuando saqu� mis preciosas piernas enfundadas en mis
brillantes medias negras y calzada con esos maravillosos tacones alt�simos, �l
se dio inmediata cuenta de la dificultad que tendr�a en subir sola y baj�
presuroso a recibirme ofreci�ndome su firme brazo.


En su cara se ve�a que aprobaba con entusiasmo mi atuendo tan
elegante y tan sexy a la vez, y casi abrazada, ayudada por �l subimos la
escalinata con la precauci�n del caso.


Me pregunt� ahora mi nombre completo, a lo que le respond�
que era Ruby Atkinsons, �l me dijo que se llamaba John D. Watkins, as� que en
adelante ser�amos solo Ruby y John, como viejos amigos.



La casa era una mansi�n de maravillas, la escala al 2� piso
era una escalera anch�sima de m�rmol de Carrara y las balaustras hac�an juego
con ella. En el 1� piso el pavimento era de m�rmol leg�timo y estaba lleno de
preciosas estatuas de m�rmol de estilo renacimiento franc�s y de las artesonadas
paredes colgaban cuadros de pintores famosos.


Unas majestuosas arcadas, separaban el recibo, de la
biblioteca, del comedor y de la sala de estar con la majestuosa chimenea de
m�rmol, las lamparas de l�grimas eran una joyas deslumbrantes y en fin todo lo
que se ve�a daba la sensaci�n de la mayor riqueza y boato.


Me invit� a pasar de inmediato a la sala de estar, donde
hab�a una serie de divanes, sof�s, sillones y sillas de antiguo estilo europeo,
que rodeaban la chimenea y m�s cuadros preciosos en las paredes, adornadas de
colgajos de pa�o de seda y de artesonados al estilo franc�s.


Llegamos pr�cticamente abrazados y yo reclinada sobre su
ancho pecho, hasta uno de los divanes de seda roja y all� nos sentamos
mir�ndonos con atenci�n. C�mo puedes ser tan loquita amor m�o, me dijo, si casi
te has ca�do por tratar de caminar con esos maravillosos tacones de v�rtigo tan
sensuales y tan fin�simos en la punta, como jam�s hab�a visto antes.


Te admiro much�simo por ello y me maravilla y me encanta que
los uses as� de alt�simos y tan ultra finos, pero no te vas a mover en adelante
sin mi ayuda, ya que exigen que te balancees con mucho cuidado y corres sin duda
un buen riesgo de caer y quebrarte � luxarte uno de tus maravillosos y esbeltos
tobillos.


Sonriendo le respond� que le agradec�a profundamente su
cuidado pero que estaba acostumbrada a caminar con tacones de 7" y aun de 7 �",
pero que jam�s lo hab�a hecho antes con unos de 8 1/4" tan delgados como �stos,
los que acababa de recibir de Europa, Alemania, por encomienda a�rea.


Le reconoc� que agregaban bastante dificultad al caminar,
pero que val�an la pena, ya que los encontraba la �ltima palabra de sexy y me
complac�a mucho el poder estrenarlos all� en esta ocasi�n, pensando que muy
pronto ser�a capaz de dominar bien su uso us�ndolos muy seguido.


Pero dejemos de hablar de este detalle, le dije, y pensemos
en como nos hemos conocido en forma tan especial, y cuan acertado ha sido el
encontrarnos ahora, porque a m�, le dije, me has ca�do muy bien, me ha
maravillado tu casa y tu persona, y encuentro que la decisi�n de vernos ha sido
muy acertada y estoy muy contenta por ello.


Su varonil cara se llen� de una preciosa sonrisa y me dijo
que concordaba perfectamente conmigo y que yo le parec�a que ser�a una muy buena
amiga y amante en el m�s corto plazo, y a�n ahora en este instante sent�a que
beb�a los vientos por m�.


Buen, dijo enseguida, celebremos entonces este encuentro tan
afortunado y bebamos la copa de la amistad, a continuaci�n se levant� y fue bar
de donde sac� unas copas y una botella de fin�simo cognac franc�s, y sirviendo
ambas me pas� una, y bebimos varias veces a la salud de nuestro tan venturoso
encuentro.


