Relato: En el sal�n





Relato: En el sal�n

Al llegar a casa colgu� la chaqueta en el perchero del
recibidor. Ven�a cansado de trabajar, hab�a sido otro de esos d�as corrientes
pero agotadores. Justo al dejar la chaqueta me acord� que los jueves eran el d�a
de la compra.




Claudia, Claudia... La llam� mientras abr�a la puerta que
daba al sal�n.




Entonces la vi. Estaba de cuclillas en el centro del sal�n.
Se encontraba sobre una toalla de ba�o, agachada, con las piernas abiertas,
ense��ndome la pelambrera de su co�o, mir�ndome con aquellos preciosos ojos
verdes, sonriendo, aquella sonrisa solo aparec�a cuando algo caliente y sonado
pasaba por su cabeza. Llevaba puesta una camiseta roja que solo serv�a para
poner de manifiesto que no usaba sujetador y las sandalias negras de tiritas con
tac�n de aguja que sab�a que tanto me gustaban. Frente a ella ten�a un botecito
de pl�stico lleno de supositorios de glicerina, unas braguitas blancas de
algod�n y una faldita corta azul marino. Al verme no dijo nada, sigui�
mir�ndome.




Claudia... �Qu� haces? Hoy es el d�a de la compra.
Tenemos que irnos o encontraremos el supermercado cerrado.




No contest�. Destap� el botecito y cogi� con sumo cuidado uno
de los supositorios.




Claudia... Si te pones eso y tienes que ir al ba�o no
tendremos tiempo...




Levant� el supositorio, me lo ense�� y luego empez� a
deslizarlo lentamente en su ano pasando su mano por detr�s.




Claudia... �Por el amor de Dios! P�ntelo luego... Ahora
no tenemos tiempo...




No me dio tiempo a terminar la frase. El supositorio se hab�a
deslizado en su ano. Segu�a con aquella carita de c�lido demonio capaz de quemar
a cualquiera. Ya no me sal�an las palabras.


Se levant� sin apartar su mirada y se puso la faldita que
apenas le cubr�a hasta el inicio del pubis. Luego se dio la vuelta. Dobl� la
cintura para tomar las braguitas de forma que su culo regordete qued� totalmente
expuesto y se las puso.


Recogi� la toalla, la pleg� con cuidado y coloc� sobre una de
las butacas.


Al fin dijo:




Ya est�. V�stete r�pido de forma m�s sport que nos vamos.


�Est�s segura querida que quieres que nos vayamos?


Claro. Corre c�mbiate. Te he preparado unos pantalones
vaqueros y una camisa.




En el sof� advert� las prendas que me se�alaba con su gesto.


Estaba cambi�ndome cuando volv� a preguntar:




�Est�s segura que quieres ir a comprar?




Una mirada fue la respuesta.




Bueno, ya me tienes vestido. �Partimos?


Claro cielo. �Te quiero tanto!




Su melena resaltaba aun m�s el calor que desprend�a.


Nos dirigimos al garaje y subimos al coche. Arrancamos
enseguida para llegar a tiempo al supermercado.




Claudia... Sabes que hacer para ponerme como un burro.
Fue todo lo que le dije durante el trayecto.


Mientras hacemos la compra te lo cuento todo. Te lo
prometo. Me contest�.




Ya est�bamos dando vueltas con el carrito por los pasillos
del super cuando empez� a hablar.




Al despertar de la siesta estaba caliente. Muy caliente.
Casi he estado a punto de hacerme un dedito. Iba al lavabo a mear cuando se
me ha ocurrido. Quiz�s pod�a esperar sin mear hasta que llegaras, total eran
las cinco y media y hasta las siete y media que sueles llegar... pues... dos
horitas de nada.


Tu sabes lo cerda que me pongo cuando tengo ganas de
mear... �Verdad Javier?.


Ten�a la tele en marcha, pero como si no la tuviera. Mi
cabeza solo ten�a una idea fija: �Follar!


Me acord� que hac�a tiempo que no hac�amos algo especial.
Eso especial que tanto nos pone cuando ocurre. Mis ganas de mear segu�an
aumentando.


�Ya has meado? La interrump�


Calla y escucha. Replic�.




Mientras me contaba aquello los productos del super iban
llenando el carrito: Unos canelones, calamares a la romana, zumo, leche, etc. Lo
normal.




Hace dos d�as que no hago caquita � volvi� a la carga �
Ten�a que controlarlo para que sucediera exactamente cuando yo quisiera.


Las ganas de orinar supongo que me recordaron
precisamente que llevaba dos d�as sin cagar. Ya sabes... El hambre suele
juntarse con las ganas de comer...