Me invit� enseguida a pasar al comedor, y ya decidido, me
abraz� fuertemente y casi me llev� en vilo hasta la silla donde cenar�amos,
mientras yo trataba de no hacerle sentir que vacilaba sobre mis alt�simos
tacones de estilete.


Comimos una frugal cena, servida por un silencioso, discreto
y elegante mayordomo de aspecto ingles, el que luego de la cena retir� los
platos y solicit� discretamente el poder retirarse, ya que era su noche de
salida y ten�a un compromiso dentro de una hora.


John le dio la venia sin mas tr�mite, y as� nos quedamos
totalmente solos en el castillo del Pr�ncipe de mis sue�os, pensando en c�mo se
desarrollar�an mis sue�os mas preciados, ya que el chofer viv�a en las cercan�as
con su familia y las dos mucamas eran part-time del pueblo.


Ambos nos levantamos de la mesa, muy pronto y �l me tom�
amorosamente por atr�s de la cintura para pasar a la biblioteca, al llegar all�,
me deposit� sobre un precioso sof� de cuero, sin que hubiese dado un solo paso
sin su viril apoyo, mientras yo me recostaba en su firme pecho, ya que me pasaba
ampliamente en altura a pesar de lo desmesurado de mis tacones.


Despu�s de dejarme all�, fue a la licorera y trajo servidas,
un par de copas de un exquisito n�ctar que era tan poderoso que sent� que mis
piernas me temblaban despu�s de un corto tiempo de ingerirlo.


Se sent� a mi lado y despu�s de tomarnos los tragos, comenz�
una sesi�n de escarceos amorosos interminables y nos dimos unos besos que
enervaron al m�ximo nuestros deseos sexuales, por lo que enseguida me llev� en
andas presuroso y subi� conmigo en brazos por la escalera del recibo a sus
aposentos del 2� piso, fuimos por la galer�a de m�rmol que rodeaba el majestuoso
recibo y abri� con el pie la pesada puerta de nogal de un maravilloso
dormitorio, la cual estaba entreabierta, y me deposit� amorosamente de espaldas
sobre el anch�simo lecho con dosel y cortinas de tul, que exist�a al fondo.


Yo ya estaba ansiosa y excitada al m�ximo, por lo que sin
darle mas tiempo, lo tom� por las solapas y lo puse encima m�o, mientras le daba
apasionados besos y le susurraba al o�do. Por fin amor m�o. T�mame ahora. No
vaciles m�s. Quiero ser tuya Pr�ncipe de mis sue�os. Estoy loca por sentirte
dentro de m�. Tuya, tuya, tuya. Ay, ay, ay. Ya no puedo esperar m�s.


Pero �l, me detuvo, se deshizo suavemente de mis brazos, se
puso en pie al lado m�o y me dijo con voz susurrante. S�, mi amor. Yo tambi�n te
amo con locura y quiero hacerte m�a. Pero no nos apresuremos tanto.


Este momento tan precioso no se volver� a repetir muy f�cil.
Esperemos un instante y disfrutemos de los pre�mbulos del juego del amor, antes
de que se acallen las volc�nicas pasiones que nos arrasan. Y dicho esto, se fue
a la sala de ba�o, para despojarse de su ropa.


Yo sent� como si el volc�n de mi pasi�n se fuera apagando y
que ten�a que moderarme en mis deseos si quer�a seguir disfrutando a concho los
casi incontenibles deseos de ser amada por ese hombre maravilloso.


Me saqu� el vestido de tul, y qued� s�lo con la faja, las
medias y mis audaces zapatitos de esbelto y alt�simo tac�n. Luego me deslic� por
el lecho, hasta quedar acostada en el lugar adecuado y pensando en la gloria que
estaba viviendo, esper� con ansias la reaparici�n de mi amante.


No tard� casi nada, ya que pronto vi aparecer por la puerta
donde hab�a salido, la alta y viril figura de mi amado. Ven�a envuelto en una
lujosa bata, y calzando zapatillas de ante, al juego. Se desliz� majestuoso por
la mullida alfombra del dormitorio, y.


Hab�a valido la pena esperar, ya que al llegar al costado del
lecho, se despoj� de la bata y vi su macizo cuerpo de Adonis lleno de poderosos
y prominentes m�sculos que sobresal�an potentes de su pecho, sus abultadas
piernas y brazos, y el descomunal y grueso pene, que junto a sus test�culos,
amenazaban con darme, una nunca antes tenida y fabulosa sesi�n de amor.



Se apresur� a acercarse al lecho donde lo esperaba yo, se
recost� a mi lado, y me dijo. Espero que no te hayas disgustado mucho mi amor,
pero odio hacer el amor semi vestido y me cuesta mucho tener la mente dedicada a
ello si no estoy totalmente desnudo, compr�ndeme por favor tesoro m�o ya que
quiero que esta sea la mejor noche de nuestras vidas, por eso te pido perd�n mil
veces. Perd�n mil veces amor.


Yo le respond�. No seas tan cort�s amoroso m�o, te comprendo
mucho y creo que tienes toda la raz�n del mundo si eso te sucede, no creas que
ello me ha afectado, pero creo que antes tambi�n, tenemos que aclarar otro
problema que podr�a echar a perder nuestro precioso encuentro de hoy, te tengo
que confesar que bajo mi faja por el frente, no hay un tibio y h�medo sitio
ansioso de ti, sino que �se sitio est� por detr�s de mi esperando ansioso tu
amor de recio var�n.


�l dej� escapar una breve carcajada y me dijo que ya lo hab�a
adivinado hac�a largo rato, que no me preocupara por eso, ya que yo parec�a sin
duda una hembra de verdad, la m�s maravillosa hembra que hab�a tenido en sus
brazos en toda su vida, y que su sospecha inicial se hab�a convertido en
certeza, s�lo al ver mi calzado, ya que sab�a que por mucho que una mujer
estuviera enamorada, jam�s se habr�a atrevido a asistir a una cita de amor
calzada con esos tacones, verdaderas alt�simas agujas de v�rtigo.


El no hab�a tenido ninguna duda de que solo un loco
obsesionadamente fetichista era lo suficientemente audaz para ser capaz de
tratar de caminar con esos tacos totalmente imposibles, ya que una f�mina por
caliente que estuviera no habr�a sido capaz de caminar un solo instante con
ellos.


Me dijo adem�s que su m�s preciada enso�aci�n er�tica hab�a
sido siempre el tener sexo con una hembra como, yo que fuera super sensual y
vestida as� con esos tacones del cielo, pero que adem�s tuviera un pene grande y
poderoso para pode jugar ambos al amor en forma fabulosa.


No supe que decir y me qued� callada con mi coraz�n
palpitando a�n por el temor que hab�a tenido, a que mi confesi�n lo hubiera
desilusionado.


Pero �l tom� la iniciativa de inmediato y empez� a besarme de
nuevo con enorme pasi�n, y ahora su mano se introdujo bajo el frontis de mi
faja, y retir� presuroso el G-string que hab�a ocultado mi secreto, dejando
libre y a la vista, mi ahora ya, gordo y enhiesto pene lleno de deseos de amar y
ser amado.


Sin vacilar ni decir palabra alguna, lo tom� con firmeza
entre sus manos y lo comenz� a bombear de arriba abajo, causando en mi una
delicia inenarrable que casi me hizo acabar en ese mismo instante, pero John
sab�a demasiado y lo dej� antes de que me sucediera.


Despu�s baj� su cabeza y lo engull� sin mas tr�mites, lo que
de nuevo me llev� al borde de la eyaculaci�n, pero el muy tuno sab�a demasiado
bien lo que estaba haciendo y as�, apenas sinti� que me empezaba a venir el
semen dej� de mamarlo, y.


Tom�ndome por la cintura, me abri� las piernas y me puso un
par de gruesos y mullidos almohadones bajo las nalgas, para despu�s, aplastando
sobre mi vientre, mi pene con su vientre, me entr� suavemente por mi hoyito del
amor con su gigantesco pene, abr��ndose paso por mi ansioso recto hasta el
fondo.


Yo sent�a que estaba en el quinto cielo, sinti�ndome por fin
llena de la amorosa, poderosa, y enhiesta carne de su maravilloso pene y junto
con ello, sent�a tambi�n que mi propio y muy erecto pene estaba siendo dura y
fuertemente frotado entre nuestros propios vientres, lubricado por la saliva de
John.