Quer�a ponerme sexy, caliente ya lo estaba, pens� que la
camiseta roja sin mangas y la faldita har�an su efecto cuando llegases. Mi
mente me dec�a sin embargo que algo se me olvidaba. �Ya est�! Hoy era el d�a
de la compra � Toma pon estas almendritas tostadas que me encantan, luego
paramos y ponemos chocolate que te gusta a ti - �ya sigo, no te impacientes
hombre! Si era el d�a de la compra no ten�amos tiempo de follar antes de
salir... El vientre me recordaba que adem�s de pipi... �tu me entiendes?


Demasiado. Contest�. �Hasta ahora te has aguantado?


Para un momento por favor.




Dej� de caminar y ella se coloc� entre el carrito y la
g�ndola del super. Mir� alrededor... La gente pasaba a nuestro lado. Se agach�,
doblando la cintura, como si quisiera coger alg�n bote de aceitunas que estaban
en la estanter�a de abajo, ense�ando con aquel movimiento sus braguitas a quien
quisiera verlas y acto seguido se oy� un sonoro y largo pedo.


Yo me puse rojo como un tomate.


Al levantarse me pregunt�:




�Contesta eso a tu pregunta?




No tuve fuerzas para contestar.




�No sabes las ganas que ten�a de hacer un poco de sitio!




Se levant� un poco la falda.




�Me he manchado?


No, mujer, las braguitas siguen inmaculadas, pero mejor
nos vamos de por aqu�, has dejado un ambientillo que marea.


Como te iba diciendo, prosigui�, ya no solo eran ganas de
hacer pis, tambi�n eran ganar de cagar. Tu sabes lo que me excita cuando eso
ocurre y tengo que aguantarme. �Y quer�a aguantarme! Al menos hasta que tu
llegaras.


Como no ten�a nada mejor que hacer, evidentemente la tele
no me entreten�a, prefer� seguir pensando en como pod�a hacer mas atractivo
el polvo que tanto deseaba.




Hab�amos dejado el pasillo lateral y nos dirig�amos por el
pasillo central hacia un letrero que indicaba donde se hallaba el chocolate.




Javier... querido... tendremos que apresurarnos.


Ya te dije que no te pusieras el supositorio. Que
tendr�amos problemas.


Mira, eso era exactamente lo que empez� a excitarme de
mala manera. Lo que me puso como una perra en celo. La idea de aguantar sin
hacer pipi ni caca en una situaci�n comprometida.




Al llegar a la altura del letrero indicativo de los
chocolates se agarr� al carrito unos segundos indic�ndome con el gesto que
parara de nuevo. No se percibi� ning�n ruido extra�o, pero un olor penetrante
nos rodeo de inmediato.




�Y si fueras al ba�o aqu� Claudia?


Desaparecer�a el encanto. Voy a agacharme de nuevo. Creo
que esta vez si he mojado las braguitas blancas. �Querr�s confirm�rmelo?


S�. El monos�labo fue elocuente.




Esta vez las braguitas de algod�n presentaban una peque�a
mancha marr�n.




Es el supositorio. �Crees que se me va a notar?


La mancha no lo s�, pero el tufillo se est� haciendo
evidente por momentos.


MMMMMMM... Javier... estoy que me meo... y que me cago.
Ha sido de golpe, lo llevaba muy bien, pero ahora tengo la sensaci�n que se
me va a escapar de un momento a otro. �Y no quiero!


Ves al ba�o de aqu� Claudia, no quiero que pases
verg�enza.


�Ni lo sue�es! Me ha costado trabajo imaginar la forma de
recibirte, que quedara claro que quer�a follar, y que al mismo tiempo
necesitaba desahogarme como hac�a tiempo que no hac�a.




Cuando nos encamin�bamos al chocolate ella ya iba con las
piernas apretadas. Cogimos dos tabletas de chocolate negro con un 70% de pureza.




Javier... Cari�o... Cielo... No demores m�s... Vamos a la
caja.




Sus palabras eran casi de suplica.


Las varias cajas que estaban abiertas, como ocurre siempre a
�ltima hora, compet�an para disponer de la mayor cola y de los carritos mas
cargados. Me decid� por la n�mero veintitr�s. Antes que nosotros ten�amos tres
amas de casa con los carros cargados como monta�as. Parec�an conocerse y estaban
haciendo corrillo. Cuando llegamos miraron de reojo a Claudia y vestida como iba
debieron pensar: �Vaya, la calentona de turno!




�Justamente esta? Si hay varios carros llenos a tope.


La eleg� a prop�sito.




Claudia estaba al lado del carrito nuestro, dando la espalda
a las se�oras.




�C�mo a prop�sito? Me pregunt�.


He decidido seguirte la corriente. Vas sufrir un pel�n
antes de tener mi polla. Salvo que decidas hac�rtelo aqu�, en la cola.




O� como las se�oras comentaban notar un olor extra�o. Seguro
que Claudia tambi�n las oy� y nos invadi� una risa apagada que no pod�amos
contener. De pronto Claudia, mezclando las palabras con la risa me coment�:




Ahora van a tener oportunidad de ejercitar su nariz. Es
la risa... Javier




No termin� de decirlo cuando un sonido parecido a:
bbleedds...pprretts...b�prrutts llam� la atenci�n de las clientas.