El vaiv�n de nuestros cuerpos hizo que nuestros penes
mutuamente se endurecieran m�s y m�s a�n, y de pronto, sent� la violenta
palpitaci�n del pene de John que comenzaba a lanzar sus chorros del perlado y
tibio semen dentro de mi ansioso y lubricado recto, en el mismo instante en que
mi propio pene llegaba a la culminaci�n de su cl�max y rivalizaba con el de John
en regar con mi semen los vientres de ambos.


Era tanto el goce que me produc�a la invasi�n de mi recto por
el magn�fico pene de John, y a su vez lo que yo gozaba, al sentir que mi pene
llegaba a la culminaci�n con la frotaci�n entre nosotros, que no alcanc� a darme
cuenta que entre los espasmos del placer, hab�a enderezado las piernas y mis
afilad�simos tacones se hab�an enterrado totalmente todos sus 21 cm. en la
s�bana de abajo, rasg�ndola totalmente.


Yo estaba terriblemente avergonzada por lo sucedido, ya que
aunque hab�a da�ado la s�bana involuntariamente, la realidad era que la preciosa
y cara prenda estaba da�ada irreversiblemente.



Pero John no le dio importancia alguna al asunto y empez� de
nuevo con sus caricias, las que muy pronto fueron correspondidas por m�.


Antes de 5 minutos nos encontr�bamos totalmente repuestos y
ambos est�bamos ansiosos de nuevo por continuar con nuestra sesi�n amorosa.


As� fue como enseguida repetimos una y otra vez nuestras
actuaciones,


pero esta vez con las variaciones m�s diversas.


En una de ellas hizo que me pusiera en 4 pies sobre el
alfombrado suelo del dormitorio, levantando mi cola lo m�s alto posible, y �l
arrodillado me entr� por atr�s por el recto, y empez� de nuevo el entra y saca
de su poderosa verga, bombeando a la vez mi pene con su mano derecha.


Otra vez hicimos el popular 69, pero lo hicimos sobre la
alfombra del dormitorio, a la vez que ten�amos metidos sendos consoladores
gigantes en nuestros rectos.


Y as� toda clase de variantes, con las cuales pudimos llegar
a por lo menos 10 climax seguidos c/u. a lo largo de la noche, gozando a concho
con nuestros penes y rectos, hasta que nos quedamos dormidos y exhaustos.


Al amanecer John tom� el tel�fono y orden� a su piloto
personal que nos llevara a la otra costa del pa�s para seguir con la juerga, el
chofer lleg� a las 11 AM a la puerta con su limousine, y despu�s de vestidos y
desayunados nos llev� al aeropuerto, donde nos esperaba su avi�n personal.


Yo no hab�a alcanzado a cambiarme, as� es que a nuestra
llegada, al bajar de la limousine, casi me caigo, por lo cual John me volvi� a
tomar en sus brazos, y ante la at�nita y envidiosa mirada de los presentes, me
puso en un comod�simo sill�n de la suntuosa cabina con cabida para 12 personas,
donde me dej� con un amoroso beso.


El bimotor jet para ejecutivos se elev� enseguida raudamente
y se dirigi� al destino que hab�a indicado John, destino al cual llegar�amos esa
noche.


A la hora de almorzar, John sac� unas bandejas que estaban
listas en una alacena de la cabina y nos servimos un apetitoso almuerzo, que nos
dio mucho sue�o ya que fue abundantemente regado con un vino exquisito.


Antes de dormitar la siesta a que nos llamaba el trasnoche
anterior, nos masturbamos mutuamente con la boca haciendo un 69, y luego �l me
encul� con su poderosa arma del amor, para terminar acabando ambos en un
memorable cl�max a 20.000 pies de altura.



Al despertar, alrededor de las 6 PM, nos encontr�bamos ya
repuestos y sin mas sue�o, por lo que seguimos con nuestra sesi�n de amor
delicioso en la cabina del avi�n, y as� seguimos nuestro viaje de bodas, ya que
as� lo quiso llamar �l, el que continu� largamente, primero en unas islas
paradis�acas del Pac�fico, con playas so�adas, y luego en un crucero de 15 d�as
por el mismo mar el que nos trajo de vuelta a casa, v�a Hawaii.


Pero todo esto es motivo para otro relato, mas adelante.


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Relato: Tres travestis son putas y uno tiene gran �xito...
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