Si no nos dejan pasar no s� que va a ocurrir. Sigui�
dici�ndome. Esta vez te prometo que ha sido un poco h�medo, el supositorio
hace estragos, adem�s se me ha escapado un poco de pis.




Se froto la mano en su entrepierna y me la extendi�.




�Lo ves?




Su mano estaba mojada.


Una de las se�oras, con aire de superioridad, se dirigi� a mi
compa�era:




No se preocupe se�orita, ya nos vamos, merece la pena
esperar en otra cola con tal de no estar al lado de una gorrina como usted.




Las tres abandonaron la cola al un�sono comentando sobre lo
guarra que es alguna juventud de hoy en d�a y lo que apestaban sus efluvios.


Esto permiti� que la cajera, de forma m�s diligente de lo
normal, contabilizara nuestras compras y una vez pagada la cuenta sali�ramos
corriendo empujando el carrito.




No te lo hagas en el coche por favor...


Lo intentar� mi amor. Pero ahora ya me aprietan tres
cosas.


�C�mo tres cosas? �Cu�l es la tercera?


Las ganas de follarte, tontorr�n...




Durante el trayecto hubo alg�n airecillo m�s pero las
ventanillas abiertas atenuaron sus efectos. Al llegar a casa, metimos el coche
en el garaje y sin sacar las compras, subimos corriendo las escaleras hasta el
piso. Yo iba detr�s de ella y pude apreciar claramente sus braguitas con una
mancha marr�n de tama�o considerable.




En el sal�n. Aqu� quer�a follarte Javier.




Empec� a quitarme los pantalones y vi que volv�a a desplegar
la toalla de ba�o. Volvi� a hacerlo lentamente y la extendi� con cuidado. Se
quit� la faldita azul. Parec�a que sus movimientos se realizaban a c�mara lenta.


Mi polla estaba dura como un palo. Cuando imagin� que iba a
quitarse las braguitas se limit� a ponerse a cuatro patas y a susurrar:




Espera y mira. Luego me follas por donde m�s te plazca.




Vi como aparec�a un bulto que iba manchando de marr�n las
braguitas, como cuando el bulto deten�a su crecimiento daba paso a un concurso
de tempestades para volver a dar escape a una buena cantidad de mierda pastosa
que llenaba el ambiente de ese perfume determinado y mientras todo aquello
suced�a un chorro de pis amarillo-marr�n atravesaba su prenda intima e iba a
parar sobre la toalla.


Yo s�lo miraba y esperaba como me hab�a pedido, pero mi pene
parec�a querer alargarse e hincharse hasta lo imposible.




�Qu� alivio! Dijo por fin y se baj� las braguitas de
algod�n, conteniendo su mierda reci�n hecha, hasta las rodillas. �FOLLAME!
Grit�.




No tuvo que decirlo dos veces. Me coloque detr�s de ella y
apunte mi picha a su ojete sucio. Quer�a joderla como jode un perro a una perra.
No tuve dificultad en penetrarla por el ano, la dureza de mi pene y la
lubricaci�n producida por la defecaci�n lo hicieron f�cil. Mis embestidas no
eran fuertes, eran largas, met�a mi polla lentamente y la sacaba de su culo
hasta llegar al glande para volver a empezar a empujar. Poco a poco ella fue
dobl�ndose, puso los codos en la toalla y la cabeza entre ellos. Yo la ten�a
cogida por las caderas y cuando ten�a mi pene en el fondo de su culo aprovechaba
para restregar su ojete por mi pelvis y sentir su calor tanto en mi polla como
en mi piel. No dec�a nada, no gem�a, solo se dejaba hacer. Se hallaba totalmente
entregada. Cada vez arqueaba m�s su espalda para facilitar que la penetrara.


Hab�a aprendido el movimiento de vaiven y se acoplaba a la
perfecci�n a mis entradas y salidas. Ya no era necesario que con mis manos en
sus caderas hiciera que frotara en mi pelvis su ojete. Lo hac�a ella sola. Su
culo quemaba por dentro y por fuera. Levant� uno de los brazos del suelo y se
acarici� el cl�toris con fuerza, lo ten�a entre dos dedos, se lo estiraba,
masajeaba, pellizcaba. Mi picha se estaba quemando en su interior. De su boca
escap� un gemidito apenas audible y una oleada de contracciones de su esf�nter
me apretaron. Ya no puede esperar m�s. Aquello hizo que perdiera el control. Me
corr�, en silencio, casi como ella, la llene de leche, me mantuve pegado con mi
pelvis a su culo. Luego me separ�, ella se tumb� en la toalla mir�ndome con ojos
de lujuria satisfecha y yo me acost� a su lado feliz.


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